Un toque de análisis

Con la circulación de balón como principal herramienta el Barcelona le dio una clase de fútbol al Manchester United en la final de la Champions League. Analizar en el modo en que  los catalanes se pasan la pelota supone algo más que contabilizar los toques que se dan durante el partido, por eso la perspectiva vincular para estudiar los deportes de conjunto que propone desde la Universidad de Buenos Aires el colectivo ARSFútbol resulta particularmente aplicable para caracterizar al juego de los de Guardiola.
El fútbol es un deporte particularmente reacio a la aplicación de nuevas tecnologías, no sólo por la serie de interminables debates y postergaciones continuas que trae la posibilidad de incorporar de nuevos elementos (algunos largamente probados en otros deportes como el Video-Rep) al juego en sí, sino también porque en el apartado analítico son pocos los indicadores que se han incorporado efectivamente a la hora de evaluar el rendimiento de un jugador o un equipo.  En el mejor de los escenarios, escuchamos al comentarista tirar al aire alguno de los múltiples datos relevados, como la distancia recorrida por los jugadores o el controvertido Índice Castrol, sin más detalle que el número que da como resultado, excluyendo a buena parte de los espectadores que desconocen el modo (complejo en la mayoría de los casos) en que se llega a ese resultado y la manera en la cual debe interpretarse tal indicador.
Por otro lado, el fútbol es un juego ciertamente más impredecible que otros deportes en conjunto, de hecho se da que a menudo  equipos débiles  sorprenden a grandes potencias ayudados por el azar y planteos que, según quién estén en el banco de suplentes, fluctúan entre ventajeros y  sagaces. Esta dinámica impensada lo hace poco permeable al pronóstico, y la mayoría de las estadísticas suelen ser malinterpretadas como oráculos y descartadas una vez que el no se da el resultado probable.
El análisis reticular no pretende predecir el desarrollo efectivo de un partido, en cambio funciona como instrumento para el examen del juego en conjunto, Partiendo de un idea simple como la de concebir a cada equipo como una red en que cada uno de los jugadores es un nodo que se conecta con el resto a través de pases, convertimos  la metáfora en una la herramienta metodológica nos valemos de indicadores propios del llamado análisis reticular o análisis de redes sociales (nombre previo a que Facebook y otras plataformas de social networking se apropiaran de la terminología), dando lugar a dos niveles de observación, uno al interior de los equipos identificando a los futbolistas-nodos principales y los circuitos más comunes por donde pasa el balón y otro tomando a equipo como unidad de análisis, comparando la red del conjunto con la de su rival, o con otras formaciones, o incluso con la red de flujo de pases ideal (la que algunos entrenadores dibujan en la previa para explicarles a sus jugadores que pretenden).
Si tomamos al Barcelona como una red, a simple vista podemos observar una de las razones por las que se impuso en Wembley: El juego pasó por sus tres mejores jugadores (Xavi, Messi e Iniesta) más que por cualquier otro futbolista de los que participó en la final.
La presión sobre Xavi, el jugador-nodo central de la red,  fue efectiva durante los primeros minutos del encuentro. Sin embargo, cuando el mediocentro culé, en un acertada decisión táctica, bajó a controlar el balón cerca de la línea defensiva, la presión sobre él le dio más libertad a Messi (que apareció algo más cerca del mediocampo que lo habitual). Esto permitió que se formara el «cliqué» o subgrupo de creación de juego entre Iniesta, Xavi y Messi, formando una sociedad central en el juego catalán que puso a los tres en contacto casi permanente con el balón, “relegando” a los otros delanteros a la definición e incluso determinando una menor participación de  Busquets de mayor centralidad en la red de partidos anteriores.
En el Manchester no se observa un patrón claro. Su distribución de los pases se aleja a la exhibió en la semifinal contra el Shalke 04, done tuvo una alta tenencia de la pelota, construyendo jugadas desde el sector defensivo con alta participación de Ferdinand y Vidic, aquí dedicados casi exclusivamente al despeje.
Algunos datos para entender porqué se dio esto. El Barcelona comenzó 26 jugadas o cadenas de pases más (13% del total de las jugadas del partido) que el Manchester United. Es decir que muchas veces el corte en la jugada por parte de los ingleses no implico una pérdida de posesión por parte del Barcelona. Pero hay más: la seguidilla de toques mayor del Barcelona fue de 25, mientras que la del Manchester fue de 13, se podrá argumentar que ese dato por sí sólo no justifica el dominio de los catalanes, pero agréguenos que en promedio el equipo de Pep hizo el doble de toques por jugada que el de Ferguson (6,6 culé contra 3,3 del Manchester, que promedio arriba de 5 en la serie contra el Shalke 04) y repasemos el dato previo, aquel que indica que el corte en la cadena de toques no necesariamente implicó perdida de posesión en el caso del triunfador, estaremos cerca de explicitar desde los indicadores estadísticos dos de los ejes del dominio catalán: el continuo toque de pelota y el notable pressing cuando el rival se hace con el balón.   
Dominio que trae como consecuencia la poca centralidad en la red del United de los volantes Carrick y Giggs que habían sido fundamentales en los juegos previos y en la final tuvieron una participación periférica, de hecho el único que mantuvo su nivel de intervención fue Rooney ¿Chicharito Hernández? No es precisamente el jugador  que más participe de la circulación en el Manchester en un buen partido del conjunto inglés. Como se imaginaran, en Wembley su peso fue prácticamente nulo.
Más datos a tener en cuenta para entender el nivel de juego colectivo del Barcelona, en promedio cada jugador azulgrana se vinculó con el 57% de sus compañeros, lo que indica que más que nunca el Barcelona mostró un patrón claro de juego focalizando en el núcleo Xavi-Iniesta-Messi, como referencia en el 5 a 0 al Real Madrid, este indicador estaba en torno al 75%, es decir que los de Pep no fueron todo lo descentralizados que pueden y aún así su rival sufrió para tomar las marcas. Además la reciprocidad (promedio de pases recibidos de compañeros a los que se le entrega el balón)  fue del 74% contra un 63% de los ingleses, en definitiva mucho menos conectados que los catalanes.  Números para pensar no solo en los niveles de agrupamiento del campeón de Europa, sino también en el desarrollo de una combinación de estos indicadores que permita una cuantificación razonable del siempre citado y jamás definido “Volumen de Juego”.
Estos son algunos de los indicadores que se proponen desde el análisis reticular para comprender las dinámicas del juego asociado en el deporte, complementarios de los desarrollos tradicionales y eventualmente una nueva fuente de datos para avanzar a una comparación entre equipos de distintas épocas y estilos. Análisis que  lejos de insinuar haber encontrado el número definitivo para calificar en el fútbol, se busca consolidar como una herramienta sólida para quienes buscan concepciones cada vez más integrales del juego.
Especial ARSFútbol para NosDigital. Hay más información en el sitio web de ARSFútbol: www.arsfutbol.wordpress.com

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