Reivindicando los espacios donde la gente es felicidad, llegamos a esta casa de cultura en Constitución, donde se organizan para llenar cada uno de los espacios donde aún hoy el Estado hace agua a conciencia. En la lucha por desplegar todo tipo de actividades culturales-barriales y en la tarea de merendar y atender a tantos chicos, acá está la gente que hace felicidad.
La Casa de la Cultura Los Compadres del Horizonte fue parida por la crisis del 2001. Como aquel otro centro cultural, La Gomera. He aquí lo curioso: fue la eyaculación en flor de culeada, pero sí hubo un embarazo. El parto fue parto precoz. “¡Felicidades! Tiene multiplillizos, pero no creo que le gusten”. Nacieron 16 millones de personas bajo la línea de la pobreza, asambleas populares, gomera al cuello, fábricas recuperadas, muchísimas casas tomadas, casi tantos hoteles familiares repletos, piquetes y cacerolazos, cantidad de jóvenes inquietos. Todos hijos rebeldes que gritan constantemente y pretenden comer todos los días.
Extraño: los jóvenes inquietos del barrio porteño Parque Patricios-Constitución, del Sur pobre de una Buenos Aires rica, adoptaron a un padre muerto. Armando Tejada Gómez, autor de la letra del himno latinoamericano Canción con todos, así como del poema que da literal nombre al centro cultural.
Leé, mirá, escuchá. Ahí están los links, es bien facil.
Y si esto no te inspira, ¿qué? ¡BASTA! Como los indignados, pero con un rumbo claro: crear otro modelo de construcción y hacer político, generar participación y organización, recomponer lazos solidarios, llevar a la práctica nuevas ideas.
¿Cómo? Educación popular, arte, cultura, deporte. ¿Dónde? En la zona sur, antes fabril y obrera; post 90’s, apartada y olvidada. Pero los pobres sobrevivieron y sobreviven a la problemática sanitaria y habitacional. Ponen el pecho –y no más el culo- a esas violaciones en casas tomadas y hoteles familiares.
Organizados, encontraron la ex fábrica de medias París, frente al Garrahan, Combate de los Pozos 1986 -como el año de EL gol del Diego-. Con Fidel y el Che tatuados a sangre -como el Diego-. “Cuba es como el faro que nos ilumina y guía”, explica Florencia Petrillo, comadre hace más de un año. “La seguimos porque también construye una cultura autónoma, plantea otras lógicas de comportamiento e intenta crear otros lazos sociales”, agrega. Trabajadores, estudiantes, artistas y docentes resisten -como el Diego- ante los inspectores en busca de diegos amenazando con clausuras, aprovechando que la figura de centro cultural no existe legalmente, como les pasó en 2006, cuando la amenaza se concretó. (Ley de centros culturales)
Sin embargo, la Casa permanece abierta, no solo desde entonces, sino también todo el día, para quien la necesite, a quien busque empezar una actividad artística para hacer, formar un taller, dar un espectáculo, tomar la merienda… Para brindar herramientas culturales y educativas para entender la realidad de otra manera a como se entiende hoy, tanto a chicos como adultos. Florencia recuerda: “Hubo mucha movilización en aquel momento para darle un sentido a levantar la franja y moverse para responder a la clausura con un espacio que está vivo y tiene legitimidad en el barrio. Se convocó a otras organizaciones que militan en el barrio y todas dieron su apoyo. Lo paradójico es que mientras estamos clausurados en concepto de boliche o lugar para hacer actividades nocturnas, por otro lado ese mismo año, 2006, se nos nombró espacio de interés cultural en la Legislatura”.
Además de ocuparse de la coordinación con otras organizaciones, Florencia está en el espacio Juanito Laguna, que propone que la calle vuelva a ser de los niños y no los niños de la calle. Para eso, hacen murga, teatro, títeres, juegoteca, música, deporte, recreación, apoyo escolar, y hasta realizaron un corto.
Los adolescentes también tienen su lugar. En una época difícil de la vida, no por ser la edad del pavo y por los cambios hormonales, sino porque es entonces cuando eligen su camino y es fácil terminar mal. La ruta es expresión y la desnaturalización de los sentidos hegemónicos que los construyen solamente como sujetos consumidores. Arte plástica, expresión musical y comunicación, el vehículo.
Los adultos hacen cultura para transformar, mientras se transforman. Intercambian solidariamente entre artistas-trabajadores que aprenden y se expresan por música, pintura, teatro y danza, guitarra, danza afro, yoga, acrobacia en tela. Florencia: “Vienen con sus familias, se toman un vino, una gaseosa, bailan… Es un paso más en la búsqueda de construir lazos sociales que privilegien el contacto con el otro, el crear en conjunto. Claro que no vivimos aislados y entendemos que a veces los contextos complican, que hay una cultura de consumo de cultura masiva, de ver al otro como objeto, y eso no es fácil de resolver. Sin embargo, desde esta que sería nuestra trinchera, damos la lucha todos los días, pensando a la Casa no como asistencialistas, sino como un espacio de expresión de los chicos, adolescentes y grandes donde puedan recibir el apoyo que, quizás, afuera no tienen. Además, buscamos la articulación con escuelas y organizaciones del barrio para solucionar las problemáticas concretas que surjan, buscando hacer y hacer todo el tiempo”.
Para financiar el alquiler, las meriendas, los materiales que se usan todos los días, realizan peñas temáticas los terceros sábados de cada mes. Los trabajadores fueron el contenido de la de mayo. El nacimiento del Che será el de junio. “Por la clausura no podemos hacer cosas nocturnas”, se queja Florencia. Por otro lado, también prestan el salón a organizaciones sociales que, por lo general, dejan un aporte, “aunque corre por cuenta de cada cual. El espacio se brinda solidariamente”. Porque son sus hermanos, hijos también de la crisis, de una década neoliberal exclusivista y marginadora que solo pudo profundizar las carencias históricas.