Ser mujer en el mundo del periodismo deportivo y de la pelota suena complicado. Muy complicado. El machismo en la sociedad parece ser el gran límite. Luciana Rubinska y Majo Lezcano analizan, cuentan y discuten el día a día en la profesión. «Cuando se entiende que compartís de la misma forma la pasión, cambia todo», advierten.
Quizás, algo esté mal desde el arranque.
Desarticulado.
Pero no. Es así. La reivindicación de lo bonito no nace de lo lindo de sus miradas. En este caso, nace de la construcción misma de la conversación. De la destrucción de los miedos. De la gambeta, perfecta y hermosa y sutil, hacia los machismos de la pelota.
Un café porteño, ruidoso por su romance constante con la 9 de Julio, juega de cancha para reunir y discutir un acople bullicioso de prejuicios. El mundo del periodismo deportivo pone en su equipo a dos jugadoras que destruyen las tradiciones fáciles y grotescas de que el fútbol es sólo territorio de los hombres. “¿Qué estudio genético dice que por ser mujer no voy a entender el juego?”, pregunta Luciana Rubinska, periodista de TyC Sports, que, entre gentilezas y sonrisas, tira paredes con Majo Lezcano, conductora de Sportia, noticiero del mismo canal, y se sientan a debatir, a plantear, a replantear y a defender el rol de la mujer en el planeta mediático de la pelota.
-¿Cómo se trabaja en un ambiente donde lo popular demarca que el fútbol es territorio de hombres?
Luciana: – Vivimos en una sociedad llena de prejuicios internos. Cuando yo empecé a trabajar, tenía una autoexigencia muy grande con mi laburo. Creo que eso tenía que ver con esta necesidad propia de poder mostrar que sabía tanto como cualquiera en la profesión. En ese momento, cubría el ascenso y conocía todo sobre ese mundo, hasta llegar a un punto en el que ya sabía tanto que eran pocos los periodistas hombres que manejaban como yo el tema, así que desde ahí empecé a construir mi espacio dentro del ambiente.
Majo: – Entrar en el periodismo deportivo fue como entrar en un territorio ajeno. Ese ambiente era de los hombres. Pero, la verdad, es que me interesaba y sentía, y siento, que lo que transmitía el fútbol no tenía comparación con ninguna otra cosa. Desde el juego al mundo que engloba todo lo de alrededor. Entonces me metí y lo hice desde chica, desde el comentar la fecha del fin de semana con mis compañeros. Desde un arranque es difícil pero cambia todo cuando se entiende que compartís la pasión de la misma forma que un hombre.
Ni un café, ni dos cafés, ni el paso de los segundos, ni los movimientos del grabador rompen con esa reivindicación de lo bonito de sus rostros que tiene, casi, el mismo peso de felicidad que ellas les ponen a sus sonrisas en el instante en que la palabra fútbol sale de sus labios. De ese enamoramiento por la pelota nace el periodismo en sus mundos: Luciana se volvió periodista mirando fútbol y preguntándose sobre las procedencias, quizás, de algún número 4, mientras estudiaba Relaciones de Trabajo; Majo descubrió su vocación por contar en los costados de la cancha del equipo del que es hincha. Desde ese placer por el juego, estudiaron periodismo sin nunca imaginarse el lugar que ocupan hoy.
– ¿Cuáles son los límites con los que ustedes se encuentran en los espacios de trabajo?
Luciana: – Hoy hay un techo estructural importante, formado por una cuestión netamente cultural. No son iguales los lugares que le dan a las mujeres que los que le dan a los hombres en los espacios periodísticos. Todavía yo no tuve ninguna jefa periodística ni hay editoras deportivas en los diarios.
Majo: – Es complicado demostrar que sabés, por ejemplo, de fútbol. El papel de la mujer queda relegado en ese sentido. Hoy, algunos programas deciden incorporar mujeres por una cuestión estética, por tener una mujer como figura visual. Y dejan de lado todo lo preparadas que nosotras podemos llegar a estar para este trabajo.
– ¿Por qué entienden que se da eso?
Majo: – Porque la sociedad tiene roles pautados para la mujer y para el hombre. El tipo va a la cancha y la mina cocina, él va a laburar y ella se queda en la casa.
Luciana: – Es cierto eso, pero también es cierto que con la caída del pleno empleo esas son cosas que, progresivamente, van desapareciendo y que van construyendo un cambio de roles.
– ¿La belleza se vuelve un condicionante a la hora de elegir a una mujer para trabajar?
Luciana: – Creo que esa condición de “buena presencia”, que de por sí es muy difícil de definir, es una cuestión más televisiva que periodística. Puede ser que exista o puede ser que no. Pero, también, está muy cargada de prejuicios. De la misma forma, siempre pensamos que los actores de las novelas son lindos, quizás más lindos que buenos actores.
Majo: – El tema de la belleza lo que, en algunos casos, genera es que nuestro trabajo lo terminen haciendo modelos. Y nosotras no somos modelos, es más –se ríe- en el equipo de las modelos ni siquiera vamos al banco de suplentes, directamente no concentramos. Algo semejante funciona con los ex futbolistas que ocupan lugares de periodistas deportivos por el simple hecho de ser lo que fueron.
– Dentro del trabajo diario, ¿se trata de la misma forma a la mujer que al hombre?
Majo: No, la verdad que no. Equivocarte siendo mujer es mucho más complicado que siendo hombre. Hay una mayor facilidad para que nos critiquen.
– ¿Entienden que con el tiempo las limitaciones de acceso de las mujeres a la profesión se van a ir achicando?
Luciana: – Históricamente, la participación de las mujeres en el deporte ha sido restringida. Creo que eso tiene que ver con que esta es una sociedad muy machista, que, poco a poco, va abandonando los machismos, que avanza como sucede hoy en la política, pero que todavía sigue siendo de esa forma. El periodismo deportivo no es ajeno a eso y en la actualidad hay grandes periodistas que no son reconocidas como tales.
Majo: – Hoy, las mujeres corremos un paso atrás de los hombres. Hay veces que ser mujer te deja relegada de participar en algunos espacios como pasó en el caso de las designaciones para ir al último Mundial, donde la prioridad para viajar la tuvieron los hombres.
Luciana: – Por ahora, sigue siendo un mundo de hombres, y lo seguirá siendo porque acá en Argentina, a diferencia de otros países, son más los hombres que quieren dedicarse a esto que las mujeres. Quizás, si dentro de diez años el fútbol femenino se vuelve un negocio, vamos a tener un espacio mayor.
En el final de los minutos, algunas de las palabras que describen a las entrevistadas, también, entran en el pasillo que la nota inútilmente busca evitar: la simple, pero inevitable, reivindicación de lo bonito en sus rostros. Sin embargo, en los mismos minutos finales, surgen, igual de inevitables, otras palabras que tienen que ver con soñar con construcciones periodísticas distintas.
Esas otras palabras, acaso, retratan todavía mucho más a Luciana y a Majo.
Mueven las damas
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