¿Qué piensa un jugador de la D sobre un equipo que tiene constantemente productores, camarógrafos en sus entrenamientos, en sus hogares? ¿Lo motiva tener que enfrentar a un rival que no parece contar con las deficiencias económicas de la categoría? ¿Perdió Atlas la identidad que caracteriza a todo equipo que pelea desde muy abajo? Acá, ellos mismos lo contestan.
Hay un panorama que se repite constantemente en todo plantel de la última categoría del fútbol argentino, todo equipo de la primera D: el de los jugadores que la pelean día a día, que no pueden vivir del deporte que aman porque los viáticos no alcanzan para nada. Ese de los que con garra y corazón aspiran ir escalando posiciones y jugar en Primera. Esa pelea por sobrevivir en esa dura categoría, por no perder ese espacio y quedar desafiliados, se trasluce con problemas a la hora de preparar los planteles con falta de presupuesto, falta de equipamiento deportivo para entrenar e incomodidades y dramas a la hora de viajar.
Esa pasión, esa entrega y ese sacrificio que se generan, a pesar de todas estas problemáticas del ascenso, no se podría decir que sucede a la misma altura en los 18 equipos que la componen. Hay uno que llama la atención y que no pelea contra tantos inconvenientes. Un plantel que se lleva todas las miradas de las cámaras de televisión, que se volvió más que conocido en todo el continente y que gracias a un reality se quedó con el mote del equipo de las mil batallas, relegando y corriéndole el foco a lo que sucede con los otros: el Club Atlético Atlas.
El equipo de General Rodríguez convive desde hace siete años con un reality: Atlas, la otra pasión, que se empezó a preparar en 2004, cuando el club había quedado desafiliado y que se emitió por primera vez en 2005, cuando retornaron a la categoría. En el programa que se emite por Fox Sports muestran el día a día de un plantel que con el paso de los años fue adquiriendo más y más beneficios propios del dinero que les entra por participar de esta experiencia televisiva: auspicios de marcas deportivas para la indumentaria, micros de larga distancia para los traslados, profesionales, médicos y preparadores de sobra. O sea: todo lo le falta al resto de los planteles.
«Te lo muestran como si fuese el mejor club de la categoría porque está televisado en un reality, tiene sponsors, tienen buena ropa, un buen micro y para nosotros es todo más casero, con más esfuerzo. Hay una gran diferencia en la previa, después para jugar es todo igual, es todo difícil para todos”, cuenta Walter Negreti, goleador histórico de la D, actual jugador de Cañuelas. Además de tener que viajar en micros escolares, tener que poner muchas veces ellos su propia ropa para entrenar, las mayores diferencias que marca Negreti se evidencian en el viático promedio (la D es una categoría amateur, por lo que no se puede cobrar sueldos) que perciben, que es nada más que de $1000. Para el caso de los jugadores de Atlas es diferente, porque a eso se le suma que reciben un porcentaje por participar del reality del club.
Sin embargo, este dinero tampoco alcanza. Es por eso que en el mismo programa que muestra la vida de los “guerreros” o “del equipo del continente”, como les empezaron a decir desde el show televisivo, se muestra cómo también su vida arrastra un sacrificio y una entrega, aunque algo menor que el resto de los equipos. “Todos los que jugamos en esta categoría, tenemos que vivir de otra cosa que no tiene nada que ver con el fútbol para bancar a nuestras familias y ellos, al tener un dinero extra más allá de ir a entrenar y jugar a la pelota capaz fueron perdiendo esa identidad de la D”, explica Damián Manes, delantero de Claypole. Por todo esto, al salir a la cancha para los propios jugadores y directores técnicos se vuelve un partido muy especial, en el que quieren demostrar que ellos también representan el sacrificio que quieren mostrar. El mismo Negreti cuenta que para él es una motivación extra, porque en la semana pasan la previa por la tele, algo del partido y eso genera aún más ganas de jugar bien, tener repercusión, ganar y romperla en la cancha.
“En un principio, para ser honesto, era el partido que más esperaba, por todo eso que se genera cuando jugás contra ellos, pero después es todo un circo, pasa a ser algo normal. Igualmente no son justos con los jugadores, porque cuando gana Atlas te pasan mucho del partido y cuando pierden muy poco”, cuenta Damián Troncoso, director técnico del Deportivo Riestra, equipo sensación y único sobreviviente de la última categoría en la Copa Argentina. Troncoso, además, cuenta detalles que para los directores técnicos son vitales a la hora de armar un plantel: las pretemporadas. Atlas es el único equipo de la categoría que las puede realizar, gracias a que se lo costea la televisión. La nueva Copa Argentina, en la que Riestra es el único equipo de la categoría, es una ventana que se abre para para que los otros equipos de la D asomen la cabeza al mundo mediático. “Dio más trascendencia y por suerte se están contando también historias de vida, de sacrificio de todos los jugadores de otros equipos y no sólo las de Atlas”, cuenta Gastón Romano, mediocampista de Riestra.
Desde 2005, Atlas no ha podido materializar estas ventajas logrando el ascenso, pero obtuvo beneficios inusuales. El año pasado disputó frente a Sacachispas la Promoción para el ascenso a la primera C, partidos que fueron televisados en vivo por la señal que trasmite el reality y uno de los futbolistas, Martín Giménez, fue comprado a un club de la Primera B Nacional –Quilmes- transformándose en un pase histórico para la categoría.
Para muchos jugadores, con estos cambios, Atlas dejó de formar parte del club de los que deben lucharla bien a pulmón, de cierta manera perdió la identidad que caracteriza a los de la primera D. “El hincha promedio al ver el programa creo que siente que ellos solos se sacrifican. Nos ven como improvisados y nada más. Capaz en eso está mal el programa, porque la lucha de los otros no se ve tanto”, dice Lucas Cueto, delantero de Riestra y productor integral de televisión.
Para Maxi Ambrosio, productor y conductor del reality Atlas, la Otra Pasión, las diferencias están a la vista, pero no hacen a mejorar o empeorar las condiciones futbolísticas. “Se ve una rivalidad porque los contrarios tienen 5, 10 minutos para mostrarse en un programa que se ve en todo el continente y para ellos es un condimento especial, pero tener una camiseta linda o un micro confortable no te va a hacer mejor jugador que otro”, afirma.
Atlas, la otra traición
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