Archivo por meses: noviembre 2012

Las palabras no se cortan con un bisturí

Al presidente del Centro de Estudiantes Azucena Villaflor lo torturaron. Pero el problema no pareciera ser que lo hayan golpeado y marcado con un bisturí: el quilombo es que espacio de estudio queda en la Unidad 48, que depende de la Universidad de San Martín. De los detenidos que estudian, sólo el tres por ciento reincide. De los que no, el cuarenta. Aún así, quieren cerrarlo. Y, antes, destruirlo.
Soy Braian, me dicen Cuni, pero podría ser Rubén, Kevin, Carlos… Lo que hubiera cambiado algo es que no fuera varón, pobre y joven. Así, soy uno más, algo más, algo. Cuento la historia de compañeros de la Unidad 48, pero podría ser de la 1, la 45, la 47. En la 48 hay un Centro Universitario que depende de la San Martín. Parece que por poco tiempo más. Lo crearon en el 2008, por un acuerdo con el Servicio Penitenciario Bonaerense. Al mismo tiempo se fue formando el Centro de estudiantes Azucena Villaflor y surgieron algunos talleres extracurriculares.
Pero claro, algunos no podemos estudiar. Los penitenciarios eligen quién sí y quién no. Hay un carnet de estudiantes que te sacan en cualquier momento. Si alguien quiere saber cuántos estudian, quiénes estudian, no pueden. Lo que se sabe es que el tres por ciento de los que estudian en la cárcel reinciden en delitos. De los que no estudian, el 40.
Pero insisten en que lo que puede ayudar es que nos caguen más a palos. Y nos siguen cagando a palos. Y nos amenazan. Y ya no solo no nos dejan estudiar, también se proponen destruir el Centro. Quieren que sigamos siendo depositados en jaulas, que repitamos la historia de nuestros viejos, que no podamos empezar a ser nosotros quienes los observan a ellos. Puedo dar algunos nombres de los que cayeron cagados a piñas por guardiacárceles o por banditas habilitadas por ellos. Hasta les arman facas para que se maten mientras ellos miran. Juan Romano Verón, Patricio Barros Cisneros… Cuando la “Justicia” los reconoce asesinos, no los busca.
Nos verduguean si escuchamos cumbia todo el día en el pabellón y cuando nos anotamos a estudiar para al menos hacer otra, para no verles las caras, porque ellos no pueden entrar al Centro, no nos dejan.
En la U48, nos pasó que, corta, le dijeron a Gabriela Salvini, la directora: “Mire, señora, esta jefatura se va a ir de esta Unidad, pero antes vamos a destruir la Sede, y a todos esos subversivos de mierda que están ahí”. A Pablo Palmisano, el Vocal del Azucena Villaflor, lo llamaron a declarar por una denuncia que hizo contra el SPB. En el camino, lo subieron a una camioneta, lo forrearon. Subirse a una ya es una duda constante sobre lo que pasará. Si encima te dicen que te van a matar, te lo dicen otros internos, te describen cómo, te cuentan historias que ya escuchaste, que sabés que son ciertas, pero que te tienen a vos como protagonista… Justo, justo estos internos tenían un bisturí. Y eso que no hay carrera de Medicina todavía en el Centro Universitario… Y lo siguieron verdugueando todo el camino, lo esposaron contra la ventana… Y lo quieren mandar al Penal de La Matanza. Ya pasó que cuando los mudan, generan riñas, como de gallos, entre detenidos y dejan que maten al recién trasladado. Es fácil crear odios. Si te nombran a un familiar de afuera, a un hijo, a una novia… Ya te calentás. Si no te calentás vos, lo hacen calentar al otro…
Para colmo, cuando llegó a la Unidad 48, el jefe del Penal, Gandino, estaba ahorcando a un compañero, a uno de nosotros. Ya se sabe que hace eso, lo saben y sabemos todos. Es la idea… Pero esta vez, encima, decía que el siguiente era Pablo.
Así vienen las cosas. A algunos nos quedará salir a que nos nieguen laburo, reincidir, caer de vuelta presos, caer esa vez muertos, realimentar el odio, justificarlo. Otros compañeros se animarán a ponerse a estudiar, a poner en palabras lo que nos pasa, a hacer algo nuevo tienen que comerse esto. Seguir desapareciendo. Yo voy a seguir el camino de contar estas historias.

«Perdimos 20 años por querer copiar a Europa»

Ramón Cabrero tiene 65 años, es el coordinador de inferiores de Lanús y el único técnico que salió campeón de Primera con ese club que ahora está de nuevo en la pelea del título. Es, además, un español que conoció la nieve haciendo el servicio militar con el franquismo, que jugó una final de Copa de Europa para el Atlético de Madrid y un hombre al que vale la pena escucharlo hablar de fútbol y de la formación de los pibes durante una hora.»Yo creo que por arriba del fútbol argentino está sólo el brasilero», dice.

Ramón Cabrero nació hace 65 muy lejos de acá, de Arias y Guidi, Lanús, corazón del sur del conurbano, donde está parado ahora. Él es cantábrico, de España, pero un barco lo trajo hasta aquí junto a su familia a los 4 años. Aunque haya nacido allá y vivido en Albania o Medellín, este es su pago: acá conoce cada rincón y por eso pide apurar la nota para cumplir con el asado que se hace a fuego lento en los quinchos del club. Pero la prisa no distrae a Ramón, que habla con la tranquilidad de haberlo visto casi todo.
-Haciendo un poco de archivo nos encontramos con que usted hizo el servicio militar español durante el franquismo.
-Hice 45 días en Victoria, que era al lado de San Sebastián. Era la instrucción, como le decían allá. Fue en el año 73. Como yo soy español, y nunca me hice ciudadano argentino, lo tuve que hacer. Lo hice con mucha gente más grande, de entre 27 y 35 años más o menos, que eran los que pedían prórrogas. Fueron 40 días donde no podías salir. Apenas hacía un año que había llegado a España. Gracias a eso conocí la nieve ahí en Victoria. Un metro de nieve. Yo jugaba en el Atlético de Madrid.
-¿En esa época era muy distinto el fútbol europeo del que se jugaba acá?
-Era distinto el fútbol. El Atlético en ese momento era un equipo muy potente, estaba encima del Barcelona y más o menos como el Real. Salimos dos veces campeones y perdimos una final de Copa Europa con Bayern Munich. Pero había una distancia a nivel de fútbol: era más lento, con menos marcas. El fútbol cambió como cambió todo.
-Y si le dan para ver un partido de esa época o un partido de ahora, ¿cuál mira?
-Eran cosas distintas. Yo soy de los que piensan que los buenos jugadores juegan en todas las épocas. Hay algo que es muy sencillo: si me dan un buen jugador, lo más seguro es que a tirarse a los pies y a correr le puedo enseñar rápido. Ahora, enseñarle a jugar es muy difícil. No va a aprender nunca. Por eso lo que importa es que el jugador sea bueno, lo demás se adapta. Hoy Ángel Clemente Rojas, por decir uno bueno de mi época, jugaría brillantemente.
-¿Pero hoy todos tienen que correr y tirarse a los pies?
-No. Riquelme no corre ni se tira a los pies. Y juega bien. Te tenés que adaptar al ritmo. Jugar como hace treinta años, es imposible.
– Y el fútbol español de ese momento, ¿qué tanto se parecía al de ahora?
-Era similar. Todavía en el fútbol argentino no había llegado el cambio. Era la época que nosotros creíamos que en el fútbol europeo se corría más, se entrenaba más. Y no había nada de cierto. En el año 75, cuando agarra César –por Menotti- la Selección, el fútbol argentino empezó a cambiar. Y el cambio estuvo cuando los jugadores se empezaron a ir afuera. Yo en el 71 me fui a España cuando no se iban muchos. Y el fútbol europeo era más profesional. Entonces los que se iban afuera y hablaban con sus ex compañeros notaban una gran diferencia en lo profesional. Y eso empezó a cambiar, el fútbol argentino empezó a tener menos mañas y ser más profesional.
-Perfumo el otro día se quejaba de que en esa época los hacían mirar mucho fútbol español por videos y decía que así se desprestigiaba el fútbol argentino.

Fotos: NosDigital

-Ese fue el gran defecto del fútbol argentino en la década de los 70: creer que el fútbol europeo era superior. Brasil nunca lo copió y siempre fue el mejor. No entraron en eso de pensar eso que pensábamos nosotros, sobre lo físico y qué se yo. A Brasil le metían tres y ellos decían que te metían cuatro. Ese era el lema en los 70. Ahora ya no le metés tres a Brasil, eso lo corrigieron. Uno de los grandes atrasos del fútbol argentino fue querer copiar a los europeos. Cada uno tiene su estilo. Y de repente cuando uno va a Europa se da cuenta de que el jugador argentino es muy admirado. Yo cuando jugaba en Newell´s vivía con Marito Zanabria en el mismo departamento. Salíamos a correr al parque y, a veces, cuando te podías esconder atrás de un árbol lo hacías. Eso ya no lo podés hacer. Hoy si te escondés para no hacer un ejercicio, tus compañeros te cagan a putedas.
-¿Y hoy en qué estamos?
-A nivel local el fútbol argentino es malo. Es lamentable. Al fútbol lo juegan los jugadores y acá los mejores no están. Si se juega un clásico River-Boca, deberían estar los 22 mejores del país ahí pero debe haber jugadores que se deben pellizcar y decir ‘la pucha, estoy jugando en River o en Boca’. Los buenos jugadores se van, no duran. ¿Lamela cuánto jugó? Cuatro meses. El hincha de River no pudo ver a Lamela, como pasó con Saviola, Aimar, con todos.
-El problema es estructural, del sistema, no es que no surgen los jugadores.
-Tampoco es estructural. El problema es la plata. Si mañana vienen y le dicen al presidente de Lanús: “¿cuánto vale Pizarro? te pongo siete millones de dólares”, chau Pizarro. Como fue chau Leto, chau Acosta, chau Salvio, chau Blanco.
-Pero esos jugadores, por ejemplo, acá hacían una diferencia bárbara y en Europa no están en un primer nivel.
-El jugador argentino es muy preciado. Se adapta. Tiene personalidad. Yo estuve en Colombia, en Atlético nacional. El jugador colombiano es muy buen jugador, pero le falta ese plus de personalidad y de querer ganar que tiene el futbolista argentino. Yo creo que por arriba del fútbol argentino está solo el brasilero. Históricamente fue así. No por casualidad los dos mejores jugadores de la historia del mundo nacieron acá, que son Maradona y Messi. Creo que perdimos veinte años queriendo copiar algo que para mi no había por qué. Ya después, con los medios de comunicación, con los jugadores que se iban y venían, ya adquirió una identidad propia porque se dieron cuenta que allá no se entrenaba más ni se corría más como se pensaba. Cuando yo fui pensé que me iban a matar entrenando. Y entrenábamos menos que acá.
-¿Y en las Inferiores también existió eso de tratar de imitar a Europa?
-No. En las Inferiores fuimos, somos y vamos a ser por veinte años más un ejemplo. El fútbol argentino en Inferiores es el mejor del mundo, no hay con qué darle. No hay europeo, no hay colombiano, no hay brasilero, no hay con qué darle. El campeonato de fútbol juvenil de Argentina es único.
-¿Por qué?
-Porque todos los equipos compiten. Venís a ver la novena de Lanús contra la novena de River y ya vienen de tres años de infantiles, de competir a los 14 años y todavía les falta llegar hasta la cuarta. Si vos vas a España que juega el Real Madrid contra el Barcelona, por poner un caso, novena división no existe. En Colombia empiezan a jugar a partir de los 16 años entre los de ahí nomás, los de cerquita. Yo estuve en Medellín y jugaban solo los cuatro de equipos con un colegio de acá, con una escuela de allá y le meten siete u ocho goles. No hay competición.
-¿Pero sirve para formar a un jugador competir a los 14 años?
-Sin competición no podés formar un jugador. A ver: si acá, que trabajamos muy bien las juveniles, jugamos con el Colegio Don Bosco, le metemos 10 goles. Ahora, si jugás con River es distinto.
-Pero es criticable que a los 14 años se piense en un resultado y no en jugar.
-Eso es otra cosa. La competencia te da categoría, te hace crecer al jugador a un buen nivel. Ahora, que le des más importancia al resultado que al jugador es un tema más amplio y hay mucha gente que dice que no lo hace pero lo hace. Yo he escuchado decir que lo que les importa es que los pibes lleguen a primera bien formado y después se agarran a trompadas los directivos, los técnicos, los jueces, todos porque quieren ganar. Es más amplio el tema, pero si hay algo bueno en el fútbol argentino son los campeonatos juveniles que tenemos.
-Pero los dirigentes miden los trabajos de inferiores de acuerdo a los resultados de las categorías.
-A ellos lo que les importa es si ganamos. Te dicen que lo importante es sacar jugadores, pero es mentira. Lo digo yo porque acá lo puede o decir. Es contraproducente. Pero se instala tanto, que si pierden un par de partidos, se quedan sin el puesto el coordinador y el técnico. Y viven de eso. Entonces lo que vos querés es ganar antes que nada. Acá hemos tratado de cambiarlo, pero no es tan fácil. La prioridad es que jueguen en Primera la mayor cantidad de chicos.
-¿Cómo se maneja que haya familias que piensen a pibes de 14 años que juegan a la pelota como su motor económico?
-En el club tenemos 60 contratos de 5 mil pesos entre la novena y la cuarta división. Somos uno de los cuatro o cinco clubes que se manejan así porque si no le hacés un contrato a un pibe que juega bien viene cualquiera y te lo roba. Ya es una inversión. Muchos de esos chicos, aunque parezca mentira, son el sostén del hogar. Son pibes de 14, 15, 16 años y no tienen por qué mantener una familia. Debería ser distinto, porque sino crecen demasiado rápido
-El laburo en inferiores para los formadores se vuelve más exigente entonces.
-Tenés que tener la posibilidad de poder trabajar bien. Este club hace siete años no tenía nada que ver con esto que se ve. No había canchas buenas, era un desastre. Nosotros ahora tenemos pensión, vestuario, buenas canchas, buena ropa, hotelería, psicólogo, colegio particular, todo lo habido y por haber hay que dárselo al jugador. Obvio: si no juega bien, no sirve. Pero para que juegue bien vos le tenés que dar todo eso porque no es lo mismo para un jugador que viene de afuera o que viene creciendo. Esto es un trabajo ciego, que nadie lo ve. La gente prefiere gastar 500 mil dólares en un jugador que ponerlos en inferiores, porque nadie se entera que hiciste dos canchas nuevas. Lanús invirtió mucho dinero del que ganó en las inferiores. Y este club se hizo grande por sus inferiores: en los últimos años vendió por 60 millones de dólares.
-Zubeldía dijo hace poco en una entrevista que las camadas que vienen después del año 81 tienen más dificultades a nivel intelectual.
-Tampoco te tenés que ir del otro lado y decir yo voy a formar un profesional para que sea un fenómeno de pibe si no llega a la Primera de Lanús. Nosotros estamos formando jugadores de fútbol, ayudándolos, complementándolos para que sea un chico educado, que vaya al colegio y otras posibilidades que si no fuera por el club ellos no las tendrían. Todo lo otro, es relativo. Acá el contexto es difícil porque de donde nosotros sacamos la mayoría de los chicos, que es por los alrededores de acá, no tienen realidades muy fáciles. Si están en la pensión están mejor que en su casa porque una prioridad para el club es que vayan al colegio: aunque repita 17 grados tiene que seguir yendo. Ahora, la realidad es que si tenés uno que todos los domingos hace tres goles y no va al colegio, el presidente del club te va a decir que tiene que jugar. Todo es elástico. Ha pasado: el Toto Salvio si no iba al colegio jugaba igual.
-De todo este tiempo que lleva acá, ¿qué jugador piensa que es el emblemático de los chicos de Lanús?
-Lo más importante del club es el fútbol infantil porque si vos vas a buscar jugadores de afuera por más que pongas plata y todo, no lo vas a poder traer si juega muy bien a cierta edad. La inversión la tenés que hacer en el fútbol infantil: ir a buscar a los barrios y traerlos. Cuando Lanús sale campeón, Pelletieri, Archubi, Acosta, Blanco, Fritzler, Valeri, todos venían del fútbol infantil. Desde los 10 años. Ahí está la formación, siempre fueron buenos jugadores, pero se pulen. Se hace muy difícil conseguir un jugador de 16, 17 años que sea bueno como Valeri. Y también es muy difícil traer un chico del interior, aunque a veces los vamos a buscar, de 10 u 11 años porque se le hace difícil vivir acá. Se vuelven rápido.
-Ahora Lanús está peleando de nuevo pero sin tantos chicos surgidos del club. ¿Cambió la planificación o no surgieron tantos talentos?
-Hay una idea equivocada del equipo del 2007. Pasó lo mismo que ahora, quizás un poquito más. Jugaba cuatro o cinco chicos y después jugaba Bossio, Graieb, Ribonetto, Hoyos, Velázquez, Sand. En este equipo también juegan algunos chicos. Pasa que algunos se olvidan que Marchesín salió hace dos años. O Pizarro, Balbi, Izquierdoz, Benítez. Hay chicos que están jugando y tres son titulares. En 2007 fue parecido. El mix es lo más importante para un equipo: jugadores grandes con jóvenes que le den la frescura.
-Está jugando bien Lanús, como en aquel año. ¿Ve algo parecido?
-Creo que con Vélez vamos a pelear hasta el final. Somos un equipo que en este sprint final viene en alza, intenta jugar y juega bien. Guillermo y Gustavo encontraron un mediocampo que realmente maneja los partidos. Lanús te de la sensación de que te gana. Incluso cuando no juega bien. Y eso en el fútbol es muy importante. El otro día estaba viendo el partido e iba 0 a 0, iban sólo veinte minutos, y desde arriba la sensación que te daba era que el partido lo ibas a ganar.
-Juega con la pelota, que no es poco.
-Agarró un momento donde tiene un mediocampo que pega bien la vuelta, que juega pelotas entrelíneas, que siempre hay uno destapado. Tiene jugadores en muy buen nivel como Pizarro, Pereyra. Dentro de lo que hay, está bien. Creo que la gran virtud de un técnico es saber elegir los complementos. En un mediocampo no tienen que jugar los cuatro mejores sino los que se complementen. Y eso a veces aparece sin darse cuenta. Nosotros salimos subcamepones en el año 2006 jugando con Archubi de tres y Leto de carrilero. Era insólito, pero andaban muy bien. Hacían un surco por ese lado.
-Después de tanto tiempo en el mundo del fútbol, que alguna vez lo ha cansado, ¿por qué sigue trabajando en esto y no se dedica a descansar o a otra cosa?
-No me cansé del fútbol, me cansé de dirigir Primera. Por eso estoy acá: porque estar acá es parte de mi familia. Si yo me quiero ir 15 días a Europa le digo al presidente del club que me voy 15 días. Si me quiero quedar 20 días en Mar del Plata en verano me quedo. Esto es un premio que creo habérmelo ganado. Acá disfruto: estoy a diez cuadras de mi casa, vengo a la mañana, miro fútbol, doy mi opinión, trabajo tres o cuatro horas por día. Con Primera es más difícil. Tomé esta decisión pensando en la tranquilidad.
-¿Y en Primera ya no tiene ganas?
-Hace poco estuve muy cerca de Huracán, porque el presidente me quería, me había hecho una oferta buena pero no se concretó. Yo nunca digo que no. Tiene que ser algo que me sirva mucho, que me convenza mucho y que me convenga mucho económicamente. A esta altura de mi vida si trabajo en primera es por dinero. Ya he padecido mucho a los 65 años.

Despedida por travesti

María Laura Alemán es cantautora y compositora clásica y popular. Se gana la vida con clases particulares y dirige un coro. Hace un año que la echaron del colegio donde trabajaba por elegir cambiar de género. Allí era el profesor de música Eduardo, hasta que la fotografiaron travestida en una farmacia. Desde entonces, comenzó un raid de extorsiones que culminó en su despido y que demuestra la marginación social y laboral a la que son sometidas y empujan a las personas trans. Esta es la primera entrega de una serie de historias que aborda la problemática en primera persona.


A María Laura la echaron por travesti. La echaron de la escuela y del coro que dirigía, y la despojaron también del lugar que construyó durante cuarenta años: un lugar de prestigio en la música, como profesora y compositora. La echaron porque “la vieron”, me dice, y quiere decir que la vieron travestida, como María Laura y no como Eduardo, que era quien iba a la escuela. Hasta eso, María Laura, cuidaba: respetaba y defendía su fuente laboral con la mentira de seguir siendo hombre. Pero desde el 2009 que le había puesto nombre e imagen a esa necesidad y ese placer de verse mujer, el resto de su vida. Y eso, cueste lo que cueste, no iba a cambiar más.
Le cuesta a María Laura sostenerse al margen del laburo formal al que estuvo siempre acostumbrada. Le cuesta porque tiene 3 hijos, porque perdió el cariño de sus alumnos y porque sobrevive en ella la injusticia del despido. El desconcierto. La nueva vida.
En esa incomodidad sobrevive –como siempre- gracias a su talento musical: a su labor como compositora y al caudal de alumnos que atrajo a clases particulares de canto y piano. Esta es su otra identidad: María Laura es música. Y entre la decisión de dejar la carrera de ingeniería naval, a tan sólo un año de recibirse, para dedicarse de lleno a su pasión, y su cambio de género subyace la misma razón: “Todo el proceso por el cual yo descubrí que mi vida era la música no es muy diferente al de la transexualidad. Me costó lo mismo abandonar la carrera formal y dedicarme a una actividad ya de por sí mas marginal, y pretender con eso tener una vivienda, mantener una familia, desarrollarme como persona, cuando todas las garantías te las da un titulo. Lo mismo pasa cuando todas las garantías te la da ser hombre, vivir acomodado en un entorno…”.
Tener un trabajo.
Una anécdota condensa la intensidad de esa decisión que implica no sólo un cambio de planes, sino sacarse de encima una serie de estereotipos, prejuicios y valores que nos condicionan: “En arquitectura naval tenía una pila así de trabajos prácticos, ya hechos, pero no los iba a presentar; me llamaba el profesor a casa y me decía que se los llevara para firmar, pero yo no iba. Fue difícil, me acuerdo que no dormía…”.

Fotos: NosDigital

Corría el 84, María Laura todavía era Eduardo Alemán y empezaba a decidir los destinos de su vida. El abandono de la carrera que cursó durante 10 años para dedicarse a la música coincidía, casualmente o no, con su primer matrimonio: “Es un momento donde vos mirás un poco más para adelante, ¿no? Te involucrás en un proyecto a largo plazo y de vida y te aparecen las otras cuestiones. La de la transexualidad ni apareció ahí, no como cuestión a plantearme, porque aparecer aparecía pero no tenía ni idea qué era”.
Una sensación. Una necesidad. Un deseo. Una identidad viviendo adentro de otra, o siendo la misma, transformada. Una inquietud existencial que siguió a María Laura desde la juventud hasta el 2002, año en que un médico sexólogo puso título a sus “ganas de verse mujer”: transexualidad.
Se resistió hasta 2009, hasta que entendió que no era un problema y podía destapar su deseo manteniendo su curso de vida.
Ya separada, con sus hijos en la otra casa, primero sus vecinos palparon el cambio, el barrio, los pibes que pasaban y le gritaban cosas.
La familia acompañó.
Pero en el colegio católico donde trabajaba, el San Martín de Tours, no lo aceptarían. “Ya había habido ciertas situaciones y, además, yo fui alumna y padre de ese colegio porque mis hijos fueron allí, entonces sabía que no lo iban a tomar bien”.
Eduardo Alemán siguió siendo como siempre el profesor de música y director del coro del colegio.
Hasta que la vieron.

Ganarse ese lugar en el colegio – laboral y profesional, ya que era muy respetado entre sus colegas y muy querido por sus alumnos- admite que le fue “facilísimo”. No le hizo falta ni título docente para meterse en el ámbito de la educación privada y, a partir de su formación autodidáctica, enseñar canto y acompañar a los chicos con la guitarra. “De hecho, a mí me llamaron a trabajar en el colegio, yo nunca fui a buscar trabajo, y gente que me conocía, que sabía cómo me manejaba, empecé con la suplencia, estaban contentos, cada vez más horas, más horas, más horas y al final vivía de eso”.
Con trabajo docente María tuvo y mantuvo tres hijos y una mujer, y compró la casa donde ellas ahora viven. “Yo rechazaba trabajos, constantemente me llegaban y yo estaba bien con lo que tenía”.
A principios del 2010, cuando ya hacía un año que María Laura había cambiado su imagen manteniendo su vestimenta varonil para el colegio, un día fue a la farmacia.
Alguien que estaba por ahí sacando fotos se dio vuelta y la fotografió.
Qué raro.
Desde entonces sobrevinieron una serie de “extorsiones” que condenaban a María por su cambio de sexo. Extorsiones de padres y autoridades del colegio, cadenas de mails circulando como “denuncia” del profesor de música travesti, como agravio, insulto y discriminación.
Le pusieron una persona adentro de cada clase, vigilándola. “No sé que pensarían, que les hacía algo a los chicos”.
Hacían adrede correr el rumor de la bronca de los padres de esos chicos, atemorizándola. “Una vez estaban todos juntos, después de un acto, y yo pasé por el medio para ver si me hacían algo, para enfrentar la situación. No me dijeron nada. “Chau, Eduardo, me saludaron algunos”.
Le armaron un coro paralelo al que ella dirigía en la escuela, a donde migraron muchos de sus coristas –en su mayoría padres- y que empezó a funcionar como estrategia dilatoria del suyo.
Las maniobras intentaban ahogarla antes de las vacaciones de invierno del 2011, como para que renunciara. Finalmente fue la directora quien la llamó y le hizo saber que sabían “que fuera del colegio me vestía como mujer”: “Pensó que yo se lo iba a negar pero le dije que sí, que esa era la elección que había hecho pero sin embargo respetaba mi lugar de trabajo”.
El despido, que se concretó ese invierno, no lleva una causa fundamentada y ya es motivo de acciones judiciales contra el colegio.
Como profesora y compositora, despojada de toda institucionalidad, autogestiona sus clases de música y dirige un coro.
Todavía le busca la vuelta – económica, emocional, laboral- no a su nueva vida como Laura, que ya lleva unos años, sino a la marginación –económica, emocional, laboral- a la que fue empujada desde que la echaron.
Su historia representa una perspectiva personal que ella enfatiza al decir que no sabe si “lo laboral es una problemática” – solo- para la comunidad trans. Para ella sí. Pero, en todo caso, deja en claro que no se trata únicamente de procesos de inclusión, de correr del margen al centro a quienes cambian de género, de la informalidad a la formalidad, a la institucionalización, que no se trata únicamente de ayudar paternalmente a una población evidentemente golpeada: “No se trata de ponerle un uniforme a una persona trans y meterla ocho horas en una oficina. Porque eso tiene que ver con lo mismo que quiere el sistema que nos discrimina. El sistema lo que no te permite es liberar tus sueños, tus deseos y que puedas vivir de lo que te gusta”.
Eso, parece ser, no es solo un problema de los trans, que además tienen otros problemas.

«El hombre es un ser político»

Para Claudia Piñeiro, la escritura es una necesidad vital, aunque el arte no siempre fue un universo posible. Hoy, tras numerosos premios y publicaciones exitosas, su nombre se volvió una referencia ineludible de la narrativa argentina. En encuentro con NosDigital, habló sobre el proceso de escritura de una novela, la difusión y las lógicas editoriales, y de su último libro, «Betibú».  Por los intersticios de las palabras, se fue colando el género policial, esa lupa sobre las dinámicas de violencia que engendra cada sociedad, y sus particularidades en la región: “En la mayoría de los policiales latinoamericanos a los escritores nos cuesta encontrar la figura del detective o del policía. Porque sospechamos inmediatamente del policía. No vamos a creer que va a investigar y que nadie lo va a coimear».

Foto: Alejandra López

Las chicharras cantan fuerte y el sol colorea los hombros en esta tarde de sábado, mientras algunas hojas se bambolean al compás del viento y doy los últimos tres pasos que me separan del timbre. “Uno camina por este lugar, a la sombra que dan sus árboles, oliendo el perfume de las flores y del pasto recién cortado, y puede soñar que nada malo le podría pasar estando aquí, detrás del muro.” Y sin embargo, escribe Nurit Iscar, protagonista de su última novela, en este paisaje bucólico “cuando la serenidad gana la escena y el espectador desprevenido al fin comienza a relajarse (…) la muerte irrumpe inesperada.”

 Y es que el country, comentará Claudia Piñeiro un rato después, cuando ya acomodadas en los sillones de su casa desmembremos juntas las minuciosidades del policial, funciona a modo de cuarto cerrado. “En el policial clásico venían Poirot o Dupin, y si esto estaba cerrado, y todos los que estamos acá somos los únicos que estamos, y aparece un muerto, entonces uno de nosotros lo mató.” El country, sostendrá ella, funciona de esta misma manera, “porque si es tan complicado entrar, si hay tanta gente vigilando por todos lados y sucede algo, ineludiblemente fue uno de los que estamos acá adentro.”

 Pero retrocedamos veinte, quizás treinta minutos, y regresemos a esta puerta, a la alfombrita que da la bienvenida y al timbre que suena una sola vez bajo mi dedo índice, porque los ojos de Claudia ya están invitándonos a pasar. Esta mujer de pelo oscuro y ojos que en las solapas de los libros no parecen tan claros, que se ríe con todos los dientes mientras cuenta que a partir de Las Viudas de los Jueves se convirtió para el mundo en una suerte de especialista en countries, mujer que después de esa novela escribió sin embargo muchas otras, y que con la última, Betibú, se animó a regresar a este espacio con el que se la vincula pero de un modo enteramente diferente, esta mujer, decía, nos invita a caminar junto a ella su extenso recorrido por el universo de las letras.
“Yo escribí siempre, desde que sé escribir escribo”, sentencia con seguridad, y en su boca esas palabras suenan a una verdad conocida de memoria. Cuenta que al terminar el secundario su intención era estudiar Sociología, pero como la dictadura había cerrado todas las carreras humanísticas, terminó optando por Ciencias Económicas, carrera que sus padres habían comenzado pero que ninguno de los dos había podido terminar. “En mi familia no había escritores, ni gente relacionada con el arte, entonces a mí no se me ocurría que fuera un universo posible dentro de la elección de una carrera, como que tenía que elegir una carrera, trabajar de otra cosa, y además escribir.” Claudia tiene la voz dulce y habla muy rápido. Teje con soltura la frase que busca y no vacila, con la seguridad del oficio, como si el sabor de cada palabra le resultara familiar.

Tras optar por otra carrera la escritura siempre continuó latente como un submundo necesario dentro de su vida, y se formó en múltiples cursos y talleres. “No era esparcimiento, en el sentido de que no lo hacía ni para divertirme ni para esparcirme, sino que era una necesidad vital, una cuestión ontológica.” Hasta que los dos mundos se reunieron, al menos parcialmente, cuando ella ya contaba alrededor de treinta años. “Me formé como guionista de televisión, y ahí encontré un lugar para trabajar de algo más relacionado con la escritura. Aunque en realidad lo que yo quería escribir quedaba en segundo plano, porque me la pasaba escribiendo todo el día y cuando llegaba a mi casa no tenía ganas de seguir escribiendo, porque había estado todo el día, y te quema la cabeza.” Mientras trabajaba como guionista de televisión, ya había podido publicar en España un libro para chicos. Y aquí Claudia hunde la mano en el bolsillo y desenvuelve la curva de un paréntesis: algunos se confunden con esa publicación, dice, y afirman que ella comenzó escribiendo para chicos. “En realidad no es así. Ocurre que para chicos se publica mucho más que para grandes, entonces muchas veces hay autores que publican para chicos antes, porque tienen la posibilidad de publicar. En una novela para adultos, en cambio, a lo mejor hay que esperar más tiempo.”

Corría el 2005 cuando Claudia, que ya había quedado finalista en concursos de las editoriales Planeta y Tusquets, y que ese mismo año había publicado Tuya, ganó el Premio Clarín con su novela Las Viudas de los Jueves. “Fue una oportunidad muy grande, básicamente para publicar, para que los lectores te encuentren y vos te encuentres con los lectores. Hay un montón de gente que está escribiendo y que no consigue cómo publicar, entonces un camino son los concursos.” Claudia destaca la importancia de estos premios como verdaderas oportunidades para el escritor, y aclara que son útiles tanto para autores desconocidos que desean publicar como para quienes ya poseen una obra, porque les brinda popularidad acercándolos con un gran número de lectores.

En este sentido, Claudia hace hincapié en señalar la importancia de la difusión en la obra del escritor. “El libro tiene que tener la posibilidad de que la gente sepa que existe. El boca a boca es muy importante, que se vaya contando. Pero que aparezcas en algún lado también te ayuda mucho. Si no, hay muchos libros que desaparecen inmediatamente. Están apoyados sobre el mostrador, y al mes siguiente fueron al estante y la gente ni se enteró de que salieron. Y a lo mejor valía la pena.” De ahí deriva la necesidad, en el circuito literario actual, de que el escritor transite por varios escenarios junto a su obra, cuestión impensada hace unos años, cuando la única imagen que se conocía del escritor era una foto pequeña en la solapa de un libro. Pregunto cómo se lleva ella con este tipo de exposición y su respuesta, por algún motivo, me sorprende. “Es siempre estar como rindiendo examen, en una exposición que para los escritores no es natural, porque nosotros lo que hacemos es escribir. Pero si vos sacás un libro y no hacés nada más, es muy probable que no vaya por los lugares por los que tiene que ir y que no llegue a los lectores. Es como que hay que apoyarlo.” Y aquí dibuja una pequeña pausa, casi llego a ver la idea que le cruzó los ojos y que ahora, mientras habla, le curva apenas la sonrisa. “O eso por lo menos nos dicen los editores. Entonces nosotros vamos y lo hacemos”.

Entonces esta mujer hunde la espalda en el sillón mullido y toma aire para hablar, ahora sí, de su escritura. Comento que en algún lugar leí que el puntapié inicial de sus novelas es por lo general una imagen. “Sí, en mi caso siempre hay una imagen que es la disparadora: aparecen unos personajes y empiezan a hablar entre ellos, se empiezan a mover, yo empiezo a entender quiénes son y me imagino más o menos hacia dónde van y cómo van a terminar. Después, como la escritura de la novela es tan extensa, van cambiando, y a veces ese final que yo me imaginaba no es el adecuado y tengo que ir hacia otro lado.” Esa imagen primigenia surge de algún recoveco que ella no busca comprender, y aunque Claudia valora el papel de esta suerte de inspiración a la hora de escribir, es ante todo una defensora del trabajo. “La posibilidad de una novela aparece por lo general inconscientemente, como un sueño. Pero una vez que aparece esa semilla, lo demás es mucho más trabajo que otra cosa. Es sentarse todos los días, trabajar todos los días, corregir. Sin trabajo no lo lográs, aunque en el origen de eso que vas a escribir haya probablemente algo de inspiración, algo de secreto, en el sentido de no saber de dónde apareció.”

Esa imagen inicial, cuenta Claudia, queda macerando en su cabeza el tiempo necesario. Hasta que no se transforma en una escena ella no comenzará a escribir. Esperará paciente, en cambio, dejando que las ideas decanten, que se consoliden, que esos personajes comiencen a moverse, hablen, planteen un conflicto. Entonces se largará la escritura, y el consiguiente desafío de comprender quiénes son y a qué problema se enfrentan. “Para mí, lo más importante de la novela son los personajes. La trama en realidad es una excusa para ver quiénes son ellos. Me parece que lo que uno hace todo el tiempo es poner a los personajes en situación de abismo. Les ponés una situación límite y ellos tienen que definir qué hacen. No importa si es alto o bajo, rubio o morocho, sino qué decisiones toma ante determinada situación límite.” El profundo trabajo en la construcción de los personajes se deja traslucir entre las páginas de sus libros como una investigación consciente, a través de los microcosmos latentes que definen el universo de cada uno. “Intento hacerlo no sólo para los protagonistas, sino también para los secundarios. Saber quiénes son, a pesar de que quizás en la novela no cuentes mucho de lo que sabés. Lo importante es que ellos no van a actuar de la misma manera si son una persona o si son otra. Si no, terminan siendo maquetas funcionales a los personajes principales. A mí me gusta que tengan una vida, aunque esa vida no haga a la historia.”

Cuenta Claudia que a partir de esa escena primigenia se inicia el proceso de escritura y que entonces, siempre, aparece en su historia una muerte. Recuerda que Rosa Montero le comentó alguna vez su creencia de que todo escritor ha vivido una experiencia temprana que lo acercó a comprender la finitud de la vida. Quizás tenga que ver con esto. Como sea, la pregnancia de la muerte y la consiguiente búsqueda de la verdad han tendido frente a nosotras un puente, que cruzamos gustosas para introducirnos de lleno en el universo del género policial. “Yo nunca me senté a escribir un policial en el sentido de: bueno, voy a encuadrarme en este género. Siempre sentí en las novelas anteriores a esta última, Betibú, que la trama policial estaba en un plano secundario con respecto a otras cosas que se contaban. Me parecía que eran novelas que tenían elementos del policial, pero no una trama policial lo suficientemente potente como para que uno dijera que son policiales.” En Betibú, en cambio, la intención fue desde el comienzo construir un policial, y que esa trama tuviera la misma importancia que las pequeñas historias de cada uno de los personajes. De todos modos, señala la autora, los géneros a la larga no son más que categorías colocadas a posteriori, sobre todo para poder ubicar el libro en el estante de la librería que mejor le corresponde.

Entonces Claudia desliza una pausa, y aprovecho para preguntar acerca de las particularidades del policial de acá, de Latinoamérica. Esta vez sí se detiene a masticar las palabras antes de responder, y esboza una distinción fundamental respecto a la figura del personaje principal. “En la mayoría de los policiales latinoamericanos a los escritores nos cuesta encontrar la figura del detective o del policía. Porque sospechamos inmediatamente del policía. No vamos a creer que va a investigar y que nadie lo va a coimear. Eso hace que muchos escritores terminemos buscando otro tipo de detective: un periodista, que es lo más típico, un escritor, un ama de casa (Tuya), o la mujer que maneja una inmobiliaria (Las viudas de los jueves). Siempre estás buscando algún otro que investigue y que cubra ese bache que la institución encargada deja libre.” Para la autora, por otra parte, otro componente clave del policial latinoamericano es un tipo particular de violencia, “mucho más visceral”. Claudia sostiene que cada núcleo social engendra un tipo de violencia diferente, y es imposible que esta no se filtre y engendre variaciones diversas en los policiales que se escriben en cada cultura (a modo de ejemplo, menciona el narcopolicial mejicano).

En este sentido, es posible repensar el atravesamiento político de la mayoría de sus novelas. Formulo la observación y Claudia, tras reflexionar apenas un instante, habla de la imposibilidad de omitir el propio ser-político al momento de escribir. “El hombre es un ser político y me parece que en el caso de la escritura eso se vuelve muy evidente. Esto no quiere decir que vos tengas que hablar de partidos políticos: yo puedo tener un montón de ideas políticas, sin necesariamente manifestar adhesión a un partido concreto. Es muy difícil que un escritor no muestre su cuestión política en los asuntos que a la sociedad le competen.” Y sin embargo, aclara, al momento de escribir ella busca conscientemente evitar bajadas de línea que operen como divisorias entre el bien y el mal. “Me parece que el escritor puede manejar la cuestión política a partir del punto de vista: yo propongo un punto de vista y a partir de él miro una situación.” Es decir, hay un ojo que mira y nos invita a mirar. Y a partir de esa situación que nos es desvelada somos nosotros, lectores, quienes tenemos la responsabilidad de formular nuestro propio juicio de valor al respecto.

No caben dudas de la especial relación con el lector que propone el policial, y quizás a esto se deba el profundo amor de muchos autores por el género. A Claudia no se le cae la sonrisa mientras explica que “se trata de una relación muy cómplice, porque el lector está siempre como mirando por encima del hombro del narrador para ver si se puede adelantar un poquito y descubrir antes que él qué es lo que sucede. Es un lector activo, que participa. Muchas veces el que está leyendo sabe más que los protagonistas y se preocupa, porque sabe que les puede pasar algo.” Y tiene razón. Quién no jugó alguna vez a saltear de dos en dos las páginas para llegar a la resolución del misterio, a leer la última frase del libro, a trazar múltiples hipótesis mientras caminaba entre las letras.

Los ojos de Claudia y yo nos despedimos en la puerta. La alfombrita que hace un rato largo me dio la bienvenida sigue justo donde la dejé, medio torcida, como susurrando un chau lleno de barro seco. Las chicharras no cantan, pero el sol ahora más bajo todavía calienta la piel. Camino entre los robles eternos de esta pequeña ciudad levantada entre muros de piedra. Voy con cuidado, claro. No sea cosa que, pensando en su próximo libro, esta mujer con piel de palabra haya olvidado algún cuerpo entre las hojas.

Cuentos decapitados

Matemáticamente implacable: en las elecciones de octubre de Cuba, votó el 94 por ciento del padrón. En la de Estados Unidos, apenas el 50. Los casos de Venezuela y de Francia revelan, también, cifras interesantes sobre el compromiso. En el medio, la pregunta es clara: si la democracia se mide por la participación popular, ¿a qué deberíamos llamar dictadura y a qué democracia?

La globalización de la imagen todavía no había remplazado al oxígeno, pero nadie quería perdérselo.

No: nadie lo conocía.

Era el mito de la isla, el barbudo, la incertidumbre, el sueño de muchos y, sobre todas las cosas, el único hombre de Latinoamérica que arribaba con ese cargo: Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. Cinco meses habían pasado de la Revolución y Fidel Castro hacía uno de sus primeros viajes. Faltaban dos años, todavía, para que Cuba expresara que su sistema era el de un socialismo marxista-leninista. Pero, aún así, miles ponían el oído para escuchar la conferencia que él daría en el Palacio del Ministerio de Industria y Comercio de Buenos Aires donde iba a explicar ese mismo concepto que repetiría por la eternidad: la democracia.

Así, habló Fidel Castro, en 1959:

«A los pueblos muchas veces les hablan de democracia los mismos que la están negando en su propio suelo; a los pueblos les hablan de democracia los mismos que la escarnecen, los mismos que se la niegan y los pueblos no ven más que contradicciones por todas partes. Y por eso nuestros pueblos han perdido, desgraciadamente, la fe. Han perdido la fe, que se hace tan necesaria en instantes como este para salvar al continente para el ideal democrático, mas no para una democracia teórica, no para una democracia de hambre y miseria, no para una democracia bajo el terror y bajo la opresión, sino para una democracia verdadera, con absoluto respeto a la dignidad del hombre, donde prevalezcan todas las libertades humanas bajo un régimen de justicia social, porque los pueblos de América no quieren ni libertad sin pan ni pan sin libertad».

Pero, con esa explicación, se ve que nunca alcanzó. Porque Cuba siguió siendo catalogada como una dictadura, sobre todo, agarrándose de un concepto de lo más tramposo: las elecciones. Aunque, aún así, si valiera la pena el análisis de las urnas, el 2012 arrojó algunos datos que construyeron un cuento decapitado. Este año hubo elecciones en Francia, en Venezuela, en Estados Unidos y en Cuba, entre otros, y el porcentaje de mayor cantidad de votantes se dio, como desde 1976, en la Isla, sacándole hasta 40 puntos de distancia a Estados Unidos.

En todos los comicios se ha entrado en la discusión de más de una pregunta: ¿Qué es la democracia? ¿La democracia es lo mismo que la república? ¿La democracia es sinónimo de voto? ¿La democracia es –como marca la ONU- una elección de un sistema que elige cada país? ¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia?

Pero sin tanta palabra, en la discusión propia de los votos, salió esto:

1- El 7 de octubre, en los comicios presidenciales en los que Hugo Chávez le ganó a Henrique Capriles, en Venezuela, donde el voto no es obligatorio y para hacerlo hay que registrarse en el Consejo Nacional Electoral previamente, el 78 por ciento de los que están en edad de votar emitieron el sufragio.
2- En las elecciones presidenciales de Estados Unidos en las que Barack Obama le gano a Mitt Romney, en unos comicios donde el voto no es obligatorio pero sí abierto, se presentaron a emitir sufragio el 50,65 por ciento del padrón habilitado.
3- En Francia, en las elecciones presidenciales, donde Francois Hollande venció en el ballotage a Nicolas Sarkozy, votó el 80,35 por ciento del padrón habilitado para hacerlo. Antes, en la primera vuelta, se presentó el 79,48 por ciento.
4- En Cuba, donde cada cinco años se eligen diputados para la Asamblea Nacional y delegados para las Asambleas Provinciales, de las cuales no participa el Partido Comunista Cubano sino cualquier habitante que quiera sin necesidad de tener Partido o Agrupación que lo represente, con un voto obligatorio, en los comicios del 21 de octubre se presentó el 94,21% de los habilitados para votar.

Los cuatro casos que se toman son seleccionados arbitrariamente y responden a una lógica: se junta el país de la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad, el de la Estatua de la Libertad, el del país petrolero del que dicen que no hay libertad de expresión y del país del dictador que no da libertad. Porque, indudablemente, salvo la aparición de Venezuela, la discusión es una que continúa con el paso del tiempo. En Argentina, donde no hubo elecciones este año, pero sí el año pasado, votó el 79,39 por ciento de los votantes habilitados. Y, en todos esos casos, los preconceptos se repiten y repiten

Probablemente, analizar la democracia en estos términos puede parecer una reducción y, de hecho, lo es. Aristóteles, en sus textos de Política, dejó la idea de que la democracia es el sistema de gobierno del pueblo y para el pueblo, por lo que podría analizarse que un pueblo democrático es uno en el que todos comen.

Pero si los votos pueden ser una manera de pensar la democracia, aquí vamos. Por eso, en esa lógica en la que Fidel Castro siempre fue mostrado como el gran dictador, en la que Estados Unidos es el país de la libertad, en la que los sufragios parecieran ser los que determinaran el valor de la libertad, la conclusión resulta determinante.

Al menos, aquí se debería acabar ese pedazo de discusión.

Matemáticamente implacable: Cuba ganó las elecciones.

Colaboró en la producción de datos: Juan Ignacio Ubertazzi.

La lucha armada del cine documental

La sexta edición de la Muestra  Nacional de Documentales, organizada por la Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA) fue el disparador para reflexionar sobre las particularidades de este cine y su historia. Esta vez, el lente de la cámara giró hacia las propias condiciones de producción y sirvió de arma para reclamar espacios de exhibición para producciones nacionales y latinoamericanas de documentales que no circulan en los espacios comerciales o tradicionales.

¿Qué piensan los protagonistas? ¿Cómo lo piensan? ¿Por qué lo piensan? Podemos imaginar que fueron algunas de las preguntas que los cineastas comenzaron a hacerse para dar quiebre a la temática que ocupaba las pantallas del séptimo arte hasta la década de los 60. Afinar la mirada, transformarla en crítica, investigar, documentar, relevar información fueron algunas de las tareas que comenzaron a girar la cámara hacia los sectores sociales más castigados, retratando recortes de la realidad para dar paso al Cine Documental que llegaba para quedarse. Fernando Birri, en 1956, fundó el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral, luego reconocido como la Escuela Documental de Santa Fe donde se filmaría “Tire Dié”, el primer film que plantea una problemática de forma realista y critica hasta entonces inédita. Unos años más tarde, en 1964 publica en «La Escuela Documental de Santa Fe» (Editorial Documentos del Instituto de Cinematografía de la Universidad del Litoral, 1964) sus percepciones acerca de la tarea del documental. “¿Cómo da esa imagen el cine documental? La da como la realidad es y no puede darla de otra manera. Y al testimoniar cómo es esta realidad -esta subrealidad, esta infelicidad- la niega. Reniega de ella. La denuncia. La enjuicia, la critica, la desmonta. Porque muestra las cosas como son, irrefutablemente, y no como querríamos que fueran. (O como nos quieren hacer creer -de buena o mala fe- que son).”

Bajo el slogan de “Ocupar las pantallas, insistimos”, la VI Muestra de Documentales organizada por la Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA), atrajo la atención de quienes invadimos desde el 8 al 14 de Noviembre las butacas del Cine Gaumont. Ocupar las pantallas nos remite a la necesidad de mostrar gran cantidad de producciones que empujan a la realidad tal como es a saltar desde la proyección hasta los espectadores.

La grilla de actividades nos fue ofrecida en diferentes secciones que organizan los documentales, muchos de ellos proyectados por primera vez en la muestra, y nos permite recorrer  las variadas temáticas establecidas como Luchas sindicales, DDHH / Memoria, Luchas campesinas, Pueblos originarios, Historias de vida, Latinoamérica libre, Medios de comunicación, entre otros sin dejar de darle lugar también a películas latinoamericanas y europeas. Para cerrar una semana de cine comprometido que apostó a la diversidad de contenidos y lenguajes, la Asociación de Documentalistas Argentinos organizó una mesa de debate sobre la actualidad de “Los traidores” película filmada en 1973 por Cine de la Base.

El miércoles 14 de Noviembre, último día de la muestra, la noche recibía a gran cantidad de espectadores que se iban agrupando en las butacas de una de las salas del primer piso. Pasadas las 22.00 horas y con una bandera del DOCA a sus espaldas, arrancaban la charla los ex miembros de Cine de la Base, entre ellos el sonidista Nerio Barberis, reconocido docente y documentalista que con micrófono compartido de por medio, nos regalaban el recuerdo de sus comienzos juntos. El grupo surgió por una necesidad de distribución, de llegar con “Los traidores” a las bases, a las escuelas, villas, sindicatos, plazas; la idea era que quien quiera pueda recibir el material, con una única condición: que se pueda dar posteriormente un debate. Al tiempo surgía una segunda necesidad, la de producir bajo el precepto de que los cineastas contaban con un arma de concientización: la cámara.

La VI Muestra de documentales, desde sus películas y sus debates, nos invita a la reflexión y a volver a preguntarnos ¿Qué piensan los protagonistas? ¿Cómo lo piensan? ¿Por qué lo piensan?, para entender realidades complejas que muchas veces nos son ajenas pero que necesariamente nos invitan a poner el cuerpo, experimentarlas, exteriorizar las vivencias y sentarnos a compartir las emociones que nos generan. El cine documental nos sacude y nos hace visibles problemáticas para que nosotros, los espectadores, salgamos de las salas en búsqueda de posibles soluciones, transportándonos nuevamente hasta Birri, socio honorario de DOCA, y su célebre frase “Conmovidos, pero lúcidos”.    

La vida privada

Por el predio Martina Céspedes, en San Telmo, pasan los alumnos de siete escuelas para hacer deporte y esparcimiento cultural. El Pro hizo un proyecto de ley para transformarlo en un emprendimiento privado como un “centro cultural, comercial, gastronómico y turístico”. El 5 de mayo más de 300 personas se plantaron para decirle que no. Ya llevan más de 50 marchas y el próximo jueves 29 harán un nuevo festival. Aun dan pelea porque desconfían del macrismo. “Sabemos que a fin de año puede volver a presentarse la ley y que no les va a importar nada de lo firmado”, dicen desde la Comisión que se creó para la defensa del poli.

Fotos: NosDigital

Hace un año emprendieron el solitario camino de la restitución y con su empuje como herramienta fundamental lograron hacer caer el proyecto que intentaba legalizar la expropiación
Se trata del Predio Martina Céspedes, ubicado bajo la Autopista 25 de Mayo entre Bolívar y Defensa, al que concurren diariamente los alumnos de siete escuelas.
la construcción de un emprendimiento privado que llevaría el nombre de “Feria del Sur”, un “centro cultural, comercial, gastronómico y turístico”.
Entre artilugios legales poco claros e intereses privados, los vecinos de San Telmo vieron escapar el espacio público por excelencia del barrio: el Predio Martina Céspedes, donde realizan actividad física y cultural más de 2000 pibes por semana. Hace un año emprendieron el solitario camino de la restitución y con su empuje como herramienta fundamental lograron hacer caer el proyecto que intentaba legalizar la expropiación. Pero todavía todavía andan con medio y es, precisamente, por los mismos motivos por los que comenzaron a descreer hace casi un año.
El barrio más antiguo de la Capital vive desvelado ante la posibilidad de perder el espacio de recreación, deporte y expresión cultural que utilizan los chicos de la zona. Se trata del Predio Martina Céspedes, ubicado bajo la Autopista 25 de Mayo entre Bolívar y Defensa, al que concurren diariamente los alumnos de siete escuelas. Allí también se desempeña el Club de Jóvenes (que depende del Ministerio de Educación de la Ciudad) y la Juegoteca Comunitaria Infantil N° 15 a la que asisten pibes de entre 6 y 12 años para cumplir uno de sus derechos fundamentales: jugar.
Todo eso podría pasar a manos privadas si toma sentido de ley un proyecto presentado –aprobado sin discusión y en medio de la madrugada- por el entonces jefe de la bancada del PRO, y actual vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo.
La historia comenzó el 7 de diciembre del año pasado. Hasta ahí, al igual que en los 2010 años anteriores, era simplemente un día más en el calendario y no un número asociado a una letra. A espaldas de la lógica y a contramano del día, junto a una decena de leyes que se votaron sin debate en medio de las maratónicas jornadas legislativas de fin de año, y en bloque, obtuvo aprobación inicial (55 votos positivos, uno negativo y cuatro abstenciones) el proyecto que autorizaba al Poder Ejecutivo a llamar a licitación para “el diseño, construcción, mantenimiento, administración y explotación en concesión” de los terrenos ubicados bajo la AU1 y las áreas linderas.
Sin letra chica, sin ruborizarse y mucho menos arrepentirse, el proyecto anunciaba quienes serían los depositarios de ese terreno y homologaba la construcción de un emprendimiento privado que llevaría el nombre de “Feria del Sur”, un “centro cultural, comercial, gastronómico y turístico”. El consorcio Servente-Lanusse-Criba-Crivelli, el mismo que explota la estación de servicio bajo la Autopista Illia, en Retiro, se haría cargo de la concesión por un período de 20 años.
Al ser un espacio público el que estaba a punto de pasar a manos privadas, se necesitaba una segunda lectura en audiencia pública. Pero como le anticipaba Ritondo al sitio www.iProfesional.com por ese entonces: “No nos preocupa, estaremos realizando los primeros movimientos a mediados del año que viene –en referencia a éste-”.
Estaba todo digitado. Pero lo impensable saltó a la acción y gracias a la movilización (y organización) de los vecinos, el Predio Martina Céspedes todavía pertenece al barrio y abre las puertas cada mañana de lunes a sábado. El 5 de mayo, más de 300 personas asistieron a la audiencia pública para avisarle a los legisladores que su postura era firme y que tenían la voluntad irrenunciable de defender el Polideportivo. “Fue un 25 de mayo. La patriada”, nos cuenta Claudia Moyano, integrante de la Cooperadora del Comercial 4 y Presidente de la Comisión por la Defensa del Poli que se creó para tal fin después de la media sanción de la ley. Se abre al diálogo y cuenta: “Sin ser ‘aparateados’, término que utilizan ellos, sin que nos dijeran nada, la gente, los vecinos, nos fuimos reuniendo. Nosotros representamos comunidad educativa, pero el resto se autoconvocó y pudimos frenar el avasallamiento de nuestro derecho que, en última instancia, es el derecho a la propiedad que nos otorga la Constitución Nacional (NdeR: Artículos 14 y 17)”.
A raíz de ese reclamo masivo, al que le procedieron y sucedieron más de 50 marchas (entre festivales, encuentros, abrazos al predio y movilizaciones hasta la legislatura) los legisladores debieron agachar la cabeza y pedir perdón. Aunque, con la sapiencia que les dio la experiencia, desde la Comisión que preside Claudia redactaron un acta de compromiso para que la voluntad quede estampada sobre papel y consiguieron la firma de 29 legisladores. “Hemos recorrido distintas instancias. Ahora tenemos una declaración por escrito en la que el arco opositor se manifiesta en contra de la utilización del predio para la explotación privada. Firmó todo el bloque de Proyecto Sur, de la Coalición Cívica, de la UCR, del MST y del FPV. Hasta las bancadas del PRO nos apoyaron, pero por cuestiones políticas no quisieron firmar”, dice como quien tiene todas a su favor pero una marcada incertidumbre. No es para menos.
“Si bien tenemos un amplio apoyo para que esto no vuelva a suceder, en lo personal, hasta que no me digan ‘esto se terminó’ no voy a dejar de estar al pie del cañón”, confiesa. Una fuente de Creactivar, la asociación civil sin fines de lucro que maneja la juegoteca (la primera del país), da cuenta de que esos miedos son fundados. “Sabemos que a fin de año puede volver a presentarse la ley con un mínimo de reformas y que no les va a importar nada de lo firmado”, remarca.
Rocío Sánchez Andía, legisladora por la Coalición Cívica y una de las cuatro personas que se abstuvo de votar en diciembre, reconoce que la desconfianza tiene fundamentos. “Hoy en la Legislatura hay un pacto entre las tres bancadas del Kirchnerismo en el interbloque con el PRO por algunos negocios en particular. Los vecinos están comprometidos y tienen un conocimiento profundo de cómo se mueve la legislatura. Por eso, pidieron las firmas de los legisladores y obtuvieron casi 30 adhesiones. Sin embargo, justamente por saber cómo se mueven los intereses en el recinto, tienen miedo. Yo también lo tengo”, relata.
Del otro lado, el silencio es premeditado y ni siquiera se altera cuando se denuncian presiones y amenazas. “En la misma audiencia pública nos hicieron saber que no nos saldríamos con la nuestra. Hemos recibido llamadas de todo tipo y hasta ‘advertencias’ de tipo presencial. Entendemos que estamos en el medio de los intereses personales y económicos que priman sobre la educación y los derechos”, acusa la presidente de la Comisión de defensa al predio.
Para obtener respuestas a las preguntas sobre las intenciones, los proyectos y el futuro que trazan los promotores de la expropiación es imprescindible acudir al archivo. Eduardo Servente, el empresario que presentó el proyecto y que se quedaría con el territorio citado, se pronunció en la audiencia pública y, después de describir a la zona de influencia como “la boca del lobo”, expresó: “Se trata de un proyecto urbanístico en el bajo autopista para curar una herida que produjo el paso de la misma. Hoy el desarrollo urbanístico y social ha quedado cortado por la autopista. El aspecto turístico del proyecto trata de unir ambas zonas para que la circulación sea posible».
Por su parte, el mismo día, Luis Grossman, director general de la Dirección del Casco Histórico de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, apoyó la cesión de las tierras y manifestó: “Las autopistas urbanas producen heridas que nunca se terminan de cerrar. Pasaron 40 años y distintos gobiernos y el tema no se resolvió. Si bien apoyo el énfasis con que el barrio defiende las actividades, considero que un proyecto como el planteado aquí tiende a resolver lo ocurrido. Allí el vecindario recuperaría la conectividad entre dos zonas, algo hay que hacer y esto puede ser lo indicado”.
Las promesas visitaron todos los matices. El 27 de septiembre, el Jefe de Gabinete porteño y presidente del PRO en la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, se juntó con los vecinos de la Comuna 1 y derivó el asunto a Cristina Brunet, la Presidente comunal. “En esa reunión ella desconoció que me había dicho que la cuestión no le competía y que no le interesaba. Después, le enviamos cartas, pedimos juntarnos y nunca se expidió al respecto”, esgrime Moyano.
La única solución que propusieron desde el gobierno de la ciudad es trasladar las actividades que se realizan en el predio a las canchas del club Nikkei (pertenece a la comunidad japonesa) que tiene 1000 metros cuadrados menos de superficie. De las 14 escuelas que, según la ordenanza municipal, deben utilizar las instalaciones del Martina Céspedes, por falta de espacio, sólo las utilizan siete. “No entramos”, dicen. Ese recurso, la eventual mudanza, lo único que hizo fue sumar a la comunidad japonesa al reclamo de los vecinos de San Telmo.
Producto de la movilización de todo un barrio, el proyecto cayó a la Comisión de Obras y Servicios y para volver a la Legislatura debe ser reformado en las comisiones, obtener quorum y recién ahí pasar a agenda parlamentaria. En caso de que logren cumplir con esos pasos, deberá ser aprobado por una mayoría especial de 40 votos (sobre 60 legisladores). “Nada de eso debería pasar. Pero sabemos cómo se manejan y los intereses que hay de por medio”, confiesa Moyano. Por eso, siguen repartiendo folletos con las 29 firmas obtenidas “como para que la gente sepa y los legisladores no se olviden de lo que prometieron”, cuenta. Además, el jueves 29 se realizará un festival en el que participarán las bandas musicales de todas las escuelas que utilizan el predio. “No queremos involucrar a los chicos pero ellos nos piden participar y defender lo que les corresponde”, grafica una de las madres del Normal 3.
Los afiches que adornan San Telmo son contundentes: “No necesitamos lo que ustedes quieren que necesitemos. Necesitamos el Predio Martina Céspedes y nada más”. Palabras que se hicieron bandera, reclamo y resistencia de un barrio en defensa de lo que les pertenece. No quieren un hotel boutique, negocios de ropa de alta costura, menos un shopping y mucho menos la revalorización de la propiedad. Saben que es un pedido informal de desalojo, el primer paso a eso. “Se motivará a muchos propietarios para que mejoren los inmuebles del barrio”, dicen (no tan) por lo bajo en los pasillos de la presidencia comunal. Quieren que sus hijos jueguen, que hagan deporte. No quieren campeones, quieren personas. Con eso alcanza.

Los poderes del nagual

En México, desde la tradición tolteca, el nagual es un elemento del individuo vinculado a lo sagrado y que refiere a su capacidad de comunicarse e incluso transformarse en otros seres de la naturaleza. Más acá, en Mataderos, Nagual parece investir su música de toda esa fuerza mística. De la pizzería «Lo de Vidal» a la sala de ensayo, del primer disco al DVD próximo a estrenar, muchas cosas cambiaron para esta banda que el 21 de diciembre se presenta en Salón Rock Sur junto a Vox Dei y Maldita Suerte. Pero otras tantas, siguen igual: «La independencia para nosotros es fundamental, no lo cambiaríamos por nada, no hay dinero en el mundo que nos pueda comprar las decisiones que tomamos hoy. Con esfuerzo y tiempo logramos editar tres discos, sacar un DVD ytocar con La Renga«.

Pegadito al río, donde crece el Pehuén, donde todavía hay hombres, que conocen del Saber.
Yo quiero mascar otra hoja, quiero volver a subir, allá arriba en la montaña, donde te yo conocí.

Fotos: NosDigital

Los volví a escuchar con ese tema, fueron segundos de los primeros acordes y dije “Nagual”. No, no, en realidad dije ¡¡¡NAGUALLLLL!!! Es que las cosas que se viven en el barrio no se olvidan, el barrio es el barrio, como lo dijo Sabina, “Los pies en el barrio y el grito en el cielo”, todavía no me fui y ya me imagino volviendo siempre al mismo lugar. Soy de por acá desde siempre (y ni se te ocurra preguntar la edad, ¡che, no se le pregunta a las mujeres! Pero ponele que tengo bastantes canas en los ruleros). Soy de mi querido barrio de Mataderos, acá nací, crecí, me casé y los conocí (Cuantas tildes, ¿no?).

La cuestión es que un día, en realidad una noche, con pocas ganas de cocinar fui en búsqueda de una grande de muzzarella y dos porciones de faina a “Lo de Vidal”, desde el sótano los escuché, brotando en música me hicieron sonreír desde abajo. Desde entonces, soy “La vecina” a esa a la que le encanta Nagual.

“El primer baterista, que se llamaba Claudio Vidal, tenía una pizzería en la que nos juntábamos a comer y escabiar. Ahí tenía un sótano y cuando terminaba, porque cerraba a las doce de la noche, todos los pibes nos quedábamos ahí. Era un lugar en el que se juntaban muchos pibes y en el sótano ese habíamos armado una especie de sala comunitaria, yo antes tocaba la batería no cantaba, entonces llevé mi batería a ese lugar, otro llevó una guitarra y la dejabas ahí”. En el mismo barrio pero en otra sala, Ciriaco Viera, voz de la banda desde aquella pizzería comparte sus recuerdos mientras los mezcla con los míos y los nombres de todos los integrantes van surgiendo: Agustin Artale (batería), Facundo Terry (guitarra), Fachu Zabia (bajo), Marcelo Fuentes Molina (percusión), David Gagliardi (Bajo) y Federico Belai (guitarra) completan la formación de Nagual que desde el 2001 viene sonando desde Mataderos hacia, hacia, mmm… ¡hacia todos lados!

Claro que llegar a los once años de banda implicó muuuuuucho camino que recorrer y los principios se piensan y se cuentan llenos de sonrisas y convicciones que no nos dejan ni dudar que este pibe no podría estar en ningún otro lugar que no sea una sala de ensayo. “Para una carrera, o cualquier cosa que uno haga porque le gusta, hay momentos que son definitorios porque los haces y te das cuenta que te gusta o te tira para atrás, decís no con esto no. A mi la música siempre me gustó, mi viejo fue músico también, el día que me di cuenta que me gustaba la música fue el día que hicimos un recital, me acuerdo que vino mi novia que hoy en día es mi mujer, Pablito que hoy en día es le manager, había cinco, seis más, y había diez pibes que habían salido de laburar y estaban todos re en pedo y no vino nadie mas. Éramos quince con toda la furia y ese día entendí; laburamos todo, pusimos la bandera, ese día nos dimos cuenta que lo que nos movilizaba, nos gustaba era la movida, la música, la joda, la noche, todo lo que abarca el rock y ese día comprobamos que no estábamos por la gente”.

Cuando les cayó la ficha que realmente estaban haciendo lo que querían no los frenó nada, la seguridad de ir por donde querían se reforzó con elegir que las decisiones y el camino iban a corren por su cuenta y nadie más: “La idea de la banda siempre fue hacer las cosas nosotros, la autogestión”. Así fue como llegó su primer disco, “Nagual”, en el año 2004, apostando a la producción independiente. “Nosotros nos dimos cuenta que si llegábamos, si nos manteníamos y si lográbamos continuar siendo independientes iba a ser algo cada vez más fuerte en la banda, la autogestión. Tocar nuestro primer teatro “El Quijote”, primer lugar que hicimos con barra que fueron cien personas, nuestra primera fecha y nos dimos cuenta que habíamos hecho un recital y nos habían quedado, ponele lo que son hoy cinco mil pesos para poder grabar y dijimos claro, tenemos que hacer fechas nosotros mismos, hacer nuestra movida, hacer la barra y con eso podemos grabar y así empezamos”. ¡Que grandes estos pibes, y yo que los vi en la pizzería!

La banda no cambió su manera de producir cuando le llegó el turno al EP “Mi sitio” en el 2005, ni al momento de grabar “Guerrero” en el año 2007, mucho menos en el 2009 cuando vio la luz “Pacto de Sangre”. Tampoco cambiaron su forma de hacer música y siguieron apostando a la mixtura en las canciones: “Hacemos rock te diría que hasta pesado, pero fusionamos con candombe y con música andina, en el último disco se nota mucho más y en lo que estamos grabando ahora que tenemos casi nueve temas grabados se nota más todavía”. Lo que se viene va a salir recién en abril del próximo año, tranquilos manijeros que falta, todavía están en proceso de composición y digo “proceso” aunque me cerraría más decir “ceremonia” de composición “Antes me ponía yo con la guitarra sólo, traía acá y se armaba. Ahora al tener nuestro lugar y conocernos también mucho, todos los viernes nos juntamos, hacemos por lo general una comida, nos escabiamos un poco y empezamos a zapar, zapamos, zapamos, zapamos, y en un momento surge algo que quedó grabado y lo buscamos, lo encontramos y de ahí sale un tema .

Conocerse y crecer juntos los deja hacer un balance que da positivo siempre para el lado de las relaciones humanas ¿Qué otra formula puede hacerte más feliz que esta? “No trabajamos con productores, cada vez que ensayamos somos veinticinco, la banda y todo un equipo que se armó, primero que nada por amistad, y después cada uno fue encontrando su lugar en la banda y hoy en día la independencia para nosotros es fundamental, no lo cambiaríamos por nada, no hay dinero en el mundo que nos pueda comprar las decisiones que tomamos hoy. Con esfuerzo y tiempo logramos editar tres discos, sacar un DVD, tocar con La renga, cosa que para nosotros es re loco que ellos vengan y se preocupen por darnos una mano para armar toda una historieta con lo que estamos haciendo, creo que esas son cosas que no tienen valor económico, y que si uno fuera de otra manera o actuara por o para algo, no sucedería. Entonces, creo que lo que más ganamos siendo independientes es el placer de poder pararte ante cualquiera y decirle no, yo no hago esto o sí, lo quiero hacer porque tengo ganas, no porque vos me pagas un disco”.

Te perdiste cuando leíste DVD, claro, es que todavía a esa parte no llegué. Eso viene el viernes 21 de Diciembre, casi casi a fin de año, cuando en Salón Rock Sur, junto a Vox Dei y Maldita Suerte (¡Si, un fechón!) la banda presentará su primer DVD filmado el año pasado mientras festejaban cumplir sus primeras diez velitas.

Un recital que promete ser increíble y el que yo, como vecina fanática no pienso perderme. Es que cada vez que los veo, descubro algo nuevo que me hace volver a sonreír como aquella primera vez del sótano. En la sala de Mataderos, mientras me estoy yendo lanzó una última pregunta “¿Che, el nombre de donde salió?”, que me devuelve una perlita de respuesta: “Mi papá es plomero gasista, por ende yo soy plomero gasista y  mi hermano es plomero gasista. A los 16 años me vine a vivir solo de Mar del Tuyú con mi hermano más grande y me puse a trabajar en un psiquiátrico en Avellaneda, hacíamos toda la parte de mantenimiento. Ahí trabajaba una doctora, que era la esposa de Tancredo que tocaba con León Gieco, entonces cuando ella me vio que llevaba la guitarra me dijo si no quería ser el asistente del marido,  y mi primera experiencia musical no fue como músico sino como asistente de Tancredo. Este muchacho viajaba con Gieco a un montón de lados, a uno de esos lugares que viajo fue a México y cuando volvió me regaló un libro que se llamaba “Las enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda, que habla de un indio que se llamaba Nagual y cuando lo terminé de leer dije ‘Cuando forme una banda le voy a poner Nagual’”.

Fotorreportaje – Subte A

NosDigital te trae el primero de una serie de reportajes sobre la ciudad de Buenos Aires. Porque a veces está bueno observar mejor las cosas que pasamos por alto cuando vamos apurados de acá para allá. Esta vez le tocó al subte, así que te proponemos que imagines como banda sonora el galope metálico de los vagones y juegues un ratito a imaginar historias tras estas fotos.

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«Hay mucha información que tienen solo ellos»

La visibilización de delitos y desapariciones con vínculos económicos de la última dictadura ha comenzado. El caso Ledesma-Blaquier está en movimiento, pero no es el único, muchos esperan la atención judicial y mediática. NosDigital se juntó a hablar sobre la causa Mercedes Benz con el abogado especializado en Derechos Humanos Rodolfo Yanzón para entender la situación específica de la causa y las circunstancias actuales que la enmarcan.

-¿Cuál es tu relación con la causa Mercedes Benz?

Fotos: NosDigital

-Llegué a la causa Mercedes Benz en 1999, a partir de mi trabajo como abogado de los familiares de víctimas de origen alemán. Uno de los materiales que abordamos fue la investigación que realizó Gaby Weber, una periodista alemana que trabajó desde el inicio en el caso, para presentar la denuncia en los tribunales alemanes. También fue a partir del trabajo que encararon abogados alemanes que presentaron formalmente la denuncia ante el tribunal y la fiscalía de Nuremberg. Eso trajo aparejado la solidaridad de muchas los familiares de las víctimas.

-¿Por qué se daba esta doble situación en Alemania, por un lado una política de defensa de los derechos humanos y al mismo tiempo tenían una empresa violatoria?

-La causa Mercedes Benz a nosotros nos generó mucho conflicto en Alemania, porque los sindicatos estaban a favor de que motorizáramos e impulsáramos el proceso contra la empresa, pero otras organizaciones, que defendían los derechos humanos en Argentina, empezaron a mirar con malos ojos la situación: “Esto nos parece demasiado clasista”. Ponían sus reparos, seguramente, porque todas ellas, sumadas a otras organizaciones religiosas, recibirían algún tipo de subsidio o aporte dinerario de parte de Mercedes, entonces no se iban a tirar contra quien los esponsoreaba. Las denuncias, de cualquier manera, fueron interesantes porque generaron un debate en un pequeño sector de la sociedad alemana, fundamentalmente en torno a los gremios y al sector empresarial, y concretamente en la ciudad de Stuttgart, donde tiene la sede central Mercedes Benz.

-¿Ya está instaurado completamente el concepto de dictadura cívico-militar en todos los ámbitos necesarios?

-Se está trabajando para asentar ese término, lo que pasa es que se trata de procesos penales donde la prueba es fundamental para delinear las culpas de los involucrados. Lo importante es que hay fiscales decididos a profundizar la relación entre los delitos de lesa humanidad con los delitos económicos. Los casos de Papel Prensa y de Clarín fueron los primeros, pero en estos momentos salió en los diarios una decisión ligada a la participación de civiles en el proceso dictatorial, concretamente Carlos Pedro Blaquier, procesado por su participación primaria en los crímenes cometidos en esa época contra trabajadores azucareros que trabajaban para el ingenio Ledesma. Me parece que esto abre una puerta, más allá de otras discusiones que se están dando, hay una unidad de investigación en la Secretaría de Derechos Humanos, la Procuración General de la Nación está haciendo lo suyo. Desde luego que en distintos procesos se está avanzando en cuanto a lo que fue la complicidad civil, tanto en empresas como en bancos, también en todo lo que tuvo que ver con el desapoderamiento de bienes por parte de las fuerzas militares.

-¿Qué tiene el caso Blaquier que lo hace tan visible ahora?

-Se visibilizó el caso de Blaquier porque hubo una decision de que así fuera, con una voluntad de un juez y desde luego de las querellas. Concretamente se lo acusa de haber prestado colaboración con sus camionetas de la empresa para secuestrar a la gente. En el noroeste esto ha dado un debate importante, porque se trata de una empresa que tiene mucha presencia todavía, presencia que ya tenía desde mucho antes del golpe inclusive. Las tareas de inteligencia contra los trabajadores y hasta la propia represión interna existieron desde mucho antes de los ´70. Hoy le tocó el turno a Blaquier, pero esperemos que no sea el único. La gran mayoría de las grandes empresas, por no decir su totalidad, tuvieron delegados gremiales perseguidos, secuestrados, desaparecidos, torturados, no son una excepción ni Ledesma ni Mercedes Benz. Fueron directamente a disciplinar a sus trabajadores y para eso necesitaron llevarse a los más activos. Hay mucha información que solo tienen ellos y no me cabe duda de que nunca la van a entregar, espero equivocarme.

Más información de la causa Mercedes Benz: Mercedes Benz sabe desaparecer