Archivo por meses: agosto 2014

El guapo del barrio es un asesino

En la villa 20 de Lugano, Jonathan se subió a un auto que llevaba dos días abierto y con las llaves puestas, un policía lo frenó, señaló una bolsa donde había un arroz con pollo, gritó “ahí está el arma”, disparó y lo liquidó. Ese oficial se llama Rubén Solanes. Camina libre por la calle.

Hay un policía que se hizo muy conocido en la villa 20 de Lugano. Se anda haciendo el guapo por el barrio. Se llama Rubén Solanes. Se hizo rumorear que había dejado el barrio después de que los familiares de sus incontables víctimas hicieran públicas las denuncias. Se dijo que había estado preso. Estuvo detenido con sus excompañeros. Pero, por todas las descripciones, volvió y se hizo notar. No dejó de usar los “trofeos”, lo que les robaba a sus perseguidos. Desde la División de Robos y Hurtos de la Brigada de Investigaciones, se pasea en su Renault Fluence gris. Baja de su auto y prepotea. Camina sin uniforme, porque no lo necesita. Y mata.

En la masacre a Jonathan Mareco, Braian, Matías y Majo, persiguió al auto donde iban. Sin sirena, a los tiros. Podía ser un ladrón. Era un policía. Bajó cuando pararon, se acercó al Suran donde iban, abrió una puerta y los fusiló. Sabía que estaban desarmados. Si no, no se metía así nomás. Sabía que era impune, si no, no hacía esa barbarie. No murieron ahí. Con su compañero, “El Indio”, persiguió a Jonathan y Majo disparándoles. Jonathan murió después de tambalearse una cuadra y caer desmayado en un pasillo oscuro donde se iba a esconder. La sangre marcó el camino por donde media hora después lo encontró su mejor amigo. Murió en el hospital. Majo corrió en otra dirección. Lo ayudaron abriéndole la puerta de una casa, en otro pasillo oscuro. Está peleándola en el hospital. Braian moriría al poco tiempo. Quedó en el auto agonizando. A Matías, su medio hermano, lo metieron en la Suran para ver cómo había quedado Braian. Está preso en José C. Paz, sin paso por comisarías ni alcaidías. Está casi sin habla por lo que vivió, porque vio la muerte.

“Yo los conocía de nombre. Son los de la Brigada, escuchaba. Si había pibes robando, Solanes les sacaba las cadenitas, los celulares”, contextualiza Yoana, hermana de Jonathan, otra de sus víctimas fatales. “Son sus trofeos”, dicen en el barrio. “Si te fijás, andan con una cantidad de cadenas de oro colgando. ¿El sueldo de policía les alcanza para eso?”, marca Rosa, otra hermana de Jonathan. Son sus trofeos, y los enrostran. A un amigo de Jonathan lo había agarrado fumando un porro y lo tiró al piso y le empezó a dar patadas. El pibe pensaba que lo iban a matar.

Con otros tres compañeros suyos, se paseó por el santuario que hicieron los amigos de Jonathan y pateó una silla. Otro día, uno de los cuatro invitó a pelear a los chicos. “Tengo una bala para cada uno”, les dijo, mientras los insultaba.

“Yo escuchaba el nombre del famoso Percha”, dice la madre de Yoni. Percha es Rubén Solanes porque a algunos de sus muertos, les tiraba una percha encima. Rubén Solanes, Percha, aunque no coincidieron temporalmente, “es de la escuela del Indio”, dice Angélica Urquiza, madre de Kiki Lezcano, que estaba con Ezequiel Blanco cuando Daniel Veygas y otros policías los mataron. El Indio le decía a Kiki: “Voy a ser tu sombra”. Le decía a Angélica: “Cuídelo, le puede pasar algo malo”. “Si alguna vez trabajaste para ellos, ellos siempre están detrás tuyo”, le dijo un joven al diario El Argentino.

En 2002, Percha fusiló también a dos chicos de 17 años, Daniel Barboza y Marcelo Acosta que estaban fumando porro en las “canchas de los huérfanos”, con toda la gente alrededor: los hizo arrodillar y les disparó. Se animaron a declararlo los que lo vieron desde un monoblock. Por su prontuario, por su fama, por lo que Percha mismo había construido, ya lo conocían.

Hace dos meses, se bajaron tres personas de un auto blanco con vidrios polarizados y empezaron a dispararles a los pibes que estaban ahí. Estaban jugando a la pelota. Uno es el sobrino de Yoana, que recibió dos disparos en la pierna. No puede jugar más al fútbol. Dejó el colegio. Ahora se metió en la droga. Otro chico murió. “La familia es tan humilde que no pudo hacer nada”, se lamenta Yoana, que está segura de que eran los de la Brigada de Robo y Hurtos.

Hasta un compañero suyo fue su víctima, dice Rosa. Uno de los fusilamientos lo había sacudido. No lo aguantaba y se había decidido a hablar. Percha simuló una persecución, se le acercó por la espalda y le disparó en la nuca. Cuando cayó, le pisó la cabeza y le dijo: “¿Viste que no ibas a decir nada?”.

Hay hasta comisarios que dicen tener miedo. ¿Será el miedo lo que hizo que reincorporen a Percha a la Federal después de haber sido condenado por un homicidio simple? ¿Si comisarios le temen, qué queda? ¿De verdad le tienen miedo o son sus mejores herramientas?

A una madre también le pegó un tiro en la cabeza, sigue enumerando Rosa. Ella no paraba de pedir justicia por su hijo asesinado por el Percha.

CORREPI denuncia que en la comisaría 52, cuando él era jefe de calle, practicaban torturas como submarino seco.

En el mismo barrio tres policías federales mataron a Camila Arjona, en 2005, mientras tiroteaban a un joven que se había negado a ir a comprarles cocaína. Es el único caso con condenas. Esta vez, no estaban Percha ni Indio.

Percha es uno de los policías, de la institución que se tome en la Argentina, que se ganaron el apodo de “Mataguachos”, como José Antonio Peloso, de Fiorito, que hace gala de sus muertos y anda mostrando el arma por el barrio, ya retirado. Los mueven de un lugar a otro cuando conviene. Después vuelven.

Más de 3 mil muertos tienen en sus espaldas las fuerzas de seguridad argentinas desde que volvió la democracia. Más de tres mil, sin contar los reales enfrentamientos.

“Se sienten dios porque matan y no pasa nada”, sintetiza Ricardo, hermano de Jonathan Mareco.

«Para la policía acá los pibes son nada»

Palabras con todo el amor y la bronca de la madre de Kafé González. Se cumple un año desde que el policía Horacio Gómez lo mató de un disparo en la nuca.

Por Miriam Pereyra

Hoy 16 de agosto hace 12 meses que murió mi amado hijo. Hoy 16 de agosto es un día en el cual debo hacer un gran esfuerzo para mantenerme en pie… Debí luchar entre quedarme en la cama o levantarme, es un día en que nada tiene sentido para mí. Es un día en que la angustia y el dolor por la ausencia de mi amor me paralizan. Me acosté llorando y así me levante, siento el dolor comiéndome las entrañas, siento bronca, dolor, angustia, tristeza, tristeza, mucha tristeza. Estoy haciendo la misma pregunta de siempre: ¿por qué?, ¿¿por qué??. Pero acá estoy, luchando contra el dolor, contra el miedo de saber que no abrirá mi puerta, que no lo veré llegar con su sonrisa, con su alegría, que el 21 de agosto no me dirá «¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMI!!». Hoy es un día de lucha, de lucha contra la depresión, de lucha contra las ganas de morir, ¡¡porque hoy quisiera estar muerta!!, hoy mi máscara de fuerte se desarmó, hoy no puedo pintarme una sonrisa. Soy una madre llena de dolor, los recuerdos hoy me castigan sin piedad, los recuerdos de aquel maldito día 16 cuando él murió. Los recuerdos llenos de alegría, de amor, de ternura, de sentir su calor, su voz, su risa, aquel último 16. Nunca más lo olvidaré. No podré festejar mi cumpleaños… ¿¿como podría??, si ese día 21 de agosto también me recuerda el final de la vida de mi hijo. Nadie podría imaginarse el dolor que siento hoy. Recuerdos…recuerdos… destruida, destrozada, recordando a mi amado hijo en un cajón. Recordando a mi amado hijo. Hoy voy al cementerio, porque hace 12 meses que mi amado hijo murió. 12 meses que el policía Horacio Gómez le quitó la vida a mi hijo de 17 años, le disparó en la nuca. Lo mató como si fuera nada para él. Para él era nada, para la policía acá los pibes son nada. Ellos les disparan cuando quieren, los matan cuando quieren, la policía tiene derecho a todo. Somos pobres y yo creo que tampoco existe la Justicia para los pobres. Horacio Gómez mató a mi hijo Walter Alejandro Gonzalez, si la Justicia existiera él tendría que estar pagando por la muerte de mi hijo.

Tratar la trata

«La nena que estaba parada en la esquina» es una obra teatral que buscar concientizar sobre la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. Desde la ficción, interpela las miradas desentendidas e invita a involucrarse.

  
     
La idea de la obra no es la historia de la nena o de la madre. Es la historia de tres mujeres, que de repente se encuentran con esto y no hacen nada al respecto. Es en un punto lo que nos pasa a todos, en algún momento nos roza el tema sea yendo por la calle y viendo los papelitos de propaganda pegados. Nos está tocando por algún lado y es muy difícil activar.

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Tres mujeres atadas de pies y manos, cada una, a una silla. Los ojos vendados. Una madre que, violentamente, quiere averiguar qué pasó con su hija. La nena está muerta. Recibió dos tiros queriendo escapar de una red de trata. “¿Cómo fue? Ustedes estaban ahí. No hicieron nada. ¿Quién mató a mi hija?”. Así empieza la obra.

La trata de personas es considerada una forma moderna de esclavitud. Según la Ley 26.842, se entiende por trata de personas el ofrecimiento, la captación, el traslado, la recepción o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional, como desde o hacia otros países. Establece como una de sus modalidades la trata con fines de explotación sexual, “cuando se promoviere, facilitare o comercializare la prostitución ajena o cualquier otra forma de oferta de servicios sexuales ajenos”. Esta ley deroga y amplia la vigente desde 2008 y fue sancionada en diciembre de 2012, luego de que se diera a conocer el fallo que absolvió a los trece imputados en el caso judicial de Marita Verón. Entre sus modificaciones, se cuenta la ampliación de las penas, se obliga al Estado a brindar asistencia médica y psicológica gratuita a las víctimas, otorgar capacitación laboral y ayuda en la búsqueda de empleo y a colaborar en la incorporación de la víctima en el sistema educativo. Por otro lado, el consentimiento dado por la víctima de la trata deja de constituir causal de eximición de responsabilidad penal, civil o administrativa de los responsables. Las principales víctimas de la trata con fines de explotación sexual son mujeres, niñas y niños. Es un delito internacional de lesa humanidad por constituir una violación a los derechos humanos.

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Florencia Santángelo pide un café chico y comienza la charla. Es la directora de “La nena que estaba parada en la esquina”, la obra que desde julio hasta finalizar agosto, se presenta los domingos en el Teatro La Mueca (Cabrera 4255). Es también psicóloga y profesora de teatro en una escuela de la Provincia de Buenos Aires. Florencia estaba cursando clases de dramaturgia cuando en 2012, absolvieron a los implicados en la causa de Marita Verón. Ella fue junto a sus hermanas a la movilización que se convocó. Ya venía escribiendo la obra, pero explorar el tema desde el teatro le empezó a interesas cada vez más. Después llegó el momento de buscar información, ver películas, juntarse con chicas de la organización Pan y Rosas y tener una entrevista personal de la Oficina de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata

La obra fue mutando hasta llegar a ser la versión que hoy se ve en el escenario. Pero se mantuvo la idea de situarla temporalmente en los primeros años de la década actual.

–         ¿Por qué?

–         Ahora el tema está mucho más instalado, si bien hay gente que continúa estigmatizando a la víctima, hay más información y conciencia sobre la problemática. Hace diez o quince años, se conocían menos los mecanismos y primaba más el “no meterse”. Ese fue el pensamiento que quise reflejar en la obra. Creo que ahora está cambiando, empezamos a desnaturalizar algunos discursos y prácticas que reproducen la subordinación y la violencia contra las mujeres. Igual todavía falta, por cosas como las que hablamos siempre con el elenco, por ejemplo: los papelitos en la calle, por Corrientes es terrible.

Es justamente por los años en que está situada la obra que Naciones Unidas elaboró el  “Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños” (2000), ratificado por Argentina en 2002. Pero para que hiciera eco en una política de Estado, en un cambio de perspectiva de la práctica judicial y en la concientización de la sociedad faltaba mucho. O todavía falta. Por nombrar solo un aspecto, la connivencia policial y judicial continúa operando. Por otro lado, al día de hoy, no existen en Argentina cifras estadísticas oficiales sobre este delito, solo de los casos judicializados. El Ministerio de Justicia de la Nación dio a conocer algunos números: 3.166 víctimas de trata con fines de explotación sexual fueron rescatadas desde la sanción de la ley 26.364 hasta el 30 de junio de 2014.

A pesar de que en la actualidad la trata como actividad criminal organizada continúa encubierta e invisibilizada en nuestro país, Argentina es considerada pionera en la persecución del delito de trata de personas: en 1913, sancionó la Ley Palacios – impulsada por el diputado socialista Alfredo Palacios – la primera en proteger las víctimas de explotación sexual y esclavitud, además de penalizar a los responsables. Frente a los legisladores, Palacios alegó que la explotación del cuerpo de mujeres y niñas tiene una base económica. Y citó una estadística basada en entrevistas a cinco mil mujeres de “vida airada”: casi tres mil de ellas afirmaron que “habían llegado a la prostitución por absoluta carencia de medios de subsistencia”. Es decir, “por miseria”, agregó el diputado. En 1999 en conmemoración a la sanción de esta ley, se estableció el 23 de septiembre como «Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres y Niñas/Niños”.

Para Florencia, el objetivo principal es que se hable cada vez más del tema, que se tome conciencia para generar herramientas de prevención y de lucha. Y encontró en el teatro un canal privilegiado para interpelar la sensibilidad. Sin embargo, el camino no estuvo falto de obstáculos. Desde el momento de la gestación de la idea hasta el escenario pasaron varias etapas. Un año atrás, Florencia empezó a juntarse con las actrices principales para charlar de la obra. Un tiempo después llegaron los casting y la convocatoria al resto de los actores. Lo que vino más tarde la directora lo define en una sola palabra: “ensayar, ensayar y ensayar”. Durante el verano se definió la sala y comenzó una nueva etapa: buscar escenógrafo, vestuarista, fotógrafo para el tráiler.

–         Al momento de poner la obra en escena, ¿qué dificultades se encontraron?

–         Lo más difícil es acordar horarios con los actores porque todos trabajamos de otras cosas. Después el tema económico es bastante importante, nosotros estamos esperando el subsidio Proteatro, Fondo Nacional de las Artes y esas cosas. Montar una obra implica afrontar muchos gastos, desde la sala, las luces, el vestuario, las horas de ensayo. Tampoco es tan fácil encontrar sala con las características que buscamos y a eso se suma la gran oferta de obras que hay en la Ciudad contrapuesto a la poca cantidad de espacios donde montarlas.

La problemática a la que se refiere Florencia se enmarca en la carencia de políticas estatales de promoción de espacios artísticos y culturales. Por el contrario, lo que se intensifica son políticas de desfinanciamiento, mercantilización del arte y cierres de centros y bares culturales.

–         ¿Y cómo lo afrontaron?

–         Nosotros somos una cooperativa. Quizás yo afronté más gastos porque sentía que me correspondía por haber impulsado el proyecto, entonces cuando faltaba cubrir algo, trataba de hacerme cargo yo. Pero todos pusimos lo nuestro. Es la primera vez que dirijo, pero hace muchos años que hago teatro, desde muy chica, y no es fácil encontrar un elenco donde se copen con todo. Esta cosa de que te llama uno y te dice: che, se me ocurrió que podemos ir a averiguar para hacer funciones en tal lado, o podemos invitar a tal persona. Estamos todo el tiempo comunicándonos y todos aportan ideas, eso es buenísimo. Tenemos esa idea de que no es solo ir y actuar, es un grupo donde todos tenemos que aportar.

Cuando termina la obra y llega bajar del escenario, Florencia y los actores sienten que los espectadores se van con sensaciones en el cuerpo: “En todas las funciones la gente sale diciendo: Qué fuerte. Generás algo en el espectador y eso era lo que nosotros buscábamos. Hace unos domingos, después de la obra me fui a cenar con unas amigas y estuvimos casi toda la cena hablando del tema, debatiendo, eso está buenísimo. Yo no soy quién para hacer una bajada de línea directa, pero sí me interesa que se hable del tema. Que se instale un poco, que la gente hable, aunque digas algo que quizás no estoy de acuerdo, pero que se hable, que no sea tan tabú, está muy tapado siempre”

–         La nena está muerta, ¿esa situación tan fuerte también fue buscada para movilizar?

–         Hay casos que terminan bien, y bien es una manera de decir, pero yo quería, no para que el espectador se quede angustiado, pero sí por decir: mirá, esto es una mierda. Que te vayas con esa idea de que esto es lo peor que puede pasar o uno de los peores finales. Buscamos en un punto ese choque con el espectador.

De lo que sí hay certezas es que el país es lugar de origen, tránsito y destino de la trata. Según los organismos internacionales, en el mundo, alrededor de 21 millones de personas son víctimas de la trata bajo cualquiera de sus formas y se estima que cerca de la mitad son niños y niñas. En Argentina, el 98% de las víctimas son mujeres (niñas, adolescentes y adultas), que caen principalmente a través de los mecanismos de engaño (falsos empleos o agencias de modelos, por ejemplo) y de secuestro. La explotación sexual de las mujeres es un problema de desigualdad de género, subordinación social  y sujeción de la sexualidad y el cuerpo femeninos.

Fuentes y más información:

http://www.jus.gob.ar/noalatrata.aspx

http://www.rattargentina.com.ar/

http://www.fundacionmariadelosangeles.org/

http://www.mpf.gob.ar/protex/

Los supuestos normales

«Todo aparenta normal» se anima a cantarle a lo establecido y darlo vuelta para jugar a otra realidad. La música como plataforma para filosofar sobre la vida cotidiana.

El film transparente abraza la caja. Se desprende suave. Deja libre la silueta que de verde llega a rosa, que desde la tierra conecta con la mirada. La tapa se abre hacia la izquierda. Una nueva solapa. En letras azules, sobre fondo negro, reza: Hijos del mundo. Esta vez, la mano se mueve para la derecha. Hacia la profundidad de la caja se sigue camino. Nicolás Alfieri, Lucas Barzan, Juan Pablo Alfieri y Alexis Koleff aparecen entre sombras. Por debajo, la línea de un cardiograma lo atraviesa todo. Es una señal: estamos vivos. Las letras aparecen en forma de tarjetas engalanadas por imágenes. En el fondo de la búsqueda un cielo de algodón decora la recomendación previa al play:

“Se recomienda escuchar este disco en un estado de profunda armonía…”

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La banda está sentada en una mesa del barrio de Congreso. Lejos de su Don Torcuato natal, lejos del 2009 que los vio nacer. Todo Aparenta Normal fue durante una noche, Todo Aparentemente Normal. “Fue el primer escrache, al otro día lo cambiamos. Tenía un mente de más”, recuerdan mientras se arranca el mate.

–   ¿Por qué “aparenta”?

–  Creo que el hecho de estar tocando, de estar arriba del escenario te da cierta libertad que la vida cotidiana, donde uno se rige por normas, no. Si bien estamos hablando de música y hay patrones, el universo que se plantea ahí arriba se expande mucho más. Uno puede fingir ser alguien que no es, aparentar ser una cosa o aparentar ser quien es. Jugar un poco con ponerse y salirse de un mismo personaje. Casi desde la actuación. No somos una banda que hace un show de acting, pero uno arriba del escenario puede jugar a ser un personaje.

 –  ¿Y en ese juego dónde entra la aparente normalidad?

– La normalidad entra en un mundo en común de mínimamente dos personas, se establece. Dos personas se ponen de acuerdo y dicen qué es lo normal. Dos personas, una sociedad, cien millones. Es una convención. Ahí entra un poco el juego que tiene el nombre, pensar ¿qué es lo normal?

–  En este juego aparente, ¿son más normales arriba del escenario o abajo?

–  Arriba: Somos. No sabemos qué somos. Y abajo, tampoco.

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Nicolás, Lucas, Juan Pablo y Alexis bucean las palabras. Sonríen en la búsqueda. Sonríen aunque el mate está violentamente lavado. Sonrieron, seguramente mucho, con la boca amplia y los ojos achinados, cuando en el 2011 sacaron su primer disco: Diferente. Y largaron carcajadas de profundidades viscerales cuando el verano que pasó, después de estar quince días juntos componiendo, se materializó su segundo disco de estudio: Hijos del mundo.

El proceso de grabación fue filmado desde la intimidad por los hermanos Dawidson. El resultado es un documental que puede verse en Internet, junto a muchos otros videos de la banda.

–  Uno es músico y su fuerte es el audio, pero no podemos renegar que el paradigma musical cambió mucho. Antes para una banda la imagen no tenía por qué valer, nosotros no podemos dejar de darnos cuenta que hoy la imagen es re importante. Tener videos subidos a YouTube es recontra importante y que te conozcan a través de las redes sociales. Uno negocia esa parte, es importante: estamos de acuerdo.  Después uno puede entrar en un paradigma más filosófico, ¿qué es más importante: el sonido o la imagen? El sonido. A ninguno de nosotros nos importa que nos conozcan en la calle, que conozcan nuestra música es lo más importante. Tenemos en claro que lo nuestro es el sonido. Nosotros lo que hacemos es música y la música entra por las orejas, no por los ojos. Después, nos tenemos que adecuar al tiempo en el que se vive y hoy en día todo es mucho más visual que antes.

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“Hijos del mundo es aquel que descree de toda frontera humana y geográfica. Aquel que se sabe finito y portador de energías que trascenderán su propia existencia, como el amor. Que esa conciencia de su propia muerte no lo destruye ni lo debilita, por el contrario, lo construye, lo fortalece, le da sabiduría. Le enseña el valor del tiempo, del ruido y del silencio. Lo hace saberse tan necesario e insignificante como el animal, la planta o el propio aire que respira”

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–  El origen de todo esto nació en la composición del disco. Surgió esa ideología de “hijos del mundo” y una concientización a ciertas cosas. Mucha charla con amigos, entre nosotros. Muchos momentos.

–  ¿De qué charlaban?

–  Filosofía barata. Muchas cosas en común sobre el manejo de nuestra especie humana con el planeta. Desde los papeles que están tirados en el piso hasta la compra de territorios en la Patagonia. ¿Qué hace al ser humano dueño de la tierra? El ser humano es hijo de la tierra, ahí nace todo ese rollo que siempre hablamos. Fue un concepto que quizás nosotros terminamos de desarrollar a la hora de pulir los temas. Era algo que se venía gestando pero empezó a tomar la fuerza necesaria cuando estaban los temas ahí, ese hilo conductor aparecía mucho.

–  ¿Qué relevancia le dan a la palabra?

–  Me parece que uno es músico y además deja cierto mensaje. Uno es como un comunicador, entonces está bueno aprovecharlo para cosas buenas. Darse el lugar de volver a las apariencias pero también usarlo para bien. Es una forma de agradecer, si uno puede decir algo y que otros lo escuchen, vamos a decir algo que nos interese decir.

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“Tal vez preferimos callar, para que hable el silencio. Eso que tus ojos no ven, sin alma es fósil el cuerpo. No habrá condena más existencial que la propia existencia. ¿Sabes domesticar la ausencia con sangre en las venas?”

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–  Igual, a nosotros lo que nos molesta es encuadrarnos. Pero también hablábamos de un personaje. Nuestra conciencia está, las palabras y las cosas que decimos las sentimos pero eso no es que no nos va a permitir ser otros en el escenario, que la letra sea en tercera persona o que la letra sea verdad. Sí lo importante es ser verdaderos y que lo que esté plasmado sea algo con lo que nosotros nos sintamos identificados, que estemos en unión con ese mensaje. Si llega de la manera que tiene que llegar, si llega de otra manera, si se entiende o no se entiende, tiene que ver más con el receptor que con el comunicador. Y eso también está buenísimo, que se interprete la canción por un lado que no tenía nada que ver con el sentido original.

Todo Aparenta Normal le escapa por todos lados a los márgenes que encuadran. “¿Rock alternativo por qué? Y, porque hacemos rock, pero la canción va a alternar para donde nos pida. Si hacemos una chacarera esa chacarera va a ser rock. Son etiquetas, están mal pero lamentablemente hay que usarlas”. Y vuelven sobre sus palabras: “Nos cuesta mucho identificarnos con un sonido. Sí obviamente reconocemos que tenemos herramientas de un montón de bandas, pero no queremos sonar como nadie, nuestra apuesta es sonar como nosotros. Es la apuesta de toda banda, no estoy diciendo nada raro”.

En el cuerpo las etiquetas aprietan cuando vuelve a aparecer una sonrisa, esta vez pícara “Uno tampoco puede decir escúchame si querés. Qué mayor información a la pregunta de ¿qué tipo de música hacen? que decir: escuchala”.

Y abren una puerta, que sugiere estar en profunda armonía, antes de dar el primer click.

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El plan para cerrar Centros Culturales

Desde Parque Patricio a Palermo y San Telmo, la actividad de los centros culturales es ilegal para la Ciudad de Buenos Aires. Nunca ilegítima.

Si sos vecino de Villa Crespo, Barracas, La Paternal o Parque Patricios tenés que saber que el gobierno porteño quiere que tengas cinco centros culturales menos. Los que llevan adelante estos espacios van a hacer todo el papeleo posible para que te falten sólo por un tiempo y volver rápido a la marcha, pero por ahora la Ley no los favorece.

Si sos del resto de la Capital no te relajes demasiado, que los espacios culturales cercanos también están en riesgo. La cultura es un derecho y la Constitución de la Ciudad lo reconoce, sin embargo no hay una sola ley que nuclee todas las actividades que pueden hacerse en un centro cultural: para funcionar hay que pedir una habilitación para, por ejemplo, tener un teatro independiente. Si un día se da una clase de yoga, o si simplemente la gente se pone a bailar en medio de una obra con música, el espacio va a estar por fuera del marco de la ley y puede ser clausurado.

Bebidas sí, tango no

Eso mismo les pasó a El Café de los Patriotas, en La Paternal, cuando a principios de julio de utilizaba el lugar para dar una clase de tango. Entre los pasos sinuosos, ahí cuando los ochos empezaban a salirles a los alumnos, los inspectores del Gobierno de la Ciudad tocaron a la puerta. Sin esperar respuesta entraron y clausuraron el bar porque la habilitación era sólo para “expendio de bebidas y comidas”.

Mariano Viceconte, miembro del Movimiento de Centros Culturales y Artísticos (MECA) y de centro cultural El Quetzal ubicado en Palermo, explica esta modalidad: “Hay distintas leyes de habilitaciones y vos podés ir usando combinaciones de ellas, así más o menos vas cubriendo las actividades que tenés. Los trámites son muy engorrosos y muy caros. La verdad es que hay que tener una sola ley para que cada actividad pueda hacerse y cada vez más en todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires”.

Las leyes actuales no contemplan ni de reojo la naturaleza múltiple de los centros culturales, fueron sancionadas mucho antes de que estos espacios empezaran a florecer en Buenos Aires, post crisis del 2001. Pero no es solamente la Ley lo que complica la existencia física de la cultura en la capital, si no también la voluntad política. “Este gobierno esta clausurando espacios culturales ilegítimamente, porque la realidad es que las clausuras que se vienen sucediendo no fueron por problemas legítimos, están pidiendo cosas que no tenemos que tener mismo por la ley que hoy en día está rigiendo” puntualiza Mariano.

No hace falta remontarse hasta la represión para barrer a la Sala Alberdi, o, diez años más atrás, al brutal desalojo del Centro Cultural y Social Almagro en Medrano 473. Sólo el mes que pasó Vuela el Pez (Villa Crespo), el Centro Cultural Victor Jara (Parque Patricios), Compadres del Horizonte (Barracas), La Casa de Teresa (Villa Crespo), El Café de los Patriotas y otros diez centros culturales más fueron clausurados. Sin gendarmes ni balas, pero dejando a cientos de vecinos sin las actividades que allí realizaban.

40 mil firmas

Existe una ley alternativa. Varios centros culturales nucleados en MECA dieron el primer paso hace dos años, pero fueron obstaculizados en la Legislatura, que no le dio prioridad al proyecto. Este 2014 lo empezaron con una propuesta renovada: una ley que busca 40 mil firmas para ser presentada como iniciativa popular.

Mariano cuenta que ya tienen 25 mil firmas y que “lo que nosotros estamos pidiendo en esta nueva ley es que la zonificación de este tipo de actividades sea amplia para que nosotros podamos tener en todos los barrios centros culturales. Pedimos la gratuidad del trámite para todas las entidades sin fines de lucro, porque entendemos que al ser algo que está queriendo darle cultura a la gente no tendría que tener gastos para hacerlo”. Además agrega que este proyecto de ley adapta los requerimientos legales a las necesidades de espacios independientes y mantiene las exigencias de seguridad e higiene previstas en otras leyes vigentes.

Varios de los centros culturales van a poder reabrirse, apelando y esquivando la burocracia de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), organismo que sabe higiene pero no de cultura ni de la dinámica de esos espacios. 15 mil son las firmas que faltan para que los centros culturales tengan, al menos, la posibilidad de dejar de visitar a la AGC todos los años. 15 son los centros cerrados en sólo un mes. En estos lugares podes firmar:

La Casa de Árbol – Fitz Roy 2483, Palermo.

Casa Presa – Valdenegro 2636, Villa Urquiza.

El Quetzal – Guatemala 4516, Palermo.

Rincón Casa Cultural – Rincón 1330, San Cristóbal.

Señor Duncan – Av Rivadavia 3832, Almagro.

Club Cultural Matienzo – Pringles 1249, Villa Crespo.

Archibrazo – Mario Bravo 441, Almagro.

Multiespacio Pasco – Pasco 689, Balvanera.

Vuela el Pez – Av Córdoba 4379, Villa Crespo.

La Vieja Guarida – Guardia Vieja 3777, Almagro.

El Emergente – Gallo 333, Almagro.

Teatro Mandril – Humberto Primo 2758, San Cristóbal.

El Surco – Av Boedo 830, Boedo.

La Brecha – Juan de Garay 2900, Parque Patricios.

La Senda – Thorne 493, Parque Chacabuco.

La Bisagra – Av San Juan 1826, San Cristóbal.

San Nicolás Social y Cultural -San Nicolás 162, Floresta.

Mu. Punto de Encuentro – Hipólito Yrigoyen 1440, Congreso.