Diego Hartfield la luchó desde que era muy chico en su Misiones natal para intentar lograr su sueño: jugar al tenis. Se retiró el año pasado, con tan solo 29 años, luego de que su única rodilla sana pidiera a gritos no jugar más y no le dieran las pilas para arrancar de cero. La historia de un deportista que pudo jugar apenas 46 partidos a nivel profesional en 10 años, que afirma que la Legión Argentina fue única y será irrepetible, que no le da nostalgia volver a ver Roland Garros y que mira para adentro de su propio deporte: “El problema es que el tenis es para pocos, no es como el fútbol.”
El tenista es visto como un extraño dentro de la sociedad, como un privilegiado que puede pasarse la vida de país en país viajando en avión para pegarle a una pelotita diminuta amarilla. ¿Es realmente justo poner a todos esos deportistas en la misma bolsa? Diego Hartfield, el Gato, tuvo una vida de 10 años dentro del profesionalismo del tenis, en la cual pudo jugar tan solo 46 partidos, con 18 victorias y 28 derrotas, donde su máximo ranking fue 73.
Pero eso es tan solo un dato estadístico.
Desde el momento en que tuvo que viajar a Buenos Aires para entrenarse en el CENARD- gracias a una beca que consiguió por dos años- pudo vivir en carne propia todas las presiones, la intensidad con la que el mercado del mundo del tenis obliga a jugar muchos torneos por mes, haciendo que el físico del jugador se deteriore y generándole lesiones. Hoy tiene que trabajar como profesor de tenis durante seis horas diarias en el Club Obras Sanitarias porque le gusta y necesita el dinero. En un futuro piensa que podría dedicarse más de lleno a la formación de chicos, pero hoy disfruta de su vida en Argentina con su familia y amigos. También comenta partidos de tenis cuando se da la oportunidad.
Es la vida de un pibe que soñó y siempre supo que llegaría a ser un tenista profesional, pero que nunca pensó que le sería tan complicado meterse de lleno en ese mundo. Es la historia de un jugador que pudo darse el gusto de debutar en su torneo favorito, Roland Garros, contra uno de sus ídolos, Roger Federer.
-¿Cambia mucho la vida del tenista que viene de Misiones y la del de Buenos Aires?
-Es muy diferente. Simplemente porque acá hay centros de entrenamientos, hay más torneos para jugar, más cosas para hacer y esta todo más avanzado. En Misiones ya éramos pocos los que entrenábamos. La mayoría de los que jugaban conmigo ya se estaban retirando. Además Chucho Acasuso, quizás el referente más importante de mi provincia, ya estaba en Capital entrenando y jugando. Se llega a una edad que no queda otra para el que no vive en Buenos Aires que abandonar tu ciudad e ir para la gran ciudad porque a nivel torneos uno tiene muchas más oportunidades.
-¿Cómo terminaste en el CENARD con sólo 16 años?
-Me llegó una beca por dos años de la Asociación después de moverme y buscar por todos lados. Me sirvió mucho desde lo económico más que nada. Para el deportista es toda una experiencia. Me sirvió porque dormía y comía gratis. Gastaba sólo en el entrenador y pasajes de colectivo. Era una época dura de la economía que obligaba a poder reducir mucho los gastos.
-A ese pibe de 16 años que llegó al CENARD, ¿le afectó el cambio tan prematuro?
-Sí, al principio afecta mucho. Uno le empieza a agarrar de alguna forma una cierta reticencia al deporte porque estás haciendo algo que sabés que te saca un montón de tiempo con tu familia y con tus amigos. Afecta porque no hacés nada de lo que hace todo el mundo de tu edad, tenés que largar el colegio, te perdés el viaje de egresados. Ya de muy chiquito entregás muchas cosas para tu carrera y en beneficio de tu vida, pero nadie te asegura un resultado. Entregás un montón de cosas y nadie te garantiza que vas a andar bien. Todo ese sacrificio igualmente te forma como persona, te ayuda porque te ponés objetivos y te vas superando. Yo más allá que considero que tuve buenos resultados deportivos, pienso que fue bueno hacer todo ese esfuerzo.
-¿De chico siempre pensabas que ibas a lograr llegar?
-Tuve mucha fe y confianza. Esa fue la clave. Toda plata que ganaba la reinvertía en entrenador, en viajes, porque estaba convencido de que iba a llegar. Me ponía metas no muy ambiciosas que me permitieron siempre avanzar un poco más en el ranking. Llegué a terminar un año 90 del mundo, después de haber estado todo el año entre los 100. Eso fue en 2007, mi último año de crecimiento. Ya en 2008 terminé 180 y ahí me operé de la rodilla y al principio de 2009 me rompí la otra y ya no hubo vuelta atrás.
-¿Existe un trato diferente en el mundo del tenis para los jugadores top y los demás?
-En toda organización de este estilo siempre hay cierto elitismo. Si la Asociación Argentina de Tenis o cualquier federación posee cierto dinero para invertir en jugadores, lo va a intentar hacer en los mejores jugadores. Es normal eso me parece.
-¿Los que recién arrancan, tienen los medios para poder formarse como deberían?
-El tenis es un deporte caro y bastante popular al mismo tiempo porque lo juega mucha gente. Es caro porque tenés que pagar entrenamiento, raquetas, viajes. Es difícil hacerlo, no hay duda. La AAT dentro de lo que puede hacer lo hace. Siempre se puede mejorar obviamente, pero salir a bancar jugadores es muy difícil por la cantidad que son. Habría que pensarlo en algún buen proyecto para que abarque a las masas. Pero el problema es que el tenis es un deporte para pocos, no es como el fútbol. El tenis es individualismo puro. No es como el fútbol que te armas una pelota de trapo y todos se pueden divertir. Es más difícil.
-¿Cómo fue el momento del retiro?
-No dejé de jugar por la lesión. Eso me produjo inconvenientes y retraso en el ranking, pero no dejé específicamente por eso. Podría haber seguido, pero sentía y siento dolores y tenía ya el tobillo a la miseria, pero seguía jugando. Pero fui realista. Tenía que volver a jugar futures, qualys de futures con pibes de 20 años que están con todas las pilas, y mis pilas no están de la misma manera. Venía acarreando 10 años de carrera y no era momento de arrancar todo de nuevo pensando todo lo que me había costado antes. Tampoco nadie me garantizaba un resultado y sentí que todo lo que hice lo pude hacer, no me arrepiento de nada en relación de esfuerzo, siempre que hice lo máximo que pude, estoy muy tranquilo. Veo Roland Garros sin problemas, me fui a ver el ATP de Buenos Aires y no me genera nada de nostalgia. Hice todo lo que tenía que hacer. Si quiero volver a jugar al nivel ese, sé que tengo que volver a entrenar muy duro de vuelta y ya la verdad que no estoy para volver a hacerlo. No quiero más esa rutina de gimnasio, horas de tenis, de correr. Uno ve muchas veces cuando sale campeón uno y escucha que se ganó como 10 mil dólares, pero nadie ve el esfuerzo de la cantidad de años que uno está corriendo años.
-¿Qué planes tenés ahora?
-Quiero disfrutar la vida. Lo de antes fue hermoso pero ya pasó, se cumplió un ciclo. Mi cabeza no pasa por morirme por ser top 20. El tenis fue mi trabajo, lo hice de la mejor manera que pude y ahora ni juego al tenis. Ahora estoy entrenando chicos. Tengo que trabajar porque no me sobra nada. Desde el día que me retiré me tomé un mes de vacaciones y al 2 de enero estaba laburando en la academia, en la tele haciendo comentarios.
-¿Te gustaría que formar chicos sea la profesión que te dé de comer?
-Me gusta hacerlo, pero todavía no tengo en claro cómo sigue mi vida. No lo tengo definido. La pasó bien con ellos. Me pasa que siento que puedo dar un poco más a veces, pero para hacer eso hay que viajar, y en eso no está en mis planes por ahora. No me llama la atención. Estoy viendo cómo sigue. Podría seguir trabajando, me gustaría arrancar a estudiar también. Capaz periodismo sea una opción. No tengo apuro, estoy tranquilo, viendo a ver que pasa, pero sin proyecto. Abriendo orejas a ver que se puede presentar.
¿Viste Roland Garrós?.
-Cuando puedo veo tenis. Paso seis horas por día en la cancha hoy.
-¿Hay recambio de la famosa legión argentina?
-Lo que existe es un fin de una etapa. Me hubiera gustado que hubiera recambio, pero es difícil que apareciera si hace cinco años había tres top 10 y trece top 100. Es una locura volver a pensar eso. Ojalá que vuelva en algún momento, pero fue algo único. Hoy sólo las potencias tienen ese recambio. Es imposible pensar que vuelva a pasar. Aquél momento, en los torneos de polvo de ladrillo había muy seguidos campeones y finalistas argentinos, pero ahora es diferente. Se retiraron muchos y es difícil recambiar esa calidad.
-¿Hubo un factor para que les vaya bien a todos ellos?
-El argentino siempre es un luchador, un sufrido. Veníamos de una situación muy complicada económicamente, había que laburar mucho. Yo me fui a laburar seis meses a Europa y no tenía un mango. Se sabía en esos lugares que cada vez que se jugaba contra un latino, para ganarle había que dejar absolutamente todo, porque nosotros le poníamos mucha dedicación. El argentino tiene carácter de luchador que no lo tenía nadie en el mundo. No creo que haya habido formación grupal ni trabajo de base. Es todo individual, pero si vos no te concentrás no podés exigir un resultado.
-¿Cómo viste el Roland Garrós de los argentinos?
-Del Potro recién arranca su carrera, tiene mucho para dar. Si está bien físicamente, le tenis y la cabeza le den para ser el 1 del mundo. Chela sorprendió y anduvo muy bien por suerte, demostrando que a esa edad también se puede.
-¿Quiénes eran tus Ídolos, referentes?
-Patrick Rafter, Pete Sampras, pero el que más me marcó fue Roger Federer. Tendrá mi edad, pero es un referente. Él a los 21 ya estaba en primer plana, y yo 600. Después jugué con él pero fue, es y será una estrella.
-¿Cómo fue el partido contra Federer de Roland Garrós?
-Fue inigualable. Pasaron seis años y siempre me lo preguntan. Quedó en la memoria de todos. Fue mi salto a la fama. Estaba 200 del mundo y venía de ganar dos chalengers, pasé la qualy y jugué bastante bien. Yo lo disfuté, fue la cereza del postre de esa gira. Más adelante lo voy a disfrutar más cuando sea más viejo y diga que jugué con Federer.
-¿Qué papel jugó la religión en tu vida deportiva?
-Fue lo más importante que tuve. Fe de que iba a ser jugador de tenis la tenía en Dios. Mi convicción fue bien fuerte. En otras cosas de mi vida también, soy muy creyente, mi relación con Jesucristo es lo más fuete que tengo en mi vida, alguien q me ama de una manera incondicional sin mirar defectos. Es lo que completa mi vida.
-Decías en entrevistas pasadas que si un jugador no está al 100 por ciento físico no le gana a nadie, ¿por qué es tan importante una buena preparación en ese nivel tan competitivo?
-Hay que manejarlo como uno puede, pero es el resultado de porque tenés tantos tipos lesionados en el circuito. Es así. Intenso. Vuelos. Toda la semana. 26, 27 se lesionan mucho, Todos tienen operaciones encima. Es difícil sobrellevarlo. Hay que saber marcar los descansos, por la ambición de estar ahí a veces te impide pensar bien eso. Del Potro lo hizo bien. No jugó Montecarlo, pero hizo una gira por todo usa, se preparó bárbaro.
¿Qué fue Roland Garros en tu vida?
El principio de la mejor parte de mi carrera. Hoy por hoy es la cumbre. Cumplido de poder haber estado en cancha central, con mi viejo, jugando contra el 1 del mundo, es algo que te queda grabado para siempre.
«El tenis es puro individualismo»
Deja un comentario