Desde siempre, el Estado argentino pasa por encima de los mapuce. Ahora, lo hace con YPF y con Chevrón. «Nos dicen que va a haber ganancia, pero nunca la va a haber», aseguran desde la resistencia de los pueblos originarios, que tienen que aguantar que les exploten pozos de petróleo en sus tierras. El agua sufre los principales daños.
Desde chico Lefxaru Nawel fue parte de la resistencia mapuce. Participaba, como participa, de marchas en las que la policía respondía a los reclamos con balas de goma o de plomo. Lo veía a diario en su barrio por otras cuestiones que parecían domésticas, pero que más tarde encontró como sistémicas. Su lucha, la del pueblo mapuche, se fue poniendo cuesta arriba. “La llegada de la hidrofractura es lo peor para nosotros. Nos decían con Repsol: ‘Va a haber ganancia, prosperidad, infraestructura’. Nunca hubo y la multinacional Chevron tampoco la va a traer”, adelanta.
Lef vive en la capital de Neuquén, provincia en la que la población mapuce está más concentrada. Trabaja en la casa de la comunidad, la Ruka, una propiedad cedida por la madre de una chica desaparecida durante la última dictadura por solidarizarse con pueblos originarios neuquinos.
“Nosotros somos de Xawunco (encuentro de los ríos), que abarca los departamentos de Confluencia y Añelo, donde hay 10 comunidades mapuches”, explica. Desde 2007, ahí enfrentó la llegada de Chevron, que en 2013 logró, junto con Panamerican Energy y Shell, el acuerdo parlamentario para permitir la hidrofractura en nivel intensivo.
Desde ahí, ve que a los mapuce los invisibiliza el gobierno (todos ellos, hasta ahora, pero haciendo hincapié en el Movimiento Popular Neuquino, que está a cargo de la provincia desde 1961, cuando el peronismo estaba proscripto y la familia Sapag comenzó a empoderarse) y el resto de la sociedad. “Hay un alto nivel de racismo, de discriminación y de represión por parte del Estado y todas sus instituciones: Educación, Poder Ejecutivo, Justicia… Es una política de Estado. Sistemáticamente se aplica así. Según el censo de 2010, somos el pueblo de mayor población. Somos un problema para sus negocios. Por eso justifican su violencia y ensañamiento”. Desde los micrófonos oficiales los tratan de violentos, de extranjeros, dicen que aprovechan la legislación para quedarse con tierras. Lefxaru tiene en claro que es porque su preexistencia y su forma de vivir son una traba para la extracción descontrolada de petróleo, que pone a la provincia en el podio de las más ricas.
Ahora los lugares donde hay pozos ya están contaminados, entonces la situación es de mayor gravedad. “El gobierno es totalmente permisivo. Permitió que las empresas saqueen, contaminen y destruyan. Jamás las persiguió para que reparen los daños que han ocasionado. Hubo casos de enfermedad, de muerte, de malformación, de cáncer, de contaminación probada en tierra, en agua y en aire”, expone.
En distintos juicios y pericias del gobierno federal en 2003 y en 2009, previo a la hidrofractura, dicen que la explotación del petróleo convencional contamina. El gobierno provincial siempre la negó. Desde que la provincia revierte las áreas de Repsol y se las entrega a YPF, empezó a decir que hay 500 focos de contaminación con costos de miles de millones de dólares. Eso hizo favorable la entrega a Repsol. “No solo que el gobierno no controla a la empresa ni garantiza la salud, sino que también permite que las empresas hagan lo que quieran con las vidas del pueblo mapuce”, insiste Lefxaru.
¡PUM! El 27 de noviembre de 2014 explotó una válvula en territorio de la comunidad Campo Maripe. Lef se comunicó con sus hermanos de ahí. Llegaba hasta 100 metros a la redonda, donde el pastoreo se volvió imposible.
No es el primer accidente. Es el noveno en cuatro años. En la computadora, Lef ve los archivos de los comunicados que sacaron a principios de septiembre, por la explosión del Pozo 843, que provocó un incendio en el Loma Campana, pleno territorio comunitario ocupado por YPF en sociedad con Chevron. Lee el comunicado de sus hermanos de Campo Maripe, después de otra explosión, la del 27 de septiembre:
“El sábado pasado 27 de septiembre, a la medianoche, en la perforación 990 de la Empresa NABORS SA se registró otra explosión seguida de una pérdidas de petróleo y gas que por su presión regó a su alrededores y provoco un derrame que demoró horas para detenerse. Así lo notificaron los habitantes de la comunidad, los Kona del Lof Campo Maripe, quienes documentaron este hecho. Según la comunidad hubo un saldo de 3 heridos, uno de ellos trasladado a Terapia Intensiva esto fue informado por los operarios, que solicitaron que el hecho fuese denunciado, ya que el sistema de trabajo es muy precario y de alto riesgo. El antecedente próximo fue el pasado 2 de septiembre cuando exploto el Pozo 843 que puso en riesgo a la comunidad del Lof Campo Maripe, la zona está sacudida por las detonaciones subterráneas de la hidrofractura pero esta vez exploto un pozo y el incendio que sucedió fue en el equipo 163 en Loma Campana (yacimiento que es operado por YPF en sociedad con Chevron) dentro del territorio comunitario. La explosión fue a metros de los corrales y lugares de hábitat de los comuneros, como consecuencia se produjo emanaciones de gases tóxicos sobre la comunidad y derrames de combustible en zonas de pastoreo de su ganado. Por episodios como estos, por las permanentes vibraciones del suelo, imperceptibles para los humanos según YPF, pero notorias para quienes viven ahí, las liebres criollas, avestruces, los pájaros en general, no están más. “Esto es más grave que la era previa a la hidrofractura”, le resumió Albino, Longko de la comunidad de Campo Maripe, a Inter Press Service.
Los pozos están en Neuquén por la formación geológica Vaca Muerta, que abarca dos tercios de la provincia. Hay 18 comunidades mapuces. Con distintos niveles de intensidad, hay concesiones de exploración y explotación en todo el territorio. En el área, denuncia Albino Campo, “van 160 pozos más o menos”. “Cuando lleguen a 500 pozos nosotros no tenemos lugar para tener animales, donde siempre tuvimos animales, donde siempre vivimos, y siempre fue nuestro y nos robaron lo que fue nuestro”, se queja.
Dicen que el fracking va a traer prosperidad económica, pero para Lefxaru, eso es una falacia. “La venimos denunciando. La realidad misma la ha desmentido. La época en la que llega Repsol, en las privatizaciones, Repsol era una empresa que venía en quiebra y se recuperó con Neuquén y Argentina. Se le dieron todos los beneficios posibles. Nunca invirtió en infraestructura, energía ni exploración. Todas las cuencas que estuvieron explotando todos estos años son las que exploró la YPF pública. A partir de todo eso lo que se hace es todo un saqueo, una explotación desmedida, sin control ni proyección por parte de las multinacionales, donde el Estado hace el rol solamente de recaudador de ínfimas regalías del 12 por ciento y en ocasiones hasta el 15, que no representan un beneficio para la población, salvo en lo inmediato para los que están directamente relacionados con la actividad: el 10 por ciento de la población de la provincia”, sintetiza. En la provincia, el 10 por ciento más rico se lleva 30 veces más que el 10 por ciento más pobre. El 57 por ciento de la población no tiene techo propio. Contra ese modelo pelea la Confederación Mapuce, porque para ellos implica perder territorio para ganado, para mantener su forma de vida, pero también, para no enfermarse y tener agua.
El agua que usa la hidrofractura es de salinidad escasa (dulce) porque si no los componentes químicos no cumplen su objetivo. Las empresas llevan 30 millones de litros de agua, pero no le dan a la comunidad, como indica la legislación. “Destruyeron todos los cursos de agua. Es una medida de presión. Cuando el gobierno viene a decir que nosotros somos violentos, se olvidan de esto que nos hacen. Hay una orden judicial del juzgado de familia de Zapala dice que el gobierno está obligada a llevarle agua a la comunidad. Pero no se cumple. ¿Sabés el calor que hace ahí en verano? Y el agua todos la necesitamos para vivir. Es un derecho humano. Hay lugares donde el agua sale naturalmente en aguadas y también sacan de pozos artesanales que hace la comunidad misma. Las napas antes estaban a 8 metros. Ahora, a 35. Para nosotros, la naturaleza, Waimapu (la tierra de arriba), todas las vidas naturales son una vida más. No somos solo los humanos, sino todas las vidas. Nuestro objetivo es el conocimiento de la naturaleza, que tiene un equilibrio que solo necesita que lo respetemos. Todo lo que nosotros no protejamos, lo van a destruir la voracidad de las multinacionales y la complicidad de los gobiernos. En el 2011 pusimos la posición No a la Hidrofractura. Vamos a discutir qué es lo que queremos”, advierte.
La hidrofractura comenzó donde ya estaba el pueblo mapuce, en todos los casos. En Lomas de Lata Norte, está en territorio de comunidades mapuce, pero afecta al Río Neuquén y Marimenuco, que van para la capital. Entre Cutral Co y Zapala se hizo el primer pozo que se hizo en Neuquén. “Ahí se hizo una metodología que no se usa más: una pileta como una cancha de fútbol, deben ser como dos manzanas, dos hectáreas. No lo hacen más porque se ve horrible. Lo ves y decís ‘la puta madre, qué pasa acá’. Te impacta. A ellos (los mapuce de ahí) también los impactó. Eso no parecía un pozo normal. Decían que no iban a hacer un pozo más hasta que no supieran qué se estaba haciendo ahí. Frenaron los demás pozos y los reprimieron un montón de veces. Una compañera mapuce, Cristina Nincopal, fue la que inició esta lucha. Ella tenía problemas de salud por la contaminación. Creció en un lugar donde la industria está hace décadas. Murió en 2013, teniendo 30 años, porque sus pulmones ya estaban mal y eligió quedarse en la zona para resistir. Los síntomas coinciden con lo que detallan las pericias de la justicia federal en Marimenuko sobre la contaminación del aire, agua y tierra.
Toda esta información no está al acceso de la gente. Estamos enfrentándonos a las multinacionales. En 2013 vinieron comunidades de Ecuador que repudiaron a Chevron y nos contaron cómo funcionó allá. Cuando nos enteramos que se firmó el acuerdo, entramos al Trapear, el segundo yacimiento más importante del país, que hoy tiene Chevron. En ese yacimiento, las reservas de petróleo cayeron hasta el 40 por ciento desde que ellos lo tienen, porque lo estaban saqueando. Las reservas caen cuando no se explora. Saquearon las reservas que relevó el Estado con la YPF pública de antes del 94. No han invertido en explorar nuevos lugares. El petróleo convencional no está acabado, ellos lo han acabado. No han tampoco planteado una política ni a mediano ni a largo plazo de cómo hacer la transición del petróleo a otras energías.
Todo esto lo permitieron algunos jueces que ponen algunas leyes por sobre otras, como la sancionada el 29 de agosto de 2013, cuando se aprobó el pacto Chevron-YPF que continúa teniendo cláusulas secretas para todos. El objetivo de la Confederación Mapuce y de la Multisectorial No a la Hidrofractura ese día era manifestarse en la puerta de la legislatura. La policía se lo impidió y los empezó a agredir. Hubo más de 30 heridos de bala de goma y uno con una bala de plomo en el pulmón, en un lugar como Neuquén, donde murieron Teresa Rodríguez y Carlos Fuentealba por la represión. No hubo un muerto de casualidad. La represión duró ocho horas. “El gobierno piensa que nos vamos a cansar de pelear. Por los incidentes del sábado solo dicen que queremos plata o derechos superficiales. Nos abrieron causas judiciales. Es una situación de siempre acá. Ha habido más de 300 procesados mapuces. No nos va a intimidar eso”, deja en claro Lefxaru.
La cultura mapuce no hace dicotomías ni separa una cosa de la otra. Es interesante escuchar cómo une la cuestión del Estado, de su historia, su pensamiento, la estigmatización, la hidrofractura y las repercusiones en el resto de la sociedad neuquina: “En todas sus instituciones niega nuestra existencia misma. En la escuela, las teorías antropológicas e históricas niegan nuestra existencia como pueblo en Argentina. Nos deslegitiman o legitiman el genocidio contra nosotros. Nos quieren eliminar culturalmente. Si nosotros hemos estado acá es porque hemos resistido. Esa negación de la existencia a través de la educación genera todos los días miles de niños que van a repetir un discurso racista: los mapuce no existen. Hablan de los pueblos originarios en pasado. Posteriormente, nos niegan las personerías jurídicas, los títulos sobre la tierra, la propiedad del lugar, el avasallamiento continuo. Cada vez que alguien sale a decir algo es “violencia”, “terrorismo”, y toda una estigmatización del ser mapuce. Por eso nosotros el año nuevo, la vuelta al año, we tripanku, se ha abierto como celebración a toda la gente. Cayendo día de semana, laboral y a las ocho de la mañana un día de invierno, este año se juntaron más de 600 personas. Es algo muy positivo porque por fuera de todo lo que hizo el gobierno y el Estado, se generan lazos de cultura, de compartir la lucha y las calles. Eso es algo que nosotros vemos con mucha esperanza. En 2009 reclamábamos por esto solos. En 2012 había 6000 personas en la calle, al otro día 15 mil contra la hidrofractura. A ellos no los deja de asustar. Por algo también quieren amedrentarnos y sacarnos del lugar. Hay un montón de gente que está empezando a cambiar su forma de ver las cosas y ven que esto así como ellos lo plantean, es una democracia corrompida. Democracia no es solo la parte electoralista que a ellos le encanta y que tienen totalmente manejada. También es que cumplan con las leyes, que son la base y lo que contiene los derechos de los pueblos. Ellos no lo quieren aceptar. Niegan totalmente la existencia de las leyes favorables a nosotros. Su discurso es totalmente retrógrado y anacrónico porque se quedaron en la historia de hace 50 años. Hoy si ellos aplicaran la legislación, la cosa sería muy distinta acá. Si uno lo ve en perspectiva histórica, este proceso sí fue muy favorable para nosotros. Hace 130 años terminó la guerra, la invasión armada del Estado argentino contra el pueblo mapuce. La historia es muy reciente”.
Archivo por meses: enero 2015
En Río Negro el gatillo fácil no para
A Pablo Vera lo mató un Policía con un tiro en la nuca. A su familia, la reprimieron y hasta la detuvieron. Su pareja llegó a tener una hemorragia por los golpes. Fue en General Roca. En esa provincia, ya hubo más de 120 casos .
Pablo Vera tenía 23 años, un hijo, una pareja y poco para comer. “Tranquila, total siempre zafamos”, le decía a la mamá cuando las papas escaseaban. El 25 de septiembre de 2014 había ido a bailar. A la mañana, en las calles Rodha y España, en el centro de Fiske Menuko (oficialmente llamado General Roca), en Río Negro, murió por un disparo policial en la nuca. Jorge Villegas, el autor del balazo, dice que lo encontró robando un auto. Declaró que hubo un forcejeo y, en el intento de darle un culatazo, se apretó el gatillo.
Vera vivía con su madre, compartía la tenencia de su hija con Paola, su novia, porque no les alcanzaba para tener una vivienda en común. Trabajaba lavando autos. Hacía también trabajos de albañil y de chacra. Nada de eso contó el diario Río Negro ni ningún otro diario ni canal de televisión. Tampoco apareció su cara más que en alguna remera que se cruzara por la cámara en las manifestaciones. Sí publicó Río Negro una entrevista con la hija de Villegas, que lamentó la muerte y dijo que el padre no tenía intenciones de matar y que no le haría mal a nadie: “Él hizo lo que tenía que hacer en su trabajo”.
El policía rionegrino, según su familia, estaba de vacaciones, cerca del retiro. Salió de civil y prefirió, siguiendo su versión, sacar el arma para evitar el robo. La bala se disparó a 15 centímetros de su nuca, por donde entró, y salió por la barbilla. El cuerpo de Pablo Vera tenía rasguños y golpes en diferentes partes del cuerpo.
El juez y ex policía Gustavo Quelín le dio a Villegas el beneficio de la excarcelación y se pidió vacaciones. El juez Maximiliano Camarda lo reemplazó y avaló la decisión. “La justicia, que debería estar investigando por qué un policía mata a un pibe por la espalda, que debería estar asegurando que los ´compañeros´ de Villegas no entorpezcan la investigación, lo único que hace dotar de privilegios al policía, liberándolo infundadamente”, argumentan los familiares de Vera. Se apoyan en los cercanos casos de Daniel Solano -desaparecido después de armar un paro contra la empresa Agro Cosecha, visto por última vez en un boliche del que lo sacaron policías-, Atahualpa Martínez Vinaya, Matías Casas, Braian Hernández y Gustavo Gutiérrez en Neuquén, todas víctimas cuyos allegados fueron amenazados. Gutiérrez muerto postamenazas para que no declarara en el juicio por Braian. Se apoyan en el caso de Jon Camafreitas, cuyo homicida condenado, policía, está prófugo. Saben que en Mendoza el 60 por ciento de los casos de gatillo fácil terminan impunes, y que eso es una realidad que también llega a Río Negro y a todo el país
El 28 de noviembre, la Cámara I –Stadler, Gauna y Tobares- confirmó la excarcelación. Los familiares y amigos de Vera se manifestaron. En un comunicado difundido por www.zumbido.com.ar, los familiares insisten en el por qué de la necesidad de que Villegas esté detenido: “Son los policías los que más posibilidades reales tienen de fugarse durante el proceso. Y ni hablar de la posibilidad que tienen de poner trabas en la investigación. Y el entorpecimiento en la investigación es aún más probable si el imputado está libre, como Jorge Villegas. Es esto lo que motiva amenazas, allanamientos ilegales y actitudes intimidatorias por parte de la corporación policial hacia la familia y amigos de Pablo, que hasta el momento es la única movilizada en la búsqueda de pruebas que acrediten que se trató de un fusilamiento y no de un ´forcejeo´ ni una ´legítima defensa´”. La respuesta al pedido fueron 50 heridos y 24 horas de detención a 24 manifestantes -catorce jóvenes mayores de edad, seis menores y cuatro mujeres, entre ellas una embarazada de 8 meses-, sumada a 48 horas más, ilegales, para todos los que fueran varones mayores. Sumado, para todos y todas, torturas, privación ilegítima de la libertad, maltrato físico y psicológico, manoseo, vejaciones y amenazas sobre los hijos.
La abogada de los Vera, Victoria Naffa, aseguró que los golpes fueron tanto en el momento de la detención, como en la comisaría 21. Adentro, “lxs hicieron desfilar unx por unx para seguir pegándoles”. A Paola, la pareja de Vera, le cuesta caminar. No puede girar el cuello ni levantar los brazos. Está con hemorragia ginecológica. Narra: “Sobre la calle Maipu, yo ya me estaba subiendo a la camioneta, a mí me agarraron de los pelos y me sacaron arrastrando. Me pegaban patadas y piñas, sobre todo en los ovarios y las patadas más fuertes eran allá abajo”. Su hijo de trece años también fue detenido. Paola escuchó cómo lo torturaban mientras la amenazaban con que lo iban a matar. “El médico forense nos revisó así nomás, nos hizo levantar un poco la remera y no quiso ver todos los golpes. Cuando fuimos a hacer la denuncia a la fiscalía se reían de cómo caminábamos, se burlaban”.
Además, por las torturas a los detenidos ilegalmente, responsabilizan al fiscal Garrido y al ministro de Gobierno de la provincia, Di Giacomo, por haber rechazado el hábeas corpus presentado.
El juez Camarda, además, dio la orden de no permitir el ingreso a los Tribunales a Pedro Villegas, trabajador de un juzgado de instrucción, que se solidarizó con la familia.
En la provincia de Río Negro hay más de 120 casos de gatillo fácil desde que se restauró la democracia. En la provincia está desaparecido Daniel Solano desde hace más de tres años. En la provincia hubo una causa armada para dejar impune el asesinato policial de Atahualpa Martínez Vinaya. En la provincia se permitió que hubiera detenidos ilegales, algunos sin ser registrados, hace menos de un mes.
El progreso porteño
«La Ciudad no puede seguir teniendo terrenos gigantescos abandonados…
La oración se corta en seco y a la imagen se la chupa un punto en el centro de la pantalla. Los sentidos sensoriales del señor primero le indican que una oscuridad total ahora es dueña de su casa. Milésimas después, el silencio (que en realidad no es silencio si no que es el ruido de la calle, la banda sonora de la ciudad que suele estar tapada por el ruido del televisor). Se queda sentando en el sillón. No lo invadió la desorientación que amerita una escena de este tipo. Se queda sentado varios minutos más. Mira el techo y ahí permanece el ventilador con sus aspas inútiles, que se siguen moviendo apenas por inercia. Se percata del calor insoportable que se metió en su casa sin permiso.
Se cortó la luz. La puta madre.
El señor no se siente desorientado porque ya sabe, él vive en Caballito. Mira por la ventana y el edificio nuevo que le construyeron sobre su medianería sí tiene luz, y eso que todas las instalaciones son eléctricas, ni gas natural tiene. Se tira en la cama, ojalá que vuelva, reza, al menos se cortó a la hora de acostarse, piensa. Se duerme porque ya está acostumbrado, así es cuando vivís en ciertos barrios de la Ciudad de Buenos Aires.
El señor tiene varias cosas que hacer, como trabajar todo el día, pero igual hace el reclamo a la empresa de electricidad. Desde la oficina llama y le dicen que es un corte aislado, que ya mandaron una cuadrilla a inspeccionar, que el número de su reclamo es el 126789. También le trata de pedir explicaciones al gobierno de su ciudad, llamó al 147 y esperó en línea, y esperó, y esperó, y esperó, tanto esperó que se le hizo la hora de volver a su casa.
Al volver en el colectivo, entre fantasías de ventiladores andando, agua fría y ascensores que suban y bajen, se pregunta: ¿Cómo puede ser que todos los veranos pase lo mismo?
El Ministerio de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaria de Planeamiento, informó que sólo entre 2001 a 2011 se otorgaron permisos para la construcción de 20 millones de m2. Seis barrios de los 47 que integran la Ciudad (Palermo, Caballito, Villa Urquiza, Belgrano, Puerto Madero y Almagro) sumaron el 44% de todas las viviendas construidas.
Edesur y Edenor admiten que llevará cinco años de inversión constante brindar un servicio que pueda alimentar a toda la infraestructura nueva de Capital Federal, cálculo aproximado para alimentar a toda la Ciudad hoy, sin contar todos los edificios y shoppings que se van a construir en ese período.
Mientras tanto, en la Legislatura porteña, se votaron varios proyectos nuevos. Algunos apuntan a ceder terrenos para construcciones inmobiliarias, como shoppings y torres, y otras a atraerlas.
Jonatan Baldiviezo, abogado del Observatorio por el Derecho a la Ciudad, cuenta lo que pasa en la Legislatura: “Hay más de 20 proyectos de ley para tratar de garantizar el derecho a la vivienda de los porteños, la de urbanización de villas por ejemplo, que no se tratan en la Legislatura, pero sí se tratan de forma express los proyectos que profundizan el modelo de ciudad neoliberal, como el del shopping en Caballito”.
A los vecinos de Caballito no les consultaron si querían un shopping en donde podría haber un parque. Sus argumentos son muy razonables: el destino del territorio, quieren que haya un parque; no quieren más edificaciones en su zona porque la sobreconstrucción ya causó colapso de servicios públicos, de cloacas y de tránsito.
El terreno donde la empresa IRSA quiere construir el shopping está compuesto por dos parcelas, una que era del club Ferrocarril Oeste y otra del Estado Nacional. Cuando Ferro entró en quiebra, hace doce años, le vendió su parcela a IRSA. El Estado Nacional no quiso ser menos y le vendió su pedazo de tierra a una empresa intermediaria que en 24 horas se la vendió a IRSA. La venta de tierras públicas debe autorizarse por ley en el Congreso Nacional. Eso nunca sucedió.
Por más de cinco años consecutivos se trató este proyecto en la Legislatura. Este último año legislativo tampoco lograron votarlo, la sesión tuvo que suspenderse por amenazas e insultos entre los legisladores.
Cómo Ceder Terrenos a las Empresas Inmobiliarias para Construir Mega Emprendimientos: APROBADO. Cómo Habilitar Espacios para la Inversión Privada: EN PROCESO.
La Boca, se convirtió en polo artístico. Lugano, en polo deportivo. Parque Patricios, polo tecnológico. Los polos son zonas libes de impuestos, lugares donde empresas privadas son invitadas a instalarse sin pagar impuestos, o hacerlo a tasas mínimas. Es una manera, y así lo admite la propia gestión macrista, de revalorizar una zona, atrayendo al capital privado para que invierta en el barrio.
“Por mucho tiempo el discurso de revalorizar una zona fue tomado como algo bueno: una zona disminuida, donde los inmuebles salen poco, el Estado debe impulsar la inversión. Lo que no se tiene en cuenta es que cuando revaloriza la zona produce efectos de gentrificación, un reemplazo de gente de bajos recursos por otra con más altos”, describe Jonatan Baldiviezo.
El precio de los inmuebles se eleva, el valor de los alquileres se multiplica, el costo de vida se encarece. “Están creando el contexto institucional legal y económico para que vengan a invertir pero a los pobladores originales los están expulsando”.
En la Comuna 8 (Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo) ya se aprobó el Plan Maestro, que establece la zona como Polo Deportivo, construye la Villa Olímpica y otorga títulos de propiedad a los propietarios de las villas, una manera de insertar lentamente la zona en el mercado. Al otorgar títulos de propiedad, el gobierno se exime de urbanizar, la situación precaria de los habitantes de los barrios queda legalizada. De esta manera, estas tierras se blanquean, pasan a poder ser compradas y vendidas legalmente en el mercado. (Ver nota anterior)
El Plan Maestro, como otras leyes vinculadas a la construcción de la Ciudad, lo aprobó el macrismo en la Legislatura con la ayuda del bloque kichnerista.
Los habitantes de las villas miseria pasaron en cuatro años de ser, según el Censo Nacional de 2010, de 160 mil habitantes a 270 mil, último dato del 2014 según la Secretaría de Habitat e Inclusión de la Ciudad. En el año 2006 la asignación presupuestaria para las villas era el 2,5% del total del presupuesto. En el año 2013 fue sólo del 0.8 %.
De esos datos se desprende también que al menos el 10% de los habitantes de la ciudad viven hacinados, mientras que un 26,7% (según el censo 2010) de los inmuebles porteños se encuentran deshabitados.
…abandonados. No es un gran negocio inmobiliario…
Otra vez la frase se corta. Esta vez no fue por un corte de luz, fue porque la señora no pudo seguir prestando atención. La lluvia está golpeando demasiado fuerte y el agua está empezando a entrar.
A levantar la heladera y la cocina, primero. Después la cama. Si queda tiempo tirar la ropa arriba de la cama. Y a esperar.
Eventualmente el agua baja, hasta las próximas lluvias. Mientras esperaba la señora pudo escuchar clarito decir al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA), Mauricio Macri, al Jefe de Gabinete del Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta y a la Vice Jefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, que la Ciudad de Buenos Aires no se inundó con las lluvias de principios de noviembre gracias a las obras ejecutadas por su gestión.
La señora vive en Saavedra. Ahí mismo donde varias manzanas se inundan cuando llueve, ahí mismo donde están construyendo una obra enorme, un nuevo metrobus como el de la 9 de Julio, sin el estudio de impacto ambiental necesario.
El metrobus norte se extenderá sobre Ciudad de Buenos Aires (Av. Cabildo) hasta Vicente López. Las obras comenzaron hace un año sin los convenios necesarios aprobados en la Legislatura ni el estudio de impacto ambiental que reclama la ley. Recién hace un mes se aprobó el Convenio Marco, que sólo presenta la obra, sin especificar ni cuánto se gastará, ni qué impacto social y ambiental tendrá. No hay estudio, no hay audiencia pública, ni dictamen técnico, porque el APRA (Agencia de Protección Ambiental del Gobierno de la Ciudad) categorizó a la obra como de poca relevancia. Desde el Observatorio de la Ciudad denuncian que el APRA otorgó el permiso de obra con un único estudio hidráulico, una sola carilla sin datos técnicos, siendo Saavedra una zona inundable.
En cuanto a las declaraciones de las autoridades del Gobierno Porteño, la señora sabe que no son ciertas. Ella se inundó.
Según los informes que el GCBA envió al Juzgado de 1° Instancia en lo Contencioso Administrativo y Tributario N°10, en el marco de la causa caratulada «Carbón Mario Alberto y otros contra GCBA s/Amparo”, la única obra hidráulica en ejecución, no finalizada aún, es la de la Cuenca del Arroyo Medrano, que aún está en la primera etapa del cuenco amortiguador del Parque Sarmiento.
Respecto a las obras en la cuenca del Arroyo Vega, se encuentran en la etapa prelicitatoria para la ejecución de un proyecto millonario, que consiste en construir un túnel aliviador no debatido ni consensuado aún con los ciudadanos. En la cuenca del Arroyo Cildáñez, las topadoras del GCBA están realizando la remoción de suelos en el Lago Aliviador Soldati, alcanzando la línea de edificación de las viviendas de los vecinos de la Manzana N°10 del barrio Los Piletones y poniendo en riesgo las estructuras de sus casas. Durante las últimas lluvias de noviembre, los barrios Los Piletones, Fátima, Calacita, Ramón Carrillo y Rodrigo Bueno, estuvieron bajo el agua.
“El Código de Planeamiento no hace diferencia entre cuales son las zonas inundables o no. En la ciudad hay zonas que se inundan y se siguen construyendo torres con subsuelos. No refleja qué zonas ya están saturadas de la densidad de construcción” describe Jonatan, integrante de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas: “el código está obsoleto y liberado para una construcción masiva en la ciudad”.
…es un gran desarrollo inmobiliario, la gente decidirá si lo compra o no».
Ni la señora ni el señor terminaron de escuchar esta frase. Es que están en la Legislatura porteña tratando que les permitan opinar sobre las obras en sus barrios.
El tipo de gobierno que norma bajo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es una democracia participativa. El Articulo 128 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires establece que “ninguna decisión u obra local puede contradecir el interés general de la Ciudad”. Su artículo 76 también indica que todas las audiencias legislativas son públicas y que cualquier persona en los días de sesión puede ir, pedir la palabra y hablarle a los 60 legisladores, pero no se reglamentó para que efectivamente pueda hacerse.
“Hay herramientas jurídicas que no tenemos, por ejemplo no hay ninguna ley que obligue a desinvertir a los que tienen grandes cantidades de propiedades, como IRSA”, agrega Jonatan, aunque destaca que: “Aun así si se aplicara algo más básico que reside en la democracia participativa ninguna de estas obras que están avanzando en la Ciudad se hubiesen hecho con tanta velocidad, porque tendrían que darle poder de decisión a la gente”.
“La Ciudad no puede seguir teniendo terrenos gigantescos abandonados. No es un gran negocio inmobiliario, es un gran desarrollo inmobiliario, la gente decidirá si lo compra o no».
Mauricio Macri, jefe de gobierno porteño.
El tipo que juega con el destino
Ni su papá Tato, ni su hermano el de Clarín: él es Sebastián Borensztein, el director de cine que una vez escribió el tema Mi Vieja que luego popularizó Pappo. El director de La suerte está echada y de Un cuento chino hace películas donde la impuntualidad puede salvar vidas. Además, la tensión que hay entre dirigir publicidades comerciales y películas.
Apenas atiende aclara que no es el Borensztein que trabaja en Clarín. Ya tuvo que limpiar a más de uno que llamaba para comunicarse con otro. Le contestan que no, que con el de Clarín no, quieren hablar con el que es director de cine. Ahí recién el tipo recién se reconoce y se identifica: “Sí, soy yo, Sebastián”. Y aunque en este juego de identidades y reconocimientos muchos lo van a sacar por ser el hijo del gran Tato, la mayoría debiera reconocerlo por otra cosa, que casi nadie sabe: Sebastián Borensztein, además de ser director de cine, es el autor de “Mi Vieja”, el tema que Pappo hizo sonar para siempre en los oídos de todas las madres, la canción que es y será un ícono del rock y la cultura de éste país. Y para que nadie se atreva ni a dudar, acá va su confesión:
– ¿Vos escribiste «Mi Vieja»?
Sí, sí. Fui yo.
Se sonríe, amablemente, como asumiendo que otro puede sorprenderse, pero dejando ver que tiene que confirmarlo a menudo, más de lo que le gustaría.
– ¿Cómo fue eso?
En el año ‘92, en el programa de Tato, escribíamos un musical todas las semanas con un tema distinto, de actualidad. Y esa semana habían cagado a palos a los jubilados en Plaza de Mayo por reclamar el 82% móvil. Y, bueno, yo sabía que Pappo tenía una relación con su mamá muy fuerte y me imaginé que le iba a gustar cantarla en el programa. No lo conocía a él, para nada. Pero le escribí igual: si la cantaba Pappo, mejor, si no la cantaba otro. Ya habían pasado desde Baglietto a Soda Stereo en esa sección. Pero, se lo propusimos y le copó de entrada. Lo cierto es que se hizo pensando exclusivamente en ese programa, pero después él la incluyó en un disco y se volvió el corte de difusión. Y con eso todo lo que pasó con la canción, en lo que se convirtió. Es emblemática de la cultura argentina: la madre y las injusticias. Está todo junto, ahí. Claro que la escribí sin nunca pensar que iba a pasar todo lo que pasó después.
Sebastián en ese momento, a los 28 años, era guionista del programa de su papá, pero su oficio como contador de historias viene desde el primer recuerdo: “Nací entre decorados, jugando a la pelota entre las cámaras. Para mí un aparato en el medio para contar una historia es normal”. A los 17 ya trabajaba en publicidad y esperó hasta 42 para estrenar su primer película (“La suerte está echada” – 2005). Las agujas les siguen corriendo y él sigue filmando películas y comerciales.
– ¿Hay contradicción entre ser creativo publicitario y ser director de cine? ¿Entre lo más comercial y lo más artístico?
Mirá, vivir hay que vivir. Podemos partir de esa base. Y uno hace lo que sabe hacer. Yo no siento contradicción: a mí me gusta contar historias. Divido mi trabajo de la siguiente manera: tengo una profesión, que es dirigir comerciales, y tengo un hobby, que es dirigir películas. Como hobby, hago lo que se me canta y nadie me pone ningún tipo de regla y condición. Cuando filmo comerciales, filmo lo que un cliente necesita. No escribo los guiones, no tengo nada que ver. Es una actitud más de sicario. A quién hay que matar, voy y lo hago. Me traen los guiones y yo los filmo. Los leo, los pienso, los interpreto, le comento mis sugerencias al creativo y después vamos y lo hacemos. A la hora de hacerlo tengo en claro que no son mis películas, son películas que filmo para un creativo que piensa en un cliente. Pongo mi mejor calidad, experiencia y a la vez me llevo mi propia experiencia. De hecho, filmo un comercial todos los meses, mientras que filmo un largo cada tres años. Filmar publicidad es una manera de tener entrenado el ojo todo el tiempo: jugar con cámaras, lentes, objetos. No me conflictúa que lo que hago termina siendo una imagen para vender un vino o una galleta. Para mí, es filmar y es mi entrenamiento. Ahora, después, mi libido artística la descargo cuando escribo mi guion y filmo mí película, que lo hago con libertad total, porque hago lo que quiero.
– ¿Y en televisión cómo te manejás?
Es algo intermedio. Ahora no hago más. Hacés lo que vos querés pero hasta ahí. Inventás un formato y una historia, pero competís en una franja horaria y eso te determina. Estás más acotado. En cine, en cambio, hay libertad total, en la medida que tengas productores que te bancan y bancan lo que querés contar.
– ¿No se puede vivir de hacer películas?
¿Solamente? Yo no me imagino pensando una película teniendo en mente cuentas por pagar. A lo mejor se puede, qué sé yo. Con otro ritmo. En Argentina, para poder vivir de hacer mis películas debiera hacer y producir mis películas y las de otros y filmar más seguido. Y eso me pone una presión y un régimen que no tengo ganas de tener. No me gusta filmar presionado ni motivado por ninguna cosa que no sea las ganas de contar una historia. Ahora, si vos me decís que me tengo que apurar porque se me vencen los créditos, las cuotas y se me vence el plazo para que me paguen… eso ya no es hacer cine para mí. En otros países, con industrias más fuertes, como Estados Unidos, es otra cosa. Los proyectos de cine en Argentina son proyectos personales, de autores. Es un director que tiene ganas de contar una historia, se junta con un guionista, si es que no la escribe él mismo, y después sale a ver cómo la financia. Sin embargo, otros roles dentro de la industria sí pueden vivir del cine: los directores de fotografía, por ejemplo, porque no crean sus propias películas, son convocados por los directores. Van de una película a otra, como los actores. En un set de filmación el que menos películas hizo es el director. Capaz que va por su cuarto largo, que es mucho, pero el camarógrafo ya hizo 35 películas y el de fotografía 29 y los técnicos terminan una y empiezan otra. Depende del rol que tengas en la industria si podés vivir o no del cine.
– ¿Está mal visto el comercial en el ambiente artístico?
No lo sé. Tengo muy poco vínculo con mis colegas y el ambiente en general. Hay muchos que dicen “yo publicidad no hago ni loco”. Desde mi punto de vista, un director tiene que filmar y filmar. Si sos director y hacés una película cada 5 años, ¿en el medio qué te queda? ¿Qué ejercitaste, qué miraste? Es importante para mí entrenar todo el tiempo el ejercicio de poner el ojo, encuadrar, probar lentes. Eso me tiene en una gimnasia constante. Para un director como yo, con mi perfil, filmar publicidad es lo mismo que salir a correr para un deportista. Es un entrenamiento total, porque no siempre hacés cosas que tienen que ver con vos.
– ¿Y las películas serían el partido?
La película es la masterpiece. Cuando hacés una película siempre aprendés. Indefectiblemente. No importa si es la número veinte o la segunda. Aprendés. Mi próxima película se hace éste año y estoy ansioso por ponerme a prueba. Tengo una muy buena historia para contar, pero además me siento mucho más crecido que cuando filmé la última (“Un Cuento Chino”- 2011). Voy a filmar con varios años de pensar, de imaginar, de ver y de filmar mucho, aunque sea en galletitas. Pensá que el presupuesto de un día de filmación alcanza para filmar una semana en cine. Negarme a la experiencia del cine publicitario para mí no tiene sentido.
– ¿Por qué no tenés vínculo con tus colegas?
Soy un tipo que no es muy sociable, no tengo mucha vida social en el ambiente. Tengo dos amigos directores, pero nada más. No estoy aislado, pero no participo de tertulias ni debates.
– ¿Por qué el director es celoso de comentar sus proyectos? ¿Por un tema de derechos?
No hay que hablar de lo que no se ha hecho todavía. Te puedo decir que voy a hacer una película con temas que me apasionan y me divierten, pero el devenir de las películas es tan errático… Puede terminar siendo otra cosa. Siempre hay un poco de temor de adelantarse a contar cosas que a lo mejor no salen. Y también para no avivar a nadie. Hay algo de proteger dentro de uno la idea que uno tiene, no exponerla hasta tanto no merezca ser expuesta. El momento de ser expuesta es cuando ya hiciste todo lo que tenías que hacer sobre ella: ya la escribiste, la puliste, la filmaste y la editaste. Y esta ahí, no se va a modificar. Ahí se puede contar al mundo.
Sebastián contesta las preguntas en una de las salas de su productora, en Palermo, casi Colegiales. Al lado de las vías del San Martín y del puente de Juan B. Justo, su oficina luce enorme y blanca, en una de las torres de los remodelados condominios inspirados en el estilo de los barrios obreros británicos. Allí hay diez personas laburando al mismo tiempo: averiguan por locaciones, ven planos, llaman a actores, discuten series. Están trabajando en un comercial, que el día de mañana, seguramente, financiará una película, otra historia.
– Decís que creciste mucho como director, ¿qué te pasa cuando ves «La suerte está echada»?
Y, bueno, se nota que no estaba en quinto año. Estaba en segundo. Es así. Uno hace lo mejor que puede en el momento que le toca, con el bagaje intelectual, creativo y técnico que tiene en ese momento. Con esa película yo trabajé muy limitado fotográficamente: una cámara HD y un lente standard. No andaba con una valija de lentes, probando opciones. Eso es lo que había, por el tipo de proyecto, de presupuesto, las posibilidades del momento, lo que me quisieron dar. Era lo que había. Una ópera prima sirve solamente para mostrar si el director merece filmar otra vez o no: el resto te lo vas ganando. Te dan lo que te dan y con eso tenés que ir a zapatear la cancha. Hay que tratar de hacer una buena película, mostrar que vale la pena y para la próxima buscar que haya más plata.
– Sin embargo, quedaste menos conforme con tu segunda película.
«Sin Memorias» (2008) es otra cosa. Es una película que tuvo un resultado que no fue bueno. Fue una película que hice por encargo, al estilo yanqui. Me contrataron para ir a México a filmar una película. No me sentí cómodo porque en el camino me dijeron que no había ocho semanas para filmar, había cinco y media. Y yo ya estaba ahí. Hubo muchos quilombos, tuve a los productores americanos muy encima mío, acostumbrados a tener ese trato con los directores. Allá las películas son de los productores no de los directores. En EEUU, cuando filmás, una vez que terminás te dicen gracias y te vas a tu casa. Y cuando la están editando te invitan a que la mires una vez y digas lo que opinás y te vas. Si sirve lo que opinaste es otro tema, son los productores los que deciden.
– ¿Qué fue lo que pasó?
Trabajaba en México y un productor me decía que quería ver mi shotlist, la lista de planos para el día. Y me decía “esto por qué lo vas a filmar así, no me gusta, esto no va, esto sí”. «Sin Memoria» para mí fue un gran aprendizaje que yo puse después en “Un Cuento Chino”. En un momento me dije: qué estoy haciendo acá, hace cinco meses que vivo en un hotel de México, comiendo el menú del room service. Y estaba haciendo un gran postgrado en cine con los americanos. Y tenía un tipo que me despertaba a las seis de la mañana para que antes de llegar al set desayune con él y le cuente qué y cómo voy a filmar y por qué. Fue un ejercicio constante. La película tuvo muchos problemas. No es buena, tampoco mala. Pero no es la expresión que busco para mis películas.
– ¿”Un Cuento Chino” es esa expresión?
Absolutamente. Hice exactamente lo que creía que tenía que hacer. Dentro de las limitaciones que siempre surgen, aun cuando trabajás con megas presupuestos.
Una vaca cae del cielo y mata a la novia de un chino mientras le proponía casamiento. Un tipo llega a tomar tarde un avión y se quiere matar, sin embargo gracias a eso salva su vida porque el avión se cae. A otro muchacho lo convencen de que no se pegue un tiro y cuando está cruzando la calle para encontrarse con el que lo persuadió se lo lleva puesto un camión. Todos estos acontecimientos llevan la firma del director Borensztein.
– El accidente, la suerte, el destino son temas recurrentes en tus películas ¿Qué te pasa con eso?
Sí, el destino es un tema que me encanta. Es difícil contestar por qué. Hay tres o cuatro temas en la cabeza de una persona, por lo menos en la mía. La ley del destino y del accidente a mí se me repiten mucho, las veo día a día, consumadas. A veces llegar tarde a un lugar te termina haciendo un favor, pero vos tenías que llegar puntual, y llegaste tarde y gracias a eso te das cuenta de algo importante que si hubieras llegado temprano no lo hubieras visto. Es todo un causa-efecto. El estar haciendo una cosa es no estar haciendo un montón de otras. Hay una especie de trama en la que todos nos movemos y estamos conectados. Estás atento o no a ella, pero está. Me gusta mucho y en la próxima película, que no tiene nada que ver, voy leyendo la página 40 y veo que aparece y que el tipo para salvar su vida termina haciendo algo que al comienzo no quería hacer. Y eso no lo pensé, pero estaba ahí. Porque los temas que te dan vueltas siempre están. Porque no se resuelven: el misterio nunca se resuelve, siempre da vueltas.
– ¿Las historias que querés contar para quiénes son?
Son para mí y para la gente. Para mí primero que nadie. Hay un objetivo de realización personal. Disfruto de la dinámica, del proceso: la soledad de la escritura, agarrar una hoja, tacharla, romperla, reescribirla, empezar de vuelta. Disfruto de ver la cara de la gente que se entusiasma con la idea. Es una campaña que me gusta. Encontrar los actores, los lugares, poner en plano físico lo que imagino. El viaje que implica hacer la película es para mí. Para el otro hay una historia que le tiene que gustar, atrapar, asustar, hacer reír, emocionar, hacer pensar, entretener. Toda película terminada cumple un doble objetivo.
– ¿Y cómo pensás al público al momento de hacer la película?
Para mí, el buen cine es entretenimiento más reflexión. Te entretiene por la razón que fuera, porque te hacer reír, o asustar o estar tenso. Eso depende del espectador, de lo que más le guste. Y a su vez te genera un desafío intelectual, una reflexión, una idea detrás sobre la cual estás reflexionando al contar una historia. No todas las películas tienen esto. Hay una mezcla que tiene que ser muy balanceada. Para mí el cine no es bajada de línea. El cine militante, el cine moral, no me interesa. Me gusta que me dejen sacar mi propia conclusión. Mostrame, si querés, todo un universo, haceme reflexionar acerca de él, pero no me digas cómo es. El que expecta dice cómo es. De todas maneras, para mí es intelectualizar demasiado. Soy un tipo mucho más visceral, más intuitivo que racional. Y mi intuición es una buena herramienta: me costó mucho tiempo aprender a confiar en ella. Sé que algo que a mí me interesa escribir, tengo la fuerte sospecha, de que a un otro también le va a interesar. Parto de eso, de que puedo proyectar a mucha gente lo que a mí me interesa.
– ¿Cómo aprendiste a confiar en tu intuición?
De un éxito seguido de un fracaso. Cuando hice «El Garante», una miniserie de terror para la tele, con Lito Cruz y Sbaraglia. Fue poderoso. Sentí que lo que me gustaba a mí funcionaba en la gente. Hoy lo miro y me parece que está buenísimo, pero a nivel dirección está verde, porque era lo primero que dirigía en televisión. Fue hecho con dos pesos con treinta. La intención, la esencia, estaba ahí. Pero, no había ni digital en ese momento. Todo analógico, con muchas limitaciones y poca plata. A huevo. Ahí trabaje intuitivamente. A pesar de que todos me rechazaban la serie, nadie la quería producir. Y me la produje solo. Y cuando la salí a vender nadie la quiso comprar. Tenía todo para decir “soy un boludo, esta idea no va, me la meto en el orto”. Sin embargo confié en que en algún momento le iba a encontrar el novio a la serie. Y años después se dio, de casualidad. Y deslumbró. No estaba tan equivocado, entonces: había tres boludos adelante mío que no la veían. Ahí supe que la intuición era válida, me permití influenciarme por ella. Como contrapartida de eso, hice después otra serie totalmente apartado de mi intuición, es más, mi intuición, una voz muy chiquitita, me decía que no la haga. Pero, me dejé llevar porque el productor estaba caliente y el canal también, porque la otra había sido un éxito. Y me pegué un palo. Osea, la idea estaba bien, pero no funcionó por muchas razones y ahí paré, porque mi intuición también estaba acertada en ese camino. Tendría que haberme hecho caso, parar la pelota, agradecer y pensar un poco más qué hacer y qué no.
– ¿Qué es el éxito?
Es hacer algo que permite quedarte con un crédito para volver a hacer otra cosa después. Hacer algo que funcione, que te sume a favor. Que digan “este tipo hizo una ópera prima y merece pagar una segunda entrada para una segunda película”. Después si ese éxito lo traducís en mucha o poco gente…. no sé. «La suerte está echada» la vieron 75 mil tipos, sin publicidad ni nada taquillero, y después tuvo un circuito mucho mayor en dvd´s, en lo oculto.
Justamente, “La suerte está echada” se puede ver por Youtube, pero solo si ingresás con una pc con un IP que no sea de Argentina, ¿cómo te llevás con la reproducción gratuita de tu materia por Internet?
Yo hago las cosas para que las vean. Por supuesto que me gustaría cobrar cada vez que alguien aprovecha algo mío. Digo, cobrarle a Youtube, no al usuario. Ellos lucran, ellos venden publicidad porque la gente se mete a mirar y la gente se mete a mirar porque esta mí película y la de millones de personas más. Me encantaría poder cobrarle, pero ante la alternativa de no poder, prefiero que esté, que la vean. En definitiva uno hace las cosas para eso, para que estén vivas.
Imagen a mano alzada por Facundo Olivares.
«Un pivito inocente justo paso por ay»
A Carlitos Quiroz lo mataron al confundirlo con uno de los pibes de las barriadas pobres de Pergamino que andan en robos de poca monta. La perpetua para el policía Fernández rompió con la impunidad policial.
Canchita de tierra, esas de arco sin red. Ahí estaba jugando Carlitos Quiroz, 15 años, junto a amigos de la misma edad, el 20 de octubre de 2009, cuando alguien más grande cortó el partido. Era Mauro Mena, conocido ladrón del barrio Newbery, que llamó a Carlitos. “Le dice ´vení, que te tengo que contar algo´ y Carlitos ´no, pará´. Y este Mauro le decía ´no seas cagón´. Y Carlitos, para no ser menos, va. De ahí para adelante los chicos no saben qué es lo que hablaron”, relata su padre, Carlos.
A las 13:47 la Justicia rastrea que Mauro Mena manda este mensaje a un número desconocido: “Venite vo en 1 mi… en el camino ay un pqete en la caye y yo d pue te mando i papele”.
La respuesta llegaría pasadas las 14: “Yo ya lo dje fíjat loco no m boludies, lo dje ahí con la gita ahora los papeles”.
A las 14:46, Mauro dice: “ay voy yo a pata”.
Entre las 15:05 y las 15:10 un ciclista que pasaba por un descampado lindero al Club Banco Provincia, encuentra el cuerpo ensangrentado de un chico: zapatillas nike, pantalón de gimnasia con las tiras blancas, chomba deportiva del Valencia.
Era Carlitos.
Tenía un disparo en la garganta.
Ya estaba muerto.
A las 15:17 Mauro Mena escribe el último mensaje: “puto a ora te vas a quere matar por q me isiste una camita el que agarraron es un pivito inocente justo paso por ay y le dije q le dava 100 peso y fue”.
La secuencia
La historia había comenzado al mediodía, cuando camioneros que se encontraban en Pergamino por cuestiones laborales denuncian en la Comisaría 2 el robo de los papeles de sus vehículos. Parados a la vera de la ruta, en horario de almuerzo o siesta, los camiones son blanco fácil para los ladrones de poca monta, que ven la de hacerse unos pesos robando pertenencias y pidiendo un rescate a cambio de la devolución.
Ese martes 20 de octubre al mediodía, el ladrón Mauro Mena se comunica para negociar la devolución de los papeles por un arreglo de $400 y da instrucciones para el intercambio. La secuencia, que siguen los mensajes de texto, planeaba citar a los camioneros en un camino de tierra que conecta con la ruta.
Los camioneros vuelven a informar a la policía esta novedad del rescate. Según la investigación, los oficiales Jorge Alberto Conde y Daniel Alberto Fernández recomendaron a los camioneros negociar con el ladrón un pago mientras ellos montaban un operativo para detenerlo en el momento del cobro. Los camioneros dejaron, así, un sobre en un descampado junto al campo deportivo del Club Banco Provincia.
Ahí entra en escena Carlitos Quiroz, la carnada que Mauro Mena había elegido por si sucedía exactamente esto: que fuera, en vez de los camioneros, la policía.
Carlitos Quiroz levantó el sobre, y en seguida fue abordado por dos hombres arriba de un auto particular: eran los policías de la Bonaerense. La versión policial dice que el chico intentó sacar un arma, y la versión policial corregida dice que Carlitos intentó escapar. Sin embargo, a Carlitos no se le encontraron armas ni la documentación robada, y la bala que le dio muerte ingresó por su cuello, de frente, con dirección de arriba hacia abajo: fue un fusilamiento.
Los policías volvieron a la seccional, dejando a Carlitos ahí tirado. No dijeron nada, hasta que el fiscal de turno Guillermo Villalba ordenó una serie de averiguaciones que derivaron en la detención de los dos. En seguida se determinó que el operativo policial no había sido informado a la comisaría ni a la fiscalía, que se dio fuera de la jurisdicción de la 2°, y que los policías iban de civil y en un auto particular.
La condena
Los policías Conde y Fernández, junto con el titular de la seccional Eduardo Ledesma, fueron desafectados de sus cargos por el Ministerio de Seguridad. Sin embargo, faltaba mucho para lograr una condena.
Los diarios habían titulado “Falleció un menor de un disparo y fueron detenidos por el hecho dos policías. El confuso episodio ocurrió en…”.
Paralelamente, el 14 de noviembre de 2009 ocurrió la “desaparición” de la familia Pomar, justamente camino a Pergamino, caso que ocupó las mayores planas de los medios provinciales y nacionales. Se dijo desde que Los Pomar se habían escapado del país, hasta que habían sido inducidos por extraterrestres. Sin embargo, habían volcado en la ruta y el auto se escondía atrás de un arbusto…
El caso de Quiroz no mereció la atención ni de los medios ni de gran parte de la sociedad pergaminense. “El discurso dominante hace referencia a la inseguridad y el reclamo de más fuerzas de seguridad”, cuenta Fausto Nascimbene, uno de los integrantes del Colectivo Militante por los Derechos Humanos que acompañó a la familia Quiroz. “Un correlato de lo que aparentemente la sociedad está pidiendo y el aumento de la marginalidad es un combo peligroso”.
Carlitos Quiroz, cuatro veces hermano, vivía en uno de los barrios más postergados de Pergamino, el Newbery. Su futuro se jugaba todas las fichas a ser jugador de Douglas Haig, equipo para el que jugaba desde los 5 años.
Su caso reactivó al Colectivo Militante de Derechos Humanos, que se había formado para presionar por condenas de los juicios de lesa humanidad cometidos en dictadura. “Pergamino no estaba acostumbrado a un juicio de estas características”, dice Fausto en relación al caso de Quiroz. El juicio de Carlitos supuso un nuevo desafío: denunciar la violación vigente de los derechos humanos hoy.
Se sucedieron movilizaciones, denuncias, visitas a despachos y hasta un escrache en la casa del policía Conde. “Íbamos viendo que la causa se dirigía a condenar sólo a Fernández, cuando sabíamos que Conde era el que había hablado con los camioneros y montado el operativo”, explica Fausto sobre las razones de esta condena social, no judicial.
Las presiones desde el otro lado no tardaron en llegar: “Tuvimos una intimidación. Llamaron a mi casa y me pasaron una llamada grabada de nosotros mismos, como que nos estaban pinchando el teléfono”, cuenta Fausto. La denuncia fue anexada a la causa de Carlitos y se intimó al Departamento de Investigación provincial a que dé explicaciones sobre el asunto.
También, en una de las sesiones del juicio, en medio de un ambiente caldeado, uno de los amigos de Carlitos intenta escrachar a Fernández y a Conde; “entonces un policía lo agarra del cuello, y se pudrió todo”. Gases lacrimógenos, palazos y corridas alrededor del tribunal pergaminense.
El revuelo finalmente dio sus frutos: el policía Fernández, autor del disparo, fue condenado a cadena perpetua en 2011, y Jorge Conde a 1 año y 8 meses, en calidad de cómplice del operativo ilegal.
La condena a Conde pareció insuficiente, pero la perpetua para Fernández rompió con la impunidad policial en un caso clave de Pergamino. Fausto: “Lo anecdótico del caso se vuelve parte del sistema cuando vemos que los pibes de las barriadas pobres siguen siendo perseguidos por la policía”.