Los principales temas de debate en la sociedad argentina -y mundial- actual parecen haber estado resueltos ya en alguna sociedad hace casi 100 años. Cuáles eran los argumentos irrevocables, qué principios se defendían. Es probable que algo hayamos perdido en el camino y hoy andemos ciegos buscándolo a tientas.
Argentina legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en el 2010, Uganda, hace solo un mes hizo de la homosexualidad algo ilícito uniéndose a otros 29 países del mismo continente que consideran este acto como punible con la cárcel, y hasta en algunos casos, con la pena de muerte.
Casi un tercio de la población mundial vive en estados donde la práctica del aborto está lisa y llanamente prohibida[1]; en América latina solo Cuba y Puerto Rico tienen legislaciones amplias que permiten la interrupción del embarazo por decisión de la madre. Otros casos con deliberación, como Honduras, Chile y Nicaragua, rechazan incluso el terapéutico –cuando peligra la vida de la mujer- o en los casos de violación[2].
Frases como “no se está en contra de (la homosexualidad), sino a favor del bien común, la racionalidad y la dignidad del ser humano”, «(hay) una campaña para instalar en los medios este tema como algo natural como el agua, o normal como la heterosexualidad» y «en nuestros días se ha reavivado la polémica sobre la despenalización del aborto (…) lo trágico de esta situación no puede hacernos olvidar que podemos asesinar a un inocente”, cuyas dos primeras citas le corresponden al Monseñor Marino[3] y la restante al Cardenal Bergoglio[4], han sido un eco persistente a lo largo de los años en la vida pública argentina, donde conceptos como “natural”, “bueno y malo”, “el deseo de Dios” han sido moneda corriente para justificar el rechazo a ambas prácticas.
Aún estando en el siglo XXI tenemos que seguir oyendo este tipo de comentarios y acciones políticas, pero que sin embargo, hace 90 años se dio un debate similar allá, por el este de Europa, dando como resultado por primera vez en la Historia, que tanto la homosexualidad como el aborto fuesen permitidos. Por un lado reconociendo la libertad del amor, por el otro que el estado debía hacerse responsable de la seguridad e higiene de las mujeres. La Revolución Rusa daba otro paso hacia su intento de formar una sociedad igualitaria.
Revolución Socialista y Revolución Sexual
En 1920 el gobierno soviético emitió un decreto aboliendo la penalización de las relaciones homosexuales, tanto masculinas como femeninas, siendo omitida en los Codex legales de 1922 y 1926. Abiertamente asumía que el amor iba más allá de una cuestión de género. Sin embargo, esta libertad no era ilimitada, como lo declarase en un folleto de 1923 el director del Instituto de Higiene Social de Moscú, Grigorii Batkis titulado La revolución sexual en Rusia: “La legislación soviética se basa en el siguiente principio: declara la absoluta no interferencia del estado y la sociedad en asuntos sexuales, en tanto que nadie sea lastimado y nadie se inmiscuya con los intereses de alguien más.”[5] Siete años más tarde la Gran Enciclopedia Soviética describía que “la legislación soviética no reconoce aquellas llamadas leyes contra la moral, nuestras leyes proceden del principio de protección de la sociedad y por ese motivo solo penaliza en instancias donde son los jóvenes y los menores los objetos de intereses homosexuales”[6], a su vez, la Unión Soviética sería la legislación más progresiva del Congreso de la Liga Mundial por las Reformas Sexuales celebrado en 1928.
Pero estas medidas y formas de pensar eran consecuentes con una visión de la teoría enriquecida por desarrollo de la antropología histórica y etnología, cuyos descubrimientos sirvieron –en el mejor de los casos- para conocer la diversidad en las formas de organización humana. De modo que la familia monógama heterosexual era solo una de las formas que tuvieron las sociedades en constituirse y cuya universalización en Occidente se dio de la mano de la expansión del cristianismo. Pese a esto, por ejemplo, Lewis Morgan, uno de los padres fundadores de la Antropología, distinguía cinco formas de familias básicas. Del mismo modo que la homosexualidad era castigada y rechazada en Europa, en otras sociedades era una costumbre completamente aceptada. Todo este acervo de conocimientos acerca de las relaciones íntimas como sociales fue posible por la expansión capitalista a cada rincón del globo.
Frente a esto, el marxismo supo dar como conclusión que la familia era un tema histórico y cultural de cada población, donde lo “natural” no existía, o en su defecto, lo “natural” consistía solamente en la satisfacción sexual de los individuos. Así es como el “amor libre” sería la única forma de desatar la opresión que los diferentes sistemas y sus normas aplican sobre la vida privada de los sujetos.
Pero esta liberalización tendría su fin en la década del 30’: en 1934, con el afianzamiento de Stalin en el poder, la destitución, persecución y asesinato de los revolucionarios de la Revolución Rusa, todos estos pasos fueron borrados de un tirón. La homosexualidad sería rechazada y condenada oficialmente por el conservadurismo y la represión stalinista.
Protección de la mujer, cuestión de Estado
1920, por decreto oficial se resolvía la gratuidad y universalización del aborto, un hecho inédito para el mundo entero. El gobierno proclamaba abiertamente que: “Mientras los remanentes del pasado y las difíciles condiciones del presente obliguen a algunas mujeres a practicarse el aborto, el Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y el Comisariato del Pueblo para la Justicia consideran inapropiado el uso de medidas penales y por lo tanto, para preservar la salud de las mujeres y proteger la raza contra practicantes ignorantes o ambiciosos, se resuelve:
– El aborto, la interrupción del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los hospitales del estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la operación.”[7]
La salud era una cuestión de Estado, por lo que el aborto clandestino tenía que terminarse, especialmente en los sectores rurales que conformaban el 85% de la población, donde esta práctica se realizaba con enorme riesgo debido a las arcaicos métodos utilizados. No se consideraba el aborto como la mejor opción de control de la natalidad, sino como algo que por el momento se debía controlar estatalmente para evitar más muertes, pero que se haría una práctica menos recurrente una vez que se extendiese la educación sexual y los conocimientos sobre la prevención de natalidad. Por eso, a mediados de la década de 1920, la Comisión para la Protección de Madres e Infantes proclamó oficialmente que la información sobre el control de la natalidad debía trasmitirse en todos los consultorios y centros ginecológicos. Paralelamente, el estado intentaba por todos los medios producir más anticonceptivos, titánica tarea debido al bloqueo comercial que sufría por parte de las potencias, lo que le impedía acceder al caucho, materia prima indispensable para su fabricación.
URSS 1917, Argentina 2011
La Unión Soviética se construyó en un territorio donde las relaciones de servidumbre estaban vigentes, una gran parte del campesinado vivía dentro de formas corporativas de organización comunal y solo un conjunto marginal de ciudades –en Rusia, San Petersburgo y Moscú- producían bienes industriales. Hasta 1917 cuando en su mayor parte era gobernada por reyes de carácter divino, los zares, la posición de la mujer en las zonas rurales rozaba la esclavitud, cuestiones como la salud o educación gratuita eran algo inconmensurable. Sin embargo, una vez realizada la revolución socialista de octubre del 17’, los mismos revolucionarios vieron que la igualdad no solo se construía en el ámbito económico, sino también en la esfera social y cultural, despojando y luchando contra las concepciones regresivas, conservadoras y reaccionarias impuestas sobre la sexualidad y la familia. A pesar del éxito o los reveses que sufrirían estas medidas –causadas por el gobierno de Stalin- siguen siendo un ejemplo y deben seguir siéndolo, especialmente en los países donde ciertas discusiones intentan evitarse o todavía el gobierno genera un marco contrario para su aplicación; tal es el caso de la legalización del aborto en nuestro país.
En Argentina, este último año se logró un progreso muy importante con la legalización del casamiento entre personas del mismo sexo. Aún falta que sea el mismo estado quien se encargue de acabar con las viejas concepciones acerca de la homosexualidad como algo antinatural o directamente, maligno. En cuanto al aborto gratuito y legal, sigue siendo más bien una utopía. Para 1917 se rompía con estos tabúes en la región más pobre de Europa. Al 2011 la República Argentina sigue sin hacerlo…
[1]Cristina de Martos El aborto en el mundo, en: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2008/07/10/mujerdossiers/1215712159.html fecha de consulta:13/06/2011
[2] El aborto en América Latina, en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_6625000/6625983.stm fecha de consulta: 13/06/2011
[3] Rotundo no de la Iglesia a «matrimonio homosexual» en Argentina, http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=29632 fecha de consulta: 13/6/2011
[4] La Iglesia argentina volvió a pronunciarse en contra del aborto, http://www.infobae.com/notas/272528-La-Iglesia-argentina-volvio-a-pronunciarse-en-contra-del-aborto.html fecha de consulta: 13/6/2011
[5] La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer (Mujer y Revolución), Spartacist (edición en español), n° 34 en http://www.icl-fi.org/espanol/spe/34/rusa.html fecha de consulta: 13/06/2011
[6] Igor S. Kon, The Sexual Revolution in Russia, tr. James Riordan, Free Press, NY 1995. En http://mailstar.net/sex-soviet.html fecha de consulta: 13/06/2011
[7] [7] La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer (Mujer y Revolución), Spartacist (edición en español), n° 34 en http://www.icl-fi.org/espanol/spe/34/rusa.html fecha de consulta: 13/06/2011