Archivo por meses: abril 2011

La profundización del capitalismo se vuelve espacial

La idea de capitalismo, desde el principio de los tiempos, conlleva implicada la idea de población sobrante. La firme necesidad de la existencia de estos. Rotulando de sobrantes a una parte de la población, para la lógica de la conformación de una sociedad capitalista, son tan productivos como los empleados formales o informales, solo que con una función distinta: su capacidad involuntaria de crearles a los salarios una tendencia a la baja. El concepto de K. Marx de “ejército industrial de reserva” que explica estas cuestiones está aún bien vigente.
La población sobrante como eje articulador de la posibilidad de bajas remuneraciones por la mano de obra, no puede desaparecer. Pero solo tienen que existir, tan solo eso, otra cosa no es necesaria. Entonces, vivienda, salud, educación y alimentación tienen que tan solo alcanzar el mínimo necesario para que no muera en masa toda la población sobrante y eso obligue a aumentar los salarios en general.
Práctica usual dentro de esta lógica fue la expulsión de la población sobrante de las zonas centrales para su reubicación en territorios de descarte, con fines de formar cuasi-guetos. Así la cuestión del espacio es un permanente campo de lucha.
Hablando de la Argentina y situándonos en el presente, estamos frente a las consecuencias del reimpulso agro-inmobiliario que progresivamente convierte territorios de descartes en potenciales productivos, tanto para proyectos habitacionales lujosos como para producciones agricultoras. El establecimiento de la población sobrante en esas tierras ya no se entiende como necesario, ni hasta posible.
Y así estamos hoy. Los Qom sitiados en Catamarca por el intento de expansión de los cultivos de soja por sobre sus tierras. Los vecinos del barrio Rodrigo Bueno soñando pesadillas de desalojos inducidas por mega proyectos edilicios en esos mismo lugares donde ahora sus familias tienen su hogar. La profundización del capital ha agotado la expansión a nivel mundial que se nos presenta como globalización, y ha agotado la expansión en las ramas productivas a partir de que no hay producción que no esté mediada por el capital.
Donde hoy le queda camino por recorrer al capitalismo es en el ámbito micro de ir acaparando progresivamente todo el espacio con potencial productivo antes menospreciado. Y hacia allá estamos yendo, y hacia allá nos están llevando.

Continua el aguante de La Gomera

Esta es la historia de un centro cultural parido por el 19 y 20 de diciembre, gestado en la Boca y resultado de años de ocupaciones de espacios. En el Centro Cultural La Gomera se editan libros y cuidan niños en la guardería, se ruedan películas y amasan ñoquis al compás de una sola idea: estar juntos. Cómo cambió la calle de Buenos Aires del 2001 hasta Macri, cómo cambiamos nosotros.

Tuvo la suerte de crecer dentro, o mejor, tuvo la suerte de que le construyan un caserón a su alrededor. El gomero se roba las miradas del patio, de quienes pasan comiendo del plato o se asoman en medio de la película. Se roba las risas de los niños, también, que se trepan y cantan desde arriba. El paisaje es el típico de los sábados: en el espacio cultural La gomera está funcionando la sala de cine y la guardería, mientras los ñoquis caseros de Soña llenan las panzas y las hambres.

Osky y Pablo y Maxi ofrecen un plato, sugieren ver la película, arriman unas sillas para la charla. “La gomera le pusimos a este espacio”, empieza Osky, “un poco por ese gomero enorme y otro tanto porque en los años en que se tomó la vivienda la gomera era un elemento cotidiano que llevábamos al cuello”.

¿Por qué la gomera al cuello?

¿De qué años habla Osky?

¿De qué toma?

Patear hormigueros

“Siempre acá en La boca y Barracas el tema de la vivienda fue muy conflictivo”, sigue el memorioso Osky, una suerte de teórico del grupo, que teje el racconto de la  época: “ahora recién se está endureciendo la cosa legalmente, pero desalojos hubo siempre… La zona sur fue de las más postergadas, y eso trajo cosas negativas pero también positivas: surgieron organizaciones como éstas”. La teoría de Osky es que la misma desidia del Estado y sus represiones largaron el tiro por la culata: “patearon hormigueros”, dirá. En ese barrio de las enormes fábricas (ex) portuarias y los caserones en desuso, cientos de familias encontraban soluciones de vivienda (y, agregará Maxi, “necesidades de encontrarse”). La idea que atraviesa la charla sobre las ocupaciones es que siempre hay algo más que dormir bajo un techo: hay expresión, creación, arte.

La primera experiencia (que cuentan, porque Osky y sus años sugieren haber recorrido más de un hormiguero) es la toma de Alpargatas, la histórica fábrica de indumentaria boquense. “La ocupación de Alpargatas fue todo un proceso grupal”, comenta Pablo, “había varias organizaciones barriales ligadas a la ocupación de lugares inútiles, y cerca del 15 de diciembre del 2001 fue que decidimos ocupar el lugar, que era como 2 ó 3 casas”. Retengamos la fecha: 15 de diciembre del 2001. Algo estaba por pasar, y algo nos estaban diciendo Pablo, Osky y compañía. “Cinco días después estalló todo y fue increíble”, sigue Osky, “estábamos todo el día en la calle… Me acuerdo un día que baja un comisario del patrullero diciendo ¨pero a mi me están tomando de gil, ¡me ocupan todos los días un lugar!¨”.

Con la anécdota ahora todos ríen.

Están en fines de 2001, en la calle, quizá también sonriendo. Osky remata:“Los días del 19 y 20, me acuerdo, la propuesta más loca era irse a vivir a las calles. ¡Hasta se hablaba de eso!”.

Estaban en Alpargatas, entonces, junto a otra decena de familias. Habían logrado armar un espacio cultural que llamaron Tierra del sur, nombre que ahora lleva la editorial de La gomera. Se había abierto una biblioteca y funcionaban eventuales talleres artísticos, además de una panadería en otra casa ocupada a unas cuadras. “La idea era ir tomando contacto con los vecinos, que se acerquen e ir rompiendo prejuicios”, dice Pablo. En frente también recuerdan un Banco Mayo ocupado, que a fines del 2002 tuvo violento desalojo. “Después nos fecharon desalojo a nosotros, en Alpargatas, y decidimos irnos voluntariamente”, sigue Pablo, “lo importante era la construcción que ya habíamos hecho, no el techo y las paredes”.

Osky arroja, otra vez más, sus conclusiones: “El desalojo del Padelai (donde desalojaron violentamente a más de 40 familias, detuvieron a 79 personas e hirieron a otras 14, febrero de 2003) marca un antes y un después. Las comisarías empiezan a trabajar coordinadas, el aparato represivo se vuelve más rabioso, le pegan a jóvenes y mujeres…”.

-¿Y ahora, Osky?

-Más todavía, teniendo a semejante demonio al frente de la Ciudad.

En todo caso, dirá, son otros métodos para patear hormigueros: “De cada ocupación se abrieron 2 ó 3 más”.

Qué cambió

-¿Y ustedes a dónde fueron?

Pablo: yo me fui a la casa de una compañera.

Osky: yo a Rosario en bicicleta.

-Los dos siguieron con lo propio.

Pablo: la editorial siguió funcionando en una casa de unos vecinos, y la biblioteca también.

Osky: yo anduve metido en otras locuras ligadas a ocupaciones de espacios.

Cada uno (Pablo, Osky, todos) digirió el desalojo a su manera. Pablo siguió insistiendo en su barrio: a meses de haber dejado Alpargatas, probó suerte en otro caserón barraquense. “Lo primero que hicimos fue desarrollar el espacio del cine, como forma de empezar a movernos con los vecinos”, cuenta otra vez Pablo.

A unas cuadras, en tanto, en otra casa amiga, funcionaba y funciona la biblioteca desalojada en Alpargatas y la panadería. “La fotoduplicadora la trajimos después, cuando estábamos más asentados”, explica Pablo, y va moldeando el abanico de proyectos de lo que hoy es La gomera: la biblioteca, el cine, la panadería, la editorial. Más tarde (con los hijos) vendría la guardería y las charlas y los talleres.

-¿Y vos cuándo llegaste, Osky?

Yo estuve ese tiempo en Rosario, después en Mar del Plata, haciendo unos quilombos… Después me vine a esta casa y puse ahí al frente una bicicletería.

Los proyectos fueron creciendo y la casa no. Los hijos fueron creciendo también. Los gomeros decidieron relegar espacios de vivienda y priorizar los libros, el cine, los talleres… “Yo era uno de los que hinchaba para que el lugar se use sólo para el laburo”, dice Osky, “pero era contradictorio porque yo vivía acá y significaba que me tenía que ir”.

Maxi: iba más allá de la necesidad individual, digamos.

Pablo: yo creo, además, que hubo momentos de pura necesidad de vivienda. Ahora ya era distinta la dinámica: yo alquilo y pago un alquiler. En otro momento eso era impensado…

-¿Qué cambió?

Pablo: el que cambié fui yo. Cuando uno es joven le pone mucho el cuerpo a lo que está haciendo, pero llega un momento en que no está mal tomar cierta distancia. Todo cambió cuando tuve a mi hijo, y sentí que tenía que darle su lugar despegado de lo que yo hacía.

Osky, otra vez, nos explica el fondo: “La legislación en Buenos Aires cambia a partir de la figura de ¨Restitución de la propiedad¨ que le devuelve automáticamente la vivienda al propietario. Como te dije antes, después que se toma el Padelai la cosa cambia, y cambió más todavía con este monstruo que tenemos en Ciudad. ¡Hasta creo una brigada de desalojos!”.

A lo alto del gomero gritan y juegan dos niños. “Ése es mi hijo”, cuenta Pablo, “así que, como ves, lo que te acabo de decir de separarlo de lo que hago, no es tan cierto”.

Todos vuelven a reír.

Y ahí Osky remata la charla con tierna seriedad: “El hecho de que vengan niños no hizo que se produzca un corte, sino al contrario: hay que pensar cómo crecer porque ahora hay chicos. Entonces tiene que haber libros, juegos, espacio, aguante…”.

Las imágenes son gentileza del Centro Cultural La Gomera

«Me salvé por haber sido futbolista»

Es Mauricio Hanuch. El turco, para todos. El mismo que se convirtió en ídolo de Platense después de sus dos goles en la Bombonera para el histórico 4 a 0, estuvo muy cerca de morirse en noviembre pasado por un virus que le destruyó los riñones. Pero salió adelante.  Gracias al órgano que le donó su hermana mayor y al mismo antídoto con que se toma la vida: la alegría. Con esa misma satisfacción con la que superó las constantes lesiones en su rodilla, con la misma calma con la que cuenta cómo el fútbol ayudó a que pudiera estar hoy bien, cuenta su historia de vida sana y su devoción por el Barcelona.
 
Hoy parece que todo hubiese sucedido hace muchos años, pero todo fue hace unos pocos meses. En el recuerdo quedaron las dudas, los miedos de una operación y un trasplante que era necesario. Hoy el turco dice que está bien, en uno de sus mejores momentos y contento de poder disfrutar la vida con su familia.
Pero en Noviembre del año pasado las cosas no eran para nada favorables. A pesar de siempre predicar por tener una buena alimentación, una vida sana y sin excesos, le aparecían los dolores. Dolores constantes de cabeza que ya eran cosas que preocupaban y no simples cuestiones casuales. “Desde hacía mínimo siete años que tenía síntomas de cansancio, de dolor intenso, pero pensaba que eran cosas menores, por eso no me preocupaba, me tomaba un analgésico y seguía con mi vida”, cuenta el Turco. Hasta que el dolor pudo más y le pasó factura.
 
¿Cómo empezaron los problemas que llevaron al trasplante?
El año pasado empezó el problema. Fui a jugar al fútbol con unos amigos y empecé a vomitar después de correr los primeros minutos. Hice eso y volví a la cancha. Ya en el camino de regreso a casa, después del partido, me estallaba la cabeza, tenía la presión por las nubes. Llego, me tomo un analgésico y el dolor no paraba. Eran las 3 de la mañana y me mataba el dolor. Entonces fui a la clínica de la Trinidad a hacerme estudios, esperé hasta las 6.30 que me atendieran, me sacaron sangre y me dijeron que a la hora me daban los resultados. Volví a casa y me llaman de urgencia que tenía que ir con la ropa que había un problema: habían salido muy mal los valores de sangre. Ellos no querían arriesgar, pero decían que me tenía que ver un especialista por el tema de los riñones. Viene y me manda a hacer todos los estudios ese mismo día y me piden la internación. Me quedo ahí en la Clínica y a los dos días me detectan el problema que tenía: una insuficiencia renal muy grave. Los riñones me estaban funcionando al ocho por ciento, prácticamente nada, si funcionan al cuatro, te morís. Fue un golpe duro porque nunca en mi vida había escuchado lo que era un trasplante, y empezaban a decir que era lo que necesitaba: un riñón nuevo.
¿Qué sensación tuviste cuando te dijeron que había que operar y trasplantar?
Fue algo horrible. Se me vino el mundo abajo. Yo soy una persona muy optimista, que siempre ando alegre y haciendo chistes, pero en ese momento fue muy duro. Fue complicado porque se te cruzan muchas cosas: tu hijo, tu mujer, tus viejos, todo. Cuando me dijeron de la internación lloré como todos, pero después me empecé a sentir mejor, acepté las cosas que me tenían que hacer y a hacer las diálisis ahí mismo. Estuve entre doce y trece días internado y me dieron el alta. Después estuve casi tres meses haciendo diálisis y en ese tiempo ya mi hermana, mi mujer y mucha gente empezaban a postularse para ser el donante del riñón que necesitaba. Mi hermana fue la que mejor compatibilidad tenía y el 29 de noviembre me regaló su riñón para que pueda tener una calidad de vida mucho mejor que la que tenía cuatro meses atrás, cosa que la agradezco mucho porque fue ella la que me dio una mejor calidad de vida. Estoy muy agradecido porque esto fue puro amor y la verdad que hoy me siento espectacular.
¿No te dejó secuelas?
No, pero hay que cuidarse ahora. Estoy con muchos medicamentos inmuno-supresores que son para que no tenga un rechazo en el riñón y son casi veinte por día. A medida que vaya pasando el tiempo me van a ir bajando las dosis y también los corticoides, que la mayoría de los medicamentos lo tiene. Eso te hace hinchar mucho, pero estoy bien, no tengo problema, trato de no olvidarme nunca y hacer una vida normal.
¿Podés jugar al fútbol?
Sí, pero tengo que cuidarme mucho. Porque donde me colocaron el riñón es una zona muy sensible y hay que tener cuidado con los impactos. Tampoco me seduce la locura de ir a jugar. Si juego, lo hago más que nada juego con amigos, para divertirnos un rato porque ellos saben que me tengo que cuidar en ese sentido. Puedo hacer toda actividad física, jugar al tenis, lo que se me ocurra. Esta situación no me priva de nada.
Dijiste que el médico que te operó te dijo “te salvaste porque sos deportista” y mantuviste toda una vida sana y sin excesos. ¿Puede ser un contrapunto para todos los que critican a los jugadores y los acusan de tener una vida de boliches y descontrol?
Sí, esa fue mi idea y mi pensamiento que lo maneje durante toda mi vida. Me cuidé, obvio a quién no le gusta salir e ir a un boliche, eso lo hace cualquier chico de la juventud que pueda, pero siempre fui una persona que trató de cuidarse, de no beber mucho y de hacer una vida sana. Todo eso lo hice desde chico, y me ayudó a tener ese ocho por ciento de funcionamiento del riñón, porque cualquier otra persona hubiese estado mucho más complicada, hubiese tenido una situación aún más crítica.
¿Hay mucho prejuicio con respecto a eso?
Sí, hoy también el jugador está mucho más expuesto. Hay muchos programas de televisión que sólo buscan eso, el jugador de fútbol capaz piensa que el lugar al que va es para él sólo pero no es así, está repleto de otras personas ajenas a él. En este ambiente tenés que cuidarte mucho. Si vos tenés el día libre, no hay problema, porque es tu día libre, pero sino se complica. Ser jugador de fútbol es de privilegiado y cada uno cuida su lugar como lo piensa.
¿De chico también pensabas así?
Sí, nací con el sacrificio. Una familia humilde de Ciudad Evita que tenía lo justo. Siempre me sacrifiqué para hacer las cosas, nunca falté a un entrenamiento que yo recuerde. Costó, porque hoy los chicos tienen otra clase de ayuda, porque los representantes de mi época no te ayudaban en nada y ahora algo está cambiando. Porque hasta que no llegabas a primera y firmabas un contrato te dejaban de lado. Siempre el sueño mío era jugar en primera, era lo que añoraba desde siempre. Llegar y entrar a una cancha con público, y gracias a Dios se me dio.
¿En Portugal cuando jugaste en el Sporting Lisboa cómo era compartir concentración con Cristiano Ronaldo?
No llegué a jugar con él porque ese año estuve lesionado muy mal de la rodilla. Pero entrené todo el año con él. Formé una gran relación con él. Yo siempre digo se preparó para ser quien es hoy en día. Era increíble que con 15, 16 años terminara de entrenar y se quedara pegándole al arco sólo, divirtiéndose. Esas cosas para un pibe de esa edad no son normales. No es algo que salió de la nada, es producto de todo eso. Nadie le regaló nada, llegó a ser quien es por todo eso.
¿Viste Real Madrid- Barcelona?
No, estaba en el cumpleaños de mi hijo y estaban viendo Racing- Independiente. Por lo que me dijeron igual no fue un gran partido.
¿Por qué equipo pagarías la entrada para disfrutar un partido?
Hoy hay un virus del Barcelona, pero es un virus que contagia. Cada vez que juega y uno tiene la oportunidad de estar frente a un televisor, no duda en mirarlo para ver cómo juega, por lo bien que hacen las cosas y porque es imposible ver a otro equipo que haga las cosas como ellos. Juegan todos bien al fútbol, no ves a ningún jugador que traslade sólo la pelota por veinte metros de corrido – sacando a Messi que es de otro planeta.
¿Qué cosa particular te gusta del Barcelona?
Su juego colectivo. Eso es lo que más atrae. Después tenés a Messi que es un fuera de serie, pero cómo juega ese equipo llama la atención. Ver la forma tan simple en la que juegan, ver a Xavi, a Iniesta, ver esas cosas que a uno le resulta difícil y que ellos las hacen tan fácil. Eso te seduce, ver como pueden jugar a dos, a tres toques. Cómo se prestan la pelota entre ellos. Uno que estuvo en planteles piensa que es imposible jugar de esa forma. Ellos vienen de una escuela, de inferiores que les inculcan jugar así. Lo hacen porque lo practican desde los juveniles, vienen con una estructura futbolística que cuando llegan a primera es la misma. De los titulares, hay como 7 u 8 de inferiores, de la cantera, eso es importantísimo. Y después es mucha práctica. Inculcan una idea, la absorbieron bien y eso lo pudieron plasmar en la cancha porque ellos no es que se eluden a cinco cada uno y meten el gol. No. Para ellos es hacer dos o tres toques, moverse mucho, jugar de memoria porque se conocen todos y eso hace que después en la cancha marquen la diferencia. Acá es imposible porque te matan con los espacios para jugar.
¿Cuándo jugabas, esperabas que los técnicos te dijeran jugar con ese estilo?
Sí, es algo que atrae mucho. Acá no se jugaba con tanta gente en el medio, no había una idea clara. Eso hacía que no hubiera tanto espacio. Había presión, pero mucho menos de la que hay ahora. Hoy los espacios son más reducidos, cuesta muchísimo. Ahora todo es más rápido, cuando jugaba era diferente. Era todo 4-3-1-2 casi siempre, era un fútbol totalmente diferente. Te dejaban pensar un poquito más. Podían salir partidos malos, pero las ideas y los espacios estaban. Hoy se ganan la mayoría de los partidos de pelota parada.
¿Qué cosas se extrañan de ser futbolista?
Lo que cuesta después es el día a día que tenías antes: el llegar al entrenamiento, tomar mate con los compañeros, reírte con ellos. Eso es lo que más se extraña. Pero se remplaza por otras cosas, pude estar con mi hijo mucho más tiempo, pude aprovechar la familia más que antes.
Como jugador, ¿qué momentos te dan más alegría recordar?
Uno es el partido en la cancha de Boca, claramente. Después de jugar cada partido contra Boca en la Bombonera te genera una cosa en los hinchas, un contagio que son de por lo menos un mes que te sentís el ídolo del club. Más lo que pasó ese día con Platense: ganar 4 a 0, hacer dos goles fue algo increíble. Encima ganar con todos los jugadores que tenía Boca en ese momento fue muy especial. Hasta el día de hoy que voy a ver a Platense y los hinchas me lo siguen recordando, que saben que hoy en día es muy difícil volver a pensar en eso, sobre todo por como está ahora el calamar. Te pone muy feliz recordar esos momentos. Después jugar en Independiente, con el público a cancha llena, jugar los clásicos. Siempre recuerdo, esa campaña, que no fue para nada buena, pero que la gente te ovacionaba cada vez que hacías una gran jugada, y eso reconforta.
¿En Platense generaste una sensación de idolatría no?
Sí, la verdad que la gente de Platense me trata muy bien. Han pasado muchos jugadores por la historia del club, pero el hincha me dio un cariño bárbaro, más en el momento en que yo pasé, que me apoyaron un montón.
¿Tuviste mucha contención de gente relacionada al fútbol?
Sí, de algunos pocos jugadores. De dirigentes ninguno. Más que nada de hinchas del fútbol. No sólo Platense, sino de cualquier club. No importa la camiseta en esos casos, eso también es lo bueno del fútbol.
¿Nunca pensaste seguir en algo relacionado al fútbol?
Ser técnico la verdad que nunca me entusiasmó. Tuve la oportunidad de ser ayudante de campo de Jorge Almirón cuando estuvo en Defensa y Justicia y le dije que no. Después me quiso llevar a México y también lo rechacé. Creo que el camino mío es otro. Ligado al fútbol sí, pero me gustaría hacer otra cosa. En mayo o junio voy a empezar a viajar a Europa y ver si se puede vender a algún jugador, ver si se puede llevar a alguno para allá.
¿Vas a ayudar a concientizar ahora a deportistas de lo que te pasó?
Estoy colaborando con una fundación. Me hablaron para que de una charla para generar conciencia en deportistas de los riesgos a los que estamos sometidos. Me llamaron para ser una cara visible de estos casos y para estar siempre presente ahí, poder dar las vivencias de uno y decir los cuidados que uno tiene que tener. Mucha gente del periodismo me llama para hablar de este tema y tratar de ver el cuidado que tiene que tener cada persona, para hacer saber que los estudios son muy importantes.
El turco se ríe como ante cada respuesta que fue dando. Saluda cordialmente para despedirse, con esa misma convicción con la que ese pibe de Ciudad Evita le lanzaba a sus viejos que iba a ser jugador de fútbol profesional, con las mismas ganas con las que cuenta cómo pudo salir adelante y, fundamentalmente, con la misma energía que nunca perdió ni cuanto sufría lesiones ni cuando tuvo que sobrepasar un trasplante.

Fútbol americaNO

Ese deporte de gigantes que se ve por la tele y que poco parece estar pegado a la cultura argentinaexiste en este país. Se juega con pasión. Es amateur y lejos está de convertirse en profesional. En el club Comunicaciones, un torneo que muestra cómo se vive el juego de la pelota ovalada en el Río de la Plata.
De mañana se levantan. Quizás cansados, seguramente sin ganas. Algunos pensarán que es una locura, que un sábado a las diez de la mañana es el momento menos indicado para entrenar fútbol americano. Sí, americano. El que se ve por las cadenas mundiales de televisión. El de cascos, hombreras, calzas y protectores varios. El que se juega profesionalmente en EEUU y el que, también, con mucho huevo, amateurismo y pasión se juega en Argentina. Ellos existen y se levantan enérgicos y apasionados a jugar su deporte todas las mañanas de sábado en el club Comunicaciones del barrio porteño de Villa del Parque.
El día está fresco, invita a quedarse durmiendo. Por eso, asombra y desconcierta verlos a lo lejos. Se acercan, como un grupo, al centro de la cancha. Tienen las espaldas anchas, las remeras estiradas por las enormes hombreras que van dando forma al entrenamiento. Los cascos dejan entrever las miradas motivadas por empezar con los ejercicios. Son pibes de 15 a 20 años. Pibes engrandecidos. Se ven enormes, no solo por el armatoste del equipamiento, se ven grandes por la fuerza, por la voluntad. Se escuchan muchos gritos. De aliento, de esfuerzo, de dolor y, por supuesto, de alegría. “¡Dale, arriba, arriba!”  Revienta en motivación el entrenador  de juveniles,  Nicolás Saettone, quien explica lo que sienten cuando juegan y asume la difícil tarea de poner en palabras lo que les pasa adentro de la cancha: “Jugar y estar adentro de la cancha es una sensación hermosa. Uno deja todo para defender al que tiene al lado. La hermandad está muy presente y cuando entrás a la cancha hacés lo mejor por vos y por tu compañero. La pasión de ayudar y defender al otro es insuperable. Apenas descubrí este deporte me lesioné y no pude jugar durante un año. En ese momento me di cuenta que este era mi lugar, por las ganas que tenía de seguir jugando a pesar de la lesión. Cuando no pude participar durante un año  y sufrí las ganas irresistibles de volver a ponerme un casco ahí me di cuenta que esto era lo mío. En ese tiempo me ofrecí para colabora como entrenador y desde allí que soy parte de la liga, ayudando ad honorem con el entrenamiento de los chicos. Mucho tiempo de mi vida pasa por este deporte, entrenándome o entrenando a los demás. Desde que empecé a jugar se metió en mi vida y ocupa un gran espacio. Estaría bueno que los chicos que tengan dudas vengan y prueben. Se van a divertir y conocer un deporte hermoso. De afuera quizás no llama mucho la atención pero cuando lo jugás es lo más lindo que hay.  El que viene acá es porque tiene una pasión que lucha contra todo. Muchos chicos  hacen esfuerzos gigantescos. No importan las distancias, ni los horarios, dejan todo por este sentimiento. Siempre y cuando no se deje de lado las cosas primordiales como la educación y la familia, cuestión que desde la liga siempre se estimula. La mayoría de los chicos que llegan vienen del rugby. Y otra gran parte no viene por desconocimiento, no saben que existe. Cuando se enteran vienen, prueban y en general les gusta. Otro tema es la preocupación de los padres por ser un deporte riesgoso, pero cuando ven al hijo en un partido se dan cuenta que no es así”.
El sol mañanero avanza, se pone duro. El calor pega fuerte sobre los cascos, pero mucho más fuertes son los choques. En dos filas se forman y salen, alternadamente, uno por uno, a chocar con compañeros. El impacto es fortísimo, se oye desde 50 metros. Las hombreras truenan y el sonido se vuelve familiar. Algunos caen, se levantan y siguen chocando. Otros, más grandotes, se mantienen de pie yendo al cruce como tractores de carne. Esa fuerza es tan intensa como la que pone la institución que cobija el deporte en nuestro país. La Football American Argentina (FAA) organiza, sin fines de lucro, los torneos y los entrenamientos. Su jefe de prensa, Hugo Ferreyra, explica el como y el porque de la FAA: “La liga se estableció en el 2004. El grupo madre que la creo jugaba al Flay Football, que es lo que una tocata al rugby, sin contacto. Éramos unas 10 personas que empezamos a entrenar y de a poco fuimos comprando los equipos. Fue una inversión grande que dio lugar a que se empiece a competir. La FAA es una entidad sin fines de lucro donde los equipos se inscriben a la liga. Cada jugador paga una cuota mensual muy accesible que permite que este deporte sea para quien quiera jugarlo. La liga te provee de equipamiento, entrenamientos, asesoramiento y todo lo necesario para disfrutar la actividad. Hoy por hoy es la asociación de fútbol americano más representativa a nivel latino. El tema de que el deporte es de origen estadounidense causa rechazo. Pero no deja de ser un deporte como cualquier otro, la filosofía es la misma que en todos los demás: competir y superarse a uno mismo. La institución se encarga de lo deportivo, nada más. No tiene ningún mensaje político que coincida con el origen del deporte. Todos ponemos de nuestro bolsillo para que esto prospere y que el día de mañana la actividad tenga un lugar en el esquema deportivo del país. Es un proyecto a muy largo plazo. La base que se logró en estos 7 años es muy importante, hay que seguir por el mismo camino y buscar un lugar en el ámbito nacional. El deporte es para todos, no importa el físico. Bajos, altos, flacos, gordos. No tiene fronteras. La única condición es que te guste, descubrir lo lindo del deporte y el desafío que presenta. No es un deporte elitista ni mucho menos, no es caro jugarlo. La liga trata de fomentar y allanar caminos. Lo único que impone es que los que quieran jugar superen un nivel preparatorio denominado campamento de novatos. Es una cuestión de seguridad y de darle forma al jugador y que pueda disfrutar verdaderamente el deporte; para que todos estén en igualdad de condiciones. Muchos no se acercan a la actividad por desconocimiento. Tienen una idea basada en un prejuicio: es un deporte caro, estadounidense, peligroso e imperialista. Hay que remarla contra los preconceptos, hay que demostrar que el deporte no es lo que se quiere vender y que no es más peligroso que otro.”
La ovalada, color marrón oscuro, sale a la cancha. Los trabajos físicos terminan y empiezan los lanzadores y pateadores a acariciar a la reina del juego. Como en todo deporte la pelota siempre es el centro de las miradas. El juego comienza. Las yardas imaginarias se pintan con el sudor de los participantes. La pelota abre el juego y todos los deportes se asemejan. Poco importa no saber las reglas cuando la pasión del deportista es tan evidente. El juego se disfruta. Tienta, motiva y estimula. Una incesante curiosidad deja en evidencia las ganas de probar, de participar y de involucrarse en algo que a primera vista resulta ajeno, que con los prejuicios de no estimular a un deporte imperialista, se rechaza mecánicamente. Es un deporte, uno más, que jugado desde la humildad y desde la organización horizontal y amateur puede ser un espacio de resistencia como cualquier otro que pretende difundir un deporte y romper los preconceptos.
El partido termina y se acerca un luchador. Él es Santiago Pesina, de 21 años, y cuenta porque se despertó esa mañana a entrenar: “Yo entreno desde hace dos años. Me enteré por un amigo y cuando llegué me di cuenta que esta buenísimo y es muy entretenido. Definitivamente este es mi deporte  y lo voy a hacer hasta que me den los horarios y el físico. Me entretiene más que cualquier cosa. Al principio cuesta, pero cuando empezás  a jugar ya no te importa no salir un viernes, llega un momento en que el viernes a la noche pensás en el entrenamiento del sábado y no en la salida. Decir que mis amigos me bancan y no me tientan mucho (se ríe). Siempre esta el que te hace una broma porque el deporte no es muy conocido, pero es por ignorancia. Uno no puede quedarse con la mirada que tiene por lo que dicen los medios o lo que dice algún conocido, tiene que venir y probar.  Otros se copan más, preguntan y vienen. La difusión es el boca a boca más que nada. Hay que venir con ganas de aprender y probar. La manera de entender este deporte es sentirlo, es el único camino.”
La jornada terminó. La cancha quedó exhausta, poseada, ardiente. Las yardas ya no se ven, el sudor se fue con los pibes al  vestuario. Sí quedó una idea, un mensaje de minoría. Ideal que juega y que lucha contra miradas desconfiadas que no dejan ver lo atractivo del deporte que se juega con un único argumente que es un sentimiento, una pasión. Basta ver un solo entrenamiento para entender que el Fútbol Americano no sólo es americano.

Recuperar protagonismo de los trabajadores

De Claudio Tarulli, lector de NosDigital.com.ar

El movimiento obrero pasó por varias etapas a lo largo de su desarrollo, que por su extensión no podemos tratar aquí. Pero revisando algunos acontecimientos que jalonaron su rica historia, lo vemos emerger en 1983 de la noche negra de la dictadura civico-militar de 1976. Esa experiencia adquiere una enorme relevancia política dado que el movimiento obrero fue el blanco contra el que la dictadura lanzó lo más furibundo de su fuerza represiva. Y ello reconoce causalidades.

Se buscaba, y en parte se logró, acorralar a los trabajadores, disciplinarlos férreamente, mediante la represión desencadenada, y jibarizarlo mediante la destrucción del aparato industrial, cuyo objetivo se encontraba presente en el proyecto económico pergeñado por el llamado “Proceso”. Un testimonio literario concluyente, lo constituye en tal sentido, la “Carta Abierta” publicada por Rodolfo Walsh, al cumplirse un año de la puesta en acción del programa económico de Martinez de Hoz.

En materia de legislación laboral la dictadura comenzó una “obra” que luego continuó el “menemato” en los noventa: la sanción de normas jurídicas cercenadoras de derechos laborales y sociales que actuaron como herramientas de una arquitectura política, en ambos casos, perfectamente trazada. Asi en un periodo que abarcó 25 años se entregó el patrimonio nacional, se desmembró la red ferroviaria, se desguazaron empresas que durante décadas vertebraban la vida en pueblos y ciudades, se renunció a la política dejando todo en manos de corporaciones y nos convirtieron en los mejores alumnos del FMI. El desempleo y la indigencia no cesaron  de aumentar.

La actividad sindical sufrió el acecho descarnado de la dictadura. Desde prohibir o cercenar severamente la acción sindical, especialmente en términos de actuación de comisiones internas, hasta la desaparición física de miles de delegados de fábricas.

Dos aspectos fundamentales de la actividad sindical fueron prohibidas por la dictadura: las paritarias y la huelga. Lo cual implicaba mutilarla en su esencia dado que ambos aspectos constituían elementos claves del sindicalismo argentino que emergió con el peronismo en 1945.

Frente a este escenario desolador de persecuciones, muertes y cercenamientos, el movimiento obrero debió soportar la retracción salarial más grave de su historia, hasta ese momento. El signo de la distribución del ingreso viró significativamente a favor de los grupos hegemónicos locales y trasnacionales, en detrimento de los trabajadores, proceso que luego continuó severamente en los noventa.

Lo relatado hasta aquí adquiere un significado especial: la represión desatada y la política económica acompañada, iniciaron en 1976 un proyecto tendiente a profundizar y anclar definitivamente a nuestro país en la más pavorosa dependencia. Pero los militares no actuaron solos. Necesitaron de una pantalla y de complicidades necesarias. La primera fue la sociedad “occidental y cristiana” que supuestamente los cruzados venían a salvaguardar. Valores que incluían la tortura, desaparición y muerte, entre otros aspectos, como medios para preservar la mentada civilización. La segunda, se necesitaba contar con un sector político complaciente, y también con un sindicalismo domesticado.

Por eso se intervino la CGT y algunos sindicatos, quedando el espacio sindical, en general, reducido a cenizas. Desde esos escombros se pensaba erigir un nuevo sindicalismo adepto, con gremios amarillistas y genuflexos que sirvieran como oficinas de convalidación.

Aún en ese entorno de derrota hubo intentos en algunos sindicatos, por continuar la gestión gremial intentando enfrentar a los represores al mando del Estado, mediante el probado recurso del diálogo.

Resistencia o diálogo.

Ambos continentes forman parte de un mismo territorio de acción sindical definido a partir de las coordenadas que terminaron de delinear al sindicalismo argentino en 1945. Es decir, una frontera muchas veces sinuosa y gris, pero que había constituido la flor y nata del éxito sindical a partir de la construcción de una central sindical única, y de grandes gremios por rama o actividad. Los críticos más puristas, los “gremiologos” enlazaron dialoguismo con complacencia y muchas veces complicidad. No quedaba exenta por cierto esa posibilidad, como tampoco la necesidad de arrancar mínimas concesiones de sobrevivencia en momentos de crisis agudas.

Los gremios argentinos y sus dirigentes no son ni fueron ciertamente, la octava maravilla. Pero tampoco puede aceptarse la historia negra a la que son tan afines sectores que pintan la realidad con brocha gorda. En los filigramas de relatos más auténticos se observa la trama compleja de relaciones sociales y políticas que pone blanco sobre negro el seco esquematismo de la mayoría de sus detractores.

Se necesita ese protagonismo de los trabajadores para profundizar un debate complejo pero necesario. Abrir el análisis de situaciones socio económicas que han provocado que en los últimos 35 años los trabajadores no han dejado de resignar derechos sociales y laborales. Y hoy el planteo comienza a ser otro, un desafío que trae aparejado la crítica de quienes han enfocado el continente sindical como quien observa lo ajeno, lo extraño. Empezar a recuperar no sólo un modelo, que ciertamente habrá que revisar y completar o modificar según sea, sino también el protagonismo de ser trabajadores.

Sobras

De Florencia Baliña*

A la muerte le faltan dientes para desgarrar el recuerdo. Banderas descoloridas por el hambre, ojos cegados de tanto cielo, boca que muerde una vez más la humedad tibia del grito, la tersura del grito rojo atravesado en la garganta, boca que aprieta cada vez más fuerte, como amarrando con los dientes un conejo muerto o un último grano de libertad. Pies gastados de trinchera, de carta velada, de calle vacía, pies perdidos en una ciudad que mira siempre para el otro lado, pies vencidos que se entumecen con el recuerdo del frío en una semilla de viento. A la muerte le falta el casco, y el arma, y el cuerpo. Las noches en vela lamiendo heridas a la orilla de un recuerdo, tejiendo en las nubes un cuerpo desnudo y una cama blanda, las botas mojadas, la espalda hecha piedra, la almohada de barro que dibuja un abrazo, una ducha tibia, una taza de sopa. Los ojos tumbados para no ver las bombas, la mano del compañero frotándote una chispa de calor, y entonces el chiste vacío, la sonrisa de humo, las lágrimas clavadas entre los párpados rotos, la foto deshilachada que se pudre en el bolsillo, cada vez más blanca, cada vez más lejos. A la muerte siempre le faltará más muerte. La mano que tiembla y aprieta el gatillo, el cuerpo desplomado sobre un surco de escarcha, la inocencia atrofiada en el borde de un pulmón, las ganas perpetuas de llorar sangre, de llorar culpa, de llorar viento que te empuje al otro lado del mar. Y entonces los aviones, serpientes del aire, anguilas de hielo, el monumento absurdo, la mentira evidente, la angustia tímida pegada al televisor, y los barcos que se hunden, las cabezas flotando, los cuerpos hinchados de tanta agua y de tanta sed, los cuerpos robados de sus nidos de savia, los cuerpos envejecidos tan de repente, arrastrados por la ola, el fusil y la espuma germinando laureles, los cuerpos que yacen alineados y prolijos y tan brotados de ausencia. Y es que a la muerte le sobran las vidas. En sus bolsillos de musgo negro colecciona pelos, relojes, billetes. Islas enteras. A la muerte, ladrona, siempre le faltarán más guerras.

Florencia Baliña camina con las palabras con el mismo cuidado y la misma ternura que con la vida. Hace un tiempo comenzó a formar parte del grupo literario Cruzagramas, con quienes publicó cuatro piezas literarias en el libro BLA: Micros para viajar a donde quieras/2. Su mirada literaria no se detiene en lo superficial, sino que viaja por las venas de los sentimientos de la gente. Para leer y apreciar su manera de contar, todos pueden entrar al blog del que es autora http://a-la-perinola.blogspot.com/

Comunicación y medios en América Latina

En busca de conformar una herramienta para entender y analizar las implicancias y disputas en la Ley de Medios argentina, enlazamos las singularidades actuales de distintos paises de Latinoamerica y las orientaciones compartidas. Los diversos proyectos, respaldados por voces autorizadas.

El Anteproyecto de una Ley de Medios en Ecuador asegura que “adoptará medidas de política pública destinadas a mejorar las condiciones para el acceso y ejercicio de los derechos de la comunicación a colectivos humanos que se consideren, fundadamente, en situación de desigualdad real”.

Un tiempo antes, en 1999, Chávez refundó el Estado venezolano y la nueva Constitución consagraba la existencia de medios comunitarios y empujaba una estrategia estatal de la comunicación. La consecuencia: medios que se instalaban en los barrios más pobres de las ciudades y entre los pauperizados del campo.

El análisis de la reciente Ley de Medios en nuestro país queda a cargo de usted lector, pero es innegable el recorte que establece sobre las licencias y programaciones a los multimedios; también aclárese el espectro reservado a entidades sin fines de lucro, o el mínimo requerido a la producción nacional. Entre otras varias cosas.

Bastó golpear dos veces la puerta de la Vicepresidencia boliviana para estar dentro junto a Juan Carlos Pinto – militante, compañero de vida de Álvaro García Linera-, charla reflejada en la nota de la edición de marzo (http://www.nosdigital.dreamhosters.com//2011/03/es-mas-facil-hacer-una-revolucion-y-fusilar-a-los-enemigos/). Ese día despertó nuestra sensibilidad respecto a estas coincidencias, o no, que acaban de enumerarse. Pinto habló con palabras que se parecían mucho a las que veníamos escuchando en Argentina: monopolios de información, multimedios, intereses económicos, prensa dependiente. Entonces: no éramos los únicos que lo padecíamos. Entonces: no estamos solos en esa pelea. Así lo confirmó Pinto cuando habló de una próxima Ley de Medios boliviana. La idea: “que finalmente los medios sean medios y no poderes absolutos. Poder democratizar la comunicación, cesar con la impunidad de algunos periodistas que bajo la figura de la libertad de prensa esconden todo”. La actual ley que regula la configuración mediática en Bolivia data de 1928, acaso unos años menos que la sellada por la dictadura y que rigió en nuestro país hasta 2009.

El proceso venezolano se adelantó con esa nueva Constitución – conocida como Bolivariana en honor a los valores de Simón Bolívar-, y profundizó con dos sucesos que Marcos Salgado, periodista argentino de la caraquense Radio Sur y ex miembro de Telesur, recuerda de este modo: “Hubo dos momentos importantes:

  • · El golpe de Estado de 2002, del que se cumplen por estos días 9 años, donde los medios privados tradicionales tuvieron un rol destacado en el golpe, llamando a la movilización primero, instigando para que ésta se desvíe hacia zonas de la ciudad de Caracas en manos de manifestantes chavistas y mintiendo luego para hacer creer que desde el chavismo se disparaba sobre los opositores. Pero la balanza se inclinó cuando miles salieron a la calle a exigir la vuelta de Chávez. El golpe duró apenas 47 horas. Y los medios siguieron transmitiendo. Todos. Con la misma dirección y los mismos periodistas. El único medio censurado en Venezuela en aquellos días fue Canal 8, el canal estatal, cerrado por los golpistas.

  • · Otro momento fue en marzo de 2007, cuando se venció la licencia del canal RCTV (uno de los tradicionales y activo partícipe del golpismo en 2002) y el Estado -en el marco de la legalidad- decide no prorrogarla ni renovarla.

Entonces el mundo salió a hablar de lo malo que era Chávez. Pero la noticia era otra: el debate sobre la comunicación estaba en el tapete.”

En Ecuador también se revolvieron cosas. Desde la embajada en el país se negaron a hablar sobre el proyecto de ley que regula los medios, pero enviaron gentilmente su Anteproyecto vía mail. Compartimos algunos de sus puntos clave sobre los frenos que se imponen a las entidades privadas y con fines comerciales:

  • Art. 13.- Derecho a la libertad de emprendimiento.- Todas las personas tienen derecho a formar libremente y en igualdad de oportunidades  empresas, organizaciones o entidades para dedicarse a actividades de comunicación con fines lícitos, salvo las entidades o grupos financieros, sus representantes legales, miembros de su directorio y accionistas, quienes, por mandato constitucional, tienen prohibido la participación en el control del capital, la inversión o el patrimonio de los medios de comunicación social.

  • Art. 28.- Derecho a usar los medios de comunicación públicos.- Los medios de comunicación públicos audiovisuales destinarán gratuitamente al menos el 20 por ciento del espacio de su programación a la producción de programas a cargo de las organizaciones de la sociedad civil que así lo soliciten, siempre que éstas se hallen debidamente acreditadas ante las instituciones estatales competentes.
    La distribución de este espacio de programación se realizará en función de la demanda de las organizaciones solicitantes. Estos espacios serán utilizados con total independencia y libertad para tratar los temas de interés general en los que trabajan estas organizaciones. Está prohibido el uso de este espacio para autopromover su gestión institucional.

Los medios de comunicación públicos pondrán a disposición de las organizaciones de la sociedad civil su infraestructura, tecnología y personal para la producción de estos espacios ciudadanos.

Las voces que atacan este proyecto hablan de que el control mediático pasa a estar supeditado casi en su totalidad por el poder Ejecutivo. En efecto, el artículo 48 establece que el nombramiento del Superintendente del órgano regulador “será desginado/a por el Consejo de Participación Ciudada y Control Social de entre una terna propuesta por el Presidente de la República”. La polémica se emparenta con el artículo de la Ley de Medios argentina que establece la designación del interventor del COMFER a dedo por el presidente. Se diferencia, en cambio, el nombramiento compartido (gobierno y oposición) de los directores de Radio y Televisión Argentina, el ente que administra los medios estatales.

Lo cierto es que, a pesar de todas estas medidas, los medios hegemónicos siguen siendo los mismos. En el caso boliviano, aún virgen de leyes e intervenciones que regulen esos superpoderes, “los medios siempre han estado vinculados a la política y a empresas, no son independientes. Han sido descaradamente parte de una opción política neoliberal. Y han sido favorecidos por los sucesivos gobiernos en ese sentido. Por eso son pocos grupos con ramificaciones”, dice Pinto.

Imaginemos que todo esto se lleve al extremo, y estamos en Venezuela. Es el caso donde el gobierno más ha intervenido sobre los medios, y viceversa (recordemos el intento de golpe de Estado). La hegemonía comunicacional se mantiene naturalmente en manos privadas. Tienen la mayor cantidad de canales, radios y diarios. Y los de mayor audiencia. Pinto, desde Bolivia, refiere una anécdota: “Todos se quejan de la falta de libertad de expresión. Un taxista, el otro día, me dice que ya no se puede vivir, no hay libertad de expresión. Y está repitiendo lo que escucha y ve. ¿Quién te priva, a vos, taxista, de que grites y hables lo que quieras?”. El ejemplo también sirve para entender la polarización en el país venezolano. Allí nadie atiende las opiniones de taxistas, acaso porque los problemas son mayores: “Yo jamás en mis más de 20 años de periodista he visto o he conocido un país en donde los medios operen como en Venezuela: plena libertad, incluso, para atacar al presidente y más, para conspirar contra el gobierno democrático. Y ahí están, funcionando”, relata Salgado. Así se entiende el polémico sistema de penas para los delitos de calumnias e injurias, que en Argentina están despenalizados. Se abre entonces el debate sobre los límites de esa libre expresión. ¿La democracia no es un límite? Para el Anteproyecto de Ley de Medios ecuatoriano sí:

  • · Derecho a la libertad de expresión, con límites a:

-presentar información falsa como si fuera verdadera

-formular juicios de culpabilidad sobre hechos o conductas respecto de las cuales no se ha pronunciado la administración de justicia

-hacer afirmaciones injuriosas o infundadas que afecten o lesionen derechos o la honra

-realizar invocaciones o incitaciones al uso de la violencia, a la comisión de delitos establecidos como tales en el ordenamiento jurídico, a la discriminación, persecución o explotación de un determinado grupo humano u organización de cualquier índole, o a la confrontación armada interna y a la guerra.

En efecto, las estrategias estatales sobre la comunicación lejos están de perfectuarse. Tiene esto que ver, por un lado, con una tecnología siempre dinámica que obliga a revisar medidas de alcances y accesos, y por otro con un enemigo que siempre encuentra la grieta. Las críticas hacia adentro en Bolivia se dan porque los canales estatales abusan de publicidad “y es una boba”, dirá Pinto. Y pone el caso de Telesur como ejemplo mediático de reflexión política a nivel continental. Marcos Salgado, que allí trabajó largos años, interpreta el guiño: “Creo que se menciona a Telesur en el sentido que no es un canal de `propaganda`. Realmente no lo es, pero eso no quita que le falte una definición más acabada de una estrategia comunicacional propia. Como decía antes, de cualquier forma, Telesur tiene absoluta vigencia y hasta podría ser una suerte de laboratorio de prueba para nuevas estrategias de abordaje de una agenda propia”. La cuestión planteada sería cómo mantener un nivel de reflexión democrático al alcance de todos en todo el continente. Todavía, dice Pinto, Bolivia se nutre demasiado de los medios venezolanos y argentinos “y eso tiene que ver con que no hay aquí clase media con cable como en Argentina”. En Venezuela el acceso a cable es sin duda mayor al de Bolivia, pero no tan importante como el argentino. El Anteproyecto ecuatoriano impulsa esta universalización:

  • Art. 122.- Universalización progresiva.- Es responsabilidad de las instituciones del Estado, de sus concesionarios y delegatarios en el sector de las telecomunicaciones garantizar progresivamente el acceso universal de todas las ciudadanas y los ciudadanos, sin discriminación alguna, a los servicios básicos de telecomunicaciones.

  • Art. 22.- Derecho al acceso universal a las tecnologías de la información y comunicación.- Todas las personas tienen derecho a acceder, capacitarse y usar en su propio beneficio y en el de sus familias y comunidades las tecnologías de información y comunicación para potenciar el disfrute de sus derechos y oportunidades de desarrollo.
  • Art. 24.- Derecho al acceso igualitario a frecuencias y bandas.- Todas las personas en forma individual y colectiva tienen derecho a acceder, en igualdad de condiciones, al uso de las frecuencias y señales del espectro radioeléctrico para el funcionamiento de estaciones de radio y televisión y para el aprovechamiento las bandas libres, en los términos que señala esta Ley.

Moldear una estrategia que esté a la altura de la batalla política e ideológica sigue siendo la asignatura pendiente, aún en los casos donde los procesos están más maduros: Venezuela y Argentina. Recién ahora, por ejemplo, en nuestro país se está tejiendo una grilla televisiva que contemple los deportes, canales de niños, música. Los debates sobre las ideas siguen flaqueando acaso en lo mismo que en Venezuela, según señala Salgado, experiencia de la cual debemos aprender algo: “Hubo y hay intentos de armar una estrategia, y se van encontrando espacios para el debate. Pero la síntesis no llega al ritmo que se debería. Enfrente tenemos una maquinaria aceitada por años que trabaja sin un segundo de descanso para destruir a Chávez y lo que él representa en Venezuela y en América Latina. Si revisamos los resultados de las últimas elecciones (regionales y municipales y para la Asamblea Nacional) veremos que el lugar donde más se complica para el oficialismo son los grandes núcleos urbanos. Eso en mi opinión se explica en parte porque son los lugares donde se necesita convencer a través de los medios de comunicación. Los medios del Estado no han logrado hasta ahora dejar de ser reactivos a la derecha. No logramos componer una agenda propia y pasamos demasiado tiempo contestando los ataques de la oposición”.

Girón de la Historia en Cuba

A 50 años del triunfo cubano sobre la contrarrevolución militar estadounidense, hay reivindicaciones que no se callan. Pisamos Playa Girón en la previa de los festejos, mientras aún hoy esa misma contrarrevolución no deja de tener la forma de bloqueo insensato.

Enviado especial a Girón.

“Castro es tan increíblemente ingenuo con respecto al comunismo o está bajo su disciplina. No debe considerarse, ilusoriamente, como un rebelde furibundo al estilo de Bolívar, por lo cual hay que obrar en consecuencia”

Extracto de una carta de Richard Nixon, vicepresidente,  a Dwight Eisenhower, presidente, luego de una entrevista con Fidel Castro en 1959, en Nueva York.

Dos años antes de que Estados Unidos intentara invadir Playa Girón.

Un cartel gigante marca desde la entrada y deja en una frase todo lo que representa este pueblo: “Hasta aquí llegaron los mercenarios”.

Girón envuelve desde los tobillos. Aprieta las texturas de la cabeza hasta generar una presión que, quizás sin un trago de ron, podría volverse insoportable. No tiene que ver con el clima. Ni con las miradas siempre sonrientes y gentiles de los cubanos. El peso tremendo se abre en un camino particular que desemboca en el pueblo: una ruta fina que en sus costados tiene algo menos de cien sepulturas alineadas que recuerdan con nombre y apellido a los caídos en Playa Girón, durante la última invasión estadounidense a Cuba, el 16 de abril de 1961, 50 años atrás.

Girón se expande desde una costa hermosa, con aguas superiores a lo bonito y verdes inacabables, hasta el olor todavía palpable de la muerte. Aparece como un pueblo con vida cotidiana, de esos donde los viejos se sientan en la puerta de las casas para enfrentarse en duras partidas de dominó, y termina en un lugar de esos que impone silencio, donde la Revolución Cubana sigue hasta hoy reconstruyendo memoria y señalando con el dedo bien alto que el enemigo es el mismo que aquella tarde de 1961 invadió las playas verdes, azules y rojas de este pueblo costero.

Girón dispone toda su naturaleza caribeña en la primera de las trincheras. Porque la violencia del agua turquesa de esta playa se le escapa al rol cotidiano que le disponen en esa zona los hoteles all-inclusive e intenta lo imposible: golpear todos los días con su fuerza arrolladora a las manchas de sangre que no están a la vista de los que miran sólo en la superficie, pero caben en las pupilas de los que miran con historia. No es borrarlas. No es eso costumbre del pueblo cubano. “Esto no es un museo histórico, es un museo del presente”, aclara, de hecho, la responsable de un exposición que nace al borde de la orilla de ese mar imprudente, intentando explicar todo eso que se junta en esa playa, en la que desde el 16 hasta el 19 del mismo mes, en 1961, las bases militares norteamericanas intentaron recuperar el único de los territorios de Centroamérica que se había declarado tan autónomo de Estados Unidos como de las desigualdades sociales y del analfabetismo. Con un cartel que anuncia a Girón como la primera de las batallas del socialismo, el museo junta en su interior paso por paso las decisiones militares que Fidel fue tomando para ganar la guerra.

Así lo ve y así lo cuenta Celia, una mujer con una sonrisa inapelable y un cabello gastado, que cuenta, sentada sobre una reposera que la detiene en la tarea única de mirar a la gente que pasa, su historia como si eso fuera una más entre tanto relato. “Girón representó algo único en mi vida. Yo era jovencita, había terminado recién el secundario y quería formar parte de las brigadas Conrado Benítez para alfabetizar a todo el pueblo cubano. Mis papás, en principio, no me dejaban, pero cuando sucedió lo de la invasión, todos comprendimos que a la Revolución había que defenderla o defenderla, así que me enlisté para educar al pueblo”.

De lado a lado Girón es imponente.

Es el lugar donde hace 50 años, 750 mercenarios, 135 ex militares, 65 delincuentes y 3 torturadores reconocidos invadieron Playa Larga, Girón, destruyendo 370,628 hectáreas, 9,666 casas y 70 industrias con el objetivo de terminar con la Revolución que había comenzado en Cuba el 1 de enero de 1959. Es, aún así, una batalla que Estados Unidos perdió no sólo militarmente. Sino también en el campo de la ideología. Porque, en el marco de la guerra, Fidel Castro, desde un escenario que quedaría inmortalizado con la fotografía de Alberto Korda al Che Guevara (esa que hoy danza en remeras y objetos de todo tipo), afiló su brillante paladar para las palabras, declaró al Estado cubano como un Estado socialista y aclaró: “Eso es lo que no pueden perdonarnos: que estemos ahí y que hayamos hecho una Revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos”.

Girón se guarda en lo profundo de los ojos. La memoria. Fidel Castro. Ernesto Guevara. Camilo Cienfuegos. El asco a la mentira organizada. El anhelo apabullante de contar otra historia que la contada. La frescura de los Pioneros, asociación de niños cubanos, que miran con los ojos abiertos día tras día. El millón de personas que desfila por la Plaza de la Revolución recordando este día como uno más entre tantas victorias. El romance del sol y el agua.

Y caminan por una sola razón: la convicción profunda de que las batallas de las ideas y de la memoria son una forma de pisar tanta mierda desparramada por tanto imperio que 50 años después, todavía, sigue siendo desafiante.

Pero no imparable.

La eterna juventud, constante espontaneidad

Tute no quiere alejarse de la infancia. Con su inquietud como bastión y el arte como herramienta, pinta desde el dibujo, el cine, la literatura y la música la esencia de la niñez: la inexistencia de prejuicios ni miedos a pensar, a dudar, a imaginar.

Juan Matías Loiseau, Tute, dibuja y se aferra a la niñez: “Cuando pude levantar un lápiz, ya empecé a dibujar”, allá lejos en el tiempo y en el espacio: hace más de 30 años y en José Mármol. En su tira diaria pinta a un chico, Batu, lleno de imaginación, que, con un segundo como única herramienta, crea un universo, piensa, duda y camina el día a día en la eternidad de su juventud y en la constante espontaneidad. Pero también incursionó en el cine, con dos cortos, en la poesía y en la creación de letras para tango.

A las seis de la tarde de todos los días tiene que entregar la tira para La Nación. Desde su casa, a la noche, después de haber visto jugar a su hija, Dorotea, todo el día, cavila. A las 4 o 5 de la madrugada se acuesta, y cuando se despierta concreta lo pensado. “Lo que pasa es que soy noctámbulo porque con la luna tenés una tranquilidad que no tenés con el sol: no te suena el teléfono… tenés permanente suspenso”. Si tiene varios trabajos entregados por adelantado, aprovecha para hacer canciones o alguna de sus artes paralelas. “Hay una ventaja de trabajar al día: dejás en el aire algo de actualidad, aunque no sea ostensiblemente, ni con obviedad”.

-¿Cuáles eran tus curiosidades de chico?

-Siempre fui muy inquieto. Desde pibe me fue dejando en distintos lugares esa inquietud.

Y marca el terreno: “eso me hizo lanzarme a escribir tango, poesías, a hacer cine. “Un día hablando con mi hermano, que tiene una banda de punk, le pedí una música para ponerle letra. Tardé tanto que se la terminó poniendo él. Pero siempre probé cosas nuevas. Finalmente, los tangos que escribí se convirtieron en un disco que saqué con Hernán Lucero: Tangos Nuevos. Es un proyecto multimedio: once canciones entre tangos y valses, una presentación de la música con una producción de dibujos. El título es la expresión de lo que hay ahí adentro: tangos nuevos en Tangos Nuevos. No hay ningún clásico. Son todas composiciones nuevas de Hernán y mis letras”.

En 1998 sacó un libro de poesías y diez años después escribió sus primeros tangos. “Consumí música desde chiquito, primero por mi viejo, que una vez separado se vino de Mármol a San Telmo para estar cerca del tango, y después por elección propia. En ese momento empecé a recorrer las tanguerías -yo tenía 18 años y no estaba de moda todavía para los jóvenes-. Entraba, me sentaba entre los viejos, me tomaba un vino y escuchaba”.

Cine

“Es algo que me encanta. Un día dije ‘tengo una idea, pero no es para dibujar. Me gustaría filmarla’. Entonces me metí a estudiar algo de cine. Antes de terminar el año, por la ansiedad, ya tenía un equipo formado para filmar esa idea”.

El primer corto “El ángel de Dorotea”, trata la historia de un pibe de pueblo que vivía en una familia difícil, con poca comunicación, con vínculos violentos. Su sueño era abandonar la casa, pero con la abuela, porque tenían una muy buena relación. Para eso, el chico lo planea, junta guita y lo cumple.

-Tus caricaturas apuntan a una idea concreta, simple y atemporal. ¿Puede ser que con el cine trates de reflejar algo diferente?

-En realidad creo que todo lo que se me ocurre gira en torno de lo mismo, que es lo que me pasa y son mis inquietudes. Lo puedo hacer mejor o peor según el soporte y las herramientas, pero siempre tienen que ver con las mismas cosas. En general son atemporales, no tienen un tiempo preciso. Eso me gusta, la he visto por años en Quino y me vi reflejado. De hecho, en el primer espectáculo de Tango que participamos se llamó “Atemporal”. Entonces, tanto los tangos como las películas o las historietas tienen un sesgo de atemporalidad. Lo que yo hago se puede entender mucho tiempo después, no envejece.

-En la tira diaria, los grandes ni aparecen.

-La idea es mostrar la mirada infantil, reflejar los posibles pensamientos de los pibes y que sean verosímiles. Trato de no meter palabras de un adulto en boca de un chico. Quiero rastrear ese mundo sensorial y espontáneo que tienen los pibes, incluyendo sus dudas, porque todos las tuvimos. Muchas veces son dudas muy parecidas a las que tenemos los grandes, solo que uno no se las permite: hacia dónde vamos, de qué depende el destino. Son cosas que me hacen divertir más por el propio camino que por el fin. La vida está ahí, en esa búsqueda con respuestas provisorias.

“Uno se endurece cuando es adulto y se olvida de la capacidad de juego: con dos o tres elementos pueden armarse toda una gran fantasía, con una caja imaginan un submarino, con dos sillas y una tela hacen una casa”.

­-¿Cómo es el paso a paso en el dibujo?

-En un principio hacía los bocetos, después pasaba a un papel en lápiz, después en tinta y finalmente coloreaba. Hace ya muchos años me di cuenta que me gustaba más el bosquejos que el trabajo final, así que empecé a publicar lo que en teoría era solo un paso inicial. Tiene que ver con que me cuesta más explicar lo que pienso que hacerlo. En el dibujo, lo que resolvía sin pensar en el boceto, cuando lo pasaba al original, perdía la frescura, el impacto, la fuerza.

-¿Cambia algo en el destino de los personajes de tus tiras la comunicación con sus lectores a través de Internet?

-El Facebook, que es lo que más uso, es como un termómetro inmediato de lo que pasa con la tira. No sé si modifica su curso, pero sí le doy bola. Consciente o inconscientemente lo que la gente vuelca está. Si un personaje entusiasma, me entusiasma a mí también.

-Cuando empezás una historia, ¿sabés para dónde la pensás llevar?

-No. Rara vez tengo la serie completa en el boceto. Por lo general, la voy construyendo día a día. En un momento, por ejemplo, se volvió abstracta: hay triángulos, círculos, colores. Quise publicar una tira completamente en blanco, pero no me acompañaron en la idea de publicar eso. Todo eso tiene que ver con mis propias búsquedas interiores. A veces lo que busco es cagarme de risa.

-Una nota en Noticias estuvo titulada “No me interesa el humor político”, pero decías también que sí buscabas que querías reflejar la coyuntura socio-política. ¿Eso también es una búsqueda?

-No es que no me interese leerlo. No me interesa hacerlo. Disfruto del humor en general. Creo, de todos modos, que toda tira es política. Por más que no hable de la actualidad de los políticos de turno, siempre hay una postura en cuanto a los valores que asocio con la política. La presencia del barrio, de los vínculos con el otro, del pensamiento propio, de la duda como un ejercicio permanente de pensamiento es política.

Mutua admiración

“Leonardo Favio”, escucha de voz del entrevistador. Le brillan los ojos y sonríe: “Lo conozco y entablé una amistad con él. Tuve esa enorme fortuna que me llena de orgullo. Cuando hice mi primer libro, en el 2007, se lo mandé. Al día siguiente lo vi en la tele prestándoselo a Daniel Filmus, que estaba candidateado por la Ciudad. Un día después me llamó, me invitó a su casa, me regaló sus películas, yo le di de nuevo mi libro porque el anterior lo tenía Filmus”.

Después de que se apagó el grabador, Tute hizo las fotos, volvió a su silla y siguió hablando de Favio: “Cuando vio mi primer corto se quedó asombrado, me hacía preguntas sobre la realización, sobre tal toma, sobre el ruido de los grillos… Yo no lo podía creer, pensaba que me estaba cargando, pero él es así y se fija en todos los detalles”.

La zurda de Peter Pan

Por El Negro Máximo, especial para NosDigital*
En Nunca Jamás, ahí donde las utopías son vida. Hay indios, hay hadas, piratas y sirenas. Hay un niño, y una pelota. Dicen, quienes lo ven, que no se puede despegar de ella porque es parte de un amor que va en el aire, capaz de volar cada vez que la toca. El, la pelota y su flautín, en busca de eludir responsabilidades de la madurez –aunque la edad natural no siempre responde al tópico- por miedo a dejar de ser. Juega, con la misma emoción de un chico a punto de tomar un helado. Dando pequeños saltitos, un rodeo efímero y con encanto, propio de esa imaginación donde todo es posible.
En Nunca Jamás, ahí donde un grupo de niños perdidos arman un equipo de fútbol con esa pelota. La única, la que siempre tiene el nene bajo el brazo y lleva con el pie cuando sale con la bolsa de los mandados y unas piedritas en el bolsillo. La patea, contra el cordón, porque siempre vuelve a su zurda. La cuida, porque es oro en un mundo sin copia del juguete más hermoso. La cuida de quienes le pegan para arriba por miedo a que nunca regrese, la cuida de los que la pasan con desprecio, de los que no la usan como elemento indispensable para el juego, la cuida de los que entienden que son 11 tipos detrás de una redonda y escapan, espantados, a la teoría del se juega como se vive.
En Nunca Jamás, ahí donde un capitán Garfio –como en todos los otros mundos- desea, en vano, que el nene de la pelota y el grupo de niños perdidos algún buen día dejen de volar, de soñar, de despertar emociones inagotables. Desea, en definitiva, que les crezca la barba, la panza, que se queden pelados, que todo esto sea apenas un lindo registro histórico para los que todavía guardan espacios para el romanticismo. Intenta y desea. Dice, en su ideología de origen, que nunca importa el cómo y que la resultante –como mirada inquebrantable- es lo único que vale. Entonces, va por la pelota, por ese objeto tan sencillo capaz de la integración de razas y colores. Va, con la estrategia de pizarrón y un concepto claro: sin el balón, el mundo no gira. Sin el balón, los niños dejarán de sentirse como tal.
En Nunca Jamás, ahí donde el valor de una pelota hace que el nene y el grupo de niños perdidos nunca la pierdan porque nadie se la puede quitar. No hace falta el tic tac del cocodrilo que le comió la mano a Garfio, toque corto y corazón para alejar cualquier intención de piratas. Porque la tenencia es un único plan para seguir viviendo aventuras fantásticas en partidos fantásticos. En un equipo que, en otro mundo también posible, llaman Barcelona.
* El Negro Máximo no es un personaje ficticio, aunque algunos lo consideren un loco. El Negro es un amigo y es un hombre de las palabras más cercano a la realidad que nadie. Dice ser periodista, aunque se puede decir que, también, es escritor. Trabaja en el diario Clarín, en la sección deportes, es docente en la escuela DeporTea y escribió, en conjunto con Facundo Sava, el libro «Los colores del fútbol». Desde que NosDigital comenzó a existir, el Negro siempre fue un fiel colaborador de ideas. Todo su talento puede verse en su brillante blog, elpeloensopa.blogspot.com, en una charla con él y en una cantidad de proyectos que se vienen.