Archivo por meses: marzo 2011

“El kirchnerismo soy yo, no Aníbal”

Luis D´Elía, “piquetero K”, según los cables filtrados estadounidenses, se muestra fiel a Cristina, aunque se diferencia de algunos de sus ministros. Dice que está vedado tanto por Clarín como por Diego Gvirtz y Sergio Szpolski, a quienes acusa de ser “sionistas de derecha”. Khadafi, “un gatito del imperio”.

D´Elía es docente y asegura haber alfabetizado a 20 mil personas, es dirigente de Federación de Trabajadores por la Tierra, la Vivienda y el Hábitat y de la Central de Movimientos Populares (CMP), en cuya sede no hay pared sin una imagen de Néstor Kirchner, ni persona que no lo salude con una sonrisa. Pero de su parte no todas son sonrisas para el kirchnerismo, o al menos, para los kirchneristas. Supo declarar: «No quiero a un neoliberal conservador en 2015 sentado en el sillón de Rivadavia», en referencia a Daniel Scioli. Visitó Villa Soldatti junto a Carlos Tomada en plena campaña preelectoral por la Ciudad de Buenos Aires, pidió la intervención de Formosa después del asesinato del cacique Qom; cree que Jorge Capitanich, Juan Manuel Abal Medina o Martín Sabbatella podrían ser acompañantes de Cristina en la fórmula presidencial.

Los odia, odia a la oligarquía argentina. Pisa Recoleta y sabe que está en territorio enemigo… Y se ríe de eso. Levanta el teléfono y jode: “esa frase es mía. Yo los odio”. Mientras llega a la Plaza de Mayo para “recuperarla”, porque “la plaza es nuestra”, le pega un “cachetazo” según él, “piña” según Todo Noticias, a un manifestante “del campo” que lo “insultó durante una cuadra” y que, más tarde, denunció mediáticamente ser el “vocero del Coronel Valentino”, criminal de lesa humanidad.

Adora su cartel de la CMP en el que se contrasta a los manifestantes del cuadro más famoso de Antonio Berni, “Nosotros”, contra “Ellos”, Magnetto, Biolcatti y Pando.

Odia a la “derecha israelí gobernante, a Netanyahu y Lieberman, no a la comunidad judía”. “Yo para las víctimas de la AMIA quiero justicia, memoria y verdad. Quiero que los que pusieron la bomba en la embajada de Israel y ahí, se pudran en la cárcel. Ahora… no quiero que sean Shannon y Gonzalez o el Departamento de Estado norteamericano los que me diga quién es el culpable”, esto último declarado en Canal Metro.

Después de una entrevista “a los sablazos” con un periodista de Clarín que está preparando un documental para la televisión israelí, se alegra: “Con Irán estamos más cerca por el reconocimiento del Estado de Palestina y, además, por las revelaciones de wikileaks que no pasan inadvertidas. Ahí se reconoce que las imputaciones a Irán son falsas. ¿Qué pasa si alguien la presenta en el expediente judicial? Qué lío, ¿no?”.

A su vez, asegura estar prohibido en los medios del Grupo Clarín, pero también por los de Diego Gvirtz y Sergio Szpolski “porque son dos sionistas de derecha”.

-Entonces, ¿cómo hace para informarse?

Leo todos los diarios y le presto especial atención a La Nación y Clarín, porque a veces ellos tienen mejor información que nosotros. A veces no les creo. Otras veces corroboro la información por otras fuentes.

-En la interna de los ministros nacionales, se posiciona del lado de Julio De Vido y no junto a “el jefe político”. En noviembre pasado decía que Aníbal Fernández y otros ministros estaban intentando limar a la Presidenta.

Y por eso Cristina le peló la cebolla: le sacó el fútbol, la policía, medioambiente. Iba a anunciar más cambios, pero Clarín sacó la tapa que sacó… (“Cristina apuraría otros cambios más profundos en el Gabinete. Aníbal Fernández dejaría la Jefatura de Gabinete a Carlos Tomada, actual ministro de Trabajo. Julio Alak se alejaría de Justicia y sería reemplazado por el santacruceño Nicolás Fernández. Y se crearía un nuevo Ministerio de Comunicación”[i]) El kirchnerismo soy yo, no Aníbal. Él es el PJ.

-En el plano internacional, ¿quiénes piensa que tienen que ser nuestros principales aliados?

Toda Latinoamérica y algunos países árabes como Irán. No las monarquías eternas. También los países del BRIC, Brasil, Rusia, Inda y China.

-¿Qué opinión tiene sobre Khadafi?

Empezó siendo un revolucionario que escribió el libro verde para promover el protagonismo popular. Pero en el 79 empezó a girar cuando invitó a Sader a Trípoli, lo secuestró y lo mató. Hoy es un gatito del imperio que negocia con Berlusconi, con Tony Blair, con Sarkozy y con Mubarak. Lo que no quiero es que intervengan la OTAN ni los Estados Unidos.

-¿Y Chávez?

Es lo más grande que hay, pero no comparto el apoyo a Kadafi.

-¿Qué haría con las FARC?

Kirchner entendió bien el problema de las FARC. Para solucionar el conflicto hay que hacer que entreguen a los rehenes y las armas, negociando, y se vayan a Ecuador y Venezuela, en principio. Después a Bolivia, Argentina y Brasil hasta que puedan volver a Colombia sin que los maten como pasó con el Ejército de Liberación Nacional. Ellos saben que hoy la lucha es política, que la guerrilla es inviable por el avance tecnológico.

¿Qué rol tiene que tener ahora la Policía Federal en el problema de las tomas de viviendas?

En las tomas de Bajo Flores tiene que actuar la Policía Metropolitana porque hace dos años se pasaron los casos de usurpación de propiedades privadas a la Ciudad.

-¿Por qué hay tantos candidatos kirchneristas en Capital?

Surgieron tres candidatos oficialistas para Capital por lo que decía Néstor, “que florezcan mil flores”. Yo creo que se van a terminar uniendo en una lista y que esto va a beneficiar a Cristina.

-¿Cuál cree que fue la mejor presidencia argentina?

La de Perón, la primera, y la de Kirchner. A Cristina no la nombré solo porque todavía no terminó. Ella es todavía más capaz que él. Néstor mismo lo decía: “cuando yo me sacaba 4 en la facultad, ella se sacaba 10”.

-¿Qué falencias le ve al kirchnerismo?

Yo le critico la forma en que manejó lo de los Qom, la relación con Irán, aunque estemos más cerca… Como todo lo relacionado con lo humano, tiene contradicciones. Hasta el Che cada tanto tenía que fusilar a alguno. Yo fui a Formosa, dije que no a Insfrán, que le den la colectora al sacerdote Francisco Nazar, hice una marcha por Félix Díaz. Tiene que lograr otro frente amplio como buscaba Kirchner.


[i] Clarín, 11 de enero de 2011

¿Y por qué finde largo?

Por la redacción de Nos

Te vas a levantar tempranito porque venís de la vorágine de la semana madrugando y el día anterior, como llegaste muerto del laburo, te desmayaste. Así que sí: apareciste en la cocina en bata con los ojos hinchados, a las 10 de la mañana. Dormiste como un bebé sabiendo que en todo el día no vas a hacer nada. Qué sonrisita se te ve. Y además, finde largo. Gracias presidenta y demases comentarios que nunca son en serio pero que en realidad agradecés. Y sí, la verdad: jueves, viernes, sábado y domingo. ¿Qué vas a hacer? ¿Visitar a la familia en el Interior? ¿Irte los cuatro días a la casa en Pilar? No, no, ya sabés: una escapadita a Punta del Este.

Mientras cargas los bolsos al auto antes de salir para tomarte el barco uno de tus pibes (el que va al primario, quién más) te pregunta: “Che pá, ¿por qué no vamos a clases?”. Y vos, con la mejor cara de me-importa-más-subir-las-valijas le contestás “Es el día de la Memoria, la Verdad y la Justicia”. Él te va a decir, acostumbrado a fiestas de carácter univaloral: “¿Por qué las tres el mismo día?”. Y vas a pensar y te vas a acordar seguro del 24 de marzo, de ése 24 de marzo en el que perdías compañeros, que te los iban chupando y vos con las manos vacías ibas a gritar a oídos arrogantemente sordos. Y lloraste porque veías como un sueño se volvía la peor pesadilla que desbordaba de sangre por cualquier pozo y centro clandestino que se la mirara.

No pudiste dormir pensando en los gritos de tus compañeras mientras se las violaban o por tus compañeros con una picana en los huevos ni por sus hijos que los milicos empalaban para sacar información. Que época jodida viejo y que mal que estábamos. Y ¿te acordás ese primer 24 de marzo en democracia cuando la Memoria era contra el olvido de lo que fue esa pesadilla, la Verdad era para saber dónde estaban los compañeros y la Justicia era para pedir castigo a los culpables? Que distinto que es ahora. Como te cambia tener una familia, un trabajo estable, una democracia cimentada. Ya hace tiempo que se te suavizaron las manos de no cargar una bandera y no te agarran calambres marchando hacía una utopía. Porque son utopías ¿qué más? Cuando uno es joven, viste.

Y mientras seguías socavando en tus recuerdos tu hijo te trae devuelta a tu estado actual, devuelta a tu estado de bienestar, a tu zoncera, y te dice desde dentro del auto: “Papá ya estamos listos”. Y le decís que ahí va, que te faltan dos bolsos. Pero notás el espacio vacío. Ahí es cuando te aparece tu otro hijo, el mayor, y te dice: “Viejo, yo me quedo” y notás fatalmente en sus ojos lo mismo que viste en tus compañeros y sabés que ese Rodolfo, el de la carta, tenía razón, que iban a resurgir nuevamente a pesar que se chuparan a todos, y ésta nueva generación no los dejara pasar devuelta, está generación es la del nunca nunca nunca más, ésta generación también va a dejar la vida por un sueño y, como también dijo otro gran hombre alguna vez, esta generación ha echado a andar y su marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente.

Y vos, cagón, ¿los pensás dejar solos?

Vivir y morir en Potosí

La minería continúa luego de 450 años siendo la actividad central de la altísima ciudad boliviana. Las precarias condiciones con que trabajan quienes extraen los minerales son las que les permiten vivir todos los días. Pero las mismas son lo motivos por las que no sobreviven más allá de los 40. El rol del Estado, los intereses en juego y las contradicciones que florecen aún en el 2011.

El Tío Jorge fuma y observa con los ojos redondos e inmóviles. Ya nada lo perturba: ni las explosiones constantes, ni el aire viciado, ni los angostos pasillos, ni los rostros de trabajadores envejecidos por la mina. Fuma y espera, sentado, de piedra, a la próxima ofrenda de los mineros o del próximo convoy de turistas que fatigan los laberintos del interior de la montaña. El Tío está en las profundidades de una de las minas de Potosí, Bolivia, gestionada por una cooperativa local de mineros. Ellos son, también, los que organizan el tema de los turistas curiosos: los guían, les explican, les cuentan que la coca, que las doce horas sin ver el sol, que no hay baños, que no se puede comer, que el alcohol. Un resumen escueto de los padecimientos para que alcance, en lo que dura el tour por la mina, a decirse todo, o casi todo lo que se pelea y se sufre en una vida que se trunca cerca de los cincuenta años.

***

El gobierno del MAS (Movimiento Al Socialismo) del presidente Evo Morales tuvo sus encontronazos con los mineros de su país, al punto de que el núcleo duro opositor de las clases más bajas es este sector formado por un entramado de diferentes organizaciones económicas de diversa estructura. Por un lado, el sector privado que obedece al mandato fiel del capitalismo neoliberal: empresas extranjeras que se llevan los minerales pagando precios de risa, y por el otro, el complejo y conflictivo sector de las cooperativas. “En la minería, el cooperativismo es un sistema individualista y semipatronal”, afirman en la vicepresidencia boliviana un funcionario de la cartera dedicada al tema y agrega: “El Estado no puede colaborar ni apoyar lo que no es colectivo, hay algunas que están organizadas muy bien, producen plata, cobre, zinc, plomo y reciben el apoyo del Estado, no en insumos (repuestos, maquinarias, herramientas), sino en aquello que se llama ‘recursos económicos de carácter rotativo’, ejemplo: yo te doy dos millones de dólares y produces, vendes y vuelves a reponer”.

Desde los profundos túneles de Potosí le retrucan al gobierno: “Nosotros cobramos setecientos bolivianos por mes (NR: aproximadamente cuatrocientos pesos argentinos) y de ese dinero, el 12 por ciento se lo damos de ganancia al Estado y, entre todos, debemos comprarnos nuestros materiales que cuestan aproximadamente tres mil bolivianos por mes (NR: 1730 pesos argentinos)”, cuenta el minero Axel, de 32 años y agrega: “El Estado no nos subvenciona ni nos apoya”.

***

Apenas despunta el sol, Fredy se pone su uniforme azul y calza bajo el brazo su casco que supo ser marrón; hoy, como él, está avejentado y gastado. Se ata las botas arañadas por el terreno y grises del polvo y arranca derecho para la mina. En un bolsillo, un paquete de cigarrillos; en el otro, una bolsa grande de coca. No desayuna nada, no puede: en la mina no hay baños; no hablemos de cagar porque ni mear está permitido, lo único que come –o, mejor dicho, masca, no más- son las hojitas de coca que se mete de a una mientras viaja, para luego, antes de entrar a los túneles, meterse una bola del tamaño de una pelota de tenis.

Su papá fue minero y su abuelo también. Y probablemente alguno de sus dos hijos –sino los dos- lo sea. Son 32 sus años de vida y 15 como minero. Primero solo cargando cosas, removiendo piedras, ayudando a su padre, después ingresando a la mina como los demás.

Una vez dentro, toma los cuidados en los que ya ni piensa por habituado: arriba, las piedras y la cabeza (con suerte los túneles más altos tienen 1,75metros); abajo, el terreno irregular; adelante y atrás, los carritos que pasan por los rieles; siempre, los derrumbes y explosiones.

Una galería, nodo entre varios túneles, vagamente iluminado por las luces de los cascos de otros compañeros suyos. Se sienta sobre una pared irregular, al igual que todos, y prende un cigarro, allí,  donde el humo del tabaco es nada en comparación a lo que respiran durante las doce horas de jornada dentro de la montaña. A su derecha, un compañero invita con el primer trago: alcohol al 98 por ciento. Fredy toma, como todos, para hacer un poco más llevadera la vida. Además, con unos tragos ya está listo y no acumula líquidos que no puede eliminar.

Cuando asoma la cabeza por la entrada a la mina ya es de noche y está cansado, hambriento, con sed y borracho. Mañana otro día. Así hasta que aguante. Calcula, no pasará de los cuarenta.

***

“Los mineros cooperativistas se han quedado con las minas viejas del Estado ya explotadas, perforadas y con el mineral a la vista. También con boquetas, con ingenios, con todos los bienes, en resumen: todas las cooperativas sumadas le deben al Estado 100 millones de dólares”, refutan en la vicepresidencia de Bolivia y agregan: “Que no digan que se los ha abandonado, ellos se están autoexplotando por una mala organización que tienen porque no trabajan de manera colectiva sino individual. Además no aportan dos o doce por ciento, aportan solo el uno por ciento de sus ganancias y ni decir de aportar regalías mineras e impuesto complementario minero”. Suena a refutación, pero también a lavada de manos, a crítica del modo de obrar de los mineros que, ansiosos de vender los minerales, son pagados por los ingenios privados con precios menores a los estándares internacionales. “El minero que trabaja individualmente saca su carga a pie, acumula dos, cinco, diez toneladas, y se la da a una empresa y obviamente ésta le saca todo y le paga menos. Además, si no supera el veinte por ciento de plata, no le paga al minero como plata, sino como zinc; por lo tanto, si el cooperativista sí estuviera organizado bien sabría defender el precio de acuerdo al nivel internacional para que le paguen lo justo y además sería inmediato el pago en vez de cada un mes o dos”, detalla el funcionario de la cartera y agrega: “Ahora el Estado desarrolla la minería a cielo abierto; la minería de galerías y socavones solo la realizan ellos”.

***

Mientras afuera se pelean por ver quién tiene la razón, quién está mejor organizado y quién paga impuestos y quién recibe subsidios, el Tío Jorge espera sentado. Con los ojos eternamente abiertos y rojo de furia mientras nota que uno menos vino a trabajar hoy, que otro más cayó enfermo y que dos chicos que ni pelos en los pies tienen, cubrieron sus puestos.

Las heridas sanan pero no se olvidan

Nunca van a alcanzar las palabras para explicar los sentimientos que se provocaron con violencia, hasta es posible que todas las palabras siempre sobren para describir, más allá de los hechos, a la última dictadura militar. La historia de la desaparición de Inés Amigo contada por su familia.

“Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte”.

Cuando los 70 empezaban a asomar, Silvia escuchaba junto a su hermana Inés “Elegía”, este poema de Miguel Hernández musicalizado por Joan Manuel Serrat, sin saber que esos versos marcarían 34 años de su vida. Las separaban sólo 16 meses de edad, y las unían muchas cosas: su sangre, sus gustos musicales, sus charlas sobre novios. Los kilómetros las empezaron a distanciar. Cuando los 70 ya estaban en estado de ebullición, Inés empezó la carrera de arquitectura. Como en Buenos Aires la facultad estaba cerrada por problemas políticos, se mudó a La Plata, que no sólo acogió a Inés: también a muchos otros jóvenes veinteañeros que llegaban de todos partes del país con sus inquietudes políticas en el bolso. Inés empezó a militar en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura de La Plata, que adhería a la Juventud Universitaria Peronista, periferia de Montoneros. Tenía 22 años cuando se la llevaron de ahí mismo, unos meses después del golpe, el 21 de diciembre del 76, mientras cruzaba el predio de la FAU para entrar a rendir un examen. “Ahí empezó todo una cosa pesadillesca de hacer habeas corpus, ir a los juzgados y todo lo que se pueda imaginar. No había manera, nadie te decía nada, nadie te daba ninguna información. Solo algunos tenían la decencia de tratarte bien, la mayoría te decía ‘seguramente está en Europa matándose de risa mientras ustedes están preocupados’. Era muy feo. Ahí empezó toda una búsqueda, pero nuestra idea era que iba a volver. Recuerdo escuchar el ruido del ascensor en mi casa y pensar que volvía”, cuenta hoy, Silvia.

La sensación fue la misma durante 34 años, en los que la última certeza que tuvieron de Inés fue que se la llevaron aquella mañana de diciembre. Silvia, ahora, es psicoanalista. Por razones personales y profesionales, empezó a estudiar los ritos funerarios. “Sin ritos funerarios no hay cultura, el hombre es hombre desde que habla y apenas habla marca los huesos de sus muertos con ocre rojo. Los homínidos se consideran hombres porque marcaban los huesos. Esa honra fúnebre es la primera escritura. La humanidad comienza con la tumba. Si vos vas a los museos del paleolítico, antes del homo-sapiens, el homo-erectus diferenciaba los pilones de huesos de animales de los humanos, que tenían una marca que hacía que aún después de muertos siguieran siendo humanos. El rito funerario acompaña la salida del mono al hombre. Es un hito. El lenguaje y los ritos funerarios van de la mano en la cultura”, dice Silvia, con aires académicos. “Estudié todo eso y también la dificultad de hacer un duelo cuando no podés hacer un rito funerario. Vos no sabés si el muerto está muerto, porque no tenés ninguna evidencia. No podés hacer el rito funerario. Si se hace un juicio y dan la pena de muerte, con la que no estoy para nada de acuerdo, hay una tumba y un nombre. Acá ni siquiera. Abolir el rito funerario, desaparecer gente es mucho más atroz que matar”, dice Silvia ya con aires sentimentales, en el punto donde se cruzan las razones personales con las profesionales.

“No están ni muertos ni vivos. No tienen entidad, no están. Están desaparecidos”, era la frase, nada antojadiza, que usaba Videla, comandante en jefe de las torturas y aberraciones. Una frase que marcó no sólo una época, ni a una generación. Una frase que grafica un plan tan sistemático como macabro que siguió siendo la sombra de muchos durante unos cuantos años más que esos siete que duró aquella dictadura. Silvia, como cada uno de los familiares de los 30 mil, no supo durante todo este tiempo si su hermana Inés estaba muerta o viva. Pero sí que estaba presente. En todo. En cada paso, en cada recuerdo de sus guitarreadas, en cada sonrisa que se le venía a la memoria, en cada uno de sus estudios psicoanalíticos. “No son. Ni fueron. Ni serán. Quisieron borrar toda traza de existencia. Buscaron borrarlos del mapa. Los ritos funerarios permiten separarse del muerto. Sin rito, el muerto es un fantasma. Toma un carácter siniestro porque es un espectro que vuelve. La memoria se serena cuando hay registro de lo que ha sucedido, en el sentido de que si hay escritura está garantizada la memoria porque está registrado. Entonces el olvido puede aparecer, no como una actitud canalla, sino como una actitud de alivio”, explica Silvia.

En el medio de ese duelo que nunca llegaba, no sólo sus recuerdos le traían a Inés a la memoria. También las casualidades. Silva e Inés son hijas del último Subsecretario de Agricultura anterior al golpe, Alberto Amigo. Quien lo sucedió en el cargo fue Jorge Zorreguieta, padre de Máxima, actual princesa de Holanda. “En 2001, cuando Máxima se casó con el príncipe, vinieron los servicios secretos de allá a investigar a Zorreguieta porque sospechaban que había tenido algún tipo de complicidad con los militares. Y se les ocurrió llamar al último funcionario democrático que estuvo en su cargo. Y ese es mi papá. Estos señores vinieron a ver si lo dejaban ir a Holanda para asistir al casamiento de la futura princesa. Ellos no sabían lo de Inés. Entonces, mi papá les dijo: ‘Al primero que le fui a pedir por mi hija fue a él. Lo sabía desde el día 1 que despareció mi hija’. Entonces el caso de mi hermana, Lidia Inés Amigo, fue la razón por la que Zorreguieta no pudo ir a la boda, y así tuvo alguna trascendencia en los medios”, narra Silvia. Unos meses después de aquella casualidad del padre de la princesa, llegó el momento de testificar en el Juicio por la Verdad en La Plata, para pedir la investigación del destino final de los cuerpos, que quedó en manos del Equipo de Antropología Forense.

El destino hacía que el recuerdo de Inés estuviera más presente que nunca. Y una noche, en Madrid, en una mesa de argentinos, salió su nombre. Una mujer que estaba comiendo ahí se puso pálida y contó que estuvo “chupada” junto a Inés. La dueña del restauran, amiga de Silvia, las puso en contacto. “Era la primera vez en treinta años que sabíamos algo de mi hermana. Me contó que ella fue chupada y que se encontró con Inés en la Comisaría 15 de La Plata. Ella venía de un centro de detención, y había sido llevada por error. Mi hermana le había dado nuestros teléfonos para que avisara, pero ella tenía una culpa espantosa. No se atrevió porque tenía dos nenes chiquitos y le dijeron que si hablaba le mataban a los hijos. Con lo cual, treinta años después, lloraba y me pedía perdón. 30 años después esa mujer tenía una culpa desbordante. Esa mujer nos dio más datos: mi hermana había desaparecido el 21 diciembre y estuvo del 28 a los primeros días de enero en la Comisaría. A ella la liberaron y a mi hermana la trasladaron. Traslado significaba que te maten. Claramente, por los cálculos que hacemos, mi hermana murió a fin de enero del 77. Esa mujer contó cosas terribles. Mi madre tiene 86 años, y por suerte está muy bien, pero le pedí que a ella le cuente todo, pero que le filtre algunas cosas. Después de esa charla quedé en la lona, porque una cosa es imaginar y otra cosa que te cuenten todo lo que les habían hecho, las cosas que sufrió. Fue espantoso”.

El llanto de esa mujer que fue la última en ver a Inés se volvió a escuchar algunos años después. Fue para toda la iglesia de la Santa Cruz, en una misa que se hizo esperar durante 34 años. A fines de 2009, el equipo argentino de antropología forense encontró los restos de Lidia Inés Amigo en una tumba colectiva de NN en el Cementerio de Avellaneda. Fue, al fin, una certeza. Una certeza espantosa: “Yo tengo el informe forense y lo que muestran es que fue ametrallada, te muestran todos los impactos de bala, cómo los hicieron correr y los fusilaron. El informe tenía la descripción de los impactos de bala, yo lo leí porque es mi hermana. Mi hija me pidió por favor que no se lo de a leer porque no iba a aguantar. Es muy fuerte. Y eso que está en un idioma científico”. Con los restos, las certezas y el espanto, 34 años después de la desaparición de Inés había llegado el momento de los ritos funerarios. “Cuando nos entregan el cuerpo nosotros hacemos una cremación de  los huesos. Ahí un amigo –narra Silvia- me dijo que estaba la Iglesia de la Santa Cruz, en Estados Unidos y Urquiza, donde están enterradas las monjas francesas, donde se reunían las primeras Madres, en donde las traicionó Astiz. Hablé con el padre Carlos, que hizo una misa muy emocionante, muy linda. Tuve que hacer una semblanza de mi hermana, que fue de las cosas más difíciles que he tenido que hacer en mi vida, y eso que escribí libros. Fue lo que yo llamo hacer los ritos funerarios”.  A las dos semanas de la misa en la Santa Cruz, volvieron a La Plata, a aquel predio de la Facultad de Arquitectura. Silvia, su madre Matilde, su hija Florencia, su hijo Iván. Y su hermana Inés: “Hace muchos años hicimos los familiares un concurso de arte para hacer un monumento a los desaparecidos de esa facultad, que son 112. En una sola facultad de una sola ciudad, un número tremendo. El monumento es un anfiteatro con los nombres de los chicos y en el medio hay un tilo, que es el árbol representativo de La Plata. Y enterramos las cenizas ahí. Fue otra ceremonia muy emotiva”.

-¿Fue cerrar un poco la historia?

Todo lo que se puede hacer con una cosa tan espantosa. Pero sí, es saber que está en un lugar y uno tiene un lugar donde llevarle flores. Por más que vos sepas que hubo una masacre no te queda la certeza de que está muerto si no tenés en el cuerpo. No hay manera.

Pintura original de samot para Nos Digital


Notas Relacionadas:

Iglesia de la Santa Cruz: “Vivimos una fe más adulta, no infantil ni mágica”, entrevista con el Padre Saracini

La literatura como consuelo

César González, Camilo Cienfuegos, Domingo Blajaquis, el mago Patricio, Oliverio Girondo, Michel Foucault, Karl Marx, Gilles Deleuze, el Che Guevara, Jorge Masetti, Rodolfo Walsh y Martin Luther King mezclan sus voces para contar cómo la poesía puede inquietar al sistema.

César González nació, creció y sigue viviendo en la villa Carlos Gardel, entre hambre, abundante droga, policía que sale a cazar pibes chorros, carros de cartones, con una abuela “que se rompía el lomo para conseguir un plato de comida o, por lo menos, un mate cosido”, con un Camilo Blajaquis (por Cienfuegos y por el obrero de ¿Quién mató a Rosendo?) adentro. Su poesía lo cuenta mejor:

Familias numerosas, o mejor dicho madres solteras con muchos hijos

Los cascotes que inventan caminos así el barro no te muerde los tobillos.
Pilones de basura por acá y por allá

Esqueletos de autos robados ya desmantelados, saqueados y prendidos fuego  El sonido de un disparo en una esquina, diez disparos de respuesta en la otra Charlas de vecinas a través del alambrado mientras cuelgan la ropa en la soga: ¨Che te enteraste que lo mataron a fulano¨. ¨Sí, y que a mengano le reventaron el rancho en la madrugada¨

La policía y sus cacerías

La iniciación sexual bien temprana, los guachos, las pibas

El comedor que se redujo a tan solo una merienda por día

Los que se van a trabajar con sus bolsitos y sus bicis y sus ojos tristes y cansados.

“Sabía que vivía en otro mundo, sabía lo que era salir a pedir una moneda y que nadie te mire, salir a revolver la basura, juntar botellas. No tuve juguetes ni papi y mami que me ayude a hacer la tarea. Pero todos los que íbamos a la escuela estábamos en la misma. Cuando salíamos del barrio nos íbamos afuera, al otro país, al otro mundo”.

Sabe, también, que su fanatismo por Racing no es casualidad: “Todas las lecciones que me dejó la vida fueron a partir del sufrimiento, y Racing también te enseña así”.

A los 14 cayó por primera vez preso. A los 16 se quedó encerrado por cinco años. Al principio en institutos de menores, donde conoció a Patricio, su maestro, su hermano mayor, su Sócrates, el mago que entre truco y truco les contaba algo sobre el Che, sobre Walsh, y les dejaba un libro. Después, en una cárcel común, donde tampoco se codeaba con genocidas ni ladrones de guante blanco, sino con chicos pobres que entraron como pibes chorros y que según cómo estaba todo dado, también van a salir así.

Pero él pudo sortear ese camino. Empezó a leer poesía, literatura política, a escribir, y fue formando a Camilo Blajaquis, el que ahora firma los poemas del libro La venganza del cordero atado y las notas de la revista ¿Todo piola?

Después de mails en los que se despedía con “Un abrazo Revolucionario”, nos esperó en un bar frente a la Municipalidad de Morón, donde trabaja en el departamento de Arte y Cultura, le compró una tarjeta a un chico, se pidió una pizzota, agarró el Página/12 y lanzó: “Hoy publiqué una nota en Facebook sobre la política. Ahora que me meto en eso ya no soy el tierno pibe chorro que se recuperó”.

Los que te conocemos por los medios tenemos esa imagen del pibe que salió de la cárcel, empezó a escribir, a estudiar filosofía y a laburar. Lo que queda picando es que si uno puede, los demás también. ¿Es así?

Hay que ir a la profundidad de la cuestión. Yo pude, pero en ese “yo pude” hay un montón de dolor implicado, de represión, de maltrato, de golpes por el sólo hecho de pensar. Pude, quise y tuve que remar contra todo para lograrlo. Decir “si él pudo, tienen que poder todos”, nos quita personalidad a los demás pibes y a mí y subestima mi esfuerzo. A mí no me permitió salvarme la institución. Yo tendría que estar lleno de remordimiento por lo que viví en la cárcel. ¿Por qué tienen que salir todos los pibes? Si somos todos diferentes. La cárcel es como una fábrica, un mecanismo de control, de castigo, de amoldamiento. Yo tuve que ser consciente de qué era la cárcel para poder rescatarme. Salí porque no me agarré a la moral de la sociedad: “el que roba es malo, el pibe chorro es un hijo de mil puta que roba porque quiere”. Esa moral propone “yo tengo que dejar de hacer el mal, reinsertarme y reintegrar todo el mal que hice. Eso es lo que está mal. Yo no me rescaté por eso, sino porque descubrí cómo es esto. Hoy en día te manipulan desde los sueños, hasta el deseo y lo que tenés que comer. Un actor fundamental para rescatarme fue la literatura, el arte y la consciencia de clase, que le sirve a cualquiera: al de abajo, el medio y arriba. El rico nunca va a repartir, pero bueno. Eso es la consciencia de clase. Yo gracias a eso me di cuenta que la amplia mayoría de los pibes presos éramos morochitos que venían de una villa, pobres, que no habían terminado el primario, que no tenían papá o, si tenían, estaba preso o lo había matado la policía, le pegaba a la madre o se drogaba.  La conciencia de clase me hizo dar cuenta que eso no era una casualidad, sino una causalidad. Yo pude construir una subjetividad totalmente distinta a la del que cayó preso. Todos los pibes pueden salir si tienen las herramientas.

En el poema Pregunto y Respondo describís un mundo podrido, esquizofrénico y no proponés “cambiar la realidad… sino consolarla”, y al final ironizás que sos un optimista.

Es pura ironía, una metáfora: la esperanza en medio de la desesperanza. Está todo mal, pero sigo soñando un mundo mejor. Cuando escribo, describo el mundo. Es una mierda, pero va a cambiar.

¿Y a qué te referís con no cambiar la realidad, pero sí consolarla?

A que si bien tengo esperanza, no tengo utopías pelotudas. Esto no va a cambiar y vamos a estar cada vez peor. ¿Qué queda hacer? Arte. Eso es consolar la realidad: Picasso y su Guernika, una masacre hecha cuadro. El arte es un consuelo para cualquier ser humano.

En Desconfianza inquirís: “¿y si mi presencia inquieta todos tus planes?”

¡Esa sí que no es metáfora! Sé que mi presencia inquieta. Lo hizo con los psicólogos y trabajadores sociales: “¡Uy este pibe no va a trabajar, quiere escribir! ¿Qué hago con mi discurso de las ciencias sociales? Cómo le enseño  a vivir y que las culpas están todas dentro de él. Se dio cuenta que la culpa es de la sociedad”. Inquieto. Inquieta un negro que piensa. Soy un dedo en la llaga, por no decir otra cosa. Pero no me pone orgulloso que se inquieten con mi presencia porque no lo busco, se da solo.

¿Meter el dedo en la llaga tampoco es una búsqueda de tu poesía?

Me gusta inquietar, pero también me da miedo… Me da miedo que pueda pasar algo. Vamos a la historia: Martin Luther King, Che Guevara, Rodolfo Walsh… No me comparo con ellos, pero inquietaban también.

¿Cuál es tu relación con la religión? En Llamando al cielo le decís a Jesús que lo malinterpretamos, en Alegato de un inca ante Dios: “El único de piedra eres tú. Solamente alguien de piedra puede quedarse mirando mientras se tortura y se arrancan millones”.

Yo no creo en un alguien, creo en un algo. No creo en un Dios. Creo en un algo. Lo mío no es religión porque no creo en un viejo de barba, canoso, ni en un rubio de ojos claros, blanco y… dos mil años de historia con un Jesús crucificado. ¿Sabés para qué? Para decir así terminan… los que piensan diferente. No creo en el Jesús de la Iglesia, pero sí en él como metáfora: un ser humano que dice no arrojen la primera piedra, que dio la vida por los pobres, que echó a los mercaderes del templo. ¿Cuántos seres humanos hubo así que lucharon contra lo establecido… ¿Y qué pasó?

En Diferencias invisibles distinguís lo real de la realidad. ¿Cómo entendés esas diferencias?

La realidad dice una cosa: lo que te dice la tele. Lo real es otra cosa. Ese poema fue una forma de decir no tengo más los ojos vendados. Los medios te marcan la realidad acá y en el mundo.

¿Viviste algún ataque particular contra tu barrio por parte de los medios?

A fines de febrero fue gendarmería y montaron todo un operativo porque estaban las cámaras de televisión. Fue la ministra Garré con Casal. Somos el segundo barrio más peligroso después de Fuerte Apache. Todo el tiempo hay ataques. Pero de repente les sale un poeta de ahí y es una llaga en el orto para ellos. Si yo quería, salía y me agarraba del golpe bajo que es mi historia “yo escribo y estoy arrepentido y robar está mal”, pero no. Las cosas son de otra manera. Me llamaron de Canal Trece, Telefé, TN, Canal 9. Pero me llamaron para que dijera eso…

¿Fue Garré aun con el discurso que están instalando?

Mirá, yo apoyo al gobierno. Estoy de este lado y lo digo, pero eso me pareció contradictorio, pésimo rodear a los barrios marginados es ir en contra de su discurso de justicia social y criminalizar la pobreza. No me gustó nada, pero la democracia y el estado de derecho son eso. Por más que sean más buenos y lo que sea, el sistema es este. Ese es el fondo del problema.

Pensar con imágenes

Fotografía documental y de autor, escultura, video-instalación, obra pictórica se conjugan haciendo una revisión de la historia argentina desde fines del siglo XIX hasta la actualidad. La curadora Diana Wechsler nos invita a pensar a través de las imágenes, a desactivar la inercia de la mirada para establecer una nueva visión acerca de nuestra historia y sociedad.

En la concepción de Diana Weschsler, la exposición está estrechamente ligada a la colección editorial América Latina en la Historia Contemporánea, la cual es impulsada por la Fundación MAPFRE junto al Grupo Santillana. Este proyecto se está realizando de manera simultánea en otros países de Latinoamérica y tiene como propósito establecer nuevas reflexiones estéticas acerca del relato histórico. El discurso estrictamente historiográfico de la colección editorial, el cual está encabezado por el historiador Jorge Gelman, se le suma el lenguaje de la imagen fotográfica como otra fuente viable para el abordaje de la historia.

 Las 250 imágenes documentales y 52 piezas artísticas se reúnen en tres módulos: “El espacio y la modernidad”, “Miradas sobre lo social” e “Imágenes de la política y su disenso estético”.

El corpus de fotografía documental, coordinado por la historiadora Felicitas Luna, establece una relación de contraste fuerte con obras de artistas como Noé, Ferrari, Petorutti, Deira, Espinosa, Kosice, Sacco, Iommi, Shapiro, Paksa, Blaszko, Lozza, entre otros.

 La muestra busca romper la monotonía del relato histórico de la fotografía documental a partir de la incorporación de obras de arte para así lograr establecer nuevos pensamientos. “…En cada fotografía o en cada obra está particularmente re-significada por el montaje en donde conviven, por la dialéctica de la yuxtaposición y los contrastes con la creación de ritmos visuales que invitan a hacer asociaciones simbólicas…”.

 Mientras la fotografía documental refleja la sociedad argentina de principios del siglo XX en todo su esplendor, en vías de un progreso inevitable, con su industria, urbanismo incipiente, educación y trabajo agrario. En medio de la sala se proyecta un video instalación de Gabriela Golder en el cual se reproducen imágenes de personas desempleadas, quienes con gestos corporales recrean la actividad laboral que solían desempeñar.

 El filósofo alemán Theodor Adorno alguna vez señaló que los grandes artistas lograron equiparar en sus obras una conciencia de la realidad con un alejamiento de la misma. Esto se vislumbra en las obras que se presentan en esta exposición. Se han elegido artistas que desde el futurismo, el cubismo, la abstracción, el informalismo, el arte cinético, entre otras opciones estéticas, se alejan de una representación de lo real para proporcionar nuevas experiencias sobre la misma.

 Esta es una gran oportunidad para reencontrarse con nuestra historia. Para ver lo ya visto, pero desde otro lugar. El cual nos puede permitir alcanzar una nueva conciencia como sociedad y país.

 Centro Cultural Recoleta
Junín 1930 | Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Salas Cronopios, J y C
Jueves 3 de marzo al domingo 24 de abril de 2011

«Es mentira que el fútbol argentino sea deficitario»

El presidente de la institución de Liniers, Fernando Raffaini, habla de cómo fue que Vélez se transformó en uno de los pocos equipos que prioriza las divisiones inferiores, que mantiene una estabilidad económica y que trata de generar cultura y educación para sus socios y sus jugadores.

Fernando Raffaini está tranquilo. Se encuentra sentado, esperando en un bar céntrico, con su celular sonando sin parar, pero relajado, como lo está desde que asumió la presidencia en noviembre de 2008. No es para menos. Su equipo viene de ganarle a Boca y a River, sin jugar su mejor fútbol, pero encontrando victorias claves. Está confiado porque cree en que su equipo revertirá la situación adversa en la Copa Libertadores, porque no importa lo que los medios quieran llegar a inferir sobre lo que suceda con el técnico, Ricardo Gareca. Está tranquilo porque sabe que Vélez tiene algo que otros no tienen: un proyecto, una idea en común que va más allá de los resultados deportivos.

Socio desde los cinco años y dirigente deportivo desde 1993, cuando integró la comisión directiva del club de Liniers, su carrera hasta llegar a ser hoy el principal responsable pasó por muchos cargos: Vocal, Prosecretario General, Vicepresidente y Presidente del departamento de legales. “Vélez te va formando como si fuese una escuela”, afirma. Y agrega que “obviamente no todos llegan a la presidencia, pero la idea es que haya una sucesión de cargos y que todos puedan pasar por los ámbitos de la institución, y que fundamentalmente todos defendamos el proyecto en común: el de Vélez”.

– ¿Cuál es la idea de ese proyecto?

– La idea es tener un proyecto que vaya más allá de los resultados deportivos. Es aportarle a la comunidad la posibilidad de hacer deporte, de tener un poco más de cultura y de poseer una escuela modelo para una clase media, media baja, que con una cuota accesible puede acceder a todos los beneficios. Está ideado con una infraestructura para que los chicos puedan criarse en el club. Ahí mismo tenés lo que se te ocurra: Pileta, fútbol sintético, deportes de mesa, Vóley. Son 30 deportes, 30 actividades culturales. Nosotros sabemos que todo eso es de algún modo deficitario pero se lo damos igual a la comunidad de la zona, para que se puedan criarse en un club, vivir y tener amistad con la gente del club, realzando la figura de los clubes como espacios sociales. Por ejemplo jugar al tenis, que en zonas de Recoleta sale como 1000 pesos al mes, en Vélez sale 90. Después es la idea de darle cultura al socio porque consideramos que somos un club formador. Le trajimos a la orquesta filarmónica de la Ciudad de Buenos Aires, la Orquesta de Tango de la Ciudad de Buenos Aires, a Lito Cruz lo llevamos dos veces. Y todo gratis para ellos, porque es algo que les sirve y realza a la institución.

– Todas las acciones culturales las ve el socio, pero también van para los jugadores que se van formando en el club, en la escuela y en la vida. ¿Cree que esas cosas ayudan a romper el mito de que los futbolistas lo único que saben hacer es patear una pelota?

– Sí, totalmente. A los chicos de la pensión también les damos ayudas. Muchos trabajan en el club, colaborando, para que por lo menos tengan conocimiento de una computadora y tareas administrativas, por si después no surgen en primera. Ellos no pueden aprovechar mucho el club porque tienen que entrenar muy seguido, pero la idea es que eso también les sirva, pero el beneficio va más dirigido hacia el socio. Todos tienen la posibilidad de quedarse en la pensión o en la escuela, y a partir de ahí tienen los beneficios. Otros optan por otras escuelas de la zona porque la de Vélez es muy exigente, y están en su derecho de hacerlo.

– Recién mencionaba que hacer esas acciones culturales, deportivas y sumadas a las urgencias deportivas, vuelven a un club deficitario. ¿No es todo el Fútbol Argentino así?

– En realidad el fútbol de Vélez no es deficitario. Si vos manejas por ejemplo como San Lorenzo que compró siete jugadores este semestre y cinco el anterior, ahí sí. Pero sí se maneja como Lanús o como Vélez, no. Es mentira que sea deficitario, sólo tenés que manejarlo bien. A mí por más que Gareca me haya pedido cuatro jugadores, yo le vendí dos y le traje dos, de los cuales uno vino con el pase en su poder (Guillermo Franco). Ahí es cuando los dirigentes nos tenemos que poner firmes y tratar de traer jugadores de nivel, como lo son David Ramírez y Guille Franco, que se suman al que para mí es el mejor plantel del fútbol argentino. Comprar por comprar sí lleva al déficit, sino no. El fútbol es el que termina solventando todas las actividades culturales y deportivas. Se puede mantener al plantel, se puede invertir en inferiores y tratamos de que esos chicos lleguen y tengan su oportunidad.

¿Por eso cuando se lesionó Franco, Gareca dijo que va a apostar a los pibes?

– Sí, te pueden llegar a pedir, pero sabe cuál es la postura nuestra. Que no es una posición de “no, no queremos gastar”, sino que nos parece que los chicos de las inferiores tienen que tener la oportunidad. En este caso como trajimos dos y uno se lesionó, si se abre alguna puerta sí podemos traer a otro jugador, pero la idea está en apostar en las inferiores.

– ¿Cambió algo a partir de la modificación del dinero recibido para los clubes por parte de la televisión con el Fútbol para Todos?

– El cambio fue muy grande. Vélez pasó a recibir dos millones al mes, cuando antes recibía uno sólo. Para los equipos más chicos también el cambio fue notorio, es algo que a los clubes les sirve muchísimo ese tipo de ayuda económica.

– ¿Para llevar adelante estas medidas sociales que son diferentes a las que habitualmente hacen los clubes, influye y pesan los buenos resultados que desde hace tiempo vienen sacando?

– Sí, siempre el resultado deportivo te deja trabajar tranquilo para otros asuntos. Si perdés cinco partidos seguidos ya la presión de la gente puede llevar al dirigente a tomar decisiones erradas, pero ahí está la fuerza de cada uno. Porque podés perder esos cinco partidos y mantener tu posición, pero siempre que el resultado acompañe es mejor e importante para desarrollar la idea.

– Desde su asunción como presidente, Vélez no tuvo tantos altibajos en los resultados deportivos. ¿Cree que si se diera eso la gente va a seguir apostando por la idea de Vélez?

Sí, después de tantos años que te ven haciendo las cosas bien, no hay porque cambiar. Aparte es muy difícil que te vaya muy mal, el club no está para nada en una situación crítica, porque podés andar un poco mejor, un poco peor o no clasificar a una copa, pero en general lo que te marca un poco es el promedio, y Vélez nunca tuvo ningún problema en ese aspecto, siempre estuvo de la mitad para arriba.

– ¿Por qué sólo Lanús y Vélez de nuestro fútbol son los únicos que más a la vista tienen un proyecto y una idea consolidada?

– Porque son clubes distintos. Vélez tiene esta cultura desde hace 100 años. En el centenario del club se vio. En la mayoría de los clubes no hay una gran cantidad de deportes porque así lo fue durante todos estos años, porque consideran que tienen otras urgencias, porque capaz hay mayor división política en los clubes que los obliga que les vaya bien para que los socios vuelvan a votar. Creo que son muchas las circunstancias, en cambio en Vélez se dan unas condiciones que te permiten que no suceda, que no tengas esas urgencias, que no tengas otros problemas. Si bien hay elecciones en Vélez, no hay muchas diferencias con la oposición, por eso el socio siempre fue respaldando a este estilo de dirigencia.

Muy seguro en cada respuesta, pide disculpas por las constantes interrupciones que le generan los llamados a su celular. “Me tiene que llamar el presidente de Colón, disculpen”. Muy apasionado por su club, cuenta que hizo socios a sus hijos desde antes que nacieran y la pasión y la satisfacción que le genera trabajar en su club. “Es que me da mucho orgullo pertenecer a Vélez, poder ganar prestigio desde el club que amo y poder trabajar para que siga yendo hacia delante, es como el sueño del pibe”. Así, como el pibe que sueña ganarle a Boca y a River, Vélez sigue para adelante.

Un campeón de la vida

Fue campeón Mundial Super Gallo en 1980, lo defendió cinco veces consecutivas, pero su mayor victoria la hizo fuera del ring: en la vida. Es Sergio Víctor Palma. El llamado “boxeador culto”, un luchador de mil batallas, un triunfador que buscaba canalizar en el deporte sus miedos exteriores, un soñador que a pesar de todas las dificultades siempre quiso ir por más.

“Disculpá el desorden, pero así vivo yo y no te voy a mentir”. Así se presenta y muestra Sergio Víctor Palma su departamento monoambiente ubicando en pleno centro porteño. Caminando lentamente y ayudado por, como él lo llama, su “mejor amigo” o “vecino” , un bastón negro, que lo utiliza luego de su duro accidente automovilístico del 21 de julio de 2004. Un acontecimiento que le modificó su vida diaria, sus acciones, pero no su pensamiento y ni su sentido del humor para contar la anécdota una y otra vez: “Iba por el Puente Pueyrredon camino a Provincia y al llegar a la parte del puente que se divide me encontraba muy cerca de un camión, que dobló para  Mitre y cuando yo quise girar hacia el otro lado, había un poste que no se quiso correr y me lo llevé puesto”, dice.       

El golpe le dejó secuelas importantes y a los pocos meses sufrió un ataque de presión que le provocó un cuadro parcial de hemiplejia en el cual tuvo que luchar por su vida. Hoy en día su recuperación consta del día a día. “Tengo que tener paciencia, trato de no negarme cosas por mi condición”, cuenta Palma. En su departamento los recuerdos saltan a la vista al ver una estrecha mesa de escritorio, aunque él no le tanta importancia al valor material de los mismos, sino a lo que le generaron para su vida. “Tengo trofeos, cuadros y medallas que gané guardados, otros me los robaron, otros los doné; la verdad no me interesa donde estén, porque lo que importa es que dejen un mensaje o sirvan como ayuda para otra personas, por eso valoro más que los tenga otro y no yo”, menciona al nombrar que su título de campeón mundial de la AMB de 1980 está guardado en un museo de su Chaco natal.

El “boxeador culto” era la forma de la cual lo llamaban los periodistas de la época. Y era algo que lo irritaba y molestaba mucho, cada vez que se lo nombraban a Palma. “Era algo horrible, me decían ¨Qué lindo grado cultural que tenés para ser boxeador¨. ¿Cómo para ser boxeador? ¿Y cómo saben cuál es el grado intelectual de los deportistas?”, explica con rencor por aquellos comentarios.

Pertenece a una generación y a una época dorada del boxeo argentino mundial. Monzón, Galindez, Locche y el mismo Palma, fueron algunos de estos máximos representantes de esta legión. Pasaron más de veinte años desde su primera conquista mundial, del 9 de agosto de 1980, pero todavía recuerda la satisfacción y la contradicción que le generó el momento en que lo proclamaban como el vencedor. “Cuando me levantaron la mano y me gritaron que era el campeón era todo euforia, era algo que parecía eterno, pero en realidad fueron sólo diez segundos donde me sentí en paz con todo el mundo, pero la realidad es que no había llegado a ningún lado, no había ayudado a nadie, sólo me ayudó a buscarme otros objetivos”.

Su infancia fue un tanto complicada, según recuerda Palma. Sus padres se divorciaron por los golpes que le propiciaba su padre a su madre cuando él tenía tan sólo un año. Sólo seis años después, volvieron a juntarse, para formar una relación que duró muy poco tiempo. “Mi madre sufría muchísimo, pero estaba enamorada de ese monstruo, yo no podía creer lo que estaba haciendo, pero el boxeo me salvó”, cuenta entre risas. “Cuando tenía ocho años, vi por primera vez una pelea en la TV y me puse a pensar “sólo así puedo cagar a piñas a mi viejo y salvar a mi mamá, pero siempre fui un cagón”, cuenta con dolor.

Pese a la imagen que se puede hacer del boxeador como un tipo rudo y fuerte, él se considera un miedoso, un temerario. “Yo soy un cagón, José María Gatica era un cagón. Los dos somos hijos de padres golpeadores. Recibimos los golpes que le daban a nuestras madres en primera persona desde el vientre y al nacer esa situación, inconscientemente, recae en nosotros”, explica y menciona que el psicoanálisis le ayudó a entender la situación. Además, Palma agrega que es una fachada que se hace de la potencia y dureza del boxeador son para no mostrar esas dolencias y miedos al aire libre. “El que boxea, lo hace para que los otros lo vean valiente, pero en realidad no lo es”.   

A pesar de lo mucho que le cuesta admitir sus logros, y su constante críticas hacia lo que no hacía para ayudar a la sociedad, Palma encontró en un lugar fuera del ring la fuente para canalizar todo: en el arte. El arte de la música, el arte de la poesía y en el arte del periodismo. “Empecé a componer cuando tenía nueve años, escribía porque me divertía y porque era una forma de querer entender las peleas entre mis padres”, cuenta con risas. Y agrega que “lo peor de todo es que en el colegio me retaban y luego cuando empecé en el periodismo también, porque separaba las oraciones entre comas, y luego me di cuenta que era porque estaba acostumbrado a las poesías de las letras”.

Del periodismo produjo un programa en Radio Splendid, poco tiempo después de ser campeón mundial. “A la gente que me rodeaba no le gustaba que lo hiciera porque decían que me distraía… ¡estaban locos! Era algo que me apasionaba y disfrutaba al máximo”, afirma con gran emoción. Luego de retirarse en 1990 por problemas en la muñeca derecha, fue columnista durante varios años de diferentes deportivos radiales, donde producía todo lo referido al boxeo. “Fue una forma de superar más fácil lo doloroso de dejar de boxear”, cuenta Palma.

El momento de decirle adiós al ring de boxeo fue muy duro para su vida. Varios años de psicoanálisis trataron de calmarle esa angustia, que llegó al punto de sentirse una persona no grata y otros insultos similares. “En ese momento se me fue una parte importante y hermosa de mi vida. Cuando una persona se jubila se convierte en jubilado, pero cuando lo hace un deportista ¿qué es? Eso hace que cualquier ser humano que titubee pierda su identidad social, y eso es terrible”, reflexiona Palma, siempre cuestionando y siempre analizando sobre su situación y la de sus pares. Y agrega que “No se puede vivir siendo lo que fuiste o lo que eras, eso es algo fundamental para enseñarle a cualquier chico en formación, tiene que haber un duelo, pero hay que saber que tiene que encenderse una mecha después para seguir adelante con otra cosa”.

Pero lo más duro, y lo más lindo a la vez, para él fueron los comentarios de la gente, muchos años después de su retiro. “Es muy duro ir por la calle y escuchar a un padre que le diga al hijo, “mirá ese que va allá era un boxeador… ¿cómo era? Yo me sigo considerando boxeador a pesar de no pelear más”, afirma Palma. 

La enseñanza es el nuevo camino que eligió para continuar sus aventuras, sus acciones y su inquietud. Hoy dirige a Angie, una chaqueña de 19 años a la cual apuesta mucho futuro. “Es sensacional lo que ha avanzado el deporte femenino en general, pero sobretodo en los deportes de combate. Antes era imposible imaginárselas peleando o haciendo Kick Boxing o Vale todo”, cuenta asombrado. Entrena en su gimnasio y le trata de inculcar los mismos valores que le enseñó su maestro, Santos Zacarías, gran ícono del boxeo argentino. Palma rescata la importancia de una buena enseñanza para sus pupilos.  “Cuando se enseña se está tratando con jóvenes, adolescentes, seres humanos que están en su última etapa en la cual quieren aprender, para que reciban datos para ser buenos adultos, pero sobre todo buenas personas”, opina. Y agrega con convicción y determinación, “la verdad, me importa tres pepinos que sea buen deportista, lo más importante es que sean buenas personas”.

“Toda mi vida luché por significar algo, eso me permitió crecer, de lo cual estoy muy contento. Pero me falta un poco más, me di cuenta que disfruté cosas muy lindas, pero me gustaría seguir haciéndolas, hasta que el “flaco” diga basta”, así Palma reflexiona sobre su vida, mientras abraza y besa a su mujer Mónica. Una vida que lo hizo campeón del mundo dentro del ring, pero que lo hizo, lo hace y lo hará campeón en el ámbito más importante de todos: el de la vida.

Fútbol social en Sociales

Los proyectos deportivos en las facultades cada vez son más. En este caso, Nos Digital fue a cubrir un entrenamiento de la Facultad de Sociales de la UBA. Allí, el director técnico del equipo e iniciador del proyecto, Gustavo Catalano, detalló los comienzos del emprendimiento y los valores sociales que defiende el equipo a través del fútbol.

Las facultades, como la pelota, se están moviendo. Hay avances, hay cambios, el panorama se abre y los proyectos surgen y progresan. Es el mismo deporte que se juega en innumerables y disímiles ámbitos. Es el fútbol en la facultad, en nuestra querida UBA, que se está jugando cada vez con más expectativa, organización, participación y también integración. Hoy es la Facultad de Sociales, como ayer fue la de Filosofía y Letras, y como mañana, seguramente, lo será otra. Evidentemente el preconcepto que interponía al deporte con la facultad y viceversa se esta desmigajando ante la ganas de los estudiantes y los proyectos que se plantean desde la institución y se afianzan y se potencian en la iniciativa de cada estudiante.

Es una linda mañana de verano y los estudiantes de la Facultad de Sociales ya arrancaron a entrenarse en Ciudad Universitaria. Sin siquiera haber empezado la cursada en la facultad, con el entrenador Gustavo Catalano dirigiendo la práctica, los pibes corren y juegan. Es el mismo DT quien se toma un extenso tiempo para explicar como nació y fue creciendo el proyecto a lo largo de los años: “Esto empezó en el 2006, antes de ese año FSoc (Facultad de Sociales) era la única facultad que no tenía equipo, no estaba representada en los torneos. A partir de allí propuse el proyecto a las autoridades junto a la ayuda de muchos colegas. Los comienzos fueron difíciles, al principio entrenábamos en los parques y plazas. Los estudiantes y los materiales no abundaban. Pero con el tiempo se fue abriendo y progresando, al punto de que hoy en día hay dos grupos de 35 estudiantes entrenando, cuatro equipos en competencia y un espacio en el campo de deportes de ciudad universitaria para entrenar dos veces a la semana y jugar los fines de semana. El progreso del proyecto fue notable y poco a poco se fue cumpliendo el objetivo primario del mismo: la integración. Por sobre todo se busca la identificación, el generar un espacio de pertenencia. Después sí, potenciar un equipo a nivel deportivo con ganas, responsabilidad y seriedad. Este proyecto es un lugar donde vienen a divertirse y a competir, porque la competencia es real, pero es un lugar de ellos, que hoy me toca coordinar a mí.”

Gustavo se muestra pensativo y entusiasmado narrando esta aventura que ya tiene más de 5 años. Bajo el sol de mediodía no se detiene un segundo y recalca la función de la UBA como institución y la participación e involucramiento de los estudiantes como protagonistas principales del proyecto: “En los 90 no se daba la relación entre la facultad y el deporte. Hoy está la clara intención de que el deporte sea una herramienta de inclusión social. Hay facultades que crecieron muchísimo a través de proyectos deportivos. Es una relación en pleno crecimiento. El deporte en las facultades ayuda muchísimo al desarrollo académico de cada estudiante. Es un espacio que motiva y que contiene a los estudiantes, esto sin duda influye en los estudios de cada uno. La clave está en tirar todos para el mismo lado, ir por el mismo camino para dejar un mensaje.  Si bien hay que rescatar un cambio muy significativo en la política deportiva de la UBA, todavía falta hacer un click en lo administrativo para que no haya tantas trabas para la participación. Que no se suspendan partidos, que no se retracen los campeonatos, que haya más torneos. En el caso del fútbol se basa en  garantizar la competencia. Es una cuestión de motivación y planificación. De esta manera, se asegura el compromiso de los estudiantes que, de hecho, cada día es mayor. Es por esto que el proyecto está completamente abierto a cambios, a propuestas de los estudiantes. Se están abriendo comisiones de organización dirigida por los propios chicos. Se los consulta, se los escucha. Hay consenso. El proyecto es institucional pero los chicos se hacen cargo y tienen voz y voto. Por suerte ellos también plantean alternativas y el proyecto avanza. Debe haber un debate plural previo y una supervisión y aprobación institucional. El proyecto no es mío, es de la facultad y, por ende, es de los alumnos. Hay iniciativa de los ellos contemplada por una contención institucional.”

Luego de dar innumerables indicaciones y explicar diversos ejercicios a los jóvenes estudiantes/deportistas Gustavo se toma una pausa, piensa detenidamente y expresa cual es el sentimiento verdadero del espacio que él dirige, esa fuerza que hizo que el proyecto avanzara y hoy se encuentre donde está: “Jugar en Sociales es lo más importante, el pertenecer al proyecto. Después si jugás en la A o en la B, o si entrenas de día o de noche, pasa a un segundo plano porque la camiseta de sociales es lo más relevante de todo. Por eso no se le cierran las puertas a ningún estudiante de la facultad, sin importar sus aptitudes futbolísticas. Basta con sentir esta camiseta como propia, bancar al proyecto y defender la idea de que el deporte social es la permanente contención. El deporte es una herramienta importante para un montón de cosas que tienen que ver con el desarrollo del país. Hay un cambio, se está ampliando, hay más espacios a nivel país y a nivel UBA. Se mira para atrás y se notan las diferencias. Hay que aprovechar este momento para profundizar la integración y contención, el deporte social puede hacer mucho. Por eso en este proyecto se intenta contemplar la cuestión social por sobre la mera competencia. Por ejemplo, el año pasado se propusieron actividades para participar en torneos de  las Madres de plaza de Mayo. Son actividades que los pibes quieren hacer y se hacen por ellos, por sus ganas. Esas mismas ganas que le garantizan la presencia en el proyecto a cualquier estudiante de la facultad de sociales.”

Catalano no sólo es un Director Técnico, su trabajo no termina en una cancha de fútbol ni en un vestuario, dirige un proyecto al que el césped de once le queda chico. Evidencia que cuando se habla de fútbol no sólo se habla de una pelota, sino de innumerables situaciones, contextos y variables, que giran alrededor de una pelota inmóvil, desde donde se puede construir espacios que dan cuenta de la existencia de algo diferente. Sin embargo todo nace desde allí, desde la impredecible pelota que ofrece miles de maneras e ideas de jugarla, pero en Sociales se elige una: “Hay que entender que desde el fútbol se transmite un mensaje como se puede hacer desde el teatro, el cine o la literatura. Se forman grupos que tienen valores. Esos valores se muestran en el juego. La idea de juego es lo más importante. A mi me gusta apostar al aprendizaje. Aprender una idea de juego, no importa si se cometen errores.  No voy a armar un equipo a partir del temor, a sacarla afuera para que no te metan goles. Porque eso no sólo es fútbol, son ideales de la vida. Prefiero que 4 chicos aprendan mucho de fútbol y salir en la mitad de tabla,  que salir campeón y tirar todas las pelotas afuera. Si no salís campeón, mañana el bondi va a pasar por la misma parada. Además, ningún método te asegura nada.” Con la misma sencillez que expresa sus ideas, Gustavo Catalano da por terminada la práctica después de una intensa mañana de trabajo.

Por último, llegan ellos. Cansados y sedientos. Son los dueños, los protagonistas del proyecto y de la facultad. Allí vienen los estudiantes que pertenecen a un espacio valioso y que luchan por él en cada entrenamiento y en cada aula de la universidad. En este caso son Emanuel y Javier que alternadamente dicen lo que significa para ellos la posibilidad de practicar un deporte en el marco de la facultad: “Esto es muy bueno, tenemos que aprovecharlo ya que es un espacio muy valorable. De todas maneras esto es una idea fantástica, poder esta acá y formar un grupo es muy importante porque es motivador y además te sentís representado. Defendés la camiseta de la facultad y afianzas lazos con personas, está bueno. Estamos todos en la misma, y nos sentimos muy identificados para llevar el proyecto adelante.” Finalmente, hermanados por una misma idea dan un mensaje a todos sus pares: “El estudiante de sociales debe cuidar esto que tenemos. Y, por sobre todo, venir a participar. Que vengan a probar, los esperamos a todos los jueves a las 8:00 o los viernes a las 18:30 en el campo de deportes  de Ciudad Universitaria. Es venir a divertirse y a formar parte de un grupo. Que participen de esto porque acá nadie es más que otro. La clave está en que muchos chicos de la facultad se unan a otros deportes, cualquier deporte. Es vital apoyar este vínculo y derribar  los prejuicios que enfrentan  al deporte con los estudios, demostrar que son falsos. El deporte y el estudio van de la mano y esta es la prueba empírica de que esos preconceptos son falsos.”

La invitación está hecha. Los estudiantes ya no sólo estudian, sino que se mueven, participan y transforman.