Archivo por meses: noviembre 2014

Persecución

La Policía le pidió a Leandro Rolón que robara para ellos. No quiso. «Esta te va a salir cara», le dijeron. Se la cobraron: le armaron una causa por la que ahora está preso. El problema es que, mientras ocurrió el asesinato por el que lo declaran culpable, él estaba en Bahía Blanca, mientras el hecho ocurrió en el conurbano bonaerense.
“Mondongo, mondongo y mondongo, con 30 grados de calor”, cuenta Leonardo Rolón que come en la Unidad 4 de Bahía Blanca. Preso, el trato es el mismo para todos. Mierda para todos –“excepto para los que se quedan con las reses”, aclara-. Cuando estaba afuera no era así. Para él, el trato era particularmente de mierda. Había estado preso, pagando por cagadas que sí cometió: “Sí, algo ‘trabajé’. No te voy a mentir. Me crié en los penales. Ahora el 11 cumplí 40 años de los cuales ya llevo 23 (preso). Pero, bueno, cosa del destino y siempre pagué lo que hice. Ahora es distinto porque no hice nada más que tener antecedentes. Yo te cuento la verdad ya bastante me juzgaron y no le tengo miedo a eso”. Cuando lo detuvieron esta última vez, hace ya ocho años, laburaba (sin comillas) en una escuelita de fútbol en Bahía Blanca, lejos de San Justo y Fuerte Apache (Ciudadela), Provincia de Buenos Aires, donde se crió. “Pero ahí no podía estar más”, dice.
Lo hostigaba la policía de la Comisaría Sexta de Ciudadela,Tres de Febrero, que quedaba a una cuadra de su casa. Lo perseguían para que robara para ellos, dejando una porción. “Yo ya no estoy más en eso”, respondía. La contrarrespuesta era la detención arbitraria: cada vez que lo encontraban. Y se la juraron. Estando en esa comisaría, le sacaron fotos. “Ésta te va a salir cara, años…”, lo advirtieron mirando una de las fotos. El agente Bayón tenían ya otras denuncias en el juzgado 2 de La Matanza por hacer lo mismo que le hizo a Rolón: sacarle una foto para hacérsela llegar a testigos falsos.
Él ya estaba pagando, estaba condicional desde el 21 de enero de 2005, cuando salió del penal por los delitos que sí había cometido. Todos los meses tenía que ir a firmar al Juzgado del Partido de San Martín. Lo que pasa es que las detenciones eran tan continuas, tan constantes, tan sistemáticas, que a los tres meses de salir del penal, se hartó de que los antecedentes fueran no una huella, sino un karma concreto, y se fue a Bahía Blanca a trabajar con su suegro.
Pero Bahía Blanca no escapa a esta policía. A Bahía Blanca podrían viajar policías de San Justo para detenerlo, pero no podrían viajar los testimonios que aseguran que él estaba ahí mientras en La Matanza y Ramos Mejía alguien cometía delitos por los que él hoy sigue pagando una condena perpetua.
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Rolón y los jueces de esta causa, Gerardo Gayol, Franco Fiumara y Nicolás Grappassono, coinciden en algo, a partir de las declaraciones. El 7 de octubre de 2005 a las 6.50, un número no determinado –“no menos de ocho”, para los jueces- personas entraron a robar a la fábrica textil y de planchado de Carmelo Di Gregorio, en Alfredo Palacios 1933, Lomas del Millón, Partido de La Matanza. El dueño y los empleados fueron, de a uno, o en grupos pequeños, obligados a dirigirse a la planta baja y de ahí al comedor. Robaron, según Di Gregorio, gabanes, sacos, camperas y otras prendas, transportadas en dos camiones. Le sacaron también el Mercedes Benz 608.
El mismo día, entre las 8 y las 8.30, en Cerrito 2621, Ramos Mejía, jurisdicción policial de Don Bosco, dos hombres fusilaron de un disparo en la cabeza, después de haberlo golpeado, a Rosario Gregorio Amato, que estaba saliendo de su casa, para robarle el Peugeot 306 y seguir la fuga. El auto robado apareció en Fuerte Apache con huellas, sangre y cabello. La sangre y el cabello no pertenecían a Rolón, según las pericias. Las huellas pertenecían a un tal Granieri. Con ese mismo apellido (al menos el apellido, la causa no es clara) llegaría un testigo no investigado y cuyo testimonio fue tomado como verdadero en la sentencia.
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El 13 de octubre de 2005 se presentaron Bayón y un oficial de calle a declarar en la fiscalía 7 de La Matanza. Dijeron que sabían quiénes habían cometido el robo y el homicidio. La Brigada de San Justo se comunicó con la de Ballester, que sabía que en la banda había un Leonardo Octavio, pero el apellido no era Rolón, sino Báez.
Viviana Elida Tate declaró que a las 8.20 escuchó 4 disparos continuos y vio a su vecino de en frente, Amato, tirado en el garaje, a un hombre en su auto, estacionado paralelo al cordón con la trompa mirando hacia Mosconi, y a otro entrando al lugar de conductor. No vio a la viuda de Amato. El auto dio marcha atrás y salió “arando”. El testimonio de Nélida Felipa Antinori, la viuda, se contradice con el de Tate. Aunque Tate no vio a Antinori, esta declara como si hubiera visto, desde el garaje, toda la huida.
Antinori, durante la rueda de reconocimiento fotográfica no identificó a Rolón. Sí lo hizo en otra rueda, personalmente, aunque lo notó más gordo. Lo que Rolón cree es que en el medio le dieron la foto que le habían sacado en la comisaría sexta, aclarándole que le iba a “costar años”, y que él ahora recuerda haber visto en medio de la causa. Pidió careo con los testigos, pero le fue negado.
Un hombre de apellido López dijo estar en condiciones de reconocer a todos. Al que no reconoció fue a Rolón.
Esa mañana, en la sala de salud de al lado de la comisaría se atendió un herido de bala y se fugó. No fue investigado.
Para Rolón, Diego Granieri es el hombre de la policía. Su apellido coincide con el de las huellas del auto. Este hombre declaró que lo reconoció a Rolón como el que lo hizo entrar a él a la textil para tenerlo secuestrado mientras robaban. Dice que la única diferencia que ve es que el día del hecho, estaba calvo. En otra declaración, se desdijo. Aclaró que calvo, para él, es morocho.
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A Rolón lo condenaron por esos delitos que jura no haber cometido. La causa dice que le dicen Narigón, Leo, Gordo. A él le dicen Rolón. Pero en la causa consta también una supuesta confusión: “El día 7 de octubre del año 2005, (…), Juan Carlos Anriquez y Leonardo Octavio Rolón Díaz y/o Baez”. Rolón sabe que ese Báez es el que tendría que estar en su lugar por ser miembro de esa banda de Ballester que robó y asesinó ese 7 de octubre. A Báez le dicen Narigón, Gordo. “(El Juzgado de) San martin tiene identificado a todos los de la banda de Ballester. Dice que no es Leonardo Octavio Rolón, sino Leonardo Octavio Baes, alias ‘el Gordo’”, explica Rolón.
Aunque el condenado declaró ante la fiscal María Cecilia Revello, de La Matanza, que el 7 de octubre de 2005 se encontraba en la ciudad de Bahía Blanca, con la autorización de la Cámara de San Martín. Hizo saber que el 11 viajó nuevamente hacia Buenos Aires, ya que tenía que firmar, en el patronato de San Martín y también en la comisaría sexta de Ciudadela, agregando que firmó el día 12. Por otro lado, Rolón aportó los nombres de los testigos que podían dar cuenta de que estaba en Bahía Blanca.
En la sentencia, nada de esto dice. No se tuvo en cuenta a los que declararon haber estado con él ese día.
Hoy Rolón tiene condena a prisión perpetua. Está estudiando derecho en el penal de Bahía Blanca porque su experiencia con los abogados estatales es que no trabajan las causas. Su abogado particular le cobró 30 mil pesos y le tasó su actuación en el juicio oral en 5 mil pesos más. “No se lo voy a sacar a mi familia”, se aseguró, y no lo pagó. Sigue encerrado esperando que la Corte Suprema de la Provincia tenga en cuenta sus denuncias.

Viaje al corazón del agronegocio

Pergamino es una isla en el océano de soja manipulado por las grandes corporaciones internacionales que convirtieron alimentos en commodities. Visitamos a la Asamblea por la protección de la vida, la salud y el medioambiente para hablar de fumigaciones encima de viviendas, semillas y mucho poder económico.
Francisco “Pancho” Sierra es un personaje de la mitología bonaerense conocido por sus dotes sobrenaturales que, según distintas variantes de la historia oral, tenía el poder de sanar los males de la gente. Para ello usaba agua, con la que hacía una especie de bendición, como médico que era y hombre de fe.
Su vida se remonta a fines del siglo XIX al norte de la provincia de Buenos Aires: oriundo de Salto, vivió en Rancagua, Pergamino, Rojas y Carabelas. A su estancia El Porvenir, en el último de estos lugares, se dice que acudían gentes de todas partes del mundo para tratarse con él.
La tradición pampeana relata que Pancho Sierra se marchó de la localidad de Rojas por que le negaron el agua con la que hacía sus sanaciones y que, furioso, declaró entonces una profecía fulminante:
-Rojas no va a prosperar nunca más.
La maldición Monsanto
La planta de transgénicos más grande de Sudamérica está ubicada, paradójicamente, en la localidad bonaerense de Rojas. Tiene nombre: se llama María Eugenia. Y papá: la multinacional Monsanto.

Planta Monsanto en Rojas, Buenos Aires.

Planta Monsanto en Rojas, Buenos Aires.


Su ubicación es estratégica porque a 40 kilómetros está Pergamino, el corazón de la pampa húmeda, dueño de las tierras más productivas del país, 60% sembradas con soja, y sede de las principales multinacionales del agronegocio.
En su página web Monsanto promociona la planta que intenta construir en Malvinas Argentinas, Córdoba, contando que será de “similares características” a la María Eugenia bonaerense. Allí, los vecinos cordobeses mantienen un acampe desde septiembre del 2013 impidiendo la continuación de las obras, mientras la Justicia determinó que Monsanto debe presentar un nuevo informe de impacto ambiental.
La situación de la planta de Rojas es, sin embargo, distinta a la de Malvinas Argentinas: está ubicada a la vera de la ruta 31 en una zona donde no hay poblaciones cercanas que sufran su impacto directo. Sin embargo, en Pergamino y todo el norte bonaerense, cualquiera que escuche la palabra “Rojas” se toca un huevo o la teta izquierda, y recuerda con media sonrisa que la maldición de Pancho Sierra encarnó en una planta de Monsanto.
La isla en el océano
En un bar del centro de Pergamino, ocho personas toman cerveza, comen pizza y se turnan para contar de qué se trata esto que han dado en llamar Asamblea por la protección de la vida, la salud y el medioambiente. Son seis hombres y dos mujeres, con edades que oscilan entre los 24 a los 60 y pico, antropóloga, veterinario, apicultor, abogado, dueña de un gimnasio, mecánico. No son amigos de antes y no lo son necesariamente ahora; se conocen como en cualquier ciudad chica; están reunidos gracias a una pregunta: ¿qué podemos hacer?
Sabrina Ortiz, docente, estaba embarazada de su tercer hijo cuando en marzo de 2011, como siempre cuando había cosecha, su casa fue fumigada con agroquímicos. Vivía – y aún vive- frente a un campo plantado con soja, en el límite de la ciudad, barrio General San Martín. Tuvo náuseas, irritación en los ojos, dificultades respiratorias. Y perdió el bebé.
Pergamino desde el campo.

Pergamino desde el campo.


Su caso pasó primero desapercibido, siendo que Sabrina había denunciado en la fiscalía el incumplimiento de las ordenanzas que prohíben fumigar sin previo aviso y cuando el viento sopla para el lado de las poblaciones. La respuesta no fue judicial: tras la denuncia, el perro de los Ortiz apareció muerto, baleado.
En marzo de 2013 volvieron las fumigaciones. Esta vez, Sabrina fue invitada a un programa de radio que todos en esta pizzería recuerdan: aquél sería el puntapié para una convocatoria de vecinos para ver qué podían hacer ante las fumigaciones indiscriminadas. Nacía la Asamblea por la protección de la vida, la salud y el ambiente en Pergamino. “El caso se convirtió en un detonante”, explica Pedro, abogado e integrante de la Asamblea. “Un montón de gente que estaba preocupada por lo mismo tenía una excusa para ponerse a trabajar”.
En la Asamblea le conceden la palabra inicial a Pedro porque consideran sus dotes de oratoria, pero enseguida se pisan entre todos para aportar datos y experiencias que completen el panorama de Pergamino. “Es una isla dentro de un océano de producción agropecuaria. Si ves desde arriba, Pergamino es una cosa pequeñita y todo lo demás es un océano de soja fundamentalmente. En el 60% de las 300 mil hectáreas que tiene el distrito se siembra soja. Y el aumento del uso de agroquímicos desde el ´96 hasta ahora es exponencial”.
Desde 1997 y por decreto Pergamino es “la Capital nacional de la Semilla”, y otro nombre no declarado conoce a la zona como “Cluster de Semillas”: se estima que allí están radicadas unas 800 empresas vinculadas al agronegocio. Son multinacionales y empresas locales productoras de semillas transgénicas, vendedoras de agroquímicos, de maquinarias y de todo el paquete agrario que domina las 300 mil hectáreas pergaminenses, sembradas en un 80% por producción transgénica: soja, maíz y trigo.
A 240 kilómetros de la Capital, la entrada por la ruta 8 hacia Pergamino pasa antes por otras localidades primas del negocio sojero: Arrecifes y San Antonio de Areco. El camino es un desfile de silos y galpones acopiadores, de campos de trigo y otros sin sembrar ya que las lluvias intensas retrasaron la plantación, y de carteles que decoran esos campos: Syngenta, Cargill, Round Up, Scioli Presidente, Rotam, Erzig-Agro, Mónica López gobernadora, Ipesa, Dow-AgroScience, Palaversich, Marcos Di Palma intendente de Arrecifes, Produsem, Sursem, Rizobacter, Dreyfus, Gesagro…
Los silos de AFA.

Los silos de AFA.


También se ven distintas sedes de la Agricultores Federados Argentinos (AFA), una de las principales empresas nacionales que intermedia en el negocio agrario. Una de ellas, entre Arrecifes y Pergamino, tiene un cartel luminoso a la vera de la ruta 8 que exhibe los precios actualizados del trigo, del máiz y de la soja, al igual que la cotización de las monedas en las casas de cambio capitalinas. Las del momento: 1130 la tonelada de trigo, 1020 el maíz y 2500 la de soja.
La entrada a Pergamino convierte a la ruta 8 en una calle avasallada de concesionarias de autos de todas y cada una de las marcas. La plaza central es como todas las de ciudad, con la casa de gobierno, una iglesia y una iglesia universal de Dios… Más allá, en el tramo que une a la ciudad con la maldita Rojas, se está terminando de construir un hotel monumental de Howard&Johnson, cuya única función – Pergamino no es precisamente un lugar turístico- se estima que será albergar a los gerentes de Monsanto y Cargill, que viajan para reunirse periódicamente.
Una imagen más: el sponsor del equipo local, Douglas Haig, estampado en la camiseta, es Monsanto.
Douglas Haig y Monsanto.

Douglas Haig y Monsanto.


Pequeños grandes cambios
“La estructura del negocio agropecuario en Pergamino es muy arraigada, extendida y profunda. Mucha gente depende del negocio agropecuario”, aporta Guillermo, veterinario. El abogado Pedro completa: “El nivel de concentración de poder político, social, económico y mediático que tienen estos sectores es abrumador. Sostener un discurso como el que sostenemos es ponerte a casi todo el mundo en contra. Entre ellos, todas las instituciones estatales como la Universidad, la Municipalidad, las principales empresas, dadoras de la mayor cantidad de trabajo”.
La Asamblea se debate cómo canalizar las discusiones no sólo sobre la afectación de la salud, sino las propuestas de otros modelos agropecuarios posibles. Redactaron así una ordenanza que plantea establecer una distancia de 500 metros entre las fumigaciones y la población, que hoy es de 15 (calle de por medio), e intentan moverla en los recintos sin mucho interés político. “En épocas de elecciones nadie se quiere poner de punta a un gran porcentaje de la población, más vale ocuparse de boludeces”, propone Mónica, profesora de letras y dueña de un gimnasio, sobre por qué el proyecto sigue cajoneado.
A raíz de los cuestionamientos de la Asamblea, también, la Secretaría de Producción municipal desarrolló un sistema informático de registro de fumigadores, pero los vecinos cuentan que la cantidad relevada resultó un mal chiste: ocho fumigadores.
Todos consideran que la actividad más incidente de la Asamblea tiene que ver con lo que llaman “charlas informativas”, para las cuales convocaron a especialistas como Darío Aranda, periodista, y parte del equipo científico de la Universidad Nacional de Río Cuarto que demostró cómo los agroquímicos afectan el material genético humano, ayudando a contraer cáncer.
Además, la historia de Sabrina Ortiz no queda lejos en el tiempo: el 25 de septiembre de este año su casa volvió a ser fumigada desde el campo del mismo agricultor. Se descompuso de nuevo, fue a la guardia del hospital, y en esta oportunidad obtuvo un certificado médico que deja constancia de una “intoxicación aguda grave”. Este registro podría ser un documento clave en un eventual embate judicial contra el aplicador vecino a los Ortiz, ya identificado, que el abogado Pedro está preparando.
Un recorrido por la misma calle en la que vive Sabrina arroja más evidencias de cómo soportan las familias el embate de las fumigaciones. Sebastián, 30 años, está cortándole el pelo a una yegua dentro de un ranchito que es su casa. Unas gallinas y patos corretean por ahí esquivando a las visitas. Cuando se le pregunta por las fumigaciones, se ríe: “La otra vuelta había viento oeste y vino la avioneta; rajamos para adentro en seguida y cerramos todo”. Dice que sus animales no sufren los efectos de los agroquímicos, y que hay personas que son más sensibles a otras: “como Sabrina”. Todos en la zona conocen su caso y su casa, que es parte de uno de los barrios humildes de Pergamino: perros y chicos en la calle, cumbia fuerte, casas con ladrillo a la vista y enrejados improvisados. Los que sufren las fumigaciones en Pergamino son, precisamente, los barrios más pobres, que siguen creciendo ante la explosión del metro cuadrado producto de la inversión inmobiliaria sojera, que los obliga a desplazarse a las periferias.
Radiografía del corazón sojero
¿Qué reacciones provocó la Asamblea si, como dicen, hablar de estos temas es ponerse a casi todo el mundo en contra?
Cuenta el “Turco” , técnico mecánico, otro de los integrantes de la Asamblea: “Estamos llegando a un punto en que lo que está en juego es la salud y la vida de las personas. Y no se puede estar en contra de eso. En la experiencia de juntada de firmas en espacios abiertos prácticamente el 90% que le pedimos si quería acompañar el proyecto de ordenanza, lo acompaña. Pero no se manifiesta hacia afuera esa preocupación porque justamente hay todo un entrelazado social que inhibe a la gente”.
Un ejemplo de ese blindaje social es que no se conocen muchos más casos de vecinos afectados por las fumigaciones, como Sabrina. Sigue el Turco: “Empieza a haber un cambio porque la sociedad dice: si están usando venenos, algún problema tiene que haber. Y cada uno tiene un vecino que tiene una enfermedad dudosa, oncológica, mucha gente con problemas de tiroides”. El veterinario Guillermo agrega: “Los médicos están abriendo los ojos respecto a la problemática del cáncer. Todos coinciden que aumenta pero es difícil medirlo. La otra vez tuvimos una reunión con el Secretario de Salud de la Municipalidad y se comprometieron a ver si podían hacer un relevamiento a través de los hospitales y centros de salud. Porque es una tarea de la que no hay registros de lo que está sucediendo en la ciudad. Y el saber popular dice que hay más cáncer”.
Guillermo, veterinario.

Guillermo, veterinario.


Los vecinos citan los trabajos del doctor Andrés Carrasco, que demostraron en embriones anfibios la afectación producto de los agroquímicos; y las investigaciones realizadas por profesionales de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que vinculan los agroquímicos a enfermedades como el cáncer. “Entonces, como ahora se comprobaron estas cuestiones, ellos plantean que el problema lo puede llegar a tener el que está en una relación directa y si se aplican mal las cosas. Este discurso no está ya enmascarado en profesionales de la salud, sino a través de gente que es escuchada socialmente, y se salió del discurso netamente técnico”, cuenta el Turco.
El abogado Pedro: “Este sector que se siente cuestionado, criticado, y a veces se presenta como agredido, ha pasado a la ofensiva. Ellos han interpretado que están perdiendo la batalla por la instalación del discurso, que están siendo demonizados, y entonces salieron a dar esa batalla cultural-mediática”. Las formas locales que adquiere esta ofensiva, además de lobbys en la Universidad de Pergamino (donde los ingenieros hacen pasantías con empresas del agronegocio a partir de cuarto año) y recintos políticos en general, son charlas “informativas” que hablan de las “buenas prácticas” en la aplicación de agroquímicos. La próxima pautada desde la Municipalidad tiene como invitada al panel a Soledad Barruti, periodista autora del libro Malcomidos que cuestiona las formas de producción de los alimentos, pero que según los vecinos de la Asamblea estará acompañada de técnicos afines al agronegocio que encargados de desarticular su discurso. “Empiezan a manejar cuestiones sutiles del discurso, del uso del vocabulario, y empiezan a dar vuelta cuestiones: hablan de fitosanitarios en vez de agroquímicos, por ejemplo, de las buenas y malas prácticas”, cuenta Diana, antropóloga y la más joven de esta Asamblea.
Pedro apunta: “Eso tiene que ver también con otra lucha política, de cómo desde la sociedad se logra canalizar un discurso alternativo frente a ese discurso dominante”.
La dueña del gimnasio opina: “Los productores defienden esta forma de producir yo creo que por ignorancia. Yo creo que no tiene tanto peso la información sobre otras formas de producción”.
Pablo, hasta el momento callado, salta: “Tampoco creo que sea solo por ignorancia. Hay gente que defiende esto porque le da rédito económico”. Y para ilustrar su idea propone una anécdota a escala pergaminense: “La otra vez fue muy gracioso porque hay un gerente de una multinacional que entrena conmigo y él es defensor de la fumigacion, del agronegocio, y qué se yo. La otra vez estábamos hablando y le digo a uno de los chicos: pollo, no comas más porque está lleno de hormonas. Y el tipo salta y dice: sí, no, no, pollo no hay que comer más. Y las vacas tampoco, porque la grasa hace mal. O sea: lo otro está todo envenenado pero lo que él hace, no…”.
La Asamblea continúa la discusión: “Es que el productor no traza su propia estrategia, sino que se transformó en un empresario que toma decisiones inducidas por grandes empresas que han instalado el modelo y que han generado las condiciones para que sea aceptado por los productores por una cuestión de rentabilidad”.
Imágenes: NosDigital

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Hoy, una hectárea promedio en Pergamino cuesta de 15 mil a 20 mil dólares, cuando en 2002 valía 3 mil dólares o 4 mil. Esta sobrevaloración se fue dando a la par de la rentabilidad que significó la escalada del precio de la soja en el comercio mundial, puerta de entrada a multinacionales que ofrecen semillas transgénicas resistentes a los avatares del clima, conjunto con productos químicos que combaten las plagas, y otro tipo de sustancias que buscan optimizar la cosecha con la misma idea: más y más rápido.
Este modelo agrario, cuentan los vecinos, ha logrado desplazar las viejas prácticas agrarias de poca tecnificación, más mano de obra y mejor cuidado ambiental – además de cuestiones impensadas como el patentamiento de una semilla-, entre otros cambios que notan en la Asamblea:
-Gran parte de las tierras en Pergamino son rentadas, es decir que los que explotan la tierra no son sus dueños.
-Vive menos gente en el campo, o no vive nadie: es común ver las casillas que antes eran de los capataces, abandonadas.
-Los molinos de agua y viento, también abandonados.
-Las rejas que separan las hectáreas también entraron en desuso, al no haber ganado.
-La soja le ganó a las vacas.
-Y al trigo.
-Y al maíz.
La Asamblea cuenta también cómo ha cambiado la ciudad desde el boom sojero:
-Hay más countries: de 1 pasamos a 7.
-Veo en el gimnasio gran cantidad de gente que viene de otras ciudades porque viene a trabajar a las semilleras.
-Cuando hay cosecha, hay inversión inmobiliaria: se han construido gran cantidad de edificios.
-Las concesionarias de autos, otra inversión.
-Abrieron el primer shopping.
-Y un bingo.
La Asamblea también quiere cambios. Pero los cambios que persigue esta Asamblea lejos están de este aumento en la rentabilidad y los tejes de la especulación. ¿Cómo describir otros sentidos posibles del modelo agrario, de una ciudad y una vida más sana? Guillermo: “Yo no creo que el cambio vaya a ser una cuestión de conciencia, sino de leyes. Van a tener que cambiar por ley cuando no puedan fumigar a 1000 metros, no porque sepan que están contaminando a la población”.
La Asamblea se queda pensando…
Turco: “Lo que pasa es que para llegar a esas leyes necesitamos la conciencia de aquellos que no están directamente involucrados, para impulsar una decisión política. Se van a tener que conquistar a través de luchas”.
Diana, antropóloga.

Diana, antropóloga.


Diana devuelve el eje de la charla: “Lo que nosotros apuntamos es a pensar qué es lo que se está produciendo, si se producen alimentos, cómo se producen, para quién, quién lo produce: todas esas preguntas, y no reducirlo a qué se aplica y cómo se aplica. No estamos apuntando a un fin económico sino a pensar en la salud, en la vida, en los alimentos, en la distribución de esos alimentos, y que esos alimentos sean sanos y accesibles”.
Los ojos de varios de la Asamblea se abren: la intervención de Diana no sólo marcó el camino que deben seguir recorriendo, sino que demuestra que, siendo la más joven, la pelea que están dando tiene futuro.

El loser ganador

Ariel Winograd, director de cine, atravesado por su cultura judía, explica cómo salió del gueto que su religión replica en la sociedad siglo XXI. La autobiografía, la ficción y la catarsis en sus películas.
“Toda mi vida voy a ser un loser.” Lo dice Ariel Winograd, un tipo joven de voz ronca y aspecto casual. Un tripero, hombre de los instintos, que aduce un deseo de inconsciencia constante e intenta prolongar la premisa de no pensar para poder crear: “Si pienso mucho no hago nada. Por eso yo voy, voy y voy, y si funciona, funciona”.
Es director de cine. Pero, al mismo tiempo, es el protagonista de su cine. Sus dos primeras películas- “Cara de Queso, mi primer gueto” y “Mi primera boda”- son autobiográficas y ponen el eje en la religión y tradición de la colectividad judía, cultura que marcó su vida. Incluso, en su primer largo, le puso su propio nombre al personaje. Ariel Winograd, un loser al que le encantan las historias de losers.
-¿Qué te gusta de los perdedores?
-Me parece que la historia del perdedor, aunque no lo sea, al concepto de loser me refiero, es mucho más interesante que la del ganador. Siempre me pareció más divertida la película en la que a la gente le va mal y después consigue que le vaya mejor, más que las películas de los que siempre hacen todo bien.
Sentando en una de las salas de reuniones de su pintona productora en el barrio de Palermo empieza a responder lo que se le pregunte. No parece un loser. Está relajado, como eligiendo palabras sin presión, con la libertad de poder tacharlas, de rearmar. Sin pensar demasiado, como ya decía él. No afirma ni niega con contundencia ni efusividad, sabe llegar a lo que quiere decir de a poco, casi desinteresadamente. A decir verdad, pareciera que nada le calienta demasiado. Y esto sorprende, sobre todo si se piensa que él hizo “Cara de Queso”: una película increíble, divertidísima, pero que sin duda tiene rabia.
“Es muy punk, tiene la actitud contestataria que tenía yo en ese momento. Pero, era  una  necesidad. Me encanta haberla hecho a los 27, ahora a los 37 no sé si la haría así, me pararía desde ese otro lugar.”
-¿Qué entendías por gueto cuando hiciste la película?
-La premisa nace de una imagen que me vino a la cabeza antes de hacerla. Era más como una teoría, como una tesis. La tesis era: a los judíos nos ponían en guetos en la Alemania nazi y, ahora, nuestros padres, de grandes, arman sus propios guetos. Como que en aquella época a los judíos se los sectorizaba, y con el tiempo nosotros nos sectorizamos a nosotros mismos. Es ese el concepto que me llevó a pensar que el country judío al que yo iba, que fue donde se filmó la película; y todo, mi adolescencia en general, era un gueto. Por ejemplo, la mirada siendo judío decía que era mejor no tener una novia católica, era mejor si era judía. Era como una cosa de para adentro, no es racismo, pero es una cosa de gueto, de encerrarse en un taper. Es algo ligado a la comunidad, pero no judía solamente. Yo trabajé en algunas películas de Spike Lee -director afroamericano- como “Inside Man” o “Un Plan Perfecto”, y el 80% del equipo técnico eran afroamericanos. Cada uno forma sus propios guetos.
-¿Iba a ser una trilogía la tesis?
-Claro, el  chiste de mi primer gueto era porque había una idea más ambiciosa de hacer una trilogía: el segundo gueto era la secundaria (la ORT), y  el tercer gueto el casamiento.  Pero, al final no sucedió. La tercera se iba a llamar “Triple X”, por tres ex novias que tuve antes de casarme con mi mujer. El personaje era siempre yo, pero no terminé casándome con una judía, me casé con una católica y rompí el mandato.
-Qué terrible…
-Pero tampoco era tan así, no vengo de una familia ultraconservadora. La idea de la trilogía quedó en el camino por diversas razones.  A veces pienso y me encantaría poder hacerlas en algún momento. Sobre todo me dan ganas de retomar la historia de la pareja que hicieron Martín Piroyansky y Julieta Zylberberg –hermano y cuñada de Ariel en la ficción-, que ahora viven en un country. Poder contar cómo les fue sería una buena historia. Me encantaría, pero no en este momento de mi vida.

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Ariel Winograd.


-¿Cuándo lograste salir de tu gueto?
-A los dieci… cuando me separé de mi novia judía después de 5 años de relación. A los 19, por ahí.
-¿Hay algo que te ata o es una elección pertenecer a esos guetos?
-Es lo tradicional, no es algo que te ata. Y con el paso del tiempo lo entiendo y veo que es súper respetable. Creo que está ligado a lo tradicional y a lo que elige uno para su vida. Nada es tan extremo y uno va eligiendo sus propios guetos: vas armando tus propias redes con la gente que vive a tu alrededor, con los amigos que elegís y con lo que decidís.
-¿Fue una película catártica?
-Sin duda. Era mi propia historia, una necesidad autobiográfica de contar eso. Además, me parecía que desde ese lugar había algo que yo podía contar muy bien, me sentía… -se distrae, mira por la ventana-. Pará que va a entrar mi hija con una peluca en este mismo momento…
En efecto, ella entra en ese mismo instante, con todo su derecho, como si la productora de su papá fuera su pelotero privado.
-Pa…- dice la criatura, que no supera el metro de altura.
-¿Qué mi amor?
-Mirá lo que me regalaron, ¿me lo abrís?
-Mi amor, escúchame, estoy en una reunión. Termino y lo abrimos, ¿dale? ¿Vas con mami? ¿Está bien?
La nena asiente con la cabeza, como aceptando lo que le pide el papá.
-Dame un beso – la besa en la frente-. Te amo.  Ahora lo abrimos.
Antes de irse le levanta la mano desde la puerta y le mueve el regalo de un lado a otro.
-Mirá…- le vuelve a decir.
-Sí, espectacular, no puedo creerlo, ¿pero nos dejás ahora?
-Sí.
-¿Cerrás la puerta?
-Sí
Cierra la puerta y, finalmente, se va, dejando una sonrisa en la cara de Ariel.
-¿Cómo manejaste la barrera entre la ficción y la realidad?
-No había barreras, el personaje se llamaba Ariel Winograd, los papás se llaman como los míos. Para mí esa película era un documental filmado, terapéutico. No lo tuve que manejar, era tratar de acordarme y acordarme cómo eran las cosas. Lo maneje muy impulsivamente.
-La que debe haber quedado enojada fue tu cuñada de ese entonces-protagonizada por Julieta Zylberberg-, blanqueaste que no quería tener intimidad con tu hermano…
-Nooo, noo, nadie. Al final no se enojó nadie. Eran todos reales los personajes, salvo el de Federico Luppi, que lo puse para que hile la historia. Pero todo bien, pasó el tiempo y no pasó nada. No deja de ser una película, un fresco de una época muy menemista, noventosa. Me parece divertido que en una película haya personajes inspirados en personas que uno conoció, y si los puse es porque algo de ellos me tocó. Nadie terminó de ofenderse tanto, y si lo hicieron, ya se les pasó.
Imágenes: NosDigital

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-¿Nunca le tuviste miedo a lo autorreferencial?
-No, al contrario. El cine en sí es personal. Hay mucha dedicación atrás de cada cosa, a mí no me molesta. Mi carrera empezó siendo una película autobiográfica, fue natural, fue el canal de decir quiero empezar por acá. Me destrabó, necesitaba contar esas cosas.
-¿“Mi Primera Boda” también tiene que ver con tu vida?
Sí, sigue siendo bastante autobiográfica, porque surge cuando con Natalie, mi mujer y mi productora, nos casamos y salió todo mal. Un casamiento mixto justamente: católico y judío. Todavía está eso en la película. Los personajes de los padres, el primo, los amigos, son recontra reales. Lo que sí hay es una decisión de empezar a hacer un tipo de cine un poco más mainstream y darse cuenta de que uno tiene ciertas limitaciones y que es mejor contratar a un guionista y no ser uno el guionista. Hay una versión de “Mi Primera Boda” como “Mi segundo gueto”, en sintonía con lo que hablábamos antes, pero cuando vimos que era mejor contratar a un guionista la película se transformó y  tuvimos la necesidad de hacerla diferente.
-”Vino Para Robar” no debe ser autobiográfica…
Claro, estaría preso si no. Fue un desafío personal, de ver qué pasa si hacía una película de robos, que no tenga nada que ver con mi historia. Trato de meterme en proyectos que me generen desafíos nuevos, que no sean lo mismo. “Vino Para Robar” fue eso. “Mi primera boda” nos llevó 5 años, tan larga como “Cara de Queso”. Y “Vino para Robar” fue otra cosa. Dijimos: ´che, llegó este guión, se animan a hacerlo, sí, dale, lo hacemos, mandémonos´. El desafío era hacer una película así, sin que mi historia esté mediando. Que los personajes cuenten la película. Sin perder creo yo cierta cosa narrativa personal que a mí me gusta y que puede linkear en algún punto las tres películas y que en eso yo puedo sentir que son mías y no de otro. Pero es un proceso de cambio totalmente buscado.
-Sí, desde lo estético y las tramas, se nota que son más comerciales…
Por supuesto, sí. Igual mi deseo era que “Cara de Queso” fuera comercial, en su medida. Era más una comedia americana con estética independiente que otra cosa, pero siempre buscamos lo más comercial. El cambio fue adrede.  No se me juegan contradicciones ni en pedo ahí.
-¿Pero ves antagonismos entre lo independiente y lo comercial?
Todo se complementa. Es un abanico y toda corriente es bienvenida. Lo que no me banco es la chantada, en todo sentido lo digo. Si ves una película que es una poronga, que te das cuenta que la hacen porque les chupa un huevo el público, y ves el afiche y es una porquería, y el tráiler es horrible, y ves que hay desgano, me parece una falta de respeto, porque una película es una gran oportunidad.
-Pero, se suele relacionar la idea de lo comercial con lo profesional…
Hay películas independientes muy profesionales. Esto está ligado a otra cosa: a la gente que las hace. Desde mi parte, desde donde estoy parado hoy como director, que me gusta hacer cine comercial, celebro todo tipo de película independiente o no, mainstream o lo que sea, que esté hecha con buena leche. Porque también yo me considero independiente, eh. El tema es pensar independiente de qué. Mis necesidades como director son narrativas, en eso soy independiente.
 
 

«Si lo digo, más chicas se van a animar a denunciar»

Iara Carmona fue abusada desde los once hasta los quince años por el exmarido de su mamá, Marcelo Cuello, un policía de la bonaerense. Los casos de violaciones son muchos y hace muchos años, pero lo público del caso Melina Romero invita a no callarse más. “El hecho de que Rocío Girat se haya animado hizo que yo también hablara”, cuenta la chica, refiriéndose a otra experiencia que la motivó a contar.
 Iara Carmona (20) tiene fuerza. Ahora puede hablar. “Cuando estaba mi vieja en casa, cuando había alguien más, Marcelo era el mejor tipo del mundo. Me daba asco eso. No lo quería tocar, no lo quería ver. Cuando me empecé a manejar sola en el colectivo y en tren, elegía cuándo no estar en la casa de mi mamá. Iba a la de mi abuela. Pasaba el menor tiempo posible ahí o me encerraba en la pieza. No lo saludaba, no le hablaba”. Marcelo es Carlos Marcelo Cuello, policía bonaerense, el padre de su hermana, su padrastro, su violador.
Antes de contárselo a Laura Sanabria, su mamá, Iara se fue de la casa. Laura no sabía dónde estaba. Empezó a llamar, llamar y llamar y no tenía respuesta. Iara estaba refugiada en la casa del chico con el que estaba de novia, que la convenció de hablar con la madre y le ofreció acompañamiento. En eso llegó Laura. “Fue una situación medio tensa, pero se lo dije primero a mis tíos y me escucharon: ‘Marcelo abusó de mí desde los once años hasta los quince’. Después de asesorarnos con un abogado, se lo dije a mi mamá».
Marcelo, que es Cuello, la manipulaba para que no hablara. Primero: “Este es un juego de nosotros, no se lo podés contar a nadie”. Mientras la violaba, dejaba el arma arriba de la mesa de luz y la miraba continuamente. Le decía y le repetía que él le comía la cabeza a la mamá. Cuando almorzaban o cenaban, a veces, Cuello giraba hacia Laura ponía las manos sobre su cabeza y hacía el gesto de estar comiéndosela. “Si caigo yo, vos también”, la amenazaba cuando Iara tenía 11 años, 12 años, 13 años, 14 años, 15 años. Iara era chica, no quedaba claro qué quería decir con “vos también”. Podían ser demasiadas cosas. Le podían pasar por la cabeza el arma en la mesa de luz, las tomas de artes marciales que le hacía para inmovilizarla, las posibilidades de que no le creyeran. “Yo tengo un padre ausente. No quería dejar a mi hermana sin un padre y a mí mamá fracasando con su pareja”, hipotetiza Iara, ahora, como una de las posibilidades de lo que Cuello podría haber querido decir.

Imágenes: NosDigital

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-No te ayuda, está siempre con la computadora- le decía a Laura el policía violador. A Iara le iba mal en el colegio, le costaba formar un grupo de amigos. Se encerraba en su vida y en su cuarto, que no tenía puerta y, por lo tanto, el encierro no era protección. Cuando empezó a pedir privacidad, el bonaerense pateaba y pateaba la posibilidad de comprar la puerta. Mientras tanto, hacía sus guardias policiales, que implicaban mucho tiempo seguido trabajando, pero también otro mucho tiempo de corrido en la casa. Cuando Laura trabajaba temprano, él la llevaba a la escuela, pero antes, la despertaba horas antes para abusar de ella.
Iara empezó a salir a bailar y a independizarse. Cuello, antes y después de eso, seguía con su cinismo: “Cuidate, en la calle hay violaciones todo el tiempo. Yo lo veo”. “La mayoría de los casos de violaciones no son en la calle”, da el dato Iara.
-Mirá qué cortito que usás el uniforme de la escuela- le decía frente a la madre y, cuando su víctima directa no estaba, a la madre: “Vos le das demasiados permisos y ella es muy caprichosa”.
A la media hermana de Iara –la propia hija de Cuello-, que tenía 5 o 6 años, la iba preparando: “Las chichi, la cola y la pochi no se las tiene que ver nadie. Si un compañerito las quiere ver, vos se lo decís a mamá y a papá”.
Cuando Iara le contó a la familia lo que le había hecho Cuello durante años, la madre no dudó y se fue de la casa. Entonces, le tuvieron que explicar a la menor los porqué. Laura consultó a los psicólogos y aprovechó las palabras del policía violador: “¿Cuáles eran las partes íntimas que papá te decía que no te podían tocar? Bueno, papá le tocó esas partes a tu hermana”.
En el momento de la mudanza, 2011, Iara tenía 17 años. Laura radicó la denuncia a Cuello ante el fiscal Mario Marini en la Unidad Funcional de Instrucción de Delitos Sexuales de San Martín. “Si yo hacía la denuncia en una comisaría, las pericias a ella se las tenían que hacer los mismos compañeros de esta persona”, dice Laura, refiriéndose a Cuello. Él trabajaba en la Policía Científica. Fue pasado a disponibilidad, pero como esta caducó y la causa no estaba aún en juicio, él volvió a actividades. Laura no pudo cobrar el salario familiar porque se excedía. Cuello cortó los víveres por su hija. Laura, para colmo, tuvo que empezar a pagar abogados penales, civiles (por los alimentos), psicólogos, difusión para el caso. Todo eso, desde 2011, le consumió 70 mil pesos. El bolsillo empezó a pesar.
Con los psicólogos, por ejemplo, cuando fue a pedir un informe para la causa penal, o le decían que no estaban en condiciones de hacerlo, o “no se querían meter en problemas”, supone Laura. Entonces recayó una y otra vez en lo privado.
La familia quedó bajo la protección de una restricción de acercamiento. “Hasta que esto se elevó a juicio, teníamos miedo de que pudiera tener una represalia”, dice Iara. “Es un papel que le tenés que mostrar al colectivero si él se sube cuando estás ahí o a quien sea. ¿Cómo lo hago si estoy caminando y me meten en un auto?”, refleja su miedo. “Un papel”, enfatiza.
A cada movimiento, avisaba dónde estaba. En medio de ese miedo, se fue de Buenos Aires. Desde la Casa Rosada le respondieron una carta mandándola a hablar antes con Daniel Scioli y recomendándole una abogada civil para conseguir las cuotas de los alimentos del padre. La abogada que le pasaron le cobraba, “se vendía, se negaba a trabajar en conjunto con las abogadas penales”, denuncia Laura.
En la Comisaría de la Mujer y la Familia, él, el violador, el policía violador, hizo una exposición de que Laura no lo dejaba ver a la hija. Laura tuvo que ir un sábado a las 21 a una comisaría con la nena. “Después de un año y pico sin que la viera”, aclara. “Las revinculaciones funcionan con una asistente social, en un espacio público monitoreado, post informe psicológico para saber cómo está la chica, qué piensa del padre… Eso, en la Comisaría de la Mujer, donde cualquier mujer tendría que ir a hacer una denuncia. La misma policía termina encubriendo a los abusadores, a los violadores…”, dice Iara.
La denuncia prosperó: se hizo la instrucción, una cámara Gesell, la averiguación de pruebas en la escuela de Iara y el trabajo de Laura. Los peritos y los psicólogos trabajaron. Revisaron ginecológica y psíquicamente también a la hija menor porque no sabían hasta dónde podía llegar Cuello. “Hasta ahí iba bien”. Pidieron la detención y el juez Schavo la denegó. Faltaban pruebas. Al año y medio, lo elevó a juicio. Pasó otro año y medio más hasta que consiguieron fecha del debate oral: los últimos 3, 4 y 5 de noviembre.
Entre tanto, por un lado, la Fiscalía 14 le brindó apoyo psicológico. Como hacía tiempo que habían pasado los abusos, los psicólogos ayudaron a Iara a recordar los hechos y a animarse a relatarlos en el juicio.
Por otro lado, Cuello ya estaba preso, pero no por las violaciones, por abuso de arma y lesiones físicas contra un vecino. Las abogadas de Iara no tienen acceso a la causa, pero por la sumatoria de acusaciones, Schavo consideró que había peligro de fuga y dictó la prisión preventiva.
Iara declaró bajo juramento durante tres horas. Los peritos y los psicólogos de parte y de la fiscalía le dieron la razón. Los amigos de Iara también atestiguaron sobre los indicios que ella había dado, y también sobre sus afirmaciones, pese a que dentro de tribunales habían recibido miradas intimidatorias de policías y familiares de Cuello, e incluso, la amenaza (ya denunciada judicialmente) de ser cagados a trompadas si hablaban.
Iara Carmona.

Iara Carmona.


La defensa trató a madre e hija de putas, drogadictas, alcohólicas, suicidas, locas y provocadoras sexuales. Ellas ya habían sido advertidas de eso. Estaban tranquilas. Todo eso no hace ni deshace al abuso y violación. Cuello también intentó negar que hubieran vivido juntos: la pena sería menor sin convivencia, y hasta podría hacer quedar a Iara como mentirosa.
Por las pruebas, la fiscal Patricia Kaplis pidió 20 años por abuso sexual con acceso carnal también agravado por la convivencia preexistente y la edad de la víctima. Además de los peritos, por ejemplo, las llegadas tarde al colegio de Iara coincidían con los días francos de Cuello y con que Laura no estaba en la casa, como había relatado Iara.
Pese a las pruebas, el policía bonaerense estaba tranquilo. No había familiares suyos en la sala a la hora del veredicto. Tampoco los jueces. Fue la “secretaria”. “Ayer nos enteramos que no era la secretaria, era la auxiliar letrada. Entró temblando. Leyó la sentencia en dos segundos. Mandó a los abogados a buscar los fundamentos en la mesa de entradas. Cuando nos dimos vuelta vimos cinco policías recontra armados”, relata Laura.
Los miembros del Tribunal Oral N°3 habían votado por dos contra uno la absolución. Según Julián Descalzo, faltaban pruebas. Según Aníbal Ballagio, faltaban pruebas. Para Miguel Ángel Bacalhau, en cambio, Cuello merecía 18 años de cárcel.
Iara y su familia quieren cárcel para su violador. Por eso va a apelar, para que Casación cambie el fallo. Espera que, esta vez, haya una jueza, y que realmente se pueda poner en su lugar.
En la misma línea, va a buscar que estos casos dejen de ocurrir. “Lo que queremos ahora es que Doña María prenda la tele y nos vea a nosotras hablando de este reverendo hijo de mil putas. Que se haga masivo. Que sea como Rocío Giral, como Melina Romero, que no existan más casos de abuso ni de violencia policial como Luciano Arruga”, dice firme Laura. Iara coincide porque se enteró de infinitos casos: “Si lo expongo, si lo digo, va a haber más chicas que se animen a denunciar. El hecho de que Rocío Girat se haya animado hizo que yo también hablara. Si mi caso se hace masivo, espero que a nadie más le pase”.

«Quiero que me amen»

Camila Sosa Villada es actriz, cantante y poeta. Mientras termina temporada de El bello indiferente en el Centro Cultural San Martín, en esta entrevista comparte sus dolores e invita a la emoción pura: «Siento que el teatro es participar de una inmensidad que nos excede». 
“Soy una negra de mierda, una ordinaria, una orillera, una cuchillera, el mundo me queda grande, el tiempo me queda grande, las sedas me quedan grandes, el respeto me queda enorme, soy negra como el carbón, como el barro, como el pantano, soy negra de alma, de corazón, de pensamiento, de nacimiento y destino. Soy una atorranta, una desclasada, una sin tierra, una sombra de lo que pude ser. Soy miserable, marginal, desubicada, nunca sé cómo sonreír, cómo pararme, cómo aparentar, soy un hueco sin fondo donde desaparece la esperanza y la poesía, soy un paso al borde del precipicio y el espíritu me pende de un hilo. Cuando llego a un lugar todos se retiran, y como buena negra que soy, me arrimo al fuego y relumbro, con un fulgor inusitado, como una trampa, como si el mismo mal se depositara en mis destellos”. Camila Sosa (Mara)Villada. 31 de octubre. En la foto de portada de su perfil de Facebook.
Su cuerpo, casi una silueta o una sombra, tan negra como ella toda. Un rebote de luz revela una cinta roja rodeando su muñeca. Entre la otra mano y la boca, un cigarrillo, sostenido apenas entre el dedo índice y el mayor, y los labios en forma de beso. Un cuello que remata en perfil y en la cabeza una toalla esconde el pelo. ¿La vemos?
Camila Sosa Villada es actriz, cantante y poeta. Cordobesa y travesti, de treintipocos. Rompió en escena con la ya mítica Carnes Tolendas, a la que siguieron protagónicos en cine (Mía) y televisión (La viuda de Rafael), y más teatro como actriz y directora. Es morocha, menuda y de ojos saltones. Cuando habla o se ríe se le mueve la nariz como si no le alcanzara el cuerpo para expresarse. Es que en cada palabra que dice se condensa toda ella, como quien se da a la vida en cada instante. A su alrededor, ahora, el escenario que se montó durante su estadía en Capital Federal, en un departamento alquilado en San Cristóbal que venía con dos cuadros desmesurados de color. Envolvente, suena un jazz de los 40′. La pava todavía está caliente y en la barra que separa la cocina del comedor un cigarrillo armado a medio fumar, que Camila irá prendiendo cada tanto, como marcando el ritmo de una música inaudible.
– Yo con el teatro quiero que me amen, esa es la verdad. Quiero que cuando salgan de ver una función sientan amor por mi trabajo.
– ¿Qué es para vos el teatro?
– Siento que el teatro es una manera de meditar. Es como ir a misa, una ceremonia en la que una persona de fe verdadera – que no son los que van a misa lamentablemente – siente que participa de alguna forma de Dios. Siento que el teatro es participar de una inmensidad que nos excede. Como actriz, cuando estoy actuando, siento una gran comunión con el público y eso es lo que me gusta del tipo de obras que hago. Por ahí, una obra más conceptual, más fría, más críptica, con más rollo de la investigación y de lo cultural del teatro puede llegar a enfriar al público. Yo creo que al teatro la gente va a llorar, a reírse y a aprender. Por eso me gusta hacer el teatro que hago, que es emoción pura.

Imágenes: NosDigital

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Sin embargo, no cualquiera le presta el cuerpo a la “emoción pura”. Este agosto, Camila presentó en Córdoba la obra Los Ríos del Olvido, escrita y dirigida por ella:
– Para mí, es divina e hice la obra que tenía ganas de ver, y soy una buena espectadora de teatro. No por mí, sino porque los actores son fantásticos. Resulta que en Córdoba está el Premio Provincial del Teatro, que una vez lo gané como mejor actriz por Llórame un río. Y me escribe uno de los jurados para pedirme entradas. Hice malabares para conseguirle, porque estaban agotadas. Al otro día me manda un mensaje, mirá la maldad, diciéndome: “Camila, espero que no te moleste mi pregunta – ya cuando arrancan así sabés que te van a romper – pero, ¿los actores hablan tan mal a propósito o es un tremendo error de ellos?”. Nosotros trabajamos sobre el cordobesismo típico, como que alguien venga acá y te hable “todo así, vite…”. Bueno, en Córdoba, todos los negros hablan rápido y bruto, no se les entiende nada, se escuchan como puteadas de fondo. Y me pregunta eso. “Porque fue tan incómodo para mí como espectador, no podía entender nada”. Le respondí: “Mirá, lo que pasa es que estamos muy mal acostumbrados a ver teatro. Los malos actores, los malos directores, los malos espectadores piensan que el teatro es solo placer y solo sirve si te hablan así – gesticula exageradamente –. Mis actores hablan bien, fue una marcación mía, tenés que ampliar la cabeza y aprender a ver teatro de otra manera”.
Algo similar le pasa ahora en El bello indiferente, el monólogo que está haciendo Camila con Hervé Segata de partenaire y dirección de Javier van de Couter – también director de Mía y del episodio de la serie “Historia clínica” en el que actuó Camila – en el Centro Cultural San Martín. En la puesta, entre el escenario y las butacas del público media una tela traslúcida, que deja ver, pero suma cierta opacidad a la historia. Ya van varias personas que le dijeron que no les permite disfrutar de todo lo que pasa: “¿Qué piensan?, ¿que en el teatro tiene que ser todo claro y a la vista?”. El guión original fue escrito por Jean Cocteau –artista e intelectual francés – dedicada a Edith Piaf, quien la interpretó en su estreno en 1940. Es la primera vez que se hace en Argentina. En el escenario, un cuarto de hotel con la cama revuelta, un gramófono, un minibar, un teléfono y las luces de neón y los ruidos de la calle que se cuelan por las ventanas mínimas. Una escalera hacia arriba es la única salida, sumando a la sensación de ahogo, caída y encierro. En el escenario, una mujer, una artista, sola, espera al hombre que ama, sumida en el tormento de la indiferencia.
– En el 2012 estaba grabando La Viuda de Rafael y estaba leyendo la biografía de Edith Piaf. Siempre que vengo a hacer tele, tengo dinero, entonces me compro muchos libros. Leo sobre esta obra y encuentro un fragmento así de chiquito, esa frase cuando ella le dice “Mentime, mentime, mentime”, y digo “ayyyy, ¡qué divino!” Entonces le dije a Javi (van de Couter) que quería trabajar de nuevo con él, le pasé lo que había encontrado y me dijo que lo hiciéramos. Y nos está yendo muy bien. Empezamos con menos público del que esperábamos, alrededor de 40 personas, en una sala tan grande, se sentía una ausencia tremenda. Y dije “dale 3 o 4 funciones y el público va a empezar a venir solo”. Y empezó a subir la cantidad. Conozco esas cosas del teatro. Por ahí Javier me pregunta cómo está el público, cómo sentís que la pasó… y la verdad es que yo estoy muy tranquila porque ponele de 70 espectadores, 2 la pueden estar pasando mal… Soy una asquerosa de vanidosa, pero confío mucho en la obra.
– A parte del teatro, ¿hay otras cosas que te generan la sensación de comunión?
– Sí. La música, la música, la música. La de los negros, sobre todo el blues, reivindica la idea de la música como una ceremonia también. Ellos pudieron cantar su dolor de esa manera, que es lo que yo hago en el teatro también, pudieron cantar ese dolor y volverlo sagrado. Uno cuando escucha un blues se queda en silencio. A veces también algunas cosas de la naturaleza me parecen dignas de ser una ceremonia, los nacimientos, la muerte, el amor…
– ¿Cuáles son tus dolores?
– Sufrí mucho porque decidí ser travesti, esa es la verdad. Sufrí mucho porque tengo un padre alcohólico, al que le costó mucho la vida, y una madre enamorada de ese padre, a la que también le costó mucho vivir. Entonces, desde antes de ser travesti, ya conocía un dolor. Imaginate: a los 12 años les dije a mis viejos que era gay, que me gustaban los varones, y para ellos fue tremendo. Y lo empecé a decir en el secundario y era muy fuerte, porque nadie estaba preparado para algo así en ese pueblo y en mi familia tampoco. Entonces, sufrí mucho porque me tuve que ir de mi casa, porque mi viejo me pegaba, porque mis compañeros no me querían, porque me enamoraba sabiendo que no se iban a enamorar de mí. Después sufrí mucho porque tuve que trabajar como prostituta y la mayoría de las veces la pasé mal… fui muy pobre, había días y días que lo único que comía era mate cocido con pan negro. Entonces la única forma de canalizarlo es siendo así de salvaje aunque sea una hora en el teatro. No haría una obra en la que tuviera que estar sentadita, callada… Necesito sacarlo todo afuera. Cuando lo saque todo, capaz empiece a hacer películas románticas, pero todavía tengo para rato. A parte me encantan los personajes enroscados. No sé por qué siempre me dan papeles de buena, será porque mido 1, 60 m, pero lo que yo quiero es ser una atorranta.
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El bello indiferente, su última obra.


En el 2000, Camila viajó a Córdoba capital a anotarse en la carrera de Biología en la universidad, pero cuando llegó, la mesa estaba cerrada. Como le gustaba escribir, Comunicación Social pareció ser la alternativa lógica. Al tiempo de empezar, arrancó con su mejor amigo unos talleres de actuación del centro de estudiantes y después de tres años decidieron anotarse en la Licenciatura en Teatro para hacerla en paralelo: “En esa primera clase, gracias a los docentes, sentí que estaba en el lugar correcto, que ese era el espacio donde tenía que estar, porque si lo dejaba, iba a terminar tirada en una zanja. Fue tal la aceptación que sentí por parte de ellos, de mis compañeros… Y empecé a estudiar con sinceridad, con vocación y cariño, pero llegó un momento en que me cansé, porque estaba haciendo también Comunicación Social, trabajaba de noche y estaba muy enamorada pero no correspondida, o sí correspondida pero él no se la jugaba porque era trava, estaba como todo mal. Y dejé. En el 2006. Dejé todo. No quería estudiar más. Estuve dos años al pedo, al pedo, al pedo, haciéndome mierda la cabeza…”. Dos años después, llegaría la propuesta de María Palacios para que actuara en su “obra-tesis”: Carnes Tolendas. Retrato escénico de una travesti, con asesoramiento de Paco Giménez, quien ya se había convertido para Camila en un maestro, un padre. “Ahí vi lo que me pasaba a mí como actriz, lo que me pasaba con el público, y que además me daba dinero, ahí me di cuenta que era mi vocación”.
“No existe una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, ni un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer. En el cuerpo de una travesti habita lo femenino y lo masculino: habita lo sutil, lo curvo, lo ondulante, una cadera, el quiebre de una rodilla, la caída de una sábana, y existe también lo recto, lo duro, lo anguloso, el ladrillo, el edificio, el golpe”. Fragmento de Carnes Tolendas.
– Cuando hicimos la función de tesis estaban todos mis amigos y todos lloraban. Era muy fuerte verlos sentir compasión por mí, porque además yo sentía que ellos no me habían acompañado lo suficiente, me había sentido un poco sola. A pesar de que fueron grandes amigos, que me orientaron muchísimo. Entendí que había pasado algo en esa función. Y después empezó a pasar en todas y hasta el día de hoy recibo mails de gente que me agradece por haberles cambiado la cabeza y la mirada respecto al travestismo. Que fue no solo la puerta que me abrió a una vida más linda, sino también una especie de inflexión en la cultura cordobesa. Empezó a pasar algo después de esa obra, y lo digo con mucho orgullo, y éramos dos pendejas. María tenía 24 años cuando la dirigió y yo 27. La hicimos bien. Empezamos a participar de ese movimiento que terminó en las leyes de “Matrimonio Igualitario” e Identidad de Género. Venían cátedras enteras de Psicología a ver la obra y a hablar del travestismo. Imaginate. Fue una buena jugada.
– ¿Tenés una historia de militancia o participación política?
– Si me tuviera que definir políticamente te diría que soy antidelasotista. Pienso todo lo contrario que él y el tipo de política que hace. Las traiciones, las transas y la corrupción que hay detrás de un gobierno como el de este tipo es todo lo que a mí me hace enojar y me dan ganas de cambiar el mundo. En Córdoba hay un par de organizaciones sociales con las que me identifico. Como en Malvinas Argentinas, que es una ciudad donde fueron a instalar Monsanto y la gente se empezó a enfermar y enfermar. Y no quieren dejar que se instale, ¡porque no quieren tener cáncer! Así de simple. Hace años que están cortando esas calles, que están bloqueando las entradas de los camiones. Y van, los reprimen, los cagan a palos, los humillan. También está el FOCOF (Frente Organizado contra el Código de Faltas), contra otra inmundicia de este gobierno, porque a los pibes los detienen porque tienen gorra, porque son negritos, los paran y les piden documentos. Por ejemplo, ahora hay unos pibes de la villa que hacen hip hop que se llaman “Rimando entre Versos”. Los pibes cantan cosas maravillosas. Los locos además trabajan limpiando vidrios. Hace poco detuvieron a uno porque un taxista lo vio parecido a uno que lo había choreado y lo metieron en cana. Yo pensaba que la policía lo que hace con estos pibes es quitarles la fe, quitarles las ganas de cambiar, de laburar, porque a parte no es que todo el mundo se da cuenta de que chorear no está bien, y no tienen por qué saberlo. Pero este pibe sí se dio cuenta, salió a laburar, tiene su banda y lo metieron en cana porque parecía chorro. Entonces con esas organizaciones sí tengo piel y me interesa lo que hacen, me intereso por la política desde ese lugar.
– Y en tu experiencia en la calle, ¿tuviste cruces con la policía?
– Mirá, la única vez que me agarraron se la terminé chupando al policía y me dejó ir a mi casa. Pero teníamos pavor. En los años 2000, 2001, 2002, 2003, imaginate que las leyes de “Matrimonio igualitario” y de Identidad de Género estaban lejos. Era tremendo, teníamos pánico, corríamos con unos tacazos así por el medio del parque a escondernos entre las plantas. Porque si te agarraban, la ibas a pasar mal. Siempre caía a los dos, tres días, una con el ojo moradazo, con la boca machucada, garchada por todos los detenidos, no, no, no, no, no. ¿Sabés dónde lo comprobé? ¿Viste la película Babel? En cualquier lugar del mundo la policía lo arruina todo. Todo lo que pasa en esa película, todo es culpa de la policía. Es algo que nos ha construido el sistema, como anticuerpos.
En su departamento de San Cristobal.

En su departamento de San Cristobal.


Pero la discriminación y la violencia también se vive en lo mínimo y cotidiano. A Camila el teatro le abrió puertas y también fronteras, con la posibilidad de viajar para presentar sus trabajos. Sin embargo, estos logros estaban teñidos de frustración: “Mirá, la verdad que cuando viajaba antes de tener el documento era muy incómodo. Los aeropuertos, todo era muy incómodo, no me gustaba por eso, ir a los hoteles también. Cuando cambié el DNI, empecé a viajar tranquila, la empecé a pasar mejor. Ahora se lo agradezco, porque conocí el mar, por ejemplo, gracias al teatro”.
Camila, ya lo decía, quiere, sobre todas las cosas, que la amen. Y eso, si no es fácil para nadie, para ella menos. En Facebook compartió: “Pero no lo pueden soportar. Esto es triste. No pueden soportar que les guste una travesti. Ustedes que son tan abiertos, tan militantes, tan políticamente correctos, tan sensibles al arte, tan sensibles a lo que hago como actriz, como escritora. Ustedes, ejemplos de solidaridad y de humanidad para con todas las injusticias de la vida, cuando se enfrentan a que les gusto, a un paso de dar el paso, se echan para atrás. Reculan, cobardes, como los tipos comunes, esos que no militan, que no ejercitan mucho el pensamiento, que no se reservan una porción del alma para el trabajo con el otro.Estuve siete años enamorada de un tipo que decía que me amaba, pero jamás me invitó un café, jamás el mundo nos vio juntos, salvo algún amigo, por casualidad, tal vez una visita inesperada, nos descubría in fraganti, amándonos, como cualquier pareja normal, compartiendo una intimidad que no conoció el mundo (…) para ustedes siempre estaremos relacionadas a lo prohibido. A los vidrios polarizados, el amor en los parques de noche, acaballadas sobre ustedes media hora, al bucal, al anal, a ser activas o pasivas, a tener o no tener pito, a tener o no tener tetas. A ser más o menos parecidas a una mujer. Cuando estrenó Mía, de Javier Van de Couter, recibí un mail que me pintó por entero el panorama. Un tipo me escribió: ‘pensar que antes pagaba diez pesos para que me chupes la pija, y ahora tengo que pagar para venir a verte al cine, culpa de mi señora’. Y puedo escribirles esto, porque alguna vez, conocí a un tipo que me amó, profundamente, toda, a la luz del sol y a la vista de todos. Y esa sensación de ser normal, común y corriente como todas las parejas que envidié desde las sombras durante tantos años, es lo que me hace pensar, que no todo es como nos hicieron creer y que hay un mundo mejor que no tiene que ver con este”.

Vosotros podéis

España se encamina en la búsqueda de una ciudadanía más inclusiva. El partido Podemos rompe con la dinámica bipartidista hasta liderar encuestas. Un movimiento joven en un viejo continente.

Podemos es un verbo en plural, con un mensaje en presente, hacia al futuro, de fuerza, ambicioso, una expresión de deseo.
Podemos es el rótulo político-partidario de otro rótulo mediático, el de los “indignados” españoles, un movimiento mucho más profundo y propositivo que ese bautismo…
Podemos es la reacción que busca institucionalizar a los sectores emergentes que se oponen a la gestión neoliberal de la crisis, es decir los protagonistas de un cambio (mejor, antes que “crisis”) que empezó el 15 de mayo de 2011 en una manifestación y acampe en la Puerta del Sol, Madrid.
Podemos es un partido político que desafía al bipartidismo clásico PSOE-PP, proponiendo una democracia más participativa, alejada del dominio de los banqueros y las corporaciones.
Podemos es, según una encuesta del diario El País, la primera fuerza política en España, a un año de las elecciones generales en las que se renovarán 350 bancas de diputados y 208 del senado, con una intención de voto de más del 22%.

“Hay 6 millones de personas ahora mismo en paro. Más de 250 mil jóvenes han emigrado para estudiar o trabajar en otros países. Ha llegado a haber 500 desalojos diarios: personas que habían comprado una casa contrayendo una hipoteca con el banco en épocas donde había trabajo, y de repente se encontraron sin trabajo, y sin poder pagar la hipoteca. En España no es como en Estados Unidos, donde tú entregas las llaves: sino que tú entregas las llaves, sigues pagando la hipoteca, e incluso puedes pasársela a tus hijos”.
Amador Fernández Savater está sentado frente a diez personas en un bar del centro de Buenos Aires, en una charla que apunta a informar novedades del otro lado del hemisferio. “Así contado, parece una película de terror. Pero en realidad lo que está habiendo es una especie de aceleración del tiempo de destrucción del capitalismo, a una velocidad que no habíamos visto”, dirá.

Amador Fernández Savater.

Amador Fernández Savater.


Amador Savater es – además de lo que su apellido evidencia- editor, escritor, bloguero y militante dedicado a teorizar sobre los movimientos emergentes españoles. Viajó para relatar sobre Podemos en universidades y movimientos, pero la introducción que propone analiza la antesala del clima político español. “Ante ese escenario, hubo huelgas generales, los movimientos sociales habían intentado hacer convocatorias, pero ninguna había tenido un mínimo de energía. Eso es lo importante para entender lo singular del 15M y de Podemos: cómo desde lo político ya organizado no hubo manera de convocar nada interesante, desafiante, frente a la dureza de la crisis”.
La convocatoria que finalmente tuvo efecto comenzó a cocinarse, en cambio, a través de Democracia Real Ya, una plataforma independiente que ayuda a coordinar acciones globales de movimientos ciudadanos; en su quiénes somos se describen como “los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes”. La convocatoria tenía fecha: 15 de mayo de 2011. “La llamada hizo foco contra los políticos y los banqueros, como representantes de los ajustes para contener la crisis, y eso fue lo que aunó a la gente más allá de los partidos y los movimientos”, dice Amador.
Marta, integrante de Podemos de Barcelona, cuenta en primera persona: “Nunca había hecho nada político, pero creo que el momento era tan bestia y estaba tan indignada que cuando apareció la posibilidad de este movimiento me sentí impelida a participar. Estoy súper contenta de que haya esta fuerza, porque si no la indignación se te queda enquistada y no haces nada con ello”.
Savater recurre a sus teorías para explicar lo que Marta representa, y hace: “En la plaza lo que emerge es una “política del cualquiera”, en términos de Ranciere (Jaques, filósofo francés). En tanto que las plazas se organizan como espacios simbólicos y materiales donde se hacen esfuerzos permanentes por acoger a cualquier persona indignada con el estado de las cosas, fuera cual fuera su posición económica e ideología, sino que ponía de común lo que podía unir a la gente”. Lo que estaba naciendo, dice Savater, era un “nosotros nuevo”.
Sólo en Madrid salieron a la calle aquél 15M más de 20 mil cualquieras, y se calcularon otras 100 mil en el resto de España. “Después de la manifestación hay un grupo de 40 personas que dicen ´bueno, no vayamos a casa, vamos a hacer algo más´. Y acamparon en la Puerta de Sol. Fueron desalojados. Y días después se tomó la Puerta del Sol y las principales plazas de Madrid, y luego en otras plazas del país”.
¿Qué estaba pasando? “Es importante pensar las plazas como un lugar público de política y vida. Había campamentos, servicios de enfermería, de guardería, etcétera. Estábamos organizando ya la vida. Una pequeña ciudad dentro de la gran ciudad”.
La otra batalla urgente fue contra los desalojos: se creó la “plataforma de afectados por la hipoteca” para determinar los casos, situaciones y ayudas. “Se llegan a parar unos mil desalojos, y lo increíble fue que los cerrajeros y los encargados de desalojar se negaban a sacar a las gentes de sus casas. Metieron presos a bomberos porque se negaban a desalojar, decían ´ése no es mi trabajo´”, cuenta.
Estas organizaciones fueron tomando distintas formas y posturas, discusiones durante y después: “Lo interesante del 15M es verlo como una especie de cambio climático. Para nosotros no era una estructura ni un movimiento, sino que era como una nueva manera de hacer política. Y que podía darse en cualquier lugar sin llamarse a sí misma 15M”.

Bea es una joven de 20 y pico de años que integra Podemos desde su inicio en Barcelona. Desde ese su lugar relata su visión de cómo estas organizaciones del 15M derivaron, entre otras cosas, en un partido político: “Parte del movimiento social se había circunscripto mucho a hacer labor desde la calle y desentendiéndose de lo institucional. Y la política en un partido no tiene por qué ser necesariamente algo sucio. Lo que viene a decir Podemos es que el cambio social no solo va a poder hacer ese trabajo desde la calle y desde la denuncia sino que hay esa necesidad de que gente verdaderamente tenga voluntad de escuchar y trabajar para la gente dentro de los recintos”. También lo explica a la inversa: “El consenso de la ciudadanía en estos temas no se venía traduciendo en cambios reales”.
Vea, Marta y Luca de Guanyem y Podemos Barcelona.

Bea, Marta y Luca de Guanyem y Podemos Barcelona. Foto y entrevista: Julieta Colomer


Bea lo dice desde su pasado militante en movimientos sociales: “Muchas veces lo que hemos visto es que pasas cierto tiempo haciendo una recogida de firmas para una iniciativa, y luego eso se supone que se eleva y se lleva al parlamento y se desoye totalmente”. Ahora: “Lo que podemos brindar es toda gente que viene con un trabajo detrás, que son verdaderos expertos, que conocen la educación, la salud pública e incluso tienen propuestas concretas. Ahí es donde entramos nosotros: esa interlocución con los movimientos. Tenemos que construir un programa a elevar y para eso queremos escuchar propuestas”.
Podemos nació hace menos de un año como hijo declarado del 15M, con el objetivo inmediato de competir en las elecciones parlamentarias del 25 de mayo de 2014. Tuvo apenas meses de campaña pero supo cristalizar estos años de movilizaciones y discusiones. Llegó entonces con la propuesta de un programa redactado por “miles de personas”: “Era un manifiesto de cara a las elecciones europeas donde se recogían una serie de demandas del modelo productivo, la anticorrupción, el derecho a la vivienda, el trabajo digno, derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, en total diez puntos sencillos pero profundos que impulsaban candidaturas asentadas en un método de participación ciudadana”, resume Bea. La habilidad de Podemos no fue tanto la novedad de sus proposiciones – que van en la línea de muchas promesas llamadas “progresistas” y de “izquierdas” de distintos países-, sino la dinámica de su organización y la llamada convocante a la ciudadanía.
En las parlamentarias Podemos cosechó 1.245.948 de votos, el 8%, ubicándose como la cuarta fuerza, dando el batacazo : metió 5 eurodiputados, entre ellos la cara visible del partido, Pablo Iglesias, profesor de ciencias políticas.
Los cinco candidatos elegidos firmaron antes una acta de compromiso que materializaba eso del control ciudadano: su retribución mensual sería equivalente como máximo a tres veces el salario mínimo (645 euros), debiendo donar el resto del salario oficial a los proyectos del partido o “iniciativas, colectivos, asociaciones”; se comprometieron a una rendición periódica de cuentas al habilitar mecanismos de transparencia e información de fácil acceso, consultas directas por Internet y una oficina que tramite iniciativas populares; y otros pactos que resultan más evidentes – pero no lo son- como la independencia de cualquier corporación, y hasta el compromiso de viajar en transporte público siempre que sea posible.
Bea: “También se plantea en el partido la limitación de mandatos y la revocabilidad. Pero estas medidas no tienen sentido si no hay una ciudadanía detrás. Las dinámicas institucionales, los poderes económicos y lobbys de poder y prácticas muy arraigadas a la manera de hacer política hacen que se podría ver arrastrado cualquiera si no hay ese control ciudadano”. Luca, también de Podemos Barcelona: “Simplemente no se puede decir ´vamos a ser distintos´. No podemos ser tan naif y pensar que esto funcionaría sólo y sin más. Por eso este compromiso ético”.
 
-¿Cómo se sustenta Podemos?
Bea: “Con poco dinero: haciendo de la necesidad, virtud. No nos financiamos con dineros de los bancos, nos apoyamos en la colaboración de la gente. En la página hay un sistema de crowfounding a través del cual se solicitan recursos para el partido o para propuestas concretas. Y también de pequeños gestos. En la primera campaña no teníamos dinero para hacer propaganda, se hizo una carta para pedir el voto y la gente se lo imprimía en la casa y llenaba las escaleras del edificio”.
-¿Cómo se difunde?
-“Hay un apoyo desde el inicio en las redes sociales. Y una vez que nos dieron un eurodiputado, ya empezamos a salir en los periódicos, a partir de ahí empezamos a ver cómo la gente empezaba a preguntar, a participar, a enterarse de qué iba para apoyar aquello”.
-¿Cómo se organiza?
-“Estamos en pleno debate organizativo y demás, todo eso pasa por discusión a nivel telemático y ahí es donde tienen un papel importante los círculos, que son los espacios en cada ciudad y en cada barrio: cuidan lo presencial. Se hacen reuniones. Ya no es que son dos procesos en paralelo, el partido y los círculos, el uno enriquece al otro, y es muy necesario. En las reuniones cualquiera dice la suya y gente que esté más puesta puede traducirlas en lo que sea: organizar jornadas de debate, una denuncia… Están las reuniones y también se usó el fondo del salario de los eurodiputados para hacer 13 oficinas como espacios de contacto con la ciudadanía, para transmitir lo que se está haciendo y recibir propuestas”.
Podemos habilita, además, su plataforma digital para completar un formulario que permite presentarse como candidato a Secretario General, Consejo Ciudadano o Comisión de Garantías del partido, que debe elegir representantes de cara a las elecciones municipales. Según los requisitos, cualquier ciudadano inscripto en Podemos puede presentarse, él o junto a un equipo de personas, necesitando el aval de uno de los círculos organizativos de Podemos, que puede habilitar hasta dos listas cada uno.
En el proceso de elección, cada lista dará a conocer las actividades para difundir las candidaturas y sus contenidos programáticos; asimismo, el Equipo Técnico de Podemos se compromete a impulsar espacios y dinámicas de participación para visibilizar a los diferentes candidatos. Puede votar cualquier ciudadano inscripto en Podemos, por Internet o en mesas habilitadas. Los electos serán los candidatos más votados para cada órgano, independientemente del equipo al que pertenezcan, con una única corrección: se debe mantener un equilibrio de género, 50 y 50.
-¿Cuáles son los desafíos hoy?
-De momento se está haciendo la dinámica organizativa a la espera que nos dotemos de un modelo más oficial para todo el mundo. Hoy el desafío es asentar los círculos de distrito y confluir entre ellos: ahí están quienes tienen realmente lo que pasa en el barrio.
La implantación de Podemos a nivel municipal y autonómica, para presentarse a elecciones en cada ciudad, todavía no está desarrollada: recién el 2 de enero de 2015 el partido tiene previsto dotarse de secretarios generales y consejos ciudadanos locales y regionales.
Mientras tanto, sin esta formalidad han ido surgiendo distintas versiones locales que intentan replicar estas lógicas: Bea, Luca y Marta encarnan además a Guanyem (en catalán: Ganemos) la versión municipal de Podemos, nacida como círculo del partido en Barcelona. Guanyem es hoy una fuerza política con referentes y medidas propias: “La diferencia es que Guanyem nace mucho más de abajo, no es casual que las personas que se perfilan con liderazgos más potentes provengan de la plataforma de afectados por la hipoteca, tiene un enraizamiento con el tejido social de aquí pues es muy potente, de ahí puede salir algo con mucha fuerza”, dice Bea.
Podemos está entonces en plena organización interna: con fuerza y proyección nacional, se debate cómo replicar la experiencia en las distintas ciudades que ya tienen expresiones propias. Bea, desde Ganyem, disipa fantasmas: “La gente pide a gritos que no nos dividamos. Vamos a hacer todos los esfuerzos para dejar de lado nuestras diferencias y sumar para lo que está claro: en el caso de Barcelona, que este modelo de ciudad no nos gusta. Y eso lo sabemos los ciudadanos y por eso nosotros lo vamos a cambiar”.
Resta una pregunta, para no perder el eje: ¿qué sucede con las otras experiencias, movimientos y movidas que generó el 15M, además de Podemos? Volvemos a Amador: “El peligro es centrarse en un solo punto. Para muchos amigos es una idea problemática la de Podemos, como idea de tomar el poder como lugar de cambio; no porque no se pueda hacer nada interesante, que de hecho lo es, sino porque lo pensamos en términos de políticas ´multicapas o multicanales´. Multicapas es una política que actúa en muchas capas de la realidad: lo social, lo cultural, lo económico, lo político. La imagen que usamos es la de una mano, en la que cada dedo puede representar una de estas capas (el movimiento de hipotecas, los jóvenes que gestionan cultura independiente, los movimientos autogestionados, Podemos, etc.), que, en determinado momento, cerramos para golpear juntos en un mismo lado”.

Ni Gámez ni Chila: Vélez es marxista

El sábado 15 habrá elecciones en Liniers. La listas son dos: un expresidente y un exarquero. Pero como la política es amplia te planteamos otra variante: uno que lleva a la tribuna banderas con la cara del Ché Guevara. ¿Que es un delirio? Conocé la historia del Vélez de Mostar, un club formado por el Partido Comunista Yugoslavo, que brilló en los años del Mariscal Tito llegando a cuartos de final de la Copa UEFA.
El que dijo que la risa era una manifestación de la alegría ve caer su frase bestseller como una pelota que arrastra nieve. El periodista Matías Martin no sabe cómo disimular y sonríe: está absorto. Viernes a la noche. La TV Pública. El programa Línea de Tiempo. Está al aire. Delante, no tiene ni a Napoleón ni a Hegel ni a Jesús, pero el personaje al que entrevista habla como si fuera todos ellos a la vez. En la misma oración es capaz de vincular a la marihuana, a la tecnología, a Macri, a los goles, a las dictaduras, a las democracias, a los homosexuales, a lo normal en la vida, al presidente de Paraguay y a Vélez.
¿Cómo? Imposible saberlo, pero José Luis Felix Chilavert, quien se presenta como candidato a vocal en las próximas elecciones de Vélez, el próximo sábado, en donde se cruzará con la lista que preside Raúl Gámez, otro enorme hablador, se las arregla para tocar absolutamente todos los temas en una mezcla de silogismos que ni Aristóteles podría definir.
Pero, mientras el Chila –dicho sea de paso: un buen nombre para un guerrillero de novela- plantea que el modelo político que lo define es el de “dictador democrático”, hay una pregunta que quizás, y sólo quizás porque como arquero es imbatible, no podría responder:
– ¿Quién fue Savo Neimarovic?

Stari Most

Stari Most


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El mediodía lluvioso, en las calles de Mostar, en el corazón de Bosnia-Herzegovina, tiene pinta de nostalgia. Las paredes están grises, despintadas e, incluso, en algunos casos, todavía agujereadas por las balas de la Guerra de los Balcanes que, veinte años después, no se puede reparar en este país de Europa del Este donde el desempleo araña el 40 por ciento. El único color que pareciera existir es el del río Neretva, que tiene un tono más celeste que el de las playas cubanas. Pero no es el único: en una pared, aparece pintado en color rojo, con boina y todo, el Ché Guevara. A su lado, hay una inscripción: Red Army. El mural lo completa una estrella revolucionaria. Es el escudo del club de la ciudad: el Fudbalski Klub Velez Mostar.
Es decir: el Vélez marxista.
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Mostar, Bosnia Herzegovina

Mostar, Bosnia Herzegovina


Savo Neimarovic quedó en el medio del sándwich de la historia. En Mostar, sus dos pasiones andaban juntas: la militancia y el fútbol. Pero ese no es su sándwich. El Velez, llamado así un poco en referencia a una montaña de la zona y otro poco por el dios eslavo Veles, surgió como una necesidad. El Radnički Omladina, el establecimiento deportivo más grande de la zona, estaba prohibido. Los exjugadores del equipo censurado adoraban la pelota y decidieron armar una nueva estructura que pudiera sostener sus gambetas. En 1922, se juntaron y fundaron un club sin colores ni camisetas ni referencias. Daba lo mismo.
Pero tanto dio lo mismo que, un año después de su creación, Neimarovic, junto a otros compañeros del Partido Comunista Yugoslavo –en 1920, se había fundado la Liga de Comunistas de Yugoslavia-, de la delegación de Mostar y de Hercegovina, entró a una reunión y tomó el club. Desde ese día, hasta este día, sin resistencia alguna, el Vélez Mostar pasó a ser el equipo más grande de la zona y, además, uno de los pocos clubes marxistas del mundo.
La estrella de cinco puntos, el color rojo y carteles de Marx fueron las primeras referencias de un equipo que no esperaba, todavía, lo que sucedería. Porque Neimarovic, en 1923, ya sabía, desde 1917, de la existencia de la Revolución Bolchevique. De hecho, para ese año, todavía no había muerto Vladímir Ilich Uliánov, Lenin. Pero mucho menos sabía que, luego de la Segunda Guerra Mundial, su país, su ciudad y su club vivirían los mejores años de su historia bajo el mando del Mariscal Tito, en lo que se conoció como la Federación Socialista Yugoslava, que terminó en 1991, con la muerte de su líder.
Aunque, en el medio, la historia necesitó de más rebeliones. Porque, entre 1929 y 1934, bajo el reinado de Alejandro I, autoproclamado rey de Yugoslavia en esos años, prohibió la existencia del Mostar, justamente, por sus inclinaciones marxistas. El club siguió funcionando sin exhibir sus insignias, pero por lo bajo siguió llevando las banderas coloradas que Neimarovic había vuelto una religión. Hasta que apareció Tito y Velez, parte de una ciudad floreciente, lejana a la crisis económica actual, volvió a ser.
De hecho, entre esos años, el Mostar consiguió: salir campeón en 1981 y en 1986 de la Copa de Yugoslavia, salir subcampeón en 1972, en 1973 y en 1986 de la Primera Liga Yugoslava, y, en 1974, llegar a cuartos de final de la UEFA, perdiendo contra el Twente, de Holanda, que terminaría llegando a la final, cayendo frente al Borussia Mönchenglandbach, de Alemania. En un año que fue glorioso: tres jugadores del plantel formaron parte de la delegación que viajó a Alemania para participar del Mundial 1974. Ese fue su mayor logro en materia de resultados deportivos.
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Imágenes: NosDigital


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Mientras Gámez intentará ir por su tercer mandato (ya fue presidente entre 1996-1999 y 2002-2005) y Chilavert buscará armar su dictadura democrática –iría como candidato a presidente, pero no puede porque acusa, justamente, a Gámez de haberle sacado la antigüedad como socio que lo acredita a acceder a ese cargo- desde Liniers. Este sábado 15, el clima político será a todo trapo. Si ellos no te convencen, ya lo sabés: votá al Vélez marxista.

«Si no hay justicia, hay escrache»

Julieta Colomer es una fotógrafa argentina que militaba en H.I.J.O.S y era parte activa de la Mesa de Escraches Popular. Por las imágenes de este mecanismo de pedir justicia, expuso en el Museo Reina Sofía, de Madrid, y participó de charlas sobre la resignificación del espacio público. A su vuelta, invita a la reflexión sobre nuestra historia reciente y la compara con la realidad española.
Para la mayoría de los turistas que llegan a Madrid, el Museo Reina Sofía es lo segundo que se ve de la ciudad. A no ser que te subas a un taxi o a un auto particular para ir hasta donde te alojes en la capital de España, lo más probable es que – hayas viajado en avión o en tren o en colectivo – termines en la estación de trenes de Atocha, en pleno centro madrileño. Enfrente de Atocha está el Reina Sofía, uno de los museos más famosos y modernos de Europa. Allí duerme el Guernica de Picasso –la obra en la que el pintor español ilustra la salvajada de los bombardeos a esa ciudad durante la Guerra Civil – y varias otras joyas de Salvador Dalí y Joan Miró, entre otros. Mientras se recorre el primero de los cuatro pisos del Museo a las apuradas, porque la cita con la piel de gallina para ver el Guernica no se puede posponer demasiado, se pueden encontrar montones de obras seductoras que demoran el encuentro con Pablo Picasso. Exposiciones inesperadas. Por ejemplo: fotografías de los escraches que inventó H.I.J.O.S –Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio- en la década del 90’ para generar condena social en los vecinos de los represores, que sacaban a pasear su impunidad por los barrios mientras los amparaban los indultos, la leyes de Obediencia Debida y el Punto Final y, también, su apariencia de ancianos vecinos. “Si no hay Justicia, hay escrache”, era la consigna.

Negativos positivos.

Negativos positivos.


Las fotos son de Julieta Colomer, una fotógrafa argentina que militaba en H.I.J.O.S y era parte activa de la Mesa de Escraches Popular. “Es groso tener las fotos ahí. Son fotos que han estado en la calle, en centros sociales comunitarios, en predios que tomaron las asambleas post 2001. Han estado en La ideal en Villa Urquiza, en la casa de Cucha Cucha, que fue la casa que tomó la asamblea de La Paternal, en la olla de Callao y Corrientes. Post 2001, en la etapa de los cacerolazos, se había armado una especie de colectivo grande que unió a fotógrafos y documentalistas que se llamaba Argentina Arde. Y ahí hicimos muestras de fotos en la calle”, cuenta Julieta, a su regreso de Madrid, luego de pagarse el pasaje para ver sus fotos colgadas en las paredes del Reina Sofía y participar de distintas charlas. Las fotos estaban ahí porque formaban parte de una de la exposición que armó Marcelo Expósito, un español artista y activista social. A la muestra se la llamó Playgrounds,  porque trataba la resiginficación del espacio público, y se exhibió hasta finales de septiembre pasado. “Las fotografías de Julieta muestran la experiencia de los escraches desde dentro, a diferencia de otras visiones de tipo más periodístico o reportajista, constituyen documentos excepcionales de esa experiencia histórica vista desde su interior”, explica Expósito desde Barcelona.
-¿Cómo eran esos escraches de H.I.J.O.S?
-Los escraches apuntaban a la condena social. Fueron en su mayoría entre el 98’ y el 2006. Se laburaba dos meses en el barrio para construir ese consenso y esa condena social en los vecinos. Tenía diferentes partes. Primero una situación más cerrada, en la que H.I.J.O.S investigaba los legajos que conocía de militares y ahí empezaba la averiguación de si la dirección que figuraba en los legajos era actual. Después de ahí –cuenta Julieta Colomer- se trataba de pensar cómo sacarle la foto, porque lo interesante era hablar con el vecino pero también mostrarle que el tipo al que escrachábamos ya no era un joven, sino que la mayoría de los genocidas ya eran personas mayores, que pasaban como vecinos de tercera edad, y en muchos casos ya no se reconocían porque los legajos de la CONADEP son de hace mucho tiempo. Y al final, una vez que ya estaba el operativo hecho, se invitaba a la gente al domicilio para hacer el escrache al represor.
Los escraches de H.I.J.O.S fueron el instrumento para combatir la impunidad que encontró esta agrupación formada en 1995 por hijos e hijas de las víctimas del Terrorismo de Estado de la última dictadura militar argentina. En la Mesa de Escrache, además de militantes de H.I.J.O.S, había gente que se acercaba por las suyas: grupos de arte callejeros, alumnos de centros de estudiantes de los secundarios, gente del Sindicato de Motoqueros, o asambleístas de los barrios que estaba por pasar o por los que ya había pasado el escrache post 2001. Todo el laburo que le ponían a marcar la casa donde vivía un genocida con su familia, ante la indiferencia y el desconocimiento de la gran mayoría de los vecinos previo a que el escrache pasara por allí, tenía su fruto una vez que dejaban la zona. “Nos enteramos de varias situaciones en las que se tuvieron que mudar después de que pasamos, porque la familia no soportaba la presión de ser marcados. Sobre todo las esposas de los represores. Nos enteramos de algunos que se suicidaron. También hubo algunas reacciones de vecinos que acompañaban. Me acuerdo que en Villa Urquiza hicimos un escrache a un médico y laburamos con un jardín maternal. Al otro día del escrache, desde el jardín fueron y le tiraron pañales todos cagados. Nos encontrábamos ese tipo de reacciones”, cuenta Julieta, comunicadora social y fotógrafa de la Cooperativa La Vaca, para la que también realizó junto con Graciela Daleo, sobreviviente de la ESMA, un noticiero radial quincenal sobre los juicios de lesa humanidad que se están desarrollando en los tribunales federales de todo el país.
Imagen: NosDigital

Imagen: NosDigital


Además de testimoniar con su cámara el momento en que el escrache se hacía carne, o sea cuando se realizaba la movilización de vecinos a la puerta del escrachado, Julieta junto a otros compañeros de la Mesa de Escraches se encargaba de la inteligencia previa para generar ambiente y conciencia en el barrio. Así lo cuenta: “El operativo de sacarle la foto al represor era bastante complicado porque no podía abrirse demasiado. La mesa de escrache era un espacio heterogéneo y esa información la manejaba solamente H.I.J.O.S. Era un momento tenso el de la foto. Hubo uno que nos paranoiqueó mal. Habíamos ido con cinco compañeros en una especie de operativo clandestino que armábamos y ya de por sí era todo muy raro. Vivía en un pasaje muy chiquitito, tuvimos que pasar varias veces para ver cuál era la casa, eso ya nos botoneó un poco. Pero hicimos toda la movida para lograr que el tipo asomara la cabeza a la calle, porque necesitábamos sacarle la foto. Por lo general lo que hacíamos era llevarle una carta disfrazados, la idea era que saliera él, no su mujer ni un hijo ni ningún otro. Y no era fácil. Logramos que este tipo saliera y cuando le estoy por disparar la foto desde adentro de un auto, veo que me sacan una foto a mí desde la casa, de un piso de arriba. Entonces ahí fue como no entender nada. Fue decir dos palabras y subirnos todos al auto y nos fuimos. Mucha paranoia porque no sabíamos cómo se había filtrado. Nos dio miedo. Nunca nos había pasado”. La anécdota sirve para entender el laburo previo que había detrás de esos escraches y para comprobar que eran necesarios no sólo para construir condena social por la memoria de lo que esos genocidas habían hecho 30 años atrás con sus padres, sino porque muchos de los escrachados seguían en actividad. Y con poder. “El escrache ese se hizo dos años después. Fue muy raro porque era a un tipo que seguía en actividad, fue médico, obstetra de la brigada de San Justo, entregó bebes. El tipo nos jodió durante varios meses todo el laburo. Apenas llegábamos al barrio, la Mesa de Esraches hacía un mapa y durante los dos meses previos al escrache organizaba cine debate, charlas, volanteaba las plazas, todo para informar. También escribíamos una carta que la repartíamos por debajo de la puerta a los vecinos, para explicar por qué el escrache, quién era el escrachado en cuestión que vivía en ese barrio. A las pocas semanas el tipo escribió su propia carta, hablando bien de él a sus vecinos y diciendo que nosotros éramos violentos, vengativos. Hicimos pintadas y las encontramos al otro día todas tachadas. Eso fue una pelea en el propio territorio. Y una muestra de que el tipo seguía activo, operando. Hasta el momento uno no se imaginaba eso: que todavía mueve groso, que no es ningún boludo, que tiene su aparato. Para nosotros eran todos viejos que estaban retirados”.
El último escrache de H.I.J.O.S fue hace ocho años, en 2006. “Fue el más difícil que nos tocó hacer: a un comisario que estaba en actividad”, recuerda Julieta. Pero el final no tuvo que ver con eso, sino con el momento histórico que se vivía en la Argentina. En 2003, al asumir Néstor Kirchner, lo primero que hizo fue anular las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. “Fue un paso necesario e importante. La primera vez que un gobierno constitucional daba respuesta al reclamo histórico de los organismos de derechos humanos. Por ese entonces en la Mesa de Escrache se agudizó una discusión que había surgido años antes y que nos interpelaba a pensar qué entendíamos por Justicia. Existía una diferencia muy sutil pero tajante entre la idea de concebir el escrache como herramienta capaz de presionar para lograr el juicio y castigo y había otra idea que lo entendía como una construcción desde abajo y entre los vecinos: la construcción de condena social. A mi modo de ver ambas propuestas podían convivir pero no fue posible llegar a un acuerdo y la discusión terminó con la salida de H.I.J.O.S de la Mesa de Escrache. Esta situación complicó los mecanismos para seguir investigando a los genocidas. Por eso, ya a fines de 2006, se hizo cada vez más difícil la construcción de los escraches», explica Julieta, de 40 años. Fue ahí cuando los inventores del escrache dejaron de hacer escraches. Una modalidad que replicó rápido en varios puntos de Sudamérica. Y que el año pasado migró a España. Acaso por eso también estuvieron esas fotos colgadas en las paredes del Reina Sofía. “Los escraches han migrado a España en los últimos años, no como una reivindicación de la memoria, sino como una herramienta de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), con un apoyo social amplísimo. De hecho, los escraches practicados a los políticos responsables de la violencia sobre la población resultante del estallido de la burbuja inmobiliaria y la emergencia habitacional, han contribuido a señalizar con nombres y apellidos a los políticos cómplices del genocidio financiero, provocando con ello su fuerte deslegitimación”, cuenta Marcelo Expósito, el artista que armó la muestra en el Reina Sofía, quien divide su tiempo entre Barcelona y Buenos Aires.
La PAH es un movimiento social surgido en 2009, en Barcelona, que agrupa personas con dificultades para pagar la hipoteca o que se encuentran en situación de ejecución hipotecaria. En España, la subida del precio de la vivienda acompañada de un buen pasar económico, en lo que se conoció como burbuja inmobiliaria, provocó que sacar una hipoteca para vivienda fuera casi tan sencillo como ir al quiosco. Pero la burbuja un día explotó: desde la crisis económica que se desató en 2008, con el aumento del desempleo a más del 25%, se ha vuelto imposible para más de 350 mil familias pagar las hipotecas. Son los desahuciados, como se los llama en España, donde a los desalojos se los conoce como desahucios. Son los que se quedan sin la vivienda pero continúan con la deuda con el banco a cuestas aunque no disfruten del calor del hogar por el que deben pagar. “Los escraches efectuados por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca están estrechamente vinculados a los escraches argentinos, aun con las diferencias sustanciales en sus objetivos. También en el Estado español –cuenta Marcelo- se apela a la sociedad civil, se le reclama a la gente tomar posición. Son una apelación a la justicia desde abajo, sin ejercicio de violencia ni venganza, pero contundente en su condena social de los cómplices de violencia contra la sociedad civil”.
Durante su estadía en Madrid, Julieta Colomer dio una charla en el Patio Maravillas, un colegio que llevaba siete años cerrados hasta que se lo ocupó para transformarlo en el centro comunitario más grande de la capital española, junto con miembros de la PAH. “Ellos tuvieron la experiencia del 15M que fue similar al 19 y 20 de acá. El escrache que replicó allá, o que ellos tomaron, no es de víctimas de del franquismo sino que tiene que ver con un motivo económico. Tiene esas diferencias. Para algunos de allá, para otros no, pero sobre todo para las víctimas del franquismo que siempre remarcan que en España no se mira nunca al pasado, que no se ha hecho nada por esas víctimas, son importantes esas diferencias”, cuenta.  Marcelo Expósito retoma esos contrastes: “Aun así, desde hace quince años se desarrolla en todo el Estado español un potente movimiento por la recuperación de la memoria histórica, que si bien no ha hecho uso de la herramienta de los escraches, sí lo ha hecho de acciones contundentes con la continuada localización y exhumación de tumbas NN donde se encuentran todavía los más de cien mil desaparecidos fruto del crimen de Estado en los primeros años del franquismo. La influencia que el movimiento histórico por los derechos humanos argentino ha ejercido sobre este movimiento por la recuperación de la memoria histórica en el Estado español, ha sido enorme”.
El escrache español tiene el mismo fin que el que inventó H.I.J.O.S pero una impronta bien distinta. “Tiene que ver con la época también. Es una situación un poco más virtual. Hay mucho tuiteo, redes sociales. Pero ellos han logrado con los escraches frenar algunos desalojos. Y el tema de los desalojos es bestial: hay gente que se quedó sin la casa pero además tiene la deuda por 20 años. Es tremendo –cuenta Julieta- eso generó mucha rabia y canalizó en el escrache. Allá se señala a los diputados que frenaron la ley que ampara los desalojos. Lo que pasa es que la sociedad española no logró calar el escrache porque no les gustó eso de señalar con el dedo, de buscar condena social. No está bien visto a nivel social. Por supuesto que sí en los jóvenes. Y hay algunas excepciones: cerrajeros  que les tocaba ir a desalojar y se negaron”.
Este asesino vive en nuestro barrio. Julieta Colomer.

Este asesino vive en nuestro barrio. Julieta Colomer.


Frente a la casa del torturador. Julieta Colomer.

Frente a la casa del torturador. Julieta Colomer.


En el barrio. Julieta Colomer.

En el barrio. Julieta Colomer.


Conozca a su vecino. Julieta Colomer.

Conozca a su vecino. Julieta Colomer.


Condena social. Julieta Colomer

Condena social. Julieta Colomer


Juicio y castigo. Julieta Colomer.

Juicio y castigo. Julieta Colomer.


Redoblante. Julieta Colomer.

Redoblante. Julieta Colomer.


Stencil en la calle. Julieta Colomer.

Stencil en la calle. Julieta Colomer.


Torturador suelto. Julieta Colomer.

Torturador suelto. Julieta Colomer.


Verdad justicia memoria. Julieta Colomer

Verdad justicia memoria. Julieta Colomer


Volante. Julieta Colomer.

Volante. Julieta Colomer.

Represión en Plátanos

La protesta por los cortes de luz que ya arrancaron en la previa del verano tuvo represión de respuesta. Al sur de Berazategui con detenidos, palos y balas de goma.
En Plátanos Norte, Municipio de Berazategui, la modista del barrio tiene abierta una causa federal. También su hermano. Y el pibe de un par de casas más allá. Un adolescente de diecisiete años estuvo preso todo un día en la Comisaría 1ª de Berazategui. Otro de doce años recibió balazos de goma.
El jueves 30 de octubre no fue la primera vez que los vecinos de Plátanos Norte cortaron la calle: protestaban porque no tenían luz desde hacía tres días y para colmo los cables de electricidad, vencidos por el viento, habían caído sobre la calle y algunas paredes transmitían corriente. Pero ese día fue distinto. Mientras levantaban el corte que mantenían desde hacía una hora sobre la Avenida Néstor Kirchner (ex Mitre), una veintena de oficiales de la Bonaerense, encabezados por el comisario Juan Vicente Cardozo de la Comisaría 1ª de Berazategui, se bajaron de las camionetas Amarok nuevas que les regaló el Estado Nacional y empezaron a repartir palos a la gente que protestaba.
Ahora los vecinos del barrio están asustados. Hablan pero no quieren dar sus nombres, porque lo que vivieron el jueves 30 último los marcó duro. Los patrulleros siguen dando vueltas desde esa tarde. Se paran frente a las casas de la gente, saludan burlones. “Ahora este es el barrio más seguro de Berazategui”, ironiza un vecino. Es que nunca los policías pisaban el barrio. “No queremos dar nuestros nombres porque todavía está la presión de la Comisaría 1ª, que acosa a los pibes”, justifican.
Antes, ese mismo día, caminaron hasta un patrullero que recorría la Avenida Néstor Kirchner y les informaron que a las cuatro de la tarde iban a cortar la calle, para ver si en una de esas alguien se enteraba y los ayudaban, pero el aviso no pareció alcanzar.
Plátanos Norte es un barrio pequeño dentro de la localidad de Plátanos, al sur de Berazategui y a mitad de camino entre Capital y La Plata. Queda a 20 cuadras del centro del municipio, donde todo es limpio y ordenado. Desde las últimas callecitas de tierra del barrio se ven los campos y al fondo la autopista Buenos Aires – La Plata. En esos mismos campos verdes el Municipio del ex Ministro de Medio Ambiente Juan José Mussi instaló un basural ilegal. Los vecinos, con la ayuda del Foro del Río de La Plata, lograron hace menos de un año que la Justicia lo cierre.

Heridos por bala de goma.

Heridos por bala de goma.


Desde hace tres años cortan de vez en cuando la avenida que pasa por el costado de su barrio, porque siempre que llueve se les corta la luz y tarda días en volver. En el verano, la situación se hace invivible. En una ciudad que en cinco años pasó de tener un edificio alto a una cincuentena de ellos; donde se instaló una subestación eléctrica en contra de la voluntad de los vecinos para alimentar los parques industriales nuevos; que creció en cantidad de habitantes casi un 20% en cuatro años; con un gobierno municipal que invierte en countrys construidos en tierras fiscales y en embellecer la peatonal del centro.
La voz de los reprimidos
“Dos policías desde la vía del tren Roca empezaron a tirar piedras para generar disturbios porque estaba todo tranquilo y ya estábamos levantando el corte. Fue como en las películas. El comisario se le tiró encima a mi marido y con otros dos oficiales le empezaron a pegar palazos en la espalda. Él no estaba haciendo nada, es más, estaba ayudando a levantar el corte. Ahí lo detienen, mientras los policías seguían tirando piedras, empezaron a reprimir a todos. A un menor de diecisiete años lo re cagaron a palos, el nene venía de la escuela, lo agarraron al boleo. Es como dijo el comisario Cardozo, cuando esperaba en la comisaria que liberen a mi marido lo escuché: `tenemos a tres perejiles, así justificamos las balas´”.
“Había una pareja de discapacitados, mujeres embarazadas, nenes. A las mujeres las agarraban de los pelos, a los pibes les disparaban sin lástima. Se llevaron tres detenidos, uno este pibe que le pegaron, menor de edad y una señora de 45 años, la modista del barrio. Los tuvieron presos un día entero, y cuando salieron, nos enteramos que les abrieron una causa federal por cortar la vía. Hubo tres heridos con balas de goma, el pibe de doce años y otro muchacho. Se de otro pero no se acercó, están cagados porque andan patrulleros, les pasan despacito por al lado, hay una persecución psicológica. Todavía no pudimos juntarnos bien todos los vecinos después de esto porque hay gente que ni quiere salir de la casa, somos gente común de laburo, nos organizamos para protestar por un servicio que pagamos y no funciona. Tenemos derecho a protestar”.
“Eso fue la represión y ahora sigue la persecución. Es torturador vivir así. Es una forma de decirnos ‘no rompan las bolas, cuando se les corte la luz esperen tranquilos en su casa que algún día va a volver’”.
Esas conclusiones sacan los vecinos, a pesar del susto. Se viene el veranito en Berazategui, los cortes de luz se cuentan de a decenas y se prolongan días enteros. No es que se hicieron las obras para no tener más cortes de luz: la única diferencia con otros años es que ahora los habitantes de Plátanos Norte no saben si se van a animar a protestar.

Agua que no has de beber

Entre fotos y golpes certeros estomacales, NosDigital recorrió en bote zonas aún inundadas del Conurbano Bonaerense. Las lluvias terminaron, el agua no baja.
Acá se lee lo que no quiero escribir.
Se lee una masa de líquido que avanza adueñándose de todo. Se lee lo que es difícil de creer. Lo que es necesario de ver. Lo que se ve y tampoco se entiende. Se leen litros y litros de agua que son lluvia, rio, mar y lágrimas.
Acá se lee que las puertas ceden, las ventanas se aflojan, los muros no existen y la correntada entra. Que las cosas flotan desparramadas. Que la gente quiere flotar y se sube a botes y colchones inflables. Se lee que por las calles van y vienen gomones, van con velas, comida y agua mineral, vienen con nenes, abuelos, mascotas. Vienen con todo eso que el agua no deja volver a entrar.
Acá se lee lo que suena a literatura, a cine, a ficción. Lo que parece ser de otro, lo que sucede a tres cuadras de donde los autos transitan, a diez minutos de Capital Federal, lo que replica por gran parte del Conurbano. Se lee lo que se mira con cuerpo y ojos humedecidos desde la estación de servicio sobre Camino de Cintura que parece un campamento. Se lee con los pantalones arremangados, con campera impermeable, con mochila en la espalda, con los pies mojados.
Acá se lee que lo imposible un día pasa y te golpea el estómago, y te anuda la garganta. Que la realidad supera la imaginación. Acá se lee mirando al cielo que brilla soleado. Mirando el agua que sigue subiendo. Mirando al que está al lado, también mirando el cielo, también mirando el agua.

El agua llegó a superar 1,20 metros de altura.

El agua llegó a superar 1,20 metros de altura.


Vecinos convertidos en remeros.

Vecinos convertidos en remeros.


Imágenes: NosDigital

Imágenes: NosDigital


De gomón por las calles a 400 metros de Camino de Cintura.

De gomón por las calles a 400 metros de Camino de Cintura.


Partido de Esteban de Echeverría, Buenos Aires.

9 de Abril, Partido de Esteban de Echeverría, Buenos Aires.


Salió el Sol, el agua no baja.

Salió el Sol, el agua no baja.