«Formar las ideas de los pibes es una responsabilidad»

De La Gran Piñata viene pateando los caminos del under desde el 2004, cuando arrancó el sueño en Berazategui. En los últimos meses, llegaron a Vorterix, a Cosquín Rock y al Teatro Flores. «La gente se imagina que me voy a tirar de un noveno piso a una pileta y no, somos muy normales». 

Se miran el dedo índice, el que está al lado del pulgar que también llamamos gordo. Cuando tienen que marcar el centro de ellos mismos la mano pasea por el pecho y por la cabeza. Un camino invisible que sube, baja y conecta.

¿Y cómo banda el centro está en la cabeza o en el corazón?

-Es una buena mezcla. Creo que somos suficientemente racionales y calculadores, pensamos todo diez veces antes de hacerlo, lo cual nos permite en el momento del vivo ser muy pasionales y saber que está todo saliendo bien.

“Junto a sus amigos, se puso una banda (No hay que darle al tiempo lo que no es de él). Y hoy sabe que todo ha valido la pena, si escucha los gritos del negro José”.

La letra de De La Gran Piñata llega de “Norte”, el último tema del último disco: “Viaje al centro de uno mismo”, que salió en 2012. Varios años atrás, hace exactamente una década, la banda de Berazategui emprendía su viaje. En el medio, en el 2009, nacía su primer disco “Miércoles”. Hoy, Darío “Pantera” Giuliano (guitarra y voz), Lucas Martínez (guitarra), Nicolás Persig (bajo) y Alejandro Zenobi (batería), hacen una parada para pasar una tarde, casualmente de miércoles, frente a grabadores y cámaras de fotos. Sentados tras las medialunas, empiezan a girar el mate. La charla profundiza en ellos mismos, el viaje arranca un miércoles.

– Al principio, los miércoles era el único que teníamos libre para empezar a tocar, entonces era el día para las primeras reuniones de la banda. Después se nos empezó a complicar juntarnos los miércoles pero como nos gustaba esa mística decidimos mantenerlo a rajatabla como día de juntaba de banda. Nos juntamos a ensayar o a lo que sea. Siempre hay que cortar la semana a la mitad.

¿Cuándo se dieron cuenta que la mística de los miércoles los excedía?

-En una de las fechas no habíamos conseguido un sábado y salió hacerlo un miércoles, el primer reci del año pasado y estuvo lleno. Vino la gente sabiendo lo importante que era ese día para la banda y fue lo mismo o más que un sábado. La energía era otra. La gente estaba igual de extasiada que si fuera fin de semana. Estábamos tocando en el momento y decíamos: mañana tienen que ir todos a trabajar. Ahí te das cuenta que la gente se lo apropió.

Ustedes también tenían que ir a trabajar

-Sí, al otro día era cruzarse con gente en la calle con ojeras y saber que habían ido al recital, como el club de la pelea cuando el tipo está todo marcado.

Por fuera de la banda, todos tienen otros trabajos. Alejandro es agrimensor, Lucas es luthier, Nicolás labura en un estudio de grabación y Pantera es diseñador gráfico. Cada uno aporta desde su lugar por fuera de lo musical, pero De La Gran Piñata siempre es prioridad, también ellos se la apropiaron. Pantera recuerda sus ganas de ser el primero en llevar la banda en la piel: “Yo tenía planeado hacerme el primer tatuaje de la banda, ya tenía fecha y el día anterior una chica sube al Facebook un tatuaje de una frase nuestra. Así que el primer tatuaje de la banda no es el mío”.

¿A la chica la conocían?

-Venía a vernos, de los shows.

¿Qué les generó?

-Fue una sensación muy extraña, veíamos que una canción iba a estar para siempre en alguien. Encima era una letra también que tiene otra carga, decir yo escribí esto sentado pensando en tal cosa y alguien lo va a llevar y se lo va a explicar a los nietos.

¿Qué decía el tatuaje?

-“Si se da se da, y sino mejor”.

¿A la hora de componer piensan que puede ir a la piel de alguien?

-Hoy creo que tenemos más cuidado con lo que decimos a la hora de componer. Por ahí antes era un poco más inocente y hoy por hoy sabés que tiene un peso y tratás de que las frases no sean así tiradas al tuntún. Sabemos que esta popularidad que estamos teniendo nos acerca a un montón de gente y también está formando las ideas de un montón de pibes que escuchan las letras de lo que decimos. Es una responsabilidad mucho más grande.

La chica en la piel lleva una frase de “Josefina”, que también forma parte del último disco. Como ella, muchos otros eligieron a la banda con el cuerpo. En Facebook, el álbum “Pasiones que dan escalofríos” es testigo de un centenar de tatuajes en los que fragmentos de canciones, el logo y DLGP son protagonistas principales. El arte de sus seguidores: mates, remeras, grafitis, zapatillas, dibujos, hasta una pizza con el queso formando el logo, entre muchos otros, forman otro álbum con más de setecientas imágenes. Los trapos piñateros y las entradas a los recitales que vivieron en estos años también tienen su propio espacio en la red social de la banda.

Quizás Pantera no imaginaba posible tantas repercusiones cuando unos años atrás al micrófono lo miraba de lejos: “Me gustaba demasiado la guitarra y creía que podía ser mucho mejor guitarrista que cantante. Hace unos años me empecé a encontrar  cantando y a descubrir un poco lo que podía hacer con la voz y me empezó a gustar”. Nicolás, hasta sus 15 años no había tocado ningún instrumento pero se acercó a la guitarra gracias a Lucas y todo arrancó rodar, o a sonar. La historia de Alejandro es diferente, durante nueve años estudió piano, “vieja escuela, Mozart y esas cosas”, lo define.

¿Esas influencias suman a la banda?

-Sí, es muy importante tener la cabeza abierta para absorber cualquier disco, cualquier banda que vas a ver. Absorberlo, interpretarlo y después incluirlo en tu repertorio de alguna forma, no robando, pero si tomándolo como influencia para aprender y tener conocimientos nuevos de diferentes estilos. Tratar de volcar eso en algo nuevo.

Cada uno con sus influencias y gustos a cuestas comenzaron a transitar la música en diferentes momentos. Se conocían y se iban a ver mutuamente, hasta que un miércoles los juntó.

¿Qué necesidad había de generar este viaje?

-Nacimos con la necesidad de ser músicos. Es una búsqueda que nos fue llevando y hoy nos encuentra a los cuatro juntos.

¿Te imaginás sin ser músico, Pantera?

-Lo que ocupa todo mi tiempo, toda mi cabeza es música, y todo lo que rodea también.  No sé, juntarnos a buscar el nombre del próximo disco o buscar el sonido de las violas. Creo que si hoy pasara algo que me impidiera cantar o tocar la guitarra de alguna forma tendría la banda, no sé, haciendo volantes, algo. La gente se imagina que me voy a tirar de un noveno piso a una pileta y no, somos muy normales. Disfrutamos mucho de otras cosas, por ahí de juntarnos a comer o de hacer música por la música en sí. Por el solo hecho de expresar algo, por ahí no somos tan buenos con las palabras pero nos sentimos muy representados con lo que hacemos arriba del escenario.

Desde arriba, cuando las luces se encienden y suenan los primeros acordes las manos se alejan de la cabeza y se acercan más al pecho. En ese momento, la comunión con la música y el público los hace plenos.

¿En este viaje cómo se imaginan el cielo de De La Gran Piñata?

-Creo que cada uno se construye su propio cielo, entonces si bien por ahí la metáfora es llegar al cielo, es más importante el cómo llegar que el cielo en sí mismo. Creemos que no hay que pedir permiso, que sea el cielo depende de entrar imponiéndose también, sino la vas a pasar como el culo y va a ser un infierno.

Para llegar, ¿el pasaje se paga caro?

-Depende la postura y la actitud de la banda, nosotros somos muy unidos, nos pasaron miles de cosas que por ahí a otra banda la hubiese tirado abajo o la hubiese desmoralizado. Nosotros aprendimos un montón de cada cosa que nos ha pasado y tenemos mucha contención entre nosotros. Llegamos hasta donde estamos sin lamentar nada, creo que si se paga caro es porque la banda permite que entren las cosas de afuera.

“Si al cielo entrás de rodillas no va a ser nunca tu cielo”.

La frase se lee en el brazo de Pantera. El centro de ellos mismos es un camino entre el pecho y la cabeza. En el centro la garganta y una necesidad de comunicar. La música es su propio cielo.