Archivo por meses: junio 2010

Arbolito, de Parque en Park


Agustín Ronconi, Ezequiel Jusid, Andrés Fariña, Diego Fariza y Pedro Borgobello le dan forma a la banda que comenzó en 1998 tocando en Parque Lezama todos los domingos pidiendo electricidad a los artesanos. El 13 de junio copó el Luna Park para presentar su último disco, Despertándonos. 
En 1998, Osvaldo Bayer consintió en que la banda llevara el nombre del ranquel cuya historia será siempre recordada gracias al libro Rebeldía y Esperanza: Arbolito, ajusticiador del genocida coronel Federico Rauch. Desde ahí, Agustín Ronconi (multiinstrumental), Ezequiel Jusid (voz y guitarras), Andrés Fariña (bajo eléctrico), Diego Fariza (batería y bombo legüero) y Pedro Borgobello (clarinete y quena) –todos egresados de la Escuela de Música Popular de Avellaneda- construyeron a base de alegría una “orquesta de rock”, según palabras del escritor. Pasando por los domingos en Parque Centenario, giras al interior y hasta la presentación de su quinto disco, Despertándonos, en el Luna Park, nunca dejaron de lado sus canciones con contenido social.
La Chilinga, Daniel Buira y Verónica Candomí los acompañaron el 13 de junio en el escenario; en el estudio, se sumaron León Gieco, Tito Fargo, guitarrista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Gustavo “Chizzo” Nápoli, el cantante de La Renga. Después de un ensayo previo a la presentación, en una pizzería de Parque Patricios, Pedro Borgobello nos cuenta : “Estuvo buenísimo grabar con Chizzo. Cuando compusimos Europa pensábamos en él y hasta jugábamos a imitarlo. Cuando vino al estudio nos encontramos con un chabón re copado. Salió mucho mejor de lo que esperábamos. La Renga es una de las bandas más auténticas que hay. Los flacos que están en el escenario son los que están después en la barra”.
¿Qué tienen en común La Renga y Arbolito?
Por un lado, la gente de sonido y uno de producción de ellos que es amigo de Ezequiel (Jusid). Por el otro, las formas de relacionarnos. Los de La Renga trabajan muy profesionalmente, pero con un trato humano como a todos nos gustaría. Tocan para 80 mil personas y se pueden llevar bien entre ellos. Esto nosotros siempre tratamos de rescatarlo. Hay productores que no son así y les decimos: “Mirá, queremos trabajar bien. Respetándonos”. Primero te cagan con la guita. Después te dicen que van a hacer algo y no lo hacen. Se pelean con gente que está con nosotros. Lo que pasa en la sociedad. Pero ¿por qué me la tengo que bancar?
Hablabas de la profesionalidad de La Renga. ¿Qué les hizo dar el salto que dio Arbolito para salir de Parque Lezama y llegar al Luna Park?
La constancia en el trabajo. Nunca paramos de tocar. Íbamos al Parque porque ahí estaba la gente. Los que nos escuchaban se podían comprar el disco o se podían ir si no les gustaba. Ahora en la nueva Buenos Aires de Mauricio Macri no se puede tocar más en la calle… Pero no pasó nada que nos haya hecho explotar. Nosotros seguimos produciendo fechas nuestras. La del 13 de junio no porque es demasiado grande, pero hace años que venimos haciendo fiestas. Esa constancia hizo que ahora sintamos que no nos quede grande el Luna Park.
¿Qué sintieron cuando tocaron ahí en noviembre pasado, para el programa Sin Estribos?
Fue un flash porque el lugar tiene una carga muy fuerte. Hubo cada monstruo ahí… Hubo mucho agite. A partir de ahí empezamos a sacar cuentas. “¿Podremos presentar el disco acá?”.
Volviendo al tema Ciudad de Buenos Aires…
No podés ir un domingo a una hora, pedirles electricidad a los artesanos y ponerte a tocar.  Eso limita muchísimo a la cultura popular. ¿Cómo vas a prohibir que un artista se exprese? No estás haciendo nada malo. Al contrario, estás permitiéndole a la gente disfrutar de una obra artística, que comparta algo, se haga amigos. Lo que pasa es que estamos en una sociedad que apunta al aislamiento. Es más fácil así dominar. Mantienen las cabezas cuadradas y las manejan como un tablero de ajedrez.
¿En el Interior también es así?
Depende a dónde vayas. Algunos pueblos tienen intendentes fachos que no te dejan ni en pedo.
¿Hasta dónde llevaron la chata, un Scania ‘59 que tenían para llevar los equipos y no pagar fletes?
Yo diría que la mitad de la provincia de Buenos Aires. Pero también llegamos, sin la chata, hasta el Chalten o Río Gallegos. Llegó un momento en que la familia estaba crecida. Teníamos iluminador, sonidista, alguien que se encarga de armar el escenario. La chata no dio para más. Quedaba casi sin uso. Así que la sorteamos para juntar plata para construir unas aulas en un bachillerato de Villa Domínico. Recién me enteré que anda media muerta la chata…
¿Cómo eran los viajes?
Íbamos con los equipos, la batería, todos los instrumentos. Arriba de todo eso tirábamos un colchón y encima de él nos tirábamos un par. Muy cómodo.
Me la imagino como la de Scooby Doo.
Más o menos.
Te llevo al tema Despertándonos. Me lo tuve que bajar para escucharlo. ¿Qué pensás de la piratería?
Bajarse música es una gran herramienta cultural. Se puede bajar música que por medios legales es imposible conseguirla. También te da la posibilidad de chusmear un poco sin necesidad de escuchar la radio, que te pasa todo el día publicidad y es un embole. Pero por otro lado tenés al tipo que hace una industria de la copia de discos que, en realidad, son de los artistas. Las productoras no me parecen mal. Invierten en música. Después te puede gustar más o menos, pero eso va a hacer que compres o no el disco. El otro día hablábamos con los chicos sobre la cantidad de libros que no hubiéramos leído si no hubieran sido editados por una gran editorial.
¿En qué los ayudó grabar el CD con una productora discográfica?
De manera independiente hubiera sido muy difícil hacer este Despertándonos. Hubiera sido diferente. A los estudios, los técnicos, los asistentes y todos los que trabajan en la grabación no los hubiéramos podido contratar por nuestra cuenta. A nosotros nos resultó conveniente. No tenemos absolutamente ninguna restricción.
Eligieron el nombre del disco porque dicen que el continente se está despertando. ¿Por dónde pasa ese cambio?
Se está volviendo a entender el mundo de otra manera. Hay una cuestión latinoamericana que está llegando a esferas del poder muy alto como es para mí Evo Morales. Bolivia es un lugar súper-potente de América, igual que el Sur de Perú. Los incas no lo eligieron por casualidad. El hecho de que Bolivia esté gobernado por ellos mismos no es algo que hay que dejar pasar. También hay una generación que se está sintiendo latinoamericana. Yo me siento latinoamericano, no europeo como otras generaciones. Roca se encargó de que los indios tengan vergüenza de ser indios. Yo me siento mucho más cercano a ellos que a los primeros venecianos que vinieron a América con mi apellido.
El disco arranca con Baila, baila. ¿Qué significan las primeras palabras? 
Lo mismo que lo que cantamos en castellano, pero en mapuche. Los idiomas originarios tienen otra lógica, otra forma de pensar, porque tienen otra forma de ver el mundo, de relacionarse y de vivir.
El nombre de la banda surgió de la lectura de Rebeldía y Esperanza, el libro de Osvaldo Bayer que cuenta la historia de Arbolito, un ranquel que mató al etnocida a sueldo, el Coronel Rauch. Siempre que puede, el escritor los va a ver y hasta cuenta la historia en el escenario. ¿Tuviste oportunidad de hablar con él?
Hablo seguido. De hecho, me llamó hace poco porque está armando un Encuentro de Pueblos Originarios con la intención de desmonumentar a (Julio Argentino) Roca. Este asesino serial tiene una estatua gigante a metros de la Plaza de Mayo y es un tipo que se dedicó a matar gente para que sus tierras hoy las tenga Benneton o garcas de la Sociedad Rural Argentina. Hoy está mal visto hablar de Videla, pero hay que sumarle a Roca y a Sarmiento, otro terrible hijo de puta que hizo escuelas públicas para disciplinar a este país y sacarle la indianidad y la cuestión de la libertad y de gauchaje. Para nosotros Osvaldo es un ejemplo de todo.
En el disco se produce un corte con respecto a las letras con la canción En este instante. 
Justo la compuse yo ésa. No es que no me interese la cuestión social, al contrario. Nosotros siempre decimos que creemos en la lucha, pero dentro de eso podemos divertirnos y pasarla bien. No tenemos por qué siempre estar en la protesta. Somos personas y también nos pasan cosas.
¿En qué otras bandas ves que haya protesta?
Nosotros, en realidad tampoco hacemos canciones de protesta. Suena a algo de 30, 40 años atrás y a enojo. Es entendible, pero de otro momento. Lo que hacemos tiene contenido social. Creo que hay bandas con contenido, pero tienen otras formas o lenguajes. Las letras de Calle 13, de Intoxicados, de La Renga, de Callejeros tienen mucho contenido. Hay bandas que dicen cosas, pero esta sociedad tiende a la individualidad y a mantenerte la cabeza con el shampoo por dentro. Es mejor para los que dominan que digas boludeces o “menéalo, menéalo” como dice Capusotto.
Le sigue una canción que se llama Mala leche, claramente dedicada por un lado a la Sociedad Rural “Leche tirada en la ruta/fruta pudriéndose al sol/con tantas pancitas que esperan”, y por otro, a la Pachamama. Después, un tema muy raro: Locutar. ¿Surgió solo del odio a los celulares?
Nosotros somos medio reacios a los celulares, pero no solamente todos tenemos, sino que también tenemos una flota para comunicarnos gratis entre nosotros. La canción surgió un día que estábamos ensayando en la sala y suena el celular de Ezequiel. De repente lo veo y me mira como diciendo “loco, estoy hablando”. Ahí le dije “loco, a locutar al locutorio”. Quedó como un chiste, pero es como una llamada de atención. Estos aparatitos generaron una desconexión humana que hace que si estás en una reunión de amigos, se pueda cortar el clima en un instante.
 El cierre es El sueño del pibe, un tema instrumental…
Nosotros estamos cumpliéndolo. Tenemos una banda de amigos con la que hacemos la música que nos gusta. Salimos de gira juntos. Hacemos una fiesta. Despachamos nuestro mensaje. La gente se copa viéndote. Baila.
Con el final del disco, llegó el final de la entrevista. El grabador es apagado y Pedro habla emocionado de Osvaldo Bayer. Su casita llena de libros: en la sala de estar, repleto; en los pasillos repleto; en el patio cubierto, hay libros entre las enredaderas. Pero además, Pedro cuenta “tiene todos los datos en la cabeza”.
Paso a paso retornamos a Alberdi y Caseros. Tras la despedida, él dobla hacia su club, su segunda casa.

Argentina Americana

Si de Latinoamérica hablamos, ¿cómo olvidarnos de aquellos hombres y mujeres que han viajado kilómetros desde su país natal hacia la Argentina en busca de una vida diferente? Los inmigrantes bien se insertan en la sociedad argentina, aunque a algunos les pese.

Bolivianos, brasileros, chilenos, paraguayos, peruanos y uruguayos forman parte de nuestra existencia diaria, ya sean amistades, familiares, conocidos o simples transeúntes que pasan al lado de nosotros sin darnos por enterados. Pero, si tan dentro de nuestra cotidianeidad están, poco parecemos saber de ellos: por qué vinieron, cómo sienten estar lejos de casa y, por sobre todo, cómo los recibimos…

Entre nosotros, son nosotros

Un millón de inmigrantes de países limítrofes –más Perú- residen, según el último censo de hace ya 9 años, en este austral país. Por orden de cantidad, los paraguayos son quienes ocupan el primer puesto con 325 mil personas, luego le siguen los bolivianos con 233 mil, muy cerquita –y aunque no lo crea- 212 mil chilenos han pasado la cordillera para asentarse en Argentina. De lejos le siguen los uruguayos con 117 mil, y la nómina culmina con Perú y Brasil, cuyo contingente de inmigrantes son de 88 mil y 34 mil respectivamente. En su mayoría – casi 50%- se instalaron en la Provincia de Buenos Aires, luego en Capital Federal -20%- y por último en la Patagonia -8,8%-.

¿Sorprendidos? Sí, solo 2 de cada 100 personas son de países limítrofes, lejos de toda exageración –que suele ligársele a la xenofobia- como que “son millones”, y ni hablar de lo que ello trae a lugar con frases como “vienen a robar nuestros trabajos”…

Dentro de los motivos que justificaron la salida de su país natal, la gran mayoría la tuvieron por causas económicas: el 80% de los paraguayos se fueron de casa por el desempleo, cifra apenas menor -60%- para las demás colectividades. Por último y siempre rondando el 10%, la necesidad de reencontrarse con la familia bastó para cruzar la frontera.

Pero, ¿por qué Argentina y no otro lugar? En una nota dada por el Cónsul General del Consulado de Perú, Manuel Souza[i] resaltó que “Las leyes migratorias en Argentina no requieren visa. Por la cercanía se puede acceder por tierra y además a diferencia de EE.UU y Europa no hay problemas con el idioma”. Por otra parte, “Argentina es una alternativa de trabajo y da mucha facilidad en cuanto al tema de seguridad social. Hay gente con enfermedades que vienen aquí porque el sistema de salud le brinda posibilidades que no tiene en Perú. Aquí los papeles son inmediatos, apenas uno llega va con su pasaporte a migraciones presenta los antecedente penales y ya está.”

Pese a todas estas facilidades que parece presentar este país, la capacidad de absorción de los grupos extranjeros deja mucho que desear, o mejor dicho, está a la par de lo que sufre cualquier argentino a la hora de conseguir empleo. Tiene las mismas complicaciones. En cifras, solo la mitad de los brasileños trabaja formalmente, luego entre el 60 y el 70% de los bolivianos, chilenos, paraguayos y uruguayos cobran un sueldo mensual y finalmente, los que han logrado una mejor inserción en el mercado laboral han sido los peruanos, cuya tasa de actividad es del 80%. Esto parece estar ligado a la escolarización que posee cada comunidad, donde los brasileños ocupan la menor cantidad de años en la escuela –el 30% pasó menos de 4 en un establecimiento educativo-, mientras que los peruanos van a la cabeza, con un 75% de inmigrantes que han estado más de 10 años en el sistema educativo.

“No son como nosotros”

Siempre que hablemos de extranjeros tendremos que hacer una pausa obligada, mirar alrededor y darnos cuenta que hay algo que rodea este mundo: la discriminación.

En una encuesta hecha por el INADI  -Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo- demostró que casi el 30% de los argentinos se rehúsa a aceptar la inmigración[ii].

En la vida diaria es algo que se puede notar fácilmente escuchando palabras como “perucas” o “bolitas”, quejas sobre cómo hablan, que son “todos chorros” o “que vienen y nos sacan los trabajos”.

Una nota de Pablo Sigal para Revista Veintitrés, cuenta como esto se reproduce en las escuelas, ya sea por parte de los estudiantes, como de las autoridades: “Es habitual hablar de discriminación por “portación de rostro”: tez morocha, rasgos aborígenes y ojos rasgados parecen ser las principales razones para ser discriminado. Pero aunque ese sea el primer factor para sufrir la burla o la indiferencia de los compañeros, también resulta importante el habla, o la forma del habla, que históricamente ha sido un pretexto de diferenciación social. En nuestro país parece que ese español diferente al rioplatense provoca irritación.”. Y profundizando sobre la escuela, cuenta la historia de una docente que hablando con una rectora, ésta última se quejó de que “que estaba un poco cansada de todos los chicos que venían de Perú y de Bolivia, que hablaban diferente, que no se les entendía, que en realidad hablan otro idioma y además son muchísimos más lentos, tanto en el habla como en lo cognitivo, por lo que hay que tener muchísima paciencia para trabajar con ellos. En la escuela se discrimina, no hay duda. Una sociedad que mantiene prejuicios contra grupos sociales de características diferentes, como gays, travestis, discapacitados o inmigrantes, inevitablemente los reproduce en el ámbito escolar.”

Pero si hay una segregación cultural, también la hay económica. Por un lado ya vimos como padecen del desempleo, pero a esto se le debe sumar a que, según palabras del mismo gobierno nacional, “la brecha de ingresos entre nativos y migrantes son elevadas”[iii] frente a un mismo empleo. A su vez, su inclusión en obras sociales es bastante baja, donde solo el 18% de los bolivianos tiene cobertura médica, siendo los que más sufren esta carencia, y llegando a un 60% de brasileños, situados en la baja cúspide.

Finalmente, no debe olvidarse de la segregación espacial, donde una cantidad para nada desdeñable debe asentarse en barrios marginales -12% de éstos, en Capital Federal, único que aporta datos al respecto.

Por más que asuste y desagrade a muchos que les encantaría pensar que este país está más cerca de Paris que de Cuzco, la realidad muestra cómo hay un vaivén continuo de hombres y mujeres, de cultura y de historias entre Argentina y los demás países de Latinoamérica. A las construcciones de “ellos” y “nosotros” persiste un pasado y un presente que nos unifica y que es más parecido que el banal hecho de la altura, algún rasgo facial o el modo de hablar. Viendo las cosas más allá de estas nimiedades, podremos entender un poquito más, situarnos un poquito por encima y observar con más lucidez el mundo que nos penetra a cada instante.


[i] http://24con.elargentino.com/conurbano/nota/19450-Inca-Cola-y-el-alma-peruana-en-Argentina/ CONSULTADO 22/06/10
[ii] http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-115649-2008-11-26.html CONSULTADO 22/6
[iii]http://www.mininterior.gov.ar/poblacion/pdf/Diagnostico_de_las_poblaciones_de_inmigrantes_en_Argentina.pdf
– Para los datos sobre los inmigrantes en argentina: http://www.indec.gov.ar/principal.asp?id_tema=164

Colaboración de artística visual por parte de Morena Mauriño.  Además de  ser estudiante de Artes Combinadas en la UBA y de Artes Visuales con orientación escenografía en el IUNA, con sus 19 años retrasó tareas de menor conciencia para emprender esta realización exclusiva para NosDigital.

Honduras ensangrentada

El 28 de junio de 2009 Honduras amaneció con un golpe de Estado. Casi un año después la violencia estatal y paraestatal es el denominador común. Para ejemplo basta una profesión: nueve periodistas fueron asesinados en 2010, y muchos trabajan con chaleco antibalas. Un comunicador del país centroamericano expresó: “Tras el golpe, se implementó un terrorismo de Estado para la prensa”.



Lejos de los flashes del mundo, Honduras es noticia en las páginas amarillas del planeta prensa, por los cada vez más a menudos asesinatos de periodistas. Los números, tan fríos como reales, provocan escalofrío. Nueve comunicadores sociales fueron asesinados en el 2010. La violencia que azota todos los rincones del país latinoamericano fue incitada desde las fuerzas políticas, cuando el Congreso con el siempre necesario apoyo de las Fuerzas Armadas produjo un golpe de Estado y destituyó del gobierno al presidente elegido de manera constitucional Manuel Zelaya.
Desde aquel día, triste, la imposición, la brutalidad, la armada de las fuerzas, despilfarraron en Honduras más imposición, mayor brutalidad, más desesperanza.
Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado el miércoles 16 de junio.
Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado luego de denunciar que había recibido amenazas.
Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado tras criticar a funcionarios locales y diputados por actos de corrupción.
Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado por evidenciar a los cómplices del golpe de Estado.
Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado, por comunicar. Por informar. Por no callar. Por hablar. Por decir. Por contar. Por concientizar. Por jugar en equipo. Por no jugársela solo. Por tanto, Luis Arturo Mondragón, periodista, fue asesinado.

Nicolás Asfura
Joseph Hernández Ochoa
David Meza
Nahum Palacios Arteaga
Bayardo Mairena
Manuel Juárez
Georgino Orellana
Luis Chévez Hernández
Son nombres y apellidos. Son hombres, periodistas, asesinados tras el golpe de Estado en Honduras.

Ningún crimen ha sido aclarado aún. En noviembre de 2009, elecciones antidemocráticas impuestas por los golpistas que tomaron el poder a la fuerza, decretaron la asunción de la presidencia de Porfirio Lobo, quien apoyó el golpe de Estado hace un año. Su ministro de Seguridad, Oscar Álvarez, aseguró que los reiterados crímenes en contra de los comunicadores sociales no se vinculan a la violación de la libertad de expresión. «La información que nosotros tenemos es que son cuestiones ajenas a las funciones periodísticas y no es una escalada que tenga como objetivo a los periodistas como tal», explicó.
Hoy, muchos periodistas hondureños trabajan con chalecos antibalas.
En contacto telefónico con un periodista hondureño, director de una revista, él no puso reparos en publicar su nombre. Sin embargo, algunas respuestas finalizaban con “esto en off, por favor, tengo miedo”.
Ese miedo, lógico, es injusto. Lleva a la autocensura, nos lleva a Nos a no decir quién es el audaz entrevistado.
– ¿Qué cambió en la prensa hondureña, tras el golpe de Estado de junio de 2009?
– Hubo una división en la sociedad, y los periodistas, como parte integrante de ésta, tomaron un bando y otro. De ambos lados, los periodistas recibieron intimidaciones, hubo periodistas agredidos y asesinados, las investigaciones no han sido lo efectivas que se quisiera. Hubo bajas en ambos sectores, de los que estaban en contra del golpe, y también de quienes estaban a favor.
– ¿La mayoría de los periodistas asesinados o perseguidos estaban en contra del golpe?
– Sí es verdad, pero también hubo periodistas pro golpe que tuvieron problemas. Un caso puntual es el de una periodista que recibió dos atentados, en el primero murió su hija, que estaba embarazada y en el segundo un amigo. Ella estaba plenamente identificada con el golpe de Estado, Carol Cabrera, se llama. Ella no murió y se está recuperando, quizá se tenga que exiliar. Los ánimos están muy caldeados, porque los enfrentamientos entre el Ejército y el Movimiento Nacional no cesan, y todavía no hubo  esclarecimiento en ninguno de los atentados.
– ¿En todos los atentados contra la prensa tiene que ver el golpe de Estado?
– Uno presume que esa fue la causa de los asesinatos de los periodistas, aunque es imposible asegurarlo, porque no hay una investigación que lo confirme. Ya han fallecido nueve periodistas y nada parece indicar que esto mejore.

– ¿Hubo casos de censura de parte de quienes tomaron el poder a través del Golpe?
– El caso más emblemático fue el del Canal 36, que es uno de los principales medios de comunicación y que hizo el esfuerzo de transmitir todo lo que sucedía, con la verdad, y por eso mismo el gobierno de facto cerró el canal, implementó la ley mordaza, con el falaz argumento de que incitaba a la violencia. Les confiscaron el equipo, le tiraron una bomba, pusieron un trasmisor gemelo, para intervenir la señal. En definitiva, se implementó un terrorismo de Estado para la prensa. A Radio Globo le ocurrió algo similar, opositora al golpe, los militares empezaron con intimidaciones hasta sacarlos del aire.
– ¿Esta censura caracterizó a todos los medios de comunicación que se manifestaban a en contra del golpe?
– Sí, en absoluto. Tras el golpe, todas las radios y televisoras se la pasaban poniendo música, o hablando de deportes, como si nada ocurría alrededor, en un pleno acto de desinformación.
– ¿Cómo es hoy el panorama en Honduras?
– Hoy todo el mundo quiere volver a la normalidad, pero es un proceso tan traumático, que va a costar en disiparse, por la forma en que se dio. Pero la dictadura se mantiene viva, latente. Quien era el máximo jerarca de las Fuerzas Armadas, llamado Romero Vásquez Velázquez, y uno de los ideólogos del golpe, para alejarlo de esa imagen negativa pasó, nada menos que a ser el gerente de la empresa estatal de telecomunicaciones. Como actor en el golpe no puede ser funcionario público. Esta designación marca qué es hoy Honduras y cuál es el rol de la prensa. Inmerso en ella, reina la violencia.

Ernesto Guevara guerrillero

Un repaso por la historia guerrillera del Che. En sintonía para poder comprender su abrupto final. Del triunfo de la Revolución en Cuba al fusilamiento boliviano.


Enero de 1959. Luego de más de dos años de lucha armada llevada a cabo por los rebeldes, triunfa la Revolución Cubana que derroca al dictador Fulgencio Batista. Entre esos rebeldes –como se llama a los guerrilleros de aquella epopeya- se encuentra un joven médico argentino de apellido Guevara que será una de las figuras más representativas de la Revolución. Por sus proezas en el campo de batalla, su inteligencia, valentía y coraje. Por su sapiencia e intachable moral revolucionaria Ernesto “Che” Guevara se metió en el corazón de aquella Cuba que ya no era otra que la primera nación libre que daba a luz América Latina. Y Ernesto ya no era solo el Comandante Guevara, le decían cariñosamente el “Che”. Así lo hacían por lo extraño que sonaba para los cubanos este modismo típicamente argentino de decir che constantemente.

A pocos días de haberse hecho realidad la Revolución, el pueblo cubano le confirió a modo de premio y reconocimiento la nacionalidad cubana por sus logros y su compromiso para con la totalidad del proceso revolucionario.

A partir de allí el flamante argentino-cubano asumió diversos cargos. Servidor comprometido y fiel del proceso, un verdadero –como el mismo decía- soldado de la revolución. Fue nombrado director del Instituto de Reforma Agraria en 1959, luego presidente del Banco Nacional y ministro de Economía en 1960 y, finalmente, ministro de Industria en 1961.

¿Presidente del Banco Nacional? Si. Suena extraño pensar a un hombre como Ernesto allí sentado: el “Che” tenía un profundo desprecio por lo material y en contraposición de coquetos ministros de otros países que lucían sus trajes relucientes y corbatas de etiqueta, Guevara vestía siempre su uniforme verde olivo. Despreocupado por su apariencia, con la camisa abierta, la pistola en el cinturón y los cordones de sus botas mal atados, como de costumbre.

Hasta la victoria siempre

Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío (…) Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos (…)  En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo donde quiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura. Y finaliza con una de las frases más brillantes que quedarán en la historia: Hasta la victoria siempre, Patria o Muerte. El “Che”.

Se trata de un pequeño fragmento de la carta que escribió el “Che” a su amigo -y comandante en jefe cubano en ese momento- Fidel Castro. Así se despidió. A cinco años de haber estallado la Revolución, hacia fines de 1964, Ernesto Guevara dijo adiós. Su objetivo: encabezar un contingente de alrededor de 120 guerrilleros cubanos que tienen como destino la República Democrática del Congo. El plan, en marcha. Los servicios cubanos hacen una brillante tarea y dan una nueva identidad a Ernesto: Ramón Benítez, un anónimo pequeño burgués, calvo y miope de 46 años. Ni su gente más cercana podía identificarlo.

En 1961 un golpe de Estado llevado a cabo por Joseph Mobutu declara el fin del mandato de Patrice Lumumba y lo asesina. Guevara conoce la situación y sumado a que sabe que una guerrilla rebelde apoyada desde Tanzania estaba actuando, allí va. La idea era crear un foco revolucionario en el corazón de África que, a posteriori, logre liberar al resto del continente en su totalidad.

La experiencia estuvo lejos de ser exitosa. El mismo Guevara escribió: Esta es la historia de un fracaso. Las dificultades en la comunicación entre cubanos y africanos fueron un factor determinante. Por otra parte, la falta de disciplina de las tropas, la desorganización y las múltiples fracciones internas de los grupos guerrilleros condenaron a la Revolución al fracaso. Para colmo, su único aliado africano, Tanzania, bajó el pulgar, cesó el apoyo y la unidad revolucionaria sintió la desunión.

De vuelta en Latinoamérica

Tras un breve paso por Cuba, Guevara nuevamente se aventura en una nueva encrucijada. A fines de 1966, se calzó de nuevo la identidad de Ramón Benítez para viajar a Bolivia.

El Ejército de Liberación Nacional de Bolivia se conformó con unos veinte guerrilleros cubanos del riñón de confianza del “Che” que se trasladaron en distintos viajes. A ellos se sumó un grupo de treinta extranjeros más, entre los que se hallaban argentinos, bolivianos y peruanos. La misión era crear el foco revolucionario en el corazón de Latinoamérica, lugar estratégico ya que limita con Brasil, Perú, Argentina y Chile.

La tarea revolucionaria fue más compleja de lo pensado. El partido comunista de Bolivia a cargo de Mario Monje negó su apoyo e hizo aún más difícil la tarea de los rebeldes. Por otro lado, el campesinado boliviano era fácilmente manipulado por los medios de comunicación viciosos de las FF.AA. Los diarios hacían creer a estos que aquellos revolucionarios eran invasores extranjeros narcotraficantes. En medio de la selva, donde los guerrilleros necesitaban casi imperiosamente de la colaboración campesina, los pobladores rurales no hacían otra cosa que delatarlos. Y cuenta la historia que así sellaron su destino.

Solo cinco rebeldes lograron escapar a Chile. El resto fueron torturados y asesinados. Todo lo acontecido en esos meses de combate está anotados en lo que se conoce como El Diario del “Che” en Bolivia. Allí Ernesto cuenta minuciosamente cada uno de los días en territorio boliviano. A once meses de su inauguración guerrillera, Ernesto “Che” Guevara escribe su última página: (…) A las 17.30, Inti, Aniceto y Pablito fueron a casa de la vieja que tiene una hija postrada y una medio enana; se le dieron 50 pesos con el encargo de que no fuera a hablar ni una palabra, pero con pocas esperanzas de que cumpla a pesar de sus promesas. No se sabe hasta el día de hoy con certeza que fue lo que pasó, lo cierto es que al otro día, el 8 de octubre de 1967, en una emboscada el grupo es sorprendido por el ejército boliviano y Guevara capturado en la Quebrada del Yuro, a pocos metros de La Higuera. Allí es trasladado para al día siguiente, el 9 de octubre, por orden del presidente boliviano de la Junta Militar, René Barrientos, Ernesto Guevara fue ejecutado en una pequeña escuelita de La Higuera.

La tarde de ese mismo día el cuerpo del “Che” es llevado en helicóptero hasta Vallegrande y depositado en la lavandería del hospital Nuestro Señor de Malta. Allí las enfermeras lavaron su cuerpo y cientos de personas vieron el cadáver.

A los pocos días fue enterrado por las FF.AA. bolivianas sin especificar su ubicación. Desde ese mismo momento el gobierno cubano comenzó la investigación para hallarlo. No se supo nada de él hasta recién treinta años después. Fue encontrado e identificado con la colaboración de un grupo de científicos argentinos. Ese mismo año el cuerpo de Ernesto “Che” Guevara fue trasladado a Cuba, donde hoy descansa junto a la mayoría de los guerrilleros que lo acompañaron en sus batallas.

Fotos originales exclusivas para NosDigital. Enero 2010.

Los nadies

Por Eduardo Galeano
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir
de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que
llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por
mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se
levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. ”

Bienvenidos a La Higuera

Bien al centro de Bolivia están aquellos lugares que cuentan las líneas finales de la vida del Che. Un equipo de Nos viajó hasta allí en busca de la historia de la inmortalidad que se cuela en cada uno de los sitios ya míticos. Un recorrido irrepetible empapado de sensaciones, imágenes, reflexiones y fotografías.

En medio de la selva boliviana se abre paso la ruta que conduce al municipio de Samaipata. Este pueblo de menos de diez mil habitantes está ubicado dentro del departamento de Santa Cruz, el territorio más extenso de Bolivia. Samaipata es de paso obligatorio para llegar a Vallegrande. Hace poco más de cuarenta años Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como el “Che”, fue asesinado a pocos kilómetros de allí en una pequeña escuela de la Higuera por el soldado Mario Terán. ¿Por qué? ¿Quién era el “Che”? ¿Qué es hoy ese lugar?
Hacia allí vamos. A transitar lo que hoy se conoce en Bolivia como la ruta del “Che”. A rastrear los últimos pasos de aquel guerrillero que aparece hoy galardonado como el símbolo más grande de la Revolución –y revolución con mayúscula-.
Recorriendo libros, revistas, películas y biografías siempre nos encontramos con lo mismo: la mitificación de un hombre. El hombre que dejó de ser hombre y para convertirse en mito. Pierde su esencia humana. Deja de ser de carne y hueso; pasa a ser un Dios. Sus proezas, sus logros y su coraje parecen ser las cualidades de otro de esos superhéroes de película. ¡Pero éste lo vivió!
Esperamos que allí, donde luchó hasta el final de sus días, podamos toparnos con los vestigios de una revolución que pareció frustrada, pero no fue una derrota total, quizás tan solo una batalla perdida. Buscaremos los vestigios de aquél hombre. Nos encontraremos a la distancia con Ernesto, el “Che”.
La lavandería: el santuario
Caminando por las barrosas calles de tierra de Vallegrande nos dirigimos a un sitio que se ha reproducido como épico. En el centro del humilde hospital Nuestro Señor de Malta, se encuentra la lavandería. Lo significativo, lo llamativo, lo que da valor a este lugar es que ahí descanso el cuerpo ya sin vida de Ernesto Guevara. Los militares bolivianos, que lo capturaron con colaboración de la CIA, expusieron el cadáver durante dos días recostado sobre unas piletas para que todos puedan verlo y tomarle fotos al que yacía ya sin vida. A partir de aquél día la lavandería se convirtió en una especie de santuario. Es que luego de aquella especie de velorio a cajón abierto que armaron los militares, el cuerpo de Ernesto desapareció. Recién casi a veinte años de su muerte fue hallado a metros de la precaria pista de aterrizaje del pueblo.
La lavandería sufre de un evidente desgaste provocado por el paso de los años, pero su estructura está intacta. En una de sus paredes exteriores está la copia de una carta que escribió a sus hijos que muestra las claras de la esencia guevarista: (…) Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.

A priori, lo que más llama la atención es la ingente cantidad de frases, dibujos y grafittis que recorren la totalidad de las paredes de la lavandería. Distinguirlas sorprende, pero entrar aturde. En medio de la gran cantidad de voces, hay una en particular que llama la atención.: Y no porque te disimulen bajo tierra van a impedir que te encontremos, “Che” Comandante, amigo. Ese grupo de científicos parece haber trabajado también tras el encuentro con el hombre. El lugareño que nos acompaña –en carácter de guía- en la visita cuenta que unos doscientos turistas, militantes, extranjeros, curiosos o simplemente interesados visitan el santuario. Todos dejan su firma o escriben algo, ¿tienen una fibra? –pregunta-. Uno de nosotros le contesta que no tiene, pero es que tampoco la necesitábamos. No pretenderemos trascender más allá de nuestros méritos propios.

Una tumba sin cuerpo
La ruta continúa. A dos días de haber sido asesinado, el cuerpo de Ernesto fue arrojado a unas diez cuadras de la lavandería. Esta información permaneció en secreto por muchos años hasta que científicos cubanos y argentinos debelaron el misterio. Más tarde el cuerpo fue encontrado y trasladado a Cuba, donde hasta hoy descansa Ernesto “Che” Guevara.
El gobierno cubano en colaboración con el boliviano construyó hace pocos años un mausoleo exactamente en el mismo lugar donde fue hallado el cuerpo junto al de otros seis guerrilleros que lo acompañaban.
El edificio construido con la colaboración del gobierno cubano se compone como una síntesis fotográfica de la vida del Comandante en torno a una gran abertura en el suelo que deja al descubierto natural a aquella tierra que alojó y escondió su cuerpo. Allí, bajo una estrella sobre una piedra se lee su nombre como uno más del resto de los guerrilleros. Es extraño que se le dé la forma de una tumba, porque son tumbas sin cuerpos.
Damos unas vueltas mirando con detalle cada fotografía. Están las del nacimiento de Ernesto, una de sus días de colegio, hay otras donde está pescando, unas cuantas junto a Fidel y otras tantas –en su mayoría- en compañía de otros guerrilleros en Cuba, en África y en Bolivia. Hacia el final del recorrido, las fotos de sus últimos días en manos de las Fuerzas Armadas bolivianas ya capturado. Y finalizando la secuencia de imágenes -con los ojos bien abiertos y la característica fiereza de su mirada- el retrato del rostro de Guevara en la lavandería, que aunque no lo parezca, ya estaba muerto.

Última parada: Bienvenidos a La Higuera
El camino de Vallegrande a La Higuera comprende una distancia de unos 60 km. Se trata de un pueblo que apenas supera el centenar de habitantes. No existe un tipo de transporte fijo entre ambos poblados, nos comenta un lugareño. Así que coordinamos con un vallegrandino que maneja un taxi para que nos acerque a nuestro destino: la Higuera.
Éramos siete en su Toyota Corola `85. La precariedad de las rutas, caminos y transportes en Bolivia es realmente sorprendente. Aunque no tanto si tenemos en cuenta la historia de opresión y privación a la que fue sometida esta tierra. Tardamos poco más cuatro horas en hacer sesenta kilómetros. Cada vertiente de agua al costado del camino, era motivo suficiente para hacer alguna parada para enfriar el del motor del auto. Apretado, largo y tedioso viaje que intentó ser más ameno con algo de música en vivo orquestada por los pasajeros, hasta que el conductor dijo: “Bienvenidos a la Higuera”.
En el corazón del pequeño pueblo se ubica la plaza principal que fue construida en forma de estrella de cinco puntas. A pocos metros está la puerta de la escuelita. Nos detenemos unos minutos antes de entrar, pensando en lo que estaba pasando. De hecho, ¿está pasando? Pasmados, pero entramos. La escuelita de hoy poco se parece a aquella. Cuentan que como estaba muy deteriorada, tuvo que ser reconstruida, para hoy funcionar como una especie de museo. Hay fotos de Ernesto, frases, banderas y amuletos colgando por todos los rincones. El intento de reconstrucción de aquel 9 de octubre de 1967 es inconsciente. La imagen mental de Terán matando a Ernesto se repite una y otra vez. Salir aturdido parece ser la constante, difícil que sea de otro modo. Abandonamos de la escuelita esperando a los compañeros para regresar a Vallegrande.
El retorno es distinto. En el auto no se oye ni un respiro. La sensación es generalizada: conmovidos, cansados y abatidos. Resuena la frase de un tal M. Corona –a quien ni cerca de conocer estuvimos- grabada en letras doradas sobre un pequeño cuadro colgado dentro de la escuelita que tranquiliza: Aquí no fue solo un hombre que murió. Aquí fue un revolucionario que  fue inmortal. Tal vez no sea en Bolivia donde tengamos que buscar a Ernesto,  reconstruyendo sus últimos momentos de vida. Quizás no lo encontremos en ningún lado. Es posible que esté en todas partes y en ningún lugar. Su omnipresencia es un hecho que nos llena y nos excede.

Fotos originales exclusivas para NosDigital. Enero 2010.

Obama, un novel de la paz

Principiante, inexperto, significa novel, con v corta. Eso es el presidente de Estados Unidos. La B, larga, de Nobel, es de Luther King, es de la Madre Teresa, es de Nelson Mandela, pero no de Barack Obama, que es novel, ni Nobel ni noble. Su relación con la B, larga, no es sólo por su inicial de su nombre, también por su Bélico accionar.

“Ahora El Enemigo es uno solo: Al Qaeda”, garabateó en un discurso que lo intentaba poner, inútilmente, una vez más a las orillas de la violencia internacional. Día tras día, momento tras momento, Él sabe que se levanta, que se mira al espejo, que, quizás, se afeita y que, luego, tiene que salir a la calle a justificar de alguna manera ser el último Premio Nobel de la Paz. Le duele: por eso garabatea, por eso intenta sonreír, por eso dibuja, pero sabe que al ser el Presidente de los Estados Unidos nunca podrá gozar, con un criterio más o menos real, del calificativo paz. Así, su año y medio como mandatario lo viene mostrando.
Con esa mágica e inexplicable tranquilidad de esas que los hombres todopoderosos de este mundo saben mostrar, Él salió a dar el discurso sabiendo que en Colombia, en ese mismo instante, se jugaba una carta importantísima en las danzas electorales del país cafetero.Sabía que no iba a transpirar porque uno de sus fieles aliados en el continente, Álvaro Uribe, había seguido todo lo pautado: había criminalizado el narcotráfico, había convencido a los colombianos de que la droga era el problema, había certificado que él tenía todas las soluciones, había generado ese mediocre discurso que habla de pantalones bien puestos que saben pegar y, sobre todo, había legitimado las bases militares norteamericanas que controlaran cualquier avance que los amagues socialistas de Hugo Chávez en Venezuela y de Rafael Correa en Ecuador pudieran generar. Todos los “aciertos” de Uribe le aseguraban la victoria en la carrera presidencialista a Juan Manuel Santos, del Partido Social de Unidad Nacional (oficialista), y generaba las tranquilidades de poder seguir controlando y apretando las vertientes latinoamericanistas.

Con esas manos levantadas que saludan al cielo y que, en cierto modo, le piden disculpas a los dioses por anticipado, Él escupe palabras suaves y pacientes, de esas que sensibilizan a la prensa fundamentalista de la “libertad” yanqui, sin sentir las torturas de Guantánamo, sin conocer los dolores de las picanas y, sobre todo, sin admitir que en ese mismo momento, en que él dice eso, hay un sinfín de hombres golpeados y mujeres violadas que el mundo periodístico oculta, mete abajo de la alfombra y elimina de la realidad, tapando todas esas mentiras con las supuestas tiranías dictatoriales cubanas.
Con esa sonrisa tallada para los marcos de las fotos y de los pósters de campañas electorales, Él habla, sabiendo que un enorme puñado de soldados está, y seguirá, pisando cuerpos molidos de chicos desnutridos y dinamizados por el arte de los elementos nucleares en Irak, en una simulación de búsquedas pacíficas que siguen día tras día y que no se acabaron, como quieren hacer entender algunos hipócritas mediáticos, en las andanzas de George W. Bush.
Con una mezcla de seriedad y gentileza que se divide para llenar los gustos del violento Texas y del pacífico Nueva York, Él dice, sabiendo que gran parte de sus funcionarios y de sus consejeros que están parados cerca suyo distribuyen dólares y armas para financiar todos los ataques de la Israel aplanadora de palestinos y de los derechosos sectores latinoamericanos que, entre otras cosas, golpearon bien fuerte al Estado de Honduras (que Él ratificó el día que aceptó la existencia de un nuevo gobierno que reemplazaba al de Mel Zelaya) por si acaso la izquierda se sobrepasara mucho más.
Con todas esas circunstancias, y con muchas más que sus violentos servicios de inteligencia y sus sistemas informativos con efectividad hacen callar, Él, Barack Obama, termina la frase sabiendo que su sonrisa, su tranquilidad implacable, su mirada y sus brazos servirán para que nadie le pregunte si asegurar que el único enemigo es Al Qaeda quiere decir que Estados Unidos retirará todas las tropas de América del Sur, dejará de torturar en Guantánamo, se irá de Irak, no financiará los ataques israelitas, no ayudará a golpear bien fuerte en América y demases.
Él lo sabe: no.

El béisbol de la Revolución


Hace un mes, La Federación Cubana de Béisbol (FCB) anunció la suspensión de la Serie Selectiva del Béisbol de ese país, aludiendo al alto costo que llevaría su realización y, fundamentalmente, para darle prioridad a los torneos universitarios, regionales y barriales, que acercarían a mucha más gente a este deporte. La historia de un deporte que en un principio era solo para los más ricos de la isla y que desde mediados del siglo XX generó un impacto muy profundo en los habitantes y que sirve como ayuda y motor de inclusión social.
El béisbol es para los cubanos, lo que el fútbol representa para los argentinos, sin lugar a duda. Una pasión, una religión enfermiza, un sentimiento inigualable, un amor verdadero, algo inexplicable. Ha calado tan hondo en el corazón de los habitantes de la isla caribeña, que hoy en día representa parte de la idiosincrasia de todo un pueblo, que llora o festeja las victorias o derrotas de su mayor orgullo: la selección nacional de Cuba. Pero este romance no fue siempre tan lineal, no fue tan verdadero, tuvo sus largos momentos oscuros.
El primer juego oficial que se conoce en la historia beisbolera del país data del 27 de diciembre de 1874, en el legendario estadio matancero Palmar de Junco. Pocos años antes, estudiantes cubanos llegados de Estados Unidos y marinos de ese país trajeron el deporte a la isla, casi por casualidad o de manera azarosa, mientras visitaban al puerto de esa Ciudad. Entre ellos, se encontraba un estudiante cubano, Nemesio Guilló, quien decidió introducir en Cuba los mayores aspectos técnicos del mismo para tratar de hacerlo formar parte de los deportes que ya se practicaban allí. Para tratar, porque tuvo sus problemas. Durante esa época, la isla estaba bajo el coloniaje español y muchos comenzaron a utilizar el béisbol como medio de conspiración contra el gobierno. A tal punto llegaba esta influencia, que entre 1868 y 1869, emitieron la orden de la prohibición de su práctica en todo el territorio del país, por miedo a que se genere una revuelta a partir del deporte. En propias palabras del Capitán General de la Isla, Francisco de Lersundi el béisbol era: “un juego antiespañol y de tendencia insurreccional, contrario al idioma y que propicia el desamor a España”. Pero era muy tarde para decir eso. El béisbol, o pelota como luego lo llamarían, ya había pegado duro en el corazón y la cultura de los cubanos, que lo llamaban “el rey de los deportes”.
A partir de la realización del mencionado primer juego oficial, que lo disputaron los Clubs Habana y Matanzas, el deporte comenzó a tomar un verdadero auge dentro de Cuba. Fue el primer paso, la primera semilla que se plantó para lo que posteriormente sería uno de los países con mayor historia y tradición beisbolera del mundo hasta el día de hoy.
En diciembre de 1878 crean la primera Liga Profesional Cubana de Béisbol, que dura poco tiempo, porque a partir de ese año, este deporte queda abolido de ser practicado de forma profesional en la isla. Esta prohibición no fue pasajera, duró unos largos 84 años, hasta la temporada 1960-1961, donde luego de la Revolución Cubana, se reestablece la competencia.
Este deporte estuvo ligado desde sus inicios a luchas políticas y sociales muy profundas. Desde la década del 20 hasta la del 50 del siglo pasado, muchos acontecimientos de corte político ligados en específico a los gobiernos de la época, hicieron del béisbol uno de los pocos medios en que la población se podía expresar de manera libre con la sola asistencia a los estadios. La situación se tornaría diferente y tomaría un vuelo especial con la entrada en escena de un joven: Fidel Castro, que cambiaría el panorama político y social del país para siempre y dentro del cual, el deporte, y en especial el béisbol, no sería la excepción. Con la llegada de Fidel, con la ayuda de Ernesto Che Guevara se da la famosa Revolución Cubana en la isla, en enero de 1959. “Venimos decididos a impulsar el deporte a toda costa, el mejor estímulo que puede crearse para el atleta es asegurarle su retiro y saber premiar a los que llegan a campeones. El deporte individualmente suaviza. Consigue que no se extravíe la mentalidad del joven», exclamaría en un discurso a un mes de la revolución el propio Castro.
Dos años después, ya se notaban las diferencias en el trato de este deporte: se eliminaron todas las prácticas profesionales de todos los deportes. Esto generó que el béisbol dejara de ser un privilegio de unos pocos y pasara a ser un derecho de todos los cubanos, bajo el mando de una nueva institución deportiva: el INDER- El Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación. También se creó la hoy conocida como Series Nacionales cubanas, principal atracción y torneo del país, donde se divide a la isla en tres regiones, Occidente, Centro y Oriente, y se le da la chance a todos de competir.
El hecho de los torneos Nacionales, marcaba un hito y una diferencia con lo que se venía realizando antes. Ya no había grandes figuras, mega estrellas profesionales, pero ahora comenzaban a familiarizarse con los nuevos hombres, con la esperanza de ser ellos uno de los que esté allí para robarse el corazón de todo su país. El mismo Fidel Castro hizo referencia a los peloteros participantes en la I Serie Nacional: “Son gente del pueblo, muchos muchachos humildes que han tenido la oportunidad de jugar pelota. El inicio de estas Series es un triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”, haciendo referencia a la eliminación de los antiguos torneos y del antiguo régimen.
Rápidamente surgieron nuevos conjuntos y con las Series Nacionales la práctica masiva del béisbol en Cuba fue notoria, donde jugadores nuevos tuvieron su lugar para explotar a lo largo y ancho del país. De los cuatro equipos iniciales, se aumentó a seis para culminar finalmente con 16, que representaban a cada rincón de la isla. La idea de llevar adelante el deporte a todo el país, siempre diciendo que debe ser un derecho de cada habitante de la isla, se cumplió: a partir de allí hasta el más pequeño e insignificante lugar del país se podía ver representado a través del deporte, llevando adelante como bandera la integración. “Muchos se preguntan cuál es la razón de que Cuba sea tan conocida en la arena internacional, no solamente por su deporte nacional, sino por otra interminable cantidad de modalidades y atletas. La respuesta es bien clara: la puesta a disposición de todos – con el mismo derecho – de la práctica masiva de los deportes así como obras sociales como la gratuidad en cada escuela del país, han hecho que también las escuelas deportivas sean uno de los logros de los que el sistema social cubano se enorgullece de mostrar al mundo”, comenta Ray Otero, periodista cubano, columnista en Español y director del sitio web www.baseballdecuba.com.
Otero agrega, para no dejar dudas: “Si Cuba ha tenido campeones mundiales en deportes tan variados como la Esgrima, el Voleibol, Atletismo, Boxeo, Judo, Natación, Lucha, Béisbol, entre muchos otros, se debe principalmente a los recursos que el mismo gobierno a puesto en el pueblo en aras de demostrar que, pese a Cuba ser un país pobre y bloqueado, el deporte posee prioridad en todas las esferas sociales sobre todo porque, en primer lugar, constituye un factor esencial en el bienestar del pueblo y un derecho del mismo”. Hasta el día de hoy, la idea de llevar adelante un deporte en todo el país se mantiene vigente.
El 19 de mayo del presente año suspendieron la Serie Selectiva de la pelota cubana, luego de que anunciasen su reapertura luego de quince años. Las causas fueron: por el alto costo que representaría para la economía nacional, por el Mundial de Fútbol y una prevista baja convocatoria y fundamentalmente para que el estadio del Cerro capitalino esté totalmente habilitado para la próxima Serie Nacional de Béisbol. La suspensión del torneo Selectivo no generó grandes discusiones en el país porque se entendieron las causas y los motivos del mismo. Porque se entendió que se está defendiendo un modelo, una forma de abordar el deporte que avala inclusión por sobre todas las cosas, que apoya que todos puedan divertirse, jugar y aprender.
Quizás, sea la frase de Otero la que represente el pensamiento mayoritario de su país, el de saber que el practicar un deporte es un factor esencial en el bienestar del pueblo y que, principalmente, es un derecho de todos, y no de unos pocos.

“Mi pecho, será, hijos míos, el blanco seguro a que habéis de dirigiros”

La segunda entrega de Crónicas de fusilamientos con temática de independencia latinoamericana llega con el Padre de la Patria mexicano: Miguel Hidalgo. El cura que se volvió mito ya en el siglo XIX.
Se abre la jaula de hierro que la encerraba. La cabeza de Miguel Hidalgo Y Costilla es retirada de la exhibición macabra que sufría desde hacía más de diez años en la Alhóndiga de Granaditas, edificio emblemático de la ciudad de Guanajuato, en el corazón de México. 27 de septiembre de 1821: la independencia mexicana es una realidad consumada. Aquella remoción se convirtió en un símbolo del éxito mexicano sobre los realistas españoles.
Hidalgo fue abrazado como una insignia de la declaración de independencia de 1810 que no dejó de latir. Durante once años se buscó negar por todos los medios posibles aquél intento de emancipación, pero logró rebalsar las tentativas contrarrevolucionarias por parte de los europeos virreinales en 1821.
La celda de la ciudad de Chihuahua que lo venía alojando hacía doscientos días,  desde que fue tomado preso en las Norias de Acatita de Baján el 21 de marzo de 1811, respiraba un aire redundante de compasión, reflexión y resignación. Se leía en sus paredes las palabras, sus últimas escritas, de agradecimiento a los guardias carceleros:
«Ortega, tu crianza fina,
tu índole y estilo amable
siempre te harán apreciable
aún con gente peregrina.
Tiene protección divina
La piedad que has ejercido
Con un pobre desvalido
Que mañana va a morir,
Y no puede retribuir
ningún favor recibido».
«Melchor, tu buen corazón
ha adunado con pericia
lo que pide la justicia
Y exige la compasión
Das consuelo al desvalido
en cuanto te es permitido,
partes el postre con él
y agradecido Miguel
Te da las gracias rendido».
Se abrió la puerta de su celda. La espera había terminado. Pasados algunos minutos de las seis de la mañana del 30 de julio de 1811, el sol recién salido no era suficiente para dar calor al suelo húmedo por donde lo trasladaban. Incesante, la muerte lo llamaba, y un pelotón de fusilamiento sonaba para que lo atendiesen con urgencia.
“Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos”. Como preludio, el día anterior había sufrido la degradación eclesiástica por órdenes del obispo de Durango, llevada a cabo por un juez eclesiástico, el canónigo Fernández Valentín, el triste autor de las palabras que encabezan el párrafo.
La hora señalada fue puntual. A las siete horas del nuevo día. Hidalgo se ocupó de forma personal de entregar dulces a cada uno de los soldados que conformarían luego el pelotón que iba a disparar contra su vida. La religión parecía no haberlo abandonado más que en lo formal: rezaba su breviario y sostenía un crucifijo en la mano izquierda.
No lo podía aceptar. No. No se sentaría de espaldas bajo ningún concepto. No él. Besó el banquillo y se sentó de frente. Entregó su crucifijo y su breviario a un sacerdote. El negro oscuro se apoderó de su vista. Había sido vendado por los ojos y atado por las piernas.
“Que todos los dueños de esclavos deberán darles la libertad, dentro del término de diez días, so pena de muerte”, “que cese para lo sucesivo la contribución de tributos respecto de las castas que lo pagaban y toda exacción que a los indios se les exija”. Hacían eco y no querían despedirse las ideas revolucionarias que había creado y criado. Aquellas que lo habían condenado a terminar prematura su vida.
Faltaban años y siglos para que se convirtiese en el Padre de México, en el estandarte de la independencia. Pero Hidalgo se despidió mirando de frente a un pelotón ya preparado para lanzar, e indicando: “La mano derecha que pondré sobre mi pecho, será, hijos míos, el blanco seguro a que habéis de dirigiros».

Nunca Muerto, sí dormido, nuestro Atahualpa.

Héctor Roberto Chavero Aramburo, conocido como Atahualpa Yupanqui (persona que viene de lejanas tierras para contar algo), probablemente pueda ser reconocido como una personalidad que ayude a pensar Latinoamérica. Hijo de padre con sangre Quechua y madre vasca, Atahualpa Yupanqui plantea la inacabada tarea que significa pensar un país. Siempre recordando al indio, al gaucho, al minero explotado, al arriero y a todo aquel que lucha por un pedazo de pan. Atahualpa Yupanqui poseía conocimientos de música clásica y tenía saberes acerca de la búsqueda estética, aplicándolos siempre a temas criollos y a otras cuestiones que identificaban su tierra querida. Música folclórica de una sensibilidad única, temas en su haber como: El arriero, Preguntitas sobre dios, Le tengo rabia al silencio, El poeta, Nada más y otros tantos tan recomendables y que seguramente perdurarán por mucho tiempo. Para la ocasión latinoamericanista que tiene este número probablemente su obra hable más que muchas notas,  la letra siguiente quizá sea la del tema más acorde para la ocasión. Tema que recuerda a sus dos abuelos de distinto origen y que inevitablemente forman el pasado, presente y futuro de Latinoamérica.

Los dos abuelos
 
Me galopan en la sangre
dos abuelos, si señor.
Uno lleno de silencios
y el otro, medio cantor.
 
Hace tiempo, mucho tiempo
que el indio ya se alejó,
con su lanza y su alarido,
su tobiano y su tambor.
 
El gaucho salió a buscarlo
por esos campos de Dios.
Se lo habrá traga’o la tierra,
porque tampoco volvió.
 
Volvió pero hecho leyenda
hecho canto y tradición.
Para que el hombre argentino
no pierda su condición.
 
Me galopan en la sangre
dos abuelos, si señor.
Uno lleno de silencios,
y el otro medio cantor.

 
http://www.youtube.com/watch?v=1MI0Wo-sOOQ&feature=related