Archivo por meses: diciembre 2013

Una para festejar

El ex destacamento de Lomas del Mirador, donde desapareció Luciano Arruga, fue cedido parcialmente a sus familiares y amigos que ya planean convertirlo en un espacio de defensa de derechos humanos.

Antes de septiembre de 2007, la seguridad de Lomas del Mirador estaba a cargo entre otras de la Comisaría 8°, que durante la dictadura funcionó como centro clandestino de detención y tortura conocido como “Sheraton”, entonces dirigido por Leopoldo Luis Baume, responsable de la desaparición, entre muchos otros, de Héctor Oesterheld.

En esa fecha, a pedido de una serie de vecinos nucleados en VALOMI (Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador), el intendente Fernando Espinoza inauguró un destacamento policial que funcionaría como “base de operaciones” de la 8°, y reforzaría las medidas que tendían a generar “más seguridad” reclamada por los vecinos. El lugar elegido para el destacamento fue una casa de tres ambientes y un pequeño parque sobre la calle Indart, a pocas cuadras de dos lugares picantes señalados por VALOMI: la villa Santos Vega y el asentamiento 12 de octubre.

En una esquina de la 12 de octubre vivía Luciano Arruga junto a su madre Mónica y sus dos hermanos menores. En diagonal, a 50 metros apenas, hay un chalet de dos pisos y camioneta que pertenece al repartidor de panes Fargo Gabriel Lombardo, fundador de VALOMI, y agitador explícito de la criminalización de la pobreza y los reclamos de mano dura.

El chalet del comerciante supo ser sede de la campaña provincial de Francisco De Narváez  – cuando le terminó ganando a Néstor Kirchner- y también de generosos asados a los efectivos policiales del destacamento, según relatan en la zona.

Lombardo se encargó de salir en los medios contando que lo habían asaltado 39 veces y asegurando que “los malandras están en las villas”.  Cuando desapareció Luciano también filtró versiones acerca de que el joven estaba en Córdoba o en alguna de las villas de Capital, desestimando toda implicancia policial. Pocos días después, en febrero del 2009, asesinaron en Lomas del Mirador al florista de Susana Giménez; el hecho, que puede resultar anecdótico, fue aprovechado por la conductora para alardear los discursos de mano dura promovidos por Lombardo y VALOMI, y sellar una manera de concebir la “seguridad”.

Por el crimen del florista Gustavo Lanzavecchia hubo dos condenados a perpetua, mientras que todavía se sigue buscando dónde está Luciano Arruga.

¿Seguridad para quién?

Vanesa Orieta, hermana de Luciano, cuenta de qué se trataba la “mayor seguridad” en manos del destacamento: “Esa policía era la encargada de generar una seguridad para un sector acomodado mientras que para el otro lo que había eran detenciones arbitrarias, palizas, propuestas para delinquir y persecución”.

Vanesa ya no recuerda cuándo fue la primera vez que fue al destacamento de la calle Indart: “Iba cada dos por tres para buscar a mi hermano o a otro pibe porque me pedían ayuda”.

La seguridad que proveía el destacamento puede leerse a través de dos sucesos ocurridos en septiembre de 2008:

-Conocidos de la villa Santos Vega presentaron a Luciano y sus amigos a un hombre de pelo corto que manejaba un auto blanco. Mónica Alegre, la madre de Luciano, lo vio en la parada con los pibes y se extrañó; cuando le preguntó a su hijo, éste le confirmó que “estaba pasando algo” pero que no importaba: “cuanto menos sepas, mejor”. Luego fue aflojando y le relató a Mónica, según cuenta, que el policía le garantizó que su familia iba a estar mejor si trabajaba para él. Luciano se negó, y es entonces cuando empezó su persecución.

-El 22 de septiembre Luciano fue detenido durante varias horas en el destacamento de manera ilegal, ya que no se permite retener gente si no es en una comisaría o una cárcel. Cuando su hermana Vanesa fue a buscarlo lo escuchó gritar por los golpes que le daban y supo que lo tenían en la cocina. También escuchó un grito: “Negro de mierda, te van a violar en la 8° y vas a aparecer en un zanjón”. A Luciano le adjudicaban el nunca comprobado robo de dos celulares. Salió con moretones y rengueras por los golpes que tuvo que atenderse en el Hospital de San Justo.

La desaparición

La secuencia que involucra al destacamento sigue el propio día en que Luciano fue visto por última vez. La causa da por probado que el 31 de enero de 2009 Luciano Arruga fue levantado por un móvil policial en la esquina de Perú y Pringles (a metros de la 12 de octubre, frente a la placita donde paraba) y los peritajes demostraron que fue llevado al destacamento de la calle Indart. Incluso, en la causa figura un testigo reservado que asegura haberlo visto a Luciano “golpeado y ensangrentado” en el destacamento policial.

Cuando Mónica fue a denunciar que su hijo no había vuelto los efectivos del destacamento le contestaron: “Quedate tranquila que debe estar con alguna minita”. Le tomaron una declaración pero no le dieron copia. Cuando Vanesa fue a reclamar esa copia, se encontró con un penetrante olor a lavandina en medio de un improvisado ataque de limpieza. Luego se comprobó también que una serie de hojas del libro de entradas habían sido arrancadas.

Por presión familiar, la investigación del abogado Juan Manuel Combi y algunas concesiones de la fiscal Celia Cejas fueron removidos de su cargo ocho oficiales de apellidos Sotelo, Borrego, Vázquez, Fekter, Márquez, Díaz y Zeliz, todos del destacamento.

El 28 de septiembre del 2011 el destacamento de la calle Indart debió cerrar ante las evidencias del caso, y fue trasladado a un predio deportivo que también está siendo investigado por los peritos por la desaparición de Luciano.

Cuenta Vanesa: “Una vez cerrado, el municipio quería transformarlo en una repartición municipal. Nosotros entendíamos que el tipo de cuidado que le iban a dar a ese lugar era importante para los peritos y solicitamos una medida cautelar”. Esa medida se mantiene al día de hoy e impide ingresar a determinados ambientes del destacamento.

Crear vida desde la muerte

Los familiares de Luciano siguieron avanzando con la idea de hacer del ex descamento un lugar social y cultural en defensa de los derechos humanos y en contra de la violencia institucional. El intendente Fernando Espinoza se comprometió a cederlo, colgó un cartel que dice “Espacio para la memoria social y cultural Luciano Arruga”, pero los familiares nunca tuvieron la coordinación del espacio.

El 23 de marzo de 2012, en un acto que reunió a Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Pablo Pimentel y otros referentes de derechos humanos, Vanesa Orieta denunció que la intendencia había cambiado la cerradura sin aviso, entre otros desmanejos. Dijo en aquella jornada: “Hoy estamos del lado de afuera lamentablemente. Por eso llamamos la atención de todos aquellos que quieren tener una participación para que tengan en cuenta que si nosotros no entramos, ellos van a tener las manos manchadas con sangre. Es increíble que nosotros, que venimos peleando por este espacio, lo tengamos que ver de afuera, y que aquellos que no han hecho absolutamente nada por nosotros ni por la familia ni por Luciano, hoy pongan tremendo cartel y que chapeen con el nombre de Luciano y que intenten hacer de esto un centro social y deportivo. No lo vamos a permitir”.

El pasado 17 de octubre los familiares y amigos de Luciano trazaron una estrategia que forzara a cambiar las cosas: bien temprano, tomaron por tiempo indeterminado la parte externa del destacamento. Concretamente reclamaban dos cosas: avances en la investigación forense de esa dependencia, donde un georadar detectó movimientos de tierra; y el cumplimiento de la promesa del intendente de La Matanza de ceder el espacio a familiares y amigos de Luciano. Todo en el marco de una campaña que llamaron “por el derecho a saber dónde está Luciano”, que continúa y continuará.

Luego de más de dos meses de acampe, lograron mover los dos objetivos: el Equipo Argentino de Antropología Forense realizó los peritajes en el lugar, cuyos resultados se aguardan; y el intendente Espinoza – el mismo que había inaugurado junto a Lombardo el destacamento en 2007- cedió en carácter de “comodato” (no definitivo) el ex destacamento a la Comisión Por la Memoria de La Matanza, en representación de la familia de Luciano.

Cómo sigue la recuperación del espacio:

-“En primer lugar hay que esperar los resultados de los peritos para saber si levanta la medida cautelar o no, para poder entrar”.

-“Una vez que se levante, lo primero es entrar a un lugar que nos causa mucho dolor, y tratar de llenarlo de contenido sin invadir esos espacios que son muy significativos. Por ejemplo, la cocina para muchos jóvenes significó el lugar de detención donde eran golpeados. Entonces tiene que haber un trabajo de mucho respeto, que trate de informar esas situaciones”.

-“Esto es lo que hay que hacer: desembarcar en un lugar hostil y llenarlo de contenido, que sea una prueba objetiva de a dónde llegan los pedidos de más seguridad y cómo se criminalizan a los sectores humildes”.

No es nada nuevo lo que se propone Vanesa junto a familiares y amigos: ya vienen realizando una radio abierta, actividades sociales, culturales e informativas en los tres años sin Luciano. La idea, dice Vanesa, es  llevar esto que vienen en la calle y en las plazas hacia adentro del ex destacamento: “Que los jóvenes se apropien de ese espacio, que lo llenen de actividades, que carguen información y defiendan sus derechos”. Otras puntas que se planean para este espacio para la memoria social y cultural son una biblioteca de derechos humanos y un archivo de casos de violencia institucional.

Qué falta para poder festejar: “Ahora hay que avanzar con el EAF en otros lugares como en el Monte Dorrego, donde trasladaron el destacamento”.

Y sobre todo, que la cesión del espacio no sea a medidas, como ya ha sucedido con la voluntad del municipio: “Queremos que se firme el comodato y en paralelo se avance con una medida de sanción que favorece el pedido de expropiación del espacio”. Esta sería la maniobra legal que les permitiría a los familiares tener propiedad definitiva sobre el ex destacamento.

Vanesa cierra: “Todos los lugares que se abran en defensa de los derechos humanos es necesario que tengan una participación de organismos de derechos humanos independientes de todo gobierno, que los nombres no se usen, y hacer un análisis humilde y objetivo de lo que significan los derechos humanos en democracia”.

Buenos Aires blanca y negra

Alejandro Frigerio es doctor en Antropología y especialista en religiones y movimientos afro. En sus investigaciones, desarticula dos de los mitos fundacionales de nuestro ser nacional: “en Argentina no hay negros” y “los argentinos no somos racistas”. Denuncia que vivimos en un orden racial en el que “las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana”.

– El color solamente te define como persona en una sociedad racista. Lo que pasa en nuestra sociedad – y por eso sigue siendo racista – es que el color negro (o no-blanco) te sigue definiendo y es presentado como lo principal de tu persona. Contra eso hay que luchar. Los militantes muchas veces afirman lo racial en un sentido positivo, pero igual creo que tenemos que avanzar hacia una sociedad post-racial. Como dice el tema “War” de Bob Marley: “Hasta que el color de la piel de un hombre no sea más importante que el color de sus ojos, yo digo guerra”.  Porque mientras el color de la piel sea lo que te define socialmente, cagaste, estás en una sociedad racista. Y es un sufrimiento continuo, todo el tiempo te van a hacer chistes, o van a preferir a otro, o te van a preguntar de dónde sos… muchas pequeñas agresiones continuas sumadas a algunas otras violentas e incluso definitorias, como que te agarre un policía y te mate, o un chabón te deje sin tu laburo… las posibilidades son infinitas.

Alejandro Frigerio es Dr. en Antropología e Investigador Independiente del CONICET. A partir de un viaje no planeado a Bahía de Todos los Santos en Brasil a principios de los 80’, encontró el tema que ocuparía buena parte de sus investigaciones en los siguientes 30 años: las religiones afro. Pero previo a cualquier análisis, sobrevino el impacto de esa fuerza imantada que emana Bahía: “A mí ya me interesaba la religión, de hecho fui en el bondi leyendo ‘Candomblé da Bahía’, de Roger Bastide. Pero Bahía me voló la cabeza. Fue muy loco, me acuerdo que un día en el carnaval vino una chica bahiana a bailar conmigo, después de un rato me dio un beso y se fue. Todo fue muy fuerte”. Esa pasión inmediata se sigue colando entre sus palabras cuando tres décadas después habla sobre el racismo, las religiones y los movimientos afro en Argentina y hasta sobre las representaciones mediáticas de la muerte de Mandela. Sentados en un bar de un barrio porteño que poco tiene que ver con Bahía, todavía se adivinan en sus manos las huellas de los primeros tambores. En su blog, Alejandro intuye: “Supongo que gran parte de lo que vino después fueron intentos por comprender, de la manera más amplia y profunda posible, este mundo”.

Religiosidad popular y pánico moral

Luego de su experiencia con el candomblé bahiano, Alejandro se enteró que en Argentina también había religiones afro y, sin conocer todavía la magnitud de ese movimiento, cambió su proyecto de investigación de Bahía a Buenos Aires. “Mi experiencia con el candomblé me abrió las puertas, me daba un poco de chapa, aunque lo que veía acá era umbanda. Y también ellos estaban muy interesados en que se los tomara en serio, porque son religiones muy estigmatizadas”.

-¿Cómo explicás el desarrollo de estos movimientos religiosos en Argentina?

– El puente es la religiosidad popular, en vez de ir a pedirle a un santo por determinada cosa, te acercás a un espíritu. También tiene que ver con que a los curas católicos no les gusta mucho que uno haga un uso mágico de los santos, prefieren que sean modelos de vida y no dadores de gracia. En cambio, en la umbanda a un espíritu le podés pedir millones de cosas. Toda la práctica mágico-religiosa está mucho más permitida y desarrollada. Y además tiene el tema de la música, el baile, el canto, el trance… hay mucha gente que en las ceremonias siente cosas en el cuerpo, tiene sueños y eso se interpreta como una predisposición para una práctica de la religión. Cosas que el psicólogo o el cura catalogan como locura, esta gente le da otra explicación y dice que es una manifestación de un espíritu que se está moviendo en vos y necesita que le des espacio… Son experiencias que en nuestra cultura son habitualmente patologizadas, invisibilizadas o directamente ininteligibles. Sin embargo, están presentes en la vida de las personas. En estas religiones, las despatologizan y las ven como parte normal y hasta deseable del desarrollo psicológico y espiritual de las personas. Teniendo en cuenta las características de la religiosidad popular argentina, estas religiones no son tan raras especialmente si la conectan a través de la umbanda, que es como un puente cognitivo que podés hacer entre lo afro y el catolicismo popular.

-¿Cómo ves la imagen que se tiene de estas religiones?

– Cuando yo empecé la imagen no era buena, pero ahora está peor. A principios del 90’ hubo toda una movida de pánico por las sectas, y en relación a las religiones afro esto empieza con una acusación de un cura católico hacia un pai de santo por haber asesinado a una chica ritualmente en su templo. Fue una acusación falsa y el cura era el cura Grassi, que se hace conocido en los medios por esa acusación. No tenía nada que ver con un sacrificio ritual y al pobre pai de santo lo metieron en prisión seis meses, adentro lo violaron y salió con la salud muy deteriorada… murió a los dos años. A partir de ahí la idea de que estas eran sectas que practicaban magia negra pero no tan peligrosas se transforma en que son tipos que matan gente. Y en los últimos diez años si buscás en cualquier diario “umbanda” sale siempre en la sección Policiales, en conexión con asesinatos. Pero si conocés un poquito te das cuenta que en el 98% de los casos son acusaciones infundadas. En cualquier asesinato que el tipo tiene alguna cosa que ver con la religión o hay un par de imágenes raras dando vueltas ya ponen “asesinato umbanda” o “asesinato ritual”. Y además por el estigma social que pesa sobre estas religiones, en general los umbandistas no se revelan como tales salvo con los más íntimos; en el trabajo no lo dicen, en la escuela de los pibes tampoco, entonces nunca conocés un umbandista común y corriente. La única imagen que uno tiene es a través de los medios, que es terrible.

-¿Por qué se mantiene y reproduce este estigma?

– Ya hay una imagen instalada. La religiosidad popular argentina basada en los continuos pedidos al mundo sobrenatural es muy común en nuestra sociedad, pero muy poco reconocida, es una faceta de nuestra cultura que preferimos ignorar y que no entra en nuestro ser ideal argentino. Los argentinos somos blancos, europeos, modernos, racionales, eventualmente católicos, pero de un catolicismo secularizado. Todo esto de pedirle a los santos y a los espíritus son cosas que la gente hace todo el tiempo y es parte de nuestra cultura, pero es el “lado b”. Es obvio que vas a los barrios del conurbano y encontrás imágenes, velas… entonces cuando se muere alguien enseguida le buscan la conexión por ese lado. Es como si encontraras un CD de cumbia o unas zapatillas de Adidas y pensaras que esas cosas son las que llevan al delito.

Buenos Aires – Ciudad blanca

Alejandro insiste en dos ideas que es necesario desarticular: “En Argentina no hay negros” y “los argentinos no somos racistas”. Por el contrario, dirá que en América Latina en general la raza es una categoría acusatoria y que en Argentina se mantiene un orden racial “porque que vos tengas cierto color de piel y cierta cara puede determinar que te den trabajo o no, o que tus encuentros con la policía sean muy diferente. Hasta que ciertas chicas te presten atención o no, son cosas que afectan la vida cotidiana de los argentinos de forma fuerte. Incluso los lugares por los que circulás”.

-¿Cómo es esto de que los argentinos somos blancos, europeos y modernos?

El argentino típico se considera blanco. El momento fundacional de nuestra historia y nuestra cultura empieza con la inmigración europea, todo lo anterior se ve como poco importante, quedó subsumido bajo el aluvión cultural europeo. Se toma lo que sucede en algunos barrios de Buenos Aires como lo que representa a la Argentina toda. Tenemos esta idea de que los argentinos somos básicamente blancos, entonces la gente que no es tan blanca como creemos que somos, es extranjera o directamente no existe. Hay un racismo muy fuerte, no es solo xenofobia, sino que tiene que ver con una cantidad de argentinos que son invisibilizados, y cuando se los visibiliza son extranjerizados o patologizados, porque no son el argentino que queremos ser. Esto muchas veces se disfraza de un prejuicio sociocultural, esta cosa de los “negros de mierda” o “negros villeros”, pero también hay un trasfondo racial muy fuerte, porque es toda gente con un tipo físico parecido, generalmente es gente “insuficientemente blanca”. Entonces esa gente es sospechosa y es la representante de la barbarie, no los queremos en el centro, en la ciudad blanca que creemos que es Buenos Aires. Tenemos que darnos cuenta cómo opera este prejuicio racial, que se expresa como si fuera de clase pero que tiene un componente racial fuerte. No es solamente que escucha cumbia o que habla de determinada manera. Acá está clara la división: blanco y no blanco. Aunque sabemos que no hay razas, sí hay tipos físicos diferentes, sí hay “niveles de blanquedad”, y eso es lo que lo hace difícil de comprender, porque es una acusación que tiene muchos efectos perjudiciales en la vida de las personas, pero que nunca está enunciada explícitamente. Entonces, decimos “portación de rostro”, “buena presencia”, todos eufemismos para referirnos a ese fenómeno que tiene que ver con tipos físicos de la persona. La gente que es morocha lo sabe porque lo vive, sabe que es algo que resta.

– Si se demostró que las razas no existen, ¿por qué seguir utilizando el término?

– Las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana. En cada sociedad la raza se construye de forma diferente. En América Latina, en general la raza es una categoría acusatoria. Salvo cuando se la usa con fines políticos reivindicativos. En Argentina por ejemplo se ha empezado a usar “afro-descendiente”; sin embargo, en Brasil siguen usando “negro”, porque dicen que afro-descendientes son muchos, pero los discriminados son los negros. Uno tiene que hablar de raza o de racialización porque te permite llegar a un nivel del prejuicio y la discriminación que lo étnico no llega. Yo digo que en Buenos Aires había un orden racial espacial que se quebró con el 2001, porque antes había lugares de la ciudad en los que era obvio que si andabas por ahí eras el portero o la mucama, porque con ese fenotipo seguro no vivías ahí, ni estabas visitando amigos o pareja. Con el 2001 aparecen los cartoneros, los piqueteros… de repente la ciudad blanca casi no existe. Eso a mucha gente le molestó mucho y explica parte del éxito de Macri, un tipo que también venía a poner a los negros en su lugar, a terminar los cortes de calles o las manifestaciones. La ciudad blanca se llenó de negros, todo lo que era un orden muy clarito ya no funciona tan bien y la gente se siente amenazada por esta presencia que no debería estar en el corazón de la Buenos Aires blanca. Es la barbarie dentro de la civilización.

Santo Mandela

– Me llamó la atención esta santificación que se hizo de una forma tan pasteurizada, Mandela pasó a ser el gran perdonador, casi un tío Tom. Se enfatizó todo el tiempo que había perdonado a sus enemigos, como si esa fuera una actitud natural, como si no hubiera que remarcar el acto del racismo primero. El problema es el racismo. Entonces en vez de enfatizar toda la lucha de Mandela, se eligió mostrar el perdón. Que se enmarca en la tradición de mostrar la nobleza del negro esclavo, que sigue siendo bueno… en contraposición al negro revoltoso que se rebela, que es el negro malo o el negro de mierda directamente. Este negro bueno y fiel es el deseable y es la imagen que se vio muy patente en lo que se dijo sobre Mandela, lo transformaron en un santo como si el tipo no hubiera tenido que luchar, no hubiera tenido que recurrir a la violencia. Es mucho más que un gran perdonador. Y también la contradicción o el divorcio entre el elogio a Mandela y la actitud que uno tiene frente a las situaciones que Mandela hubiera denunciado. Hubiera sido interesante que la muerte de Mandela nos llevara a otra discusión… ¿qué pasa con el apartheid porteño? Con este orden espacial que se rompió porque ahora hay negros en la ciudad blanca… pero hay que pensar en cómo son vistos y tratados, y cómo muchos están intentando que se vuelvan a sus lugares “naturales” y que no invadan nuestra ciudad blanca.

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Tango y amor cumbiero

La banda Amores Tangos prepara festejo tras otro en cada recital. Demostrando que la fusión de estilos y ritmos no precisa límites.

Hay que ser agayudo para adobarse de tango y salir de la conga feliz. ¡Garufa querido, qué tristeza ni tristeza!

Las palabras no sonaban así en la puerta del Club Atlético Fernández Fierro; aunque la propuesta era la misma, sonaban más acá en el tiempo. Sonaban a un tango feliz.

*

IMG_2405La banda Amores Tangos prepara un festejo.
¿Amores tangos? José Teixidó, director de la banda, despeja las dudas:

-Para mí, representa dos palabras muy importantes porque el tango es la música que yo elegí tocar desde hace muchos años y quería que la banda tuviera la palabra “tango” en el nombre. Después cuando apareció la idea de que se juntara con la palabra “amor” me encantó, porque a veces nos parece medio cursi hablar de amor y que esté ahí es como poner al amor en primera plana. Quedó así, “Amores Tangos” y es como ponerlo ahí de frente, decir nos gusta el amor, nos importa el amor y nos re hacemos cargo.

Decíamos, Amores Tangos prepara un festejo. Un rato después, cinco velas coronarán una torta a la mitad del show, interrumpido por un entusiasta “feliz cumpleaños”. En el escenario junto a José, Nicolás Perrone (bandoneón), Gerardo De Mónaco (contrabajo), Juan Tarsia (piano), Augusto Argañaraz  (batería) y muchos invitados, arriba y abajo, serán todo sonrisas.

*

Con la mano corrés la cortina de finitas tiras de colores inmóviles; no sopla el viento. Un pasillo largo repleto de gente te recibe. Esperan que se abra la puerta, todavía falta para el show. La fila es para sentarse en las mesas cercanas al escenario, ahí donde se arma la fiesta ¿Fiesta? ¿No estábamos hablando de tango? “De alguna manera si podemos terminar con la asociación de que el tango es melancolía, bajón, tristeza, se van a generar otras cosas y está bueno que uno pueda ir a ver un recital de tango y salga re contento, está genial, a mí me encanta”.

– Decías que hace muchos años decidiste tocar tango, ¿en ese momento pensabas que era posible fusionarlo con cumbia?

– No, para nada. Todo lo que ha ido pasando con la banda surgió de los ensayos, de probar en vivo, de tener muchas ganas de divertirse haciendo esto. Creo que por el hecho de que nosotros trabajáramos en otros grupos, con cantantes, entonces cada vez que tocaba Amores era una fiesta y así se fue desarrollando ese perfil. Después con una búsqueda musical que nos fue llevando a ese lado. Decir esto con esto queda bien, no desentona y que el público lo reciba también.

Esas otras cosas se generan durante la noche. Amores Tangos presenta “Altamar” su nuevo disco, hijo de una fusión de ritmos. De a ratos reconocemos milonga, cumbia, candombe, tango, todo junto y más. Todos ritmos que nos suenan cercanos, los reconocemos fácil en el oído y en el cuerpo, parecen estar en la misma sintonía. “Hay una cosa del tango, de sus comienzos, donde el tango era un ritmo más dentro de otros y había orquestas que hacían música bailable y mezclaban de todo, tango con foxtrot y ritmos con paso doble y nadie decía: ‘si tocás tango no podés tocar lo otro’. Era lo más natural del mundo. Nosotros lo sentimos de esa manera, como algo natural. El tango, el candombe, el milongón, la milonga, están todos alrededor del Río de la Plata, por ejemplo. Las diferencias las hacemos nosotros, las personas, la música no tiene diferencia”.

Los ritmos populares aunque de diferentes generaciones parecen ser espejo del público. El lugar esta colmado y entre los que están parados o sentados hay desde niños chiquitos hasta abuelos. Las combinaciones que surgen en el escenario atraviesas todas las edades.

– ¿Creés que los límites de los estilos se están esfumando?

– Por ahí son épocas y después es el gusto de cada uno. A mí hay grupos que son súper tangueros y me encantan y también grupos que mezclan el tango con otras cosas. Creo que también es cómo se siente cada uno haciéndolo y está bueno que haya gente que por ahí guarde como un tesoro preciado esa cosa de la tradición y otra gente que se ponga a innovar y que le busque la quinta pata al gato, porque las dos cosas son lindas y creo que son necesarias.

*

IMG_2445José es de Mar del Plata y esos aires cargados de sal se colaron en el nombre de su segundo disco, sucesor de “Orquesta de Carnaval”, nominado a los Premios Carlos Gardel en el año 2011. Pero en realidad, esta segunda obra se iba a llamar “Viva la alegría”, hasta que vieron los temas que iban surgiendo: “Tormentosa”, “Tango de altamar”, “Lo que dejo la marea”. “Las canciones tienen mucha inspiración y letras que tienen que ver con el mar”. No pudieron escapar a las olas y decidieron navegarlas hasta “Altamar”.

*

Mientras la fila se acumula en la entrada, frente a la barra con empanadas y cerveza hay una mesa donde apoyamos el grabador. Spinetta suena de fondo mientras José, sonriente, nos habla de tango. Proponemos un juego, unos peces de colores decoran el escenario, simulamos subir al barco de Amores Tangos y navegar.

– ¿Desde dónde salimos y hacia dónde vamos?

– Salimos de un puerto, de Buenos Aires o Mar del Plata y vamos a Altamar, un lugar para nosotros que vivimos sobre la tierra muy extraño, no hay límites, es todo agua y cielo, las fronteras no están claras, sopla el viento, deja de soplar…

– ¿Hay lugar en el barco para los piratas?

– Si, pero piratas buenos. Son piratas alegres, que no hacen maldades. Sabés que pensábamos qué representan los piratas para nosotros y no son piratas que roban, son otros piratas, no sé muy bien qué hacen, pero son buenos.

– Suponemos que estos piratas van en búsqueda de un tesoro, ¿qué encuentran?

– Primero el arcoíris, donde está el tesoro es donde llega el arcoíris, hay colores.

– Si hay un arcoíris y un tesoro, tenés que pedir un deseo.

– El que quiera, todos los deseos posibles. TODOS.

– Si subimos al carajo, ¿qué vemos?

– Yo creo que también hay colores, hay muchos colores, muchos matices. Se ve el trabajo, si uno mira de lejos ve mucho trabajo. Desde el carajo se ve todo el camino andado que está bueno.

-¿Y desde abajo?

-Desde abajo ves todo más en primer plano, ves lo lindo, lo feo, lo inmediato. Pero también eso es una consecuencia de todo el camino que tiene la banda.

– En la playa tenemos que poner una bandera que indique cómo está el mar, ¿cuál ponemos?

– La calma, bueno, no tanto. Pero peligroso no es. Calma, pero abajo hay movimiento.

*

El movimiento aparece desde nuestras espaldas, la banda llega tocando, vienen vestidos de piratas con sus instrumentos que suenan a carcajadas. “Viva la alegría” también hubiese sido un nombre adecuado, concuerda con el espíritu que les mantiene la sonrisa fija en la cara. Hay siempre dos bandas de sonidos sonando simultáneamente, Amores Tangos y la de risas y aplausos que no cesan. Ambas suenan toda la noche, juntas hacen vibrar el aire de forma deferente.

La noche arranca con “Tango de Altamar”, no podía ser de otra manera. Le siguen casi veinte temas más y termina bailando cumbia mientras suena “Amores como el nuestro”. Todo parece guionado. Amores Tangos, un amor como el nuestro, no debe morir jamás.

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Cuando no hay nada que festejar

Cerraron el taller textil donde ocupaban a 85 trabajadores tercerizados para grandes marcas de shopping. Ahora se preguntan: ¿cómo es pasar las fiestas en la calle, sin dinero y sin trabajo?

Mientras muchos están inmersos en la vorágine de las compras y las fiestas en familia, los 85 trabajadores  y sus familias acampan en la puerta de la fábrica que no les permite volver a producir aún adeudándoles sueldos. No tienen nada que festejar.

En el taller textil Mónica Bolo en Zañartú al 607, en Parque Chacabuco, las condiciones de trabajo fueron empeorando a lo largo del 2013. Como nos cuentan Ariel, Luis y Jorge , la dueña Mariel Bolo siempre se encargó de ponerlos en un segundo plano: “Siempre nos debía, nos pagaba la mitad del sueldo a principio de mes y después estaba dos o tres semanas para darnos la otra mitad”, tira Luis. Pese a las tardanzas, ellos seguían con su tarea de costureros haciendo la ropa para marcas como Cheeky, Montagne, Stone, Prestige y Wilson; entretanto, la dueña se compraba dos autos último modelo y una casa.

23122013-DSC_0003-¿Cuándo comenzó el problema?

-Luis: Primero empezó desde que echaron a cuatro compañeros sin ninguna explicación. Después otras cuatro más y así hasta que un lunes, hace 15 días, llegamos y estaban todas las puertas cerradas.

-¿Cómo decidieron arrancar el acampe?

-Luis: Lo que queremos es que nos den los que nos pertenece: nuestros sueldos. Por esa razón estamos acampando en el taller de la señora para exigirle lo que nos debe. A algunos nos deben dos, dos meses y medio, ya van a hacerse tres meses, para exigirle lo que nos debe. En caso de pagarnos, nos iremos.

En estos 15 días hubo tres actores en escena que obraron para complicar el panorama.

-La Gendarmería. Se encargaron de hacerles sentir a los trabajadores el rigor de la «justicia democrática», desde aprietes a golpes, siempre por las noches, amparados por sus armas reglamentarias. Dato importante: a pocas cuadras del taller está el »Cinturón del Sur», operativo de seguridad que separa los lugares »inseguros» de los »seguros».

-La hija de la dueña. Molesta por el acampe, se presentó ante los costureros y, entre insultos racistas y denuncias por usurpación, amenazó con mandarles a su patota para que desalojen el lugar. La buena: todavía siguen acampando.

:-El Ministerio de Trabajo. Ante los pedidos de paciencia, en el acampe se descree cada vez más de su intermediación. En palabras de Ariel: «No tenemos sustento para nuestros hijos… Nosotros somos jóvenes, algunos tienen de un año, de meses; otro problema es el alquiler, ya tenemos deudas de un mes, de dos meses. Entonces venimos acá y nos ayuda la gente. Pero nosotros queremos nuestros sueldos”.

-¿Qué van a hacer en caso de que no les paguen?

-Jorge: Estamos tratando de hablar con las marcas para que también nos ayuden. Pero no nos sirve pensar en negativo, tenemos que pensar en que se va a solucionar. Y en caso de no darse, ahí veremos.

-Ariel: Nosotros no somos malos, siempre fuimos buenos con la señora, pero nos empezó a manipular y mirá como quedamos: acá fuera, sin dinero y sin trabajo. Aunque parece que a la señora no le importa, parece ser que abrió otro taller donde está trabajando… Los vecinos dicen que durante ese sábado y domingo sacó todas las máquinas. Este lugar está vacío. Yo todavía me pregunto por qué nuestro problema no aparece en ningún lado… Sólo vinieron algunos periodistas y nada más, pero somos 85 que nos quedamos afuera.

Así, se preparan para pasar Año Nuevo juntos en la puerta de un taller que les debe plata, que se rumorea que ya se mudó, ante la falta de respuesta de autoridades y abogados. Pero siguen juntos y no los han podido romper.

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Es el agua, estúpido

Hace tres meses, pocos días antes de que se hiciese pública la llegada de Chevron a la Argentina, publicamos una nota sobre la destrucción que había generado la petrolera norteamericana en la Amazonia ecuatoriana: 20 mil galones de crudo y 30 mil millones de galones de vertidos tóxicos directo a la tierra y a los ríos durante 30 años. Yendo un poco menos en el tiempo, también retratamos el conflicto que se vive al sur del país en Comodoro Rivadavia. Allí hay dos grandes proyectos, también petroleros, los pozos de La Greta y El Trébol, que gracias a la organización ciudadana y al accionar del líder mapuche Marcelo Pintihueque se lograron frenar por el momento por vía judicial. ¿Qué es lo que se discute? El uso del agua. Ambos pozos habrían de funcionar mediante el fracking, perforación del suelo mediante la inyección de líquido a alta presión para fracturar las rocas y así liberar el petróleo. La operación requerirá entre 4 y 30 millones de litros de agua durante todo el proceso. Tal como afirmamos antes, lo volvemos a repetir. De lo que se trata todo esto es del agua.

En Argentina hay regiones extraordinariamente ricas en agua y otras por completo áridas, donde encontrarla se vuelve una odisea. De por sí el 75% del territorio es árido o semiárido, y las cuencas acuíferas que la rodean apenas poseen el 1% del agua dulce nacional[1]. Así, lo que debemos reflexionar es cómo considerar este recurso, que se nos presenta escaso, por más de cualquier otra apariencia.

A principios de septiembre, NosDigital estuvo en las puertas del Impenetrable chaqueño, en el pueblo de Miraflores. Durante toda la semana que estuvimos allí vimos pasar camiones tras camiones cisterna llevando el agua que de otro modo no podían conseguir. Hace 8 meses que no llueve. A todo lo que estuvo vivo lo amenaza la muerte: los cultivos, el ganado menor… Esa región está habitada por diversas comunidades Qom y Wichi, y la conclusión de ellos es la misma: “no es que no queremos trabajar, es que no podemos”, haciendo alusión a la falta total de agua que les impide plantar cualquier cosa y mantener en pié los pocos animales que puedan tener. Su organización en comunidades ya está en camino a luchar por este derecho que se les es negado. Esta situación, también hoy la están atravesando diferentes regiones del norte y nor-este del país, donde las sequías son una realidad ineludible.

Hasta acá, podríamos decir que no hemos dicho nada nuevo. Incluso pareceríamos incluirnos en la moda ecologista y verde que quieren imponer desde Ciudad Verde del gobierno del PRO en Capital Federal, el “1 tapita, un 1m² de bosque salvado” de Villavicencio, ¡hasta la Coca Cola ya se volvió verde!

Sin embargo, la propuesta y la reflexión va por otro camino. El “No a Chevron” reluce un rechazo a una forma de gestionar los recursos, el “No al Fracking” rechaza una práctica altamente contaminante y el “No tenemos agua” marca una realidad. Pero estos casos también son un ejemplo de organización y rediscusión sobre el control de la sociedad entera de sus recursos.

Porque acaso, ¿el cambio social no vendrá cuando sea la sociedad en su conjunto la que decida su destino colectivo?



[1] Green Cross, “Agua, panorama general en la Argentina” http://www.gcint.org/sites/default/files/publication/document/Agua-Panorama-General-En-Argentina.pdf Fecha de Consulta: 10/9/2013

Chevron se defiende

Chevron se defiende. ¿Cómo no hacerlo después de tan complicada llegada al país? Ahora en la tele o por Youtube podemos enterarnos que el juicio que perdió en Ecuador fue manipulado, injusto. Los datos fueron adulterados, los jueces coimeados, los demandantes inescrupulosos. Tal vez una de los primeros casos en la historia que una de las empresas más grandes del planeta, que opera en los cinco continentes, fue cruelmente perjudicada por un dictamen judicial de un país del Tercer Mundo. Y listo, se acabó, ese es todo el argumento.

Ahora podríamos lanzar una catarata de información, de números, de casos para contra-argumentar a Chevron. Pero eso sería inútil por dos temas: primero, porque hace ya más de dos meses que sacamos una nota al respecto, cuando se empezaba a hablar de una posible alianza entre YPF y la multinacional petrolera norteamericana (La Muerte de Vaca Viva) y corremos el riesgo de aburrir a quién ya conoce todo lo que hizo en Ecuador. Pero el segundo problema está en que caeríamos en un torbellino del que no podríamos salir. Nosotros criticamos en base a datos, Chevron rechaza esos datos. Nosotros decimos que Chevron los niega para no hacerse cargo de sus métodos de explotación y Chevron termina por decirnos: “miren el spot, está todo ahí”. Todo caería entonces en la legitimidad que le diese cada uno a los interlocutores: estarán quienes creerán en los críticos de Chevron y estarán quienes creerán en la palabra de la petrolera. Y fin de la cuestión.

Pero si en vez de eso, diésemos un paso más hacia adelante y pensásemos no sólo en Chevron, sino en el modelo de manejo y explotación de los recursos naturales. La tierra se aparece con toda claridad como un problema en sí en Argentina. Más de las tres cuartas partes pertenecen a capitales extranjeros, y el 60% está cultivado de soja transgénica, cuya distribución de semillas y herbicidas está en manos de la norteamericana Monsanto. Qué mejor que su voz para entender su peso: “somos Monsanto y hace más de 50 años que estamos en cada hectárea del país”. ¿Qué significa todo esto? Desigual distribución de la tierra, donde por ejemplo solo 1250 personas controlan el 35% del territorio cultivable de la región pampeana. También, falta de soberanía alimentaria: el avance sojero solo fue posible gracias a su imposición ante otros cultivos, y la apertura de nuevas tierras, con las consecuencias ambientales por la pérdida de bosques, prados; etc.

Con la minería el problema es similar. En su publicidad televisiva, la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM) nos decía que sin minería la vida sería imposible: casas sin techos ni paredes, los enfermeros sin ambulancias, científicos sin computadoras. Poco más de 145 empresas son las que operan en el país, 85% de ellas de capitales externos. La actividad pasó a representar el 1,3% de las exportaciones a principios de la década del 90, al 11,4% actualmente. Sin embargo, dos problemas esenciales surgen de la minería: la falta de voz para los pueblos y comunidades en donde se establecen las explotaciones, y los réditos económicos que le queda al país. Las mineras pagan solo el 3% del valor de los minerales que extraen.

Y así empezamos a entender un poco más sobre qué discutir. Tal como dice la CAEM, “es imposible vivir sin minería” y es verdad también que ya es imposible pensar la agricultura nacional actual sin Monsanto; mientras la forma de pensar la agricultura esté determinada por las ganancias inmediatas y no por las necesidades alimenticias de la población.

Pero hay que evitar caer en los espacios comunes: ya sea en falsos nacionalismos, que se centran únicamente en el origen y no en la esencia –desigualdad, explotación- o en falsos desarrollismos, que “si no nos abrimos, no vienen a invertir”. La pregunta es qué producir, cómo producir y para quién. Cómo reproducirnos sin destruir la Naturaleza, que es en primera y última instancia, nuestro medio de vida. Y ahí es donde nos preguntamos para qué viene Chevron.

Por lo menos algo nos queda claro, Chevron es Chevron y pese a toda publicidad que tiren, el Amazonas seguirá allí, pero envenenada con 500 mil hectáreas de desechos químicos. Chevron es Chevron y sigue debiéndole 19 mil millones de dólares a Ecuador, por 30 años de negligencias, muertes y destrucción. Y Chevron es Chevron y ahora ha dado su primer paso en la Argentina.

Cartoneo literario

Eloísa Cartonera fundó un modelo de editorial que se replicó en todo el mundo: una cooperativa que hace libros del cartón que compra a cartoneros, colorea a mano uno por uno, y vende con precios populares títulos de grandes escritores latinoamericanos.

Hay un lugar que, a metros de La Bombonera, desafía la monotonía azul y amarilla del barrio de La Boca. Es un local que está a menos de cien metros de uno de los ingresos al estadio y que es transitado por miles de turistas que se asombran por el arcoíris de colores y las puertas abiertas. Allí está Eloísa Cartonera, una editorial de libros que se empezó a gestar en medio de la crisis del 2001 y que sigue funcionando a pura alegría.

16122013-DSC_0174Eloísa Cartonera es un proyecto que idearon el escritor Washington Cucurto, el diseñador Javier Barilaro y la artista Fernanda Laguna, pero que funcionó como cooperativa desde el primer momento. Hoy ya tienen más de 200 libros realizados con más de cien autores latinoamericanos diferentes. Todo funciona en Aristóbulo del Valle 666, un local que huele a témpera fresca.

Las ediciones de Eloisa Cartonera son muy fáciles de identificar por su tapa de cartón llena de colores y letras gigantes que parecen hechas por nenes de jardín. Cada ejemplar es único y de cada libro puede haber tapas de cartón muy diferentes. Todas son trabajadas a mano y el primer paso para la realización es la compra de cartón a cartoneros, a quienes se les paga más de lo habitual; esas cajas se cortan en función del tamaño estándar de los libros. Allí también, sobre unas pequeñas mesas en las que trabajan las siete personas que integran la cooperativa, se edita, se compagina, se blanquea, se pinta y se imprime el libro. Este modelo de trabajo recibió premios por su innovadora idea y sirvió de inspiración para otras 50 editoriales cartoneras que se crearon en todo el mundo a partir de ésta.

“La idea era editar de una manera simple, barata y accesible, porque la publicación de libros es algo prohibitivo económicamente y elitista culturalmente. Este medio permite hacer eso sin contar con tantos recursos económicos y con una estética particular”, dice, Alejandro, mientras corta cartón y compagina uno de los libros que se venden a partir de los 10 pesos y que no pasan los 30.

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Desde Ricardo Piglia a César Aria, pasando por Fogwill, Tomás Eloy Martínez Fabián Casas y Diana Bellessi, los autores no discriminan a ningún género literario: hay poesía, cuentos cortos, novelas, teatro y literatura para chicos. “Lo que más trabajamos es literatura para chicos, porque a ellos les atrae más la estética”, cuentan desde la cooperativa.

La vida de los que trabajan en Eloísa Cartonera es pura alegría como parecen describir las paredes llenas de colores y los mensajes de felicidad. Alquilan el lugar de trabajo y las ganancias no son muy grandes, pero los miembros de la cooperativa están orgullosos y no cambiarían por nada lo que hacen. “No estamos acá por dinero, si fuera así haríamos algo distinto. Este es un trabajo muy noble que a la vez demostró que funciona bien. No hay que idealizarlo, hacemos un esfuerzo, pero es algo que elegimos todos los días y podemos decir con orgullo que es nuestra fuente de vida”, agrega Alejandro, quien agrega que están planeando fundar una escuela gratuita de poesía.

No sólo reciben constantemente a personas que se acercan para publicar sus libros o para preguntar cómo armar un proyecto como Eloísa Cartonera, sino que también dictan talleres para que más gente intente copiar el estilo de la cooperativa. Las temáticas: literatura latinoamericana y edición de libros. Además, todos los años realizan el “Nuevo Sudaca Border”, un concurso de narrativa breve que les permite a los ganadores publicar en la editorial.

“Nos leen desde estudiantes hasta gente del barrio, tenemos esa amplitud que hace que a todos les guste nuestras tapas coloridas”, dicen desde Eloísa Cartonera, mientras siguen trabajando, con las puertas abiertas, ante la atenta mirada de turistas que observan, atónitos, cómo siete personas son felices trabajando en el armado y la confección de libros latinoamericanos de cartón.

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La inseguridad no da para más

Hace un año a Kafé González lo mató un policía porque supuestamente estaba robando. Ya muerto, le plantaron un arma. Tan sólo es otro de los pibes que la policía asesina cada 28 horas. ¿Cuál es tu inseguridad?

La familia González tuvo que luchar por la aparición de una nena secuestrada para trata, después para que el Estado se hiciera cargo de la rehabilitación, mientras tanto para que se recupere de la esquizofrenia. Durante su propia investigación descubrieron que había policías implicados. Esa familia, a los seis meses del secuestro de Milagros, sufrió la muerte de un pibe asesinado por un policía. Viven en el Conurbano Sur: Burzaco, Adrogué, Ministro Rivadavia. Pagan alquiler y derecho de piso.

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Kafé

A Walter González le decían “Kafé” porque era morocho. Era un pibe del conurbano de 17 años. El 16 de agosto, cerca de las 6.30, tres amigos suyos lo levantaron en coche y lo llevaron a dar una vuelta. Pararon poco después frente al auto de Horacio Gómez, un policía de la comisaría 3ra de Almirante Brown – por negligencia de su primer abogado, a mediados de octubre, dos meses después, todavía no sabían si ese era efectivamente su nombre; el fiscal de la UFI 10 tampoco lo daba-.

Los chicos se asustaron corriendo cuando vieron que era policía. Gómez declaró que le quisieron robar: “Fue una balacera, los pibes tiraron tiros”. Los otros tres corrieron. Kafé quedó parado en el medio, y Gómez lo fusiló: a 10 metros, le dio un tiro en la cabeza. Hubo otros cuatro disparos confirmados por los peritos. Todos salieron del arma del policía.

Un testigo salió de la casa en la calle Boulogne Sur Mer entre el 0 y el 100, de Longchamps, para ver qué pasaba. Lo vio a Kafé tirado en el piso, boca abajo, sin armas a su alrededor. Gómez buscó quien declarara a su favor. Recibió “no” como respuestas. El testigo volvió a pasar por el lugar antes de las 9.30, horario en que levantaron el cuerpo de Kafé. Esta vez tenía un arma “así grandota” al lado suyo. Los peritos fueron concluyentes: la pistola no tenía parafina, no había disparado.

walterburzaco-1Las versiones

Los otros chicos no contaron nada. Le anduvieron dando vueltas a la madre: que vaya a la comisaría a ver si pasó algo, que andaba por Longchamps, que Kafé andaba por ahí. En la comisaría no le dijeron nada antes del mediodía, aunque ya sabían. Después del mediodía el jefe de calle, Fabio Perrone, la atendió, le pidió que le mostrara una foto. Le tengo que decir algo: “Se mandaron una cagada, los otros tres lo dejaron tirado. Su hijo murió”.

A la prensa le dijo: “Iba a su trabajo uniformado y una vez que estaba en su vereda para arrancar su marcha pasa otro vehículo con cuatro masculinos en su interior, que obviamente iban al voleo, con intenciones de cometer un hecho para sustraerle su auto y entrar a la casa”. Los titulares de diarios fueron uniformes, iguales, obvios: “Policía mató a un ladrón que quiso asaltarlo en su casa”.

El fiscal lo quería tapar: tu hijo fue a robar, lo mataron y ya está. Le pidió a la secretaria que le dijera a la familia dónde fue el tiro:

-Acá –y señaló la cara. El tiro fue en la nuca, salió en las pericias.

El primer abogado no movió nada. El testigo lo tuvo que poner la madre. El fiscal no quiere atender a la familia. Quiere cerrar la causa.

Un coche le sacó fotos a la casa del testigo, cuando el único que sabía de la declaración era el fiscal.

El policía Gómez está en la casa con cámaras y patrulleros que lo custodian.

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Todos o nada

Bien cruzados los Mustafunk disparan preguntas a sus compañeros y arman una entrevista fuera de cualquier plan. En lo esencial se definen como un colectivo. Todos se tatuaron la fecha de salida de su primer disco. Mucho de todo lo que pasa por la cabeza de un grupo del under.

De a ratos la gente que hace ejercicio por los Bosques de Palermo nos distrae. “¿Se percataron de que ahí está el Planetario?”, pregunta alguien asombrado. Hablamos de las zapatillas de los que corren, del pasto con y sin pinches en el que estamos sentados, de la cena que van a tener dentro de un rato, de la posibilidad de unos fideos con crema o McDonald´s. La charla va y viene todo el tiempo, como ellos, no se queda quieta. Serafín propone hacer él una pregunta a cada uno de los chicos y se arma el juego.

–  A Agus Petinatto. Estás en una etapa de tu carrera como músico en la que estás abandonando la vida real para llegar a esta vida loca de vivir de la música y decir: “Yo soy músico 100%, mi vida es esto”, y todo lo demás no es que te chupa un huevo pero escapa un poco de la norma real de lo que es ser una persona, que es re triste. Mi pregunta es esta: ¿Qué sentís? ¿Tenés miedo? ¿No te genera decir “la estoy pifiando”? ¿Voy a invertir un período de crecimiento en algo que por ahí no funciona y después la chupo toda la vida? ¿No te da miedo meterle huevo y no llegar a ningún lado y tener que ser una persona normal toda tu vida?

– Voy a seguir siendo una persona normal sin trabajar tanto. Toda mi vida, todo lo que tenga que hacer va a ser en función de tener más tiempo para la música.

– A Agus Marinelli: Si cae una bomba nuclear y se mueren todos los Mustafunk menos vos, ¿crees que podrías rearmar una cosa como las que nos pasa a nosotros cinco?

– Está muy influenciada tu pregunta, sos peor que Feinmann entrevistando. No, no hay chance, man. Claramente no lo podría volver a armar.

– A Camila: ¿Qué se siente ser una mujer en una banda de hombres? ¿Te hincha los huevos que la gente te pregunte qué se siente ser mujer?

– Sí.

– ¿Por qué?

– Porque sí, nunca me gustó el “justifique su respuesta”. Es una mierda, a mí un montón de veces se me acercaron chabones para decir: “Tocás re bien para ser mujer”, y yo me daba vuelta y me iba o me enojaba. Ahora me chupa un huevo, al principio me ponía mal. Sentía que me estaban tratando mal.

Nacho, que se presenta como manager de la banda pero en la charla evidencia ser mucho más que eso, mucho más que amigo, toma la posta para hacerle la pregunta a Serafín.

– Sera, ¿cómo te cayó la ficha de que querías ser luthier?

– Esto tiene un trasfondo. Yo descubrí que a mí lo que me gusta de la música – más que nada de tocar la guitarra porque a mí me gusta tocar la guitarra, yo no sé si fuera trompetista me divertiría como con la guitarra – es que me gustan las guitarras como herramienta. Entonces yo veía marcas que hacían violas y decía: qué lindo tener esto, pero qué al pedo porque hay tres. ¿Para qué quiero tener sesenta de tres cosas? Entonces vi chabones que las hacían en la casa, flasheaban para decorarlas, para hacerlas a su medida y con una facha tremenda y unos colores lindos y un sonido espectacular con laburo de madera que es increíble y ahí dije: Yo tengo que ser luthier, claramente.

–  Vos sos un tipo meticuloso, ¿no?

– Mal, yo soy un obsesivo de mierda. Obsesivo compulsivo. Me hago el boludo socialmente pero porque mi vieja me dijo que está mal ser un obsesivo de mierda, pero nada más.

*

Serafín, el obsesivo, es quien verifica el pasto para elegir dónde charlar sin pincharnos con la banda que nació en Paso del Rey cinco años atrás, pero terminó de consolidarse en el año 2011 con la entrada de Martin Pedernera  como cantante. “A partir de que entró el Negro afianzamos el sonido”, reconoce el resto del equipo: Agustín “Turko” Marinelli (Voz y Guitarra), Serafín Rodriguez (Guitarra), Agustín Petinatto (Bajo) y Camila Marinelli (Batería).

– En una entrevista le preguntaron al Negro: “¿Qué se siente ser parte de un proyecto artístico?”, y él les dijo: “Mustafunk no es un proyecto artístico, es un proyecto colectivo”. Tiene razón, no es estrictamente artístico, a veces nos juntamos a ensayar y ni tocamos”.

Todo esto es mucho más que una banda. Mucho más que un cantante, dos guitarras, un bajo y una batería sonando juntos. Es una suma de intenciones que empujan todas para un mismo lado, se mezclan y crean una bola de energía con vida propia. Eso es Mustafunk. Muchos de los integrantes venían de otras experiencias musicales, algunos de ellos todavía mantienen otras bandas.

– ¿De dónde surgieron las ganas de armar un proyecto nuevo?

– Algunos venían tocando un montón, pero otros no teníamos nada a que ponerle huevos.

Y la respuesta ejemplifica. Mustafunk es un todo por el todo.

De las juntadas y las zapadas del arranque nació un primer EP, con el Turko comandando la voz, y abrió camino a que este año naciera “Salpica”, su primer disco con la formación ya establecida. Después de una votación, de los treinta temas que tenían quedaron los catorce. Empezaron a trabajar en Babex Records y en medio del proceso los invitaron a Del Cielito para que los grabe Amilcar Gilabert. “Una eminencia del audio argentino”, lo define la banda.

“En Del Cielito, fueron cuatro días que fuimos mientras estábamos grabando el disco en Babex Records. Entonces nos llamaron para grabar allá, aprovechamos que conseguimos un par de cámaras y grabamos unos videos. De los catorce temas del disco, dos son de Del Cielito y doce de Babex Records”.

La edición de las mil copias la lograron por ser ganadores del concurso “La Perla Rock”. En sus cuerpos un tatuaje se comparte: “07-08-13”, la fecha en que salió el disco.

A la hora de componer el proceso es colectivo “Empezamos a hacer los temas entre todos, por ahí zapando, viene uno con una idea y vamos sumando. Casi siempre es eso, es una idea y la vamos haciendo mierda”

Serafín pide la palabra: “El otro día en un viaje – voy a decir una palabra que me encanta – de introspección, yo creo que hacemos lo que tenemos que hacer en el momento en que lo tenemos que hacer, mágicamente. Listo, terminé”.

– ¿Baja una musa inspiradora decís vos?

– Baja una musa y uno toca lo que tiene que tocar. No nos llevamos tarea para la casa, no, tocamos lo que nos sale y queda increíble.

Las risas se repiten una vez más durante la charla. Si hay algo que no hay dudas es que en Mustafunk la gente se divierte mucho

– ¿Pero la mecánica de la composición entonces cómo es? ¿Llevan una idea y se ponen a zapar?

– Claro, pero no es una zapada incoherente y tocamos siempre lo mismo. Es una zapada a consciencia. Es zapar sobre un método de confección de temas.

Los chicos hablan de un ejercicio, de hacerlo durante cinco años, de compartir, de conocerse: “Al principio cuando empezamos a ensayar teníamos mucho tiempo al pedo y por ahí ensayábamos dos veces por semana pero ocho horas cada vez que ensayábamos. Era meterle, entrábamos con el calor del medio día y salíamos a la noche. Aparte, ahora que me pongo a pensar, teníamos cinco temas. Eran ocho horas de cinco temas. Zapábamos mucho. Qué bueno tener todo ese tiempo. Está bueno porque es eso, el tiempo es lo que te da la posta”.

El broche de oro para toda esa práctica llegó a Auditorio Oeste el 15 de Noviembre, en la presentación oficial del disco con quinientas personas esperándolos. Se subieron a un escenario circular y generaron un show de 360° con la gente alrededor. Sobre sus cabezas flotaba una estructura que hacía de soporte para luces y cámaras, a cargo de “Off the records”, un grupo de arquitectura artística.

–  Es como “artistectura”, dice Serafín.

– Boludo, ¿a vos te pagan por pensar tan bien?, le contesta Nacho, manager de la banda.

Entre sonrisas buscan las palabras para definir el momento y enumeran: lindo, emotivo, satisfactorio. Hasta que alguien se pone la voz al hombro: “Estuvo de la concha del pato, boludo”, y todos saben que tiene razón. A la puesta en escena se le sumó también un momento especial con magia, músicos invitados, el público tan cerca como para sentirlos y juegos de luces, todo grabado y filmado en HD ahora en pleno proceso de edición.

– ¿Creen que todas esas decisiones artísticas suman a la música?

– Para mí, acompaña, a la música no le suma. Acompaña un show de una forma diferente pero no creo que sume a la música, la música cerrás los ojos y escuchás lo mismo. Igual no lo pensamos de manera de decir que sumaba para el show o no, lo hicimos porque teníamos ganas de hacerlo, realmente nosotros tenemos ganas de que esté bueno en vivo también. Que fue diferente, seguro, queríamos que sea distinto.

Si bien el crecimiento de la banda fue progresivo, fueron Internet y las redes sociales las herramientas claves para expandirse y explotar Auditorio Oeste en la fecha. “Un chabón me agarró y me dijo: ‘Loco, yo nunca los pude ir a ver, pero los escucho siempre por Internet desde hace un año’, la puta madre”. Lo definen simple: “El Dios 2.0; en vez de decir buscalo en Google, decimos buscalo en el Dios 2.0”.

*

– ¿Alguien más quiere hacerle una pregunta al entrevistador Serafín?

Agus Marinelli toma la posta:

– Sera, ¿Tenés frio?

– Me estoy cagando de frío, mejor vamos.

FINAL

“El trabajador gestiona mejor que el empresario”

Don Battaglia, Mangiata y AléAlé son tres restaurantes tradicionales, pero con una particularidad: fueron recuperados por sus trabajadores luego de un vaciamiento empresarial que los llevaba a la quiebra. Desde la autogestión, mejoraron la calidad de los productos y hasta ampliaron las fuentes de trabajo.
La historia de tres restaurantes porteños parecen seguir los pasos comunes de casi toda fábrica recuperada argentina: vaciamiento, caída de la calidad de los servicios, sobreprecios, rumores de quiebra, desaparición de los patrones. El relato empieza cuando la sociedad de los empresarios Jorge Andino y Sergio Lipovich empezó a atrasarse con el pago de los sueldos para fines del 2012, al tiempo que el abastecimiento empezaba a ser cada más precario: los platos de la carta apenas podían hacerse. “Nosotros sabíamos que dábamos un mal servicio cuando la gente pedía algo y no se lo podíamos traer”,dice Christian Fuentes, trabajador de Don Battaglia. El cierre de uno de los seis restaurantes de la cadena, La Zaranda,que dejó a 40 trabajadores en la calle, fue la última señal: había que moverse y rápido para evitar quedar en la calle. Así, Don Battaglia, Mangiata y AléAlé, junto con La Soleada y Los Chanchitos, amanecieron en el 2013 con un nuevo proyecto de trabajo: la autogestión.
Don Battaglia
restosEn un año los empleados del restaurant pasaron de la más absoluta desesperación a no solo mantener el trabajo, sino duplicar el personal y abrir nuevos servicios, como el delivery y la cena para fin de año. Christian recuerda cómo eran esos momentos cuando se acercaba fin de año y no había nada que festejar. “Yo me acuerdo que para esta misma fecha el año pasado, estábamos preocupados preguntándonos si íbamos a poder llevar un pan dulce y una sidra a nuestras casas, si íbamos a poder pasar una Navidad tranquilos sabiendo que este lugar podía cerrar. No, no podíamos ni pedir plata a la patronal para que nos pagasen y a mí y a otros compañeros nos dieron nada más 300 pesos para pasar fin de mes. Fue horrible. Nadie puede pasar fin de año con 300 pesos. Me acuerdo que teníamos que hacer una colecta entre los mozos para el que necesitaba; vivíamos de préstamos…era muy feo. ¿Cómo le decís a tu familia: “no, no te puedo comprar eso porque no tengo plata”? Hoy sabemos que nuestra familia va a tener todo para año nuevo y navidad, van a tener lo que se merecen, sin preocupación ni nada”.
Los trabajadores tomaron el lugar, lograron mediante la cooperativa firmar el contrato de locación y hasta cancelaron las deudas que les dejaron el dúo Lipovich-Andino. Todo bajo un aprendizaje constante ya que, como reconocen, siempre fueron trabajadores ajenos a esos conocimientos que parecen – sólo parecen- quedarse solo en manos de contadores y administradores. “Siempre hay algo nuevo que aprender. Estando del otro lado a veces no le da importancia: buscar precios, materias primas. Hoy en día hay inflación y nosotros en vez de llevarle eso al cliente, lo absorbemos. Uno nunca termina de aprender las cosas como gestión, pero obviamente hay decisiones que hay que tomarlas entre todos los compañeros en asamblea; pensamos nuevas formas de crear servicios, de mejorar”, remata Christian.
¿Ustedes desde el primer momento tomaron noción de que podían hacerse cargo del restaurant o pasó un tiempo hasta que vieron esto?
Christian: Siempre supimos que éramos nosotros los que llevábamos esto adelante, porque no venía ninguno de la patronal a cocinar o a atender a las personas, y más en ese momento de vaciamiento por parte de Lipovich y Andino, donde nosotros sabíamos que dábamos un mal servicio cuando la gente pedía algo y no se lo podíamos traer. Sin embargo, todos los días veníamos con la mejor onda a trabajar, muchos clientes sabían de nuestra situación, entonces nos apoyaban mucho. Nosotros hacíamos todo y el jefe venía y se llevaba la plata, y a veces ni el sueldo se nos pagaba. Y esto fue una prueba, si esto se mantenía por nuestro trabajo, ahora que ya se fue el patrón y nosotros nos encargamos de todo, va a tener que salir mejor.
¿Qué significa para ustedes trabajar sin patrón?
Es una satisfacción, venir acá y decir “tenemos que sacar el trabajo bien” nos satisface. Todavía nos seguimos alimentando gracias a esto y es un orgullo seguir trabajando más allá de una vez cuando éramos 33 y nos preguntamos: “¿podemos hacer esto?”. Teníamos dudas, miedos. Ahora, el miedo se fue y venimos con alegría, con entusiasmo, con ideas nuevas. Ahora, por ejemplo, trabajamos el 31 de diciembre. Es satisfactorio venir a trabajar con aquellos compañeros con quienes estuvimos en la lona. Hoy los clientes confían en nosotros, en los trabajadores: porque sí, se puede. Los trabajadores llevan igual o mejor las cosas que un empresario. Porque los trabajadores no somos empresarios: pensamos en el cliente, en que tiene que volver, y a un empresario eso no le importa. Para nosotros cada cliente que viene es súper importante y no queremos que se vaya; estamos de su lado, que venga, que pase un momento agradable, que sienta como un rey. Pensamos como trabajadores que podemos llevar una empresa adelante, igual o mejor que un empresario.
Mangiata
En Mangiata el presente también es alentador: les otorgaron la matrícula que los conforma como cooperativa. Eso les permitió firmar el contrato de alquiler por 3 años. Hasta que decidieron tomar las instalaciones, venían de dos meses con falta de pago tanto de sueldos como de aguinaldo, para descubrir más tarde que durante cuatro años tampoco les estaban haciendo los aportes jubilatorios en AFIP. Pero como para los de Don Battaglia, empezar a encargarse de lo administrativo fue uno de los problemas más importantes al principio, como señala el presidente de la Cooperativa, Roberto Montero: “Lo que pasa es que son todas cosas nuevas para nosotros, porque los de acá, los que estamos administrando somos mozos, cocineros y parrilleros de toda la vida. Tenemos estudios comunes, laburantes de toda la vida, y ahora te encontrás con esto, que tenés que llevar papeles de acá para allá, que te tenés que hacer cargo de los costos, que no se te vayan a cualquier lado; cosas que antes no hacíamos ni teníamos idea. Ahora estamos mejor organizados que antes porque tenemos contador y abogados”. El rol de la Fe¬de¬ra¬ción Ar¬gen¬ti¬na de Coo¬pe¬ra¬ti¬vas de Tra¬ba¬ja¬do¬res Au-to¬ges¬tio¬na¬dos (FACTA) fue, clave para Mangiata. Cuando el sindicato no aparecía, cuando la imagen de La Zaranda era cada vez más cercana, la Federación propuso el camino a seguir: “Si pudimos hacer lo que hicimos fue gracias a la gente de FACTA. Si te soy sincero, si ellos no intervenían, nosotros estábamos en la calle, porque no se nos habría ocurrido hacernos cargo de esto. Lo que iba a pasar era que íbamos a venir y nos íbamos a encontrar con las puertas cerradas… Pero nos asesoraron, nos contaron lo que estaba pasando”.
¿Qué significa para ustedes hacerse cargo?
-Roberto: Es una responsabilidad. Porque acá somos 31 trabajando, que nos conocemos hace mucho y vos mirás a todos y a mí, y decís: “Si no hago esto, tengo que salir a buscar un laburo”.Pero hay mucha gente grande y, ¿a dónde vamos? Además, este restaurant estaba funcionando operativamente gracias a nosotros y financieramente por nuestro patrón, que lo manejaba para su bolsillo, y ahora lo hacemos funcionar para el nuestro. Pero la forma de funcionar es la misma: los mozos son los mismos, los cocineros los mismos. Incluso ahora salen mejor las cosas, porque le ponés más empeño, porque sabés que sitratás bien al cliente, vuelve”.
 
AléAlé
battagliaAléAlé estuvo convulsionada estos últimos días por el intento de desalojo más importante que sufrió a lo largo del año, luego de tres anteriores que no fueron más que meras amenazas. ¿El conflicto? A diferencia de los anteriores restoranes, todavía no lograron cerrar un acuerdo con los dueños del inmueble. Así, el domingo 1 de este mes, la policía se encargó de vallar la cuadra, disponer de un operativo de seguridad y atacar cuando mejor lo hace: por la madrugada. Pero los trabajadores, alertados de este nuevo movimiento de la Justicia, pudo accionar ese mecanismo de supervivencia que tejieron a lo largo del tiempo con los vecinos del barrio, organizaciones sociales, legisladores, diputados. Para el momento en que la orden de sacarlos estaba dispuesta, las calles llenas de gente lo impidieron. Otro triunfo más del trabajo.
¿Cuál es la diferencia que sienten entre el trabajo que tenían antes con el de ahora?
-Sergio Cano, secretario de la Cooperativa: Estamos todos gracias a Dios y seguimos todos para adelante. El negocio da muy buenas ganancias así que estamos en orden con los salarios y con todo lo que significa llevar a cabo este lugar. Nosotros nos encargamos de comprar las materias primas, de ir al Mercado Central, de hablar con los proveedores. De todo.
¿Qué significa para ustedes no tener un patrón?
Desde el primer día en que la patronal no apareció, nos sentimos presionados por llevar esto adelante, pero con el tiempo nos íbamos asesorando y por suerte hoy en día ya no estamos más bajo presión y estamos tranquilos de que todos queremos seguir esto adelante, tanto los que forman parte de la comisión directiva de la cooperativa como los que no, todos trabajamos por igual. Yo por ejemplo, soy el secretario ytrabajo en la cocina.
Fotos: NosDigital.
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