Comunicaciones está por caer en manos de Moyano con el guiño del GCBA, que le cambia el club por el arreglo en la recolección de la basura. Tras usar a socios para fiscalizar por el PRO con la promesa de salvar el club, el macrismo los traicionó y podría matar la identidad de un barrio.

- Fotos: Nos Digital.
Comunicaciones está en la cornisa. En quiebra desde el 2000, las comisiones directivas impuestas por el juez de la causa, Fernando D´alessandro, no pudieron dar vuelta la situación en estos once años. Con el desentendimiento de la AFA, la ayuda tramposa del PRO y la ambición del moyanismo en contra, la institución de Agronomía está a punto de desaparecer.
El panorama hasta aquí es confuso. El período para restaurar la quiebra que otorga la ley se terminó. El predio se puso a disposición de quien lo quiera comprar. Moyano se anotó. Los socios, impulsados por la legisladora Delia Bisutti, del partido Solidaridad e Igualdad, y también ayudados por el diputado porteño Aníbal Ibarra, impulsaron el plan rescate en la Legislatura. Se sancionó una ley por unanimidad desde el Poder Legislativo para salvar a Comu. El PRO, con sus imposiciones, se prendió en la movida. El Ejecutivo de la Ciudad pretendía hacer un estadio público en una porción del predio y devolver lo restante a los socios. Bajo esa negociación, la de lo menos malo, fueron a la lucha contra el moyanismo, que quería comprarlo íntegramente, disolver la asociación civil y constituir una mutual para los afiliados del gremio de Camioneros. Los socios sólo seguirían siendo dueños en el caso de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) gane la pulseada.
El PRO y la estafa a los socios
En abril de este año, cuando NosDigital publicó la investigación sobre el origen de la debacle y sobre la situación de aquel momento (ver El sentimiento no se remata), el cielo no estaba tan nublado. El PRO, bajo el peso del Ejecutivo, se había comprometido a salvar el club. El camino parecía allanado. Todo ese panorama de posibles ilusiones se tormentó. El PRO mintió, fue para atrás. Entusiasmados por las pasadas elecciones porteñas el partido de Mauricio Macri inventó un nuevo tipo de manoseo popular: el clientelismo de la esperanza. “Nos dijeron que el club estaba salvado, que nos despreocupemos”, confiesa uno de sus socios, Roberto Ruiz. “Acto seguido nos pidieron que los ayudemos con la campaña: movilizar gente, repartir volantes, llevar gente a un local que abrieron sobre Avenida Rivadia al 5200. Cosas de ese estilo. Es más, el día de la elección, me llamaron de urgencia porque se les había complicado el tema de los fiscales en un par de escuelas: les fiscalicé un colegio de Avenida La Plata. Volví a ser fiscal en el balotaje”. Roberto confiesa que aceptaron “sin dudar”, que todos los socios, incluidos “los muchachos de la barra”, votaron al PRO: “Nosotros sabemos cómo es la política, no nos sorprendió, ellos nos ayudan, nosotros los votamos”. Culminadas las triunfantes elecciones la bicicleta empezó a girar: “A mi me empezó a picar la espalda, no nos atendían los teléfonos, no nos contestaban las inquietudes y ahí salto la ficha: al club lo estaba por adquirir Moyano”. La política punteril del PRO, del partido que se llena la boca de una política diferente, de globos y bailes, no te vende el pancho y la coca, te vende una ilusión, la de salvar lo que te apasiona. La legisladora Delia Bisutti agregó: “Hay que hacer una mirada crítica al PRO por utilizar una ley en defensa de un territorio para socios en beneficio de un partido. Es una actitud deleznable”. Desde el macrismo, en la voz de Paula Villalba, directora general del Departamento Legal del Ministerio de Desarrollo Económico, el mensaje es otro: “No sé por qué hicieron eso los socios. Debe haber sido un tema de ellos. Sé que participaron de la apertura de un local nuestro, pero yo pensé que era porque ellos querían participar. No me puedo meter en sus convicciones políticas. No sé con quiénes habrán fiscalizado, no tengo idea. No sé para qué grupo habrá trabajado Ruiz, pero si son sus convicciones políticas está fenómeno”. Al respecto, Ruiz, no deja ninguna duda: “Macri es un farsante, nos mintió”.
El arreglo entre Moyano y el PRO
El ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad, Francisco Cabrera, el mismo que aseguraba a los socios que el club estaba salvado durante la campaña, fue el que un viernes 7 de octubre se juntó, en una reunión de 5 minutos, con Hugo Moyano. Sí, con el tipo que se tenía que enfrentar para defender los colores del Cartero, de un barrio entero. A favor de todos los pronósticos, no fue a pedirle que se retire del remate, fue a negociar “beneficios para los socios en caso de que el club se lo quede la Mutual de Camioneros”. “Esas declaraciones fueron como tirar la toalla”, se lamenta Ariel Venneri, otro histórico socio de Comu. Villalba lo confirmó: “Quería conocer la propuesta y saber en qué punto se beneficiaba al socio en caso de perder”. Para no dejar ninguna duda remató: “Es una oferta muy superior a la nuestra, nos sorprendió”.
Delia Bisutti se indignó por la reunión del PRO con Moyano: “Pensé que todos tirábamos para el mismo lado en este asunto”. A su vez, Anibal Ibarra dijo que “siempre había sospechado que el GCBA no se iba a pelear a fondo con Moyano por Comunicaciones”.
El PRO y Moyano pactaron. Detrás del club Comunicaciones hay algo mayor. Se puede intuir que semejantes peces gordos no van a tranzar por un club de barrio, de la Primera B Metropolitana. No, no es sólo por eso. En esa reunión se habló un tema más: la basura. El contrato con los recolectores de basura se está renegociando. Macri no quiere quilombos, quiere la ciudad limpita, sin aumentos en el contrato. “A lo mejor están intercambiando figuritas”, sospechó Bisutti, luego de aclarar que “se puede suponer que hayan decidido que Comunicaciones podía ser una moneda de cambio para bajar los precios de las negociaciones con los recolectores de basura, a mi me genera dudas porque el gobierno todavía no resolvió esos contratos, en ese marco de negociaciones entre el gobierno y el gremio, desde mi mirada política, se abre un interrogante”. Por otra parte, Aníbal Ibarra, afirma que “no sólo por la basura” el macrismo no se hubiera enfrentado a full con el moyanismo, sino por el “gran poder” que Moyano tiene en la Ciudad de Buenos Aires: “el PRO nunca iba a llegar a fondo por Comunicaciones”.
Del otro bando, desde el moyanismo, también hay intenciones que exceden las de adquirir el predio de 17 hectáreas para hacer una mutual. Moyano quiere la plaza de AFA. Meterse en el mundo del fútbol con nuevo soldadito que se le sume a Camioneros Fútbol Club, que milita en el Torneo Argentino C; a Barracas Central, club de la Primera B cuyo presidente, Claudio Tapia, es el yerno de Moyano; y a ciertas facciones de Independiente, donde su hijo Pablo maneja el fútbol amateur y tiene supuestos vínculos con la barra. “Esto dejaría un precedente histórico nefasto que dice que las plazas se pueden comprar”, advierte el abogado César Francis, coordinador de la ONG Todos por el Deporte, organismo que asesora a los socios y a Bisutti en la causa.
Moyano dice tener el apoyo de los socios por haber “juntando 5.000 firmas de los vecinos”. “Los socios actuales tendrán descuentos, el club no va a desaparecer”, promete el sindicalista. Ruiz, por su parte, afirma que esto es “mentira” y agregó: “Nos quieren comprar dándonos cargos en la Mutual”.
Las figuritas van y vienen, la plaza en AFA por los contratos de la basura. En esa fuerte cruzada, de pesos y peces gordos, está el club Comunicaciones y sus socios.
Sus discursos, sus contradicciones
Comunicaciones también es víctima de las contradicciones y las mentiras de los discursos de unos y otros. Desde un discurso netamente popular, Moyano construye poder y apoyo incondicional de los trabajadores de siempre. Es el mismo que desde esa construcción popular, de su querida CGT, ahora se comporta como un agente de mercado para comprar un club de vecinos y socios con un invaluable valor popular. “Moyano se hace un muy flaco favor a él y al sector que dice representar avanzando por Comunicaciones, porque termina actuando como un agente de Wall Street, el pez grande se come al chico, en este caso el club. Se está deglutiendo un espacio comunitario, borra el ADN genético del club, los colores. Si te guías por su discurso, no se entiende”, interpreta César Francis. Por otro lado, Anibal Ibarra opina: “No me sorprendió la posición que tomó Moyano, él intenta hacer su negocio. Se puede quedar un gran terreno por poca plata. Yo critico fuertemente al juez que frente a una opción pública, se inclina por Moyano. Me resulta sospechoso”.
Por otra parte, los socios chocan contra la incapacidad del PRO de entender lo que significa un club en la vida de un barrio. No encaja en su ideología. César Francis lo explica: “El PRO sacó una ley en la Legislatura, impulsada por Bisutti, Ibarra y Screnzi, para defender a un club de barrio, cuando el macrismo tiene severos problemas para comprender lo que es un club, algo del campo popular. Es una limitación severa para concebir que no todos los clubes son Boca, que hacen a la identidad ciudadana y social. Es imposible hacérselos entender porque nunca lo vivieron. Al primer tiroteo, la primera disputa, se ve la falta de decisión, convicción. Faltó huevo”.
Paula Villalba, representante legal del Ministerio de Desarrollo Económico, la pata que el Ejecutivo designó para representar a los socios ante el juez, se excusa: “No podemos hacer más nada. Competimos contra Moyano dos veces ya. No creo que haya que hacer una autocrítica. No tenemos una ley que nos avale para presentar una nueva propuesta, no nos la van a recibir. Yo no sé si hubo fragmentaciones dentro de nuestro partido. Yo sé qué hizo el ministro Cabrera, y eso que ni siquiera somos el Poder Legislativo, quienes votaron la ley por unanimidad. Nosotros cumplimos el mandato de la Legislatura, para saber cómo es el orden de las cosas. Hasta nos dijeron cuánto ofertar. En las reuniones donde estuvieron Bisutti e Ibarra se habló el tema de la oferta, estábamos todos de acuerdo”. Bisutti responde: “El Ejecutivo es quien tiene las herramientas para dar los pasos más fuertes que se requieran”. Ibarra agrega: “Esto expresa que sectores del Gobierno hicieron simplemente una pose, para quedar bien, pero en el fondo no están dispuestos a disputarle a Moyano el club Comunicaciones”.
La AFA: a mi estas balas no me rozan
Desde la AFA, lo de siempre. La inacción. Obviando sus responsabilidades directas para evitar que Comu entre en quiebra, controlando, como debe, las cuentas y los presupuestos de los clubes que afilia, y también desentendiéndose de sus responsabilidades indirectas: uno de sus afiliados se está yendo a pique, va a desaparecer, y no hace nada. Desde Todos por el Deporte expresan: “Es triste ver como la AFA de Julio Grondona nada hizo para rescatar y salvar al club. Grondona es el presidente de la AFA y es el vice de la FIFA, pero le desaparece un club en las narices y nada hace para evitarlo. Y encima luego gana su reelección sin un solo voto en contra. No habrá más Fútbol Para Todos si desaparece Comunicaciones”. César Francis aporta: “La AFA podría haber levantado la deuda en un segundo, era un vuelto. La asociación tiene responsabilidad general directa e indirecta, Grondona en particular, también los socios, el Ejecutivo porteño y las comisiones directivas”. En esto último coincide la mayoría, la deuda no era irremontable, al contrario, era baja. Ariel Venneri, en la piel del socio, lo resume: “El monto de la deuda no era imposible de pagar, se pudo hacer tranquilamente, pero el doctor Eduardo Fenochietto -último interventor del club impuesto por el juez D´alessandro- destruyó el club e impuso la lógica del sálvense quien pueda. Eso fragmentó al club y lo fácil se hizo difícil”.
La deuda al momento de la quiebra, en el 2000, era de 20 millones de pesos. Al 2008 era de 8 palos. Los socios en aquel año presentaron un proyecto para terminar de sanear al club en tres años más, basándose en que en 2007 habían entrado casi 2 millones limpios. El juez D´alessandro rechazó la propuesta y Fenochietto no se dio por enterado y despilfarró gastos por encima de lo planeado sin ningún tipo de notificación presupuestaria. “Fenochietto y el juez tienen la intención de que el club parezca abandonado, quieren dar esa imagen. El club está vivo y ellos no vinieron más de 15 veces en estos 10 años. D´alessandro rechazó nuestra propuesta, sin siquiera leerla, en un escrito de media carilla, contestando a un laburo de dos años por parte de los socios”, cierra el contador y socio Venneri. Hoy la suma se estira a 11 millones porque se le suman los honorarios de los abogados que representan a los socios en el concurso del terreno. La deuda de Comunicaciones, exclusivamente, sigue siendo de 8 millones.
La preferencia del delegado judicial en el club, Eduardo Fenochietto, se resume en sus propias palabras: “Con la propuesta de Moyano se paga el pasivo, los compradores mantienen y asumen a los socios y le inyectan otros 16.000 asociados”. ¿De qué socios habla el representante del período de salvataje más nefasto del club si con la propuesta de Moyano no hay más club, ni socios? Ser invitado no es ser socio y los socios no quieren ser invitados del club de sus amores.
La definición
Comunicaciones puede desaparecer y la comunicación puede ser cómplice. El club de Agronomía se remata al mejor postor y la Mutual de Camioneros de Moyano pica en punta con el guiño de unos, de otros, de los de más acá, más allá y de aquellos también. El PRO, el juez D´alessandro y la AFA son pequeños tornillos ensuciados con la grasa de una maquinaria de desidia y desinterés por lo popular, que amenaza con extinguir a un club de un valor histórico, cultural, barrial y popular que se resume en los colores que el fútbol argentino está a punto de llorar: amarillo y negro. Es la pasión de los que no son escuchados, pero sí manoseados y tentados con entrar al mundo de lo devorador con una sola y tentadora y sucia propuesta: la sumisa inacción. Qué corra la voz, Comunicaciones fue, es y debe seguir siendo de los socios. La sentencia todavía no salió y desde todos los sectores afirman que “todavía es posible”. Porque, si bien la oferta del moyanismo es de 52 millones y la de la Ciudad es de 26, los socios y los legisladores apelarán a que el juez tenga en cuenta que la mitad de la oferta de la Mutual Camioneros se basa en inversiones a futuro, lo que debería ser irrelevante para la decisión final, que sólo debe determinar quién se queda con el terreno y no lo que luego se hace con él. La sentencia se espera para los últimos días de noviembre.
El terreno que se remata es de 17 hectáreas, ubicado en la Avenida San Martín y Nazca, un verdadero pulmón en el medio de la Ciudad de Buenos Aires. Su valor fue tasado por el Estado en 168 millones. Ambas ofertas por el terreno rondan los 26 palos… La diferencia es que una oferta es estatal y beneficia a los legítimos dueños: los 2800 socios. La otra, aunque sea difícil de entender, es de un privado, un empresario que quiere hacer su negocio.
El grito no callará: “Comu es de los socios y de nadie más”.