Archivo por meses: diciembre 2012

En San Pedro la policía golpea

Acá no es ni siquiera como en Buenos Aires. Acá gritamos todos y no escucha nadie. Todos saben qué hay atrás de la policía. Qué digo atrás, qué hay en la policía. A mí me mataron así nomás este 17 de junio. El trabajo que se tomaron fue para ir a buscarme a lo de una amiga, para torturarme. Llenaron un jarro con agua bien fría, buscaron una bolsa, me mojaron casi todo –soy grandote-, se gastaron las gargantas y la creatividad en insultos y me dieron bolsa. Calentaron una pava y se ahorraron los mates para quemarme todo. Me pasearon por la Comisaría de la Esperanza, al Hospital.
-Juan Martín Gómez. Anotá. Gómez, curaciones de quemaduras. Traumatismos.
Y quedó registrado, pero el fiscal no hizo ni mu, ni ah.
-En este momento no puede atenderlo. Lo llamará en cuanto se libere.
Nada.
-Eh, Sonrisa, déjate de joder. ¿Cuánto querés para callarte, para que te quedes piola?
Se lo conté a mi viejo… No sé si le dije quién fue, pero él ya lo sabe: Barbosa, “El perro torturador”. Había otros, uno retirado y otros que seguían de uniforme. Me llevaban a Jujuy y a Bolivia para traficar paco.
Cuando estaba viendo Boca-Arsenal en el Clausura, con mi viejo, le sonreí menos de lo común. Boca perdía 2 a 0. “Ya vuelvo”, me despedí. No pude. Me agarraron otra vez estos tipos. En la casa de uno de estos, me molieron a palos. Me ahorcaron con mi campera y me atravesaron en el ventiluz del baño. Ni sé cuántos eran, pero peso 95 kilos. Tenían que ser varios.
Ahora dicen que entré a robar justo a la casa de uno de estos ratis. Que me quise escapar por ese agujerito de 45 centímetros por 25 y me quedé ahogado con mi propia campera. Me insultan hasta muerto.
En San Pedro funciona así: la policía golpea a chicos de bajos recursos, muy humildes, los tortura con los mismos métodos que en la dictadura: picana, bolsas en la cabeza, simulacros de fusilamiento, los queman con fuego, con agua hervida. Hay un abuso total por parte de la policía. Quieren hacer justicia ellos y empiezan a golpear. A parte, acá el aparato represor está totalmente intacto. Para hacer un panorama: el fiscal es quien fue a Libertador General San Martín por el apagón de Ledesma para sacar información. Se la llevó sin dar aviso previo a los jueces.
A Cristian Marquet le pasó lo mismo, con la suerte para poder contarlo. Lo paró gente de la Brigada de Toxicomanía en la plaza del centro, la General Manuel Belgrano. Lo subieron al torturomóvil.
-A que no saben el regalito que les llevo, prepárense para el baile –dijeron por radio.
-Cristian Marquet. DNI… Suficiente para vos. Bienvenido, viejo.
Lo desnudaron, golpearon, picanearon y me hicieron el submarino seco. En eso llegó la hermana, que se imaginaba ya que me habían detenido. La voz se iba apagando y la bolsa se oscurecía. Pensó que se estaba muriendo, pero no. Se desvaneció, pero la llegada de la hermana lo salvó.
-No, señora acá no está. Vea en la Brigada de Investigaciones. Vea en la Novena.
Le sacaron la sangre con más agua, lo pasearon por el Hospital Paterson, había mucha gente. Lo tiraron en el de la Esperanza.
Cuando la hermana fue a la secretaría de Derechos Humanos y a otros organismos, uno de estos, desde su propio auto simularon querer atropellarla. Prefirieron intentar asustarla:
-Dejate de joder con los Derechos Humanos porque te vamos a matar a vos y a tu familia.
A la abuela tampoco le quisieron tomar la denuncia en la Regional 2 de San Pedro hasta que les dijo que iba a ir a todos los canales de televisión de Jujuy y Buenos Aires. Lo soltaron.
A Diego Constanio lo agarraron la noche del viernes 3 de agosto cuando estaba sentado en la puerta del kiosco “Sadica”, tomando algo después de un partido de fútbol.
-Tranquilos, changos, es un allanamiento –dijeron los agentes de toxicomanía.
Entraron al local, Facundo Quiroga, tiraron una bolsita en una caja de Coca Cola. Diego lo vio. Los arrestaron a todos.
-Vení, no te hagas el canchera –le dijo Quiroga. Lo sacó, con ayuda de “Paqui”, de la celda donde estaba-. Callate la boja, hijo de puta- le pegaron durante minutos–. Callate o te meto la cabeza debajo de la canilla. Y de lo que viste no le digas nada a nadie.
19 horas estuvo encerrado de vuelta en la celda, molido a palos.
Mes y medio después, el 25 de septiembre, tres días antes de que tuviera que declarar, Quiroga se volvió a acercar a Diego.
-¿Qué te dije a vos? ¡Dejá de boludear porque si no te vas a comer el mismo garrón que se comió Quique! Es más, ¡te puedo hacer desaparecer!
A José Ramón Jiménez, familiar de presos políticos durante la dictadura, lo detuvieron el 20 de octubre, después de que fuera a la disco La Farola, en San Pedro. Lo persiguieron con el patrullero, lo tiraron boca abajo y lo molieron a patadas. Le rompieron tres costillas. Nunca le pidieron identificación a él ni a sus compañeros.
A Emilio Villagra cada vez que sale lo paran por averiguación de antecedentes y le robaron lo que tenía. A su hijo lo molieron a palos, piñas, patadas. En el hospital le dijeron que se había empastillado. 4 pastillas le había hecho tragar la policía de la 9na.
Pablo Juárez, militante de los Derechos Humanos de ayer y de hoy, los está defendiendo y tratando de que paguen por lo que ya hicieron: “Las denuncias se hicieron ante la secretaría de Derechos Humanos, ministerio de Justicia, Serpaj, Correpi. La única respuesta que nos dieron fueron dos abogados de la secretaría de DD.HH. de la Nación. Pero están abocados a los crímenes de lesa humanidad, o sea que no tienen tiempo. Es una falta de respeto. Vamos a seguir denunciando y luchando. El comunicado del ministro de gobierno de la provincia dice que la policía está intacta, que está todo bien y que no va a remover ninguna cúpula”.

«No me siento fracasado en ningún aspecto»

Roberto Ayala fue capitán de la Selección durante 14 años y eso le valió algunos elogios pero también unas cuantas críticas. Ahora, como manager de Racing, analiza qué es el éxito y el fracaso en la vida y en el fútbol: «Ser fracasado es no disfrutar de lo que uno hace, renunciar a mis valores. Yo sentía que cuando perdía, perdía la oportunidad de llegar a la gloria». Y da algunos tips del puesto de central que tan bien conoce: «si no hablás, es muy difícil que te pueda ir bien. Hablar te potencia muchísimo, suple la técnica».

Roberto Fabián Ayala es el central argentino por excelencia de los últimos 20 años. Ninguno se destacó de semejante manera a nivel mundial. Sin embargo, en un café del barrio de Devoto parece un vecino más. De chomba blanca, luminosa a los rayos del sol, de shortcito deportivo y zapatillas sport. Se acercan muchos pibes a sacarse fotos y él, con paciencia, espera que el flash salga de las cámaras que sostienen los ansiosos padres de las criaturas. Ídolo del Valencia, referente de la Selección argentina, se fue del país en 1995, cuando jugaba en el incipiente River de Ramón. Volvió al próximo milenio, en el 2010, a la Academia Racing Club, donde se retiró y culminó su inmensa carrera.
-¿Qué cambio en 15 años?
-La pasión sigue siendo la misma. Yo extrañaba lo que se vivía en un partido de acá. Allá es más frío, más distante. Van a la cancha como van al teatro. No hay esa pasión, ese fanatismo. El circo bueno que se da en el fútbol argentino es lindo. Después está el circo malo, lo que se da en los estadios, la violencia. Respecto el juego, ha cambiado. Cambiaron las generaciones, el jugador piensa distinto. No digo que sea para peor, pero la comunicación dentro del campo entre jugadores es distinta. Tienen otra actitud, han crecido con otras cosas. Son más metidos para dentro, difícilmente se pueda expresar.
-¿El fanatismo no se exacerbó?
-Hay menos paciencia. El hincha no la tiene. Es resultado inmediato y nada más. Y si bien el fútbol es eso, hoy es ganar, ganar y ganar como sea. No ver los caminos, ni la manera, ni el cómo vamos a ganar.
-¿Y quiénes establecen el cómo sea?
-La gente. A mí me tocó volver a Racing en un momento delicado, con el promedio apretado. Yo volvía como referente. La gente estaba esperando a ver qué iba a hacer, cómo iba a jugar. Lo mismo el periodismo y los compañeros. En esa evaluación, uno puede apostar por un jugador, pero eso puede fallar.
-¿Cuánto te fuiste era tan distinto?
-Las presiones existían. Pero si no ganabas no iba más allá la cosa. Hoy ves cosas tremendas. El caso de Independiente, por ejemplo. No sé qué efecto puede provocar en el futbolista ese tipo de expresiones del entorno.
-¿Y técnicamente que cambió?
-Antes los planteles tenían dos o tres referentes. Hoy cuesta encontrarlos. Se van muy temprano. Duran muy muy poco. Es complicado, los equipos solían guardar a los que eran del club para que ayuden a crecer a los más jóvenes. Hoy con Centurión ya se habla de una posible venta, de que se puede ir… Y yo lo que quiero es que crezca, que tenga sus 100 partidos en primera, que pueda rendir deportivamente en Racing y después sí, ser vendido. Lo económico también hay que mirarlo, hay que mantener un plantel, lógicamente.
-¿Vos no te fuiste muy joven a Italia?
-Me quedó el gusto amargo de irme de ese River, podría haberlo disfrutado un poco más. Era un placer jugar ahí. River era un club para disfrutar. Me fui porque me acercaron la oferta, querían negociar y aceptamos. En su momento me sentaron en la mesa, me comentaron la opción y uno decidió de manera consensuada.
-¿Qué significa ser número 2? ¿Es el que más queda pegado al error?
-Aprendí que un acierto o un error te deja para siempre en la historia de los mundiales. Te repiten en la previa de cada nueva edición. En tu país y en todos lados. Lo pasan y lo pasan. Son las reglas del juego. Y el central en esa lógica la tiene más difícil. Lo que se repiten son los goles, no los cruces. Entonces, siempre aparece el acierto del atacante y el defecto del defensor. Hoy la carencia de los chicos en ese puesto es que hablan muy poco. Me parece que si no hablás en ese puesto es muy difícil que te pueda ir bien. Hablar te potencia muchísimo, suple la técnica muchas veces. Podés rendir muy bien si sabés ordenar y hablar. Hoy eso cuesta más. Y eso nace de la personalidad de uno, ser referente, llevar adelante una idea.
-¿La técnica no es un valor primordial en el puesto?
-Si la tenés y bien usada, bienvenida. Pero si la tenés y la usas mal, no va. Hay que saber cuáles son los momentos para desarrollar la técnica en el puesto. Yo sabía que no podía entretenerme mucho con la pelota, a mí me gustaba arriesgar con los pases de salida. Poder romper líneas desde el fondo. Poder saltear alguna etapa y evitar la transición por atrás. No es fácil destacarse, no es fácil ser un ídolo jugando de central. La vista va al que termina la jugada, al habilidoso. Solo dos centrales ganaron un balón de oro en la historia del fútbol. Es difícil valorar el puesto. En el mejor momento de mi carrera, en el 2004, quedaba relegado de todas maneras. Aunque hayamos ganado muchas cosas.
-Hay muchos capitanes centrales, ¿por qué?
-Por esa voz de mando que hay que tener. Por eso los arqueros también la tienen, muchas veces. Pero el central está en el campo, ve todo desde el fondo. Son cosas que coinciden porque son funciones de liderazgo.
-¿Y qué tiene que hacer un capitán?
-Capitán sos en cada instante. Tenés que estar en las necesidades del grupo, adentro y afuera de la cancha. Tenés que tomar responsabilidades, hablar con el presidente, negociar con representantes. Ser mediador y al mismo tiempo justo y correcto. Estás bajo la lupa de manera constante.
-Es casi un sindicalista…
-Prácticamente, te convertís. Tenés que negociar y asumir funciones que no tienen nada que ver con jugar el fútbol. Pero te comprometés y ya lo tomás de manera personal, porque el grupo te toma confianza y ahí ya no podés fallar, no querés fallarles. La hacés una guerra tuya. Son particularidades de nuestro fútbol, en Europa se preestablecen los premios antes del campeonato y no se habla más del tema. No existe el reclamo.
-El capitán es el que levanta la copa y el capitán del fracaso…
-Sí, para lo bueno y lo malo. La satisfacción enorme de levantar el trofeo es inigualable. Y para lo otro también hay que estar, tenés que cargar con eso. Son las reglas. A mí nunca se me hizo pesado. Nunca me sentí más responsable de una derrota por ser capitán. La derrota es compartida. Aunque después me gustaba salir a hablar en las malas, pero sabía que no era el capitán de ningún fracaso.
-¿Qué es el fracaso en el fútbol?
-No ganar.
-¿Y para vos qué es el fracaso?
-(Hace un silencio enorme) Es una palabra que me resulta muy ajena. No me siento fracasado en ningún aspecto de mi vida. Ser fracasado es no disfrutar de lo que uno hace, es el día que no te vaya de frente, el día que renuncie a mis valores. Yo sentía que cuando perdía, perdía la oportunidad de llegar a la gloria. Nada más.
-¿Y qué es la gloria?
-Poder haber hecho una carrera de 20 años en un alto nivel. Poder haber sido 14 años el capitán de la selección. El reconocimiento de la gente, que no me identifica con clubes, me identifica con la selección. En el día a día del futbolista te encegueces por los objetivos, pero eso pasa. El ambiente del fútbol mide el éxito según las victorias, no según la trayectoria.
-¿Qué es un manager en el fútbol argentino?
-En mi caso es sólo una opinión futbolística más. Puedo llegar a tener una visión de las cosas que un dirigente que no sabe ni vivió el fútbol no tiene. Pero no significa que sea la verdad, es una opinión más entre tantas otras, pero especializada. Y sobre todo no hay que hacer ruido. Es un trabajo sin ruido. Sin meterse en lo económico ni mediático. Lo disfruto, me gusta y me entusiasma día a día. Veo fútbol, vivo fútbol. De otra manera, en otros ambientes.
El Ratón jugó en Ferro y en River, en Parma y en Milan, en el Zaragoza y en el Valencia. Grandes, chicos y medianos. Su carrera entiende de diferencias e historias disimiles.
-¿Cómo se da la desigualdad entre los clubes?
-A nivel infraestructura la desigualdad es abismal. En el Milán yo no me tenía que ocupar ni de los muebles de mi casa. Había que entrenar, descansar y rendir el domingo. Pero existen múltiples realidades de clubes a nivel mundial. Si existe desigualdad y diferencia es porque en algún momento alguien hizo mal las cosas en el club, alguien gestionó mal. Y eso no perjudica solo al futbolista, sino a todos los que trabajan ahí.
-¿Las grandes instituciones tienen que ser necesariamente de los grandes equipos ganadores?
-No es una cuestión de plata solamente, es de administración y maximización de los recursos disponibles. Se puede. Lo cierto es que hay que querer mejorar e invertir trabajo. A veces hay poco pero está muy bien usado.

Noche profunda del tranvía porteño

Es ese tren que circula por la calle, junto con el transito, ese es el tranvía. No está más en Buenos Aires, hace cincuenta años. La novedosa versión francoargentina del siglo XXI que con objetivos y formas poco claras aterrizó en el novedoso barrio de Puerto Madero, hace más de dos meses que no se deja ver funcionar.

Fotos: NosDigital.

Se cumple una mitad de siglo sin tranvías en la Ciudad de Buenos Aires, la realidad actual se marca con la urgencia de planificación y acción en materia de transporte para intentar al menos paliar la sobrepoblación de autos y el recuerdo-reflexión vale aún más la pena. Mientras, aunque no haya sido dicho por ningún medio, el Tranvía del Este hace dos meses ha suspendido su funcionamiento, quizás no se escuche porque viene desde el lejano Puerto Madero. Sin más comentarios.
El primer tranvía eléctrico porteño se inauguró el 22 de abril de 1897 ofreciendo un pequeño recorrido por la avenida Las Heras desde la actual Scalabrini Ortiz (ex Canning) hasta Plaza Italia. Luego de 27 años con tranvías a caballos recorriendo la capital argentina, dio el arranque el Tranvía Eléctrico de Buenos Ayres a cargo del ingeniero norteamericano Charles Bright. Ya para 1908, eran doce las compañías que operaban a lo largo de la ciudad.
En octubre de 1961, con motivos que suenan contemporáneos, por obsolescencia del medio y déficit acumulado, se decidió por decreto la eliminación de los tranvías. La fecha del último servicio se estableció para el 26 de diciembre de 1962, poniendo fin definitivo a una forma de moverse por Buenos Aires.
A sabiendas de la relevancia de los tranvías en el transporte cotidiano de la primera mitad del siglo XX, sería obsecuente y soberbio hoy día entender al Tranvía del Este como un renacimiento de aquellos tranvías de Buenos Aires. Se trata de un trayecto de 2033 metros paralelo a la avenida Alicia Moreau de Justo desde la avenida Córdoba hasta la avenida Independencia que solo facilitaba la movilidad de 500 a 1000 pasajeros diarios, que está suspendido permanentemente desde octubre.
El servicio tuvo su primer viaje el 25 de julio de 2007, once días después de haber sido inaugurado en presencia de Néstor Kirchner, la presidenta Cristina Fernández y el jefe de Gobierno Jorge Telerman. Operaba con dos tranvías cedidos en comodato por la intendencia de la ciudad francesa de Mulhouse, un solo tranvía salía cada media hora, por cada viaje el pasajero pagaba $1, los ingresos relevantes corrían por cuenta de subsidios.
El Tranvía del Este es gestionado por la empresa Cerelis. Desde su sitio web, que no anuncia ninguna suspensión del servicio ni nada que se le parezca, se explica que “El proyecto se desarrolla en el marco de la resolución Nº 952 de la Secretaría de Transporte del Ministerio de Planificación Federal e Inversión, junto con el aporte conjunto del Ministerio de Planeamiento y Obras Públicas del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ferrovías S.A.C., Metrovías S.A., Aistom y la Corporación Puerto Madero”. Ninguna de las entidades se hacen cargo de dar respuestas a la situación que el servicio arrastra desde hace dos meses.
Está claro que el conflicto está englobado en los traspasos de servicios públicos de transportes que por la Ley Nº 26.740 le han sido transferidos al gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aún así la información disponible es bien escasa, pero aún menor es la cobertura que ofrecieron los grandes medios. Mientras la representación gremial del ferrocarril Urquiza explicó que “Su funcionamiento, siempre inconstante por razones que, según lo expresado por Metrovías (uno de sus gerenciadores técnicos), responden a cuestiones de presupuesto y a impedimentos técnicos que nunca terminaron de subsanarse, ha sido cancelado provisoriamente (aunque, según la óptica del gremio, que compartimos, se trata de una decisión definitiva)”.
El mural escultura de Carlos Scannapieco que expresa la historia de los tranvías de Buenos Aires con potente abstracción emplazado en la Estación Belgrano del Tranvía del Este, atravesará los sospechosos y fallidos caminos de este tranvía sin pasajeros, pero permanecerá vigente para aquél transporte urbano que copó las calles porteñas hasta despedirse hace cincuenta años.

Qom: una vida íntima

Por las injusticias, la comunidad La Primavera se volvió famosa, pero a la medida mediática: nadie sabe cuál y cómo es su esencia. Aquí, un recorrido por los pasillos de su mundo.
Son las 9 de la mañana y hace 32 grados. Acabamos de llegar a Formosa, estamos en la terminal. «Chipá calentiiito» grita una voz. Ay!
En un rato sale el bondi para Clorinda. Queda bien al norte, casi frontera con Paraguay, pero nosotros nos bajamos antes. Vamos al kilómetro 130 de la ruta provincial 2, a dos horas de aquí. Vamos a la comunidad qom Napocna Potae Navogoh, conocida occidentalmente como La Primavera.
 
El asfalto
Dos qompi se bajan con nosotros.
Desde la ruta: un camino que se mete en el monte. Las palmas y las malezas no dejan ver más allá.
Desde la ruta: un puesto de gendarmería. Dos gendarmes echados en reposeras cual Mardel, bajo el único lugar donde es posible estar: un árbol. El sol te tumba.
Esperamos las motos que nos vienen a buscar. Los qompi también.
Un gendarme se acerca. Amable, pregunta los nombres; la profesión, el por qué.
Mentimos un poquito los datos. Un poquiito.
El gendarme dice que es «por el bien de la comunidad».
Los qompi lo miran de reojo.
Llegan tres motos: Marcos, Pablo y Ricardo. Nos saludamos, nos subimos y nos llevan por el camino de tierra.
Entre la naturaleza vamos. Cada tanto se abren claros que dejan ver la perspectiva del monte, y alguna que otra casa. Una víbora ¡enorme! en el camino saluda mi venida a la comunidad, ay! ¿Esas pican? mariconeo. «Sí, y te paralizan, andan de noche», se ríe Rubén con ganas de asustarme.
Llorarás con un ojo y con el otro te reirás!
De movida, las 600 familias que al parecer viven aquí están bastante diseminadas. Casi 3 mil personas que se reparten en la inmensidad del monte, en la magnitud de un barrio porteño.
Cada casa – cada familia- tiene un par de hectáreas para desplegar cultivos, pollitos, gallinas, perritxs, niños y niñas. Y se va de un lado a otro a pie por estos senderos de tierra y algunos internos que atraviesan el monte. Algunos tienen moto – los caballos del siglo XXI- y otros bicicletas. Cuando llueve, la tierra es barro y el transporte no sirve: «Hace falta que asfalten», repone Pablo, por si algún despistado –yo- no se dio cuenta. Al otro día lo comprobaríamos.
Pensé que las «lluvias tropicales» eran un invento de la profesora de geografía para hincharme las pelotas con el mapita. ¿Te acordás que las ubicabas en Formosa? Bueno, acá están. Tomá.
Las gotas pesan y duelen. Llueve a los baldazos. No son gotas, no, es una pantalla de lluvia. Son como dos lluvias juntas. Es una catarata!
No exagero. No me quejo, tampoco. A los Qom les hace falta esta agua.
El agua

Fotos: Facundo Miguel Nívolo


Agua para que los aljibes se llenen y las lagunas rebalsen, agua para que la naturaleza se llene de color y las ranas canten, para que los cultivos crezcan y los animales que se fueron alguna vez, vuelvan. «Antes había hasta monos», cuenta Pablo. «Hace unos años, con la sequía, se fueron yendo para el Pilcomayo».
Monos en el monte formoseño, que tul?
Yacarés, ñandúes, todo tipo de víboras y serpientes, lagartos y lagartijas, ranas que parecen perros y, tan grandes son, que andan en cuatro patas: es decir, no saltan de a dos y se apoyan: caminan.
Todos estos bichos necesitan del agua tanto como nosotros bichos humanos. A veces nos olvidamos de eso porque AySA nos soluciona la vida,
¿no?
Además de la sequía del monte formoseño, y el calor, los Qom no tienen agua potable: un servicio garantizado por la constitución al igual que la vivienda digna: eso tampoco lo tienen.
Por eso esta lluvia tropical les viene bien. La reciben con naturaleza y como parte de ella.
Sobre las casas: hay de todo tipo y color. Color amarillo las 100 que fueron construidas por el gobierno provincial, «solo para los amigos» define Antonio. Color amarillo y antena de cable, techito de chapa y dos o tres ambientes.
El resto de las familias, el 84% de la comunidad, hizo sus ranchos con sus propias manos: paredes de adobe y madera, techo de palma, suelo de tierra.
De Félix Díaz se dijo de todo. Una de ellas es que, en realidad, no era un indígena del monte formoseño sino un interesado – y comprado- señor que, en realidad, vivía en una alta casa.
Puede suponer, uno, acostumbrado a los placeres inmobiliarios de la gente con poder, y sin siquiera ser un tipo prejuicioso, que Félix, por ser el carasche de la comunidad, tendrá uno de los ranchos mejores puestos.
Pero no. Nada más lejos de la realidad.
Félix vive como todos o más austeramente aún. Su rancho es de adobe y madera y techo de palma y piso de tierra, como casi todos. En 2 ambientes conviven él y su mujer, Amanda, sus tres hijos y dos nietos, dos perros, gallinas, pollitos y siempre algún invitado.
Hoy que llueve el agua se cuela el techo y lo moja todo. Al menos, un poco de fresco para el calor formoseño, y nada que no se seque luego al sol.
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Las tierras
La casa de Félix queda en uno de los bordes de la comunidad, es la última antes de la ruta nacional 86 que separa a los Qom de la familia Celía.
Los Celía son una familia que arrenda tierras que les corresponden, por mandato ancestral y leyes argentinas e internacionales y avaladas por cortes interamericanas, a los Qom.
Los Celía es una familia que practica el diálogo a través de las armas, es artista de las amenazas y amante de los aprietes. Aunque nunca necesitaron mancharse las manos para mantener esa particular forma de relacionarse.
En 2010, era por esas tierras que hoy tienen los Celía que los Qom cortaron la ruta; por eso los reprimieron, detuvieron y hasta mataron a Roberto López.
Félix mira hacia la ruta, hacia sus tierras, con firmeza. Sabe, dice que es su reclamo principal, lo que desencadenó el resto.
(Son las tierras más productivas de la zona).
Ese reclamo lo articula con la lucha indígena de antaño por el territorio. Sabe, dice que se trata de un avance histórico contra los derechos de los pueblos originarios.
Y que la única forma de pararlo es reclamando y resistiendo.
Hoy, su comunidad toma la posta.
Hoy, en este mundo occidentalmente loco, eso se llama hacer cumplir las leyes.
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La educación
Antonio es el único profesor bilingüe de la única escuela de la comunidad. Una escuela primaria, remodeladamente nueva, cuyos profesores y directora vienen de Laguna Blanca o Nainek, los pueblos más cercanos, y no son qom. Cuenta Antonio:
– La educación en esta comunidad está muy atrasada. Yo estoy ahí cuando hacen las articulaciones o cuando hacen la evaluación del aprendizaje de los chicos acá, y mienten todos. La directora, todos. Por eso a mí me tienen ahí. Yo en el jardín no le dejo hacer eso a las maestras. No vas a poner cosas que no se vieron en el año.
Por ejemplo: que se dio tal clase, que se tomó esto, que aprendieron bien, que están muy bien los chicos. Eso no. Hay que profundizar los temas.
Dicen que los chicos no entienden. ¿Y para qué estoy yo? ¿Cómo sabes que no entienden? Tenés que trabajar más con los chicos, tenés que estar más con los chicos vos.
-Están atrasados casi en todas las áreas. Salen sin saber nada acá. Leer y escribir: eso sí. Pero así deletreando y escribiendo… En comparación, yo he estudiado con los filagá y los wichi y están muy avanzados. Ven a la educación como algo re lindo, es muy lindo lo que se aprende en la escuela, sin dejar lo que es de ellos: se siguen vistiendo igual, siguen hablando su propia lengua.
Acá hay que hacer mucho con la educación. Hay que motivar más a los padres, a los chicos…
– Si hubiese crecido la educación tendría que haber un colegio de acá, dentro de la comunidad. Y desde hace mucho. No la agarra la educación de los blancos acá la gente, porque nunca les motivaron de que es algo bueno la educación, que el día de mañana vas a hacer esto y esto. Si hubiesen empezado desde el comienzo la gente lo hubiese tomado, hubiese habido gente profesionales en la comunidad, hubiese crecido. Como en la comunidad toba que hay ingenieros, hay profesores…
Muchos chicos se recibieron en la secundaria pero quedaron ahí nomás, por falta de ayuda económica. Como no se abren carreras acá…
De la comunidad para allá hay mucha gente que ha terminado la secundaria. Para este lado, nadie, casi nadie… solamente la primaria. Ahora creo que hay dos chicas que siguen estudiando, ojala que terminen.
– Cuando había una directora bien seria acá mucha gente salieron bien. Son las promociones casi del 80, por ahí. Ellos saben comunicarse, desenvolverse bien por lo que aprendieron, por la exigencia que tenían.
Hay muchos chicos acá que no saben leer ni escribir. Y son grandes ya y creo que les da miedo… una vez que tienen 11-12 años se creen adolescentes y les agarra la timidez de querer estar en la escuela… Por eso sería lindo tener una escuela de adultos.
-Está cambiando mucho el idioma, las palabras. Se está perdiendo mucho, se está mezclando mucho el castellano con el toba. No se utiliza más casi los nombres de cosas… cosas que uno aprende yo creo que en la tele, o escuchando… Por ejemplo te dicen “mirá la estrella”, el “mirá” en toba pero “estrella” en castellano. Solamente vas a escuchar esas palabras en los más ancianos. Los chicos a través de la tele escuchan mucho el castellano.

Justicia
En Argentina originaria, el libro sobre el tema de Darío Aranda, Raúl Zaffaroni habla de la importancia de que los pueblos originarios tengan acceso a la justicia. “Sino, empezaran a actuar por la acción directa” dice.
Lo cierto es que las acciones directas de los pueblos originarios se conocen desde siempre, siempre como alternativa a las vías institucionales-judiciales que les impuso la occidentalidad en algún momento.
Hoy, desde la reforma de la constitución en 1994 se reconoce la preexistencia étnica y cultural de estos pueblos, hay leyes que amparan el derecho ancestral del territorio, hay avales internacionales que los respaldan e invitan no sólo a garantizar sus condiciones de vida y futuro, sino a proteger sus derechos a través de medidas que aseguren igualdad de oportunidades y eliminen las diferencias socioeconómicas.
Las tierras usurpadas por la familia Celía, el asesinato de Roberto López, la falta de acceso al agua potable y una vivienda digna, a una educación propia y que respete sus paradigmas culturales, su lengua, el acceso al DNI, las muertes recientes de Celestina Jara y su nieta de diez meses atropelladas por un gendarme.
No hay sospechosos, ni imputados ni investigados por los crímenes, ni se hizo un relevamiento sobre las tierras que les pertenecen, o para ver si les pertenecen, y apenas se está poniendo en lenta macha el plan para que tengan agua potable en un año.

Libre mercado

Desde un tapado de piel hasta un kilo de lomo. Frutas, verduras, antigüedades, santos y tangueros. Todo eso -y muchísimo más- mezclado en un mismo lugar. Es cierto que en los viejos mercados porteños se puede ir a buscar un espectro tan amplio de cosas que parece imposible que puedan convivir todas en el mismo lugar. Pero lo hacen, están todas ahí esparcidas libres de mezclarse en el espacio. Y lo más interesante de todo no es sólo eso. Quizás lo más interesante sean los pobladores de estos mercados inagotables de sorpresas…

Famatina: La unión de un pueblo

El colectivo audiovisual Ramal 5 decidió dejar de ver la «realidad» a través de la tele y se fue hasta Famatina, La Rioja, para vivir en carne propia la resistencia y la lucha contra le megaminería a cielo abierto. El fruto del viaje: el documental «Famatina: La unión de un pueblo».

La unión de un pueblo. Y con pueblo no se refieren a la Nación Argentina. Hablan de una población que sí está unida contra la megaminería. El colectivo audiovisual Ramal 5 pasó diez días en el corte que evitó la explotación de oro en Famatina, en enero del año pasado. Ahí recolectaron la información para llevar a cabo el documental Famatina: La unión de un pueblo, que además de ser muy didáctico, pone de protagonistas a cada una de esas personas del pueblo riojano que se plantaron y frenaron a la Barrick Gold.

Los integrantes de Ramal 5 vieron las noticias en la tele y dijieron: acá hay que ir. Ya con un trabajo sobre el hospital Moyano de experiencia salieron a la ruta con la idea de hacer un audiovisual, pero sin mucho más que eso. Una vez en el pueblo se encontraron con un ambiente tranquilo, no como lo que se veía en los noticieros, y desde una carpa al costado del corte, empezaron a compartir con la gente del pueblo que los recibió con mucha calidez.

Lo que más les llamó la atención al principio fue lo heterogéneo del grupo que apoyaba el corte. Desde una monja hasta unos hippies viajeros. Pero todos habían vencido sus diferencias para mantenerse unidos contra el monstruo de la Barrick. Cuando vieron ese panorama, decidieron mostrar lo que se ponía en riesgo si la minera se instalaba y empezaron a hablar con los productores y vecinos de la zona.

En esa búsqueda de testimonios se encontraron con gente sin miedo a perder sus trabajos, ya que la mayoría trabajaban para el municipio, que amenazaba con echarlos (y en algunos casos lo hicieron), si se manifestaban a favor de la medida de fuerza. Con un cura que tocaba las campanas de la iglesia cuando se acercaban camiones para que la gente se acercara a la ruta. Con gente de afuera que se acercaba para dar apoyo a la medida de fuerza.

Cargados de montañas de información y testimonios volvieron para Capital, y después de un año de trabajo sacaron a la cancha este documental sobre un pueblo. Un pueblo que los sensibilizó por su sencillez, compromiso y unión. Un pueblo que ganó.

Ramal 5 Colectivo Audiovisual

Los integrantes de Ramal 5 son fotógrafos, unidos por las ganas de producir en forma conjunta y  por eso apuestan a la realización visual colectiva. Tienen dos trabajos realizados, uno sobre el hospital Moyano, este sobre Famatina y están procesando otro sobre las plantaciones de tabaco en Misiones.

Encontraron en el formato audiovisual su lenguaje para generar contenidos, un lenguaje poco explotado y que les permite potenciar las imágenes con el audio.

Foto de portada: Cortesía de Ramal 5.

Compromiso con el decir

La Chancha Muda está cerca de cumplir diez años de historia, y esta década los llevó desde los grafitis en Parque Chacabuco hasta una fuerte presencia en las redes sociales. Próximos a presentar su cuarto trabajo de estudio, el 21 de diciembre despiden el año en La Logia.

No te la puedo creer, estos pibes en Facebook. ¿Estarán también en la red del pajarito? Qué cracks, también en Twitter. No es que están cada uno de ellos, no los busqué realmente porque creo que  no interesa, la banda son ellos y ellos son la banda. Ya rompían bastante las pelotas con los grafitis en la secundaria, copaban Parque Chacabuco y un par de veces pensé: ya se les va a pasar. Éramos pendejos, yo era bastante más chica, cuando estaba en primer año ellos estaban en quinto y eran la sensación del momento, por lo menos entre las chicas de mi curso. Después egresaron, yo me mudé, cambié de colegio y ya no los vi. Ahora me los encuentro por las redes sociales y siguen ahí firmes con su música, parece que los sueños no egresan ni caducan.

Fotos: Nos Digital

El año 2001 vio nacer muchos proyectos, por esos tiempos, ellos craneaban una banda, una idea, unas ganas de tocar que 730 días después (¡Apa!, hiciste la cuenta) tomaba forma. “La idea era un poco en su momento divertirse, creo que después con el paso del tiempo fue tomando un carácter más serio del que tenía”. Por el 2003 las ganas tomaban forma y se materializaban en La Chancha Muda, seguro que a vos también te causa intriga el nombre y pensaste ¿Qué flashearon estos pibes? La historia es mucho más simple, tardé un par de años en averiguarla, es que en el secundario me daba vergüenza ir y preguntar, pero casi diez años más tarde, en el barrio de Boedo, previo a un acústico que estaban por regalarnos, me acerqué y no contuve las ganas de saber. “Es la frase de una película de Sandro. Es una pavada que surge de un chiste interno que terminó siendo nombre. Estábamos viendo una película de Sandro y en un momento dice una frase ‘La chancha es muda’ empezamos a joder con eso y quedó La Chancha Muda”.  

¡Con que era solo eso! Ahora ya lo sé y estoy a punto de volver a verlos tocar después de tanto tiempo, sin la ropa del colegio y diez años más grandes. Aunque a Gonza, cuando toma el mando del micrófono y nos saluda a los que birra en mano esperamos el arranque, se le trasforma el gesto en el de un pibe inquieto que cierra los ojos y deja salir la voz rasposa del grito contenido hecho canción. Lo sigue disfrutando igual que hace tiempo, él y todos, es que Gonza, que es Gonzalo Pascual voz de la banda comparte el camino con Martin “Turco” Libonati y Fernando “Tano” Sciammarella en guitarras, Gonzalo Mammano en el bajo, Christian “Tama” Tamanaha en saxo, Diego Charadia en batería y con Ignacio Dueñas en percusión. ¡Hay equipo!

Es raro volver a verlos, suenan diferente, cada canción parece sonar mejor y ellos también entienden los cambios que fueron viviendo desde el primer demo “Demorados” en el año 2003. “Ese demo fue una grabación muy casera que hicimos en la sala de un personaje muy particular. Fue la primera experiencia de escucharse más que nada”. Lo del personaje muy particular me queda picando, pero prefiero seguir hablando de su historia. “A medida que van pasando los años uno empieza a pensar de otra forma, empieza a ver un montón de cosas y las traslada. En realidad no es que uno las traslada a la banda sino que la va trasladando a cada cosa de su vida, entonces de repente te encontrás en una situación que decís ‘bueno, si con esto puedo hacer tanto, hay que darle’, y está en cada uno cómo se lo toma. Cada uno le va encontrando sus motivos para que surja esa necesidad de tomártelo en serio, me parece que cuando uno encuentra esas cosas está bueno porque lo empieza a tomar diferente y la banda empieza a crecer en general en un montón de aspectos”.

Cambiar el lente y mirar las cosas parados desde otro lado hizo que la banda no pare de crecer. Desde ese momento, la historia de La Chancha Muda es algo así como una acción-reacción continua que gira y gira y toma fuerza en cada vuelta: “Generalmente, nos pasa que somos muy exigentes con nosotros mismos, estamos haciendo algo y ya queremos ir por otra cosa, por más”. A cada paso que daban seguían siempre creciendo y con una realidad diferente llegan a su segunda grabación en el año 2006 “Como sentirme lejos”, que aunque remarcan que también es un demo pero de mejor calidad y con más temas, sienten el avance: “Se notaba la diferencia que había de uno al otro, el trabajo, el tiempo que se le empieza a poner en todo esto, la plata. Te escuchás y decís, quiero más. Después de ese disco hubo muchos cambios en la banda y estuvo bueno después más adelante volver a grabar algo, aunque sean cinco temas. Ahí ya la banda había empezado a adquirir un poco la identidad que quería”.

Ese volver a entrar a grabar da a la luz a “A volar” en el año 2008 y los encuentra en el medio de un torbellino de cambios para la banda. “Siempre fuimos en ese camino de que terminábamos uno y nos dábamos cuenta que habíamos crecido un montón, junto con eso también estuvieron todos los cambios de que se fueron algunos, otros vinieron. Fue toda una época, propia de la edad, de muchos cambios, todo el tiempo encarando nuevos proyectos, nuevos caminos, viendo a donde nos sentíamos más cómodos y qué era lo que nos gustaba”. Ese camino, de esquinas y vueltas y giros que se fue haciendo y encontrando a sí mismo también vio crecer a medida que avanzaban, las diferentes maneras de encarar la composición que fue descubriendo la banda, hasta que hoy, ponés play en alguna canción y la letra te cachetea con realidades que te obligan a irte a tu casa mínimamente maquinando algún tema.

La Chancha Muda hoy es compromiso con el decir, con el cantar que se une con fusiones de ritmos que incluyen casi inconscientes a las palmas del público para envalentonar las voces: “Cuando empezamos era otro el estilo, era otra la manera de hacer la música, otra manera de escribir, eran otras cosas las que nos pasaban, las cosas que nos importaban, las cosas que nos llegaban. A medida que fue pasando el tiempo y fuimos creciendo, crecimos también en ese sentido. Empezamos a ver otras cosas, nos empezaban a llegar otras cosas, obviamente hoy tenemos un presente donde tiene mucha importancia ese aspecto a la hora de componer, pero justamente porque son cosas que nos afectan bastante entonces le damos mucho lugar a la hora de escribir. Pero también creo que fue progresivo, con el tiempo y con los cambios creo que empezaron a aparecer otros temas”.

Es que la historia de la banda es esa, el cambiar y renacer para seguir avanzando. Desde el colegio, donde los conocí hasta este acústico en el barrio de Boedo todo fue seguir para delante y en ese camino hace unos días entraron a grabar lo que va a ser su cuarto disco. “Esta vez pudimos tener la prudencia de decir paremos, esperemos que maduren esos temas, que maduremos nosotros, que nos asentemos un poco más. Entonces, como que se planificó de otra manera, por eso pasaron cuatro años y recién ahora nos estamos metiendo a grabar, peor con otra preparación con otra planificación, con otros objetivos, la idea es que para principios del año que viene esté ese disco”.

“¿Cómo me lo van a decir faltando tanto tiempo? ¿Qué se hace con la manija?, me pregunto mientras termina el show y después de los saludos y las promesas de volver a vernos. Bajo las escaleras pensando en lo flashero que fue reencontrarme con los pibes que cantaban en el colegio y que lo siguen haciendo con esa misma pasión, es que ellos lo dicen en sus temas: “Si no ponés todo, no ponés nada”. Definitivamente los sueños no egresan, no caducan, ni se venden; los sueños crecen, se fortifican, caminan pasito a pasito y de a ratos paran la pelota para mirar para atrás y ver sonriendo lo mucho que se logró recorrer.

 

Cualquier camino que tenga corazón

La historia del Paisa Torres bien podría ser la de una canción de La Renga. Pero no: es la de un marplatense que trabajaba en una fábrica de ladrillos pero soñaba con ser futbolista. Un día se animó, largó todo y encaró hacia Inglaterra con 300 dólares y una mochila de anhelos. Ahora vive de jugar a la pelota, enfrentó al Manchester United en el Old Trafford y, junto con el periodista Juan Manuel López, acaba de publicar un libro contando su historia.
En el hecho de vivir soñando Sergio Torres encontró su fortaleza. Con 300 dólares, un pasaje de ida y una mochila tan cargada de anhelos como de presiones, se embarcó con destino a Londres allá por 2002. “De la fábrica de ladrillos al místico Old Trafford”, ese fue el viaje que realizó y que, a dúo con el periodista Juan Manuel López, invita a conocer en “El teatro de los sueños”. Un libro que de fútbol tiene sólo la temática y que conecta con aquellos que, testarudos, intentan caminar por la difícil pero gratificante vía que marca el corazón.
En el centro de la escena está el Paisa Torres, un marplatense de 31 años que hace nueve decidió agarrar el bolsito, dejar de lado las comodidades que su hogar y su trabajo le daban y viajar a Inglaterra para cumplir un sueño: ser futbolista profesional. Se probó sin suerte en el Brighton de la Tercera División, pasó por Molesey (Octava), Basingstoke (Sexta), Wycombe (Cuarta) y llegó a jugar en la Football League Championship (algo así como la B Nacional nuestra) con el Peterborough. Hoy, después de haber enfrentado al Chelsea en Stamford Bridge y al Manchester United en Old Trafford, viste los colores del Crawle de la Tercera División.
¿Una historia sacada de los libros? No, una historia que inspiró un libro, el que escribió a dúo con Juan Manuel López, periodista de Clarín y AuGol. Y, precisamente, la cronología de sucesos deportivos es sólo el riel por el que se encamina el relato. Lo importante está en los medios, no en el fin. Por eso, decidieron meterse en el ‘entrelíneas’.
“Mientras se escribían párrafos del libro, Sergio continuaba soñando y cumpliendo esos nuevos sueños. Cuando nosotros empezamos, él no había jugado en Old Trafford y tampoco había enfrentado a Rooney, con quien comparte la tapa del libro, ni más ni menos. Después comprendimos que él seguiría soñando, que otros sueños lo esperaban”, explica Juan Manuel a manera de introducción. Y explica el fundamento del libro: “Me enteré de que un loco había decidido tirar a la mierda la libreta de formalidades para buscar un sueño. Y eso me atrapó mucho, sin conocer el final de la historia. El intento me atrapó. Me parece que tiene cientos de mensajes que se encuentran entrelíneas que, quizá, el Paisa y yo todavía no nos dimos cuenta. Mensajes que puede encontrar cada lector, según su particular interpretación. Creemos que cada lector puede, de alguna manera, reflejarse en este libro. Nosotros queremos contar una historia, aunque también queremos hablar de sueños, de utopías, de valores, de sacrificios, de sufrimientos, de voluntades, de poderes, de alegrías… Y eso nos iguala a todos. No hay clases sociales cuando se habla de sueños”.
Habla de utopías, valores y sacrificios y reconoce que “la historia la escribió él, sólo había que ponerle palabras”. A estas descripciones, entonces, le faltan hechos. El Paisa llegó a Londres con 300 dólares como único respaldo y con el “hello, nice to meet you” (hola, gusto en conocerte) como única forma de interactuar en inglés. Cayó en la casa de un camerunés –su primer representante en Europa- que vivía con cinco familiares y hablaban sólo en francés, debió compartir la cama con uno de ellos y estuvo a punto de ser acribillado por una pandilla de mafiosos que quisieron cobrarle una deuda al africano. Se peleó y quedó en la calle. Vivió de prestado con un italiano y un suizo, luego con una sueca. Cuando pasó al Basingstoke, un hincha lo invitó a compartir morada con su esposa al enterarse de su situación y hasta vivió debajo de una de las tribunas del estadio –debía armar y desarmar la cama cada vez que jugaban de local ya que ahí se daban las charlas técnicas del rival-.
– ¿Por qué está escrito en primera y en tercera persona?

– Siempre recalcamos que el libro no cumple ciertas formalidades de otros libros porque la vida de Sergio tampoco cumple ciertas formalidades de otras vidas. El, mientras vivía todos los hechos increíbles que le pasaron, también los escribía. Había llevado como un diario de viaje, como una bitácora de viaje, en la que escribía sus vivencias, sus sentimientos. Esas citas textuales están en el libro, y ayudan a entender mejor cómo se sentía en aquellos momentos. Obviamente, el Sergio Torres de 22 años, que no sabía hablar en inglés, no es el mismo que el Sergio Torres actual, que hasta sabe hablar un poco en alemán.
– ¿Quién eligió el título y por qué lo eligieron?

– El título lo eligió la peluquera de Sergio. No sé si esto queda muy bien que lo diga, aunque es la verdad. El título lo dejamos para lo último. De hecho, poco antes de terminar de editar el libro, nos dimos cuenta que nos faltaba el título. Entonces empezamos a tirar propuestas al aire. El tiraba una, y no convencía. Yo tiraba una, y tampoco convencía. No podíamos creerlo: teníamos un libro terminado, pero no teníamos un título. En un momento nos comenzamos a preocupar. Sergio, mientras se cortaba el pelo, le comenta nuestra preocupación a su peluquera. Y la peluquera dice “El Teatro de los Sueños”… El nombre nos hizo cosquillas. Encerraba toda nuestra idea. Y le terminamos haciendo caso a la peluquera.
Dos años después de la primera charla, esa que derivó en una nota que llegó a ser la segunda más leída del portal del diario Clarín en el día de la muerte de Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010, la historia del Paisa está resumida en 200 páginas, que fueron editadas de forma independiente bajo el sello de “Editorial Autores de Argentina”. “Lo bueno es que no estamos encadenados a ninguna empresas”, explica López sobre esta última decisión. Y, en torno al método de escritura compartida, amplía: “El está en Inglaterra y yo en Capital Federal. Por lo tanto, nos manejamos por teléfono, charlas cara a cara –en las pocas veces que vino al país- y por miles de correos. No existe novia o mujer a la que le haya mandando tantos mails como al Paisa, y ninguna novia o mujer me mandó tantos mails como el Paisa. Eso no sé si habla mal de nosotros o bien del libro, ja”.
Sin contratos más que el de “escribir hasta que haya ganas”, el libro está en la calle y la historia del Paisa llegó a lugares inesperados. “Nos llegaron comentarios de un hombre que se quedó hasta las 5 de la mañana leyéndolo y después se moría de sueño en el trabajo o un señor que no lo puede terminar porque se larga a llorar… Mensajes lindos de personas que nos dicen que están pasando por un mal presente, y el libro los ayuda a querer cambiar”, remarca. Ese contrato se cumplió pero, así como fue hasta ahora, el Paisa seguirá escribiendo con sus pies. “Buscamos darle un punto final que, en realidad, entre nosotros, es un punto seguido”, concluye Juan Manuel.

Despedida

La Historia se dejó cautivar por completo con una frase, por la belleza que contiene su simpleza. La continua vigencia de las cosas muchas veces se explica desde la claridad y la pureza que logran transmitir. “Hasta la victoria, siempre” conlleva inamovible la sensación de estar pronunciando palabras imperennes y universales.
Sí, es cierto que se coló mucho entre los estampados de tu banda y de tu equipo convirtiéndose en un logo de moda permanente. Pero podemos pensar a esa fuerza del mercado como el mayor reto abatido en su destino inexorable por trascender y aún así, no perder su encantó.
Trasponiendo a la repetida presencia gráfica, habrá que asumir el enorme respeto y responsabilidad que nacen cuando lo pronunciamos y antes reparamos con detalle en esas palabras. Justo en el segundo antes que tu lengua se bien articule con tu boca y tus dientes, y las letras hiladas resuenen desde tu boca, un halo de mesura y parquedad invaden tu universo interno para preguntarte con incrédula seriedad hasta qué punto la situación amerita la cita que estás por referir.
Los sentimientos que inspira Ernesto Guevara exceden este momento. Se trata más de precisar cuáles son las cuestiones mundanas con que cada uno puede construir su propia victoria, el objetivo a batir de cada uno. Esa guerra hostil rodeada de montones de batallas que implica la vida en donde uno busca salir victorioso en campos extraños dentro de uno mismo, en la aventura de conocerse y reconocerse.
¿Habrá forma más sutil de despedirse para quien se sabe fiel a si mismo? ¿Qué mayor victoria podrá alguno reclamar a quién peleo y vivió feliz cada momento? Me enteré de quién se despidió frente a sus hijos, minutos antes de que la muerte finalmente lo venciera, diciendo “Hasta la victoria, siempre”, y no pude hacer más que admirarlo, y emocionarme mucho.