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«El descenso me hizo sentir un boludo»

Enzo Francescoli, una porción fundamental del fútbol rioplatense, cumple medio siglo de vida este 12 de noviembre. Para repasar sus 50, el uruguayo se sentó hablar un rato largo con Nos. Su viejo, esa infancia de potrero en Montevideo, sus sueños cumplidos, su sensación tras el descenso de su querido River, y una sentencia: «Hasta hoy no encontré nada que me llene como me llenaba el fútbol»

Fotos: Nos Digital


Esos pies que ahora están frente a nosotros pisaron los lugares más lindos del planeta fútbol corriendo detrás de una pelota. Esos ojos que ahora se esconden detrás de unos lentes espejados vieron casi todo lo que el mundo de la redonda puede mostrar: Copa América, Mundial, Libertadores, Intercontinental. Son los de Enzo Francescoli, que a pocos días de cumplir 50 años, llega con una camisa celeste entallada que deja ver como todavía conserva su físico de deportista, un perfume importado de los fuertes  y se sienta en un bar en plena calle a tomar un café con Nos para recorrer desde los tiempos en que pateaba potreros durante su infancia en Montevideo hasta estos raros días donde todavía suena extraño decir que River, su River, se fue a la B.

-Vas a cumplir 50 años, si tenés que hacer un balance, ¿qué te dejó el fútbol?
Nunca pensé que me iba a pasar lo que me pasó con el fútbol. Si tengo que resumirlo en unas palabras, he sido tocado por una varita mágica al poder disfrutar y hacer una profesión con lo que más me gusta, que es jugar al fútbol. Obviamente, este deporte fue y será una de las partes más importantes de mi vida, sobre todo en el aspecto profesional, pero también en el aspecto de la vida misma. Porque yo desde que tengo uso de razón tenía pasión por el fútbol, y poder lograr hacer de eso una profesión, ganarte la vida, hacerte un futuro, y un montón de cosas que me pasaron es buenísimo. Ahora viéndolo a la distancia, cuando tenía 17 años y empecé a jugar, me parecía increíble poder lograr esto.
-Si tuvieras que elegir tres momentos de tu carrera, ¿cuáles nombrarías?
-Hay muchos, más en una carrera de casi 20 años. Hay de los buenos y de los malos. En la parte deportiva obviamente la Copa América con Uruguay, en Uruguay, en el 95. Fue mi última gran participación en la Selección, era en mi país, en el estadio donde mi viejo me llevó por primera vez a la cancha, era un poco cumplir todo esto de los sueños del pibe, hechos realidad. Después, la Libertadores con River creo que fue otro punto cúlmine, y mi paso por Europa, me sirvió muchísimo como profesional, pero sobre todo como ser humano.
Hablabas de tu historia desde chico con el fútbol, a pesar de haber sido un jugador de elite, ¿se sienten todavía esas pequeñas cosas del deporte?
– Lo que pasa hoy es que se ha mediatizado tanto el fútbol, que nadie cree en nada. Pero yo creo que Messi debe disfrutar de ponerse la camiseta nacional, y de lograr las cosas que logra. El fútbol tiene eso extra de que te guía para todo. Para la gran mayoría de los que jugamos, primero fue un juego y una pasión que lo hacés de chico, te divertís.
Ya nombraste varias veces a tu papá. ¿Tuvo algo que ver con que te dedicaras a esto?
-Era jugador también, pasa que se lesionó muy joven, a los 17, y un problema en la rodilla en ese entonces, en los ‘40, te dejaba sin jugar. Pero le debo mucho a él de mi carrera, sobre todo por su forma de ser, su personalidad de no claudicar, de tratar de meterle siempre voluntad. La autocrítica profunda que tengo se la debo a mi viejo.
-¿Cómo te formaste como jugador?
-Jugaba en Uruguay mucho en mi barrio. Fútbol de a siete en cancha pequeña. En mi colegio teníamos una selección de once jugadores y siempre participaba, me divertía y la pasaba bien hasta que a los 15 años me vinieron a buscar para ir a un equipo, el Wanderers, y ahí hice un poco de Inferiores. No hice mucho porque lo hacía todo saltándome lugares, con 18 años debuté y fue todo muy rápido. Por eso decía que le debo mucho a mi viejo, porque en ese momento él me acompañó siempre, muy firme, y la seriedad con la que siempre me tomé la profesión tiene mucho que ver con todos esos años.
-Ahora los jugadores entran muy chicos a Inferiores, ¿se perdió un poco eso que viviste en tus inicios de jugar por jugar?
-Es lo que hay. Todo empezó en los noventa, reflejado en las transferencias, los jugadores se van muy jóvenes. Hay una línea entre los 18 y 20 años hasta los 27 que no están en el país, entonces el joven que aparece tiene que armarse solo. Eso en mi época lo vivíamos diferente. Todo influye mucho en la formación del carácter del jugador, sobretodo en la madurez. Llegan muchas veces a Primera con un grado de inmadurez profesional avanzada, pero se hacen camino al andar, como dice la canción.
-Vos también llegaste a River sin estar muy maduro.
-Vine con 21, fue un cambio importante. Por un lado porque me vine solo a vivir a una gran ciudad, acostumbrado a estar en casa. Después el cambio radical de pasar de un club pequeño como Wanderers, que es más una familia, a un club como River Plate, al Monumental y todo lo que significa. Fue muy fuerte, me pegó mucho en un primer momento. Llegué cuando había problemas de descenso, había un cambio generacional. Entonces el primer año fue complicado, tal es así que trataron de transferirme. Por suerte con esto que decía de mi viejo, un poco tano testarudo como yo, trataba siempre de no estar cabeza gacha, me quise quedar. Gracias a Dios me fue bien, esas cosas que parecen del destino. Yo soñaba con ser importante en el equipo, con que la gente me pida autógrafos, que te conozcan… y bueno se desbordó un poco la cosa.
-Después de cumplir metas tan altas en una cancha, ¿cómo se hace para disfrutar de las pequeñas cosas?
-Cuesta, no es fácil porque antes de ser una profesión es una pasión, y como toda pasión lo seguirá siendo siempre. Es difícil dejar a los 30 años algo que te gusta tanto, además si le sumás el cariño de la gente, el reconocimiento a donde vayas. Es todo un cambio dejar el fútbol. En mi caso personal me preparé mucho, la contención familiar fue fundamental, la terapia, tratar de meterme en otra cosa rápidamente, alejarme del fútbol de manera drástica. Por ejemplo, a la cancha de River, volví para mi partido de despedida, que fue más de un año después, y recién al año volví al Monumental, como hincha. Traté de cortar, en eso tuve suerte porque me puse a hacer cosas de televisión con el fútbol, más desde el lado empresarial.
-¿Ni pensaste en ser DT?
-Otro camino posible era ser técnico. No lo elegí en lo inmediato porque en un 90% de la decisión de dejar el futbol fue porque estaba muy cansado de las concentraciones, estaba alejado de mis hijos que empezaban la adolescencia, y veía que me perdía cosas. Y si hubiera optado por ser técnico hubiera seguido un poco lo mismo. Hasta hoy no encontré nada que me llene como me llenaba el fútbol, pero reconozco que no tuve ese vacío que le toca vivir a la mayoría de los jugadores.
-¿Por eso seguís jugando?
-Juego con los veteranos de River. Me enganché, hay un muy buen grupo. Lo que pasa que con esto del laburo viajo bastante y se me complica ir. A veces cuando pasa un tiempo y ya no voy me da no sé qué ir y quedar como un colgado, porque los chicos juegan todos los lunes. Pero me gusta, me entretengo, después cada tanto me invitan a partidos o inauguraciones. Es algo que divierte, todo es más lento y más difícil al jugar al fútbol porque los años pasan. Es otra cosa. Antes, después, durante, se disfruta. Las piernas no están tan rápidas, pero me divierte ver a jugadores que no ves desde hace mucho tiempo, compartir el asado después, anécdotas, recordar cosas. Es una parte muy estimulante, que me alegra y que lo vivo como un gran placer.
-Te sirve para seguir en contacto con River, además.
-Yo soy un tipo al que no le gusta andar metiendo narices donde creo que el lugar es de otros. Entonces mientras haya otros en ese lugar no me gusta aparecer. A veces no voy a los partidos para no incomodar porque la gente empieza a gritar “uruguayo”, o “volvé”. No sé si está bien o mal mi decisión, hago lo que siento. Un día me acuerdo que íbamos a jugar un partido preliminar con los veteranos, me pareció una idea genial, después se pospuso y justo nos quedó una fecha en la cual River se podía consagrar campeón y me pareció que era un lugar que no me correspondía ocupar, un poco por la idolatría y el cariño que me tiene la gente. Pensé que iba a desviar la atención de los chicos que se habían roto el alma para ganar un torneo, y que iban a dar la vuelta.
-¿Por qué te metiste en la política del club hace unos años?
-Me vinculé con un proyecto con el que yo compartía las ideas en cuanto a estructuras, y yo estaba convencido que ocuparía un puesto en el que podía darle una mano a River, y bueno no salió. Soy un hincha más, hoy el técnico es un gran amigo mío y he compartido un montón de cosas con él. Es más, volvió a River porque yo le insistí, seguramente todo dependió de su esfuerzo, pero yo tuve mucho que ver para que el se convenciera de que podía. Me alegra mucho todo lo que le pasa. Creo que cuando uno tiene un lugar como el que me ha dado la gente en River es difícil decir ciertas cosas públicas, u opinar abiertamente, porque creo que influye, influye en el momento del club, en el sentimiento de todos.
-Hace unos años dijiste “River se está pareciendo a Racing”, ¿fue un aviso?
-Es vivir la realidad. A veces el hincha por la pasión que tiene le escapa un poco a la realidad, pero se veía venir. El otro día me preguntaban cómo me sentía como hincha. Si triste, con bronca y dije que un poco de todo eso, como cualquier otro fanático, y le sumé que el descenso me hizo sentir como un boludo. Ahí los hinchas sintieron que yo les decía boludos a todos ellos, la gente deforma bastante las cosas, pero yo creo que este es uno de los pocos torneos del mundo que te avisa que te estás por ir a la B. Que cuando vos te creés que sos impune y que no te va a pasar nada es cuando te pasan las cosas. Creo que River pecó de eso, de creer que sólo con la historia podía, y sólo con la historia no se puede, hay que tener jugadores, hay que tener una estructura, técnicos, dirigentes. Perdés todo. Por eso tomé esa palabra que tanto usan acá, en Uruguay no la usamos mucho, pero en el sentido de que te estaban avisando que iba a pasar. Como si cuando vas al médico que te dicen tenés que parar y no parás…
-¿Creés que es así, que se perdió todo por irse al descenso?
-No, es una mancha. No se muere nadie, hay cosas más graves. Pero sin dudas creo que por la historia, y por lo que significa River en este país, y en el mundo del fútbol, no era necesario pasar por esto. Malos momentos los tenemos todos, y nadie está libre de eso. Cuando vos jugás un torneo que los últimos cuatro se van a la B, bueno, tuviste el peor año de vida y te fuiste a la B, le pasa a cualquiera… Ahora, cuando tenés tres años para poder darte cuenta que estás enfermo, cada vez peor, cada vez con más fiebre y no tomás algo, creo que es un error tuyo. Yo creo que el error este fue de todo River, no sé si es de uno en especial. No me interesa entrar a dar nombres, ni a echar culpas en particular, o mismo decir “si yo hubiera estado ahí no me hubiera pasado”, porque tal vez me pasaba también.
-¿Los viste esos partidos de la Promoción?
-Los ví en España, lamentablemente estaba laburando y justo ese mes estuve allá. Ni siquiera los vi por una televisión. Fue por una computadora. Solo. La verdad que fue duro.
-¿En Europa te preguntaban por River?
-Si, obvio, también me querían hacer notas. Pero traté de no hablar, creo que no era ese el momento, ni tampoco hoy, de decir quiénes puntualmente tienen la culpa. El análisis lo hice un año y medio antes, cuando dije eso que hablamos de Racing, que íbamos a terminar jugando la Promoción. No sólo la jugamos, la perdimos. Y esto no lo digo porque yo tenga la razón, sino porque estando adentro vos te das cuenta que es así. Es como una bola de nieve, cuando las cosas vienen mal el estado de ánimo juega un rol preponderante. En el fútbol y en cualquier otra actividad en la vida, mucho más en una que está expuesta públicamente, todos los días. Si vos te fijás, no es que el equipo de River que se fue a la B era el peor equipo de la historia. Era un equipo normal, quizás no el mejor como pudo tener en otras épocas, pero en un momento de confusión en el club, donde nadie paraba la pelota, donde era todo más crítica que otra cosa, te sumergís en un estado de inestabilidad que no podés salir si no tenés un llamado de atención, un golpe de realidad. Y creo que eso pasó en River, y cuando se dio cuenta se había ido a la B.
-¿Mirás fútbol todavía?
-Sí, claro. Ahora es diferente a mi época. Comparado a los 80, todo ha evolucionado, todo cambia. Ves un fútbol mucho más dinámico, mucho más atlético, mucho menos previsible. Antes, además de ser más previsible, se necesitaba mucha más técnica para tratar de salir de esa dificultad. Hoy creo que esto de la velocidad, del estado físico que tiene los jugadores hace todo mucho menos técnico y más basado en esto nuevo. Pero claro que siempre están las excepciones como Messi, Suarez, Forlán, Higuaín. Jugadores que son diferentes, a pesar de los grandes cambios el jugador diferente sigue siendo la fuerza de este deporte. Te puede gustar más o menos que antes, tampoco creo en esa frase hecha de que “todo lo de antes fue mejor”, obviamente si ves un partido malo añorás lo que pasaba hace unos años, pero  ves jugar al Barcelona y te olvidás de toda crítica. Todas las épocas fueron buenas, siempre hubo buenos jugadores, y va a suceder siempre.
-El mal presente de River es el contrapunto del fútbol uruguayo, ¿es un rejunte de figuras que se acoplaron bien, o es un proyecto que acá no tenemos?
-Es un poco de todo, seguramente es un proyecto, pero hubo otros proyectos buenos antes y que tal vez no anduvieron. Hay un técnico convencido, con mucha experiencia, ya había estado en mundiales, en equipos importantes de Europa. Aparte de ser un gran tipo, el Maestro cuenta con un gran nivel en esta camada de jugadores, muchos juegan en el exterior, con un nivel de edad excelente. Se juntaron un montón de cosas esenciales que pusieron a Uruguay en este lugar, se le ha devuelto el lugar que marca su historia. No sólo en el Mundial lo demostró, también lo confirmó en la última Copa América, seguramente hará lo propio en las Eliminatorias. Es un lindo grupo, están muy concentrados en lo que quieren, hay mucha unidad. Ni en la selección ni en un equipo uno es campeón porque pegó en el palo, sí podés tener ciertas circunstancias casuales que te ayuden, pero se logran cosas como cualquier orden de la vida con cuotas de esfuerzo. Para la cuota de suerte estuvo aquella pelota del penal de Suarez que termina errando el de Ghana.
-Tus gritos de gol cuando eras comentarista durante el Mundial delataron que te sigue apasionando esto de la pelota.
– Hay dos cosas que me movilizan incansablemente detrás de un televisor y son la Selección y River. Después, el resto, no. Me gusta más que gane más Peñarol, o algún equipo de Uruguay que está en alguna copa, pero nada es comparable.
-¿Te animás armar un equipo ideal de ex compañeros?
-Sería injusto hacer un equipo de ex compañeros, serían más de once. El River de los 90s y el Marsella de Francia fueron los dos mejores equipos en los que jugué, quizás. Disfruté más este segundo River porque yo ya estaba más grande, muchas cosas pesaban sobre mi espalda, el grupo, el manejo, que las cosas salieran bien. Y eso no solo me exigía a nivel futbolístico.
-¿Te dejó alguna deuda el fútbol?
Siempre encontrás deudas, y si las que pudiera pensar las hubiera logrado, encontraría otras. Logré muchas más de las que imaginé de chico y mi viejo me llevaba a la cancha, quería un día jugar en ese estadio, no importaba cómo ni cuándo, así que sería injusto de mi lado estar buscando los lugares donde no pude estar, o las cosas que no pude lograr. Ninguna deuda me podría quitar el sueño: el fútbol me ha dado mucho más de lo que podía esperar.

La mentira organizada


El Che juntó su pulgar con su índice y apenas dejó una rendija mínima de luz para terminar el gesto con una cantidad de palabras que servían para liquidar la idea: “Al imperialismo no hay que dejarlo ni un tantito así”. Su frase no era una casualidad: el imperio, el imperio más fuerte de la historia, el imperio estadounidense, el imperio del capital, el imperio por y para el capital, planeaba segundo tras segundo cómo penetrar una isla que viajaba rumbo al socialismo y destruir todo lo que la Revolución Cubana había construido. Sus dedos mostraban algo que perduraría a lo largo de la historia: contra el imperialismo hay que protegerse y no creerle absolutamente nada. Nada de nada.
Con otro pulgar, con otro índice, con otros dedos, con otras manos, Barack Obama se cruzaba hace unos años con Muamar Kadafi. Le tiraba unos chistes al líder de Libia, le regalaba su respeto al escritor del Libro Verde, y lo saludaba mostrando un gesto de agrado. Todavía lo consideraba un presidente y no un dictador. Todavía lo creía un aliado comercial y no el mandatario de una cantidad de terrenos con un petróleo fundamental (Libia es el cuarto país con más petróleo del mundo) para seguir construyendo negocios.
En definitiva: todavía la relación entre ellos no estaba quebrada, por lo que Kadafi también se dejaba saludar y se regalaba al engaño mejor construido de la última década: el tipo que tenía adelante parecía ser un buen tipo, el tipo que tenía adelante parecía romper con la enorme tradición estadounidense de depredarlo todo, el tipo era negro y por ser negro parecía abandonar la práctica constante del aniquilamiento de una raza hacia otra, el tipo decía terminar con el estilo bélico de George Bush, el tipo prometía igualdad, el tipo hablaba de dignidad, el tipo ilusionaba tanto que hasta generó una ilusión en muchos que lo volvieron Premio Nobel de la Paz en 2010.
Pero no. Obama, el mismo que años antes había saludado con cariño, con los mismos dedos, con las mismas manos, estiraba su pulgar para abajo y decía: a éste, muerto. Y éste, definitivamente, después de medio año de combate durante 2011 llegaba al destino preciso: éste, muerto.
Desde el 30 de diciembre de 2006, en menos de cinco años, Estados Unidos rompió un récord imbatible y llenó sus manos de sangre, aniquilando a tres líderes de tres países distintos: Saddam Husein, Osama Bin Laden y Muamar Kadafi.
No es la idea de este texto andar defendiendo a los asesinados. Pero sí tiene sentido pensar cómo y por qué Estados Unidos logró generar un clima en la comunicación que le permitió salirse inmune del insoportable peso de derramar sangre.
Porque, claro, Estados Unidos no lo hizo de cualquier forma, sino que logró algo que pocos habían logrado: mató y torturó a los ojos de un mundo que se manifiesta constantemente contra la muerte, exhibiendo comunicacionalmente los cuerpos de los abatidos, y exigiéndole al planeta que se los aplaudiera por la aventura realizada.
Mató y construyó con miles de voces de este mundo un estilo para justificar eso: la muerte. La muerte que con el paso del tiempo parece justificarse. Pero que en el mirando para atrás encuentra los vestigios de un imperio que, justamente, poco tiene de democrático y mucho de dictatorial.
¿Cuánto hay de libertad y de democracia en un imperio que sigue teniendo el mayor presupuesto dedicado a la muerte en el mundo? ¿Cuánto hay de libertad y de democracia en un imperio que aniquila nenes por las calles de Medio Oriente? ¿Cuánto hay de libertad y de democracia en un imperio asesino que detiene y tortura gente en una cárcel como la de Guantánamo, donde ocupa un terreno cubano? ¿Cuánto de libertad y de democracia hay en un imperio que mata y tortura y mata y tortura a tres líderes en tiempo récord poniendo las fotos en la tapa de todos los diarios del mundo? ¿Cuánto hay de libertad y de democracia en la sangre? ¿Cuánto hay? Nada, hay un imperio.
Un imperio al que, como bien dijo el Che, no hay que tenerle ni un tantito así…
Y eso nunca se debe perder de vista.

«Nunca me sentí realmente un actor»

Alan Pauls ya era una palabra mucho más que autorizada en la literatura argentina, cuando decidió que tenía que intentar más cosas. Así llegó a la actuación y desembarcó en la película La vida nueva, producida por Pablo Trapero y co-protagonizada por Martina Guzmán. Sobre su multiplicidad artística habla aquí con NosDigital, donde comenta cómo fue adentrarse en un mundo al que no pertenecía. Las diferencias entre ser escritor y ser actor.

Fotos: Nos Digital

Son dos historias de amores que se desgajan y van perdiendo cuerpo hasta que en un momento sin referencia temporal precisa dejan de ser, terminan. Una es El pasado, cuyo protagonista es Rímini, y la otra historia es La vida nueva, donde uno de los protagonistas es Juan. La primera es una novela escrita por Alan Pauls, y la segunda es una película protagonizada por Alan Pauls.

¿Alan Pauls, actor? No era la primera vez que lo convocaban a salir del halo que rodea al cine para ubicarse delante las cámaras y las luces. A excepción de algunos papeles chicos sin texto, todas las propuestas habían sido rechazadas. Pero esta vez fue diferente y dio el sí para interpretar el papel de un veterinario de pueblo. A Pauls le había gustado “La otra vuelta”, primera película de Santiago Palavecino, y la participación de Martina Guzmán y Pablo Trapero lo motivaba. Además, “la idea totalmente descabellada” de que alguien pensara en él para interpretar ese personaje, sumado a un “momento de mucha disponibilidad” para recibir nuevas propuestas, armaron un buen cóctel para que el escritor diera el sí, aún sin tener demasiado en cuenta lo que decía el guión. “Simplemente respondo a un estímulo que alguien me manda. Soy sensible a ciertas propuestas, a la conjunción de ciertos elementos. Me pueden traer un guión que puede ser buenísimo, y si a mi no me tienta algo de lo que imagino puede ser la experiencia de hacer ese trabajo, por ahí no lo aceptaría.”

El adn de Pauls incluye al cine. El escritor lo conoce muy bien desde varios puntos de vista: desde la mirada de la crítica y desde el departamento de elaboración de guiones de películas como Vidas privadas, dirigida por Fito Páez, o Sin fin, escrita junto a su hermano Christian. Hasta su obra monumental El pasado, premiada con el Herralde en el año 2003, fue llevada al cine por el director argentino-brasileño Héctor Babenco.

La filmación de La vida nueva hizo que Pauls pusiera mayor atención a los actores. “Descubrí tarde a los actores. Siempre fui de pensar que el cine era muy obra de directores. Todavía lo pienso, por supuesto. Pero me parece que desde hace unos cuantos años reconsideré mucho el papel de los actores en el cine. Estoy mucho más atento a eso, los valoro mucho más. Haciendo la película entendí la increíble combinación de fragilidad y poder que es un actor. Porque finalmente en el cuerpo del actor es donde confluyen todas las variables, que son muchísimas, que hacen que una toma funcione o no funcione.

-¿Lo sentiste como un peso a la hora de actuar?

-No, porque nunca me sentí realmente un actor. Siempre sentí que estaba en una especie de trance. Yo dije: ´bueno, si ellos creen que yo puedo hacer esto, yo lo puedo hacer.´ Hubo una especie de transferencia con Santiago y Trapero, con Martina, con los otros actores; con los guionistas. Simplemente lo que hacía era seguir esa ilusión. Y mientras funcionara el hechizo, para mí las cosas funcionaban. No era muy consciente de todo esto mientras pasaba. Y si era consciente, no me afectaba. Porque en el momento de filmar, de algún modo me desplegaba por completo de la situación, como una especie de zombie, de medium. Después, cuando vi la película, me veía como un sonámbulo. Es una experiencia de desposesión total.”

El escritor de El pudor del pornógrafo (1984), Wasabi (1994) y la trilogía de historias sobre el llanto, pelo y el dinero (2007, 2010 y 2011), dice no haber abierto “un nuevo departamento de actividades” en su vida. Su incursión en el séptimo arte tiene más que ver con una cuestión, nuevamente, de historias. “Lo que quería era experimentar vivir en un rodaje, formar parte de la comunidad que se arma, que fue lo que siempre me fascinó del cine pero era algo que veía de lejos cuando iba a los rodajes, como guionista o como crítico. Es un experimento humano, una mezcla de reality show, club mediterrane, secta, sociedad secreta y grupo de autoayuda”, señala Pauls.

-¿Cómo fue el proceso del rodaje? ¿Cómo te fuiste desenvolviendo?

-Yo era a la vez alguien que estaba muy adentro del rodaje, porque era un actor, finalmente me tomaban como un actor, y por lo tanto yo me sentía un actor,  y al mismo tiempo me sentía un poquito afuera porque no era exactamente del palo. Era una especie de intruso, de espía de incógnito; alguien que se había disfrazado para acceder a los secretos de un mundo que de otro modo no se le hubieran revelado. Esa vida social completamente artificial de ficción del rodaje fue una de las cosas más geniales. Hay mucho más ficción en esa vida que tiene el rodaje, que lo que uno ve después en la película. Las películas, comparadas con la ficción del rodaje, son casi todas documentales.

-¿Vas a escribir algo sobre esa experiencia?

-Voy a escribir un texto sobre mi experiencia como actor. Ya escribí uno que se llama Mi vida como hombre, ahora voy a escribir uno que se llama Mi vida como actor. Va a ser una especie de crónica ensayística de las cosas que se me iban ocurriendo a medida que transcurría la experiencia. Y cosas que pensé. También pensar un poco mi relación en general con la actuación y los actores; también en el cine.

LA EXPERIENCIA LINGÜÍSTICA

Las frases incluyen otras frases, y las oraciones casi nunca están compuestas por sujeto y predicado verbal simple. Éstas son, más bien, marañas de vocales y consonantes que conforman tanto pensamientos, como sensaciones, reflexiones y descripciones tan reales como la realidad, que se intercalan con comas, guiones y un arsenal de signos de puntuación que no funcionan como bastones, sino como embragues que permiten que la frase se articule y sea elástica. Su estilo le valió algunas críticas y la adjetivación de su literatura como “densa” y “pesada”.

Pauls dice no sentirse cómodo porque él también se pierde dentro de esa marea y no se acuerda muy bien dónde está. Sin embargo, afirma: “Justamente eso es lo que me interesa de escribir. Encontrarme desorientado en mi propio elemento. Es algo a la vez que exige un control inmenso pero también implica perderse”.

-¿Qué dice Alan Pauls sobre su propio estilo?

-Tengo como esa manía de expandir internamente las estructuras. A nivel narrativo también hago eso. Me gusta mucho trabajar desde adentro de las cosas: entrar a un lugar, sea una frase, una casa o un espacio, y adentro ver qué hay, y empezar a abrir ese espacio internamente y a plegarlo, multiplicarlo, sin salir de ahí. Esa frase se va convirtiendo, empieza a tener nichos internos, pliegues o fugas. Los momentos de mayor entusiasmo cuando escribo son aquellos en los que siento que voy navegando la frase, como en una imagen de gente en kayaks.

-Hay algo de autobiográfico en tu literatura. Esa autobiografía ¿deja de serlo cuando se la transforma en narración?

-Si, porque es un material que sólo es autobiográfico en un muy primer momento, cuando se lo pesca. Cuando uno se asoma a la propia vida y descubre que hay algo atractivo es porque ya la está viendo como vida de ficción. Y una vida de ficción es una vida que puede haber vivido cualquiera, no yo personalmente. O sea que eso que uno elije ya está, de algún modo, despersonalizado, porque cuando lo elegís ya lo hacés con un criterio artístico. No son intensidades biográficas las que deciden que uno elija contar tal parte de su vida, sino cosas completamente caprichosas. Caprichosas quiere decir artísticas, o sea que la lógica de esa decisión no tiene que ver con la biografía sino con un proyecto artístico. Diría que la idea de que uno trabaja con material autobiográfico es una idea falsa, porque en el momento mismo de recoger esa muestra de vida, esa muestra ya tiene una estructura de ficción, y por lo tanto ya no me pertenece, no es verdadera ni falsa. Es como una especie de órgano que uno extirpa para trasladarlo a otro cuerpo. Lo que importa es la relación del órgano con el cuerpo nuevo no con el cuerpo del que salió.

SU VERSIÓN EN TELEVISIÓN Y DIARIOS

“El señor Pauls”, como lo llamó su colega Roberto Bolaño, también escribió ensayos sobre Jorge Luis Borges y Manuel Puig, entre otros. Pero no se quedó sólo en la literatura: colabora con Página/12 y ha participado en varios programas de televisión, donde actualmente y desde hace ocho años conduce el ciclo Primer plano I-Sat.

-¿Qué es lo que te mantiene atado a la televisión y al periodismo?

-Que son lugares donde me quieren por lo que yo puedo hacer, no para que haga lo que ellos quieren, que es muchas veces lo que la tele o el periodismo hace con la gente que no es estrictamente del palo. Yo soy un escritor, siempre fui un escritor y cuando entre a P/12 ya era un escritor. Y en vez de torcer eso, y de disciplinarme, domesticarme y mandarme para el lado del periodismo, me usaron como lo que yo era.

-Así como los actores te generan interés, ¿qué opinión tenés sobre los periodistas?

Periodistas no sé, supongo que depende mucho de quiénes son. Tengo ideas sobre el periodismo. Siempre fui un poco anfibio en ese sentido porque nunca me sentí verdaderamente parte de la comunidad periodística. No lo digo vanagloriándome, sino simplemente como la constatación de cierta distancia que hay. Yo nunca pude creer en la actualidad, por ejemplo. Es un goce que nunca tuve. No entiendo cómo la gente puede entusiasmarse con ser actual, con salir a la calle y registrar lo que está pasando. Me parece una gran ilusión. Siempre me pareció que la actualidad era una fabricación completamente discutible, infundada, a partir de la cual el periodismo impone su necesidad. Jorge Lanata siempre decía que no había ninguna razón por la cual los diarios tuvieran que salir todos los días. Es la reproducción cotidiana de la maquinaria periodística la que obliga a los diarios a salir todos los días, no la realidad. No es que la realidad todo el tiempo esta produciendo hechos y los periodistas van atrás. Hace mucho que eso dejó de existir, si alguna vez eso fue así. Y en la ilusión de la actualidad está implícito que los periodistas tienen que creer en la realidad para poder creer en el periodismo y creer en si mismos, en que son útiles. Lo que me atrae del periodismo son las cosas que me atraen de la escritura en general y los buenos escritores, gente que inventa una mirada sobre las cosas y que inventa también una lengua para contarlas.

Lejos de Frankfurt

Distinta a la Feria más grande del mundo, esa que brilla con grandes títulos en Alemania, la Feria del Libro Independiente hizo su paso por Puan, mostrando un conjunto de editoriales poco conocidas. Aquí, una forma distinta de construir la industria de las obras literarias.
Carteles de una comisión del centro de estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires invita a la 18va Feria del Libro Independiente, FLIA, ahí, en la mítica Puán. Propone debatir cómo se emprende la tarea de producir y difundir literatura y cultura desde espacios contrahegemónicos y qué tenemos para aportar desde nuestra propia especificidad.
Un flaco pelilargo de ropa holgada medita de pie dibujando un 4 con sus piernas. Un punk levanta un libro de la editorial Eloísa Cartonera, que hace libros artesanales, todos distintos, cuya materia prima es acercada por cartoneros. Una chica de primaria recién empezada se sienta en el respaldo de un banco con su papá y juega a que ese respaldo es un asiento con respaldo, para estar más cómodos. Sin propuesta previa, improvisan un veo-veo no con colores sino con formas.
Recién empieza el segundo día, sábado 15 de octubre. Se va llenando el patio con stands. De a poco. Ahí donde ayer hubo una charla sobre copyleft, que)elasunto( también llama “izquierdo de copia”, por su traducción.
Su definición: “un grupo de derechos aplicados a una diversidad de trabajos tales como programas informáticos, arte, cultura y ciencia, es decir prácticamente casi cualquier tipo de producción creativa. Sus partidarios la proponen como alternativa a las restricciones de derechos para hacer y redistribuir copias de una obra determinada de las normas planteadas en los derechos de autor o propiedad intelectual. Se pretende garantizar así una mayor libertad, cada persona receptora de una copia o una versión derivada de un trabajo pueda, a su vez usar, modificar y redistribuir tanto el propio trabajo como las versiones derivadas del mismo. Así, y en un entorno no legal, puede considerarse como opuesto al copyright o derechos de autor tradicionales. Liberar la cultura, hacerla más participativa y quitarle motes elitistas o masivos que hoy por hoy funcionan restringiendo y clausurando a la diversidad o intentando vendernos todo”.
Una foto de Mariano Ferreyra se repite hasta el infinito recordando a todo visitante de la feria el aniversario de su muerte. A la vuelta, música, lectura de poesías, un micrófono para quien quisiera hablar, una radio en vivo y exhibiciones de teatro. Siempre, y por doquier, excéntricos personajes. Olor a pan caliente y los colores de Eloísa Cartonera tiñen el gris patio de Puan. Sobre tapas de cartón diseñan con témpera la tapa, cada una diferente de la de al lado. Rodolfo Walsh, Fogwill, Washington Cucurto aparecen en las portadas.
Sudestada, tampoco se queda atrás en colorinche. Aunque hasta diciembre de 2007 sacaba revistas blanco y negro, llegó a festejar sus diez años y 103 números con publicaciones a todo color, además de libros, ediciones de colección y algunas películas en DVD. Se sustenta con la venta que generan notas de tapa como entrevistas a personajes de la cultura latinoamericana o investigaciones sobre momentos o referentes históricos de la cultura.

Editorial Nuestra América
No estuvieron pero suelen estar los editores de la guevarista editorial Nuestra América, como su director, Marcelo Cafiso, que nos explica: “Ir a la FLIA es compartir un rato con todos aquellos con quienes coincidimos en la posibilidad de un libro popular y alternativo. No son las ventas nuestro objetivo, sino exhibir y poder charlar como estamos haciendo sobre el contenido de nuestros libros”.
-¿Independiente es el libro o la feria?
-En realidad, la definición de independiente es relativa porque tendríamos que preguntarnos con respecto a qué. Acá seguro que no vas a encontrar a nadie ligado a grupos económicos. Lo que buscamos no es el lucro como fin último, sino como medio para aspirar a difundir ideas diferentes a las que nos ofrece el sistema en su conjunto.
-Nuestra América me suena también de la Feria del Libro de La Rural.
-Sí, participamos y consideramos que es un espacio ganado dentro del gran comercio de libros. El perfil de nuestra editorial es claro en cuanto a su contenido, lo que hace valer aún más la cantidad de lectores que nos visitan año a año expresando su agrado por nuestra presencia y la diferencia que hace encontrar un stand con libros políticos y sociales. Hallar una editorial esencialmente guevarista en un ámbito como ése no es poca cosa. Y menos siendo dos los stands que tenemos: el de Nuestra América Editorial y el de Libros Cubanos.
-¿Cómo llegaron hasta ahí?
-Con dos sustancias fundamentales: ideas y pasión. Las que también hicieron que lleguemos a distribuir nuestros libros a todo el país, desde una librería en Tierra del Fuego hasta una en Jujuy, así como los de otras editoriales que seleccionamos por su contenido. Lo hacemos a fuerza de pulmón, con mucho esfuerzo en un trabajo coordinado de compañeros

«Cristian Aldana es un héroe de la música»

Fede Cabral, cantante de Sancamaleón, opina del nuevo proyecto de Ley de Música, qué significó Cromañón para él y qué importancia tiene la comunicación alternativa para un músico del Under. Y aclara, dejando una posición bien fuerte sobre un tema controversial: “La música está en el aire, es de todos”.
Son las 4 de la tarde en San Telmo, esquina Defensa y Brasil del antiguo casco urbano porteño. El parque Lezama del otro lado de la calle y uno de los primeros soles de primavera que nos invita a pasar la tarde con un poco de música. El punto de reunión es el Bar Británico, lugar al que entramos y esperamos café de por medio: “¿Escuchaste Sanca?”, “Sí, pero ahora tiene otra banda, ¿no?”, “Sí, La Peña Pop, con Goy Karamelo y otros locos. El chabón también tiene su propio sello discográfico, leí por ahí que lo crearon porque nadie les daba bola para lanzar el disco y lo hicieron ellos mismos. Mirá, ahí viene”.
4:25 pm, saluda y se disculpa por la demora, nos cambiamos de mesa a una más grande. “¿Qué traés ahí? ¿Un charango?”, “No, es parecido, pero este se llama Ronróco”. Le pregunto si quiere que vayamos al parque a grabar un tema o primero hacemos la entrevista. El mozo ya traía el café, hacemos la entrevista.
Justo estábamos hablando de que sos un tipo muy inquieto: músico independiente, dos bandas, un sello discográfico, presentaciones solista…
Esa es la realidad de ser músico independiente en Argentina: o aparece una empresa discográfica que haga negocio con tu obra o tenés varios kiosquitos, no hay otra si querés vivir de esto. Lo hago porque me gusta tocar todo el tiempo y estar haciendo cosas, no me aburro nunca porque todas son situaciones diferentes: Sanca es una banda con energía rockera, con sus años y mística, La Peña Pop es un proyecto nuevo, con otra identidad y donde cumplo un rol distinto y lo otro es un embrión de disco solista. Sé que no lo va a esperar nadie pero es algo íntimo y sólo quiero disfrutar de hacerlo y que quede bueno.
¿Los cambios en la música y estética de la banda tienen que ver con una madurez de ustedes mismos que ya no son pibes de 20 años que hacen música de protesta?
La banda nació en 2001 mientras la Casa Rosada, que está acá a diez cuadras, se prendía fuego. Yo veía ese panorama siendo chico, sin entender mucho y pensando que no había futuro para nada, pero a pesar de esto nunca relacioné a Sanca como una banda de protesta, si bien tiene ese rasgo y es inevitable, Sanca fue siempre una fantasía.
En ese contexto de caos total sacan su primer disco “Cancioneros para niños sin fe” y les censuran el videoclip “El camino” en el que dos niños recorren la ciudad robando y amenazando con sus armas.
Que los pibes roben un banco me parecía, sobre todo, gracioso. Que dos nenes de 8 años  hagan eso era una metáfora de la realidad, era sembrar el caos y una trompada al estómago de todos. Después que el video (http://www.youtube.com/watch?v=Ix0Ah1OZZLo) haya sido censurado y que Hadad lo haya expuesto como “el ejemplo de lo que no tiene que pasar  en el país” estaba bueno, era el lado del que yo quería estar, uno quería prender fuego todo.

¿Y el segundo disco?
“Polenta” corta con eso abruptamente porque fue algo más interno en el que hablábamos de nuestros sueños. Eso nos costó caro porque Sanca era una banda que llevaba muchos pibes jóvenes que se ofendieron por el cambio musical y estético. Pero bueno, uno no puede manejar eso porque vas creciendo y teniendo otra visión de las cosas y eso se ve claramente en tu música, no íbamos a ser rockeros “protestantes” si no había por qué “protestar”, es decir, el músico expresa su estado de ánimo y lo que pasa a su alrededor. Nosotros estamos tranquilos porque siempre fuimos, y dijimos, lo que quisimos en su determinado momento. Sanca es una banda que te hace bailar,  te da fe y energía para seguir adelante.

¿Cómo les afectó el cambio rotundo que hubo en la industria musical de los últimos años?
No sufrimos el cambio porque para la banda nunca fue un negocio la música, siempre vendimos discos para poder hacer giras y videos pero nunca vivimos holgadamente de la música. Esto hace que mi visión del tema sea muy distinta a la del flaco de Metállica que vendía millones de discos. Culturalmente es algo que ya está, que sucede y que cambió las reglas del juego, por eso nosotros quisimos darle una vuelta de rosca y utilizar esa herramienta gigante que es internet: durante un mes, todos los martes, subimos 3 temas del nuevo disco “Afuera” para que la gente lo escuche online o lo descargue, entonces una vez bajado, escuchado y disfrutado lo presentamos en la Trastienda. Es otra manera de generar conexión. ¿Por qué el flaco que está en Salta tiene que esperar 2 meses a que llegue el disco? Nosotros lo que queremos es que nos escuchen, después el disco se venderá o no, eso no es un problema porque no resignamos nada.
Los discos de Sanca fueron siempre muy baratos y lo mismo sucede ahora con el primero de La Peña Pop…
Y sí, son discos populares, accesibles. Con la mano de obra, producción, grabación y otros procesos de fabricación, un producto terminado tendría que estar costando cómo mínimo 60 pesos. Los vendemos a 25 o 30 para que circulen y suenen  porque la música está en el aire, es de todos.
¿Qué papel cumple Internet en este contexto?
No hay una legislación de la música en internet y no se puede ir en contra de lo que hacen millones de personas, tampoco es lo que queremos. Ahora, si vos tenés un video en Youtube que tiene dos millones de visitas está bueno que te lo reconozcan. En esa misma página en la que suena tu música te aparece un cartel enorme de Nike al que le decís “correte loco, ¿quién te invitó a meterte en el medio?”, entonces el artista es el último eslabón de la cadena y eso es muy perverso. Por algo todos los músicos nos sentimos identificados con la escena de Tango Feroz en la que Tanguito se vuelve loco en la disquería y grita “ese es mi temaaaaaa”, jajaja.
¿Cómo convive el músico, mánager y organizador en una misma persona?

Es muy difícil conciliar entre el artista y el negociador, es complicado. A mí me mata porque me tengo que poner a generar espacios para los artistas a través de nuestro sello discográfico y en realidad lo que yo quiero es tocar la viola y no hacer números. Es un esfuerzo pero hay que ponerse la camiseta y defender esto que es la música independiente.
¿Cómo te llevás con la masividad?
Uno siempre quiere que lo escuche mucha gente pero yo salgo a tocar así haya una o mil personas, eso a mí no me cambia nada. Prefiero que vengan 50 personas a verme en un bar y no tocar en el Pepsi Music antes de los Peppers donde hay 30 mil personas que yo no convoqué.
¿Qué te parece el proyecto de Ley de Música que se está tratando?
Creo que está muy bueno y tengo fe de que se va a concretar. Cristian Aldana es un héroe de la música nacional, lo que hacen en UMI es increíble, son la voz de los músicos independientes y eso es grandioso porque el 90 por ciento de los músicos del país somos independientes. Es un reconocimiento al artista nacional. Creo que es necesario mirar un poco más para adentro, con esto no digo que no vengan grandes como Waters o Red Hot, pero si existen políticas para cuidar lo producido en Argentina, hagamos lo mismo con la música.
¿Que significó Cromañón para vos y la banda?
Fuimos los últimos en tocar en un lugar histórico del rock argentino cómo Cemento, estábamos ahí al mismo tiempo que se quemaba todo. Me tocó muy de cerca. Esa tarde lo vimos a Chabán, lo saludamos, probamos sonido y se fue. No pudimos terminar el show, fue una noche muy triste que marcó el fin de una era que tenía muchos defectos pero que fue hermosa. Terminó de la peor manera. Marcó un antes y un después.
¿Qué te genera Chabán?
Más allá de las responsabilidades y culpas que hay en el caso, él fue un tipo que le abría espacios a bandas nuevas, nos daba la confianza. Eso se ha perdido, ahora no hay gente que genere eso y hay cada vez menos lugares habilitados para tocar. Ya está, terminó esa era bohemia y mística y empezó una más profesional, por así decirlo, en la que el músico tiene que ponerse en negociador y estudiar la publicidad y esas cosas.
Tenés un programa en Radio Label, que se escucha por internet, ahí pasas música que por ahí no suena en todos lados. ¿Por qué lo haces?
El programa se llama La Trinchera y es justamente eso, otro lugar desde donde construir. Ahora si me preguntás por qué lo hago, te respondo porque sí. La Radio Label es de los ex programadores de Kabul, ese proyecto de Daniel Grinbank  que no prosperó y cerró hace unos años y hoy esa gente está pasando música online las 24 horas sin publicidad ni nada que haga de eso un negocio. En su momento yo me hice la misma pregunta: “¿Por qué lo hacen?”, y su respuesta fue: “Porque sí”.
Tu música suena en medios no tradicionales cómo Radio La Tribu. ¿Cuál es tu relación con los medios alternativos?
La Tribu es histórica y fue el primer lugar que me abrió las puertas y donde sonó mi música, por eso valoro mucho los medios alternativos cómo ustedes que construyen a través de los hechos concretos con calidad. Por ejemplo el otro día leí la nota que hicieron sobre el Borda y estaba todo bien explicado y despejaban las dudas que podrían existir acerca del tema. Si las cañerías estaban rotas, si el Gobierno de la Ciudad se acercó a ver qué pasa, la opinión de los trabajadores. Eso no lo vi en ningún medio que haya cubierto el tema y sí en su revista, por eso La Tribu y Nos están ahí, para el curioso, para el que no se queda con lo que venden los medios tradicionales.
El 7 de diciembre, Sancamaleón festejará su aniversario número 11 en La Trastienda.
Fotografías de Martín Naya

Atlas, la otra traición

¿Qué piensa un jugador de la D sobre un equipo que tiene constantemente productores, camarógrafos en sus entrenamientos, en sus hogares? ¿Lo motiva tener que enfrentar a un rival que no parece contar con las deficiencias económicas de la categoría? ¿Perdió Atlas la identidad que caracteriza a todo equipo que pelea desde muy abajo? Acá, ellos mismos lo contestan.
Hay un panorama que se repite constantemente en todo plantel de la última categoría del fútbol argentino, todo equipo de la primera D: el de los jugadores que la pelean día a día, que no pueden vivir del deporte que aman porque los viáticos no alcanzan para nada. Ese de los que con garra y corazón aspiran ir escalando posiciones y jugar en Primera. Esa pelea por sobrevivir en esa dura categoría, por no perder ese espacio y quedar desafiliados, se trasluce con problemas a la hora de preparar los planteles con falta de presupuesto, falta de equipamiento deportivo para entrenar e incomodidades y dramas a la hora de viajar.
Esa pasión, esa entrega y ese sacrificio que se generan, a pesar de todas estas problemáticas del ascenso, no se podría decir que sucede a la misma altura en los 18 equipos que la componen. Hay uno que llama la atención y que no pelea contra tantos inconvenientes. Un plantel que se lleva todas las miradas de las cámaras de televisión, que se volvió más que conocido en todo el continente y que gracias a un reality se quedó con el mote del equipo de las mil batallas, relegando y corriéndole el foco a lo que sucede con los otros: el Club Atlético Atlas.
El equipo de General Rodríguez convive desde hace siete años con un reality: Atlas, la otra pasión, que se empezó a preparar en 2004, cuando el club había quedado desafiliado y que se emitió por primera vez en 2005, cuando retornaron a la categoría. En el programa que se emite por Fox Sports muestran el día a día de un plantel que con el paso de los años fue adquiriendo más y más beneficios propios del dinero que les entra por participar de esta experiencia televisiva: auspicios de marcas deportivas para la indumentaria, micros de larga distancia para los traslados, profesionales, médicos y preparadores de sobra. O sea: todo lo le falta al resto de los planteles.
«Te lo muestran como si fuese el mejor club de la categoría porque está televisado en un reality, tiene sponsors, tienen buena ropa, un buen micro y para nosotros es todo más casero, con más esfuerzo. Hay una gran diferencia en la previa, después para jugar es todo igual, es todo difícil para todos”, cuenta Walter Negreti, goleador histórico de la D, actual jugador de Cañuelas. Además de tener que viajar en micros escolares, tener que poner muchas veces ellos su propia ropa para entrenar, las mayores diferencias que marca Negreti se evidencian en el viático promedio (la D es una categoría amateur, por lo que no se puede cobrar sueldos) que perciben, que es nada más que de $1000. Para el caso de los jugadores de Atlas es diferente, porque a eso se le suma que reciben un porcentaje por participar del reality del club.
Sin embargo, este dinero tampoco alcanza. Es por eso que en el mismo programa que muestra la vida de los “guerreros” o “del equipo del continente”, como les empezaron a decir desde el show televisivo, se muestra cómo también su vida arrastra un sacrificio y una entrega, aunque algo menor que el resto de los equipos. “Todos los que jugamos en esta categoría, tenemos que vivir de otra cosa que no tiene nada que ver con el fútbol para bancar a nuestras familias y ellos, al tener un dinero extra más allá de ir a entrenar y jugar a la pelota capaz fueron perdiendo esa identidad  de la D”, explica Damián Manes, delantero de Claypole. Por todo esto, al salir a la cancha para los propios jugadores y directores técnicos se vuelve un partido muy especial, en el que quieren demostrar que ellos también representan el sacrificio que quieren mostrar. El mismo Negreti cuenta que para él es una motivación extra, porque en la semana pasan la previa por la tele, algo del partido y eso genera aún más ganas de jugar bien, tener repercusión, ganar y romperla en la cancha.
“En un principio, para ser honesto, era el partido que más esperaba, por todo eso que se genera cuando jugás contra ellos, pero después es todo un circo, pasa a ser algo normal. Igualmente no son justos con los jugadores, porque cuando gana Atlas te pasan mucho del partido y cuando pierden muy poco”, cuenta Damián Troncoso, director técnico del Deportivo Riestra, equipo sensación y único sobreviviente de la última categoría en la Copa Argentina. Troncoso, además, cuenta detalles que para los directores técnicos son vitales a la hora de armar un plantel: las pretemporadas. Atlas es el único equipo de la categoría que las puede realizar, gracias a que se lo costea la televisión. La nueva Copa Argentina, en la que Riestra es el único equipo de la categoría, es una ventana que se abre para para que los otros equipos de la D asomen la cabeza al mundo mediático. “Dio más trascendencia y por suerte se están contando también historias de vida, de sacrificio de todos los jugadores de otros equipos y no sólo las de Atlas”, cuenta Gastón Romano, mediocampista de Riestra.
Desde 2005, Atlas no ha podido materializar estas ventajas logrando el ascenso, pero obtuvo beneficios inusuales. El año pasado disputó frente a Sacachispas la Promoción para el ascenso a la primera C, partidos que fueron televisados en vivo por la señal que trasmite el reality y uno de los futbolistas, Martín Giménez, fue comprado a un club de la Primera B Nacional –Quilmes- transformándose en un pase histórico para la categoría.
Para muchos jugadores, con estos cambios, Atlas dejó de formar parte del club de los que deben lucharla bien a pulmón, de cierta manera perdió la identidad que caracteriza a los de la primera D. “El hincha promedio al ver el programa creo que siente que ellos solos se sacrifican. Nos ven como improvisados y nada más. Capaz en eso está mal el programa, porque la lucha de los otros no se ve tanto”, dice Lucas Cueto, delantero de Riestra y productor integral de televisión.
Para Maxi Ambrosio, productor y conductor del reality Atlas, la Otra Pasión, las diferencias están a la vista, pero no hacen a mejorar o empeorar las condiciones futbolísticas. “Se ve una rivalidad porque los contrarios tienen 5, 10 minutos para mostrarse en un programa que se ve en todo el continente y para ellos es un condimento especial, pero tener una camiseta linda o un micro confortable no te va a hacer mejor jugador que otro”, afirma.

“El modelo K es un concepto muy pretencioso”

Continuamos con el ciclo de entrevistas económicas a diferentes personalidades argentinas. Marcelo Ramal, dirigente nacional del Partido Obrero, además de economista y docente de las Universidades Nacionales de Buenos Aires y Quilmes, habló con Nos para ofrecer su versión sobre cómo la economía de hoy afecta cada vida cotidiana.

-¿Cuáles son las principales críticas de la izquierda con respecto al modelo económico?

Fotos: Nos Digital

Lo del modelo a nuestro juicio es un concepto demasiado pretencioso. Lo del kirchnerismo fue básicamente una respuesta improvisada a la situación de bancarrota y de rebelión popular de fines de 2001.

Lo que habitualmente se llama “modelo”, no tiene que ver con este gobierno. Es en realidad la continuidad de políticas implementadas por Lavagna y Duhalde. Que Lavagna haya sido Ministro de Economía dos años más con Néstor demuestra la continuidad de una idea entre Duhalde y Kirchner.

La verdad es que el “modelo” surgió como una respuesta a la crisis económica de la que hablábamos: se devaluó la moneda, se desvalorizaron los salarios, los pequeños ahorristas tuvieron sus recursos congelados y luego pesificados y, en contrapartida, se pesificaron las deudas de los grandes grupos económicos.

Como resultado de esto, se dio una inmensa transferencia de la riqueza de los trabajadores y la clase media al gran capital nacional y extranjero.

Luego, naturalmente tuvieron el impulso de otra situación que fue la recuperación económica internacional de la crisis de 1996/2001, que significó el ingreso de China al mercado mundial y con ello el aumento de la demanda de soja. Sobre esa base Argentina se montó.

En cualquier caso fue una vía de salida a una crisis en base a la desvalorización del salario, la consolidación del trabajo precario y en materia de jubilaciones, aunque el beneficio de este se extendió, continuaron siendo extremadamente bajas.

Quiero resaltar que aparte de estas cuestiones, la crisis desató una ola de privatizaciones. Porque a pesar de que las tarifas fueron parcialmente congeladas, el Estado se hizo cargo de la inversión y en buena parte del mantenimiento a través de un régimen de subsidios que no permite el aumento.

Estas condiciones han llegado a un agotamiento muy claro. Ya lo evidenció el curso de la crisis del 2009 y lo van a volver a evidenciar en poco tiempo.

-¿Cuáles son esos límites?

Varias cuestiones. En el curso de la crisis del 2009 el Gobierno tomó una medida audaz que fue nacionalizar las AFJP. Esto condujo a hacer del ANSES una suerte de AFJP estatal, en el sentido que sus costos están colocados a título de la deuda pública y por lo tanto, como los ingresos dependen de diferentes rendimientos empresarios, los ingresos jubilatorios están condicionados a eso mismo que explicaba.

Los recursos del ANSES se van a agotar. Lo mismo ocurre con las reservas del Banco Central que, en la medida que se dé la fuga de capitales como se ha dado todo este tiempo, se agotarán.

Por eso hay un debate ahora mismo en el propio Gobierno, respecto de si salimos de esta encerrona con un nuevo ciclo de endeudamiento o si apelar a otras cajas, por ejemplo, las de las obras sociales; y en cualquiera de las variantes implementar un ajuste. No es casual que la presidenta en los últimos discursos públicos esté llamando a la moderación salarial, aunque en el último tiempo se esté anticipando un aumento para el año que viene del 18% al 20%.

-¿Si esa medida del Gobierno fue simplemente una salida, por decirlo de alguna manera, cuál fue o sería una salida viable?

Yo te mencioné el límite de los recursos internos, pero el otro factor es la crisis mundial que en el último periodo ha entrado en otra fase.

La crisis mundial es una crisis de la organización social. A partir de este diagnóstico quedan planteados dos caminos: si vamos al rescate del capital, como ocurrió en Estados Unidos, en España, Francia, o cualquiera sea, vamos a ahondar la crisis y básicamente a un traspaso de sus costos a los que trabajan.

El otro camino es interpretar que la crisis del capital exige una salida fuera de la organización social capitalista. Una salida anticapitalista, que a nuestro juicio debe plantear terminar con esta sangría que propone la fuga de capitales. Asumir el control estatal de las bancas y terminar con esta política en la cual los fondos del ANSES están pagando la deuda externa, porque el Estado a través del ANSES está comprando los títulos de la deuda pública.

Sobre estas bases se debería plantear un proceso de reorganización de la economía nacional. Bases completamente diferentes a las actuales. Un planteo de reorganización permitiría formar un fondo de capital en conjunto con un desarrollo agrario de bases diferentes a las actuales, una industrialización y un plan de viviendas y obras públicas destinado no a la especulación inmobiliaria, sino a la vivienda popular.

-¿Cree viable esta alternativa dadas las condiciones sociales que tenemos hoy en Argentina?

Bueno, lo que es inviable es lo que estamos viviendo hoy. Porque se están fugando 3000 millones de dólares por mes, como resultado de lo que están atesorando los capitalistas financieros industriales, a costa de la reserva nacional. Eso es inviable. El país va rumbo a una gran crisis con devalución de la moneda, a otra desvalorización de los salarios.

-Pero en relación a lo que tiene que ver netamente con los actores, ¿cuál es la posibilidad de que ciertos sectores apoyen un proyecto de este tipo?

Ninguna. No lo van a apoyar. Pero la sociedad está compuesta por intereses contrapuestos. Sería interesante contarte que hoy en las usinas del Gobierno, se está discutiendo un ajuste y eventualmente una devaluación. Nadie se pregunta qué van a opinar los actores del mundo del trabajo a raíz de esto. ¿Qué actitud van a tomar los actores del sector del trabajo cuando se desvaloricen otra vez los sueldos? No, nadie tampoco se lo van a preguntar. Los especuladores no van a buscar una salida en contra de sus intereses. Seguramente tratarán de imponer esas medidas coercitivamente. Con esto que estamos planteando pasa lo mismo. Pero hay una diferencia notable entre uno y otro: nosotros estamos planeando algo en beneficio de una mayoría, no de una minoría.

-En relación a lo que plantea la izquierda ¿existe algún país paradigmático en Latinoamérica?

La idea de un modelo o un paradigma me suena como demasiado dogmática. Lo que está claro es que todos aquellos que en la historia se han planteado revolucionar las relaciones sociales no tomaron como referencia los contextos espaciales, sino la constatación de que la sociedad en la cual vivían albergaba contradicciones intolerables que necesariamente debían  transformarse. Nosotros partimos de ese punto de vista, más que la búsqueda de un ejemplo, tenemos la constatación de que son los trabajadores los que hoy, en el contexto de una sociedad capitalista, están llevando una carga demasiado pesada. Y no solo en la Argentina, sino en todo el mundo, como se puede ver en los indignados de Estados Unidos o España.

-No habló hasta ahora de los recursos naturales que supongo que son otro de los cuestionamientos que le hacen al Gobierno. ¿Hay que estatizar?

Ese es otro aspecto muy grave. Porque el kirchnerismo ha preservado las privatizaciones. Es el caso de YPF: ahora resulta que hoy Repsol está siendo objeto de una serie de maniobras políticas en España, que consiste en lo siguiente: empresas que tienen importante participación accionaria en Repsol están presionando para que la empresa cambie su política de distribución de dividendos. ¿Qué quiere decir? Que invierta menos y que le de más ganancias a sus accionistas. Por el simple motivo de que los accionistas están quebrados.

Como consecuencia Repsol también va a invertir menos en Argentina en exploración y extracción de petróleo y va a producir más utilidades al exterior. En un país que se está por quedar sin petróleo en 6 o 7 años, esto es gravísimo.

Naturalmente la estatización es una de las cuestiones que plantea esta crisis mundial en relación a la recuperación de los recursos estratégicos, en este caso, la de YPF. Quiero poner énfasis en que esa recuperación de recursos debe estar acompañada  de una investigación sobre la malversación de fondos de estas empresas para que al país no le quede solamente el patrimonio de una empresa vaciada.

¿Imaginás cómo sería la dinámica de un potencial escenario de expropiación en Argentina?

Una expropiación constituye, en realidad, un paso necesario, pero debe formar parte de una transición. Nosotros como partido político batallamos por un país, una sociedad y una economía dirigida por los que trabajan. Y la reorganización de la estructura económica está dentro de las necesidades. Seguramente una nacionalización del sistema bancario, del comercio exterior, de los recursos energéticos y de los ferrocarriles, constituiría una base y un punto de partida poderosísimo para el desarrollo de una economía sobre bases totalmente distintas a las actuales. Pero no hay que confundir un gobierno de trabajadores con un plan de nacionalización y expropiación indiscriminada. Una sociedad dirigida por lo que trabajan adoptará las medidas que crea necesarias de reorganización en función del interés y el progreso colectivo.

Con respecto a la dinámica en sí, creo que en primera instancia, la nacionalización de ciertos recursos fundamentales sería una palanca para potenciar la reorganización. Luego se irá progresando en otros sentidos.

¿Por cómo está planteada la economía argentina, hay forma de parar la inflación?

La inflación tiene una significación social, una relación desigual entre los distintos grupos empresarios y la fuerza laboral. Porque aumenta el precio de los alimentos, aumenta el precio de la vivienda, aumenta el precio de todo lo que de alguna forma constituye la canasta familiar. Esta es la cuestión de fondo, una presión monumental de la clase capitalista sobre los trabajadores.

Acá la inflación la vemos principalmente en los alimentos. El Gobierno solo puede intervenir limitadamente y no lo consigue frenar, principalmente porque no domina el proceso de comercio exterior. Si este tuviera resortes estatales, el Gobierno podría desenganchar los precios internos de los alimentos de los internacionales.

Vale aclarar que la inflación es un tributo al gran capital agrario y al capital financiero que crece en relaciones sociales desiguales.

Andrés Asiain nos decía la vez pasada que el aumento de la inflación en relación a la suba de los salarios era una relación equilibrada, ¿qué hay de cierto?

Para un sector de la población que tiene convenios colectivos podría ser que sí, pero recordemos que un 40% de la fuerza laboral está precarizada y, por lo tanto, no percibe aumentos por convenios.

Aparte ese tipo de cálculos también son engañosos: un trabajador que sufre en su economía una inflación del 30% en un año, y recién al año siguiente recibe un aumento del 30%, nadie le devuelve lo que perdió durante los 12 meses anteriores.

-Siendo un partido que plantea gobernar para la mayoría, ¿podría encontrar algún defecto por el que a la Izquierda le cuesta llegarle a esa mayoría?

En esta última elección el voto a la Izquierda ha sido alucinante y esto tiene que ser leído en términos de méritos. Estamos en un ascenso político, habiendo logrado recientemente la mayor cantidad de votos en la historia. Por lo tanto, ya no se puede plantear a la Izquierda como una expresión marginal porque en esta elección ha quedado como una referencia política.

Más aún, quiero destacar que, en su gran mayoría, los cortes de boleta corresponden a jóvenes que votaron a Cristina Fernández como presidenta y cortó por la Izquierda. Esto refleja que estamos disputando con el kirchnerismo una misma base social.

-¿Qué tiene el kirchnerismo que ver con este fenómeno?

La participación de los jóvenes la inauguró la Izquierda. El kirchnerismo tuvo que sumarse a esa onda para frenar justamente la tendencia de los jóvenes hacia la izquierda.

El corte de boleta es gente que dijo bueno, le sigo aportando una ficha al Gobierno pero, por las dudas, que tenga el aguijón de los diputados de izquierda. Es un paso político enorme de cara a lo que va a ocurrir, como te dije, el Gobierno va a un ajuste  que perjudicará a los trabajadores y los que simpatizaron o confiaron en nuestro proyecto nos van a tener como una referencia política. Ojo, nosotros rechazamos por completo a lo que se conoce como la oposición tradicional a este gobierno. No tenemos nada que ver con esos tipos. Nuestra oposición al kirchnerismo es desde el campo de los trabajadores y antagónica al resto.

-Y teniendo en cuenta, como usted decía, que tienen una disputa política directa con el kirchnerismo, ¿tienen un objetivo claro en esa discusión?

Conformar una oposición desde otro lugar diferente. Ahora viene un periodo muy complejo en relación al impacto de la crisis, donde se debatirá acerca de las posibles salidas a esta y ahí estaremos. Así como lo hacemos todos los días en las fábricas, en las facultades, con nuestro cuerpo de delegados y con todo lo que hacemos e hicimos siempre. Lo fundamental ahora es instalar al Frente de Izquierda como referencia política, interviniendo en el debate nacional respecto de cómo salimos de lo que se viene.

«La militancia era la felicidad en serio»

Nos se juntó con Luis Mattini, ex miembro del PRT y uno de los fundadores del ERP. De frente y sin miedo, en esta primera parte nos contó su experiencia militante, sus inicios, sus pasos por el sindicalismo metalúrgico hasta sus expectativas de emular los pasos del Che en los montes tucumanos.

“Yo no soy puntilloso, los que revisan las entrevistas que dan son los que se mandan la parte, los que piensan que diciendo una palabra de más van a cambiar el mundo”.  Luis Mattini se interrumpe a sí mismo en más de una oportunidad para bromear sobre otros, porque asegura que “no hay que perder el humor nunca”. Este hombre de traje, completamente formal, fue uno de los principales dirigentes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Con un poco más de veinte años participó activamente en aquel famoso V Congreso que daría inicio al Ejército Revolucionario del Pueblo, y se convertió  en el heredero de “el Robi” Santucho después de que lo asesinaran.  Hoy, a la distancia, recuerda anécdotas de sus épocas de militancia, ese compañerismo sentido. Los errores cometidos y de los sueños sin cumplir.

-¿Cómo se acerca a la militancia?

Fotos: Nos Digital

-Empecé en la militancia porque me vinculé a los 16 años a una biblioteca popular que se llamaba José Ingeniero, en Zárate. Ahí eran todos zurdos, toda gente de izquierda, pero con una ventaja: no eran ni stalinistas ni troskistas. Había un alemán que había sido del grupo Espartaco[1] en Alemania, yo me formé con él.

Yo era muy chico y ya trabajaba como obrero metalúrgico, y a los 18 años empecé a ser sindicalista, en el año 58 ya era delegado sindical, y combinaba las dos cosas. El contexto era plenamente la Revolución Cubana, de alguna manera confirmaba lo que pensábamos quienes nos habíamos formado en el espartaquismo porque el Partido Comunista negó la revolución cubana, cosa que se olvidan los troskistas y stalinistas. Porque la idea era que en América Latina no podía haber una revolución socialista, tenía que ser la burguesía… en cambio, nosotros sosteníamos que el Che Guevara coincidió con lo que pensábamos.

Rápidamente, me uní a un grupo que se llamó Praxis, que lo fundó Silvio Frondizi, quien yo considero que es el intelectual militante más sólido que ha tenido la Argentina en su historia, el mejor lejos sin desmerecer. Planteábamos la posible revolución en Argentina, y nuestros pensamientos abarcaban una visión latinoamericana, y mundial. Nunca fuimos nacionalistas.

Toda mi militancia estuvo siempre muy pegada al sindicalismo. Con el golpe de Onganía, el Cordobazo. A partir del ´68 yo comencé a formar parte de un grupo de amigos, casi todos obreros de fábricas de Zárate, todos marxistas formados. Aparece un contacto con la gente de Tucumán, viene un hombre de nombre Santucho y nos acercan la propuesta del PRT, de formar un grupo armado. Lo primero que les dije, me acuerdo, fue: “Yo con los troskistas ni a misa”, y el muchacho me dice: “no flaco, eso es Moreno[2], ya se queda atrás, esto es Santucho, es algo distinto”. Empecé a parar la oreja, también porque la situación argentina estaba candente por todos lados y sabía que no podía seguir coqueteando. Y me pareció muy serio, a parte era marxista, y así formamos la primera célula del PRT Zárate, que después lo extendimos a Campana y a todo el resto del Cordón del río Paraná (desde Escobar hasta San Nicolás). En San Nicolás hubo una cantidad de cuadros del PRT, a pesar de su carácter conservador, porque en Zárate eran casi todos obreros.

Se hizo el 5to congreso del PRT, famoso, yo fui delegado por Zárate, por eso soy considerado uno de los fundadores del ERP, y así empezó la militancia a ser realmente el centro de la vida. Antes había sido más deportivo, más una actividad para fuera de hora del trabajo.

-La experiencia del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP)[3] con su idea de trasplantar la experiencia cubana, ¿cómo se vivió?

-Nosotros no teníamos contacto con Guevara ni con Cuba en los sesenta. Lo de Masetti para mi consideración era medio nacionalista, derechoso. No facho, pero sí cierta corriente nacionalista en Argentina que era muy fuerte, como hoy podríamos decir que es Eduardo Rulli[4]. Nosotros éramos internacionalistas y latinomericanistas, no hacíamos fronteras. Nos hubiera dado lo mismo militar acá o militar en Bolivia.

-La metalurgia fue uno de los centros de la llamada “burocracia sindical”, ¿cómo se pudo dar su militancia en el foco de Vandor?

-Yo estaba absolutamente en contra de operar militarmente contra los dirigentes sindicales. Tuve que cambiar de trabajo muchas veces, no duraba más de unos meses en mis laburos, pero no me echaba la empresa, me echaba la burocracia sindical. Vandor hablaba de “los bichos colorados”, yo era uno de esos bichos. Me despedían con telegramas que decían sin justa causa. La burocracia le ordenaba a la empresa, y la empresa actuaba.

-¿Sufrió aprietes o amenazas ahí?

-Yo dejé el sindicalismo en la época más dura, no me apretaron. Nosotros los apretábamos a ellos.

-¿Qué recuerdos deja de la militancia?

-Estoy muy enojado con lo que escribió Vera Carnovale[5] porque ella dice lo contrario, si gente así va a investigar estamos sonados. Porque yo puedo criticarme en cuanto a la línea política, no caben dudas de que nos equivocamos en muchas cosas, lo discutimos. Pero para nosotros la militancia era la felicidad en serio. Yo lo he escrito varias veces, fueron los años más felices de mi vida, porque realmente nosotros vivimos un país mucho menos libre que ahora. Nunca hubo una libertad de prensa como la que hay ahora, lo puedo asegurar. Nosotros todo lo que hacíamos era clandestino, no disfrutamos nunca lo que se llamó “Estado de derecho” de Alfonsín en adelante. Y sin embargo, nosotros éramos más libres que todos los muchachos que tienen toda la libertad ahora. Yo los veo que van a las marchas con las banderas del Che Guevara, y siempre diciendo lo mismo. Nosotros éramos más libres porque hacíamos lo que nosotros queríamos, y además estábamos convencidos de que estábamos cambiando el mundo. De alguna manera, como la organización era clandestina, se dividía en células clandestinas, tratábamos de que convivieran los integrantes en alguna casa, para que hubiera más afinidad. Nosotros considerábamos que las células del PRT eran un embrión de la sociedad socialista que queríamos, no existían los bienes personales, por ejemplo. Ninguno era propietario de la casa, alquilábamos entre todos, nos prestábamos la ropa, el coche era colectivo. Y, además, si algún compañero no conseguía trabajo lo ayudábamos entre todos. Era una vida colectiva, sin perder la individualidad.

-El humor entre los compañeros…

-Era impresionante. Nosotros no perdíamos el humor ni en las situaciones más trágicas. No hablo con nostalgia, sí es cierto que mi vida ahora es mucho más aburrida. Pensar en cosas cotidianas, o hacer bromas, y nos jugábamos la vida en serio. No teníamos temor, el miedo existe, pero nosotros teníamos la postura ideológica que nos hacía considerar que el miedo se vencía por el convencimiento. Eso no era un invento nuestro, es algo que está probado por la historia. El único terror que cada uno tenía, que algunos lo pasaron y otros no, era a caer prisionero y ser torturado. Casi ninguno de nosotros escapaba a ese terror permanente, porque una cosa era morir en la lucha, la muerte para nosotros era como decía el Che “un accidente”. Nunca pensábamos que nos íbamos a morir, el miedo era caer preso, ser torturado para “cantar”.

-Antes habló del V Congreso, llegaba el momento de tomar las armas, ¿Qué lo convencía de la realidad de ese momento para tomar esa decisión?

-Nosotros teníamos una visión internacionalista, entonces nunca perdíamos de vista el mundo. Vivíamos en una época como la que los griegos denominaron “la tragedia”. Lo que marcaba nuestro momento era la Guerra de Vietnam, que era sentidamente trágica. Todos estábamos comprometidos emocionalmente con lo que pasaba allá. Creíamos fervientemente que el mundo avanzaba del capitalismo hacia el socialismo, que toda revolución, comenzara como comenzara, si era verdadera, iba a ser socialista. “En toda revolución verdadera el que triunfa se muere”, decía Guevara, bueno, nosotros no triunfamos. Nosotros morimos, como organización. Por eso es ridículo Altamira y esos sujetos, uno no puede clamar por la revolución, la revolución es un proceso: o triunfás o te morís. El contexto mundial era muy marcado, los vietnamitas habían derrotado a tres imperios (Francia, Japón, EEUU) en la lucha en búsqueda de la liberación de su pueblo. Lo de Cuba era una influencia muy grande, teníamos contacto permanente. En mi caso, yo fui el que más viajó a Cuba de todo el PRT, además de que junto a otros compañeros recibí entrenamientos. Iba todos los años para observar cómo avanzaba lo de Cuba, que por lo menos hasta el año ´78, era cada vez mejor. Eso nos llenaba de entusiasmo, entendíamos que la Argentina tenía una ventaja, y es que había tenido al peronismo. En mi opinión el peronismo durante la prosperidad de sus diez años fue la social-democracia argentina, en el sentido social, no en el sentido de organización política. Todo esto fue destruido por el golpe de Estado, nosotros que no éramos peronistas casi nos hacíamos peronistas, como reacción. Llegamos al V Congreso convencidos de que sólo se podría avanzar con la lucha armada, una vez más seguíamos lo dicho por Guevara. Que iba a llevar tiempo, que iba a ser largo, no sabíamos las dificultades que podía haber, pero nosotros éramos un poco los herederos del Che, cuando lo matan levantamos el fusil literalmente.

En el V Congreso éramos 40 muchachos, digo muchachos porque éramos pendejos en serio. Yo tenía casi 28 años, pero éramos todos muy jóvenes y “jóvenas”, no hay que olvidar a las chicas. Salimos a desparramarnos por el país, completamente convencidos, al año nos habíamos multiplicado diez veces. Todo el proceso entre el ´68 hasta el ´76 con el golpe de Videla, nosotros nos considerábamos avanzados, después empezamos a caer. Como nunca nos detuvieron, tampoco aprendimos a retroceder.

-Frente a las críticas desde otros partidos de izquierda, que consideraban que la guerrilla no era una opción, ¿ustedes qué pensaban?

-Nosotros éramos guevaristas convencidos. Una anécdota al respecto sucede ahora, cuando uno se cruza a militantes de esas otras organizaciones que te dicen: “Nosotros teníamos razón, por eso estamos todos vivos”. Es medio pesada la expresión, creo que no tienen razón, porque nosotros comprobamos en los hechos que esa vía no era posible, ellos no comprobaron nada, tampoco tomaron el poder. Están igual que hace 30 años. A nosotros nos costó sangre y trabajo determinar que esa vía no era posible, pero creo que la vía había que probarla. Seguro que nos podemos autocriticar muchos errores, pero decirnos eso es como afirmar que la lucha del Che fue inútil, y si fue tan inútil entonces por qué salen con las banderas con su cara.


[1] Grupo revolucionario alemán, cuya figura principal fue Rosa Luxemburgo, quien mantuvo en sus años de vida cierta posición crítica hacia la revolución bolchevique, más allá de su apoyo formal a ésta. Murió durante los enfrentamientos con las fuerzas armadas germanas durante la Revolución Espartaquista, en 1919.
[2] Nahuel Moreno fue uno de los políticos de izquierda argentina más importantes de los últimos tiempos. Fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Movimiento al Socialismo (MAS) entre otros.
[3] Fue uno de los primeros movimientos guerrilleros del país, que se instaló en Salta, y que existió durante unos pocos meses entre 1963 y 1964. Esta guerrilla fue planificada desde Cuba por el Che, junto al periodista argentino Jorge Masetti. Desapareció sin realizar ninguna operación armada y con graves problemas para mantenerse en la zona.
[4] Jorge Eduardo Rulli, ecologista. Uno de los fundadores del GRR, el Grupo de Reflexión Rural.
[5] Autora del libro “Los Combatientes”

Platitos voladores

No son invasores, es otra entrega de las crónicas sobre deportes extraños. Esta vez le tocó al frisbee: no es sólo una actividad playera, es un deporte con una liga, equipos y trofeos que se juega todos los domingos en Ciudad Universitaria.

Fotos: Nos Digital

Fotos: Nos Digital

Los autos que pasan por Puente Udaondo los domingos al mediodía, pasaditas las 12, contemplan accidentalmente uno de los espectáculos más singulares que se da en todo el país: el frisbee.  Sí, el del plato volador que todos lanzaron en alguna aburrida tarde en quién sabe que localidad balnearia de la costa bonaerense. Se logra escuchar cómo los motores regulan la velocidad para poder apreciar, aunque sea un segundo más, a esos patillos volando por todas partes. Más de uno, mientras pisa el freno, se sorprende al ver que es un deporte con reglas, equipos, límites, donde se deben hacer goles y hay derrotados y vencidos. El frisbee no es solo una actividad playera, es un deporte con una liga, equipos y trofeos. Por eso las ruedas van más lento al pasar por arriba Ciudad Universitaria, para llenarse los ojos de platos voladores.

El día está pesado, el sol se torna inaguantable y los partidos de fútbol llenan la totalidad de los ojos en el campo de deportes de Ciudad. Luego de atravesar todas esas canchas donde las pelotas redondas son las protagonistas, se empieza a divisar, a lo lejos, al pie de la autopista, a los muchachos de ADDVRA (Asociación de Deportes del Disco Volador de la República Argentina), que se juntan todos los sábados a entrenar y los domingos a jugar un torneo entre los ocho equipos que afilia la organización. Entre el sol, algunos mosquitos y muchas sudaderas de película norteamericana se juega una de las semifinales del torneo: Sapucay, de violeta furioso, vs. Aqua, de celeste y amarillo. Los equipos están reunidos y el disco empieza a volar en el calentamiento.

Plato va, plato viene, Juana, una colombiana de tez morena, pecosa, con el pelo tensado hacia atrás, comienza a explicar de que se trata este deporte: “Es de origen canadiense pero se desarrolló en Estados unidos, en Colombia también es muy popular, aquí en la liga argentina se está luchando para que se arme un equipo que compita en el mundial”. Mientras mira cómo entrena su equipo, Sapucay, cuenta lo que significa para ella ese espacio: “Es mi lugar de integración, aquí es un lugar donde se desarrolla el respeto por uno mismo y por el otro, para mi este deporte significa tener un buen espíritu de juego”. El concepto se repite a cada rato. El espíritu de juego se basa en que no hay árbitros, confían en sus rivales, la trampa para ellos no existe, por lo menos en el plano teórico, y las diferencias en una jugada se resuelven intercambiando opiniones, de manera leal, sin ventajas ni ventajeros.

El partido está a punto de empezar, Sapucay se junta en el centro de la cancha y hace una ronda con todos sus jugadores. Del silencio empiezan a surgir un montón de ruidos desaforados, caóticos, delirantes. Sin entender nada que carajo gritan y con la única misión de exteriorizar la adrenalina, los chicos de violeta hacen honor al nombre de su equipo y entonan, a coro y en voz ensordecedora, un grito de mariachi loco que no termina hasta que se quedan sin una gota de aire. Desarman la ronda aplaudiendo y con algún que otro grito que les haya sobrado y se dirigen al centro de la cancha, a saludarse con el otro equipo. Al trote y formados en dos files van chocando las palmas, en un espectáculo digno de cualquier cadena televisiva. Al costado de la cancha se empiezan a juntar los suplentes, los que esperaran un ratito para estar entre los 7 jugadores que juegan. Otro colombiano, muy joven, salta al costado de la raya y grita: “Vamos manejo, vamos Sapucay”. Entre arenga y aliento destaca la adrenalina que le genera “competir”, que la pasión de este deporte “es única” y que lo único que le genera “más placer que jugar es ganar”.

El partido empieza y el disco vuela de mano en mano. Es una mezcla de fútbol, rugby, básquet y fútbol americano. Es frisbee. Donde los pases se hacen al vacío y el compañero corre a buscar el plato. Es así como se ensayan numerosas palomitas, arrojadas, estiradas aparatosas y vuelos espectaculares de unos y de otros. Gana quien llega a 18 goles, sin límite de tiempo. Quien tiene el plato no se puede mover de su lugar, deben hacerlo los demás, avanzando metros y metros hasta llegar a lo que sería el in goal del rival. Sapucay arranca flojo contra Aqua y el partido se pone 0-2. Del lado de los ganadores se observa al número 9, un pelado robusto de gestos exagerados que alienta a cada pase que concreta su equipo: “Calma, tranquilos, piensen, piensen”, “Qué buen trabajo, sigan así, qué buena labor”. Sus modismos lo evidencian: es colombiano. También hay cualquier cantidad de chicos norteamericanos. Uno de ellos juega para el equipo de amarillo. El pibe la rompe, descose el platillo. Rubio como el sol, blanco cual albino, debe cubrir su cabeza con una remera, sus ojos con unos lentes, para que no lo derrita el sol. Sin embargo, entre tanta ropa y protector solar, el tipo se las ingenia para meter cualquier cantidad de pases a las espaldas de los defensores. “Vamos gringo, vamos”, se escucha desde afuera. En eso, el 9 del equipo, el de “la buena labor”, sale de la cancha, con las rodillas completamente ensangrentadas. Se tiró para evitar un gol. No pudo y, encima, tiene las rodillas destruidas. Apenas sale grita desaforado: “Fue mi culpa”. Le cuenta a un espectador que estaba cerca, víctima de su incontinencia verbal, porque lo vive tan a fondo: “este deporte es como volar, es impresionante, es adrenalina pura, no puedo evitar estar así, vivirlo a fondo”. Se sienta, está con las pulsaciones a mil, con  la cara roja y de pocos amigos y, entonces sí termina de desahogarse: “Me han hecho el putísimo gol”.

Mientras en el campo se festeja una intercepción impresionante de un jugador petiso pero volador de Sapucay, afuera habla Máximo, uno de los referentes de la liga en Argentina. Concluye, de alguna manera, el sentir del deporte: “Aquí la alegría pasa por jugar bien, pasar un buen rato, la derrota no nos quita la felicidad de este momento de integración”. Con la gorra celeste cubriéndole y la mano protegiendo sus ojos del furibundo sol hace hincapié en la diversidad cultural de la liga: “en momentos en los que todos estamos tan celosos de lo que hacen o dejan de hacer los inmigrantes, esto es un lindo ejemplo de que se puede compartir un espacio en paz y formar un grupo de amigos, respetando las diferencias, porque ese es el espíritu de este juego, el respeto, la camaradería y la confianza”.

El partido está caliente, despierta emoción. Las reglas empiezan a entenderse, el frisbee sólo se puede interceptar y cuando a un equipo se le cae, debe dejarlo en ese lugar, para que tome el disco el rival. El marcador se acerca al gol 18. La tarde se acerca a su fin. El resultado del partido es anecdótico. De hecho, se pierde la cuenta, y al finalizar no se puede identificar bien quien ganó. Ambos siguen abrazándose, alentándose y riéndose. La derrota, evidentemente, no borró ni una sonrisa. Entonces ahí sí se genera lo raro, lo extravagante. No es el deporte, es la actitud.

Cuba, que linda es Cuba

Por Mauro Navas*

Foto: NOS Digital.


Hay un dicho popular que dice que viajar es aprender. Puede que sea así, siempre dependiendo del lugar que se elija. Me tocó viajar mucho por el mundo gracias al fútbol, viví en Barcelona, en Madrid, en Udine, pero este viaje a Cuba tiene algo de especial porque la sociedad que la compone es distinta y los valores que ella contiene también, como también su historia y su gente. Lo que empezó como un viaje de turismo terminó como un aprendizaje, ya que por intermedio de la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba) y del INDER (Ministerio de Deporte) se nos ocurrió la idea de colaborar y aportar en materia futbolística al futbol cubano: dejarles algo, armar un proyecto, intercambiar experiencias. Era algo más que hacer un viaje.
Cuentan que Fidel dijo una vez:  «Mucha más gente vendrá a ver el desarrollo social de este país que a sus playas». Y sí. Es increíble ver cómo conquistaron derechos sociales, cómo la educación y la salud funcionan, a pesar del bloqueo que pesa sobre sus lomos por mas de 40 años. Es impresionante la dignidad con la que viven: no con odio, pero sí con memoria por todo lo que pasaron y pasan. Los cubanos son terriblemente respetuoso de su historia y de sus patriotas como el Che, Martí, Camilo Cienfuegos, y entienden que la vida no pasa por consumir más y más como pide la sociedad capitalista, sino lo indispensable para vivir. Entienden, de hecho, que hay otros bienes más duraderos, como son la solidaridad, el respeto, la dignidad, la cultura, la educación, la ecología y los conocimientos. Todos esos valores están hoy en crisis en este mundo de injusticias y despreciados por el capitalismo porque no cotizan en bolsa.
Algo que me sirvió en este viaje por la isla es poder ver que «otro mundo es posible», donde la televisión y la radio cumplen con una función educativa y no lucrativa para ver quién tiene más rating. Realmente, escuchar y hablar con la gente es una experiencia única. Aún con aquellos que no están conformes con el gobierno. Porque está bien que así sea, porque siempre vale la pena discutir como hacen ellos, que polemizan acerca de todo, en las plazas, en los bares, en todo lugar público que exista.
Fue una grata sorpresa ver, caminando por las calles de la Habana, a muchos chicos jugando al fútbol, armando como cuando éramos chicos en el barrio canchas con arcos inventados con piedras o lo que estuviera al alcance. Curiosamente, es el deporte que más pude ver en las calles de La Habana, lo que es un buen síntoma de que el fútbol en Cuba les llegó a los jóvenes y que no es ninguna utopía esperanzarse con un fútbol mejor, pero siempre dentro de las ideas que tiene la Revolución, y no con otras ideas mercantilistas muy propias de este fútbol- negocio, que tanto mal le hace al fútbol-juego.
De esta experiencia saco muchas conclusiones que me servirán para seguir constituyéndome como persona, como ser humano, como ciudadano, como entrenador. Porque no somos una sola cosa separada de la otra.
Cuba es un lugar fantástico, una fabrica de conocimientos. Allí me enseñó su gente que una vida sin dignidad no merece ser vivida.
*Ex lateral derecho de Banfield, Racing, Udinese, Leganés, Almagro y Temperley. También fue entrenador de Chacarita y Platense. Junto al profe Fernando Signorini viajaron a la Isla, donde hace un buen tiempo flamea la bandera de la Revolución, para clavar la bandera del buen fútbol.