Archivo por meses: junio 2014

El jugador

Todos esos partidos que no pudo ver de chico porque vivía en Tucumán y la tele ni los transmitía, Rubén Lobo hoy los recrea al detalle con el Winning Eleven: “Hago que los arqueros hasta usen rodilleras, como antes”.

Rubén Lobo es uno de los percusionistas folclóricos más distinguidos del país. Colaboró con medio mundo de la música nacional y ha estado sentado tocando la batería detrás de artistas como Mercedes Sosa, León Gieco, Rubén Blades o Pablo Milanés. Ahora, en cambio, está sentado delante de la computadora en el fondo del PH en el que vive en Villa Pueyrredón, entretenido con un jueguito del fútbol. Toca el teclado con la misma concentración que si fueran corcheas y afina el oído: busca que los nombres que aparecen debajo de la pantalla coincidan con los que nombra el relator. El partido que juega Lobo no es cualquiera: es el Racing-Independiente que se jugó en 1941. A eso juega él en su imaginación y en su computadora: edita los equipos, los uniformes, los escudos, los jugadores –sus habilidades y su físico- para recrear los campeonatos argentinos de 1935 en adelante.

Si lograba fantasear eso en 1951 en las veredas de Tucumán, a los ocho años, cuando empezaba a mamar algo de la herencia futbolera y musical que le pasó su padre, ¿cómo no va a poder hacerlo ahora, que la tecnología todo lo puede? “Para explicar este hobby nos tenemos que remontar a mi niñez. En Tucumán iba a ver los partidos de la Liga con una señora que me llevaba a la cancha, era una de las primeras mujeres que se animaba a cantar y a llevar banderas a la cancha. Entonces ahí nace la pasión y la ilusión por el fútbol. Mi papá escuchaba los partidos de Buenos Aires por la radio. En la esquina de mi casa teníamos una cervecería. Entonces les pedíamos a cambio las chapitas de cerveza y gaseosa. Yo las coleccionaba: como tenían distintos colores, las hacía de un equipo. La Bills, por ejemplo, era amarilla y azul oscura, entonces era Boca. Así iba formando los equipos y en el suelo, con una pelotita de madera, yo armaba los once y jugaba. Aparecieron las figuritas y así iba poniéndole nombre a cada chapita. Ponía un reloj despertador de tres minutos, que era lo que duraba un tiempo. Relataba y transmitía el partido”.

hugo lobo

Lo que en 1951 era el producto de la ilusión futbolera de un niño que trata de recrear como su imaginación lo desee los partidos de fútbol que se juegan a 1200 kilómetros de distancia ahora se llama Winning Eleven. Y Lobo lo descubrió en 2004, hace diez años. Desde que se dio cuenta que aquel juego infantil podía ser remplazado por el que ahora se juega en la PlayStation, entendió que era una oportunidad para darle vida a todos los apuntes de fútbol que coleccionó en estos años de fanatismo. Porque además de hacer sonar los parches para tantos discos en los que grabó como sesionista, Lobo también abrazó otra pasión redonda: la pelota. Y a ese entusiasmo lo llevó al máximo: coleccionó publicaciones y se armó un propio archivo con la historia del fútbol: planteles, resultados, goleadores, todo. Porque le gusta coleccionar: eso también se entiende si se ven los dos muebles repletos de videos y discos y revistas que tiene en su living. Videos y revistas que alternan entre la música y el fútbol, claro. Una videoteca que formó a Hugo Lobo: hijo de Rubén, alma de Dancing Mood y tormpetista de la hinchada de Atlanta. En esa colección también comprobó que el fútbol y la música andan juntos: Carlos Napolitano, el padre de Pappo, fue centroforward de Argentinos, Almagro y Atlanta en la década del 30.

Todo ese archivo (Fútbol- historial del profesionalismo, Fútbol- Historia y estadísticas, Un siglo de fútbol argentino) de a poco se va digitalizando de una manera curiosa. Los jueguitos de fútbol tienen la opción de editar. Y jugar a armar tu propio equipo, remera, escudo. Eso fue haciendo Rubén en el poco tiempo libre que le apareció en esta última década. “Yo hago lo mismo que hacía con las tapitas: juego campeonatos desde 1935 con todos los equipos que voy armando según los jugadores de esa época. Juego todos los partidos de cada fecha. Por eso me lleva tanto tiempo un campeonato. Para mí consiste en que el partido que se juega tiene que tener el resultado que fue realmente. No juego para ganar o perder: si salió 3 a 1 tengo que tratar de que termine 3 a 1. Ese es el juego; no jugar y salir campeón. Lo más difícil es que hagan los goles los jugadores que hicieron el gol en ese partido. Igual, si yo tengo a Arsenio Erico siempre va a hacer un gol. O Evaristo Barrera, que era de Racing, también va a hacer un gol. Porque yo los armé de una manera que siempre van a hacer un gol. Porque les puse las habilidades según la estadística que yo tengo. En definitiva es eso: no sé si es lindo, feo, interesante. Pero es mi juego”.

hugo lobo

-¿Cuál pasión prendió antes, la del fútbol o la música?

-Mi pasión por el fútbol es paralela a la música. Es un buen matrimonio: no se molestaron ni se quitaron tiempo. Cuando me dediqué mucho a la música hubo un lapso en el que el fútbol quedó relegado. Estaba al tanto por los diarios, pero no tan metido. Si no hubiera sido músico, me habría gustado ser futbolista o bailarín. Mi historia de músico, así como las chapitas y la cervecería, también tiene que ver mucho con lo que me rodeaba: mi papá era baterista, mis tíos cantaban. La música fue por herencia y también se las pasé a mis hijos.

Jugar a que juega al fútbol es una imagen que se repite en la vida de Rubén Lobo. Durante los ocho años que vivió en Aruba por un proyecto musical, además de formar una amistad con el Pato Pastoriza, la gloria de Independiente que en esa época dirigía la Selección de Venezuela, se dio el gusto de jugar al fútbol en un equipo de músicos de buen nivel futbolero que hasta se animó a hacerle partido a la selección juvenil que iba a competir a la Concacaf -la Confederación de Fútbol de Norte y Centroamérica-. “Yo jugaba porque me querían, igual, porque como jugador siempre fui buen baterista”, aclara. Hasta lesiones de futbolista tuvo, aunque nunca jugó más que amateur: en esa práctica ante la selección juvenil fue a trabar con la pierna floja y se cortó los ligamentos cruzados. El dolor no le impidió nunca darle al pedal del bombo en todos estos años. Para acompañar a su mujer y a su hijo también cada tanto se daba una vuelta por Atlanta: “Me hacía la ilusión de que era jugador. Ya de grande, eh. Iba a los entrenamientos, una vez me invitaron a jugar pero la rodilla se me puso así. Entonces dí una vueltita a la cancha con los jugadores, pero sólo de fantasía”. La casa de los Lobo, cuando llegó a Buenos Aires en los 70, fue arropando a algunos de los futbolistas que llegaban de Tucumán a Buenos Aires, como Gabriel Puentedura o David Millicay, que se fueron agregando a la banda de asado y guitarra.

En los últimos años, con más tiempo desde la muerte de Mercedes Sosa, Rubén Lobo decidió poner todos los conocimientos que absorbió de los parches en estos cincuenta años de trayectoria al servicio de las nuevas generaciones: da clases de percusión en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y en la carrera de tango y folclore del Conservatorio Manuel de Falla. Allí tampoco puede separar la música del fútbol: mientras les toma lista a sus alumnos, si aparece algún apellido que coincide con el de alguno de todos los futbolistas que tiene en la enciclopedia futbolera que lleva en su cabeza, pregunta:

-¿Vacareza, vos sos algo del que atajó en Temperley en el 40?

Con sus alumnos nunca llegó a atar ningún cabo, pero sí hizo llorar de emoción a un gasista de apellido Zubizarreta que andaba seguido por su casa y, de curioso, al ver tantos libros y revistas de fútbol, se animó a contarle la historia de un abuelo que tenía el pico fácil para la bebida pero también aseguraba haber sido amigo de las redes en sus años mozos. Rubén agarró el archivo, revisó y comprobó que hubo un Zubizarreta que fue goleador de Talleres de Remedios de Escalada en la década del 30.

A Rubén Lobo el tiempo libre no le sobra: está a punto de sacar el primer disco que lo tiene como protagonista, cantante, y no como músico invitado. Se llamará «La voz de los parches», un nombre que resume su medio siglo de carrera de éxitos y perfil bajo. Igual, se las ingenia para cada tanto viajar a 1941 y jugar alguna fecha de la primera rueda del campeonato de ese año. “Esto ya tiene 10 años, desde 2004. Mis hijos que eran los que jugaban a estos jueguitos me decían que estaba loco cuando empecé. Tardaba tres meses para armar un campeonato. Pensá que en diez años jugué cinco temporadas, arranqué en 1935. No sé hasta cuando voy a llegar”. Encima, no sólo recrea la Primera del fútbol de acá: también juega según el orden cronológico los Sudamericanos –la vieja Copa América- y los Mundiales. Y cada vez que termina una fecha escribe en una hoja de cuaderno los resultados, las posiciones y los goleadores, como si fuera el diario del lunes. Por eso es que le lleva tanto tiempo. “Es de los mejores percusionistas del país, es increíble que vengan a hacerle una nota por esto. Tendrían que ver la dedicación que le pone cada vez que encuentra un ratito libre”, nos dice la mujer en el living, antes de despedirnos. Lo increíble, creemos, no es sólo el hobby: es que ese sea el hobby de uno de los mejores músicos del país. Pero Rubén Lobo tiene una explicación:

-Para mí era inalcanzable ver los jugadores de acá cuando era chico. Iba a verlos a River, Boca, Independiente en Tucumán cuando hacían partidos amistosos. Hubo muchos partidos que yo había escuchado que fueron históricos. Entonces ahora me hago la ilusión de que lo puedo ver, que ese fútbol que no ví, esos jugadores que no ví están ese partido que estoy jugando ahora.

hugo lobo

«Te pueden quemar por ser homosexual»

Daniel Arzola es un artista venezolano, creador de la campaña viral «No soy tu chiste», contra la homofobia y toda forma de discriminación y violencia hacia lo «diferente». 

Por una calle de un barrio de Maracay, Venezuela, camina un chico de 15 años. Se llama Daniel, tiene la piel morena, rasgos amables, cejas tupidas y ojos intrigantes. Va solo, pensando en un libro de Neruda que leyó hace algún tiempo. Vuelve de la escuela o quizás de lo de un amigo. Sumergido en el silencio de la tarde, dobla a la esquina y ve a un grupo de chicos sentados en la puerta de una casa. Vecinos suyos. No los mira, pero tampoco baja la cabeza. Escucha que le gritan algo. “Maricón”, “niña”, da igual. De reojo, percibe que se levantan y empiezan a caminar hacia él. Apura el paso y cuando ya los siente en la nuca, le viene un latigazo de los talones que lo empuja a correr. Pero lo alcanzan. Lo tiran al piso y le sacan las zapatillas. Entre dos lo vuelven a levantar y lo llevan hasta la esquina. Daniel se resiste, pero son demasiados los brazos contra él. Lo atan a un poste y entre risas filosas le tiran petardos a los pies desnudos. A Daniel se le caen las lágrimas, pero no llora. Ni se resigna. Como estimulado por el calor del fuego, se anima de fuerza y logra desprenderse para empezar a correr.

“Yo crecí con la necesidad de tener algo para defenderme, aprendí a correr mientras me perseguían”.

***

Daniel Arzola hoy tiene 24 años, es el creador de la exitosa campaña “No soy tu chiste” y un artista reconocido en los cinco continentes. O, como le dijeron alguna vez, “artivista”, por la fusión entre el arte y el activismo. Después de que le robaran y le rompieran todos sus dibujos se “bloqueó”. “Volví a dibujar cuando me enteré que hay gente que corre con menos suerte. Yo logré escaparme de eso, no tengo marcas en el cuerpo ni nada. Pero un chico de mi ciudad fue a un liceo a pedir cupo y le dijeron que no aceptaban homosexuales, y unos compañeros de clase lo bañaron en gasolina y lo prendieron fuego. Le quemaron el 70% de su cuerpo y quedó vivo. No fue cubierto por ningún medio. Si esto hubiera pasado en otra parte del mundo, ya tendríamos un musical y una película sobre Ángelo Prado. Pero como paso en Venezuela y en Maracay, nadie sabe quién es. Ni que en pleno siglo XXI te queman por ser homosexual en algunas partes del mundo”. Esa misma semana, Daniel fue al cine a ver “Cloud Atlas”, una película de Lana y Andy Wachowski. “Tiene una pareja homosexual como protagonista, una historia muy hermosa que termina en tragedia. Yo estaba en el cine y toda la gente se estaba riendo porque eran maricas. No importaba el dolor. Se reían porque son maricas. ¿Cuál es el chiste? Llegué a casa e hice un dibujo con todas esas emociones, nadie tiene derecho a lastimarte por ser diferente. Ahí empecé con la filosofía de la campaña. Tenemos derecho a ser diferentes y a ser tratados con el mismo respeto”. El nombre fue ‘No soy tu chiste’”.

daniel arzola

Daniel subió los primeros afiches a su blog – “eso no me lo podían romper” – y de pronto se encontró con que lo habían compartido 150 mil veces. A los seis meses, la campaña ya había llegado a un millón de personas, incluyendo un país de cada continente: “Cuando me escribió gente de Japón, no podía creerlo. Después de Inglaterra, un escritor e ilustrador famoso que se llama Neil Gaiman, que ha escrito para Dr. Who, compartió mi campaña en su tumblr y fue increíble. Y después, el 8 de octubre Madonna colocó en twitter que ama mi campaña y… Aquí estoy”. Ese “aquí estoy” representa el reconocimiento en el mundo y en su país – que necesitó del señalamiento externo para poder verlo –, que la campaña ha sido realizada en 20 idiomas y que su obra se ha convertido en una herramienta de lucha contra la homofobia y otras formas de discriminación y violencia. Por todo eso, Daniel está entre los ocho activistas del mundo seleccionados para asistir al Amsterdam Pride Event: “Me llamaron para decirme que me habían postulado, por haber visto mi trabajo. Entonces me hicieron una entrevista y me preguntaron si hablo inglés, y yo todo lo que sé de inglés lo aprendí de jugar a la Nintendo. Pero al final hablé mejor de lo que esperaba. Al tiempo me llamaron y me dijeron ‘fuiste seleccionado’. Soy el único latinoamericano en el grupo. Fue super increíble. La idea es intercambiar sobre la realidad que viven las personas LGTBI en los distintos países. Cómo se vive en los países en que es ilegal tu forma de ser. Y voy a exponer la campaña en inglés I’m not a joke”. Venezuela se encuentra en los últimos lugares en cuanto a derechos para parejas del mismo sexo con respecto al resto de América Latina: siguen sin reconocerse las uniones de hecho, el matrimonio o la posibilidad de adoptar, lo cual vulnera el derecho a la igualdad ante la ley. Pero la discriminación no hace mella solo en este vacío legal, sino que permea todas las dimensiones de la vida social, en especial la de la política. En referencia a Henrique Capriles, el diputado chavista Pedro Carreño dijo: «Responde, homosexual (…), acepta el reto, maricón». A un lado y al otro, las expresiones homofóbicas se han instalado como forma de atacar y denigrar a otro políticamente.

Antes de su viaje a Holanda planificado para el 27 de julio, Daniel estuvo en Buenos Aires y expuso sus obras en el Senado y en Casa Brandon. La invitación le llegó el año pasado, pero el tema del traslado demoró las cosas. El reconocimiento no siempre es remunerado: “La respuesta de la gente es muy bonita. Casi todos los días recibo una carta de alguien. A la vez siento impotencia, porque hay gente que cree que porque salgo en los medios, puedo ayudarlos, pero no tengo el poder para hacerlo. Me escribe gente para que vaya a dar charlas en escuelas de otras partes del país y me gustaría, pero necesito dinero para poder hacerlo”. De lo que no hay dudas, es que a Daniel el arte le cambió la vida.

– Mi relación con el arte empezó desde chiquito. Cuando era pequeño no me solía comunicar con las personas, si alguien me agradaba le hacía un dibujo. Siempre he tenido dificultades para socializar, mientras el resto de los niños jugaba, yo prefería leer. Esto va a ser un poco cliché, pero me encerraba, me escondía en un closet a dibujar. Creo que eso fue lo primero. La poesía, la escritura, la literatura. A mí me cuesta mucho entender a las personas, porque tengo problemas de empatía, todo lo interpreto de modo literal. Yo me enteré que la gente mentía como a los 15 años recién. Y es muy fuerte porque mentir es muy fácil, abres la boca y ya. Entonces empecé a encontrar todas las respuestas en la poesía, y cuando escribía sentía que le podía poner nombre a cada cosa. Lo que me ayudó a llevarme mejor con las personas fue El Principito, porque sentía que era un personaje que veía al mundo como yo, que tenía que preguntar todo para entenderlo, y que si no me lo decían, no lo iba a entender nunca.

– ¿Cómo fueron esos años sin dibujar?

Venezuela tiene un gran problema con las diferencias, si perciben que eres distinto, te atacan, esto va desde lo político hasta que seas mujer y no te vistas de rosado, no te maquilles. Eres rara, eres extraña, marimacho, rústica. Si eres hombre y no juegas beisbol también te tildan de que eres homosexual. Entonces yo tuve una adolescencia bastante conflictiva, y en un ataque me robaron y me rompieron todos mis dibujos. Y yo me bloqueé, no pude dibujar más por mucho tiempo. Pero luego empecé a dibujar en mi computadora porque si me lo rompían, imprimía otro. Uno no decide cuándo ser la víctima, pero sí puede decidir cuándo dejar de serlo.

¿Qué sentiste cuando la campaña se volvió masiva?

Fue completamente increíble. Yo siempre habia pensado que una sola persona puede cambiar muchas cosas y que los derechos no pertecen a las mayorías, sino a cada individuo. Yo empecé esto sin ningún tipo de presupuesto, en mi habitación en Maracay, entre apagones. Cada uno puede cambiar su entorno. Viendo qué hace falta.

¿Creés que hay más apertura hacia estos temas en Venezuela?

– Creo que va a suceder, sea por las razones correctas o incorrectas, como que se lo utilice como panfleto político para conseguir votos. Pero las iniciativas que han surgido en Venezuela han sido populares, de la gente, no del gobierno. Es triste que el gobierno venezolano tenga expresiones homofóbicas, que cada vez que quieren descalificar a alguien de la oposición le digan “maricón”. El respeto es un derecho humano, no depende de si estás o no conmigo. Creo que sí hay una conciencia que se despertó y creo que la lucha por la sexodiversidad es la lucha que corresponde a nuestro siglo, es un derecho que le debemos a generaciones pasadas, a personas que hoy tienen 60 o 70 años y vivieron su vida sin derechos.

Daniel se mantiene en movimiento, pero con calma, y cada una de sus palabras genera un eco que te hace vibrar la piel. Tiene un tacto sensible, una mirada prístina y sus reflexiones parecen estar más cerca del latido de la realidad: “El prejuicio en la historia ha sido un solo monstruo de mil caras y todos tenemos prejuicios, el asunto es cómo los utilizás para pasar por encima de los derechos del otro. Nos tenemos que acercar a nuestra humanidad”.

 daniel arzola

El jardín de los invisibles

Un jardín de infantes del sur de la Ciudad con más de 680 chicos tiene problemas de luz, agua, calefacción y espacio. La insólita charla con funcionarios de la Ciudad y el día que apareció un caballo en el patio.

En la Ciudad de Buenos Aires hay un barrio precario que fue creado hace veinte años sobre los terrenos de un antiguo depósito de autos abandonados, con la contaminación que esto implica para la tierra y su gente: el barrio Ramón Carrillo en Soldati. Desde entonces la Escuela Infantil N° 4, donde los vecinos mandan a sus hijos, sufre por mantenerse en pie. Los chicos, que llegan a ser 680 entre los dos turnos, se cruzan en el horario de almuerzo y faltan aulas. A ese colapso se suma la calefacción que solo a veces arranca, la electricidad que se corta y deja sin agua al comedor y los baños.

La base no está

En diciembre de 1990, el barrio Ramón Carrillo nació con 700 viviendas carenciadas que habían sido expulsadas del ex Albergue Warnes para poner en su lugar un supermercado Carrefour. El flamante asentamiento fue construido en dos meses sobre los restos de un ex depósito de autos, cuya herencia es un suelo contaminado con sustancias tóxicas que desprendieron durante años las baterías y la chatarra automotriz. “Hay casos de chicos con plomo en sangre, y eso lo vemos en las infecciones de piel de algunos alumnos”, afirma María José, docente de la escuela.

Ir al jardín puede cobrar tintes de travesía. Desde la estación Mariano Acosta del Premetro siguen unas cuadras que suelen estar anegadas por un barro que impide mantenerse en pie sin resbalarse. Entonces llega la escuela, con su aspecto más bien carcelario: rejas sobre la puerta, otro enrejado de alambres de púa en la parte superior; demuestran los conflictos que hay entre la institución educativa y el barrio.

Cuarenta y cinco minutos alcanzaron para que brotara la cotidianeidad del colegio. Las autoridades enseguida alegaron: “Necesitan la autorización de la directora para poder hablar con las maestras y sacar fotos. Ella tiene que llamar a la supervisora y le tienen que dar el visto bueno”. Ningún miembro de una institución educativa puede hablar con la prensa sin previa aprobación oficial, dicta la ley. Pero la realidad iba a desbordar el silencio de los protagonistas.

Minutos después de un cambio de hora, en el que aparecieron sucesivamente varios grupitos de maestras con sus alumnos yendo de acá para allá en ese extraño espectáculo de “orden”, donde los nenes juegan en el reducido espacio que la fila le permite, apareció un representante de Infraestructura del Ministerio de Educación porteño junto con el arquitecto del edificio de la escuela, para reunirse con la vicedirectora y dos maestras. El motivo: ver cómo solucionar la falta de agua, luz y gas que tiene el colegio.

Parados alrededor del escritorio de dirección, las docentes hicieron las descripciones de siempre, como si fuese una exposición grupal en el aula. Le comentaron lo que pasa día tras día en las aulas, en los baños, en la cocina. Ante cada embate de ellas, el funcionario respondía con palabrería burocrática: “Y, falta agua porque el barrio creció mucho y consumen más”, “sí, eso habría que solucionarlo” o la famosa “pasa que se construyó mal desde el principio”. De pronto, la conversación fue interrumpida por una trabajadora de la cocina que se acercó y bajó a tierra los idas y vueltas: “No hay luz en la planta. Van a tardar en venir las viandas”. El funcionario se quedó sin palabras.

Un caballo en el patio

María José, o Monona, maestra, decide hablar porque “me defiende el gremio”, es delegada de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y siente que con eso le escapa a esas represalias que los demás prefieren esquivar: “Hace un año y medio que la cocina no funciona, y la comida llega en unos contenedores hecha desde la central, muchas veces fría o hecha un masacote”. Y agrega “Tenemos muchos problemas: no podemos usar el patio, porque hace más de un año que no terminan de poner el piso y si los chicos se llegan a caer de un juego se pueden romper la cabeza. En una plaza lo hacen en dos días, pero acá, como no lo ve nadie, no les interesa. Una vez llegamos y en el patio había un caballo”.

Después, de un salto pasa a describir a un colegio desprovisto de servicios elementales para su funcionamiento: “El tema de la calefacción está en prueba, porque si conectan la calefacción, salta la luz. Hoy estuvimos todo el día con camperas. Los chicos estuvieron sin venir una semana y media por decisión de los papás, hasta que fuimos con ellos a la Legislatura a reclamar en persona, y ahí vinieron a conectarla, pero es un sistema de caldera que funciona con agua, un gran problema en todo el barrio. En lo que va del año, seis días no hubo agua, y dos días enteros no tuvimos luz. Hoy, para que hubiera luz, lo que no hubo fue calefacción”.

En aquella reunión en la Legislatura se pidieron doce aulas acondicionadas, pero hicieron ocho y de esta manera hay cuatro salas del turno mañana que se superponen con las de la tarde. Las docentes no saben qué hacer hasta la hora de comer. Desde el año 1996 que están en el nuevo edificio y recién desde este año se usan las aulas nuevas, aunque no fueron inauguradas siquiera. De marzo a hoy, algunas ya tienen manchas de humedad y algunos baños tienen pérdidas o directamente no funcionan.

“Nos dijeron que no hay planos de la obra del colegio, que nadie los tiene, porque en los terrenos de la escuela figura un gran baldío. Supuestamente somos un espacio verde”, dice María José, harta de sentirse invisible.

El contexto

Los chicos ya perdieron 9 días porque el GCBA no pudo garantizar las condiciones necesarias, ya sea por falta de luz, agua o calefacción. El jueves 19 de junio, mientras Buenos Aires amanecía con temperaturas cercanas al bajo cero, la escuela del barrio Ramón Carrillo, nuevamente, no tenía calefacción. Los docentes, acostumbrados a esto pero no por ello resignados –todavía- cortaron las avenidas Mariano Acosta y Castañares para ver si obligaban una reacción. Mientras el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires suele mostrar su cara de víctima por pérdidas de días lectivos cuando se suceden las tomas por estudiantes o huelgas docentes, la escuela pierde clases por una ineficiencia en políticas públicas que se reproduce en toda la zona sur de la ciudad.

Mientras se está por completar el segundo mandato del PRO, el presupuesto para Educación en el 2014 va de la mano de los anteriores: de más de 12 mil millones de pesos destinados, el 16% se utiliza para subvencionar la educacación privada, mientras que solo el 1,8% a infraestructura de los colegios públicos. La Escuela Infantil N° 4 del D.E. 19 y su larga lista de problemas materializa la destrucción y el abandono programado. La esperanza tal vez resida en que el gobierno recuerde a este colegio enclavado en el barrio marginal de Ramón Carrillo con algún fin electoralista de cara al 2015. Entretanto, la Escuela Infantil cobra vida siempre que se puede, empujada por la fuerza de voluntad de un plantel docente que se niega a dejar en ruinas a una institución desdeñada.

Desalojados por la fábrica de cáncer

Para electrificar parte del Roca el Municipio de Quilmes pretende instalar otra subestación eléctrica en el sur, donde ya existen otras dos de comprobada contaminación electromagnética sobre el cuerpo humano. Buscan desalojar a 17 familias que empiezan a organizarse.

_MG_7345En el Municipio de Quilmes se encuentra la subestación eléctrica Sobral que ya enfermó a más de 300 personas, muchas de ellas fallecidas. Ahora, a cuadras de allí el mismo municipio se propone construir otra subestación tóxica, y esta vez con un condimento especial: tienen que desalojar 17 familias para poder hacerla.

Estas familias viven en un predio de unas 10 hectáreas pegado a las vías de la Línea General Roca, a pocas cuadras de la estación de Quilmes. Algunas viven hace más de 30 años ahí, desde que el ferrocarril les cedió esa tierra para construir a algunos de los obreros que trabajaron en su construcción. Hasta ahora vinieron construyendo sus casas con total legalidad, hasta que hace dos semanas el municipio les tocó la puerta y les dijeron que en un mes se tienen que ir.

Los antecedentes

Beatriz agarra el micrófono y se envalentona. Explica ante sus vecinos reunidos en la Plaza Onda Verde que “más allá de que los que estamos adentro del predio sigamos o no viviendo, acá la cuestión es que no coloquen la subestación”. Sus pares la escuchan, la aplauden y van pasando el micrófono para que todos expongan su opinión. Están reunidos para organizarse y encarar la lucha que se les viene. No sólo las familias que viven dentro del predio están presentes, si no las de varias manzanas a la redonda: el eje es la subestación, no el desalojo.

Con la información de los vecinos que sobreviven a la Subestación Sobral en Ezpeleta (Municipio de Quilmes) y la Subestación Rigolleau en Berazategui, estos quilmeños se enteraron de los daños a la salud que las ondas electromagnéticas generan. Esta fue de la única información sobre el futuro de su salud que recibieron, ya que las autoridades municipales sólo se limitaron a describirles las magníficas obras que van a construir en su barrio.

“Los vecinos no nos enteramos de la forma en que corresponde, en algunas casas tiraron volantes que de casualidad alguno que otro miramos”, cuenta Julia, que vive fuera del predio. “La primer presentación que se hizo en la Casa de la Cultura estuvimos tres vecinos y ahí se presentó todo el proyecto. Nos quedamos sorprendidos porque de la noche a la mañana nos ponen una cosa de la que no tenemos ni idea”, plantea. Posterior a eso Julia empieza a preguntar entre sus vecinos si sabían del proyecto, ahora reunidos en la Plaza Onda Verde: “Nadie sabía nada”.

Francisco, esposo de Julia, se abre paso entre las 120 personas que hay en la plaza y completa el discurso de su mujer: “Los vecinos estamos preocupados porque nosotros tenemos noticias de otras subestaciones. Esta semana vamos a presentar las firmas que estamos juntando, vamos a abrir un expediente y se va a ir al defensor del pueblo. Después vamos a iniciar una acción legal, un recurso de amparo”, adelanta.

A favor de la electrificación

A pesar de que la subestación viene con el paquete de obras que la Línea General Roca va a hacer para electrificar el ramal Constitución-La Plata, los vecinos aclaran que de ninguna manera se oponen a que el tren se electrifique. Afirman que hay otros lugares para poner la subestación, alejados de la gente, pero que este predio esta estratégicamente ubicado cerca de la estación de Quilmes, una de las centrales del recorrido del tren. Llevar la subestación más allá implicaría mucha más inversión.

Entre mates, planillas de firmas y con la mítica cervecería Quilmes de fondo, los vecinos se organizan. Ya saben lo que el electromagnetismo produce pero poco saben la inmensa obra que van a hacer a metros de sus casas: “Te dicen, por ejemplo, que van a abrir una calle pero no está definida a dónde. En la presentación que hicieron no figuran en ningún lado las 17 familias que viven adentro del predio. Todo muy agarrado de los pelos, pero, claro, en 70 días empiezan las obras”, ironiza Francisco.

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33 a 1

El pasado 6 de junio los vecinos, de boca en boca, se enteraron que el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) convocaba a una audiencia pública para presentar el proyecto. De 34 intervenciones, 33 se manifestaron en contra y se tomó un minuto entero para recordar en silencio a las víctimas de Sobral en Ezpeleta.

Entre los oradores estuvo la licenciada Córdoba, de la consultora Estudios y Servicios Ambiental SRL, empresa que realizó el estudio de impacto y que tiene como clientes a empresas como Apache petrolera, Barrick Gold, Edesur y Minera Alumbrera. Córdoba también es asesora del Banco Interamericano de Desarrollo, entidad que, casualmente, pondrá 500 millones de dólares para la obra de electrificación del ramal Avellaneda-La Plata.

El intendente de Quilmes Francisco “Barba” Gutiérrez afirmó en la audiencia que esta subestación no será como la Sobral, que no va a causar 170 muertes (y contando). Ningún médico o técnico presente entre los oradores pudo justificar esta afirmación. De hecho, el único orador que habló sobre el electromagnetismo fue un Ingeniero llamado Carlos Wall, que admitió que el electromagnetismo es difícil de apantallar, que la distancia es lo que genera la disminución de las ondas agresivas y que la subestación va a generar más de 10 micro teslas (la Organización Mundial de la Salud comprobó que 0,3 micro teslas “puede producir cáncer, en especial leucemia en niños”).

El informe que presentó la OPDS habla, por ejemplo, de la ropa de seguridad que deberá usar el personal de la obra, de la cartelería de señalización que se utilizará, dónde irá a parar la basura generada, pero para el ítem “4.11 Campos electromagnéticos” utiliza media página y luego un anexo no disponible, quizá por error, en la web del OPDS. Según este mismo informe la obra estaría en funcionamiento a fines de 2015.

“Fui a la audiencia el 6 de junio” cuenta Beatriz, en la que se enteró sobre la subestación: “Nos hablaron en chino básico, no entendíamos nada, no estamos capacitados para recibir esa información. Lo que sí me pareció importante fue cuando habló la gente de Sobral que presentó fotos. Uno ahí toma conciencia”.

2 años de alquiler

Cristina y Raúl abandonan por un rato la plaza y la compañía de sus vecinos. Abren el portón que separa la calle de su casa y un predio enorme lleno de árboles en otoño los saca de la realidad de colectivos, trenes, audiencias y municipios. Como a Beatriz, les ofrecieron 2 años de alquiler en otro lugar para que se vayan de ahí. “Pero eso no es seguro, además nosotros invertimos en nuestra casa”, se lamenta Cristina, mientas agita los brazos para que sus hijos, cuadras más allá, ocultos entre caballos y plantas la vean y se acerquen rápido:

-¡Vengaaaan que nos vamos a sacar una fotoooo!

Raúl se les adelanta y entra para acomodar la sala. Minutos después los cinco posan delante de la cámara, sin hacer preguntas.

Quieren una foto en su casa.

-De acá no nos vamos.

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Rueda de juegos

En medio de una vorágine de grabadores y flashes, El Bordo pone pausa para reencontrarse en la risa que los hermana desde hace años. ¿Jugamos?

Diego se vistió de jean, seguramente claritos, zapatillas de lona, las más blancas que encontró bajo la cama y campera, quizás, también de jean. Su hermano menor le pidió si podía hacerse responsable del show. Diego Kurz accedió, tenía 18 años, firmó y demostrando seriedad dijo: deme una copia.

Recuerda la anécdota y sonríe con toda la cara, abre la boca casi triangular, muestra los dientes y achina los ojos. “Ese fue el gesto de madurez”, sentencia el resto entre risas.

*

– El disco tiene una canción que se llama “Hermanos”. Habla de un grupo de personas que tiene un mismo sueño y que sale a conquistarlo, apoyándose unos a otros para conseguirlo. Es una canción que representa lo que venimos haciendo hace muchos años, nos pareció un buen título para el disco.

Ale, el menor de los Kurz, empieza la charla. Desde su pedido pasaron varios años, muchos shows y discos. “Hermanos” es nombre del último trabajo de El Bordo. No solamente por ese vínculo biológico que se da en la banda con el menor a cargo de la voz y el mayor en las guitarras. La sangre es también una anécdota y se desborda. Migue Soifer en la batería, Pablo Spivak en el bajo y Leo Kohon en la armónica y los teclados completan el árbol genealógico.

Por fuera de esta familia musical, todos cumplen con el papel de hermanos. Algunos son los mayores, los del medio, o los menores. Cada casillero tiene beneficios. Pablo recuerda que por ser más chico, su hermana mayor siempre lo bancó con plata a la hora de comprar equipos. Los recuerdos circulan en una oficina con paredes de ladrillo que sostienen las historias. La banda completa está sentada compartiendo mate. Por la ventana se ve el patio y una parrilla que quizás espera por el fuego. Las camperas de cuero, que visten a casi todos, se desabrochan y los cuerpos se descontracturan. Desde hace varias horas que están en esa misma situación, en esa misma oficina, con una ronda más o menos similar frente al desfile de múltiples grabadores. Romper con los esquemas mecánicos de la tarde propone un desafío. Pasan varios minutos hasta que se sueltan las risas y vuelven a ser niños, como en las anécdotas. Se frena la pelota que venía rodando desde temprano, se recuerdan adolescentes, chicos, hermanos menores o mayores. Elegimos ponerlos en esa piel durante un rato.

–          ¿Jugamos?  

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El tabú se juega en equipos. Por un lado: Ale, Leo y Pablo S. Del otro lado: Migue, Diego y un invitado que equipara el número: Pablo Mileo (Prensa de la banda). Se reparten tarjetas con una palabra principal que el participante tiene que hacer que su equipo adivine. La condición es no señalar y no nombrar ninguna de las palabras que aparecen en lista debajo de la principal. Las respuestas, a algunas de las tarjetas que se jugaron, al final de la nota.

1 – Diego:

Está jodido, déjame pensar un poco (Sólo porque es la primera tarjeta eh) Listo. Cuando uno está zapando. (Rockear) En un lugar. Eso. ¿Cómo se llama el lugar donde zapas? (Pub, bar) Emmmm. Genérico.

 

2 – Ale:

¿Yo tengo que decir la de arriba? (No podés usar las de abajo) Ok. Emmm. Hermano. Cuatro cuerdas. (Bajo). Eeeee. (Bajista) Aaaaaa. (Diez, nueve, ocho, siete) Remera Strokes. (Que trucho). Muy bien, muy bien. ¿Estuve mal en realidad con lo de la remera, no? (Estuvo bien)      

 

3 – Pablo M:

¿Ya empezó el tiempo? Ay, me re cagaste. Eeeee. Placa. Trabajo. Redondo. (Disco) Parecido. (Vinilo) Emmmm. ¡No! ¡Perdí! No podía usar ninguna palabra. Te mata el tiempo, te bloquea.

4 – Leo:

 ¿Es la de arriba la que tengo que explicar? (Sí) ¿Tengo que empezar? (Sí) Lo que hacemos nosotros. (¿Sexo? Ah jajaja)   

*

–  Algunas cosas nos mantienen niños, por ejemplo: ¿Todavía ven dibujitos?

– ¿Los Simpson son dibujitos?

– South Park. Me gustan las películas de dibujitos. Los increíbles, Toy Story. Happy Feat.

– Los músicos siempre mantienen cierta parte de su niño interior bastante latente.

– ¿Y la comida preferida sigue siendo la misma?

– A mí el sushi nunca me gustó. No accedí ni al sushi ni al café.

– Yo empecé a comer berenjenas por ejemplo.

– Leo empezó a usar paraguas.

¿Usás paraguas y caminás contra la pared? Eso define todo.

– Que interesante lo que decís, odio a esos. Si tenés paraguas anda por el medio.

– No, no, solamente uso paraguas, nada más. No tengo nada contra nadie en el mundo. Me llevo bien con la gente en general.

*

5 – Ale:

Canción. (Existir) Último tema del disco. (Hermanos). ¿A quién se lo regalamos? (Gago, Fernando). Genérico.

6 – Pablo M:

No, me toca re difícil. (Esclavitud, moral, karma) Sinónimo de… Emmm. No. (Que raro que Pablo no tenga palabras) Muy difícil. (Vamos a perder) No, no, no queda ni un sinónimo de la palabra. (Perdimos).

–  Pasá la tarjeta al otro equipo.

6 – Ale:

Uh, es imposible. (Dale, dale). Lo que siente un padre por su hijo (Amor). ¿Pero si el hijo se saca buenas notas? (Muy bien, este punto vale doble).

– No pasa nada, vamos equipo eh, estamos muy bien.

7 – Leo:

Bueno. ¿Sí? Historia que recordamos. (Historia perdida) Historia común. (¿Qué?). Un hecho que todos recordemos, que sea para recordar. (Obras). Memorable. Algo parecido. Una historia que cuento: «¿Te acordás de aquella vez que?» Muy bien.

– ¿Con esto vas a sacar nuestro perfil psicológico?

8 – Pablo S:

Emmm. ¿Cuál es el infinitivo de la palabra que se usa para denotar existencia? (Estuvo excelente.  Es el distinto del equipo).

*

– ¿En los viajes juegan a algo?

– A lo sumo truco, la Play, charlamos mucho, miramos una película, escuchamos música.

– Una vez fuimos a jugar al bowling en una ciudad, no teníamos nada para hacer, no había forma de pasar el tiempo. Fuimos un desastre.

– Igual si en una previa o algo hay una pelota dando vueltas y un balde inventamos algún juego. Como un golf pero con la pelota de futbol.

– Una vuelta también tuvimos unas camas elásticas me acuerdo.

– Una vez había una kermesse.

– En la kermesse, si ven una caja que dice: sorpresa por $2, ¿lo compran?

–  No. De entrada te diría que es algo que seguramente vas a putear después.

–  Sí conservamos la ilusión, pero no en la Kermesse.

– Igual, si me hacen cambiar el premio por la caja misteriosa, eso sí lo cambio pero no sé si compro la caja misteriosa. Si gano y me dicen: Este autito o la caja misteriosa, elijo la caja. Creo que hablo por todos, ¿no?

– Definitivamente.

*

–  ¿Nos podemos quedar con las tarjetas?

– Claro

– Las podemos plastificar.

1: Escenario – 2: Pablo Spivak – 3: Hermanos – 4: Música – 5: Selección – 6: Orgullo –7: Anécdota – 8: Existir

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Derechos inhumanos

La historia desopilante del abogado policial que denuncia a los organismos de derechos humanos, la fiscalía que lo avala y la sentencia en suspenso de tres policías que torturaron y mataron a Gabriel Blanco en una comisaría.
Comisaría 2, Barrio San Carlos, La Matanza.
Shhhhh. En la celda de al lado están cagando a piñas a un pibe. Podría ser yo. Hace un rato vino la mujer con la hija. La madre también. Ya le estaban pegando; y él, que quiero ver a mi familia, que quiero ver a mi familia… Por los gritos, en cualquier momento lo matan. Lo metieron esposado y no parece que se las hayan sacado.
No puede más, grita. Lo van a matar. Hay que hacer algo. Nos van a matar a todos.
¿Qué más me pueden hacer?
Le siguen dando, ya no grita, lo van a matar.
¿Qué habrá hecho?
Silencio.
El cuento
“Te vamos a detener y no vas a contar más el cuento. Vas a aparecer en una zanja”, lo callaron a Gabriel Blanco, que tenía entradas en la comisaría por robo. Ya no quería afanar; iba también a un grupo de rehabilitación de adicciones. La policía lo perseguía para que sí siguiera robando: para ellos, con zona liberada.
El 1 de marzo de 2007 convirtieron la amenaza en hechos. Lo detuvieron cuando estaba con su pareja, después de comprarle un regalo a su hermana, que lo había hecho tío. Lo paró la policía, lo puso contra la camioneta, le pegaron a ella y lo metieron en el patrullero. A la medianoche su metro ochenta y sus ochenta kilos aparecieron ahorcados en el calabozo oscuro, sin algunos dientes, cagado a piñas, con un cable de luz que apenas resistía 50 kilos. Como demostraron las pericias, lo ahorcaron ya muerto, para simular el suicidio.

Justicia lenta, justicia rápida

Seis años después del asesinato, el juez de Garantías Raúl Ricardo Alí pidió las detenciones del subcomisario Rubén Darío Suárez, del suboficial Ariel Emiliano Gómez y del oficial Pablo Balbuena por torturas seguidas de muerte. Se hicieron pruebas y contrapruebas, se cambió de fiscal y todavía estaban en actividad.
Las detenciones, cuando llegaron, se hicieron efectivas en el mismo lugar donde trabajaban.
Además se procesó por encubrimiento al comisario inspector Claudio Horacio Javier Ilundayn y el capitán Daniel Omar Dos Santos.
La causa sucia
Alguien dirá: cuánto avanzó la causa. Pero no termina ahí. Cuando se trata de policías, siempre hay un plan b: el abogado de los detenidos denunció que referentes de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de La Matanza visitaron a los presos que habían testimoniado en la causa sobre la muerte de Gabriel; y que les habían insinuado que debían señalar a la policía como responsable. Corroboró esto con una nueva declaración de los presos que habían testimoniado 6 años antes, que cambiaron de opinión.
El abogado de apellido Fernández radicó la denuncia contra la APDH, en septiembre. La Fiscalía General donde recayó le dio entidad a la causa y la derivó a una fiscalía descentralizada: esta notificó a Pablo Pimentel, titular de la regional de APDH Matanza, que estaba denunciado por armar una causa contra tres policías. “A los seis meses el fiscal entiende que la denuncia no tenía ningún sentido y la eleva a la Fiscalía General para que le den lugar a la desestimación; pero la Fiscalía se lo rechaza diciendo que era temprana la decisión, y eso es lo que realmente nos preocupa”, cuenta Pimentel.

La otra marcha

La APDH organizó el 28 de mayo un acto y marcha hasta la plaza San justo, frente a la Municipalidad. Reunieron entre 100 y 150 personas. “Contra la impunidad judicial, policial y política”, decía la consigna de esta primera marcha de la APDH-La Matanza en 30 años de historia.

Antes de empezar, un periodista se acercó a Pablo Pimentel y le preguntó si estaba al tanto de la otra movilización.

¿Cuál?

La de los familiares de los policías, al mismo lugar, a la misma hora.

Los gritos

-Todavía no llegó- le mentían a la madre, mientras en la celda le pegaban, esposado.

-Se suicidó porque tenía miedo de volver a la cárcel después de haber recuperado la libertad- argumentó la defensa al juez.

-La Asociación (sic) Permanente por los Derechos Humanos y el Comité Provincial por la Memoria (sic) buscan “obtener declaraciones falsas y agravar la situación procesal” de los oficiales- plantearon en la causa que abrieron contra la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la Comisión Provincial por la Memoria.

-Sr. Pimentel deje de manipular causas judiciales obteniendo peritajes y declaraciones falsas para lograr la detención de policías y así réditos económicos del Estado que debemos solventar todos- denunciaban los volantes que repartían en la contramarcha.

-Los policías también tienen derechos humanos- culminaban.

 Silencio.

El grito recuerda a Luciano Arruga, Kiki Lezcano y más de 200 desaparecidos en democracia.

 

Un amor de muzzarella

Enfermo, enfermo de mierda. Y vos, loca, vos sos una loca. Qué estúpido, que estúpido que sos y yo soy una estúpida que estuve con vos todo este tiempo y con toda esa mierda de tu cabeza. ¿Yo? ¿Yo soy el que tiene la mierda en la cabeza? Sí, vos, enfermo, idiota. Pará de decirme enfermo. Te digo enfermo porque sos un enfermo. Pará de decirme enfermo, la concha de tu hermana. Por lo menos a la concha de mi hermana se la cogen bien. Cada vez que cogimos este año no se te vio tan mal cogida. Fingía, estúpido, fingía, sos tan estúpido que no te podés dar cuenta siquiera que fingía. Qué clase de mierda de persona tenés que ser para fingir un orgasmo. Tenés que ser una pelotuda como yo. Sí, una muy pelotuda, capaz de venir un año seguido a este telo de mierda para venir a fingir. Una pelotuda como yo capaz de estar con un enfermo como vos. Te dije que no me dijeras más enfermo. Y yo te dije, y te lo vuelvo a decir, que no quiero estar más con vos.

– Pero no. Nada de eso existió. Yo, te juro, prefería algo así. Que me insultara, que me tratara de enfermo, de malcogedor, que me hablara de mi mamá, que mis locuras. Pero no. No nos conmovimos ni un poco.

– Pará, contame cómo fue todo.

– Yo estaba jugando con las luces del telo. No sé, a veces me cuelgo con esas cosas. Pienso: quién carajo coge en un cuarto con luz verde. Es como una mezcla de selva y de matrix, que no sé muy bien qué tipo de perfil neurótico tiene alguien que coge con una luz así. Y yo iba pasando entre todo oscuro, amarillo, verde y llegué al rosa y cuando llegué al rosa ella me dijo que no iba más. La luz estaba rosa como si fuera un monumento a lo cursi. O al mal gusto. Y el telo, además, era horrible. Tenía ese perfume a desinfección y unas telas doradas que debían estar llenas de ácaros. Pensá lo berreta que puede ser una escena con una cortina dorada iluminada por una luz rosa. Bueno, ahí, estábamos los dos como si pudiéramos estar en cualquier otro lugar del mundo y ella marcaba el final y ella ni se percataba que la luz estaba rosa y era como si nos usáramos.

– ¿Y si se usaron?

– Y si nos usamos fuimos unos pelotudos. Si simplemente nos juntamos a cogernos durante un año es porque no sé. Porque las gentes somos una mierda. O porque somos egoístas. O porque somos cagones, muy cagones. Porque en el medio tocó Divididos y vos sabés que Divididos a mí me gusta y a ella le encantaba. Bueno, a quién no le va a gustar Divididos. A quién, en realidad, no le va a gustar un show de Divididos. Y no fuimos juntos, nunca, a verlos. Es más: nunca se me ocurrió ir juntos.

– ¿Pero vos te imaginábas abrazándola de atrás escuchando Spaghetti de rock?

– ¿Qué es esa pregunta pelotuda?

– Vos, decime, te imaginabas.

– No sé. Sí, ahora sí. Pero no me imagino a nosotros. Me imagino a los que podríamos haber sido nosotros. Que no fuimos. Yo no sé si ella llora en los recitales y ella no sabe que cuando me gusta mucho un tema yo levanto los brazos y los festejo como un gol. O no sé si a ella le gusta fumar. Y si le gusta no sé si prefiere fumar porro o tabaco. Si prefiere el porro, si lo prefiere antes del recital o durante o después. O si la gusta bailar. O si quería, en realidad, que bailáramos juntos.

– ¿Y vos? ¿Vos querías?

– Yo quería. Digo, pienso, ahora, imaginándolo, que quiero. Que hubiera querido. Pero en ese momento no se me ocurrió. No había más que ese telo berreta que era nuestro universo y ahí estábamos bien, pero no tan bien. Porque es como un equipo de fútbol que juega todo dependiendo de un jugador, sin armar un equipo, y yo dependía sólo de cómo cogíamos. Y una vez, y otra vez, y otra vez más, yo cogí mal y si uno coge mal cogen mal los dos y ya empezamos a perder los partidos. Y nos aburrimos porque no supimos descubrirnos.

– ¿Y por qué fue?

– Mirá, hay una cosa que yo leí de Roland Barthes.

– ¿El arquero del Francia campeón del Mundial 98? Ah, claro, los arqueros son tipos que se aburren mucho y dijo algo del aburrimiento.

– No, no, ese es Fabien Barthez.

– ¿Este es el hermano? ¿También es arquero?

– No, qué va a ser el hermano.

– ¿Y quién carajo es?

– Otro francés, que no tengo ni idea si atajó o no atajó, pero escribió un libro que se llama Fragmento de un discurso amoroso.

– ¿Se ganan más minitas leyendo a esos tipos?

– No sé, qué sé yo, qué carajo me importa. El tema es que este tipo escribió una cosa sobre estar abrazados en la cama. Que ese abrazo es como un abrazo inmóvil porque sentimos que todos los deseos son abolidos porque parecen definitivamente colmados.

– Nunca lo había pensado así. Es como la de Gladiador.

– ¿Qué Gladiador?

– Gladiador, la película, que Máximo se muere tranquilo imaginando que ve a su mujer y a su hijo.

– ¿Y eso qué tiene que ver?

– Cómo qué tiene que ver. Ves, te hacés el que leés a un francés, pero te ponen Gladiador y no podés entender que el tipo muere porque sus deseos están todos en otro lugar y estar en la vida es como estar sin esos deseos.

– Sabés que ahora que lo decís, no lo había pensado nunca así. No esperaba un análisis tuyo así.

– La vi más de veinte veces esa película. Cada vez que la pasan, la vuelvo a mirar. Viste que en la vida uno no elige el apodo que le ponen. Ahora, hay muchos a los que le dicen Pipi, Kili, Tiki. Y a mí, bueno, vos sabés, por el tema de tener un culo grande, siempre me llamaron cinturón, cinturón negro, karate, karate kid y hasta Daniel San. Y salvo Daniel San, los otros nunca me gustaron, pero yo no me quejo de los apodos porque son como el grupo sangüíneo. Lo que nos toca, nos toca y a la mierda.

– Uh, perdoná, nunca pensé que te molestaban esos apodos.

– No, todo bien, ya pasó.

– ¿Y cómo querías que te dijeran?

– A eso iba. Yo hubiera querido que me dijeran Español, como le gritan en el Coliseo a Máximo, en la película. Viste que no saben que se llama Máximo ni que sirvió a Marco Antonio porque se oculta, entonces le gritan Español porque se corrió la bola de que era español.

– Bueno, te voy a decir Español, desde ahora. Pero te puedo explicar lo del francés.

– ¿Qué francés?

– El que decías que era el hermano del arquero.

– Ah, sí, dale.

– Bueno, el tema es que ese deseo del estar abrazados hay un momento en que se termina.

– Sí, si no se terminara toda la gente quedaría abrazada toda la vida.

– ¿Pero por qué se termina?

– Qué sé yo, termina.

– No, lo que este explica es que ahí vuelve el deseo genital.

– ¿Qué es el deseo genital?

– Que se te para y se acaba esa sensación. ¿Entendés lo que te digo? Nosotros no podíamos estar abrazados y no nos podíamos descubrir. El único tiempo que compartíamos era ahí y ahí estábamos todo el tiempo excitados. No había chance de descubrirnos porque ya queríamos coger de nuevo.

– Pero entonces eso no se terminaría nunca.

– Sí, se termina un día: el día en que cogés mal.

– No entiendo a dónde querés llegar.

– A que coger, en sí mismo, es la nada. Está sobreestimado. Sobreestimado porque está sobreestimado nuestro egoísmo. Viste que cuando cogemos vamos y nos lo contamos entre nosotros y todo se relata como un trunfo y nos decimos bien papá, qué animal que sos, sos un crack. Y nos sentimos bien por eso. Cogemos por nuestro pito y por nuestro grupo de amigos. Y el pito, la verdad, está acostumbrado a eso, entonces apenas te abrazás con una mina ya está esperando volver a actuar porque él, en definitiva, también se sobreestima. Sobreestima su rol. Todo es egoísmo, pero el ego es como un gol en el último minuto y en offside. De fondo, no ganaste: ganaste ese partido, pero después vas a perder porque no se puede vivir del ego en una ciudad donde hay tantos egos. Como dice el Bichi Borghi, si yo le pido a dios y él le pide a dios y vos le pedís a dios, dios no va a saber qué hacer. El ego es lo mismo: mi ego, tu ego, su ego. Mi ego era coger y el ego de ella era coger y un día cogimos mal y el ego se nos destruyó y fuimos a buscar otro ego. Coger por coger es ego.

– ¿Y qué tiene que ver esto con ella?

– Tiene que ver.

– ¿Por qué?

– Porque yo esa noche, esa del telo, cuando ella me dijo así, sin insultarme, así nomás, que no quería que nos viéramos más, que ya no daba para más, yo me quedé en silencio y pensé que quizás ella tenía razón y que, total, yo iba a conseguir alguna otra mina para cogerme. Y ella no me dijo ni enfermo, ni loco, ni pelotudo, ni mal cogedor. Y yo no le dije loca ni la concha de tu hermana.

– ¿Y qué le dijiste?

– Que estaba bien, pero no le quería decir eso.

– ¿Y qué le querías decir?

– Que a diez cuadras había una pizzería abierta, que yo sabía que eran las siete de la mañana, que había amanecido, pero que hacía calor, que no me importaba trabajar al día siguiente y que lo único que quería era verla comiendo una muzzarella, sonriéndome, sonriéndonos. Porque eso es amor y yo quería un amor de muzzarella con ella.

#yoylayuta

¿Cuál es tu experiencia con la policía?

Abrimos este espacio para escuchar micro historias acerca de la arbitrariedad, el abuso, la corrupción y el accionar policial en la calle y que te tienen como protagonista.

Inclusive si estabas bardeando, ¿estás seguro que pueden hacer lo que hacen? ¿Estamos informados para enfrentar los abusos? ¿O nos pasan por arriba siempre?

Quizás te reconozcas en algunas de estas historias; la idea es que también sumes la tuya, con nombre o anónimamente, para conjurar juntos esos abusos y marcar la escala de un sistema viciado.

Las víctimas y sobrevivientes nos enseñaron a no callar. A que el círculo se abre sólo cuando se rompe el silencio.

Contá tu historia acá abajo.

Socios

El avance de la Justicia sobre tres directivos de Ford por crímenes de lesa humanidad y una reciente investigación de la Procuraduría General sobre los libros contables de Loma Negra empiezan a iluminar otra raíz de la dictadura: la económica.

“Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”.

Rodolfo Walsh. Carta abierta a la Junta Militar.

Durante la dictadura se derogaron 27 artículos de la Ley de Contrato de Trabajo, se modificaron otros 99, se estableció la prohibición de la huelga, se intervinieron los sindicatos, se decretó el congelamiento de los salarios y se aplicó la represión a trabajadores como herramienta para contener el descontento social y también para mejorar los márgenes de rentabilidad de las empresas.

Tal es el resumen que redondean dos investigaciones que demuestran que una serie de empresas – mientras otras representaban el derrumbe de la industria nacional- no sólo se vieron beneficiadas por este conjunto de políticas económicas y laborales, sino que además fueron ideólogas y partícipes de desapariciones, torturas y muertes de trabajadores, delegados y dirigentes sindicales.

El libro “Cuentas pendientes” del jurista Juan Pablo Boholavsky y el periodista Horacio Verbitsky compila una serie de artículos técnicos y otros periodísticos que abordan distintas medidas del gobierno de facto: conceptos jurídicos que intentan cercar estos crímenes como de «lesa humanidad», y casos puntuales de las empresas más terribles. Otra investigación en esta sintonía fue propulsada por una de las recién creadas Oficinas de Investigación de la Procuraduría General sobre datos contables de la empresa Loma Negra, que relaciona directamente su mejoría económica con la represión a trabajadores y en particular a la muerte de un abogado laboralista.

Para intentar articular estas evidencias, que mantienen causas estancadas en la justicia, se aprobó recientemente un proyecto de ley que crea una Comisión Bicameral de Identificación de las Complicidades Económicas durante la dictadura militar y que establece que se investigue el caso de una empresa durante 180 días. “Quiero saber quiénes fueron los que redactaron las leyes laborales que se llevaron derechos y conquistas. Porque no creo que un almirante, un general y un brigadier hayan estudiado en menos de un mes la reforma de la ley de contrato de trabajo”, explica el diputado Héctor Recalde, creador de la iniciativa, sobre la idea de seguir escalando responsabilidades. Los resultados que arroje la Comisión – que empezaría a funcionar a fin de año- no podrán aplicarse retroactivamente, lo cual representa una seria limitación, pero sí podrá iluminar complicidades persistentes como, por ejemplo, casos de apropiaciones inmobiliarias fraudulentas.

Hasta aquí las investigaciones arrojan una serie de historias y datos que esta nota intenta compilar, y otros que quedarán por llenarse a medida que las causas, y las discusiones, avancen.

El caso Ford

En la planta que la empresa mantiene en General Pacheco, durante la dictadura operaba un cuartel militar en la zona del quincho de deportes. Según la declaración de distintos trabajadores cumplían funciones allí más de 100 militares, no precisamente fabricando autopartes.

La militarización de la empresa no sólo era el modo de amedrentar a los trabajadores, sino una forma efectiva de detenerlos en el predio e interrogar a los miembros de una comisión interna combativa que estaba plantada contra la empresa y también contra el gremio cómplice SMATA.

El 20 de mayo del 2013 fueron procesados por privación ilegal de la libertad y tormentos sufridos el presidente de Ford, Nicolás Enrique Courard – hoy fallecido-, el gerente general de la planta Pedro Muller, el gerente de relaciones laborales Guillermo Galarraga y el jefe de seguridad de la planta, Héctor Francisco Sibilla. El 8 de julio próximo comenzará el juicio oral que investiga a los tres directivos por facilitar datos y listas de trabajadores a la inteligencia militar.

Sibilla fue contratado para encargarse de vigilar la empresa siendo miembro de las fuerzas armadas. Esta doble agencia le permitía, por ejemplo, según consta en la causa iniciada en 2002 por los trabajadores, estar presente en los interrogatorios a los delegados secuestrados. Fue de hecho ascendido en julio del 78 al rango de Teniente Coronel, luego de los secuestros a, al menos, 24 obreros. Y tras su paso por la empresa, relata el libro Cuentas pendientes, fue contratado por la embajada de Estados Unidos como personal de seguridad.

La Fundación Ford creó la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), de donde salieron funcionarios del Proceso, y los secuestros en camionetas F100 o en los míticos Ford Falcon son otras de las imágenes que acreditan el vínculo encarnado de los militares con la empresa.

Mercedes Benz

En octubre de 1975 una movilización de obreros de Mercedes Benz se reunió para rechazar a los representantes del gremio SMATA. Más de 4 mil trabajadores participaron en una asamblea en la que se eligieron nuevos delegados, que el gremio no reconoció y que la empresa usó para despedir a más de cien obreros.

En esas semanas, el jefe de producción de la planta Heinrich Metz fue secuestrado por Montoneros. La empresa cedió a la reincorporación de los despedidos y pagó un rescate por Metz. La revancha patronal vendría con el golpe.

De 16 trabajadores secuestrados entre el 76 y el 79, sólo tres reaparecieron. Fueron Juan Martín, detenido en abril del 76 en la fábrica, encarcelado y torturado en la comisaría de San Justo; Héctor Aníbal Ratto, detenido en agosto del 77 también en la fábrica, en cautiverio y bajo tortura en la comisaría de Ramos Mejía y luego en Campo de Mayo hasta marzo del 79; y Alfredo Martín, detenido en el 76, torturado en la comisaría de San Justo por el represor Rubén Lavallen y liberado horas después.

El caso de Lavallen, quien estuvo a cargo de la Brigada de Investigaciones de San Justo, ilustra la profundidad de la relación de la empresa con las fuerzas represivas: fue contratado por Mercedes Benz en 1978 como encargado de seguridad de la planta de González Catán. Si bien los casos de los obreros secuestrados no fueron esclarecidos, y recién el 22 de abril del 2013 la Corte Suprema de Estados Unidos aceptó tratar una compensación económica por las violaciones, Lavallen fue condenado a cuatro años de prisión por la falsificación del acta de nacimiento de Paula Logares, hija de una pareja de uruguayos secuestrados en el marco del Plan Cóndor.

Mercedes Benz estuvo entre las veinte empresas de mayor facturación y era uno de los principales complejos industriales del país. Tenía como principal cliente al Ejército Argentino, quien compraba los camiones Unimog, y en forma de gentileza, de acuerdo con información proporcionada por la empresa, la compañía donó en esos años equipamiento de obstetricia para ser utilizado en Campo de Mayo, donde se realizaban los partos clandestinos de las mujeres desaparecidas.

Ledesma

El caso Ledesma es el más claro en la comunión del poder económico y el poder político, y de la forma en que funcionaron éstos en un contexto de terrorismo de Estado a escala pueblerina.

El mismo día del golpe fueron secuestrados cuatro dirigentes de sindicatos obreros y empleados del ingenio.

La seccional de Gendarmería de Libertador General San Martín fue ubicada en el 76 dentro de la estructura edilicia del ingenio a través de un decreto. Creada para controlar la zona de seguridad de frontera, se utilizó en la práctica para el control y represión de actividades sindicales. “Los encarcelamientos, torturas, asesinatos y desapariciones (…) habrían tenido por razón no sólo la preservación de una determinada ideología, sino que la represión ilegal apuntó además a la instauración y defensa de una economía de tintes neoliberales exenta de amenazas de reclamos y reivindicaciones gremiales”, reza en la causa que investiga la desaparición de veintiséis personas entre el 20 y el 27 de julio del 76.

Estos secuestros se produjeron durante las llamadas “noches del apagón”, en las que el servicio energético de tres localidades vecinas a Libertador General San Martín se vio suspendido, lo cual facilitó el secuestro incluso con camionetas de la empresa Ledesma.

El principal accionista de la azucarera, Carlos Pedro Blaquier, y el administrador Alberto Lemos están procesados como cómplices en primer y segundo grado, respectivamente, de la privación ilegal de libertad de 29 personas.

Acindar y Techint

El libro Cuentas pendientes se ocupa de Acindar y Techint conjuntamente, planteando que las metalúrgicas no sólo fueron socios menores que aprovecharon la dictadura para imponer salarios en baja, despidos y jornadas de trabajo de duración irrisoria, sino que además compitieron contra otros sectores empresarios a los que hicieron desaparecer del mercado: “Los obligaron a vender sus fábricas y a ceder contratos de exportación, más de una vez en la mesa de tortura de un campo de concentración”.

La represión a los obreros de Acindar comenzó mucho antes del golpe, cuando en la presidencia del directorio estaba José Alfredo Martínez de Hoz, hasta que lideró el Ministerio de Economía de la dictadura.

En el 75, a la vanguardia de la represión, Acindar instaló dentro del predio de la planta de Villa Constitución un destacamento de la Policía Federal. Tras el golpe, la seccional funcionó directamente como un centro clandestino de detención. Ese mismo año una huelga terminó con el despido de más de mil trabajadores.

La zona de Zárate-Campana fue uno de los epicentros de represión por la cantidad de empresas que tenían sus plantas allí. Entre el 20 de marzo del 75 y el golpe, fueron detenidos alrededor de trescientos trabajadores metalúrgicos de esas localidades y se estima que de los 150 desaparecidos de la zona un tercio era trabajador metalúrgico.

Allí también tiene al día de hoy su planta principal Techint, además del hotel de la empresa que supo albergar en los primeros tiempos de la dictadura a la plana mayor del Área de Seguridad 400. Según el libro, decenas de operarios y algunos supervisores fueron alcanzados por el terrorismo de Estado. Un suceso trascendente fue la llamada “noche de los tubos”, cuando cuatro trabajadores de la firma fueron secuestrados en septiembre del 76.

Acindar y Techint crecieron esos años gracias a subsidios y créditos que les permitieron instalar sus propias acerías eléctricas, y luego consolidarse con el menemismo. Durante los 90 Techint se quedaron con SOMISA, una de las principales siderúrgicas de la Argentina que fue privatizada en el 92, y forma un duopolio con Acindar.

Loma negra S.A.
El abogado laboralista Carlos Alberto Moreno fue torturado y asesinado en 1977 y por su crimen fueron condenados a prisión perpetua dos coroneles. De una serie de resoluciones que derivaron de la causa que investigó su muerte, la Oficina de Investigación Económica y Análisis Financiero accedió a la documentación contable de Loma Negra que arroja datos contundentes sobre cómo la represión se tradujo en rentabilidad empresarial.
El balance de la semana del 31 de marzo de 1976 Loma Negra tuvo pérdidas. Al año siguiente la situación ya se revertiría a través de la fórmula de disminuir “costos laborales”: sueldos y jornadas de los trabajadores. Si el “costo laboral” representaba un 21 por ciento de los costos totales, un año después cayeron 14 por ciento. Sumado a que la empresa mejoró su rentabilidad, la participación de los trabajadores en los ingresos de Loma Negra se redujo un 53% durante la dictadura. Más números del informe: “Los asalariados perdieron el equivalente a 13 puntos porcentuales del PBI, en circunstancias en que este último permaneció constante”.
La reforma de facto de la ley de contrato de trabajo, en general, y la muerte del abogado Moreno, mensaje hacia adentro de Loma Negra, fueron herramientas que allanaron el camino del ajuste del costo laboral. Otro ejemplo que revela el informe es la evolución de la cuenta contable en la que constan una serie de importes que Loma Negra preveía que debería pagar en el futuro en concepto de indemnizaciones que habilitaba la idea de un “pasivo contingente, que puede o no llegar a suceder”. En 1975 esa cifra trepaba a los 15 millones de pesos, y se redujo hasta menos de 3 millones en las cuentas que cierran el 31 de marzo de 1978, muerte del abogado mediante.
La presión fiscal durante ese período también se redujo notablemente, a pesar que la empresa, se dijo, mejoró sus ingresos: de un 8% los impuestos pasaron a representar sólo un 3%.
La caída de los ingresos de los trabajadores, la represión de sus reclamos y la muerte de Moreno permitieron el incremento de la ganancia empresaria de Loma Negra S.A. que pasó del saldo negativo del 31 de marzo de 1976 a uno positivo que superó los 150 millones de pesos a la misma fecha de 1981.
Ahora la investigación de la oficina de la Procuraduría pretende avanzar sobre el directorio que presidía la multimillonaria Amalia Fortabat.

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Fuentes
  • Juan Pablo Bohoslavsky, HoracioVerbitsky.Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura. Siglo XXI editores.
  • Victoria Basualdo. Artículo «Complicidad patronal-militar en la última dictadura argentina: Los casos de Acindar, Astarsa, Dálmine Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz».
  • HIJOS Capital: http://www.hijos-capital.org.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=426:un-mercedes-benz-con-problemas-en-la-justicia&catid=34:titulares&Itemid=397
  • Página 12, domingo 25 de mayo de 2014.