Archivo por meses: octubre 2010

«Vivimos una fe más adulta, no infantil ni mágica»

Los prejuicios a un lado. La iglesia de la Santa Cruz planea desde hace largas décadas en lógicas sociales combativas y comprometidas. El Padre Saracini nos abre las puertas para entender una construcción desde la religión pero con otros fundamentos, no los oficiales eclesiásticos. Los descreídos, los incansables buscadores y los curiosos están bien invitados.

La misma cruz que, junto con la espada, usaron los españoles para arrasar con todo el continente americano. La misma cruz que Videla usó para matar. Pero usada con otros fines. Esta Cruz sí que es Santa. Acá, en esta Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, se resguardaron los obreros de los talleres metalúrgicos Vasena durante la semana trágica de 1919. Acá en 1966 encontraron refugio durante La Noche de los Bastones Largos los estudiantes de Filosofía y Letras. Acá, en este altar que está en el medio del templo, dio misa el Padre Carlos Mugica. Acá encontraron asilo los chilenos perseguidos durante la dictadura de Pinochet antes de exiliarse en Europa. Acá, ante cientos de fieles, se denunció durante una misa en pleno Proceso, el asesinato del Padre Enrique Angelleli. Acá, en esta iglesia fundada hace 120 años en la esquina de Estados Unidos y 24 de noviembre, durante la última dictadura militar, las madres y los familiares de desaparecidos entraban con la misa de las 7 de la tarde, pasaban la noche reunidos en la Casa de Nazareth y salían con la misa de las 7 de la mañana. De acá, también, se llevaron el 8 de diciembre de 1977 a esas mamás que ya daban vueltas a la Pirámide de Mayo todos los jueves y que resultaron ser las primeras Madres de Plaza de Mayo.

Ahora, ya en democracia, la Santa Cruz sigue marcando su excepcionalidad. De Topper celestes, jean, camisa y una lastimadura en el frente -“estaba colgando un cuadro en el templo, me caí y me hice mierda”, cuenta- nos atiende y sorprende el Padre Carlos Saracini, el párroco de la Santa Cruz. “La Iglesia tuvo un salto en el ‘62 con el Vaticano Segundo. Ahí la Iglesia reconoce que no hay dos historias, como se creía hasta el momento, una historia celestial y una terrenal. Si bien hoy según el discurso de ‘La Iglesia Oficial’ pareciera ser que hay una historia celestial y una historia natural, el Vaticano Segundo empujó a que hubiera una sola. Algunos no se hicieron cargo. Pero cuando llegó a América Latina, al toque, nació lo que se llamó la Teología de la Liberación, la que se enmarca dentro de una corriente mucho mayor junto con la educación liberadora de Paulo Freire, con la asociación con la sociología y con el auge del marxismo. Esa Teología de la Liberación es la que hoy sigue viva. Desde hace 40 años que nosotros, los que animamos el proceso en la Santa Cruz, estamos en esa corriente. Hay una línea común en los párrocos que pasaron por acá. Levantamos la misma bandera que Mugica, Angelelli y esos curas tercermundistas”, explica Carlos, que se encuadra dentro de los padres pasionistas, que tienen sedes en San Cristóbal, Montevideo, Campana, al sur de Salta, en Colonia Caroya (Córdoba) y en Ingeniero Suárez (Formosa), donde acompañan a la comunidad Wichi en la defensa de sus derechos y sus creencias, sin imposiciones. Ahora, nos cuenta también, que hace unos años acompañaron el reclamo de los trabajadores del Hospital Francés, que forman parte del Movimiento los Pibes del Pueblo, que estuvieron junto a los obreros de Burkman, y que se suman a cualquier movida que surja de la Multisectorial Vecinos de San Cristobal.

Hace un mes, como ya ha pasado muchas veces, en la Santa Cruz se velaron los restos recién encontrados de una militante desaparecida durante la dictadura más terrible, Lidia Inés Amigo. “Lo de Inés me lo pidió la mamá porque sabía que para ella hubiera sido importante, y además para la madre también, entonces me pide que sea en un contexto de misa”.

-¿Cómo son esas misas?

– El ser humano necesita rituales desde hace 50 mil años, otros dicen 100 mil, los rituales son lo que le dieron la posibilidad de dar un salto en la conciencia y ser homo sapiens-sapiens. El enterrar a los muertos era uno de los rituales más importantes, porque lo grueso del ritual es hacer algo visible de algo invisible, de esa persona que está debajo de la tierra. Los últimos 5 mil años son de relatos religiosos, lo que hacen las religiones es montarse frente a esa necesidad humana de rituales. Siempre una misa tiene que tener una primera ronda de la vida, cuando digo ronda es porque el altar nuestro está en el medio y hay una necesidad primera de contar la vida. No contamos cualquier cosa: cantamos cosas de León Gieco, Teresa Parodi, Violeta Parra, Víctor Heredia. Y yo toco la guitarra. Son poetas nuestros que pueden nombrar nuestra experiencia. El canto es un medio muy importante para que una asamblea colectiva, lo común es que haya entre 200 o 300 personas, pero puede haber mucho más en estas cosas extraordinarias. Un primer canto va a ser que todos entremos en una misma sintonía, si yo canto “Gracias a la vida” de Violeta Parra o “Yo tengo tantos hermanos” de Atahualpa, o “Razón de vivir de Víctor”, o “La memoria” de León Gieco, a partir de ese canto podemos dialogar. La canción hace de empuje, despierta cosas. Yo sabía que ahí había 200 personas, de las cuales el 60 por ciento eran agnósticos, ateos. Entonces digo: a los que les haga sentido, “en el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo”, pero casi nadie lo hace. Después de eso, Silvia, la hermana de Inés, iba a traer un relato para que aquél que no había conocido a Inés, traiga la frescura de Inés en vida. Y después habilité el micrófono par que quien quiera hablara. De manera espontánea. Pero no se enganchó ninguno. Y yo le había pedido a la mamá que haga una interpretación de qué significa haber encontrado el cuerpo 34 años después, y de todo lo que significaba que su vida grite en medio de un genocidio. Todo eso, dentro de la ronda de la vida.

La segunda ronda es leer el evangelio. Toda misa tiene el texto bíblico. Es un evangelio que tiene que ver con Jesús hablando en la última cena. Era pertinente. Jesús les dice “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Y entra en ese contexto.

Y la tercera ronda es el pan. Lo que yo hago es traer a toda la gente alrededor del altar y eso genera otra lógica. La gente se anima más a participar. Hace 45 minutos que el que vino se dio cuenta que es un espacio abierto. Le mechamos algún canto más, para seguir empujando y que se animen a entrar. Ahí la emoción que se respira ya desborda.

Al principio de la charla decías “Iglesia Oficial”. ¿Qué lugar ocupan ustedes en esa Iglesia tradicional?

– Digo Iglesia oficial porque es la que tiene más prensa. No es “La” palabra de la Iglesia… Siempre ha habido distintas vertientes. Algunos la dividen entre más conservadora o más progresista. A mi me gusta decir que nosotros vivimos una fe más adulta, no infantil ni mágica. Hay mucha diversidad de expresiones. Por ejemplo está Eduardo de la Serna, de los Curas por la Opción por los Pobres, o Nicolás Alessio, que con el tema del matrimonio civil, tuvo una gran exposición. Después está el Padre Pepe, que labura en la Villa 21, y los curas villeros que son una expresión de una teología más encarnada, latinoamericana, propia de acá. Después, las comunidades eclesiales de base en la Argentina en mayo del año pasado hicimos un encuentro en Salta y fueron 2500 personas. Sólo delegados. Es decir que hay muchas más personas.

– ¿Y por qué cuando se habla de la Iglesia, todos pensamos, por ejemplo, en Bergoglio y no en todo esto que estás contando vos ahora?

-Pasa en todos los rubros. Vos decís educación, y pensás en la escuela tradicional. Vos decís televisión, y pensás en el boludo de Tinelli, aunque hay gente haciendo buenas cosas en la televisión. Hay mucha diversidad de expresiones.

-¿Y por qué pensás que se da?

-Acá somos promotores de redes barriales. En toda la movida de lo que significa la movida de los Pibes del Pueblo, el grito de que el hambre es un crimen, que se canalizó a través una marcha nacional. Es toda una movida. Somos muchos. Ahora, cuánta gente la puede conocer, no se. Pero es parte de la táctica de los medios generar una dinámica tranquilizadora, que haya un lavado de cabeza que genere una cierta calma, comodidad, estabilidad. O acentuaciones con el tema de la inseguridad, de cosas que son reales pero se acentúan. Pero después mucha gente se sorprende por esta manera de comunicarnos, de mirarnos a los ojos, de cantar. Y se sorprende para bien. Hay sed de eso: de compañerismo, de solidaridad, de crear lazos.

Santa Cruz además tiene película propia, este es el blog: http://peliculasantacruz.blogspot.com/

Shell vs. Resto del Mundo

La millonaria multinacional expandió su campo de influencia en Nigeria adentrándose en relaciones políticas tan densas y oscuras como el petroleo. La vorágine de la extracción del oro negro arrasó con comunidades originarias y activistas sociales, para dejar atrás una irreversible contaminación rodeada de un silencio aún más aterrador.

¿Cuántos barriles de petróleo vale la miseria de una población? ¿En cuánto se cotiza la ejecución de militantes sociales?, y ¿en cuánto, obtener el silencio internacional ante la impunidad de una multinacional?

Ken Saro Wiwa fue un activista social nigeriano. Su meta era demostrar a la comunidad mundial cómo la gigantesca Shell estaba destruyendo la vida económica y social de su región natal: Ongoniland, en la rica zona del Delta del Níger, Nigeria. A su vez, su lucha no solo era contra este emporio del crudo, sino también contra el gobierno dictatorial de aquel país, que, con tal de proteger a las empresas extranjeras, dejaba hacer y deshacer a placer.

Wiwa fue arrestado en mayo de 1994 acusado con engañosas pruebas de haber sido partícipe del asesinato de cuatro jefes locales de la región. Dos de los testigos presentados durante su proceso judicial reconocieron más tarde haber sido sobornados con dinero y puesto de trabajo en la Shell para acusar a Ken y a los demás[1]. Luego de diecisiete meses de cárcel, torturas de por medio, fue fusilado, junto a otros ocho compañeros. Él fue el último en caer. Tenía que presenciar primero la muerte de sus camaradas.

Los nueve abatidos por el gobierno de facto africano, en connivencia con la petrolera, son hoy en día íconos del activismo ambiental, de la denuncia y boicot contra la impunidad y la corrupción. Sin embargo, el accionar del monstruoso anglo-holandés Shell no se acabó con esta masacre.

Las relaciones entre la empresa y el gobierno militar siempre fueron estrechas, mientras que el primero le dotaba de petrodólares que los cabecillas podían gastar sin rendir cuentas a nadie, el segundo ofrecía total protección contra posibles movilizaciones y manifestaciones por el daños que pudiese realizar en el afán de más y más beneficios. De esta manera, razzias (incursiones militares violentas), amenazas y ejecuciones se hicieron frecuentes en el Delta del Níger. Por ejemplo, en 1987, la Shell llamó a la brutal Fuerza Policial Móvil (MPF, por sus siglas en inglés) para acabar con una manifestación pacífica del pueblo Iko. El resultado: cuarenta hogares destruidos, trescientos cincuenta personas sin dónde dormir[2]. Tres años más tarde, el turno de sentir el rigor fue para los miembros de la sociedad Etche. Luego de una movilización no violenta fue atacada por la MPF a pedido de la multinacional. El saldo: ochenta muertos y quinientas casas destrozadas[3]. La transnacional, a su vez, tuvo que reconocer la entrega de armamento a las fuerzas armadas, como también a la policial, entre los que se destaca el envío de armas de fuego, lanchas de patrulla, munición y hasta la cesión de un helicóptero para una de las operaciones[4].

Pero, ¿por qué se mueven, actúan y pelean los pobladores locales sabiendo el destino –cubierto de plomo- que pudiera caer sobre sus cabezas? La vida allí es literalmente infernal. Es una región rica, llena de petróleo y gas natural que otorgan el 50% de los ingresos estatales[5], que, sin embargo, se encuentra sumida en la pobreza y la contaminación. La explotación de la angloholandesa allí es de un millón doscientos mil barriles de crudo a diario[6].

Algunas cifras:

-para 1997, el nivel de hidrocarburos en el agua corriente era 360 veces mayor que el permitido en la Unión Europea[7].

-el 95% del gas natural extraído es quemado, enviando la polución directamente al medioambiente. En Estados Unidos, solo sucede con 0,6%[8].

-Desde 2006 hasta hoy ha habido 2.400 fugas de crudo. Desde 1958 Shell ha sido responsable de verter 40.000 toneladas de petróleo al año en las aguas nigerianas.[9]

Sintetizando, y en palabras del Consejo Ecuménico de Responsabilidad Corporativa, el accionar en el Delta muestra “fallas operativas (…) según standards sociales y ecológicos, severa polución en el agua, tierra y aire, inadecuada inclusión de las poblaciones en las decisiones”.[10]

Para cuando termine el día de hoy, los pobladores habrán terminado su cena de pescado empetrolado, agua tóxica y dando una buena bocanada de aire contaminado se irán a acostar en sus miserables chozas. Shell habrá facturado ciento dos millones ochocientos mil dólares en solo 24 horas.


[1]http://www.globalgovernancewatch.org/ngo_watch/seeds-of-ngo-activism-shell-capitulates-in-sarowiwa-case

[2] remembersarowiwa.com/wp-content/uploads/life_death_ksw.pdf

[3] http://www.essentialaction.org/shell/issues.html

[4] http://www.guardian.co.uk/world/2009/jun/08/nigeria-usa

[5] http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20100210/53888189821/el-delta-del-niger-como-paradigma.html

[6] http://www.corpwatch.org/article.php?id=13121

[7] http://www.essentialaction.org/shell/issues.html

[8] Idem 7

[9] http://www.publico.es/ciencias/322129/los-vertidos-que-no-salen-en-la-tele

[10] http://www.businessgreen.com/business-green/news/2257943/shell-improve-environmental

Nuestros ojos contaminan

Por la redacción de Historia de Nos

Los análisis históricos necesariamente y por su naturaleza son concebidos post-facto. Quien los realiza se ve empapado de infinitos condicionantes psicológicos y sociales, individuales y colectivos, con los que construye su estudio y confluye con sí mismo.

Pretender la neutralidad histórica o, lo que sería lo mismo, LA verdad histórica, es espejismo. Tanto como la búsqueda de alguna concepción puramente objetiva. Nada de eso existe, es inconcebible.

El error histórico que conlleva esta práctica conduce irreversible hacía los caminos empantanados de la linealidad, más confusos aún por la simpleza de análisis extravagantes que intentan explicar lógicas ajenas desde un enfoque encarcelado en lo propio. Ejemplo será el caso del traspaso de la Antigüedad al Medioevo –si es que son válidos tales conceptos- que ha despertado a innumerables estudiosos. En repetidas ocasiones nos encontramos frente a los que, indignados, se deshacen en comprender cómo en forma recurrente los campesinos abandonaron su libertad y la propiedad privada de la tierra para pasar a producir bajo el ala de un señor. Sin dudar de la “acumulación originaria” que tuvo lugar, se podría ser consciente de la posibilidad que los valores que funcionan como pilares de la sociedad capitalista del siglo XX y XXI, pueden no haber estado presentes en la humanidad mil años atrás.

Este planteo no se remite a lo historiográfico en exclusiva, sino que atacará a cualquier difusión de pensamiento que se base en facilismos sobre lo desconocido. También ocurre con los análisis y las actitudes actuales, tal el caso de la prohibición del velo musulmán en Francia.   Lo extraño –tanto por distancias temporales, espaciales o culturales- es con frecuencia estudiado basándose en la premisa absurda de que no se requiere una profundidad intensa en la comprensión antes de comenzar con las conclusiones.

Los valores propios, son tan solo eso: propios. El ego-etnocentrismo debe ser identificado, para descreerle.

Gambetealo

El “fin de la historia” nunca llegará, somos pleno movimiento, cambios sociales recurrentes, búsqueda permanente por superar insatisfacciones. El estancamiento total podrá ser solo individual, toda sociedad según sus límites encontrará el espacio donde manifestarse. Hasta cuando sea recóndito.
Las recetas podrán ser discutidas, como también los modos de encarar el cambio y la teoría en que se inspire. No pretendemos allí el consenso. Hoy el apoyo entero, convencido e imposible de negociar es la necesidad de justicia social.
No hablamos de un concepto judicial, sino de uno social. Se trata que los baches podrán inconvenir a los automovilistas, los senadores podrán no cobrar el plus por desarraigo, o podríamos tener un feriado menos o uno más y podría no haber un organismo nacional encargado de la manipulación de la inflación. Así, la falta de centros de salud o el hacinamiento en ellos, las escuelas tomadas –como el Liceo 12- porque los edificios no dan más, las familias como las de Ciudad Evita que deben poner el cuerpo por un pedazo de tierra, son de las cosas que no deben suceder jamás. Y suceden. Y mucho.
De la misma forma como llegará a describirse propio del ser social el espíritu de cambio que antes mencionamos, contarán igual frecuencia los perpetuadores, los conservadores y los retrógrados de la realidad. Siempre se combatirá frente a aquellos que desempolvan cualquier vieja usanza para impulsarla aunque no tenga vigencia popular ya. Qué son sino el “servicio civil voluntario” que fue aprobado en senadores o el golpe de Estado fallido en Ecuador.
Será probable que una fuerza con potencial de cambio se hará solo realidad cuando contenga la pujanza necesaria para avanzar triunfante contra esos obstáculos que quieren siempre ser barricadas impasibles. Son esas pruebas las que piden una buena gambeta  y un caño que salga limpito. Las luchas fáciles ni son luchas. Corriente es la presencia de estas duras resistencias impopulares. Habrá que gambetearlas.

Presente de lucha, el futuro es nuestro

Cansados del ninguneo y la ausencia de un Estado deficiente, hartos del presupuesto irrisorio destinado a la educación, los estudiantes de la Ciudad de Buenos Aires pararon la pelota. Alumnos secundarios y universitarios pusieron el grito en el cielo. Unificaron sus voces y, mediante diversas medidas de fuerza, dijeron basta. La escuela Liceo 12 es una de las más de treinta instituciones que dieron y continúan dando batalla en esta coyuntura que atraviesa la educación pública. Presente que entusiasma y promete un nuevo horizonte de lucha conciente, solidaria y colectiva.


 
Primero fueron los docentes porteños que consideraron “insuficiente” la propuesta de aumento salarial. Luego fue el turno de los estudiantes que se levantaron producto del descontento con las autoridades y la situación edilicia. A partir de allí se efectuaron cortes de calle, piquetes, marchas y protestas, conjuntamente con la toma de instituciones universitarias y secundarias.
El escenario está mutando en América latina. Y Argentina no es la excepción. La recomposición y articulación de los actores del campo social es tan paulatina, como auspiciosa. El neoliberalismo no sólo fue cambio y asentamiento de un nuevo modelo económico. Fue una revolución político-cultural que atentó contra la participación soberana, y entonces, el tejido social quedó devastado. Ese modelo cumplió sus objetivos, aunque dejó grietas.
En el tiempo se fueron gestando algunas fisuras por donde hoy, el estudiante –como actor social determinante y como símbolo de lucha social- logró filtrarse. No como individuo aislado, sino como participante de un colectivo que promete dar batalla.
La revolución neoliberal naturalizó la ineficiencia estructural del Estado. El sentido común, poco a poco, hizo cotidiano la decadencia de lo estatal. La escasa participación política del conjunto de la sociedad contrastó con el compromiso de las décadas del 60´ o 70´.
Pero hace pocos días una nueva película se echó a rodar. Alumnos secundarios y  universitarios reaccionaron y dijeron ‘basta, hasta acá llegamos’. Cansados de estudiar en condiciones infrahumanas, pretenden una situación edilicia digna. No quieren sufrir del frío del invierno por falta de calefacción. Se anticipan al inminente verano, y al estado de las aulas, a las que se le niega un ventilador. Luchan por no acostumbrase a lo que los gobernantes, los instan a naturalizar.
Los alumnos del Liceo 12 no son la excepción. Emplazada en el centro de la Cuidad, en el barrio porteño de Caballito, el Liceo 12 es una de las más de treinta instituciones que se sumó a la protesta, poniéndose a la vanguardia de la lucha estudiantil. Sito sobre la calle José María Moreno al 300, la escuela vivió una situación particular. A diferencia de otras entidades más politizadas, se organizó a partir de la necesidad de dar apoyo al resto de los establecimientos que se habían puesto al frente de la lucha.

Mauro, alumno del Liceo 12, cuenta que en su paso por el colegio Lenguas Vivas dio sus primeros pasos como actor político, y comenzó a tomar conciencia de que mediante asambleas, donde se intercambian voces, ideas y opiniones, la realidad se puede transformar. “Ante esta problemática que afectaba a los colegios secundarios, urgió la necesidad de organizarnos para decidir qué hacer, aunque no quisimos que la primera votación sea en una asamblea, porque creímos que sería poco inclusiva. Entonces pasamos curso por curso durante los turnos mañana y tarde, y a escuchar qué opinaba la mayoría. Así se decidió, el Liceo estaba tomado”, explicó Mauro.
Camila, estudiante de quinto año, se sumó a la charla: “Fuimos alrededor de veinticinco, si mal no recuerdo. Nos dividimos para ir a nuestras casas a buscar cosas y a la noche hicimos una vaquita para los ingredientes y comimos pizza que nos hizo el casero del colegio. Levantamos la toma el 16 de septiembre para ir a la marcha de la Noche de los Lápices y armar una semana de concientización con juegos, charlas y debates. Nos salió bastante bien: logramos tener en las posteriores reuniones, posiciones totalmente desencontradas, y así y todo llegar a un acuerdo”. En la marcha en memoria a los siete alumnos desaparecidos por la última dictadura militar, se reflejó la lucha genuina de los alumnos: “Fuimos sesenta alumnos del Liceo, cuando hacía dos semanas en la primera marcha éramos diez. Ese fue, creo, nuestro mayor logro: actuar en base a lo que pensamos, y no a lo que nos dicen que tenemos que hacer. Y no por hacernos los rebeldes, sino porque nosotros vamos al colegio a estudiar, a escuchar, a pensar, a hablar, y también a hacer política ¿por que no?”, afirmó Camila.
La batalla del Liceo 12 no está aislada del resto de los secundarios. Cada colegio, con o sin Centro de Estudiantes, organiza sus asambleas y elige a sus delegados. Estos llevan la voz a la CUES (Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios), espacio de reflexión, debate y construcción.
Es un bloque, no hay fisuras. Los delegados representan la voz de la mayoría. Y con las voces de esas mayorías, se toman todas las decisiones.
Con ese compromiso y participación como estandarte, el 16 de septiembre, a treinta y cuatro años de la Noche de los Lápices, el estudiantado atiborró la plaza de los Dos Congresos, frente al Congreso de la Nación. Una multitud dijo presente por convicción y compromiso.
Es interesante resaltar lo que planteaba Eduardo Aliverti, en su editorial del lunes 13 de septiembre pasado, en el diario Página 12, cuando proponía un brindis por el proceso que atraviesan los estudiantes: “¿No es emocionante haber descubierto estas reservas insurrectas en la manga de pelotudos y víctimas que dábamos por sentada? ¿No hay que festejar que hay vida rebelde donde sólo aparecían unos tarados yermos?
Y lo que Aliverti observa desde arriba, Camila lo ratifica también en palabras, pero desde abajo: “No nos vamos a quedar sentados charlando de lo que no cumplieron los señores funcionaros, tenemos actividades para organizar esta semana para incluir a los vecinos, docentes, padres, profesores. Esta es nuestra lucha”.
El escenario político de principios de esta década plantea una realidad distinta a la de años anteriores. No hay más siga siga. En esta vía, el futuro promete y se muestra alentador.

¿Qué va a ser?

Por Fidel Hernández
¿Qué va a ser de las emociones que nos conmueven, señores, si ustedes las reemplazan por ordenadas líneas de cuatro?
 ¿Qué va a ser, señores, de los número 10 y sus imborrables pisadas, si ustedes los modernizan como corredores en planteos mezquinos que producen bostezos?
 ¿Qué va a ser de las gambetas que pueblan las infancias, señores, si ustedes prefieren construir monopolios de volantes de contención?
 ¿Qué va a ser, señores, de la audacia que vuelve irresistible a este juego, si ustedes ponen defensores centrales como laterales para tapar las subidas del miedo que los domina?
 ¿Qué va a ser de la generosidad que dignifica a la pelota, señores, si ustedes vuelven mediocampistas creativos a los laterales y sientan a los armadores de ilusiones en el banco?
 ¿Qué va a ser, señores, de las hazañas de los wines, si ustedes les repiten, hasta el hartazgo, que persigan a sus marcas por toda la cancha?
 ¿Qué va a ser de la belleza que nos arranca sonrisas, señores, si ustedes convencen a los cracks de que vale más ser práctico que cuidar a la pelota como a un gran amor?
 ¿Qué va a ser, señores, de la magia que nos cautiva domingo a domingo, si ustedes se creen que existen recetas para no perder?
 ¿Qué va a ser de la creatividad que imagina espacios en el caótico tránsito de piernas, señores, si ustedes declaran que ser inteligente es darse cuenta de que hay partidos en los que se debe “luchar” y no “jugar”?
 ¿Qué va a ser, señores, de los imponderables que nos cortan la respiración en el último minuto, si ustedes creen tener fórmulas para cerrar partidos?
 ¿Qué va a ser de la justicia que justifica la vida, señores, si para ustedes sólo merece respeto el que gana?
 ¿Qué va a ser, señores, de la injusticia que quema las tripas, si para ustedes el que pierde no tiene derechos?
 ¿Qué va a ser de nuestra historia de toque corto y al pie, señores, si ustedes se creen capaces de diseñar un “Falcon” eficiente?
 ¿Qué va a ser, señores, de los que intentan ser honestos con el espectáculo, si ustedes creen que el secreto de la felicidad está en las victorias que no se merecen?
 ¿Qué va a ser de las gargantas disfónicas por los gritos de gol, señores, si ustedes los ahogan con defensas superpobladas?
 ¿Qué va a ser del compromiso con el buen juego, señores, si a ustedes sólo les importan los tres puntos?
 ¿Qué va a ser del fútbol, señores, si ustedes se esmeran todos los días por transformarlo en un espectáculo aburrido y miserable?
 ¿Qué va a ser de nuestros ojos, de nuestras alegrías y de nuestros sueños, señores, si ustedes, con tal de no perder, le entregan las convicciones a la eficacia del resultado?
 

Desde el cine las culturas del aguante

Las barras bravas, un mundo opulento, Julio Humberto Grondona y una mezcla interminable de variables se tratan de explicar en el documental Fútbol Violencia S.A. de Pablo Tesoriere que trata de realizar un dibujo general del panorama. ¿Hay esperanzas para apagar la maquinaria de los golpes brutales?

“El Sr. Julio Humberto Grondona (presidente de la Asociación del Fútbol Argentino) se negó a ser entrevistado para este documental”. La aclaración, en letras de molde, es parte del final de Fútbol Violencia S. A., documental escrito y dirigido por Pablo Tesoriere. El realizador piensa que Grondona sabe de la existencia del film. Pero interpreta que el silencio como respuesta es lógico. “La AFA, al igual que en las causas de violencia en el fútbol, está ausente en el documental y no me parece mal. Refleja una realidad”, dice. Más del 75% de las muertes vinculadas a los desmanes futboleros -con la excepción de la tragedia de Puerta 12, que mató a 71 hinchas de Boca- se produjeron durante su mandato, iniciado en 1979 con el apoyo clave de Carlos Lacoste, el marino con sumo poder sobre el mundo de la pelota en la última dictadura.
    Reducir el problema a la figura del veterano dirigente de 79 años, sin embargo, es un error. La mirada sociológica y abarcativa al inicio de Fútbol Violencia S. A. acerca un dibujo del panorama. Hay entrevistas a políticos, funcionarios encargados de la seguridad, científicos sociales, periodistas y madres con hijos víctimas de la violencia. Víctor Hugo Morales describe a los generadores: “Ir a un baño en una cancha y pagar por estacionar en la calle también es violencia”. El escritor Eduardo Galeano ilumina las sombras: “El barrabrava ofende al fútbol, como el borracho ofende al vino”. El abogado Marcelo Parrilli, fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), aporta acaso la visión más lúcida. “Son grupos sin sustento político, ideológico, ni religioso. Si se acaba el dinero, su función desaparece, se acaba el grupo. Los barrabravas son militantes profesionales. Militantes del dinero”, asevera.
    El arduo y prolijo trabajo de edición se nutre con imágenes inéditas, cedidas por el Comité Provincial de Seguridad Deportiva (CoProSeDe) y por testigos de los hechos. “Generan estupor”, NOS marca Tesoriere. Un policía, entonces, cachiporrea a un hincha en la cabeza. Otro dispara a una tribuna colmada de espectadores. Sonríe. Se pavonea ante sus compañeros. “Pablo Tesoriere es al fútbol lo que Michael Moore es a la política económica y exterior norteamericana”, compara el crítico Ezequiel Boetti. Pero, escribe, la película “diluye su potencia cuando abandona el abordaje sociológico y analítico de la narración cerebral por otro más sentimental”. Tesoriere explica que el familiar lo descoló en los cuatro años de producción. Que esa es la parte real y la otra la objetiva. Incluye así el testimonio desgarrador de Familiares de las Víctimas del Fútbol Argentino (FaViFa). “LA AFA no existe, es un ente nefasto”, asegura Liliana García, presidenta de la organización y madre de Daniel García, asesinado a los 19 años en Paysandú, Uruguay, durante la Copa América 95.
  ¿Hay voluntad para apagar la maquinaria de la empresa Fútbol Violencia S. A.? La esperanza en el largometraje está depositada en los autoconvocados de Newell´s, que terminaron mediante las urnas con los 14 años del ex presidente Eduardo López, en la salida del fraudulento Pablo Scarabino de Central y en las palabras de Nicolás Martínez Dalke, un socio de Talleres de Córdoba en lucha contra su gerenciamiento, que invita a participar y a luchar para transformar la realidad. La violencia, está claro, va de la mano de la corrupción. La principal falla de transferir la solución inglesa a la Argentina radica en que los hooligans no tenían connivencia con el poder político. Muchos periodistas la ponen como ejemplo. Un hincha, en un comentario de un blog, pidió incluso que por favor no se tome esa resolución. Sabe que muchos serían excluidos a través de entradas costosas. Se reduciría a un público de elite y a la televisión. 
   Tesoriere, autor también de Puerta 12, planea para el futuro un documental relacionado a la inacción de la Justicia en los casos de muertes en torno a la violencia en el fútbol. “¿Qué pasa con la Justicia? ¿Por qué todo está tan estancado y las causas prescriben?”, se pregunta. De 1983 a 2008 se registraron 124 víctimas fatales. Sólo 16 lograron una condena. La ausencia de la AFA y el Estado encaminan las respuestas. “No manejan estadísticas ni creo que estén preocupados por el tema”, corrobora. Fútbol Violencia S. A. tiene como jefa de producción a Mónica Nizzardo, alma máter de Salvemos al Fútbol. La ONG, que lucha por un fútbol más justo y con memoria, carece de apoyo y está apremiada por deudas. La AFA, en cambio, ya no hace silencio. Se reúne con barras en la biblioteca del cuarto piso del edificio. A metros, una placa recuerda a las víctimas de la violencia en el fútbol. Está adelante de un monolito centenario de la AFA y frente al Palacio de Justicia. Puro simbolismo.

H.I.J.O.S. e hijos de puta

El represor Luis Abelardo Patti comenzó a ser juzgado junto a dos militares y su jefe policial, por delitos de lesa humanidad. Sus hechos, imperdonables. Ellos, impresentables. Aún se sostienen sobre un pedazo de madera. Bastones, vastos de mierda. Se pudren, la mierda los come. La caída es inminente. El piso, se empieza a infectar.

El tren sale de Retiro, a paso lento, camino a José León Suárez. Cientos de casas lindantes a las vías del ferrocarril Mitre se sostienen sobre pedazos de madera. Pueden caerse, hoy, mañana. En fin, resabios de la dictadura.
Se sostienen sobre un pedazo de madera. La caída es inminente. Se mesen. Se pudren. Se pisan entre sí. Y se van al piso. Por siempre.
En Suárez comenzó un juicio, esperado, ansiado. La utopía, ahora, es real, tangible, visible. Y puede sentirse. Por siempre.
Ellos, todavía ahí. Tres hombres trajeados, avejentados, encorvados. Sentados, se sostienen sobre un pedazo de madera. Bastones, cruentos. Otro, yace en una madera horizontal, devenida en camilla. Los cuatro son juzgados por sus pasados, en el presente, por el futuro. Por siempre.
Manuel Gonçalves es hijo de Gastón Gonçalves, secuestrado, torturado y asesinado. Al ex subcomisario Luis Abelardo Patti le imputan ese delito, como la privación ilegal de la libertad de otras ocho personas, de las cuales seis fueron torturadas. “Estos cuatro cobardes van a empezar a pagar y se va a acabar la impunidad. No pasará ni un año más”, vocifera Manuel, memorioso, nostálgico, y feliz, prosigue: “Mi hija estuvo pegando los banderines que colgamos hoy. Así que una generación ya sabe”, cuenta Manuel, orgulloso.
“Es un momento histórico, en el país hay trece juicios abiertos a genocidas, más el de (Emilio) Massera en Italia. Era parte de lo imposible, y se hizo posible”, explica Giselle, de la agrupación H.I.J.O.S (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Esta organización nació en 1995, en la mitad de una década menemista lejana a la memoria. Y nació con más fuerza, entonces, para luchar contra esa corriente de olvido, para exigir justicia, con la necesidad de reconstruir historias, vidas, privadas de su identidad.
“Patti es un personaje particular, que difiere al resto de los genocidas por haber sido electo para diputado nacional, en 2005, pese a haber hecho público homicidios, y seguir siendo consecuente al aparato represivo”, argumenta Giselle, luego de la kermesse organizada por la organización el pasado lunes 27 de septiembre, en el comienzo del juicio. En el Auditorio Hugo del Carril de José León Suárez, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín comenzó a juzgar a Patti, junto a Reynaldo Bignone, el ex general Santiago Omar Riveros y el ex jefe de Patti en la comisaría de Escobar, Juan Meneghini, por allanamientos ilegales, secuestros, tormentos y un homicidio, todos delitos cometidos en la megacausa Campo de Mayo.
Frágiles como casas de naipes, las casillas de madera que rozan la estación de Retiro están al caer. Son secuelas de la dictadura militar, que la indiferencia general, se encarga de mancillarlas, más.
Ellos, son la dictadura. También se sostienen sobre un pedazo de madera. Sobre bastones, vastos de mierda. La caída es inminente. Se mesen, la mierda los encorva. Se pudren, la mierda los comió. Se van al piso. Se caen. El piso, se empieza a infectar.

Victimario
El disfraz que luce Luis Abelardo Patti en la clínica donde está internado revela su real estado de salud. Y desnuda la puesta en escensa que intenta mostrarlo como víctima, yacido en una camilla, en el inicio del juicio en el cual es juzgado por delitos de lesa humanidad.

Un sumo que aplasta

Se jugó en Buenos Aires el primer torneo de sumo. Ni gordos empujándose, ni gigantes con pantalones raros, una tarde deportiva con toda la alegría en el Jardín Japonés.

Fui equivocado.
Hubo un error desde el principio.
Una risa, una segunda y  hasta, quizás, una tercera. Enterarme de que había un torneo de Sumo en el jardín japonés me pareció muy loco. Con la mochila llena de prejuicios fui a ver  pelear “gordos contra gordos”.
La tarde de domingo estaba hermosa. Sol radiante, aquel que suele regalarnos los albores de la primavera. El jardín japonés, siempre bien cuidado y adornado y armónico me recibió de excelente manera. Fui con la cámara y el grabador a ver lo que hasta ese momento iba a ser una nota bizarra, de color, como quieran llamarle.
Yo, ahora, lo llamaría: un error.
Luego de tener completo y libre acceso al parque, lo tuve, por la gentileza del jefe de prensa, a la carpa donde se disputaba el primer torneo abierto de Sumo en la Argentina. Suena raro. El deporte nacional del Japón tenía su primer evento organizado por la Asociación Buenos Aires Sumo.
Algo ansioso por ver de qué se trataba, con algo de morbo y tan, pero tan, equivocado alcé la cabeza apenas entré a la carpa buscando sobrepasar a las muchas personas que había adelante mío. Ahí los vi, luchando apasionados, agarrándose los unos a los otros como quien no deja escapar a la pasión. Me dio vuelta.
El torneo ya había empezado y la gente observaba seriamente. No es fácil entrar en clima. Es algo que rompe todas las estructuras, las pisa. No es el Sumo de Japón, no es profesional, ni imperial, ni elitista. Es Sumo entre aficionados organizados y autogerenciados. Es una asociación integrada únicamente por luchadores que, de su bolsillo, bancan la actividades e intentan la difícil tarea de difundir su actividad tan amada, su hobby que los saca del frenesí laboral cada día de entrenamiento.
Los prejuicios se fueron incendiando de a poco, las estructuras se fueron cayendo, las risas burlonas se  callaron y los errores fatales iniciales se convirtieron en bronca, culpa, autocrítica. No estaba viendo pelear “gordos contra gordos” estaba viendo un deporte, uno más. Tan amado por los luchadores, tan incomprendido por nosotros. Es mentira, no son todos gordos, no hace falta ser gordo ni flaco para ser sumotori,  basta simplemente, con que te guste, con sentirlo como lo sienten los luchadores que veía en ese momento. Ellos son: Federico, Hernán, Martín, Juan, Marcelo. No importan los nombres. Importa que son como vos, que son nosotros.
Las luchas fueron pasando, las sonrisas se volvieron alegres, los luchadores fueron venciendo a cada uno de los observadores. Y así fue como lograron la victoria final, la gran proeza de hacer entender que no es nada raro, que está bueno, que es un arte marcial más. Y que ser gordo o no serlo no te impide hacer deporte y mucho menos hacer Sumo. El campeón es anecdótico, los trofeos son simplemente para la foto, no hubo luchadores ganadores ni perdedores entre si. Hubo una sola victoria y fue la del Sumo contra mi, contra todos los que estábamos mirando y, ahora, contra vos.
La asociación buenos aires sumo se fundó hace muy poco, separándose de la asociación imperial, elitista y verticalista que hasta aquel momento era la única en el país. Ahora ya no lo es, ahora existen ellos que además de ser los dirigentes y las autoridades son los propios luchadores. Ellos lo sienten, ellos deciden. Ya ningún ejecutivo de corbata que nunca lucho sobre la arena decidirá verticalmente por ellos. Ahora, los luchadores, de manera horizontal y popular esperan nuevos integrantes, nuevos desafíos, nuevos prejuicios para romper. Ellos luchan, ellos se apasionan, ellos deciden.

El error. La lección. La reflexión. Y, por último, esta crónica que intenta decir que el Sumo aplasta prejuicios.