Como hace un año y medio, la Escuela de Música Popular de Avellaneda todavía no tiene edificio único porque las licitaciones se suceden, pero son todas fantasmas. El desgaste se repite con diferentes estrategias para que el ingreso no sea irrestricto de verdad. La educación pública espera…
Fuimos a la Escuela de Música Popular de Avellaneda- esa especie de posgrado de conservatorios, esa institución de excelencia pero no elitista porque ahí entra cualquiera, aunque pagando la cooperativa: 10 centavos anuales-, para actualizar una nota de septiembre de 2009. No hubo qué cambiar, excepto el lugar de la promesa que, fundadamente, los estudiantes creen que no se va a cumplir.
La promesa es el edificio único acustizado, con salida de emergencia, con matafuegos, con instrumentos, digno de albergar una Escuela de Música Popular de Avellaneda. El de Italia 36, con techos que se caían y paredes electrificadas, no daba. Los dos actuales, Belgrano 581 y Mitre 292 tampoco. El de Belgrano y Arenales está lindo, pero no cierra eso de estudiar al aire libre, en un arenero, sobre el pasto, por más aceptación al hipismo que haya entre los músicos. Esa plaza que, al tiempo que servía de campaña con su enorme cartel de construcción, se iba construyendo, fue la penúltima promesa incumplida. Ahora es un terreno incierto, unos aire-acondicionados, y algunas horas cátedra más (ah, porque también hay 500 horas cátedra no cubiertas porque no se ejecuta el presupuesto para concursar).
Antes de la asamblea, las caras, las conversaciones se repiten.
-¿Se conocen?
-De cara nomás. Solo tuvimos dos clases juntos.
Los alumnos que recién comienzan la carrera colman la reunión. Saben que si no protestan ahora, cursar va a ser una utopía y los cuatro años de carrera que reconoce el Estado, que, con el ciclo básico suman ocho, se pueden multiplicar fácilmente.
Algún mal pensado de esos tan politizados piensa que es parte del desgaste para que el ingreso irrestricto no lo sea tanto.
Cuando empieza a correr la bola, llega lejos: el jueves 12 de mayo el Centro de Estudiantes de la EMPA va a cortar la Avenida Belgrano para presionar para que se concrete la licitación del nuevo edificio y, esta vez, sea certera y no fantasmal como la de Arenales. Llega lejos porque, con el rumor circulando, la dirección de la Escuela logró tener una reunión con autoridades del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Las respuestas fueron las clásicas: esperen un poco y no presionen que la licitación está por salir. Así, quedó la disyuntiva para el CEEMPA: ¿cortar o darles una semana más?
Cortaron. En el 2007 se consiguió presupuesto por siete millones de pesos cortando el puente Pueyrredón. Si no cortaban, quizás el tiempo haría menguar fuerzas y otra placita naciera en año electoral.

En el 2004, Javier Cohen, jefe del área de Tango se había cruzado con el entonces gobernador de la Provincia, Felipe Solá:
-No nos cagues con el edificio porque lo necesitamos urgentemente- le dijo el profesor serio.
-No los podemos cagar porque el presupuesto para el edificio de la Escuela de Música Popular de Avellaneda ya fue aprobado- le respondió Solá- Pero no me mires mucho a los ojos porque soy medio cagador –agregó.
El que avisa no es traidor. Daniel Scioli, el leal, todavía no avisó.