Luis D´Elía, “piquetero K”, según los cables filtrados estadounidenses, se muestra fiel a Cristina, aunque se diferencia de algunos de sus ministros. Dice que está vedado tanto por Clarín como por Diego Gvirtz y Sergio Szpolski, a quienes acusa de ser “sionistas de derecha”. Khadafi, “un gatito del imperio”.
D´Elía es docente y asegura haber alfabetizado a 20 mil personas, es dirigente de Federación de Trabajadores por la Tierra, la Vivienda y el Hábitat y de la Central de Movimientos Populares (CMP), en cuya sede no hay pared sin una imagen de Néstor Kirchner, ni persona que no lo salude con una sonrisa. Pero de su parte no todas son sonrisas para el kirchnerismo, o al menos, para los kirchneristas. Supo declarar: «No quiero a un neoliberal conservador en 2015 sentado en el sillón de Rivadavia», en referencia a Daniel Scioli. Visitó Villa Soldatti junto a Carlos Tomada en plena campaña preelectoral por la Ciudad de Buenos Aires, pidió la intervención de Formosa después del asesinato del cacique Qom; cree que Jorge Capitanich, Juan Manuel Abal Medina o Martín Sabbatella podrían ser acompañantes de Cristina en la fórmula presidencial.
Los odia, odia a la oligarquía argentina. Pisa Recoleta y sabe que está en territorio enemigo… Y se ríe de eso. Levanta el teléfono y jode: “esa frase es mía. Yo los odio”. Mientras llega a la Plaza de Mayo para “recuperarla”, porque “la plaza es nuestra”, le pega un “cachetazo” según él, “piña” según Todo Noticias, a un manifestante “del campo” que lo “insultó durante una cuadra” y que, más tarde, denunció mediáticamente ser el “vocero del Coronel Valentino”, criminal de lesa humanidad.
Adora su cartel de la CMP en el que se contrasta a los manifestantes del cuadro más famoso de Antonio Berni, “Nosotros”, contra “Ellos”, Magnetto, Biolcatti y Pando.
Odia a la “derecha israelí gobernante, a Netanyahu y Lieberman, no a la comunidad judía”. “Yo para las víctimas de la AMIA quiero justicia, memoria y verdad. Quiero que los que pusieron la bomba en la embajada de Israel y ahí, se pudran en la cárcel. Ahora… no quiero que sean Shannon y Gonzalez o el Departamento de Estado norteamericano los que me diga quién es el culpable”, esto último declarado en Canal Metro.
Después de una entrevista “a los sablazos” con un periodista de Clarín que está preparando un documental para la televisión israelí, se alegra: “Con Irán estamos más cerca por el reconocimiento del Estado de Palestina y, además, por las revelaciones de wikileaks que no pasan inadvertidas. Ahí se reconoce que las imputaciones a Irán son falsas. ¿Qué pasa si alguien la presenta en el expediente judicial? Qué lío, ¿no?”.
A su vez, asegura estar prohibido en los medios del Grupo Clarín, pero también por los de Diego Gvirtz y Sergio Szpolski “porque son dos sionistas de derecha”.
-Entonces, ¿cómo hace para informarse?
Leo todos los diarios y le presto especial atención a La Nación y Clarín, porque a veces ellos tienen mejor información que nosotros. A veces no les creo. Otras veces corroboro la información por otras fuentes.
-En la interna de los ministros nacionales, se posiciona del lado de Julio De Vido y no junto a “el jefe político”. En noviembre pasado decía que Aníbal Fernández y otros ministros estaban intentando limar a la Presidenta.
Y por eso Cristina le peló la cebolla: le sacó el fútbol, la policía, medioambiente. Iba a anunciar más cambios, pero Clarín sacó la tapa que sacó… (“Cristina apuraría otros cambios más profundos en el Gabinete. Aníbal Fernández dejaría la Jefatura de Gabinete a Carlos Tomada, actual ministro de Trabajo. Julio Alak se alejaría de Justicia y sería reemplazado por el santacruceño Nicolás Fernández. Y se crearía un nuevo Ministerio de Comunicación”[i]) El kirchnerismo soy yo, no Aníbal. Él es el PJ.
-En el plano internacional, ¿quiénes piensa que tienen que ser nuestros principales aliados?
Toda Latinoamérica y algunos países árabes como Irán. No las monarquías eternas. También los países del BRIC, Brasil, Rusia, Inda y China.
-¿Qué opinión tiene sobre Khadafi?
Empezó siendo un revolucionario que escribió el libro verde para promover el protagonismo popular. Pero en el 79 empezó a girar cuando invitó a Sader a Trípoli, lo secuestró y lo mató. Hoy es un gatito del imperio que negocia con Berlusconi, con Tony Blair, con Sarkozy y con Mubarak. Lo que no quiero es que intervengan la OTAN ni los Estados Unidos.
-¿Y Chávez?
Es lo más grande que hay, pero no comparto el apoyo a Kadafi.
-¿Qué haría con las FARC?
Kirchner entendió bien el problema de las FARC. Para solucionar el conflicto hay que hacer que entreguen a los rehenes y las armas, negociando, y se vayan a Ecuador y Venezuela, en principio. Después a Bolivia, Argentina y Brasil hasta que puedan volver a Colombia sin que los maten como pasó con el Ejército de Liberación Nacional. Ellos saben que hoy la lucha es política, que la guerrilla es inviable por el avance tecnológico.
–¿Qué rol tiene que tener ahora la Policía Federal en el problema de las tomas de viviendas?
En las tomas de Bajo Flores tiene que actuar la Policía Metropolitana porque hace dos años se pasaron los casos de usurpación de propiedades privadas a la Ciudad.
-¿Por qué hay tantos candidatos kirchneristas en Capital?
Surgieron tres candidatos oficialistas para Capital por lo que decía Néstor, “que florezcan mil flores”. Yo creo que se van a terminar uniendo en una lista y que esto va a beneficiar a Cristina.
-¿Cuál cree que fue la mejor presidencia argentina?
La de Perón, la primera, y la de Kirchner. A Cristina no la nombré solo porque todavía no terminó. Ella es todavía más capaz que él. Néstor mismo lo decía: “cuando yo me sacaba 4 en la facultad, ella se sacaba 10”.
-¿Qué falencias le ve al kirchnerismo?
Yo le critico la forma en que manejó lo de los Qom, la relación con Irán, aunque estemos más cerca… Como todo lo relacionado con lo humano, tiene contradicciones. Hasta el Che cada tanto tenía que fusilar a alguno. Yo fui a Formosa, dije que no a Insfrán, que le den la colectora al sacerdote Francisco Nazar, hice una marcha por Félix Díaz. Tiene que lograr otro frente amplio como buscaba Kirchner.
[i] Clarín, 11 de enero de 2011